Redención [Dramione]

By AliciaBlackM

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Tras ser juzgado y hallado culpable de varios delitos, Draco Malfoy confiesa sus sentimientos a Hermione Gran... More

Prefacio.
Capítulo I: Take you home.
Capítulo II: Whalien 52.
Capítulo III: Tell me what to do.
Capítulo V: Lost
Capítulo VI: Sea.
Capítulo VII: Trauma.
Capítulo VIII: Black
Capítulo IX: Desperate
Capítulo X: Hellevator
Capítulo XI: Fantasy
Capítulo XII: Let go
Capítulo XIII: Can't
Capítulo XIV: Been through
Capítulo XV: Don't leave me
Capítulo XVI: Change up
Capítulo XVII: Highlight
Capítulo XVIII: Forever
Capítulo XIX: Black pearl
Capítulo XX: Crazy in love
Capítulo XXII: Stigma
Capítulo XXIII: You in me
Capítulo XXIV: Sweet lies
Capítulo XXV: Flower road
Epílogo: Love me right
Capítulo XXI: Limitless

Capítulo IV: The 7th Sense

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By AliciaBlackM

«No sirve de nada retroceder hasta ayer porque yo era una persona diferente entonces».

[Lewis Carroll]

Luna y Ginny habían quedado con Hermione en un conocido restaurante de la zona donde la castaña vivía. Ambas mujeres sabían acerca de la salida de Malfoy de Azkaban y no habían tardado en sacar el tema.

—Entonces es cierto que Malfoy ha salido, ¿eh? —inquirió Ginny y Hermione arqueó una ceja.

—Eso parece —contestó y fue el turno de Luna para hablar.

—¿Lo has visto? ¿Cuándo salió?

—Lo que yo sé es lo mismo que ustedes, prácticamente —replicó—. Blaise lleva su caso, pero no lo he visto.

—¿Quieres verlo?

—¿Por qué querría verlo?

Tanto Luna como Ginny le enviaron una mirada incrédula. La pelirroja se acomodó en la silla y apretó su coleta antes de contestar.

—Bueno, eres Hermione Granger —comenzó—, y siempre te has caracterizado por tu capacidad para resolver todo lo que se te ponga por delante.

—¿Y?

—Creo que el hecho de que Draco Malfoy te besase y declarase su amor por ti delante de todo el mundo antes de que se lo llevaran a Azkaban entra en tu lista de cosas por resolver.

Hermione parpadeó varias veces y torció los labios. Analizó las palabras de su amiga y en su mente volvió a revivir aquella escena que se desarrolló cuatro años atrás. Ciertamente el comportamiento repentino de Malfoy la dejó paralizada en aquel momento y que se mantuvo rememorando aquel suceso durante semanas, pero terminó olvidándose de lo ocurrido. O al menos fingiendo que lo había hecho.

—Me sorprendió y le di vueltas durante mucho tiempo —concedió—, pero realmente no es algo en lo que volviese a pensar a lo largo de los años.

—Eso no es lo que he dicho, Hermione —replicó Ginny con una sonrisa—. ¿No crees que es una página de tu vida que no has podido pasar? Te conozco y sé que quieres explicaciones a lo sucedido.

Hermione frunció el ceño y miró a Luna en busca de apoyo, sin embargo la rubia estaba asintiendo a las palabras de Ginny. Apretó los labios, frustrada y volvió a analizar lo sucedido años atrás y lo que pensó cuando sucedió. Suspiró con rendición y miró a Ginny.

—Quizás tengas razón —terció—. Pero no forzaré nada; si hay algo pendiente entre Malfoy y yo, será el tiempo quién decidirá cuándo se arreglará.

—Debe haber cambiado mucho —soltó Luna y dio un sorbo a su bebida—. Cuatro años encerrado le habrán afectado. Dudo que alguien sea capaz de quedarse en Azkaban y salir de ahí sin haber cambiado.

—Estamos en constante cambio, Luna —dijo Hermione—. Todos hemos cambiado.

—No es lo mismo, Mione —replicó—. Una cosa es cambiar con el paso de los años, disfrutando de la vida y otra cosa es cambiar encerrado en una celda. Sea quien sea la persona que haya salido de Azkaban, estoy segura de que no es el Draco Malfoy que nosotras llegamos a conocer.

Ni Ginny ni Hermione se atrevieron a responder a esas palabras.

*******

Pansy y Draco se encontraban cenando en la pequeña mesa que había en la cocina, el uno frente al otro. Les habían dado cita en San Mungo para el día siguiente, así que habían aprovechado esa tarde para ir de compras y renovar el armario del hombre. Draco estaba sorprendido con la forma que tenía Pansy para desenvolverse en el mundo muggle.

—¿Y qué piensas hacer? —preguntó de repente la mujer, paralizando al rubio.

—¿Hacer de qué? —inquirió y ella torció los labios.

—Cuando te encuentres con Granger —aclaró la chica—. ¿Qué piensas decirle?

—¿Yo? Nada. —Su respuesta fue clara y directa. No titubeó un segundo—. Además, ¿por qué debería encontrarme con ella? Vale, sí, la cagué hace cuatro años cuando hice lo que hice. Pero eso es agua pasada.

—Claro que sí. —El tono burlón de la mujer era casi insultante—. Venga, dime, ¿en el hipotético caso de que te encuentres con ella qué le dirás?

—No lo sé, Pansy —replicó con voz cansina—. He tenido mucho tiempo para pensar en Azkaban, pero esa situación es una que evité imaginarme.

La mujer no pareció conforme con su respuesta, pero no insistió. Siguieron comiendo en silencio por varios minutos antes de que Draco volviese a hablar.

—¿Qué pasó con todos? Lo de Blaise ya lo sé, pero Theo, Daphne y todos esos.

—Bueno, Theo está en Estados Unidos trabajando para una empresa —respondió—, y Daphne se casó el año pasado con Adrian Pucey y está viviendo en Nueva Zelanda.

—Oh. —Draco parpadeó sorprendido—. Supongo que a Potter y esa gente le fue bien.

—Al principio sí, en la prensa solo se hablaba de los juicios y de los logros del Trío Dorado. —Parecía disgustada con decir esas dos últimas palabras—. Potter entró a la Academia de Aurores, Weasley estuvo ayudando en el negocio de su hermano, el que tenía la tienda de bromas, y luego comenzó a trabajar en el Ministerio. —Entrecerró los ojos como si estuviese rebuscando en su cabeza—. Granger volvió a Hogwarts y estudió lo mismo que Blaise, creo recordar que está trabajando con él.

—¿La fama no se les subió a la cabeza? —inquirió y Pansy se encogió de hombros.

—Una fama que está marcada por la guerra, la muerte y la sangre derramada no resulta tentadora —dijo—. Las pérdidas humanas y los juicios casi terminaron opacando el hecho de que Voldemort había sido derrotado por fin.

Draco asintió de forma ausente y el silenció se volvió a instaurar en el lugar. Cada uno sumergido en sus recuerdos. El tic tac del reloj era lo único que se podía escuchar en aquella cocina y parecía que las cosas no iban a cambiar hasta que Pansy volvió a hablar.

—Entonces, ¿qué piensas hacer? —volvió a preguntar y el rubio trató de no rodar los ojos.

—No lo sé, Pansy. —Suspiró con pesadez—. Supongo que cuando llegué el momento lo sabré o no. No quiero forzar nada, si tenemos que reencontrarnos y arreglar cualquier asunto pendiente, entonces sucederá.

La chica le miró durante unos instantes antes de bajar la mirada a su plato. Envolvió la pasta en el tenedor y apretó los labios. Volvió a levantar la cabeza y miró a Draco fijamente. El rubio se removió en la silla y apartó sus ojos de la chica; había un brillo en ellos que Malfoy no era capaz de identificar.

—A veces me pregunto si estoy hablando con Draco Malfoy o una persona completamente diferente —susurró la mujer y él agachó la mirada.

Tras unos segundos se levantó de la mesa, recogiendo sus cosas y colocándolas en el fregadero. Volvió a pararse delante de Pansy y la miró de forma intensa durante un instante que se sintió como una eternidad, entonces separó los labios y respondió a sus palabras.

—Y yo a veces me preguntó si Draco Malfoy sigue existiendo.

Se dio la vuelta y salió de la cocina.

*******

Era cierto que el mundo había sufrido muchos cambios a lo largo de esos años y Draco estaba empezando a asimilarlo. Uno de esos cambios sin duda era San Mungo. El hospital había sido renovado, habían adaptado muchas de las técnicas muggles y habían comenzado a utilizar material de los hospitales mundanos para que la sanidad mágica fuera más eficiente. Malfoy recorrió una y otra vez las blancas paredes del sitio mientras esperaba en la cola para hacerse las pruebas.

—Siguiente —dijo una señora mayor y Draco se adelantó para llegar junto a ella.

Avanzó unos metros y entró en una de las habitaciones, se sentó en la silla esperó la llegada el medimago. En unos minutos tenía a una mujer delante de él, con el pelo rizado recogido en una coleta alta y sus ojos verdes clavados en él de forma inquisitiva.

—Buenos días —leyó el documento—, señor Malfoy.

—Buenos días —respondió.

La mujer tomó asiento frente a él y comenzó a explicarle qué pruebas se llevarían a cabo y la función de cada una. Respondió a las dudas que surgieron en él cuando llegó el apartado de pruebas físicas y esperó los minutos correspondientes cuando la mujer se fue.

—¿Preparado?

—Todo lo que se pueda estar —murmuró.

Dos horas después de pasar por diferentes máquinas y hablar con un psicólogo, todo terminó. Caminó junto a la doctora por el largo pasillo blanco mientras esta le explicaba ciertas cosas que a él le habían extrañado.

—Bueno, le mandaré este papel a su abogado —le comunicó.

—Pensaba que el papel me lo daban a mí y yo se lo llevaba a él —replicó él y la mujer torció los labios.

—Suele ser lo normal —concedió tras unos segundos—. Pero prefiero enviarlo yo desde aquí.

—¿Por qué? —espetó.

—Bueno, creo que hay ciertas cosas que sería mejor que su abogado tuviese antes que usted —se limitó a explicar—. Tenga un buen día.

El chico abrió la boca para replicar pero ella habló antes.

—Siguiente —exclamó, dejándole claro que debía irse.

El rubio bufó molesto mientras buscaba la salida del hospital. Refunfuñó para sus adentros y analizó las dos horas que había estado allí, recordando las caras de algunos médicos y la mueca del psicólogo. Estaba seguro de que algo iba mal.

*********

Draco observaba con aburrimiento como Blaise rellenaba diferentes papeles y le explicaba un par de cosas que no tenían mucha importancia para el rubio. Era consciente de la forma en que el hombre evitaba el tema de San Mungo, pero el tiempo de su cita se acababa y si no lo abordaba él lo haría Draco.

—Bueno, ayer me llegó el historial detallado sobre las pruebas que te hiciste —comenzó Blaise y parecía algo nervioso.

—Ya, la medimaga me dijo que te lo mandaría ella personalmente —contestó secamente—. ¿Qué pasa?

Blaise tragó saliva y bajó su mirada hasta el papel con el sello de San Mungo. El silencio se mantuvo durante un par de minutos que para Draco se sintieron como horas. Sabía que Blaise estaba repasando lo escrito en el papel una y otra vez, podía ver sus ojos bajar y subir por los documentos.

—El psicólogo no te cree capacitado para comenzar a trabajar —dijo de forma directa—. Cree que deberías ir a terapia durante, al menos, tres meses. Además, en las pruebas físicas has demostrado estar en el límite de ciertos puntos esenciales para ser admitido en un trabajo. Han determinado que no eres apto para comenzar a trabajar.

—¿No apto para trabajar? —cuestionó con los dientes apretados—. ¿No apto?

—Draco, es normal tener ciertos traumas después de estar en Azkaban —resolvió Blaise en un triste intento de calmarlo—, la mayoría se vuelve loco en ese lugar.

—No estoy loco y no tengo un puto trauma —espetó él y Blaise frunció el ceño ante su brusquedad.

—Eso no es lo que dice el psicólogo —replicó él—. Necesitas ayuda, Draco.

—No necesito ayuda—terció y el otro hombre suspiró con hastío.

—Draco, no vas a conseguir nada negándolo, ¿vale? Deja que te ayuden —le pidió Blaise y el rubio negó.

—Olvídate, buscaré trabajo por mi cuenta.

—Draco, es normal que no te des cuenta de los problemas que tienes. —Volvió a intentar que el hombre entrase en razón—. El psicólogo solo busca ayudarte. Si no vas a terapia no conseguirás ningún trabajo.

—¡Qué estoy perfectamente! —exclamó y Blaise se echó para atrás en su silla.

La puerta se abrió súbitamente, llamando la atención de ambos hombres que miraron hacía allí con rapidez. En la entrada de aquella oficina estaba Hermione, con los ojos abiertos y con el pelo recogido en un moño. Parecía realmente preocupada.

—¡Blaise! —llamó al entrar de golpe—. ¿Está todo bien?

Draco se paralizó al verla ahí delante, a un par de pasos de él. Si el destino tenía planeado que se encontrasen en ese momento, entonces era un gran bastardo. Hermione se encontraba en un estado similar cuando vio a la persona que estaba con su compañero y la mirada intensa que tenía sobre ella.

—Granger —terminó susurrando Draco.

Y cuando él habló, todo pareció quedar en silencio.

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