ASESINOS DE ALMAS

By NeverMind_BTS

26K 3.5K 1.8K

El mundo de Jason se encuentra dividido por una cruenta guerra que inició hace miles de años y que no parece... More

MAPA + PERSONAJES PRINCIPALES
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
EPÍLOGO
FIN DEL LIBRO #1

CAPÍTULO 8

523 104 53
By NeverMind_BTS

El viento sopló fuertemente, arrastrando con él las hojas del suelo y haciendo que cayesen las pocas que aún se aferraban a las ramas de los árboles. Aidan batallaba para quitarse su mojada camisa temblando de los pies a la cabeza, mientras Seth le tendía una seca que había sacado de una de las bolsas que reposaban sobre el carro.

La provisiones que había conseguido reunir Yoel antes de la huida de Luarte habían diezmado considerablemente, lo cual no era de extrañar teniendo en cuenta que éramos un grupo de siete y que dos de nosotros comían como si no lo hubiesen hecho en años, pero por lo menos teníamos ropa de repuesto, aunque a mí me quedaba bastante grande toda.

—Ya no debe quedar mucho para llegar a la puerta —comentó Ronan, peinándose el flequillo hacia atrás con una mano, solo para que le volviese a caer desordenadamente sobre la frente

Según mis cálculos, estaba en lo cierto, pues no tardaríamos más de un día, puede que medio en alcanzarla. Era evidente que viajar en carro facilitaba mucho las cosas, incluso aunque apestase a fertilizante y estuviese bastante hecho pedazos.

Por Azriel, como odiaba ese carro.

Todos habíamos estado de acuerdo en que lo mejor que podíamos hacer, además de lo único aparte de quedarnos donde estábamos y esperar a que los Oscuros nos encontrasen y matasen, era llegar hacia Illya, una de las capitales del anillo medio y base del Ejército Imperial, donde esperábamos que nos aceptasen.

Existen un total de tres anillos de murallas, que vistos desde arriban simularían la formación de un rombo; el más exterior, entre las que se encontraban la mía junto con otras tres murallas, un anillo intermedio, también formado por cuatro murallas, incluyendo Illya, y por último el corazón de todas ellas, Agrid. El tamaño de estas variaba considerablemente dependiendo del anillo en el que se encontrasen, siendo las mayores las exteriores, y Agrid la más pequeña. Había kilómetros y kilómetros entre unas y otras, pero había varios puestos de control repartidos en el mundo exterior, entre unas ciudades y otras, para asegurarnos una buena comunicación entre ellas. Además de eso, cada capital se ocupaba de ofrecer algo a las demás. Luarte, por ejemplo, estaba dedicada a la agricultura, a la producción de madera y a los productos del campo, en general.

—No podemos relajarnos. Lo difícil empieza ahora —aseguró Yoel, con su siempre intacto optimismo.

A pesar de eso, yo asentí firmemente, de acuerdo con sus palabras, sin poder evitar echar un vistazo por encima de mi hombro al camino que habíamos recorrido. Incluso a sabiendas de que los Oscuros que nos habían arrinconado hacía un par de noches estaban más que muertos, no podía quitarme de encima la sensación de que estábamos en una carrera contrarreloj, de que estábamos siendo perseguidos.

Cada vez que nos deteníamos para que los caballos descansasen o para conseguir algo de agua, me sentía como si sostuviese un montón de pólvora, y cada segundo que pasaba, vivía con el miedo de que alguien fuese a prenderlo y de que me explotase en la cara.

De nuevo habíamos parado un momento al lado de un río, ya que tanto los caballos como nosotros estábamos sedientos, e inquieto como un colibrí, me senté junto a Noah, tratando de ignorar con todas mis fuerzas la sensación de angustia.

Aidan se había metido en el agua, con los pantalones remangados, y había intentado pescar algo con nada más que sus manos. Como era de esperar no tuvo mucho éxito, hasta el punto de que el único pez que consiguió apresar se le escurrió, y en un intento por cogerlo al vuelo resbaló y acabó cayendo de espaldas al río, calándose hasta los huesos.

No fue una caza muy productiva que digamos, pero al menos consiguió sacarle unas carcajadas a Seth, y lo más importante, una sonrisa a Noah, la primera desde que el día anterior nos enteramos de lo ocurrido en Luarte. Thomas, por su parte, seguía bastante decaído, algo que me preocupaba. No es que hubiésemos empezado con muy buen pie él y yo, pero eso no significaba que me desagradase ni que me alegrase su evidente mal estado. Ronan aseguraba que debíamos darle algo más de tiempo y que no lo agobiáramos. Sin embargo, a mí me parecía que dejarlo a su aire solo ayudaría a incrementar ese aura de melancolía que lo envolvía.

Durante los últimos días Ronan se había convertido rápidamente en una especie de líder; estoy seguro de no hablar solo por mí cuando digo que lo encontré bastante reconfortante. No quería menospreciar a Seth ni mucho menos lo creía un completo inútil, pero la última vez había dejado que Noah los guiase y solo fue una cuestión de suerte que no los encontrasen, por lo que fue reconfortante saber que él no tomaba las grandes decisiones pese a ser el mayor de todos.

Yoel, por su parte, también era un gran pilar para el grupo, aunque a diferencia de Ronan, que inspiraba respeto, él daba más bien miedo. Solo Aidan parecía sentirse realmente cómodo en su presencia, lo cual era de sorprender teniendo en cuenta que le asustaba todo.

—Deberíamos establecer una ruta para llegar hasta Illya —propuse yo.

—El mocoso tiene razón. Una vez que estemos ahí fuera nada impedirá que Los Oscuros nos despellejen si nos encontramos con ellos. Debemos establecer la ruta más rápida y segura posible —dijo Yoel, apontocado contra el tronco de un árbol con los ojos cerrados y pronunciadas ojeras bajo estos.

Pese a darme la razón, le dirigí una mirada cargada de indignación, como siempre que me llamaba mocoso. Para empezar no era tan pequeño, y para terminar no me daba la gana de que me viniesen con aires de superioridad. Me juré a mí mismo que un día haría que se arrepintiese de todo ese desprecio, y así mismo se lo habría dicho sino hubiese estado seguro de que me estrangularía por ello.

—Está bien, hagamos eso —accedió Ronan mirándome con un gesto de disculpa, mientras hacía señas a los demás para que se acercasen. Sabía que cualquier toque de atención que le diese a Yoel acabaría en pelea, y era lo último que necesitábamos en aquellos momentos—. ¿Alguno sabe dibujar un mapa? No tiene por qué ser algo muy elaborado.

—Thomas —contestaron Seth y Noah al unísono. El menor miró al susodicho inseguro, antes de murmurar lo siguiente: — Thomas es muy bueno dibujando cualquier cosa, estoy seguro de que podría hacer un mapa sin problemas.

Ahora nos tocó el turno al resto de dirigir nuestra atención hacia el chico. Ni siquiera se había molestado en acercarse al grupo; permanecía sentado en una esquina de la carreta, dándonos la espalda. Apenas se había movido de ahí durante las pasadas horas, y solo Seth había conseguido hacerle levantarse para comer algo.

Pensé que no nos había escuchado, o que si lo había hecho no iba a participar en nada de aquello, por lo que me dispuse a coger un palo con el que escribir sobre la tierra, tratando de recordar los mapas de Luarte y de Prymrai en general que había visto de mi padre.

—Tommy. Necesitamos tu ayuda.

Para mi sorpresa, eso es todo lo que Seth necesitó para hacer que Thomas volviese a la vida, o al menos para que se pusiese en pie, suspirando, y se acercase hasta nosotros sin mirarnos.

Con cuidado, le pasé el palo que había cogido, con miedo de que si hacía un movimiento demasiado brusco lo espantaría. En lugar de eso, en seguida se puso a garabatear en el suelo con una maestría que nos dejó petrificados. Dibujó un enorme círculo, simulando la muralla, las puertas, la ciudad, el lugar en el que nos encontrábamos aproximadamente e incluso el granero en el que por poco nos matan, entre otros muchos detalles que cualquiera habría encontrado increíblemente minuciosos.

Continuó su elaborada representación mientras se movía hacia atrás, agachado. Yoel se apartó de su trayectoria sin mostrarse muy impresionado, mientras que a su lado Aidan observaba a Thomas con la boca entreabierta.

Con un último trazo, Thomas cerró el círculo que representaba a la muralla de Illya, dando por finalizado el improvisado mapa.

—Nosotros estamos aquí —comentó con voz apagada, señalando nuestra posición—. Y tenemos que llegar hasta aquí.

—¿Cuántos días de viaje serán? —preguntó Aidan, recuperándose de la impresión.

—Si seguimos esta ruta, menos de una semana —señalé mientras Thomas hacía unos trazos más en el suelo—. Pero es una ruta comercial, así que es más probable que haya Oscuros acechando para emboscar a cualquiera que pase. Normalmente los mercaderes van acompañados por grupos de soldados que aseguran su seguridad, pero van cambiando las rutas y los días del mes en el que las hacen para no ser pillados por sorpresa, así que es improbable que nos crucemos con ellos.

Los chicos se quedaron mirándome sorprendidos, y en seguida supe que había hablado de más. No pude más que bajar la cabeza y esperar que no me preguntasen cómo sabía todas esas cosas. No quería hablar sobre mis padres, no podían aún.

—Pues tomemos esa ruta —decidió Yoel, a quien le agradecí internamente por desviar el tema.

—¿Es que no le acabas de escuchar? Si vamos por ahí es posible que haya Oscuros merodeando —dijo Seth.

—Venga ya, estoy seguro de que toda esa mierda de que los soldados tengan que acompañarles es por alguna estupidez burocrática. ¿De verdad creéis que a los Oscuros les importan un par de comerciantes llevando fruta?

—Son recursos que otras capitales necesitan, así que sí, depende de lo que transporten puede ser muy importante —le contradije—. ¿Qué propones? ¿Qué nos arriesguemos y recemos para no toparnos con ninguno? No me parece que dejarle nuestra vida al azar sea la mejor idea.

Acompañados de suspiros, el grupo se volvió a hundir en el silencio. En el camino hacia Illya no había montañas ni bosques en los que poder refugiarnos en caso de necesidad, solo enormes campos y tierras desiertas. Era importante que eligiésemos una buena ruta, pero las más rápidas eran los caminos imperiales, los cuales podían estar vigilados por seres indeseados. Lo bueno era que Illya, junto con Lyra, eran las capitales más cercanas a la nuestra, y al menos no debíamos trasponer hasta la otra punta de Prymrai para alcanzar nuestro destino.

—Pero Luarte es la capital más alejada de Las Tierras Oscuras, ¿no? —preguntó Noah—. No creo que sea tan normal que los Oscuros se hayan adentrado tanto en nuestro territorio.

Las Tierras Oscuras era el lugar donde nuestros enemigos habitaban. El Ejército Imperial se había adentrado en ellas varias veces a lo largo de los años, pero no habían llegado muy lejos. Los que se habían adentrado demasiado, jamás habían regresado. Se decía que allí siempre hacía frío, y que una niebla envolvía todo el lugar, que se hacía más y más densa cuanto más te adentrabas. Los árboles eran oscuros y retorcidos, sin hojas que decorasen sus ramas, y las flores crecían medio muertas. No había casi nada que pudiese germinar en esas tierras, por lo que se decía que por eso querían hacerse con las nuestras, que por eso nos odiaban tanto, aunque no eran más que especulaciones. Era imposible estar seguro de lo que rondaba realmente sus cabezas.

—En condiciones normales te daría la razón, Noah, pero el caso es que ya sabemos que lo han hecho. Han invadido nuestra capital, ¿recuerdas? —dijo Ronan poniéndole una mano en el hombro—. Tampoco podemos estar ahí fuera mucho tiempo, no creo ni que sea seguro ni que podamos aguantar. No tenemos ni idea de si podremos cazar algo, que tipo de animales hay, o si seremos capaces de encontrar agua.

—Y el invierno se acerca —le respaldó Aidan—. Nuestra capital es la más cálida, pero cuanto más bajemos más frío hará, y si nos cae un mal chaparrón encima, o peor aún, una nevada, estamos perdidos. Ahí fuera, un día puede ser la diferencia entre la vida o la muerte.

—¿Y qué hacemos entonces? —cuestionó Noah, su vista viajando entre nosotros con expresión insegura.

Yo en cambio clavé la mía en Ronan casi instintivamente, quien contemplaba el mapa con una mano en la barbilla, pensativo. Si había alguien a quien pudiese ocurrírsele algo, era a él, y por la cuenta que nos traía, yo confiaba en que así fuese.

Pero antes de que pudiese decir algo, Seth llamó a Thomas. Ambos se miraron el uno al otro, en silencio, Thomas con expresión afligida, y Seth con una sonrisa que derrochaba comprensión y confianza. Parecía estar pidiéndole algo al chico de la boina, y aunque este dudó durante un momento, acabó agarrando de nuevo el palo. Volvió a centrar su atención de nuevo en el mapa, con una intensidad sobrecogedora, los cerró un momento, y cuando los volvió a abrir, trazó una nueva línea.

—Por aquí —dijo con resignación—. Si queremos llegar de una pieza tiene que ser por aquí.

—Eso es otro camino imperial, ¿no? —cuestionó Yoel cansinamente—. Si tan convencidos estáis de que puede haber Oscuros ahí fuera, ¿por qué íbamos a hacer caso de este mocoso?

—Porque sé que es el camino que tenemos que tomar —aseguró. A pesar de eso no fue capaz de levantar la vista del suelo.

—¿Cómo lo sabes? —pregunté, temiéndome la respuesta.

—Simplemente lo sé.

Traté de ocultar mi decepción y escepticismo lo mejor que pude, ya que sabía que estaba pasando por un momento delicado. Sin embargo, Yoel no fue tan comprensivo y reaccionó de la única forma que parecía capaz de hacerlo; despectivamente.

—Oh, menos mal, ahora me quedo mucho más tranquilo. Si un Oscuro se me pone por delante e intenta partirme la cabeza, le diré que es imposible que lo haga, porque Thomas lo ha dicho. Gracias muchacho, gracias —le dijo sacudiendo una de sus manos—, por el comentario más estúpido que he escuchado en mi miserable vida.

—¿Quieres dejarlo en paz? —se interpuso Seth, con las orejas encendidas—. No lo trates como si fuera tonto.

—No, lo que no voy a hacer es seguirlo solo porque esté deprimido. Esto no es un maldito juego, se trata de nuestras vidas.

—Chicos, vamos a calmarnos todos, ¿vale? —intervino Ronan, tratando de poner orden.

—¿Pero a ti que te pasa? Eres la persona más desagradable que he conocido, y de eso he tenido para cuatro vidas. Tienes la sensibilidad de una piedra —dijo Seth encarándose con Yoel.

No pude evitar coger a Noah de la manga y retroceder con él un par de pasos, rezando por Seth, consciente de que se iba a comer el puño de Yoel. Era valiente, debía admitirlo, pero eso no le iba a librar de la paliza. Le sacaba algo más de una cabeza, lo cual era la única ventaja con la que contaba, y ni siquiera esa diferencia de altura le hacía verse la mitad de intimidante que Yoel. En otras palabras, si Ronan no se las arreglaba para detenerlos, iba a acabar con los ojos como los de un mapache, y por la forma en la que este levantaba las manos y gesticulaba desesperadamente, sin que le hiciesen ni caso, no parecía que fuese a ser capaz de separarlos.

—Ojalá serlo —aseguró Yoel dando otro paso al frente, quedándose a escasos centímetros de Seth—. Así no tendría que aguantar a idiotas sobreprotectores y niñatos que solo saben llorar por sus papás muertos.

Seth enrojeció por completo, y levantado su enorme brazo derecho, se dispuso a asestar el primer golpe. Bajó el puño rápidamente, mientras los ojos de Yoel brillaron como los de un lobo en la oscuridad. Pero antes de que nada más pasara, Ronan dio un salto al frente; con la mano derecha detuvo el puño de Seth, mientras que con la izquierda agarró a Yoel del cuello de la camisa y lo hizo retroceder bruscamente.

—Ya basta —pidió mirando a ambos. Si estaba enfadado, no dejó que se reflejase en su rostro—. Ya hemos tenido bastante de discusiones sin sentido. Estamos perdiendo el tiempo. Por lo que sabemos podríamos tener a decenas de Oscuros pisándonos los talones. Ahora estamos juntos, pero nadie os obliga a estarlo. Los que no seáis capaces de mostrar algo de respeto hacia vuestros compañeros, los que creéis que tendréis más posibilidades por vuestra cuenta, podéis iros por vuestro camino, nadie os retiene. Aunque en mi opinión, eso sí que sería una soberana estupidez.

De alguna forma, la calma con la que había hablado fue tan terrorífica como si hubiese apuntado con un rifle a las cabezas de ambos, y como si ellos también hubiesen pensado lo mismo, acabaron retrocediendo. Yoel, no obstante, no perdió la mueca de disgusto en ningún momento.

Noah, sujetándose a mi manga, respiró aliviado. Aidan aprovechó la oportunidad para conducir la conversación de nuevo hacia donde nos interesaba.

—Estoy de acuerdo en que Yoel podría decir las cosas de otra forma —le miró disgustado—. Pero también en que no podemos basarnos en un simple presentimiento, Thomas, sé que tienes muy buena intención, y lo siento.

—No es solo un presentimiento —volvió a intervenir Seth—. Yo sé que es difícil creer en los demás, sobre todo si los acabas de conocer, pero os aseguro que es nuestra mejor opción. Ronan, por favor, tenéis que creer en nosotros. —Suplicó desesperado.

Nuestro líder lo miró impotente, sin saber que decir, y antes de que pudiese arrepentirme, di un paso adelante y compartí mi opinión.

—Está bien, tomemos esa ruta.

No sabía por qué lo hacía, porqué defendía la idea de Thomas incluso aunque yo mismo pensaba como Yoel. Pero no podía evitar compadecerme de él, porque yo, mejor que nadie, sabía lo que era perderlo todo. No podía soportar ver más tiempo a aquel chico atolondrado, demasiado esperanzado, con esa misma confianza rota a sus pies. No quería creer que los Oscuros habían ganado otra vez, porque aunque que en esa ocasión no hubiesen matado a Thomas, sí que habían acabado con algo más, algo incluso más importante que la vida de uno mismo. Habían acabado con todo lo que le hacía ser él, y eso no solo los convertía en asesinos de personas, de inocentes; los convertía en asesinos de almas.

—Pero Jae, tú mismo lo has dicho antes, no podemos dejarle nuestra vida al azar.

—Lo sé, Aidan, pero de todas formas no tenemos ninguna otra opción, o al menos no una mejor. Elijamos el camino que elijamos, correremos el riesgo de toparnos con alguno de ellos, así que qué más da, si por una vez elegimos creer.

Thomas levantó la cabeza, que hasta aquel momento había permanecido colgando inerte sobre su cuello; su mirada se topó con la mía. Las lágrimas caían por sus mejillas, y tenía una mueca de dolor que removió al mío propio.

—Propongo que votemos —manifestó Ronan—. Los que estén a favor de tomar la ruta propuesta por Thomas, que levanten la mano.

Uno a uno, Seth, Noah, Thomas y yo la levantamos. Ronan también lo hizo, y tras un segundo de indecisión, Aidan acabó uniéndose a nosotros.

—Qué narices, habrá que haceros caso —aseguró con una resplandeciente sonrisa—. Vamos Yoel, no seas un amargado. —Pidió volviéndose hacia él y extendiendo su mano.

El chico de ojos rasgados no se movió ni un centímetro, pero eso no frenó ni desanimó en lo más mínimo a Aidan. En dos zancadas ya había llegado hacia Yoel y envolvió su brazo alrededor del cuello de este. Al principio se resistió un poco, pero finalmente dejó que el pelirrojo lo arrastrase hacia nosotros. Estando por fin todos de acuerdo, nos pusimos en marcha, dispuestos a emprender la última y más peligrosa etapa de nuestro viaje hacia Illya, la etapa donde saldríamos definitivamente del abrigo de las murallas y nos enfrentaríamos a todo aquello que estuviese esperando fuera, sin importar lo que fuese, e ignorando el hecho de que antes de eso aún teníamos mucho que superar, ya que el peligro estaba cerca.

Mucho más cerca de lo que pudiésemos imaginar.



Ocho capitales son, más una central.

¿En cuál de ellas te gustaría estar?

Maíz, trigo, cebada, patata...

Todo eso se produce en Luarte

¿Por qué ibas a querer mudarte?

En Lyra incluso una anguila puedes pescar

¿Dónde mejor te ibas a hallar?

Mi padre compró un ternero que viene de Aylar

¡Y dice que lo va a cocinar!

Vi al ejército salir de Illya

A los Oscuros van a hacer papilla

En Valia me compré un manto de seda

No hay otro lugar del que proceda

En Grace nació aquel científico loco

¡De tanto investigar le dio un sofoco!

Quería algo de chispa así que me fui a Strom

¡Allí me divertí un mogollón!

A Agrid no podrás entrar

A no ser que seas un general

Ochos capitales, más una central

¿En cuál de ellas te gustaría estar?

Abby Johnson, Canciones infantiles y nanas de Prymrai

Continue Reading

You'll Also Like

193K 37.2K 15
Alicia no vive en el país de las maravillas, vive en un pueblo donde siempre llueve y no hay nada de luz. El sombrerero loco no es su amigo, y está...
3.2K 211 17
Dios es centro de toda nuestra vida, simplemente se trata de Él. Se trata de Él y de lo satisfactorio que es sentirte amado por alguien, es como el p...
209K 14.9K 51
Días después de su decimoctavo cumpleaños, Aurora Craton siente la atracción de apareamiento mientras trabaja como camarera en una fiesta de los líde...
293 86 12
CC. BANNER: @Moonitchy En el tumulto de su vida complicada, esta joven se cruza con un ángel que se convierte en su guía hacia un edén previamente d...