Luego de un largo día en la preparatoria llegue a casa y como siempre las típicas peleas de mama y papa por dinero. Los ignore por completo y subí a mi habitación. Bote mi mochila al piso y lágrimas vinieron a mis ojos ¿Por qué mi vida es así? No tengo a nadie, ni nada, mi vida es un asco, padres peleándose todo el tiempo, que alguien me necesite, es tan malo pedir eso.
Me recosté en mi cama mientras los gritos de mi padre retumbaban en mis oídos. Estaba cansada de todo, de todos quería huir lejos de todo, hacer una nueva vida pero una chica como yo no tiene las fuerzas ni la valentía para hacerlo. Pasaba todo el día encerrada en mi habitación llorando y pensando en lo miserable que es mi vida. Nunca nadie ha tenido la generosidad de preocuparse por mí, me desahogo conmigo misma, me corto, no sé cómo ni porque lo hago pero eso hace que me valla a otro mundo.
Fui hacia mi baño y saque aquella navaja que había sido mi acompañante por años, la tome he hice líneas en mi brazo provocando que sangrara seguido de mis lágrimas que caían sobre ellos.
-¿Qué haces? – escuche la voz proveniente de mi madre, gire mi cabeza y la vi parada en la puerta de mi baño – Estas loca, necesitas ayuda psicológica
-No – le grite – necesito a mi familia, no ayuda.
-Cállate, mañana iremos al psicólogo, lo necesitas, pareces idiota cortándote – más lagrimas vinieron a mí, cualquier madre se acercaría a ti y te abrazaría, pero la mía no.
(…)
Me encontraba en el auto con mi madre, la cual conducía tal vez alguna clínica para que me den “ayuda”. Al llegar bajamos y entramos, era como un consultorio personal, estaba la secretaria mi mama le dijo mi nombre, la chica me llevo hasta una puerta, la abrí y entre.
Me encontré con un chico, era bastante joven para ser psicólogo, me quede viéndolo como idiota era muy lindo, tenía unos ojos verdes profundos, una cabellera rizada, unos labios rojos finos y era un poco más alto que yo.
-Siéntate – hablo con su voz roca, hice lo que me pidió y tome asiento, y él se sentó en frente de mi – Soy Harry Styles y seré el encargado de ayudarte...
-No – lo interrumpí – No necesito ayuda psicológica, solo necesito amor, atención, comprensión, necesito un abrazo – hable interrumpiéndolo y con lágrimas en los ojos. Él se acercó a mí y me abrazo, después de años creo yo que alguien me daba un abrazo, un abrazo sincero y lleno de cariño – Gracias – dije separándome de él, tomo mi brazo y un gemido de dolor salió de mis labios
-¿Pasa algo? – me pregunto
-No nada – tome mi brazo y lo moví un poco
-Alza las mangas de tu polera – negué con la cabeza y baje mi cabeza – Dije que lo hagas – su voz sonaba ronca y profunda, me dio un poco de miedo así que las levante, él vio mis cortadas y acaricio mi brazo - ¿Por qué lo haces? – hablo mirándome a los ojos