Otro mes pasó para el mundo shinobi, y no pasó desapercibido, ya que en este mes era el cumpleaños de Naruto. Como habían hecho fiesta sorpresa para Sakura y Sasuke, era tontería hacerla con Naruto, ya que por muy torpe que fuera, se daría cuenta o al menos lo sospecharía. Así que él mismo fue el que se encargó de invitar a sus seres queridos.
Corrió por toda la aldea, visitando a los invitados y comentándoles la celebración en Ichiraku Ramen. Desde luego, Teuchi tendría mucho trabajo aquel 10 de Octubre. Minato, al saber de la torpeza de su hijo, se acercó en uno de sus tiempos libres a Ichiraku, preguntándole a éste si tenía tiempo y espacio para tantos, a lo que Teuchi le dio el visto bueno, contento por las ganancias que aquello le traería.
El día esperado para el rubio Uzumaki llegó. La mañana se basó en entrenamiento junto al Equipo Minato y, sorprendentemente, a Sasuke e Itachi, que los habían encontrado bastante temprano. Mientras Obito entrenaba con Naruto, Kakashi se separaba con Sasuke e Itachi. El pequeño practicaba con los shurikens y los kunai, mientras Sasuke se centraba en evaluar el Chidori de Kakashi.
A partir de allí, los cinco caminaron hasta la aldea, en dirección a Ichiraku. Los demás fueron llegando poco a poco, hasta que las últimas en llegar fueron Sakura y Rin, ya que la primera necesitaba terminar algunos informes. Los regalos no se hicieron esperar cuando terminaron de comer. Luego de que Kushina y Naruto se retaran para ver quién de ellos comía más ramen, y en el que ganó Naruto, sacaron los presentes.
Sasuke y Sakura fueron los primeros. Conociendo su presentación de gennin, le regalaron gracias a Teuchi un boleto de ramen gratis por 2 días cada uno. El Equipo Minato no sabía qué regalarle, por lo que ellos trajeron una tarta de cumpleaños que habían hecho entre ellos el día anterior. La familia Uchiha le regaló varios kunai y pergaminos. Por último, fueron Minato y Kushina. El rubio, le había regalado uno de sus kunai especiales.
—En cualquier problema que te encuentres, pon un poco de chakra y en poco tiempo estaré allí—le explicó Minato.
—P-pero ahora eres el Hokage, 'ttebayo. No puedes arriesgarte.
—Lo sé, pero aun así, quiero que lo tengas. Si no puedo ir, al menos, sabré que estás en problemas y mandaré un equipo de refuerzo.
Naruto asintió agradecido, y acarició el kunai dorado con cariño. Entonces, Kushina llamó la atención de todos.
—¡Ahora me toca a mí, dattebane!—gritó la pelirroja, tendiéndole una cajita envuelta con un lazo.
El Uzumaki cogió la caja con alegría y, al abrirla, pudo ver una bufanda de colores verde y blanco. Sonrió cuando, al cogerla, notó que era bastante suave y calentita.
—Te servirá para este invierno, 'ttebane~. Espero que te guste.
—Me encanta, Kushina-san—rió—. ¡Me la pondré todos los días, 'ttebayo!
Ambos se abrazaron con fuerza y Sakura y Minato no pudieron evitar sentirse emocionados. Sasuke, al verlos, pensó en cómo sería darle un abrazo a su madre de nuevo, mirándola de reojo. Pero desechó la idea. En aquel tiempo tenían prácticamente la misma edad, por lo que se vería mal.
Así pasaron los días, en los que casi todos seguían su rutina. En cambio, Sakura había pedido unos días libres de informes para descansar, tal y como Tsunade le había pedido, ya preocupada. Rin había conseguido entrar en la nueva plantilla, por lo que estaba muy emocionada. Por ello, todos los días, la castaña iba a visitar a la pelirrosa para contarle los pacientes que habían tenido aquel día.
Mientras tanto, Minato, para sorpresa de Naruto, dedicó parte de las tardes a enseñarle el Hiraishin. El rubio estaba emocionado y no podía evitar ser la alegría de la huerta. Además, le enseñaría algunas técnicas de fuinjutsu, para su protección, como algunas barreras. El Uzumaki había insistido en que no era necesario que perdiera tiempo de Hokage, pero el Namikaze al final lo convenció.
Y por último, Sasuke le cedía más tiempo de descanso a Itachi, ya que todos los entrenamientos que le había propuesto ya los había completado y, aunque lo que le faltaba ahora era subir la dificultad, quería dejarle un tiempo libre. Itachi había estado de acuerdo, pero aun así, entrenaba por las tardes con Shisui. Así que Sasuke dedicaba su tiempo a visitar a la pelirrosa.
Desde hacía un tiempo, había visto a Sakura muy decaída, pálida y triste. Se sentía impotente cuando ella le aseguraba que estaba bien, a pesar de que no era cierto. Una de aquellas veces, Sasuke se molestó con ella.
—¿Por qué no me dices lo que te pasa?—preguntó.
—No me pasa nada, Sasuke-kun. Sólo un poco estresada, nada más—sonrió, pero Sasuke supo que su sonrisa era falsa.
—¡Me estás mintiendo, Sakura! Te pasa algo más. Algo grave. ¿Acaso no confías en mí?
—¡No es que no confíe en ti, Sasuke!—le rebatió, enfadada—. ¿Tú no confías en mí? Quizás si no te lo digo es por algo.
—¡Estoy harto de que me oculten las cosas, Sakura! ¡Mi hermano me ocultó la verdad y mira cómo acabó!
—¡Sasuke!—gritó ella con lágrimas en los ojos—. Si lo hago... es para protegeros. A Naruto y a ti. Por favor. Cualquier malestar, dolor de cabeza o algo, dímelo. Sólo puedo decirte... que estoy haciendo una investigación importante. ¿De acuerdo?
Sasuke respiró hondo y asintió algo contrariado. Quería saber qué tenía aquella investigación para ser tan importante y que ni siquiera él podía saber de ella. Desde aquel día, ambos estaban un poco alejados, aunque no dejaron su relación. La temporada de descanso acabó para Sakura cuando pensó que se sentía mejor.
Lo más sorprendente fue saber que Mikoto había llegado al hospital preguntando por ella. La Uchiha confiaba en que Sakura era una buena ninja médico y le preguntaría a ella si podría darle un diagnóstico. Mikoto ya había tenido a Itachi, por lo que sabía que aquellos síntomas que padecía pertenecían a una embarazada. Sólo quería confirmarlo y tener su primera revisión. Saber que su pequeño estaba sano.
Ella esperaba en una habitación hasta que Sakura entró. La pelirrosa aún estaba algo sorprendida por enterarse de que Mikoto la requería a ella. Aún más cuando supo que su ahora paciente confiaba en ella para que le confirmara su embarazo. Sakura se preocupó por Sasuke y esperaba que el Uchiha la avisara si sentía dolores en su cuerpo.
Cuando Mikoto salió de la consulta, encontró a su primer hijo esperándola. Itachi caminó hasta ella y vio la sonrisa de su madre.
—Madre, ¿te ocurre algo?
—No tengo nada malo. Escucha, vas a tener un hermanito o una hermanita—Itachi se sorprendió y Mikoto sonrió aún más, acercándolo a su barriga—. Sí, serás el hermano mayor.
—Madre, me gustaría un hermanito.
—¿Ah, sí? Pero una hermanita sería más linda.
—Creo que será un hermanito—habló creyendo en su intuición.
Entonces, algunos copos de nieve comenzaron a caer, sorprendiéndolos. Mikoto se alegró al verlos y miró a su hijo mayor.
—Nacerá en verano.
Itachi asintió, pensativo. Podía ver a su madre sonriente y eso era algo que lo alegraba. Pero aun así, seguía pensando en que la vida no tenía sentido si finalmente morían. ¿Tendría que soportar ver morir a sus más allegados? ¿Moriría él antes? ¿Cuál era su propósito en la vida? Finalmente, suspiró serio y su madre lo miró preocupada.
—Itachi... ¿qué sucede?
—¿Eh?
—Te veo triste... ¿acaso no te gustó la noticia?
—No es eso, madre... Es solo que tengo miedo de que os pase algo.
Mikoto no podía negar que se sorprendió al escuchar sus palabras, pero sonrió comprensiva. Se agachó a la altura de Itachi y acarició su pelo, llamando su atención.
—Itachi. No nos pasará nada, ¿y sabes por qué?—Itachi negó, confuso—. Porque estoy segura de que si estuviéramos en peligro, tú vendrías a protegernos. Al igual que tu padre o yo te protegeremos a ti si tú lo estuvieras. Comprendo tu miedo, porque todos lo tenemos. Para no pensar en ello, disfruta cada día con las personas que más quieres. Así, cuando llegue el momento de que se vayan, no podrás arrepentirte de no haber hecho nada. Todo el mundo se va, antes o después, y hay que seguir adelante... encontrar nuevos lazos con los que compartir experiencias. Mientras entiendas eso, sabré que puedo estar tranquila.
Itachi se dio cuenta de muchas cosas gracias a su madre. El concepto que tenía de la vida, había cambiado radicalmente y supo que haría todo lo posible por disfrutar en todo momento. El pequeño Uchiha asintió con los ojos llorosos y no se pudo negar a que su madre le diera un abrazo fuerte. Y entonces juró que haría cualquier cosa por proteger a los que amaba.
*****
11-04-2018
Editado: 17-09-2018