Catch me baby (KMB Libro #2)

Av ReynaCary

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LIBRO #2 Catch me baby Libro anterior: Kiss me, baby#1 Meses atrás le pedí ayuda a mi mejor amiga Alix para p... Mer

Catch me baby #2
Locuras aceptables
Un "Te quiero" no correspondido
Mi amiga "Mer"
El truco es tenerte a mi lado
La "X" fuera de moda
Zombis y papilla
Encuentro ácido
Tan débil...
Me había atrapado
Corazón roto
Reacciones diferentes
5 segundos para decir adiós
Epílogo

¡ATRÁPAME!

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Av ReynaCary

Capítulo ocho

Ethan

En cuanto entré a la recepción los trabajadores me sonrieron amablemente e incluso antes de acercarme con la secretaria que estaba detrás del mostrador ella ya estaba llamando a mi abuelo avisándole que ya había llegado.

—El señor Ernesto lo está esperando en su oficina —me anunció la secretaria.

—Gracias —le dije.

Caminé al elevador y presioné el botón que llevaba hasta el último piso. Las oficinas de las empresas 360º era de las más grandes en esa área y la dirigía mi abuelo junto con su esposa, ellos eran papás de mi mamá, papás adoptivos pero que importaba realmente cuando había amor.

Años atrás Alix había tenido una tarea de estudiar una empresa así que les pidió a mis abuelos que la dejaran hacerlo de su empresa, ellos desde luego aceptaron y fue allí cuando quedé fascinado con la compañía, porque desde luego la acompañé. La empresa se encargaba de innovar productos audiovisuales y distribuirlos alrededor del mundo.

Tenían contratos con muchos países, saber todo eso me había emocionado a tal grado que había dejado mi ligero interés en la medicina para empezar a investigar y meterme de fondo en lo relacionado con negocios. Al aplicar para hacer examen en la universidad no dudé en dirigirme a la carrera de administración de empresas, mi abuelo al ver el interés inmediatamente me había ofrecido que trabajara para él mientras estudiaba la universidad. Ahora que la universidad había pedido que hiciéramos nuestra etapa de servicio social quería hacerla allí, ese era el motivo de mi visita y bueno, siempre era muy agradable ver a mi abuelo.

—Hola, Ethan —me saludó mi abuelo al entrar a su oficina—. ¿Vienes solo?

—Sí…

—¿Dónde dejaste a Alix? Nunca salen separados —su rostro era de asombro total—. ¿Acaso discutieron?

Reí.

—No, solo que mi hermana la secuestro porque quería que la escuchara practicar su nueva canción —expliqué—. No pudimos venir juntos.

Mi abuelo negó con la cabeza mientras chasqueaba la lengua. Dejó en el escritorio unos papeles que había estado revisando y me hizo una señal para que me sentara en la silla frente a su escritorio.

—Qué mal que Alix no está aquí —suspiró.

—También me alegra verte, abuelo —dije haciendo mis típicos berrinches. No importaba cuantos años pasaran, siempre seguiríamos igual.

—Bueno, bueno, sabes que cuando hablamos sobre le empresa me gusta que estén los dos.

Él tenía planeado el futuro de la empresa y quería que yo y Alix fuésemos parte de ello, desde que había visto nuestro interés en los negocios había hablado con nuestros padres sobre su idea, después con nosotros en privado y cada que queríamos y podíamos ir los dos juntos observábamos con detalle la forma en que trabajaba mi abuelo. Además que le encantaba la compañía de Alix. Bueno, a quién no.

Hablamos durante un rato sobre mi tiempo disponible para hacer mi servicio en la empresa y después de eso empezamos a hablar sobre futbol, ambos le íbamos a equipos contrarios, siempre había sido así.

Dimos una vuelta por el edificio y cuando nos topábamos con alguno de los empleados los saludaba como si fueran sus amigos y no sus trabajadores, eso era lo que más me gustaba de mi familia.

—Me enteré que Alissa se puso enferma —dijo mientras tomábamos un café en el restaurante del edificio—. ¿Ya está mejor?

Recordé unos días atrás, todo parecía muy borroso y solo el rostro lleno de miedo de Alix era lo que se mantenía fresco en mi memoria, me dieron escalofríos de recordarlo.

—Sí, tuvo un desmayo pero está… se podría decir, que bien —guardé silencio antes de seguir hablando—. Alissa está embarazada.

—¿No es grave? —preguntó preocupado.

—Estará en revisión periódica pero no puedo asegurar nada, ojalá pudiera hacer que todo salga sin complicaciones, abuelo, debiste de ver a Alix cuando se enteró, ella parecía no poder seguir del miedo que sentía por su mamá. Nunca la había visto tan —busqué las palabras que nunca creí decir para dirigirme a Alix—… frágil.

Colocó una mano en mi hombro.

—Después de todo ella es una mujer y teme por su mamá como cualquier hijo lo haría. Te encargo que la cuides mucho, no me gustaría ver a mi futura nieta preocuparse demás. El próximo fin de semana iré a su casa —dijo poniéndose de pie—. No les avises a tus padres, quiero que sea sorpresa.

—Nunca me dijiste eso —dije fingiendo que lo había olvidado.

—Bueno, será mejor que regrese al trabajo —suspiró—. A veces Japón se pone muy malhumorado con los retrasos.

—Hasta luego, abuelo —me puse de pie y lo abracé—. Nos vemos después.

—Desde luego, y recuerda, cuida a mi nieta.

Se fue caminando con porte, a sus sesenta y tantos lucía bastante joven, sobre todo porque no era un hombre con canas sino con el cabello negro y sus trajes siempre bien adecuados para un hombre de negocios como él. Después de papá, él era uno de los hombres que más admiraba.

Un momento, había llamado nieta a Alix.

Sé que lo común sería llegar a mi casa pero lo que hice fue llegar a casa de Alix. Cuando entré escuchaba un tarareo proveniente de la cocina que obviamente era de mi amiga. Entré a la cocina para verla inclinada abriendo el horno y sacando unas galletas.

—Hola —dije y ella saltó.

—Hijo de tu… —soltó y dejó las galletas sobre la estufa—. Pudiste haber tocado —me dijo quitándose el enorme guante—. Casi sacas a mi dulce angelito de mi cuerpo.

—Oh, claro, con la palabrota que estabas por soltar seguramente tu angelito estaría muy feliz de estar en tu cuerpo —ella me frunció el ceño—. Lo que sea, ¿por qué estás haciendo galletas?

Ella volteó a ver la charola con galletas de chocolate y suspiró.

—Hice una apuesta con Carlos y como perdí tengo que hacerle estas galletas. Las hice con todo el amor que siento hacia él —dijo con una expresión malvada en su rostro.

Se giró dándome la espalda y me apresuré a tomar un trozo de las galletas, me quemé mis dedos y desde luego mi boca al comerla, no valió la pena, casi vomito.

—Saben horribles —le dije y ella volteó a verme.

—Gracias, ese es todo mi amor —dijo sonriente—. Les eché mucha sal, espero que le gusten.

—Qué injusto —dije. Me limpié la boca con la mano—. Yo quería una.

Ella me sonrió, se colocó el enorme guante y se volvió a inclinar hacia el horno para sacar una segunda charola de galletas.

—Aquí hay para ti y Cam. Ya sabes que no soy la mejor cocinera pero al menos hago todo al pie de la receta.

—Definitivamente te pareces a tu mamá —le dije sonriendo.

Ella alzó los hombros y sonrió de lado.

—Tal vez debería enseñarte a cocinar —sugerí mientras la veía dejar el tazón de la mezcla de las galletas en el lavaplatos.

—No, para eso están las recetas —apuntó a su enorme libro de cocina que estaba sobre la barra de la cocina—. Mejor enséñame otra cosa más productiva.

Alix era muy inteligente y eso se debía a que le gustaba aprender.

Sonreí. Abrió la llave para lavar el tazón y las cucharas que había usado, observé sus movimientos porque últimamente me gustaba mucho hacerlo. Estaba dándome la espalda pero estaba seguro que ella estaba consciente de mi vista fija en ella.

—¿Qué cosa podrías enseñarme que yo no sepa? —preguntó sin voltear a verme.

—Mmm hay muchas cosas que no sabes —dije.

—¿Cómo qué?

Cerró la lleva y se secó las manos en una toalla blanca, se giró hacia mí y cruzó sus brazos sobre su pecho lanzándome una mirada retadora. Eso me gustaba tanto de ella.

—A puesto a que no sabes besar —al decirlo creo que mi voz sonó un poco ronca por lo que me aclaré la garganta rápidamente.

—¿Me creerías que Ron es un buen besador? —dijo sonriéndome.

Oh, no ellos no se habían besado… ¿o sí? ¿Por eso se la pasaban tanto tiempo juntos en el trabajo? ¿Eso significaba que en su cita había pasado algo más que solo una tarde de videojuegos? Si era así ¿por qué no me lo había dicho? Estaba actuando como una chica. Joder.

—Entonces no te importa que yo te bese —dije sin dejar de verla, quería ver qué tipo de reacción tendría.

Ella sólo entrecerró los ojos, parecía estar estudiándome, poco después levantó una ceja y dejó caer sus brazos a sus costados con un suspiro.

—Inténtalo —me retó.

Sonreí y me acerqué rápidamente a ella. Su cuerpo quedó entre el lavaplatos y mi cuerpo, su mirada tenía un rastro de incredulidad pero se disipó en cuestión de segundos.

Tomé su rostro entre mis manos e incliné mi cabeza hacia ella para besarla.

—¡Ustedes dos! —gritó mi tío y con sus poderes mágicos de papá, en un parpadeo ya tenía a Alix en sus brazos—. ¿Qué se supone que estaban haciendo?

—Sólo estábamos jugando, papá —dijo mi amiga con una sonrisa mientras lo veía tiernamente—. ¿Estás temblando? —le preguntó pero no le contestó y se la llevó a la sala.

Bueno eso había sido realmente incómodo.

* * *

Alix se bajó corriendo de mi auto, desvié la mirada por la ventana mientras la esperaba para que confirmara lo que habíamos sospechado al llegar a la cuadra donde estaba la preparatoria, todo estaba misteriosamente silencioso y quieto. No había adolescentes uniformados caminando por la acera ni por ningún lugar cerca de la escuela. Regresé mi vista al asiento donde Alix había estado minutos atrás, aún estaba su mochila vieja ahí, una que le había regalado como 5 años atrás y a pesar del tiempo que tenía no lucía tan vieja, mi amiga sabía cuidar las cosas… pero vamos, la mochila estaba fuera de moda y estaba empezando a decolorarse de tantas lavadas que le daba.

—¡Hey! —dijo Alix y por la sorpresa de escuchar su voz mi mano resbaló del volante golpeando con el claxon—. ¿Tan interesante es mi mochila? —preguntó entrando al auto.

—Estaba viendo que está bastante vieja —dije aclarándome la garganta.

Se acomodó la falda del uniforme cuando se sentó en el auto, si no me equivocaba esa falda antes le quedaba ligeramente más larga, ahora podía notarla un par de centímetros más corta. ¿La había acortado al propósito? Ella me sorprendió viéndola.

Se puso la mochila sobre las piernas.

—Tú me la regalaste —dijo—. ¿No lo recuerdas?

—Sí, por eso sé que es muy vieja. Deberías comprarte una nueva —le sugerí y ella frunció los labios.

—Tal vez deberías darme una nueva —sonrió—. Ah, por cierto, hay un letrero ahí en la puerta en donde dice que se suspenden las clases —apuntó vagamente a la puerta de la preparatoria.

—¿Quieres que te lleva a casa? No hay problema si me retraso un poco.

—No. Quiero ir a tu universidad. ¿Puedo? —preguntó.

Lo pensé un instante porque, ¿qué iba a hacer mientras yo estaba en clase? Era cierto que la universidad era bastante conocida por lo grande de sus espacios, había incluso una pequeña plaza donde se podía conseguir desde ropa, comida o ir al cine pero a ella no le gustaba estar sola durante mucho tiempo. Pero tampoco la iba a convencer de que no fuera.

—Supongo que está bien.

Ella saltó en su asiento mientras se acomodaba el cinturón de seguridad.

—¡Es tan bonita! Qué digo bonita, es ¡HERMOSA! —dijo Víctor, un compañero de la universidad al ver a Alix. Estaba tan extasiado por verla que ni cuenta se había dado que sus libros se habían resbalado de sus manos—. Hermano, tus palabras no le hacen justicia a tu hermosa amiga.

Ah, genial.

Alix estaba más que contenta con toda la atención que estaba recibiendo por parte de mis compañeros y otras personas completamente desconocidas que se habían detenido cerca de nosotros al escuchar a Víctor hablar tan exageradamente. Mi amiga se veía, especialmente, como una muñequita ese día, tenía su uniforme bien completo, con las calcetas por debajo de la rodilla, su falda, blusa y saco bien planchados y acomodados, llevaba su cabello rubio suelto sobre su espalda, además que su estatura de 1.65 la hacía verse tierna entre tantos universitarios y para rematar tenía una sonrisita tímida en el rostro.

—Muchas gracias —le dijo con una voz un poco más aguda de lo normal.

Volteé a verla y ella se encogió de hombros murmurando un “Déjame ser”.

—¿Cuántos años dices que tienes? —le preguntó Víctor completamente interesado.

—Tiene 15 y no está disponible, así que aléjate de ella —dije dando un paso al frente.

—¿Tienes novio? —le preguntó este y mi amiga desvió unos segundos su vista hacia mí.

—Eso parece —contestó finalmente.

—¿Cómo puede ser tan bonita? —murmuró una chica con un ligero toque de envidia en su voz.

—Mi mamá y mi papá son muy apuestos —contestó Alix encogiéndose de hombros—, pero soy de las personas que piensan que la belleza no lo es todo…

—¡Ethan! ¡Hola! —llegó Valeria, una compañera, aventando a las personas a su paso para llegar a mí y saludarme con sus empalagosos abrazos y besos en ambas mejillas—. ¿Cómo estás? —preguntó colocando sus manos en mis hombros.

—Bien —contesté y dirigí mi vista a Alix—. Vine con una amiga —la señalé con la mirada.

—¡Qué tierna! —exclamó al verla. Acarició la cabeza de Alix como si fuera una niña pequeña—. ¿De qué secundaria te la robaste? —preguntó Valeria y podía ver como mi amiga le lanzaba cuchillos imaginarios.

Valeria era todo lo que Alix no era. Era una mujer alta de cabello negro y ojos oscuros, delgada, no tenía un excelente cuerpo pero supongo que estaba bien, al menos Víctor y compañía decían que era la más linda de la clase, nunca le había puesto la suficiente atención. También se mostraba demasiado amistosa y decía que todo el mundo eran sus mejores amigos, era bastante femenina y detestaba los deportes porque la hacían sudar. No era muy brillante pero se esforzaba por sacar buenas notas.

—Eres tan linda —seguía haciéndole cariñitos como si se tratara de un animalito.

—No es de secundaria —dije rápidamente antes de que Alis le devorara el brazo.

—Y, para tu información, voy en la preparatoria, en tercer semestre —habló mi amiga sacudiendo su cabeza.

—Oh —Valeria no parecía sorprendida—. Entonces tienes como 16 – 17 años ¿no?

—15 —contestó entre dientes—. Resulta que soy bastante inteligente y me brinqué un año escolar.

—¿Por qué? —preguntó Víctor entrando en la plática. Para compañeros que tenía…

—Tenía que vigilar a Ethan —dijo Alix, de nuevo con su sonrisa.

—Oh —Valeria ahora así parecía sorprendida—. ¿Son pareja? —preguntó a nadie en particular.

—Eso parece —dijo Alix y sonreí.

Después de eso Valeria se fue mientras saludaba a todo el mundo con la mano como si fuera reina de belleza. Víctor siguió admirando la belleza de Alix y esta hasta daba vueltas cuando se lo pedían los demás. Que de vez en cuando llamara la atención así no estaba tan mal.

Alix y yo caminamos hasta las áreas verdes que tenía la universidad para poder acostarnos un rato y perder el tiempo. Logramos encontrar sombra debajo de un árbol y nos acomodamos ahí. Por suerte había tenido una hora libre de último momento.

Ella se recostó a mi lado y cerró los ojos, yo me quedé sentado recargado en el tronco del árbol, en el transcurso de unos minutos escuché su respiración más pesada, cuando agité una mano sobre su rostro y ella no respondió supe que se había quedado dormida. Llamaba la atención de las personas que pasaban pues era la única que llevaba uniforme.

Estiré mi mano y empecé a acariciar su cabello, se sentía más suave de lo que recordaba, de pronto se me vinieron recuerdos como cuando nos perdimos en la montaña, ahí había tocado su cabello, también cuando me había encontrado con América, mi refugio fue su cabello y días atrás cuando Alissa había ido al hospital por su embarazo, había besado su cabello también. Seguramente era lo que más me gustaba de una mujer… era lo que más me gustaba de Alix. Tomé un mechón y me incliné para besarlo.

—Wow, hermano —dijo Víctor—. Creí que estabas siendo protector con tu amiga hace rato pero veo que en realidad estabas medio celoso ¿no? —dijo acercándose a nosotros.

—Está dormida, bájale a tu volumen.

—Entonces te gusta ¿eh? —no contesté pero seguí acariciando su cabello—. ¿Ella lo sabe?

Suspiré.

—Creo que ya lo ha sospechado, incluso antes de que me diera cuenta.

—Se ve que la adoras —dijo alternando su vista para vernos.

—Lo hago —contesté con una sonrisa—. Es mi mejor amiga de toda la vida. Cómo no hacerlo.

—A mí me daría un poco de inseguridad estar con alguien como ella —se encogió de hombros viéndola—. Es como… demasiado bonita, de seguro todos los chicos reaccionan como yo hace un rato al verla.

—Si me hubiera interesado su belleza, Alix hubiera sido la primera chica con la que hubiera salido, somos amigos pero sé lo hermosa que es, no soy ciego, sin embargo hay muchas otras cosas de Alix que pueden gustarle a un chico. A mí me gusta su forma de ser, cuando habla siempre está segura de lo que dice, es una chica con un carácter fuerte, es segura de sí misma, pero también es débil cuando tiene miedo, tiembla y llora como cualquier chica. Siempre se preocupa por que las personas que estén a su alrededor sean felices. Es tan buena que su belleza física es opacada por su belleza interna.

—Wow —guardó silencio—. Bueno —se aclaró la garganta—, creo que iré a la cafetería ¿vas? —negué con la cabeza—. Entonces nos vemos luego.

Cuando se fue me acosté junto a Alix y besé su mejilla. Seguramente ella me confundió con algún mosquito molesto porque estando dormida me dio un golpe en la cara y continuó con su siesta.

* * *

Carlos corrió al baño en cuanto puso una galleta en su boca. Cesar agarró una y la olió antes de darle una ligera probada, mientras masticaba hizo una mueca y tomó una servilleta para escupir.

—Si buscabas envenenar a mi hermano —habló Cesar y dio un trago a su agua—, estas galletas sí que lo harán. Pero te agradecería que no me convirtieras en hijo único —volvió a tomar agua.

—Que eso le recuerde que no debe hacer una apuesta conmigo —dijo mi amiga quitándome de mi comida.

—¿Y qué apostaron? —preguntamos Cesar y yo al mismo tiempo.

—No es asunto suyo —contestó Alix y volvió a agarrar de mi comida con mi tenedor. Volteé a ver su plato que estaba tan limpio que me costaba creer que allí hubieran servido comida, tomé un trozo de carne con mis manos y le entregué mi plato a ella que, sin agradecerme, empezó a devorarlo.

—Pero si perdiste al menos debiste de haber hecho buenas galletas —habló Cesar viéndola comer.

—Sí, tienes razón, perdí y él me pidió galletas pero no me dijo que tenían que estar bien hechas, además sólo me excedí “accidentalmente” con la sal, ustedes son demasiado nenas para mis galletas saladas.

—El asunto es que supuestamente tus galletas son de chocolate no de sal —volvió a hablar Cesar—. Alix ¿alguna vez te llenas?

Mi amiga levantó la vista de su/mi plato y lo vio.

—¿Tiene algo de malo que coma mucho? Mi metabolismo es rápido y aparte hago ejercicio, eso tampoco me permite subir de peso. Mi nutriólogo dice que como estoy creciendo no es tan malo que coma así. ¿Te molestan las chicas que comen mucho?

—Sentiría miedo de que me dejara sin comida todo el tiempo —contestó.

Carlos volvió del baño y se sentó junto a su hermano.

—Eso fue cruel —dijo el gemelo—. ¿Querías envenenarme?

—Fue lo mismo que le pregunté, hermanito —dijo Cesar.

—Te dije que esas galletas tenían todo mi amor hacia ti —contestó Alix—. Estoy ansiosa por nuestra próxima apuesta.

—Ni loco vuelvo a apostar contigo, a menos nada que requiera pasar por mi boca. Y yo que te quiero tanto —fingió estar dolido—. Eres muy mala conmigo, princesa.

—Lo siento, Charlie —Alix era la especialista en cambiar de nombres a nuestros amigos, como a Italia le decía Roma o a Camille Cam, ella fue la que le dio ese apodo, yo fui el único que quedó en desventaja pues le encantaba decirme “bolita con patas” igual que como papá me decía cuando era bebé. Vaya apodo.

—Me conformo con saber que gané la apuesta —dijo Carlos robándole la botella de agua a su hermano.

—¿Y qué apostaron? —pregunté esperando que él si me dijera.

—Es un secreto entre la princesa y yo —dijo viendo a Alix y guiñándole un ojo. Ella le dedicó una sonrisa.

—No puedo creer que mi hermano, con el ser que compartí el vientre de mamá, me esté ocultando un secreto —habló Cesar con aire dramático.

—Y yo no creo que mi mejor amiga de toda la vida me oculte algo —dije viéndola pero ella estaba demasiado concentrada apartando la cebolla de su comida, me quitó la servilleta y dejó ahí los dos trozos que había sacado—. Alix —la llamé y ella preció reaccionar.

—Ah, perdón, te estaba ignorando a propósito —dijo moviendo un pedazo de carne en su tenedor frente a mí. Como castigo me comí lo que había agitado frente a mí.

—Dejen de estar de dramáticos, la princesa y yo tenemos derecho a tener nuestros secretos ¿no es así? —la “princesa” asintió—. Mejor hay que hablar de porqué Cesar debería de dejarse crecer el cabello y yo cortarlo al estilo militar.

Y ahí terminó la plática.

En la tarde cuando caminábamos de regreso a casa del trabajo me fue imposible alejar mi vista de Alix, ni siquiera noté que no habíamos estado hablando como usualmente lo hacíamos mientras caminábamos o que no estaba caminando exactamente a su lado como siempre. Solo estaba viéndola y eso era más que suficiente para mí.

—Hasta aquí llegué —murmuró y se detuvo bruscamente.

Se dio media vuelta y me encaró. Me vio fijamente pero no dijo nada.

—¿Qué pasa? —dije sin apartar mis ojos de los suyos.

—Eso debería preguntar yo —dijo seriamente—. Pero no tiene caso que lo haga porque… porque yo conozco esa mirada ¿sabes?

—Creo que no entiendo —en realidad no lo entendía.

—Esa mirada, con la que me has estado viendo durante unos días o semanas —sacudió su cabeza—. Así veías a Abril, lo sé porque siempre estuve a tu lado. Esa mirada, ahora estás… —abrió la boca y por primera vez parecía no saber algo—, de-di-cán-do-me-la —dijo lentamente como si no entendiera la palabra—. ¡Lo estás haciendo!

—Oh… —dije porque no sabía que podía decir en un momento así. Desvié mi vista de ella.

—Ethan —me advirtió con su voz para que volviera a verla. Cuando regresé mí vista aún seguía completamente seria—. ¿Sabes qué significa? Porque yo sí.

Asentí. ¿Cómo no saberlo?

—¿Y bien?

No dije nada. ¿Qué debía decir? ¿Qué era lo correcto? No sabía y sus ojos serios clavados en mí me dejaban los nervios de punta.

Ella suspiró.

—Te gusto ¿verdad? Gustar como… como que estás enamorado de mí o más bien te estás enamorando de mí ¿verdad?

Su seriedad había pasado a una expresión de alerta, parecía nerviosa, indecisa o tímida. Pensé que cualquiera de las dos respuestas que le diera iba a cambiar de una forma u otra nuestra amistad.

—Sí —dije finalmente—. Estoy enamorado de ti.

Su rostro se congeló y no demostró ninguna emoción durante una eternidad. Cuando por fin reaccionó parpadeó un par de veces y apretó sus labios para esconder el temblor que se había apoderado de ella en ese momento. Parecía estar luchando con ella misma, seguro se estaba debatiendo entre rechazarme o mandarme al diablo, podía verlo en sus ojos. Para ella sólo éramos amigos.

Estaba listo.

Pero ella empezó a sonreír tímidamente, no era una fingida como la que había dado en la universidad a Víctor, sonreía de esa forma tímida con la que rara vez se le veía en su rostro porque no era propio de Alix. Apartó su vista de mí.

—Amm, ¿Ethan? —habló y echó un vistazo sobre su hombro, volteó a verme de nuevo—. ¡ATRÁPAME! —gritó y empezó a correr a toda velocidad por la calle.

Sonreí porque sabía lo que significaba para ella un atrápame.

Empecé a correr detrás de ella.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Aquí el capítulo 8 :)

Espero que les haya gustado y que no se les haya hecho raro xD, no sé pero siento que lo hice un poco raro, igual estaré corrigiendole detalles en la semana.

Ahora sí, no podré actualizar la novela hasta la próxima semana, así que no habrá capítulos sorpresas :P

Si les gustó no duden en dejarme una estrellita o comentario o ambas :3

PD: No diré qué significa Atrápame para Alix xD tendrán que esperar hasta el próximo, está bien si no lo entienden :)

¡Saludos!

Fortsätt läs

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