Suspiros Robados (Libro 1) [D...

By AnnRodd

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Todos tenemos una prueba que cumplir. El primer paso es descubrirla. Serena creyó que había perdido todo, per... More

Nota de autor - ¡Información importante!
Prefacio
1. Lo que fue de mi
3. La friki en el camino
4. ¡Sí, señora!
5. Mentalizarse
6. Sangre y pánico
7. En su sitio
8. Casualidad
9. Las conjeturas
10. Infamias
11. Trampa
12. Millones de dudas
13. Dejando los miedos atrás
14. Guerra
15. Todo fue historia
16. La terapia no es tan mala
17. Restos del pasado
18. Cosas que marcan
19. Nombres que anotar
20. Halloween
21. Las diez
22. Desaparición
23. Las verdades de Nora
24. La fiesta
25. Miedos e ilusiones
26. Luna Mora
27. Círculo de sangre
28. La verdad
29. La familia es el pilar
30. Verdades absolutas
31. El encuentro
32. Planes
33. Amarres
34. Invocación
35. La casa de la bruja
36. El robo
37. La última noche
38. La muerte
39. Juntos
Segunda parte: SUEÑOS ENTERRADOS
¡Suspiros robados en físico!

2. El instinto es más fuerte

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By AnnRodd

El instinto es más fuerte

Había una nueva chica en el aula de 5to C. La vimos de lejos el primer día de clases después de las vacaciones de invierno. Caroline y Cinthia estaban super atentas al cabello oscuro y perfectamente ondeado de la nueva alumna, pero Edén y yo estábamos pensando en otras cosas. Por mi parte, mantenía mis manos en los bolsillos y maldecía por no haber podido cazar tanto la noche anterior. Había encontrado solo a un borracho medio perdido y no había podido robarle tanta energía. Ahora estaba ansiosa, vacía, y para colmo Luca estaba cerca, dos filas más allá.

—Es bonita, ¿la viste? —dijo Caroline.

—¿Crees que sea del tipo que le gustan a Alan?

—Mmm —Caroline se llevó un dedo a los labios, mientras la directora daba sus anuncios habituales durante la formación—. Creo que debemos aclarar, Cin, que Alan tiene como treinta tipos de chicas diferentes en su catalogo de posibles.

Sonreí, para mis adentros. Estaba de acuerdo con eso y agradecía que tuviera que ser ella quien se lo dijera, porque yo no hubiese podido ser tan directa con Cin y arriesgarme a romperle el corazón una vez más.

—Bah, ¿y qué importa si ni siquiera está con nosotras? —preguntó Edén.

—¡Chist! González —la retó la preceptora, cuando se acercó por entre medio de las filas y la oyó hablando.

Nos quedamos las cuatro calladas y no pude evitar desviar la mirada hacia Luca. Él no estaba para nada pendiente de la chica nueva, lo que muy en el fondo me aliviaba. Parecía distraído —y poco consciente de que había una criatura no humana que deseaba comérselo de mil maneras diferentes—.

Suspiré, pensando muy mal de mi misma. Otra vez, me sentía mala persona. Si me dejaban en una habitación a solas con él, no dudaría tanto en atacarlo. En unas horas, empezaría a picarme el tatuaje, señal de que la herida retrocedía y se abría otra vez.

La directora acabó con sus anuncios y todos subimos al aula. Pude ver bien a la chica nueva esta vez y descubrí que sí era bonita, mucho, casi angelical. Tenía el pelo castaño oscuro bien peinado, con unos rizos que parecían de peluquería. Sus ojos castaños también eran bellos. Se veía tierna y femenina.

Arrugué la nariz cuando se me ocurrió pasar las manos por mi cabello mal trenzado. Anoche había hecho un desastre con mis greñas y no había podido solucionarlo al despertar. A decir verdad, si tuviera que compararme con la chica nueva y con mi yo anterior, siempre diría que la nueva Serena era más salvaje. Sobre todo, porque hacia cosas que me despeinaban con facilidad.

—Ay, Alan la está mirando —se quejó Cinthia, en tono bajito. Y era así. Estaba interesado en ella y Luca también mostró interés cuando los tres 5tos se encontraron en las escaleras para subir a las aulas.

En clases, sin embargo, en nuestra aula, nadie habló mucho de ella. Éramos demasiados alumnos para un solo nivel y no todos compartían los mismos intereses. Los varones no cuchichearon sobre el tema hasta que llegó el primer receso de quince minutos, dos horas después, y todos bajamos al patio para estirar las piernas.

A esa altura del día, estaba muy ansiosa. No pude evitar rozar con la punta de los dedos a varios compañeros de cursos inferiores e incluso a algunos de 5to A y C para alimentarme, porque no podía tolerar la falta de vida dentro de mí. Literal, era como tener hambre o estar sin tus drogas durante mucho tiempo. Una comparación muy bella y divertida, claro, si teníamos en cuenta que sin mi droga yo me desangraba otra vez, obvio.

El alivio llegaba en pequeños trozos, era todo lo que podía absorber de cada uno de ellos. Al menos, durante el resto del día, eso alcanzó para sobrevivir, para mantener latiendo mi corazón y mi puñalada cerrada. En casa, seguí con mi habitual rutina fingida de niña buena, responsable, callada y calmada hasta que llegó la noche y salté por la ventana decidida a encontrar tres monstruos que me dejaran saciada por varios días.

Sin embargo, no encontré nada por el barrio y tuve que tomarme dos buses distintos para llegar a otra parte más transitada y esperar en zonas de bajos recursos, deambulando hasta las tres de la mañana, cuando por fin encontré a un hombre de más de treinta años que buscaba una prostituta.

Fui directa, me ofrecí, dejé que se acercara a mí y cuando me puso una mano en el hombro desnudo, preguntándome si no tenía frío, absorbí directamente de ese contacto. Su expresión cambió lentamente mientras me alimentaba de su vida, pero fui bastante suave porque, aunque era evidente lo mucho que le calentaba poder acostarse con una cría de diecisiete años, no era un asesino o un abusador. No al menos tan abiertamente, no con ese tipo de agresividad.

Cayó de rodillas al suelo, aturdido, y me marché caminando, frotándome los ojos y pensando que, para no tener sueño esa noche, tendría que encontrar más gente. La única forma de pasar de largo con cuestiones humanas de ese tipo, era alimentarse a lo grande. Si solo mantenía mi cuerpo sano y si heridas con dos tipos por noche —o tres cada noche y media—, al menos necesitaba cinco, como mínimo, para ir directo de allí al colegio sin dormir y no estar cansada. Sí, en cuatro meses ya había probado muchas opciones posibles. El exceso de energía me lo permitía.

Pero no encontré a nadie más esa noche y empecé a replantearme mi afortunado destino con los hombres durante las semanas anteriores. Fui al instituto sin dormir y con una necesidad de energía atroz. Estaba hiper alterada, muy irónica y sarcástica y era capaz de saltar encima de cualquiera que me mirara un poco mal, como para justificar mis pobres actos.

—Oye —Caroline me codeó—. Tienes que decírselo tú ahora —me indicó, cuando en el primer receso Cinthia miraba a Alan hablar con la chica nueva. Él y sus amigos, incluido Luca, se presentaban. La nueva era todo ojitos encantadores para ellos y sentí una punzada de celos que, con el hambre, era una mezcla peligrosa—. Sere...

—Sí —repliqué, estirando la mano para atraer a Cinthia hacia nosotras. El día anterior hubiera rezongado por tener que ser yo otra vez la portadora de malas noticias. En ese momento, no me importaba más nada—. No vayas a desilusionarte otra vez —le advertí, frotándole la espalda, mirando por un fugaz segundo la piel descubierta de su cuello con muchas ansias de sentirme mejor.

Caroline no pareció contenta con mi dicho. Y yo, que pensaba que eso era lo más amable que podía ser, la miré, retándola a mejorarlo.

—No me refería a eso —contestó a mi mirada—. Me refería a que, o vamos a marcar territorio ahora, o lo dejan perder, una vez más.

Fruncí el ceño.

—¿Lo dejan?

—¿Luca está pintado ahí o qué?

—¿Y qué pretendes que haga yo? —comenté, soltando a Cinthia, que seguía callada—. ¿Que salte sobre su espalda, lo mee como si fuese un perrito y le gruña a la nueva? —«O saltas sobre él, le robas esa deliciosa energía...». Me di un cachetazo antes de que el cansancio y la necesidad me hicieran caer ante mis instintos. Caroline y Cin me miraron estupefactas—. Demonios, ¡no! ¡No voy a hacer eso!

Caroline arqueó una ceja, justo cuando Edén aparecía con un paquete de papas fritas en las manos.

—¿Hacer qué?

—Mear a Luca —contestó Caroline, poniendo los ojos en blanco—. Me refería a hablar, tonta. A saludar y charlar. Hacemos como que pasamos por ahí, disimuladamente, y ustedes tantean la situación.

—Ah, sí —Edén se metió una papa en la boca—. La chica le dijo a Holly que deseaba hacer amigas en todos los cursos. Vayamos.

Cinthia empezó a negar; yo también, pero por diferentes motivos. No me daba miedo hablarle a Luca. Me daba miedo matarlo. Si estaba tan desesperada como pensaba, que incluso había estado tentada de robarle a Cin, no sabía cómo iba a nublarse mi mente cerca de él.

—Oh, vamos —Caroline me agarró del brazo. Estuve a punto de echar raíces en el suelo y mi amiga empezó a patinarse en el suelo, incapaz de moverme—. ¡Aumentaste 50 kilos de golpe o qué! —gritó, y tuve que aflojar la fuerza sobre mis talones. Era antinatural para ellas y casi que lo olvidaba.

Dejé que Caroline me arrastrara, conteniendo el aire, sabiendo que era una prueba de fuego que debería pasar a toda costa. Si le hacia algo a Luca, estaba perdida; adiós a lo que intentaba reconstruir de mi vida.

Edén tiró de Cinthia y nos acercamos y nos vimos obligadas a caminar con mayor normalidad. Le sonreí al grupo y Caroline fue la primera en meterse entre los varones y un par de chicas de 5to C para presentarse. La seguí y detrás de mi vinieron las demás.

—Caroline Ricci, Serena Haider, Cinthia Capiello y Edén González —nombró Caro, por todas. La chica nueva asintió y se inclinó para besarnos la mejilla. Me moví lo suficientemente rápido como para que no llegase a tocarme. Estaba más asustada que trastornada por lo que Lucas emitía, como un efluvio danzante a su alrededor, que no descartaba confundirme y darle duro a la chica nueva.

—Un placer. Soy Nora —añadió, un poco cortada por mi alejamiento. Al final, no había pasado desapercibido para nadie.

«Perfecto, Serena. Qué normal eres», rezongué, para mi interior. Que mis amigas ya supieran que yo estaba rara era una cosa, pero que todo el mundo notara que era anormal era otra.

—Y Caroline es la persona más habladora e insoportable de todo el mundo —se metió Alan, pasando un brazo por encima de los hombros de Nora. Detrás de mí, Cinthia hizo un sonido extraño—. Y bueno, Serena no habla mucho, nunca.

Giré la cabeza hacia él, notando su tono de suficiente mezclado con aburrimiento. No era uno especialmente agresivo, pero me molestó

—Es que no tengo nada para decirte, como justo ahora —ironicé, un tanto mordaz.

Alan apretó los labios, pero no estaba molesto, no se lo tomó tan personal como yo me había tomado sus palabras. Me dije que era mi ansiedad la que me forzaba a reaccionar de más. Me retiré hacia atrás mientras él le hablaba a Nora de Edén, sobre que ella era la chica de la que querrías copiarte de las tareas, y por último de Cinthia, que casi dio un respingo al oír su nombre.

—Y pues Cin es como la bebecita del grupo —dijo, estirando una mano para apretarle el cachete a mi amiga. Su cara se puso roja y Edén tuvo que sostenerla de un brazo. Quise reírme, pero Caroline me empujó cerca de Luca y me tocó concentrarme—. Buenas chicas, buenas chicas.

—Como tú, por supuesto —dijo Caroline.

—Si, claro —se rio Luca, que de pronto, de la nada estaba junto a mí. Me tapé la boca, para no maldecir—. Caroline, Alan me ha dicho que tu lo has golpeado varias veces. ¿Cuáles fueron los fantásticos motivos y dónde estaba yo que me perdí eso? —bromeó.

Caroline se encogió de hombros, mientras Alan hacia una mueca de disgusto. Él odiaba que alguien hablara mal de él.

—Esa es una historia que puede contar mejor Serena. —Los ojos oscuros de Luca se clavaron en mí, al igual que todos los del grupo. Yo mantuve la mano en la boca por un segundo más, con los nervios recorriéndome la columna vertebral.

—¿Por qué Serena? —preguntó Alan, confundido.

—Porque un espectador puede evaluar siempre cuál es el mejor golpe que te han dado en las pelotas, Alan —contesté yo, sacando la mano, dándome cuenta de que todos esperaban que contestara. El grupo estalló en carcajadas y Caroline sonrió satisfecha. Incluso Luca se rio.

—¿Y cómo fue? —me preguntó.

Tomé aire y eso supuso prácticamente el infierno para mí. La energía que emanaba de Luca iba a matarme si no yo me pitaba de allí.

—Digamos que... —balbuceé—. Digamos que Alan no va a ser ni un 40% sincero de lo que fue la golpiza de Caro de hace tres años. Con eso, digo todo.

—Vaya, parece que se quieren, entonces —dijo Nora, sacándose suavemente el brazo de Alan de encima—. Entonces, todos son muy amigos.

Mientras ella hablaba, yo sentí que no podía más. Me alejé de Luca y caminé por detrás de Alan, hacia Erick y Alana, de 5to C, que acompañaba a Holly. Estaba desesperada, necesitaba energía. Lo necesitaba ya.

Pasé por entremedio de ellos, tocándolos en las manos como si me chocara y robé energía de ambos, tanto como me era permitido. Seguí caminando y también toqué a Fianma y a Evie, así como a Jack y a Cristian, todos de 5to A. Para cuando llegué al otro lado del círculo, junto a Edén y a Cin, me sentía bastante mejor. La distancia con Luca, aunque fuese poca, era suficiente como para calmarme.

En ese momento, Nora cambió de tema. O ya lo había cambiado, pero no me había dado cuenta.

—Nosotros venimos de otra ciudad, pero ahora mi mamá está asustada. Se quiere ir.

—¿Por qué? —preguntó Alan, mientras los demás se acercaban, curiosos.

—¿Es que no lo oyeron? Hay unos casos de asesinato y ataques en las noches.

Me enderecé, curiosa. Podía servirme un asesino en serie para cazar, era una presa ideal.

—Mmm, creo que sí —aportó Caroline—. Hubo muchos casos de hombres que eran buscados por la justicia y aparecieron muertos en algunos sitios extraños, como si se hubieran muerto de nada. Muchos eran violadores; debe ser algún ajuste de cuentas.

De la nada, Nora me miró. Me congelé.

—No creo. ¿Ustedes no escucharon hablar alguna vez de los vampiros?

Durante un momento, el grupo entero se quedó en silencio. No sabían si Nora estaba bromeando o no, pero como ella mantuvo sus ojos en mi un poco más, supe que no.

—¿Vam... piros? —dijo Luca, confundido—. ¿Cómo que "vampiros"?

—A nadie lo dejaron sin sangre —se rió, sin penas, mi buena amiga Caro. Los demás se rieron también, pero a Nora no pareció afectarle que, de la nada, la mayoría pensara que estaba un poco loca.

—No vampiros de sangre —replicó ella, condescendientemente—. Vampiros de vida. En vez de chupar sangre, chupan vida. Son demonios, criaturas de la muerte. Ya existieron casos en otras partes del mundo y de donde vengo también hubo. Hay uno en esta ciudad. Incluso podría estar muy cerca.

Sus ojos se trabaron en mi otra vez. Le sostuve la mirada, como quien no quiere la cosa, pero por dentro estaba en una especie de pánico absoluto. ¿Cómo demonios sabía ella lo que yo era?

Alan golpeó a Caroline en el hombro, para que dejara de reírse.

—Bueno, oye, ¿y como nos protegemos de esa cosa?

—No te proteges de ella. Hay que matarla —contestó Nora, sonriéndole—. Les puedo enseñar cómo. Tengo un libro genial sobre criaturas de la noche. Aunque no lo crean, es divertido de leer.

Caroline se cruzó de brazos y negó con la cabeza. Gracias a todos los cielos, ella estaba ayudando bastante con sus comentarios irónicos; era lo que yo necesitaba para sacarle la seriedad al asunto, pues Nora se lo agregaba con una facilidad que sorprendía.

—De igual manera, ataca solo a los violadores —le recordó—. Aunque sería divertido salir en la madrugada a ver si encontramos a uno, ¿no? Para ver como chupa la vida de las pobres almas en desgracia.

Esta vez, Nora sí que la miró mal, pero mi amiga no se inmutó. Esa fue la señal, para nosotras, de alejarnos. Definitivamente, no íbamos a ser amigas de Nora, ni por Caroline ni por mí, y no teníamos nada más que hacer ahí. Tomé a Cinthia de la muñeca, por encima del suéter, y sonreímos falsamente antes de saludar con la mano y excusarnos con ir al baño.

En menos de un minuto, estábamos subiendo las escaleras con anticipación para ir al aula. Con tanta tensión, hasta se me había olvidado que todavía necesitaba robar más vida de las almas en desgracia.

Me senté en mi lugar en el salón vacío, ocultando la cara en mis brazos, mientras Caroline no paraba de decir que la nueva estaba loca y que todos eran amables porque era bonita.

—Qué disparate —agregó Edén, sentándose en la mesa—. Pero si hasta Luca se interesó. ¿No vieron cómo se acercó a preguntarle sobre el tema?

—¿Qué? —gazné, levantado la cabeza. No-podía-ser-cierto.

—Eso —contestó Edén—. La loca de los vampiros "que no son vampiros" logró interesar a Luca. Quién diría que es así de friki.

—¡Quién diría! —exclamó Caroline, sentándose en el lugar de Cinthia, que daba vueltas por el aula como un zombi, tocándose la mejilla que Alan le había pellizcado—. ¿Por qué no bajas y le cuentas que eres uno de esos vampiros raros y que puede estudiarte en profundidad?

Me había vuelto tan paranoica en los últimos minutos que le di un empujón demasiado fuerte.

—Porque no estoy tan desesperada —contesté, temblando—. ¿Cómo mierda sabe eso? —añadí, casi sin darme cuenta.

Caroline se sobó el brazo, un poco iracunda.

—¿Porque es una friki? —intentó Edén, sacudiendo las piernas en el aire—. La gente loca se junta. Pero es buena estrategia, eh. Si le dices eso...

—Si bajo y le digo eso, la loca número uno tendrá una estaca de madera lista para clavármela antes del próximo receso. ¿Vieron la seriedad con la que lo dijo? Hasta parece que se lo cree —repliqué, demasiado alterada para la situación. Cuando me di cuenta, me levanté—. Voy al baño, necesito lavarme la cara.

Pero no fui al baño. Bajé las escaleras pasé por entremedio de varios alumnos desprevenidos y les robé más energía, a ver si la loca boba esa podía darse cuenta de eso también. Busqué el pasillo que iba hacia el jardín y de allí a la parroquia. Era el único lugar en donde realmente estaría sola y podría pensar con tranquilidad.

No es que parecía que Nora se lo creía. Nora realmente lo creía y sabía que algo no estaba bien conmigo. No tenía otro motivo para haberme mirado tan fijo mientras lo decía y tampoco entendía porqué había sacado el tema en ese momento.

Me dejé caer en los bancos de la iglesia, mirando la figura de Jesús, con ganas de arrancarme cabellos. La única conjetura que tenía es que ella sí hubiese notado lo que hice con mis compañeros cuando rodeé al grupo. Pero eso significaba que Nora era algo más, que tenía respuestas. Sin embargo, había dejado algo muy claro en su discurso: a esos vampiros chupa vida había que matarlos. Y no iba a arriesgarme a eso. 



¡Final del segundo capítulo!

¿Qué les ha parecido la introducción de Nora a la historia? ¿Y la amistad de Serena y sus amigas? ¿Creen que ella hace bien al no decirle a nadie lo que le ha pasado?

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