Redención [Dramione]

By AliciaBlackM

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Tras ser juzgado y hallado culpable de varios delitos, Draco Malfoy confiesa sus sentimientos a Hermione Gran... More

Prefacio.
Capítulo I: Take you home.
Capítulo II: Whalien 52.
Capítulo III: Tell me what to do.
Capítulo IV: The 7th Sense
Capítulo V: Lost
Capítulo VI: Sea.
Capítulo VII: Trauma.
Capítulo VIII: Black
Capítulo IX: Desperate
Capítulo X: Hellevator
Capítulo XI: Fantasy
Capítulo XII: Let go
Capítulo XIV: Been through
Capítulo XV: Don't leave me
Capítulo XVI: Change up
Capítulo XVII: Highlight
Capítulo XVIII: Forever
Capítulo XIX: Black pearl
Capítulo XX: Crazy in love
Capítulo XXII: Stigma
Capítulo XXIII: You in me
Capítulo XXIV: Sweet lies
Capítulo XXV: Flower road
Epílogo: Love me right
Capítulo XXI: Limitless

Capítulo XIII: Can't

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By AliciaBlackM

«El pasado es un prólogo».

[William Shakespeare]

Hermione se alisó por sexta vez la falda gris perla que llevaba ese día, uno de sus pies moviéndose de manera inquiera como muestra de los nervios que estaba sintiendo. Observó una vez más su reloj de pulsera y frunció el ceño al ver que Ronald se había retrasado por más de diez minutos.

Movió sus uñas encima de la mesa y le echó un rápido vistazo a la carpeta de color azul claro donde guardaba una copia de los impresos médicos de Draco. Quizá, si todo resultaba bien y Ron se comportaba como un adulto maduro y profesional, podría utilizar esos papeles a su favor y agilizar los procesos para esa tarjeta sanitaria.

Oyó unos pasos acercándose hasta su mesa y levantó su mirada, sonriendo suavemente al ver la mirada, un tanto avergonzada, de Ronald antes de que éste tomase asiento delante de ella.

—Siento el retraso, un asunto de última hora —se disculpó.

—No importa, lo entiendo —dijo ella con voz dulce.

La camarera se acercó para coger el pedido de sus bebidas y darles dos cartas para que viesen los platos que ofrecía ese restaurante. Tras unos minutos pidieron sus platos cuando la mujer se acercó a dejarle sus bebidas (vino para blanco, agua para Hermione) y se quedaron en un silencio un poco tenso.

—Y, bueno, ¿para qué soy bueno? —preguntó Ronald después de darle un sorbo a su copa de vino.

Hermione suspiró y colocó uno de sus mechones de pelo castaño detrás de su oreja. Levantó la mirada observando a Ron directamente a los ojos y sonrió de manera amable.

—Estoy ayudando a Blaise en un caso —comentó—. Y necesita hacer unos trámites para pedir la tarjeta sanitaria muggle.

Ronald asintió.

—Bueno, Hermione, hay una serie de pasos que puedes seguir y creo que alguien como tú sabe qué cosas se pueden presentar para agilizar un poco el proceso.

—Lo sé, pero es un caso urgente. Algo corroborado por informes médicos recientes, el propio médico ha escrito una carta para darle más veracidad a la necesidad de que esta persona consiga esa tarjeta cuanto antes —explicó ella.

—Así que supongo que has contactado conmigo para que yo te ayude, ¿o me confundo? —preguntó él con una sonrisa.

—Sí, necesito tu ayuda en esto, Ron. Es una persona inestable y que realmente necesita esa tarjeta. No te lo pediría si no creyese que la espera es demasiada para él.

La camarera llegó en ese momento con sus pedidos y colocó ambos platos delante de cada uno, imposibilitando a Ronald de dar una respuesta a lo dicho por Hermione. Se tomaron unos segundos para probar la comida, disfrutando del sabor de esta y del ambiente agradable del restaurante.

—Por la manera en la que te refieres a esa persona supongo que es alguien que conoces realmente bien —comentó él—. Es un hombre, ¿no?

—Sí, es un hombre —afirmó ella—. Pero yo no diría que lo conociese bien, es simplemente que su situación es delicada y me gustaría ayudarle, la posición en la que se encuentra le limita mucho las oportunidades de reinsertarse en la sociedad.

—¿Es un ex convicto? —preguntó el pelirrojo haciendo una mueca.

Hermione se planteó por unos minutos que respuesta podía dar.

—Sí —confirmó—. Pero no estaba cumpliendo una condena por algo relativamente malo.

Ronald asintió y dio otro sorbo a su copa.

—Conociéndote supongo que tendrás aquí esos papeles de los que me hablas. —Había un tono humorístico en la voz de Ronald.

—Efectivamente.

Ronald sonrió al ver cómo le entregaba una carpeta y con rapidez la abrió, empezando a leer las observaciones hechas por el médico en ese informe.

—Me he visto obligada a tapar el nombre del cliente por motivos legales, quedar contigo para tratar de agilizar aún más el proceso no es algo que se pueda considerar como una jugada limpia —comentó la chica.

—¿Control de la magia? Hermione, esta persona parece potencialmente peligrosa. —La mirada de Weasley se clavó en ella—. ¿Quién es?

—Lo siento, Ronald, pero no puedo darte ese tipo de información. Es confidencial.

—Hermione, soy el jefe de las operaciones de motivo social que tengan que ver con la conexión Londres Muggle y Mágico —le recordó—. No voy a darle esta información a nadie, simplemente me gustaría saber quién es esa persona a la que quieres ayudar con tanta efusividad —comentó—. Creo que es justo que me digas al menos su nombre, después de todo tiene que ser alguien importante para ti, teniendo en cuenta que llevamos sin hablar más de cuatro meses.

Había un fondo resentido en esas últimas palabras, los ojos azules de Ronald un poco apagado al ver lo incómoda que Hermione parecía en su presencia. Ella suspiró con tristeza y rozó los dedos de Ronald con los suyos.

—Sé que es un poco... —Hermione hizo una pequeña pausa buscando la palabra adecuada—. Triste que la razón por la que hablemos después de tantos meses sea porque yo necesite tú ayuda, pero en serio Ronald, esto es importante. Y aunque nuestra amistad no esté en la mejor situación me gustaría saber que cuento con mi amigo pelirrojo cuando lo necesito.

Ron suspiró con tristeza y le dedicó una suave sonrisa a su amiga.

—Vale, lo entiendo. —El pelirrojo volvió su mirada a los papeles y siguió leyendo mientras lo intercalaba con terminar su plato.

Hermione estaba terminándose el postre cuando Ron bajó los papeles, soltando un suspiro cansado mientras se apretaba el puente de la nariz con el dedo índice y el pulgar.

—Es, realmente, una situación complicada. De las pocas personas que han presentado tantos documentos para el acceso a la cartilla sanitaria y con la palabra «urgente» recalcada cientos de veces.

Una lucecita de esperanza se encendió dentro de Hermione al oír esas palabras.

—Presenta directamente la solicitud directamente en mi despacho, yo mismo me encargaré de gestionarlo. —Hermione celebraba mentalmente haber conseguido su objetivo—. Pero tengo una condición.

La sonrisa que se había dibujado en la cara de la castaña, de manera inconsciente, decayó un poco y observó de manera interrogante a su amigo.

—¿Cuál es?

Ronald la miró directamente a los ojos y su mirada cálida había desaparecido cambiando a una más dura.

—¿Esta persona es Draco Malfoy?

El color desapareció del rostro de Hermione y sus gestos pareció suficiente respuesta para Ronald, quien frunció el ceño y le devolvió la carpeta. Se levantó de la mesa y se dirigió a la barra, pagando la cuenta antes de volver a la mesa y coger la chaqueta que se había quitado unos momentos después de llegar.

—Ron... —intentó ella.

—Buenas tardes, Hermione —cortó él y girándose salió del restaurante con rapidez.

La mujer hundió su cabeza entre sus manos y soltó un pequeño y bajo grito frustrado. Las esperanzas de que Draco consiguiese la tarjeta desapareciendo de un plumazo. Ahora sólo quedaba presentar la solicitud normal y decírselo a Pansy y a Malfoy.

**********

Pansy se despertó por un fuerte ruido que resonó por toda la casa. Rápidamente se levantó y, colocándose una bata, salió de la habitación en busca del causante de ese estruendo. Se dirigió al cuarto de Draco, frunciendo el ceño cuando vio que la cama estaba desordenaba y vacía. Bajó por las escaleras al piso inferior y se sorprendió al ver la luz del salón encendida, se acercó lentamente hasta allí y se quedó recostada en el marco al ver a Draco arrodillado sobre el suelo, recogiendo los pedazos de lo que parecía ser un bol de cristal.

—Draco —lo llamó con voz suave.

El rubio se giró con rapidez y le dedicó una pequeña sonrisa a la chica antes de colocar los trozos de cristal sobre la mesa de café.

—Hola, siento haberte despertado.

—No importa. —La pelinegra se acercó hasta él, sentándose en el brazo del sofá—. ¿Ocurre algo?

—No, nada. ¿Por qué?

—Bueno, teniendo en cuenta que serán como mucho las cuatro de la mañana pues me preguntaba si hay alguna razón especial para que estés despierto.

El chico negó con la cabeza mientras se sentaba en el sofá y apoyaba su cabeza en el regazo de su amiga, que no tardó nada en pasar sus manos por su pelo, desenredando los mechones. Se quedaron en silencio unos largos minutos antes de que él volviese a hablar.

—A veces sueño que estoy de vuelta en Azkaban —confiesa—. Que estoy durmiendo en esa fría celda y que todo lo que ha pasado fue una simple ilusión.

Pansy suspira y pasa otra de sus manos por el cuello del rubio, propiciándole caricias por el cuello y los hombros.

—Pues no lo es, estás aquí, conmigo y estás tratando de labrarte un buen futuro —dijo con voz suave—. Sé que dejar esos cuatro años en Azkaban detrás es difícil pero lo estás intentando, Draco. Y hay que ser muy fuerte para luchar con tus fantasmas.

Malfoy cerró los ojos e inspiró profundamente, el olor a fresas de Pansy llevándole a esos días en Hogwarts donde iba por las noches a dormir con la chica porque las pesadillas sobre el mandato de Voldemort y lo que le ocurriría a él y a su familia, lo atormentaban.

—Vamos a dormir —comentó ella tras unos segundos—. Necesitamos descansar.

Él asintió de manera distraída y se levantó, siguiendo a la pelinegra hasta el piso de arriba de dándole un beso en la frente y murmurándole un «buenas noches» antes de irse a su cuarto a dormir. Pansy, por su parte, volvió a su habitación pero en vez de acomodarse para volver a dormir, sacó un libro del cajón de su mesilla de noche y encendió la pequeña lámpara sobre esta. Abrió por la página en la que se había quedado la última vez y comenzó a leer:

Las personas presas suelen referir, cuando salen de la situación de aislamiento y también cuando dejan la prisión, alteraciones sensoriales, especialmente en vista y oído. Pero lo más grave es que este tipo de situaciones –y no sólo de privación estimular- pueden ser factores predisponentes graves para la aparición de brotes sicóticos en personas con antecedentes de sicopatología mayor o en personas de estructura personal muy frágil.

Cogió una libreta que tenía sobre la mesa al lado de la cama y con una vuelapluma comenzó a apuntar las cosas que más interesante le parecían del libro.

Algunos de las consecuencias que pueden darse tras un período de aislación y que afectan al estado de la conciencia son:

-Alteraciones del pensamiento: distintos grados de concentración, atención, memoria o capacidad de juicio. Después de meses estando metido 23 horas al día en una celda no estamos seguros de lo que es real y de lo que no lo es, confundimos la causa y el efecto, cosas que normalmente parecen absurdas, de repente se convierten en incuestionables, como en un sueño que habitualmente se convierte en la realidad de la pesadilla.

-Perdida de la noción del tiempo: puede sentir que el tiempo se detiene o bien que avanza muy rápidamente.

-Pérdida de control.

Pansy frunció el ceño ante esto y gateó por la cama hasta llegar a su bolso, que estaba tirado en el suelo al final de la cama, sacó de éste la carpeta con todos los papeles de Draco y que había tenido que fotocopiar el día anterior para dárselo a Hermione.

Buscó entre los papeles que la psicóloga había proporcionado para que Hermione pudiese presentar la solicitud y se fue a las últimas observaciones que Heather había hecho. Leyó rápidamente las palabras ahí escritas y se recolocó en la cama para compararlo con lo que ponía en el libro.

El paciente muestra claros signos de depresión, el aislamiento al que se vio sometido durante cuatro años le imposibilitó la interacción con la sociedad que ha conllevado a una situación de inestabilidad mental donde el paciente no es capaz de desenvolverse en la vida cotidiana con total normalidad y dónde la persona no se ve capacitado para tomar decisiones.

La falta de control sobre su vida y los ataques de pánico que ciertas situaciones han causado en el paciente una progresiva desestabilización del control de su magia, esto ha desembocado en estallidos mágicos que podrían poner en peligro la integridad de las personas cercanas al paciente.

Draco Malfoy cumple con algunas de los síntomas de la depresión, aunque el diagnóstico no es completamente fiable debido a la compleja mentalidad del paciente, su incapacidad de expresar en voz alta lo que piensa y la manera de actuar que tiene en ciertas situaciones.

Pansy suspiró con fuerza y se tumbó en la cama, hundiendo la cabeza en la almohada y dejando todos los papeles que tenía en el otro lado de la cama. Cerró los ojos y se mordió el labio inferior, un nudo formándose en su pecho mientras las palabras que había leído rondaban por su mente.

Draco estaba jodido.

Y la sociedad mágica en la que vivían buscaba joderlo más.

Hablaban de perdón en los periódicos pero no eran capaces de aceptar que Draco, como muchos otros, había cumplido su condena y ahora buscaba volver a encauzar su vida. Por muchos obstáculos que le pusiesen en el camino.

Pansy quería poder asegurar que Draco se recompondría y que volvería a ser el mismo. Que demostraría que podía superar todo y tener una vida normal. Pero cuando pensaba en ello no podía evitar que la palabra «quizás» apareciese al principio de cada oración.

Quizás se recupere.

Quizás pueda demostrar que se merece vivir.

Quizás pueda tener una vida normal.

Quizás...

***********

Hermione se presentó en el trabajo de Pansy en su búsqueda para darle las noticias pero sus compañeros de trabajo le dijeron que la pelinegra había avisado que no podría ir por motivos personales y que recuperaría esos días con turnos extras.

La castaña les agradeció la información y decidió ir a la casa de la chica. Unas horas antes había enviado toda la información necesaria para la solicitud de la cartilla sanitaria, y esperaba que Ronald dejase de lado esa vieja enemistad del colegio que tenía con Draco y que considerase la delicada situación del rubio.

Tras una hora llegó a casa de Pansy y tocó el timbre esperando pacientemente en la puerta a que alguien le abriese. Los ojos grises de Draco fue lo primero que vio Hermione cuando se abrió la puerta frente a ella, le dedicó una pequeña sonrisa al rubio a modo de saludo y este le hizo un asentimiento de cabeza.

—Hola, Malfoy. ¿Está Pansy? —preguntó.

—Sí —respondió con voz ronca y congestionada.

En ese momento Hermione se dio cuenta de que la cara del antiguo Slytherin parecía más pálida de lo habitual aunque había una pequeña rojez en su nariz y sus ojos.

—¡Draco! —se escuchó la voz de Pansy alarmada de fondo—. ¡Vuelve al sofá que tienes fiebre y no puedes coger frío!

El chico rodó los ojos antes de toser suavemente y apartarse de la puerta para dejar pasar a la castaña.

—¡Draco!

—Que sí, pesada —respondió forzando la voz para hablar más alto—. Granger te está buscando.

—¿Qué dices tú ahora? —inquirió la chica saliendo de la cocina con una cuchara sopera en la mano—. ¡Hermione! No te esperaba, ¿ocurrió algo?

—Venía a hablar contigo, bueno, con ustedes —respondió con cautela, observando la manera en la que Draco se había apoyado en la pared después de cerrar la puerta.

—Oh, vale, perfecto. Espérame en el salón, ahora voy —le dijo ella con una sonrisa antes de dirigir su mirada a Draco—. Tú, al sofá, ahora —ordenó.

Malfoy asintió y se dirigió, arrastrando los pies por el suelo. El rubio se tiró sobre el sofá y se acurrucó entre los cojines, la almohada y la manta que se puso por encima en el momento en el que se volvió a tumbar en el sofá.

Hermione observó la manera en la que Draco parecía temblar, encogiéndose sobre sí mismo producto del frío que debía sentir a causa de la fiebre. Tenía puesta una camiseta gris oscura de manga larga y un pantalón de chándal de un tono más claro. Sus pelos rubios caían sobre sus ojos que mantenía cerrados mientras trataba de dormirse o de ignorar la mala sensación en su cuerpo.

Impulsada por algo desconocido Hermione se acercó hasta él y apoyó la palma de su mano en la frente del rubio, éste se sobresaltó por el toque y miró a la castaña, alarmado, su cuerpo completamente tenso pero Hermione decidió ignorar este hecho y giró su mano, tocando con el dorso de ésta la frente sudorosa del chico.

—Tienes una fiebre muy alta —murmuró más para sí misma que para él.

Dejó sus cosas sobre el sillón y se dirigió a la cocina donde estaba Pansy, la chica le sonrió cuando la vio entrar antes de girarse y seguir removiendo la sopa que estaba haciendo.

—¿Cuántos días lleva así? –inquirió la antigua Gryffindor.

—Estuvo un par de días resfriado pero esta mañana cuando se levantó tenía un poco de fiebre así que fuimos a San Mungo, nos dijeron que estaba comenzando con gripe y que tenía que descansar y tomarse unos medicamentos —explicó la chica—. También me dieron una serie de consejos para bajarle la fiebre aunque no han servido para nada, compré un termómetro de esos que utilizáis ustedes pero no desde la primera vez que se lo puse no ha bajado de treinta y nueve grados.

Pansy apagó los fogones y dejó el caldero con la tapa puesta, se giró y se apoyó en la encimera, lanzando un suspiro cansado.

—¿Necesitas que te ayude en algo?

—No hace falta, voy a probar un antiguo método que utilizaban las delfinas de mi casa cuando yo estaba mala a ver si funciona —murmuró ella—. Pero, dime, ¿qué te trae por aquí?

—Ya le envíe la información a Ronald, no he podido venir antes a hablar con ustedes porque he estado un tanto ocupada —explicó Hermione con suavidad, tomando asiento en uno de los taburetes que había en la cocina.

—Oh, ¿y qué ocurrió? ¿Se negó? ¿Lo aceptó? —inquirió ella.

—No lo sé, al principio muy bien pero para agilizar el proceso me puso una condición que, sinceramente, creo que nos ha podido estropear que Malfoy obtenga su tarjeta.

Pansy frunció el ceño y se sentó en otro taburete, tamborileando sus dedos contra el granito de la isla.

—¿Qué condición?

—Durante todo el almuerzo no utilicé el nombre de Malfoy para referirme a él, porque sabía que quizá Ron no se lo tomaría bien si le decía de quién se trataba. Pero me puso la condición de que no haría nada si no le decía el nombre de la persona así que no quedó más remedio y se lo conté.

—¿Y? ¿Qué dijo? ¿Cómo reaccionó? ¿Comentó algo sobre no ayudar a Draco? —preguntó la chica, totalmente preocupada.

—Puso mala cara, se levantó, pagó la cuenta y se fue.

La antigua Slytherin hundió su cabeza entre sus manos, despeinándose sus ondulados mechones.

—Entonces se acabó, hasta aquí llega nuestra oportunidad de ir al mundo muggle a hacerle pruebas a Draco, ¿no es así?

—Podemos intentarlo, Pansy —alentó Hermione—. Eso no fue una negativa, conozco a Ronald y sé que puede ser muy rencoroso pero creo que en lo que respecta a su trabajo es muy profesional y él sabe qué cosas podrían acarrear el denegarle la solicitud a Malfoy con la cantidad de papeles que hemos presentado —explicó ella—. Si le niegan la tarjeta a Malfoy podemos presentar una demanda en contra de la administración, Ronald no quiere eso.

—Mira Hermione, siento no ser tan optimista como tú y quizá tienes razón y deja su odio hacia Draco apartado y le concede la ayuda pero Ronald Weasley no parecer ser alguien que perdone u olvide con facilidad y sinceramente creo que en vez de facilitarle las cosas a Draco buscará una manera de que no pueda avanzar en los procesos necesarios.

—Pansy...

—Tengo que ir a comprobar cómo está Draco —murmuró.

La mujer se levantó de su asiento y con rapidez preparó un bol con agua tibia y dos años. Salió de la cocina seguida de Hermione y se sentó en la mesita de café. Draco estaba acurrucado sobre sí mismo y sus dientes castañeaban, la chica le retiró la manta y la camiseta ganándose un gemido lastimero por parte del rubio.

La chica una de sus manos por la frente de Draco, despejándola antes de poner uno de los paños, ahora mojado en el agua, sobre la frente del chico. Procuró ponerlo de manera que no cayese el paño y cogió el otro mojándolo en agua y comenzando a pasárselo por el pecho y los brazos a Draco después de escurrir el exceso de agua.

Draco se quejó ante la sensación y trató de alejarse de ello. Pansy se acercó más al chico, acariciándole uno de los brazos mientras le susurraba que se relajase. Hermione observaba la escena desde el sillón, sus ojos clavados en las cicatrices que brillaban en el pecho de Draco. Destacando incluso sobre la pálida piel del hombre.

Sus ojos viajaron hasta su antebrazo izquierdo observando la marca oscura ahí dibujada. Tragó saliva al verla y como un resorte subió su mirada hasta el rostro de Draco, sorprendiéndose al ver los ojos semi abiertos de Malfoy observándola fijamente.

Pasó casi una hora antes de que la fiebre de Draco se estabilizase en treinta y ocho grados con dos, Pansy y Hermione hablando de cosas triviales durante ese tiempo mientras Draco dormía por el agotamiento y la fiebre.

Ambas mujeres se encaminaron a la cocina para cenar algo y dejar las cosas que Pansy había utilizado para bajarle la fiebre a su amigo. Hermione volvió a tomar asiento en la barra mientras Pansy servía dos platos de sopa y los colocaba en la isla junta a las dos cucharas.

—¿Crees que hay alguna posibilidad de que le concedan la tarjeta sanitaria a Draco? —preguntó la mujer del pelo negro con voz derrotada—. Y dime la verdad, Hermione, no lo que creas que quiero oír.

—No lo sé, de verdad que no tengo la más absoluta idea sobre cómo actuará Ronald —respondió ella—. Mi relación con Ron no es como antes, llevamos meses sin hablar y casi no pasamos tiempo juntos por lo que no sé cómo trabaja ni cómo piensa, ni siquiera sé dónde vive.

Pansy asintió lentamente, tomando otra cucharada de su sopa. Cenaron en silencio y terminaron cuando el reloj marcaba las once y media de la noche.

—Será mejor que me vaya ya si quiero dormir un poco esta noche —murmuró Hermione.

—¿Mañana tienes que trabajar? —cuestionó Pansy.

—No —contestó la antigua Gryffindor, extrañada por la pregunta de la mujer—. ¿Por qué?

—Puedes quedarte, si quieres —ofreció Pansy—. Ya es tarde para irte y yo seguramente duerma en el salón para no tener que despertar a Draco y tener controlada su fiebre.

Hermione abrió los labios, dispuesta a rechazar la propuesta de la mujer, pero el cansancio y el sueño la vencieron y asintió levemente. Ambas subieron al piso superior donde Pansy le dio un pijama suyo y le indicó donde quedaba el baño.

—Voy a ver cómo está Draco —susurró—. Buenas noches.

—Buenas noches.

La castaña entró en el baño y se cambió de ropa, colocándose el pijama color verde y plata que le dio la mujer. Se rio suavemente al verse envuelta en los colores de Slytherin, algo que no le extrañaba teniendo en cuenta de quién era la ropa. Salió del baño y se dirigió a la habitación que quedaba a la izquierda.

Entró en el cuarto y sin fijarse en el entorno dejó la ropa sobre una silla y se tumbó en la cama, hundió su cabeza en la almohada y se tapó con las mantas de ésta. Se acurrucó y aspiró profundamente, sintiendo como un olor fascinante, como si fuera una droga, la rodeaba haciéndola sonreír inconscientemente y consiguiendo que su cuerpo se relajase completamente antes de quedarse dormida.

Menta y sándalo olía como una perfecta combinación para ella.

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