camaleón ¹ • taekook

By WTFangirl

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❝ A él le llamaban "camaleón". ❞ Kim Taehyung descubrió al verdadero chico camaleón; una persona totalmente d... More

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By WTFangirl

"Azabache"

Los días ya no parecían ser tan congelados como antes, ahora podían sentirse ligeros rayos de sol invadiendo Seúl y no era necesario abrigarse más de lo necesario para salir de casa. Jungkook lo sabía, pero aún así mantenía la bufanda que Taehyung le dio la semana pasada. La guardaba con cariño y anhelo, y siempre que tenía frío la enrollaba en su cuello.
Lástima que ya no fuera la estación para colocársela. 

El día lunes empezaba bien para el castaño, amaneció a la hora y caminaba emocionado por los pavimentos para llegar a la universidad de medicina.
Lo podía admitir cuantas veces quisiera, y lo cierto era que le encantaban las clases. Tenía muchas razones para hacerlo, y como deseaba fervientemente avanzar con su vida, daba lo mejor de sí. A pesar de los murmullos que podían escucharse por los pasillos de la universidad, no les prestaba atención y siempre buscaba lo mejor para él.
Jungkook era fuerte, como la resistente piel de un camaleón, aunque no lo demostrara.

Tras un par de minutos, la universidad se veía cercana a él pero algo logró desconcentrar su camino. Otra vez, pues no era la primera.

Sonrió y se agachó para acariciar el gris pelaje del felino.

—Buenos días, amigo. —saludó mientras el gato sobaba su cuerpo por sus pantalones. —Hey, quedaré repleto de tus pelos... —rió y rascó las orejas del gato por detrás, haciendo que éste ronroneara.

El castaño alejó su mano y el gato pareció quejarse. Se levantó y dio un gran suspiro.

—Siento tener que irme —se lamentó.

El gato que le veía ampliamente con sus verdosos ojos saltó a un contenedor de basura de aquél callejón y se sentó.

Jungkook se sintió triste al imaginar al gato hambriento.

—Voy a volver —habló regalándole una última caricia en la cabeza—. Lo prometo.

Se distanció del animal y siguió caminando hacia la universidad con algo de angustia.
Revolvió sus enrulados cabellos y cruzó las amplias puertas.

Al ver a todos caminando apresurados dudó de la hora y la revisó en su celular; era tarde.

Apresuró su paso y subió escalones hasta llegar (luego de empujes y disculpas) a su aula.
Todo estaba silencioso, pero desde su posición pudo ver al maestro distraído en su computadora. Aprovechó ese hecho y entró silencioso, cerrando la puerta despacio trás él.

"¡Jungkook!" escuchó a alguien llamarle.

Cuando el llamado se repitió vio quién era el emisor.
Se acercó a Taehyung y le saludó incómodo. Éste le pidió que mirara a su asiento correspondiente sólo para encontrarlo ocupado. Jungkook, preocupado, no supo qué hacer y se encogió en el suelo, deseándole al cielo que nadie le prestara atención.

—¡Siéntate allí! —susurró el mayor indicándole el puesto en la siguiente mesa a su izquierda.

El castaño obedeció y tocó el hombro de la chica que apropiaba la mesa.
Ésta se volteó confundida y sus ojos se sorprendieron al ver al chico a su lado.

—Hay-¿Hay alguien ocupando este puesto?

La pelinegra reaccionó.

—Oh, no. Está vacío por hoy; toma asiento.

Jungkook sonrió y agradeció. Ocupó lugar y sacó de su mochila una libreta y un lápiz. Puso la fecha en una esquina superior de la hoja de su libreta para luego prestar atención a la clase.

—Eres... —pronunció bajo la chica— ¿Eres Jungkook, no?

El corazón de Jungkook pareció dar un salto al escuchar aquella voz preguntando por él. No era usual.

—Sí —le contestó intentando mirarla a los ojos.

—Soy Dahyun, un gusto conocerte —saludó con una sonrisa torcida.

El castaño sintió una repentina alegría al estar presentándose ante otro compañero de clase.

—El gusto es mío. —sonrió con la misma sonrisa incómoda que mostró la chica. El profesor comenzó su clase y el proyector mostró apuntes, los cuales Jungkook no tardó en escribir. Él nunca perdía ninguna de sus notas, eran esenciales a la hora de repasar.
Curioso, giró a ver a la chica y una pregunta llegó a su cabeza. —¿Quién ocupaba este lugar antes...?

La pelinegra hizo una mueca y recordó. —Pues... No recuerdo bien su nombre, pero le dicen Mark —Oh, Mark Tuan. Sí lo conocía, pero no quiso comentar mucho de ello—. La verdad es que no se presenta mucho y esperaba a que alguien más que no fuera él se sentara aquí.

—¿Por qué...? —inquirió.

La chica bufó. —Es algo problemático —fue todo lo que comentó.
Oh, claro que lo era.

La diapositiva cambió y mostró un cerebro. Apuntes se mostraban a un costado y Jungkook trazó más notas en sus hojas.

—Luce como las sobras de la cafetería —bromeó susurrando, intentando aguantar su propia risa.
El castaño no pudo resistir pero reír tímidamente, acompañándole.

Al lado derecho se encontraba un intrigado Kim Taehyung, con su rostro reposado en su palma mirando a su izquierda. Mas su compañero de asiento no emitió ningún indicio de interés y sólo tomaba notas de la clase; era más que claro que su amigo las necesitaría después.

Las horas parecieron volar y los pasillos volvieron a estar repletos tras el sonido del timbre. Jungkook se levantó del puesto y se despidió de su compañera para acercarse a la puerta de salida. Quería ir a recolectar información a la biblioteca.

—Jungkook.

Giró su cuerpo para reconocer a la persona perteneciente a aquella inigualable voz.

—Hyung.

—¿A dónde ibas? —acercó su silla para salir finalmente del aula.

—A la biblioteca. Quería buscar algo...

—¿Para qué si está el internet? —rió el mayor.

—Trato de evitarlo...

Taehyung suspiró y una sonrisa se dibujó en sus labios mientras que negaba con la cabeza.

—Hey, Jeon —llamó el pelinegro. Jungkook sobresaltó al saber quién era. Lo cierto es que le intimidaba el chico; no por sentir mala espina, ni pensar en él de mala manera, sino que Jungkook comprendía muy bien lo que estaba haciendo y lo hacía sentir más culpable. Sentía que estaba robando a su mejor amigo, que lo estaba alejando de su lado por pasar tanto tiempo con él. Pensaba en sí mismo como un rompe amistades, y no quería eso. Jungkook siempre quiso evitar ser una molestia para los demás. Así que cuando Jimin le habló fuerte y claro a él, dio una pequeña bocanada de aire—. ¿Tienes pase de entrada para la biblioteca?

—Siempre lo traigo conmigo —le respondió.

Jimin no pudo esconder una risita. —Qué buen chico —complementó dejando su mochila colgando en los mangos de empuje de la silla de Kim.

—¿No es cierto? —se unió Taehyung nuevamente al asunto.

Jungkook se sintió asombrado, pero impresionantemente conmovido al ser el centro de conversación y tuvo que despedirse para dar un nuevo paso hacia la biblioteca y ocupar su mente en otras cosas. Taehyung y Jimin le vieron alejarse desde la puerta del salón y se pusieron en marcha para regresar finalmente a casa.

Por los pasillos se creó un silencio que ambos sentían.

Taehyung buscó en su bolso algo con lo que distraerse de la incomodidad del trayecto, sin embargo sus dedos sintieron las mismísimas fotografías que había sacado discretamente hace pocos días atrás.
Comenzó a revisarlas y apreciarlas. Animales, azulados cielos, Jimin y Jungkook aparecían en ellas. El mayor estaba contento de tener consigo aquellas fotografías, pero de verdad deseaba que sus amigos pudieran verlas como él las veía.

—Hey, Jimin —llamó.

El pelinegro paró y quedó agazapado ante Kim.

—¿Sí?

—Mira esto.

Extendió las fotografías y las pequeñas manos de Park las recibieron apetitosas. Su mirada se llenaba de luces y estrellas al ver la belleza en cada foto que encontró. Su amigo no era un profesional, pero debía admitir que tenía muchos dones; la fotografía era un ejemplo. Sus ojos recorrían cada esquina hasta que se visualizó a alguien más que él en algunas fotos.

—¿Jeon está en tus fotos? —el interrogado asintió enérgico— ¿Por qué? —rió.

—Porque merece que las cámaras lo aprecien.

El pelinegro suspiró y se levantó.

—Tal vez no hay que referirse sólo a las cámaras —sonrió con su quijada en alto y le devolvió sus imágenes.

Taehyung mostró duda en su entrecejo y Jimin volvió a la parte trasera de la silla de ruedas. Éstas empezaron a andar y los pasillos se sentían más cortos al ir más rápido. Entraron al ascensor y al bajar al tercer piso el maestro de matemáticas se introdujo al ascensor también.

—Oh, Jimin. Taehyung. ¿Qué tal les va? —preguntó al verlos.

—Oh, profesor. Buenas tardes —pronunció Jimin seguido de otro "buenas tardes" de parte de Kim.

—¿Ya se retiran?

—Sí, fue un día largo. —carcajeó Park—¿Usted también se va?

—Oh —carcajeó también—. Yo tengo un horario de diez horas en la universidad, Park.

—Ah... Ya veo —rió cohibido al haber preguntado; no parecía incumbirle.

El ascensor abrió sus puertas un piso más abajo y el mayor de todos empezaba a retirarse.

—Buen viernes, chicos. Estudien —aconsejó despidiéndose.

—¡Lo haremos! —se despidió también el pelinegro, meneando su palma de lado a lado junto a Taehyung.

En este segundo piso se podía encontrar las salas de ciencias bañadas en un reluciente blanco, el aula de profesores inundada con el aroma a café caliente, y la amplia biblioteca de la universidad. Ésta tenía la característica de descubrir libros en cada esquina por la que pasabas. Sin embargo, los estudiantes ignoraban aquello, ya que simplemente era más fácil encontrar respuestas a sus preguntas por las computadoras que también poseía la biblioteca.
Sinceramente, ya no existían personas que tuvieran otra intención al entrar a la biblioteca.

Pero en ese entonces, Taehyung recordó a Jungkook.

Guardo con esmero las fotografías en el bolsillo delantero de su bolso y antes de que las puertas cerraran hizo girar sus ruedas con rapidez.

—¿Taehyung? Qué...

El pelinegro no pudo quejarse, pues Taehyung creó su propio rumbo al girar por pasillos.
Era muy obvio a dónde se dirigía, pero no sabía porqué.

Corrió y corrió para alcanzarle, hasta que lo pilló. Era mucho más sencillo al tener los pasillos desiertos.

—Qué... Qué... —intentó retomar compostura y relajar su respiración— ¿Qué es lo que haces?

—Ah, yo... —balbuceaba— Quería buscar a Jungkook.

Jimin dejó salir un gran suspiro. —¿Por qué? Sabías que debemos volver a casa o se hará tarde. Te iba a ayudar con tus ejercicios de rehabilitación y además tenía planeado...

—Será solo un segundo —interrumpió con suave voz.

Jimin acomodó su cabello hacia atrás inevitablemente y asintió sin más.

Esta vez el de cabellos acaramelados llevaba por sí mismo el control de sus ruedas, y con parsimonia giró en una esquina para dar con otro pasillo —el de la biblioteca, para ser exactos—. Pudieron ver finalmente al castaño, de pie y aparentemente arreglando la cinta que mantenía rodeando su cuello aquél pase de biblioteca. Se veía bastante usado y la cinta estaba fuera de lugar. El castaño trataba de introducir la cinta por una abertura en la esquina superior del pase, pero desgraciadamente terminó resbalando por las manos de Jungkook hasta caer al suelo.
Los mayores rieron discretamente ante eso y Taehyung aclaró su garganta decidido a llamarle.

—¡Jung-...!

Sus ojos aparentaron salir de su órbita al sentir la palma del pelinegro en su boca, impidiéndole pronunciar algo.

—¡Cállate y mira! —susurró ante él y retrocedió junto a la silla de ruedas para quedar escondidos tras una muralla, observando por el borde.

Taehyung apartó la mano del pelinegro y quejó en bajo. —¿Mirar qué? —Jimin apuntó al frente e indicó al único grupo de chicos que se encontraba merodeando sin temor por el segundo piso de la universidad.

Kim en ese entonces no conocía del todo a los tipos apuntados, pero pretendían echar un aura antipática. Se estremeció al recordar que las cámaras de seguridad del establecimiento estaban bajo mantención y el hecho de que nadie frecuentaba aquél pasillo lo hacía tenebroso.

El grupo de chicos paró su interesante pero idiota charla y sus ojos se posaron en el chico agachado, recogiendo una insignificante tarjeta. El superior regaló un codazo a su compañero e indicó con la cabeza un ademán de acercamiento.
El castaño se mantuvo en sus rodillas sin sentir la desconocida presencia.

—Hey, Jeon.

Eso bastó para que el menor sintiera su cuerpo rígido.

Se levantó y en un abrir y cerrar de ojos el pase que llevaban sus manos desapareció.

—¿Ibas a la biblioteca?

—¿De verdad te importa?

Los chicos a la espalda del superior rieron grave y se compartieron miradas, entretenidos ante el show.

—Al parecer debo volver a enseñarte a cómo respetar a tus mayores—se apuntó a él mismo y se inclinó hacia el castaño —; yo soy tu mayor.
Éste, enfadado, intentó tomar de vuelta su pase, pero el mayor rubio alejó su mano, escondiéndola detrás de su propia nuca— ¡Eh! Alto ahí, chivato —rió bajo. Negó con la cabeza gacha y la volvió a levantar para ver los encabronados ojos del castaño para luego romper en dos el pase reclamado, dejando que cayera al suelo. —Te lo dije, Jungkook. —pronunció estrellando su puño contra la pared, encerrando al castaño y dejándolo sin alguna salida— Te dije que no quería volver a toparme contigo. —su rostro y furia encararon de cerca el de Jungkook. El menor apartó su mirada sólo para encontrarse lamentable ante los acompañantes del rubio. —Ah... Después de todos estos meses, Jungkook...

—Ya basta, Jae —de un manotazo alejó el brazo del rubio—. Ya es suficiente.

—¿Tú crees que no lo tengo claro?

Sus miradas venenosas y repelentes se encontraron, y en lo que fue un segundo, los amigos del mayor agarraron al castaño por detrás, sosteniendo sus brazos. El menor dio un respingo y amenazó con la mirada a los tipos a su espalda. Sin embargo, al volver la vista al frente se topó con el puño de Jae en su mejilla derecha.

—¿Aún sigues altivo, mocoso? —el dúo a su espalda rió y afirmaron con más fuerza el cuerpo del castaño.

Jae relamió sus labios y otro de sus puños amenazó el estómago de Jungkook, sacándole quejidos de pura impotencia y dolor. Mas rió amargado con su rostro en rojo.

—¿Haces esto porque no alcanzaste a hacerlo aquella vez? —le inquirió errático— ¿Eh, Jae?

El nombrado dejó salir un jadeo de indignación. —¿Aún así preguntas?

Se posicionó preparándose para lanzar otro puño pero retrocedió al recibir una patada del menor contra su pecho. Cayó en seco al suelo y el cuerpo de Jungkook fue liberado.

—Bogum, Vernon —llamó desde el suelo, y con sólo una mirada la orden fue acatada.

El pelinegro chocó sus palmas en el pecho de Jungkook y éste tropezó sin caer al piso. El rubio compañero le giró y sin darle una mirada, golpeó su otra mejilla para luego tomar entre sus dedos su cuello. Pudo presentir como el pelinegro se acercaba, y como consecuencia, una patada en sus piernas le hicieron temblar.

Quejidos y gemidos de puro dolor atravesaron los oídos de Taehyung, y con las lágrimas cayendo por su rostro se removió en su silla, deseando con todo su corazón poder correr hasta Jungkook y salvarle, tenerlo entre sus brazos y protegerlo como nunca.
Jimin comprendió el desespero y tocó el hombro de su amigo.

—Volveré.

Y el pánico e impotencia desbordó en Kim al escuchar aquello.

Jimin corrió e hizo a un lado el cuerpo de Jae, haciendo que chocara con la pared tras sus talones, y trastabilló antes de lanzarse al pelinegro y golpear su cara, provocando que cayera. Éste se levantó en un santiamén y Vernon pateó un costado de Jimin. Park se volteó y sin conseguir la mirada del rubio esquivó el golpe de Bogum, terminando por empujarse al suelo junto con su compañero.
Su mirada buscó desesperada al castaño y antes de poder encontrarlo, sintió el frío suelo en su cara. Unas manos giraron su cuerpo y encima de él se encontró Jae. Uno, dos y tres golpes buscaron su rostro, sin embargo su rodilla fue más rápida y chocó con la parte baja del rubio, y al tenerlo aturdido fue él esta vez quién dominó su cuerpo. Estando arriba de su regazo golpeó su quijada y tomó el pliegue de la camisa del rubio para levantarla y soltarla bruscamente.

Se levantó débil y aturdido y encontró a Jungkook, pateando el cuerpo del pelinegro, quién devolvía lo que recibía mientras el otro rubio se ponía de pie con dificultad.
Se aproximó a Jungkook y le tomó de la muñeca para llevárselo con él, al igual que su mochila la cual estaba tirada en alguna parte del piso.

Una alarma resonó por todo el establecimiento y agua empezó a esparcirse por los pasillos; la alarma de incendios había sido encendida.

Taehyung se acomodó y echó a girar sus ruedas a toda velocidad hasta alcanzar a sus amigos, quiénes ya corrían hacia el ascensor. Las puertas se abrieron y se dirigieron directo al primer piso.

—La lagartija se consiguió un guardaespaldas —mencionó Bogum, quien estaba siendo levantado del suelo por Vernon.

—Guardaespaldas, eh —suspiró Jae mientras sacudía sus blue jeans.

Cualquier rastro de el violento trío desapareció y ya estando fuera del campus, Jungkook, Park y Kim se retiraron de la universidad antes que el alboroto comenzará a cundir.

Ya por las calles todo era silencio entre los tres, así Kim decidió hablar.

—Iremos a mi casa a curar las heridas de ustedes dos.

Los dos chicos asintieron razonables y Jimin paró en seco.
Taehyung le miró extrañado al verlo flectar sus rodillas y mirar al menor.

—Súbete a mi espalda —ordenó.

Jungkook desconcertado empezó a negar con su cabeza. —Estás peor que yo, necesitas recuperarte y dejar de esforzar tanto tu cuerpo...

—Jungkook, estoy bien —le miró con una mirada suave, casi comprensiva—. Ven.

Jungkook también le miró y tímido sonrió, rodeando las caderas de Jimin con sus piernas. Sus brazos abrazaron el cuello del pelinegro y escondió abatido su rostro en el cuello del mayor, sintiéndose cansado y vulnerable.

Jimin afirmó con una mano el muslo izquierdo de Jungkook y con su otra mano intentó controlar la silla de Taehyung.

—No —pronunció firme—. Lo haré yo mismo—y giró para emprender camino a su hogar.

Park soltó un suspiro y Jungkook entristeció su semblante al recordar al gris gato que le prometió su regreso. Taehyung sólo mantenía su entrecejo serio y mordió su labio inferior.

Si pudiera usar mis piernas, todo sería más fácil pensó, pero sus sueños estaban muy lejos de ser realidad.

Por otro lado, Jimin se encontraba dudoso y dubitativo en comentar algo, pues reconocía que Taehyung se estaba comportando extraño en ese momento.

Kim no quería pensar en Jungkook como un opaco color sin vida, porque era una cosa imposible de ser. Por más que reflexionara sólo podía ser consciente del día de hoy.

Sí, este viernes fue un oscuro azabache.

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