21. Del cómo estar roto en pedazos
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-Esto se está descontrolando, -Iris tomó una de las pequeñas notas que cayeron al suelo cuando abrí mi casillero. Ni siquiera tuve que leerlo para saber qué había escrito en ella. Otras palabras de odio, llenas de la ira de la gente y el rencor hacia mi persona. Toda la escuela me odiaba por algo que no había hecho, pero no me sorprendía en absoluto. Debería haber visto considerando lo mucho que idolatraban y adoraban a Walter.
Afortunadamente para mí, él no vino a clase. Mientras quería volver a verlo aquí, era mejor para él mantenerse alejado de la escuela hasta que la gente se cansara de los chismes sobre mí y Jake. Además, nos íbamos a ver hoy porque lo había invitado para poder disfrutar de su compañía por al menos unas horas. ¿Qué tan bueno era eso?
-Solo ignóralo, -cerré el casillero, tratando de ocultar mi sonrisa que apareció en mi cara cuando los pensamientos de la cena con Walter llenaron mi mente. Le di a Iris una rápida mirada y me incliné para recoger las notas del suelo-. No hice nada malo, así que no me preocupan esos estúpidos rumores.
-No importa cómo lo mire, algo todavía me huele mal.
Iris y yo nos volvimos para centrar la atención en Charlotte, que estaba parada cerca de nosotras con los brazos cruzados. Aunque Iris pareció creer mi explicación sobre mi relación con Jake, Charlotte no fue tan fácil de convencer. Ella actuó de manera diferente conmigo toda la mañana, sin estar realmente comprando mi historia de que había ayudado a Jake a encontrar su clase y de conocerlo accidentalmente el día anterior en la cafetería.
-¿Qué quieres decir? –me puse la mochila en el hombro, tratando de soportar la intensa mirada de Charlotte-. Ya te dije que no hay nada entre yo y el chico nuevo. Fue muy amable y me ofreció llevarme a casa como agradecimiento por ayudarlo el primer día.
-Pero aún así... -murmuró con un ligero enojo en su voz y gemí en mi mente con frustración porque no quería dejar el tema. Charlotte suspiró, pasando una mano por su pelo-. Es igual, me voy a casa. Aria, no te lleves a todos los chicos guapos, ¿entendido?
Me reí entre dientes, viéndola haciendo pucheros como una niña enfadada. –Entendido.
Finalmente logró sonreír y nos dijo adiós antes de correr hacia la entrada. No pude evitar suspirar de alivio. No estaba segura de si ella me creía, pero al menos dejó de insistir en el tema.
-¿Cansada? –Iris se apartó el pelo de la cara, mirándome cuidadosamente y le sonreí, agradecida por su ayuda durante el día. No sabía por qué cambió tan drásticamente y de repente, pero la nueva Iris era mucho mejor y aunque la mayoría de las veces me sentía incómoda cuando ella me miraba con ojos llenos de preocupación, un cálido agradable llenaba mi cuerpo cada vez que me preguntaba si estaba bien.
-No la verdad, -dije y ella me quitó las notas para tirarlas. Sonreí aún más cuando se volvió hacia mí-. Gracias.
Iris me devolvió la sonrisa y comenzamos a caminar hacia la entrada, felices de finalmente dejar la escuela. Cuando las personas que estaban fuera vieron que salía del edificio, comenzaron a señalarme una vez más, susurrándose algo el uno al otro. Fijé los ojos en el suelo, tratando de ignorar a los estudiantes a mí alrededor.
-Oye, -Iris rompió el silencio entre nosotras-. Recuerdas que la semana que viene tenemos un viaje escolar, ¿verdad?
Su voz era más fuerte de lo que debería ser y pronto me di cuenta de que tal vez quería gritar a los demás. ¿Qué tan dulce era eso? Me mordí el labio inferior, tratando de no sonreír como una persona mentalmente enferma y después de unos segundos de luchar conmigo misma, finalmente logré pronunciar un "sí". Ella me miró y al ver lo mucho que trataba de evitar sonreír, sonrió también.
-Ni siquiera te atrevas a no ir, -golpeó mi brazo ligeramente, diciéndolo con una cólera falsa. Ya habíamos cruzado la calle y me detuve, sabiendo que tenía que ir a la izquierda.
-No lo haré, -puse la mano en el lazo izquierdo de mi pecho, donde estaba el corazón-. Lo prometo.
-Bien, -sus labios formaron una sonrisa rápida antes de despedirse-. Nos vemos mañana.
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Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana para retirar las cortinas un poco más. El sonido del reloj en mis oídos era increíblemente molesto y aunque había hecho todo lo posible para ignorarlo, tenía la sensación de que cada segundo se hacía más y más fuerte. Miré por la ventana solo para ver calles vacías envueltas en la oscuridad.
Eran las ocho en punto, se había puesto el sol hacía unos minutos. Y finalmente, poco a poco, me fui acostumbrando al hecho de que Walter me había plantado una vez más.
Podría acostumbrarme a eso. Debería porque parecía que era demasiado difícil para Walter mantener pequeñas promesas. Me reí amargamente al recordar cómo tuve que mentirles a mis padres diciéndoles que Walter no podría venir porque le surgió algo urgente. Estaba demasiado avergonzada para decir que eligió no verme. Era increíblemente humillante y ni siquiera pude tragar la cena. Estaba enojada y frustrada, pero en lugar de olvidarme de toda la situación y fingir que no era gran cosa, comencé a pensar más. Mi cabeza estaba llena de posibles escenarios porque de alguna manera, en el fondo, sentía que Walter no solo elegiría no presentarse.
Me senté frente al escritorio, apartando las cosas que tenía, dos tazas vacías, algunos libros y lápices. Mordiendo mi labio inferior, comencé a pensar qué podría haber pasado y pronto me congelé en mi asiento cuando el primer pensamiento apareció en mi mente. ¿Era posible que hubiera escuchado los rumores sobre mí y Jake? Acerqué una de mis rodillas al pecho y comencé a calcular las posibilidades de que escuchara los rumores.
Él no había ido a la escuela, así que era imposible que alguien de su clase se lo contara. ¿Pero tal vez alguno de sus colegas lo llamó o le envió un mensaje solo para informarle de la situación? Tragué saliva, sintiendo como si alguien estuviera apretando mi estómago. Quizás había sido bueno que no hubiera tocado mi cena porque seguramente hubiera terminado en el baño, vomitando.
Por un segundo, consideré la idea de llamar a Jake y preguntarle sobre Walter. Jake tampoco había ido a clase y probablemente todavía no sabía del rumor, pero era la única persona que podía decirme qué estaba pasando con Walter.
Instintivamente miré el teléfono, y por arte de magia, comenzó a vibrar. El tono de llamada llenó mi habitación silenciosa y casi corrí hacia mi cama donde estaba tendido. Cuando vi quién llamaba, mi corazón casi estalló en mi pecho. Me senté en la cama, pensando si debería cogerlo o simplemente ignorarlo. Pero después de un tiempo, temiendo que Walter colgara, presioné el botón verde y aguanté la respiración, presionando el teléfono en mi oído.
Hubo un largo silencio y por un momento estuve segura de que había colgado. Pero entonces debería escuchar el tono que me indicaba que la llamada estaba cortada, ¿verdad? Reuniendo toda mi fuerza, decidí romper el silencio. - ¿Walter? ¿Estás ahí?
No esperaba que mi voz temblara y fuera tan baja, pero de nuevo, ni siquiera esperaba poder pronunciar una sola palabra cuando algo me apretaba la garganta. Hablar con Walter por teléfono era una de las cosas más angustiosas de mi vida y, aunque mi cuerpo se volvía loco cada vez que lo veía, prefería nuestras pequeñas conversaciones cara a cara en lugar de esas torpes conversaciones telefónicas.
-Sí, -hubo un sonido de crujido de papel y lo escuché sollozar. ¿Estaba enfermo?
Me senté en el suelo, apoyé la espalda contra la cama y abracé mis piernas, me acerqué más a mi pecho, con una mano libre. - ¿Por qué no has venido? ¿Pasó algo?
Hubo otro largo momento de silencio y pude escuchar algunos pasos, seguido por alguien ordenando un café y un bocadillo. Entrecerré los ojos, tratando de concentrarme en los otros ruidos y averiguar dónde estaba, pero todo lo que escuché fue inútil.
-¿Dónde estás? –pregunté finalmente, dándome por vencida-. ¿En el hospital? ¿Quieres que vaya?
-Siento no haber ido, -la voz de Walter era más fuerte y confiada que antes. Lo escuché exhalar con un silbido y supe que algo andaba mal. De alguna manera, no quería escuchar lo que iba a decir.
Apreté los dedos contra el teléfono, sintiendo que mis palmas ya estaban sudando. –Walter, ¿qué pasa? Hizo algo...
-Deberíamos detener esto, -interrumpió y aspiré la respiración casi de inmediato. Tenía demasiado miedo para moverme o hablar, pero me obligué a decir algo cuando él no se molestó en explicar sus pensamientos.
-¿Qué quieres decir?
Hubo otra larga pausa y estaba más que segura de que mi corazón dejaría de latir tan pronto como escuchara la respuesta. Mi garganta se secó y no pude tragar la gran bola que se formó en mi garganta.
-Deberíamos dejar de fingir ser una pareja, -Walter lo dijo rápido y tuve problemas para entenderlo. Por un momento estuve dudosa de si lo había escuchado correctamente, pero luego agregó algo más. Algo que literalmente rompió mi corazón en pequeños pedazos.
-También deja de visitarme. No vayas ni al hospital. Es mejor si dejamos de vernos.
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¡Hola playboys! Siento si no subí ayer el capítulo que tocaba, ayer tuve comida familiar y como comprenderán pues no tuve demasiado tiempo para editar ni subir nada. Lo siento. Mea culpa.
Anyways, ¿qué les ha parecido el capítulo? Sé que es corto y demás, prometo que el siguiente capítulo será más largo en recompensa, sobre todo que han esperado tanto para esta caquita, sorry ^^ Pero, ¿qué piensan de lo que hizo Walter? ¿Creen realmente que lo dirá en serio? ¿Y de las amigas de Aria? ...
Espero que disfruten con el capítulo, ¡gracias por su increíble apoyo!
Les voy a dejar unos regalos de recompensa:
Vaya novios que tengo eh, jejejeje.
Qué triste es mi vida.
Cheeky Love, xx