the losing war

由 collerful

700 106 41

Su vida siempre había sido el ejercito. Teniendo a un padre como Coronel y una madre fallecida en parto, su v... 更多

Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.

Capítulo 3.

130 24 15
由 collerful

Apretó los dientes con tanta fuerza que la mandíbula le terminó doliendo. ¿Por qué se había quedado callado? ¿Por qué no lo había castigado inmediatamente? Y más importante aún ¿Por qué mierda se había sonrojado? No era una quinceañera, no podía andar sonrojándose estúpidamente sólo por sentir la voz y el cálido aliento de otro hombre sobre su cuello.

Ese maldito de Choi MinHo lo iba a volver loco. Llevaba sólo dos semanas de conocerlo y no podía sacarlo de su cabeza, en cualquier situación que estuviera sólo podían volver a sus pensamientos aquellos ojos grandes y oscuros que siempre lo miraban con diversión, con burla. Por lo mismo buscaba castigarlo, a él y a cualquier otro que le tuviera la más mínima empatía, porque no podía permitir que MinHo lo retara o se diera cuenta de la forma en que llegaba a afectarlo.

Bufó.

Además ¿cómo se atrevía a llamarlo tirano? él nunca lo había sido y mucho menos buscaba convertirse en uno, sólo que no podía permitir que su autoridad se viera burlada; era el líder de ese grupo y debía comportarse como tal.

La vida en el ejército no era fácil y él era el primer encargado de mostrárselo a aquellos que habían tomado la decisión de hacer parte de ella. Un soldado debía estar listo para enfrentar cualquier situación, así esta fuera acatar órdenes injustas o tiránicas. Él mismo tuvo que obedecer algunas y no habían sido pocas las ocasiones en que también su cuerpo, además de su mente, fue puesto al límite con tal de cumplir con el deber. El ejército era así. Todo aquel que estaba dentro debía olvidarse de cualquier cosa distinta a cumplir con el deber, porque no era fácil enfrentarse al miedo, al cansancio, al hambre o a las inclemencias del clima para proteger a otros. Sólo alguien con carácter podía aguantarlo, sólo alguien moldeado con acero tendría la fuerza, sólo alguien que aprendiera a dominar el cansancio y las emociones por sobre cualquier otra situación podría hacer parte de ese mundo. Para eso servía el entrenamiento, para ver quién tendría el temple suficiente para hacerle frente a todo eso y quien simplemente no servía.

— ¡Fórmense! —Ordenó fastidiado de sus propios pensamientos y de verlos sufrir en la pista.

Ni siquiera llevaban diez vueltas pero la gran mayoría ni siquiera hacía el intento de continuar, estaban fatigados, temblorosos y no faltaba mucho para que alguno vomitara del cansancio. MinHo, a pesar de verse agotado había trotado bastante bien luego de haberse unido al grupo al terminar con su propio castigo e incluso había sido uno de los primeros en formarse luego de la anterior orden. Ahora todos estaban ubicados un lado del campo haciéndole frente al sol que estaba en su punto más alto.

—Muchos de ustedes ingresaron al ejército queriendo seguir una carrera militar, otros más simplemente están cumpliendo su servicio obligatorio —TaeMin no pudo evitar pensar en "él" en ese momento pero mantuvo su voz fuerte y firme al hablar. —Sin embargo están aquí porque alguien en algún momento de su reclutamiento creyó que podrían ser aptos para ser parte del grupo de fuerzas especiales. Sé que algunos estuvieron en academias militares o han tenido un mínimo de formación militar, física o estratégico, ¡pero no me explico tanta basura junta! —Si bien desde el principio de su discurso su voz había salido fuerte ahora simplemente estaba gritándolos, regañándolos, mirando dura y fijamente a cada uno de sus hombres. — Desde que comenzaron los entrenamientos no he escuchado más que quejas pero no he visto mayor avance en, prácticamente, ninguno de ustedes. ¡Llevan quince días aquí y no pueden siquiera trotar una hora sin desmoronarse al terminar! ¿Creen que esto es un juego? ¿Creen que basta tener unos cuantos contactos allí arriba para llegar a tener un puesto en las fuerzas especiales? Estoy seguro que la mayoría de ustedes ni siquiera resistiría un sólo día allá afuera.

Para ese punto no se escuchaba entre ellos otro sonido más que el de sus agitadas respiraciones y el de soldados de otros grupos que seguían su propio entrenamiento.

—Por eso hoy se decidirá quienes avanzan a la segunda fase de entrenamiento y quienes serán reubicados en otros grupos —siguió TaeMin, cruzando los brazos en su espalda mientras caminaba entre las filas. —Hay dos criterios para escoger quienes se van y quienes se quedan. Primero, su decisión de irse o seguir. Segundo, su rendimiento hasta el momento —como se había vuelto costumbre en sus últimos discursos, TaeMin nuevamente terminó frente a MinHo. De forma inconsciente sus ojos parecían buscarlo y sus piernas sin permiso alguno lo llevaban hasta él.

Aunque su voz seguía proyectándose sin titubear ni disminuir el volumen, su mirada se perdía en el rostro cansado del otro, en sus ojos, en su nariz, en sus labios entreabiertos y en cómo las gotas de sudor que bajaban por su frente, iban a su cuello y morían en algún lugar bajo su uniforme. Con la cercanía, TaeMin incluso podía notar las venas de su cuello palpitar bajo la bronceada piel.

—No voy a seguir perdiendo mi tiempo con personas que realmente no sirven para esto, que no tienen lo necesario para hacer parte de mi grupo —prosiguió sin demostrar lo afectado que se encontraba. A pesar de la dureza de sus propias palabras, para él era claro que a pesar de su disgusto por MinHo, era él quien precisamente resultaba ser el más capaz en ese grupo —Así que tampoco sigan perdiendo su tiempo. Tienen el resto del día libre para pensarlo pero a las siete de la tarde los quiero aquí, uniformados, listos y con una decisión ya tomada. Pueden irse.

— ¡Sí señor!

***

— ¿Y bien? ¿Ya tomaste alguna decisión?

TaeMin suspiró y negó. Repasaba uno a uno el perfil de cada uno de sus hombres pero ninguno lo convencía.

—Aún es muy pronto para decidir.

—A esta altura tú ya habías sido escogido.

TaeMin volvió su mirada hacia el hombre que le hablaba y olvidándose por un momento de los papeles que descansaban en su escritorio, sonrió.

—Es distinto, yo ya venía preparado para ser parte del ejército, JiMin.

—Sí, sí, eres una máquina, TaeMin.

Cuando TaeMin cumplió sus 18 años inmediatamente ingresó al ejército y fue allí donde conoció a JiMin. Gracias a su padre había asistido a una de las mejores escuelas militares y recién graduado no dudó en postular para ser entrenado por el grupo de fuerzas especiales para ser posteriormente elegido como miembro de los mismos. En los dos meses que duró su entrenamiento conoció y se hizo gran amigo de JiMin, quien lamentablemente (o afortunadamente para el mismo JiMin) no fue escogido, pero quien ahora servía satisfactoriamente en las bases de entrenamiento.

— ¿Y qué pasa con el actor? Mi novia es fan de él, afortunadamente no sabe que está en la misma base que yo o me habría vuelto loco por conseguirle un autógrafo o fotografía.

—Y que no se entere, porque ese maldito es un jodido dolor en el culo. El desgraciado tiene carácter y está en muy buena forma, pero es demasiado engreído.

—No pensé que alguien como él pudiera llegar a entrenar aquí —Dijo el pelinegro mientras se echaba aire en la cara con un improvisado abanico de papel. A pesar de estar protegidos del sol en la tienda base de TaeMin, el calor seguía siendo sofocante. La primavera iba terminando y el verano parecía demasiado presuroso por llegar. —Es decir, la mayoría de personas tratan de evitar el servicio militar y los que no pueden buscan quedar en los grupos de servicios o apoyo, sobre todo las estrellas.

Sí, es raro que esté aquí. Pensó.

—De igual forma no creo que se quede. Leí en su hoja de vida que se graduó del mismo instituto que yo pero inmediatamente comenzó su carrera como actor, dudo que esta vida realmente le atraiga.

— ¿Entonces por qué escogió este grupo?

—Tal vez le llamó la atención, pero sea como sea, no va a quedar.

— ¿Por qué?

—Porque yo no lo pienso permitir.

Y aunque MinHo mismo decidiera quedarse TaeMin no lo aceptaría, aunque fuera el mejor de los reclutas lo enviaría directo a otro grupo. Necesitaba sacárselo de encima, enviarlo lejos a donde no pudiera verlo o saber nada de él. Por su culpa había estado demasiado desconcentrado últimamente y necesitaba volver a su yo habitual.

Esta era su primera vez como entrenador y a pesar que no había sido su decisión, eso no significaba que no tuviera que dar todo de sí mismo para demostrar que era bueno en lo que sea que le pusieran enfrente. Tenía que dar resultados, tenía que cambiar al resto de flojos que estaban en sus filas y volverlos verdaderos hombres para satisfacción de los superiores.

* * *

— ¡¿Estás loco, MinHo?! —gritó su manager al otro lado de la línea casi dejándolo sordo. —Tienes que aprovechar e irte ya mismo de allí. Respeto tu decisión de ir a prestar el servicio sin avisar a nadie pero no permitiré que arriesgues tu vida por un simple capricho. No es un juego, MinHo.

—Ya lo sé, hyung, pero realmente quiero hacerlo.

—Te lo prohíbo, ¿me oyes? Hablaré ya mismo con mis contactos en el ejército, no pienso permitir que hagas una locura. Ese grupo es más de lo que podemos manejar, de lo que puedes manejar. ¿Te imaginas que te envíen a la frontera con Corea del Norte o que en alguna misión resultes lastimado? ¡Piensa en tus fans! Se van a volver locas. ¡Piensa en mí, Dios santo!

— ¿Hyung? ¿Hyuuuung? Hyung no te escucho, creo que se está cortando la señal, voy a tener que-

— ¡No te atrevas a colgarme mocoso!

—Lo siento, Hyung, no te escucho, te llamaré luego, no te preocupes.

Pip-pip-pip

Tuvo que colgar, simplemente consideró que era prudente avisar a la agencia, pero no necesitaba el permiso de ellos para continuar y mucho menos los gritos de su manager. Él solo exageraba. Sabía que a su agencia no le iba a gustar la noticia, desde un principio se opusieron a que prestara el servicio en un grupo activo e incluso le habían ofrecido mover sus contactos para que pudiera evitarlo o servir en un grupo de apoyo al gobierno, pero eso no era para él. Si bien había renunciado a la vida militar que la mayoría de hombres de su familia habían seguido, encontraba deshonroso evadirla sin justa causa y más aún, dedicarse a ser un simple policía de tránsito o atender el papeleo de una oficina.

Además, debía admitir que se estaba divirtiendo mucho.

Terminaba el día totalmente agotado y molido pero totalmente satisfecho cada que podía demostrarle al Mayor Lee que no era un simple niño malcriado con cara bonita. MinHo era un hombre fuerte, siempre lo había sido, tanto física como mentalmente. Él conocía bien sus capacidades y odiaba que alguien lo mirara de forma inferior. Esto era un reto y no iba a echarse para atrás con nada, por eso había decidido continuar.

— ¡Al suelo, mil lagartijas! —una voz que conocía (y muy bien) y que iba acompañada de una orden irracional y tiránica (como era de costumbre) interrumpió la calma de la tarde. El mayor Lee. TaeMin.

Un TaeMin que había salido de la nada, totalmente rojo, despeinado y armando un escándalo mientras perseguía al que parecía ser un soldado.

— ¡Sí señor! —Respondió el otro quien no demoró en lanzarse al suelo y comenzar a cumplir la respectiva orden. La imagen se le hizo conocida y en parte graciosa.

Cerca no habían muchos hombres, al parecer todos ya habían terminado sus actividades y gozaban de un descanso antes de volver en la noche para el resto de actividades. Los que estaban, sin embargo, no pudieron evitar prestar atención a la escena.

El chico no tardaría en cumplir las primeras cien de sus lagartijas y TaeMin no dejaba de sonreír.

Pero no era una sonrisa malvada, era sincera, de diversión.

El rosado de su rostro se mantenía debido al sol que le daba de lleno y al esfuerzo que le significaba no reírse.

Era la primera vez que MinHo lo veía así y no tenía palabras suficientes para describirlo.

Portaba solo la mitad inferior de su uniforme y hasta arriba iba vestido únicamente con una camisilla blanca que dejaba al descubierto los brazos delgados pero trabajados, de un tono ligeramente bronceado pero aun así bastante extraño para un soldado con sus años de servicio. Aun así, MinHo no dudaba que existieron épocas donde su piel fue aún más pálida.

Se veía hermoso.

No sabía de dónde venía ese pensamiento pero era imposible apartarlo de su cabeza. Su cabello rubio, no tan corto como el propio pero aún así muy masculino parecía más claro aún por el sol y la distancia. Sus ojos, además, tenían un brillo que nunca antes le había visto.

Y sintió envidia, sintió mucha envidia.

Porque cuando el soldado cayó rendido al completar solo doscientas lagartijas, TaeMin simplemente se echó a su lado y le alcanzó una botella de agua mientras ambos reían. Parecía otra persona, una muy distinta a la que él y sus compañeros conocían. Y lo odiaba.

MinHo pensaba que el Mayor Lee era un hombre muy frío, sin emociones, sin compasión y por eso respondía a sus retos, porque disfrutaba de hacerlo enojar, de hacerlo hervir en sus propias emociones, pero esto era distinto, era un TaeMin que él no conocía, que le había sido negado pero que ahora deseaba.

Y por eso odiaba a ese hombre a su lado.

No sabía por qué pero lo odiaba. Él se había acostumbrado a ser el centro de atención del rubio, disfrutaba cuando en cada entrenamiento la atención de él se centraba sólo en su persona. Disfrutaba dar pie a que sus miradas se encontraran y que el otro, incómodo, la apartara o fingiera no prestarle atención; pero ahora era distinto, ahora era él quien resultaba ignorado porque el otro estaba demasiado ocupado disfrutando de la compañía de alguien más. Ya no había miradas para él, ni duras, ni molestas, ni avergonzadas, mucho menos divertidas como las que le regalaba a su compañero.

— ¡Mayor Lee! —no, no pudo aguantarse interrumpirlos mientras se acercaba. Tenía que romper esa burbuja donde estaba, evitar que siguieran siendo el centro de atención de los pocos que no tenían nada más que hacer que verlos jugar.

—Choi, ¿sucede algo? —Respondió TaeMin borrando de inmediato todo rastro de buen humor mientras se volvía hacía él. El hombre a su lado parecía de la misma edad de ambos, pero por su uniforme podía darse cuenta que era un superior así que no demoró en saludarlo cuando ya se había puesto en píe.

—Quería... informarle que ya tomé mi decisión. Voy a quedarme en el grupo.

— ¡Magnífico! Nos alegra mucho escuchar eso, soldado. Ese es el entusiasmo que necesitamos de todos los hombres, no cualquiera puede hacer parte del grupo de fuerzas especiales, y según escuché, es usted uno de los mejores de quienes está a cargo el Mayor Lee.

—Muchas gracias —respondió MinHo ante la inesperada respuesta que le llegó del otro, sin embargo esperaba algo de TaeMin. Él por otro lado solamente guardó silencio. Por la expresión que había puesto seguramente aquella nueva información no le había caído en gracia.

—Gracias por su ayuda hoy, Park. Creo que de aquí en adelante yo puedo encargarme del resto del papeleo —como si MinHo no existiera TaeMin se volvió a su anterior acompañante, quien luego del saludo de rutina se alejó, no sin antes saludar también a MinHo. —Y respecto a lo de antes... ¿Está seguro de que desea continuar, Choi?

—Sí señor —respondió inmediatamente. No le gustaba el tono en que se había dirigido hacía él, sobre todo por la obvia diferencia en cómo había tratado al tal "Park".

— ¿Por qué?

¿Por qué quería quedarse? Por él, por supuesto, porque no creía que en otro grupo, en otro batallón, pudiera entretenerse tanto como lo había estado haciendo en éste.

—Porque siento que es una gran oportunidad, porque me gusta estar aquí y porque... quiero darle un buen ejemplo al resto de jóvenes de que servir a su país es un gran honor.

Y una mierda, pensó TaeMin. No lo conocía mucho pero sí lo suficiente para leer en el brillo de sus ojos que mentía, que la única razón por la que quería quedarse allí era para seguir jodiéndole la existencia.

—Sin embargo aún no se decide su permanencia, soldado, su comportamiento no es de los mejores.

— ¿No? ¿Por qué, Mayor Lee?

¿En serio hacía falta preguntar?

—Está siendo un mal ejemplo para los demás reclutas, sus continuas faltas de respeto se están tornando intolerables —TaeMin trataba de sonar seguro de sí mismo, en serio trataba, pero MinHo lo intimidaba de una forma en que nunca nada ni nadie más había conseguido hacerlo. Su corazón latía como loco y antes, cuando escuchó que lo llamaba mientras estaba con JiMin, su estómago se revolvió como si hubiera sido poseído por un monstruo hecho de mariposas. Y ahora se acercaba, ¿por qué lo hacía? ¿Por qué sonreía como sonreía? Maldita sea. Él era aquí quien mandaba ¿por qué entonces él no lo respetaba? ¿Por qué no era capaz de hacerse respetar?

TaeMin, tienes que parar, tienes que pararlo.

—No tengo la culpa de que no sepa controlar a sus hombres, Mayor Lee —la distancia entre ambos era suficiente para no tocarse pero sí para que el olor de MinHo lo llenara, lo embriagara. Olía a tierra, a sudor y a hombre. Todo en el campamento desapareció. Ya no escuchaba a los pocos hombres que antes habían estado dando vueltas por allí ni tampoco los veía. Todos sus sentidos se habían vuelto hacía el hombre que sonreía mientras lo acorralaba contra la nada.

No, no iba a permitir que esto continuara así

—Le ordeno que se aparte, soldado —pronunció endureciendo su voz y la forma en que lo miraba. —Y que vuelva a su campamento a empacar. Oficialmente le informo que usted no va a continuar en este grupo, ya se le dirá en cuál será reubicado.

No, no había sido lo que había querido conseguir.

MinHo no estaba acostumbrado a ser rechazado. Pensaba que iba a conseguir ponerlo nervioso y que se sonrojaría como creyó que había conseguido la otra vez, pero obtuvo todo lo contrario. No quería hacerlo enojar, no realmente, no al punto en que todo el brillo que había en su mirada se apagara y fuera reemplazado nuevamente por aquella pared de hielo.

Mientras el rubio se alejaba y caminaba hacia su tienda las ganas de llorar se arremolinaron en la orilla de sus ojos amenazando con desbordarse pero no se detuvo, sólo apretó con fuerza los puños y siguió andando echando lejos aquella tristeza. Había enviado lejos a MinHo.

* * *

El teléfono interrumpió el rumbo de sus pensamientos y luego de ver en el indicador de quién se trataba supo que iba a retrasarse aún más con el papeleo.

—Teniente Kim. Aquí el Cabo Mayor Lee.

—Lee, ¿qué tal? ¿Cómo va todo?

—Muy bien, teniente, muchas gracias.

—Hoy se elige quienes siguen a la siguiente etapa del entrenamiento, ¿no es así?

—Sí señor, en una hora se discutirá con los reclutas quienes continúan y quienes se van.

— ¿Y ves a alguien prometedor?

—Hay unos cuantos reclutas que podrían tener potencial, mi teniente, pero no veo a nadie que realmente-

— ¿Y MinHo? ¿El actor?

¿Qué?

— ¿Choi MinHo? ¿Qué pasa con él?

—El muchacho, ¿tiene talento, Mayor Lee?

—Pues su desempeño ha sido uno de los más regulares, señor, por no decir que es uno de los mejores —O el mejor.

—Mh, verá, mayor Lee, hace poco recibí una llamada, era el manager del muchacho — ¿Qué? — No sabía que tendríamos a alguien famoso entre sus filas, pero siento que nos vendría bastante bien su ayuda.

— ¿A qué se refiere, señor?

—TaeMin, olvidémonos de formalismos por un momento. Te llamo como un amigo que quiere pedirte un favor. No dejes ir a ese muchacho.

Para ese momento TaeMin ya no entendía qué estaba pasando. ¿Había escuchado bien?

—No entiendo...

—Alguien de su agencia se contactó conmigo hace un momento, era su manager. Yo lo conozco de antes y me pidió que no le diera entrada a MinHo al grupo, me dijo que él quería seguir su entrenamiento y continuar con nosotros pero no le prometí nada. TaeMin, el equipo no está bien ahora mismo, necesitamos revivirlo, necesitamos que más chicos quieran entrar con nosotros y fortalecernos. Me imagino que tú mismo te has dado cuenta que no son muchos ni muy buenos los candidatos que llegan para ser entrenados. ¿Te imaginas lo mucho que mejoraría nuestra imagen si hay un famoso como Choi MinHo con nosotros? Seguramente muchos de sus fans querrían seguir su ejemplo y unírsenos. Además, según el mismo manager es él quien quiere seguir, y tú has dicho que es de los mejores. No te estoy pidiendo que lo trates con privilegios porque te conozco, no te gustan esos niños, sólo te pido que le des la oportunidad de seguir, si luego consideras que no sirve lo descartas.

—No creo que tenga lo necesario para ser parte de nosotros, teniente.

—TaeMin...

—Además, ¿qué pasaría si algo llega a ir mal? Si se lastima, o peor, nuestra imagen se vendría aún más al suelo entre los jóvenes.

—Siempre podemos enviarlo a misiones sencillas, o que permanezca en el campamento. Incluso lo mantendremos lejos de ti.

—Señor...

—Tu voz te delata, sé que no te agrada, pero TaeMin, como amigo te lo pido y como tu superior te ordeno que seas sensato y objetivo, nos puede servir, estaría sólo dos años.

—Muy bien, pero no garantizo que al final entre.

—Gracias, Mayor Lee.

—Sí, sí, espero un aumento de sueldo, Teniente.

—No cuentes con ello.

Sonrió y el teniente colgó.

Lo que le faltaba.

De los 30 hombres que inicialmente habían entrado, sólo en 10 veía el mínimo de potencial. Si todos ellos aceptaban continuar tendría un buen equipo con quienes trabajar, si no, debía decidir inmediatamente si aceptaba a otros o si continuaba con los pocos que sirvieran, entre ellos, ahora debía incluir a MinHo.

Y debía darle la noticia, que era lo peor de todo, tener que retractarse.

* * *

—Atención. ¡Firmes! —el sol ya se había ocultado en su totalidad y en frente suyo habían seis hileras, cada una de ellas con cinco reclutas formados uno detrás del otro. —Espero que todos hayan pensado bien en sus posibilidades. Ahora, quiero saber quiénes de ustedes están dispuestos a seguir —continuó diciendo mientras revisaba las listas que tenía en las manos. —Los llamaré uno a uno y a medida que lo haga me informarán su decisión, ahí mismo les diré quiénes de los que decidan quedarse podrán seguir y quienes serán reubicados.

Uno a uno fue llamando a sus nombres y así mismo uno a uno de ellos fue respondiendo. A diferencia de cómo lo había previsto la gran mayoría indicó que querían continuar así que no tuvo mayor problema en reubicar a los demás. Los que tenían potencial se quedaron, a otros les dio una oportunidad y a los que no les veía posibilidad alguna simplemente los reubicó.

—Choi MinHo —lo llamó casi de último. — ¿Cambió de opinión o desea continuar en el grupo?

—Deseo continuar, señor.

—Muy bien, entonces seguirá a la segunda fase de entrenamiento.

— ¡Sí, señor! — ¿Había cambiado de opinión? Pensó luego de responderle. No le importaba realmente por qué lo había hecho o para qué, pero se sentía satisfecho por cómo había resultado todo al final. En un principio pensó que tendría que acatar la orden e irse y no podía evitar sentirse ligeramente decepcionado por ello, tanto por no poder seguir en ese grupo que realmente le interesaba como por tener que alejarse y dejar de verlo, así que ahora simplemente estaba feliz, tanto que no pudo evitar sonreír mientras TaeMin continuaba llamando a los pocos que quedaban.

—Muy bien, quince de ustedes se irán, quince continuarán —mencionó mientras confirmaba los números. —Y mañana será su primer día libre así que los que deban ser reubicados lo serán el lunes a primera hora. Les aconsejo que mañana usen bien su tiempo porque será casi un año hasta el próximo día libre.

— ¡Sí, señor!

—Descansen, soldados.

Las filas se desarmaron en orden y al final sólo quedaron dos personas en el campo. TaeMin y MinHo.

— ¿Necesita algo, soldado? —preguntó TaeMin. Trataba de lucir indiferente, como si no hubiera esperado que el moreno se hubiera acercado luego de haber conocido de su repentino cambio de opinión.

—Quiero saber por qué cambió de opinión, Mayor Lee.

—No fue decisión mía, por mí lo hubiera enviado a otro grupo hoy mismo, soldado, pero el teniente a quien estoy a cargo me ordenó que le permitiera continuar. Al parecer él también cree que puede ser una buena influencia para que los jóvenes vean con mejores ojos prestar el servicio militar —MinHo solo asintió. En el fondo esperaba que la razón hubiera sido distinta, más personal, más del mismo TaeMin que simplemente una orden de un superior— ¿Tiene algo más para decir?

—No señor.

—Muy bien. Descanse.

—Gracias, señor.

TaeMin dio media vuelta para irse y MinHo iba a ser lo mismo, sólo que decidió seguirlo, tomarlo de la mano y evitar que se fuera.

TaeMin se tensó y de un jalón quiso apartar la mano. MinHo, sin embargo, no se lo permitió.

—Soldado...

—Discúlpeme por lo de esta tarde, Mayor, no quise faltarle al respeto. ֫—murmuró el moreno mientras dejaba ir su mano e inclinaba su cuerpo en una perfecta venia de 90°. TaeMin sintió las mejillas una vez más enrojecerse.

—Disculpas aceptadas, Choi, pero espero que algo así nunca se vuelva a repetir. Ahora vuelva a su tienda.

—Sí, señor —con una pequeña sonrisa en el rostro, MinHo respondió, haciendo un saludo militar que le fue respondido con un asentimiento de cabeza.

MinHo se iba feliz, más tranquilo.

TaeMin se iba vuelto un manojo de nervios, sosteniendo en su mano su pobre corazón que parecía ir a mil por hora. 

繼續閱讀

You'll Also Like

223K 15.4K 86
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
55.7K 9.6K 41
nacido en una familia llena de talentos aparece un miembro sin mucho que destacar siendo olvidado sin saber que ese niño puede elegir entre salvar o...
52K 8.9K 30
"Sergio Pérez siempre ha sabido que no es suficiente para Max Verstappen. Desde su compromiso hasta sus actuales años de matrimonio, sabe que el Alfa...
126K 7.4K 29
𝐒┊𝐒 𝐂 𝐑 𝐄 𝐀 𝐌★ 𝐋 𝐀 𝐑 𝐀 no entendía el por que le temian tanto a su compañero de universidad 𝐓 𝐎 𝐌, el tenía actitudes raras pero no lo...