Perfidia

By Bluecities

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Juegas con las reglas que ya manipulas, pero te lanzas al peligro del que ahora no sabes cómo escapar. ¿Qué p... More

Perfidia
Reparto
INTRODUCCIÓN | Ya estamos muertos
CAPÍTULO 01 | Primer ataque
CAPÍTULO 02 | Segundo ataque
CAPÍTULO 03 | Tercer ataque
CAPÍTULO 04 | ¿Qué es esto?
CAPÍTULO 05 | Ocurrirá
CAPÍTULO 06 | Estoy aquí para salvarlos
CAPÍTULO 07 | Lámpara incandescente
CAPÍTULO 08 | Teléfono fijo
CAPÍTULO 09 | Sonrisa sin vida
CAPÍTULO 10 | Pasaje al infierno
CAPÍTULO 11 | Buen presentimiento
CAPÍTULO 12 | El dibujo del reloj
CAPÍTULO 13 | La habitación del ataúd
CAPÍTULO 14 | Nada más que la verdad
CAPÍTULO 15 | Cuarto ataque
CAPÍTULO 16 | La cámara que sólo ella puede usar
CAPÍTULO 17 | ¿Puede un simple beso forjar algo más grande?
CAPÍTULO 18 | Confía en mí
CAPÍTULO 19 | Los refugios me odian
CAPÍTULO 20 | Adrenalina
CAPÍTULO 21 | Perfidia
CAPÍTULO 22 | La página número 24
CAPÍTULO 23 | Las personas muertas estamos más presentes de lo que crees
CAPÍTULO 24 | Apretar el gatillo
CAPÍTULO 25 | Más viva que nunca
CAPÍTULO 26 | Tic, toc
CAPÍTULO 27 | ¿Quieres jugar un juego?
CAPÍTULO 28 | Grita por mí
CAPÍTULO 29 | Es fácil cuando duele
CAPÍTULO 30 | Mueres salvándolo y vives matándolo
CAPÍTULO 31 | Te odiaré cuando muera
CAPÍTULO 32 | Absolutamente todo
CAPÍTULO 33 | Toma lo que siento
CAPÍTULO 34 | Algo tiene que quedar
CAPÍTULO 35 | Un poco más fuerte
CAPÍTULO 36 | Por ti
CAPÍTULO 37 | Una mala razón para ir detrás del pasado
CAPÍTULO 38 | Tan presente
CAPÍTULO 39 | No hagas que me arrepienta
CAPÍTULO 40 | No más preguntas
CAPÍTULO 41 | El fuego se encuentra con la gasolina
CAPÍTULO 42 | Caminar a través del fuego y sobrevivir
CAPÍTULO 43 | Infinitamente complicado
CAPÍTULO 44 | Lo que fue verdad y ahora es mentira
10 años después
Agradecimientos y algo más
Playlist

EPÍLOGO | Seguiré cayendo

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By Bluecities

Aquí estamos al fin... el epílogo, el final oficial  de la primera trilogía que de verdad escribí y concluyo. Esto en verdad es como acabar con una etapa de mi vida que comenzó en 2015 y a la que hoy le doy punto final, quién sabe cómo. Es probable que suba los agradecimientos pronto y ahí me dedique a dar las gracias, muchas cosas, así que por ahora sólo puedo decir que espero que disfrutéis de este final junto a mí :)

además, por si no lo habíais escuchado antes, os dejo mi canción favorita de la playlist de esta historia arriba. yo la escuché mientras corregía este capítulo así que os recomiendo escucharla también mientras leéis :)

por cierto... la dedicación es para la única persona que adivinó a quiénes les pertenecían las canciones que subí. muchísimas gracias :D

dejaré un último gif de Heather al final y además me gustaría oír opiniones con respecto a todo una vez que acaben (jknsadasud no se sientan obligados, es sólo para saber qué les pareció la historia)

vamos a ello...

HEATHER

Es difícil acabar con lo malo que sucede pero siempre es y será infinitamente más complicado superarlo, vivir con ello aún cuando se ha acabado, tener el coraje de seguir siendo quien eres a pesar de los cambios. Sufrir pero aprender de este sufrimiento por más que esto no te guste ni ahora, ni mañana, ni nunca. Eso es crecer.

Aún así nada nos preparará jamás para las sorpresas de la vida. Nunca serás capaz de anticiparte a las catástrofes, ni podrás evitar ir a una fiesta en la que tu vida se acabe. ¿O sí? ¿Es posible? ¿Entonces por qué no lo fue para mí?

Una vez que Joey se fue de esa habitación y salí con lágrimas en los ojos me di cuenta de que no había algo que fuese a ayudarme. Bradley me abrazó, no dijo ni preguntó nada, sólo me sostuvo. Me sentí mal conmigo misma porque ella no merecía nada de lo que yo significaba. Mi adolescencia estaba marcada por 00:00. Yo estaba hundiéndome en todo aquello y no quería arrastrarla conmigo, que era lo que estaba haciendo. Tenía el frasco con el líquido para borrarlo todo, para borrarme a mí básicamente, y la idea de la negación en mi cabeza. No iba a hacerlo, ¿pero qué sucedería si...?

—Joey ya no volverá a hacerte daño—me dijo Bradley ese día—. No puede si no se lo permites.

Sé a qué se refería cuando lo dijo. Tenía que comenzar a dejar de pensar en todo ello. No importaba que tan solo hubiese sido una semana desde que nos rescataron, era por mi bien. Cuanto antes lo hiciera, cuanto antes me esforzara por superarlo, más sencillo sería todo. Más colorido se vería el mundo. Pero no podía dejar pasar aquello como algo fugaz, como algo efímero, mientras el dolor seguía incrustado en mi pecho, mientras tendría que despertar todos los días y ver a mi madre en silla de ruedas por mi culpa.

—Hay algo que no sabes—intenté decirle a Bradley, aprovechando la cercanía que había entre nosotras. Nos encontrábamos en un pasillo largo, solitario y oscuro—. Algo que...

—Vuelves a sentir—arriesgó.

La miré a los ojos pensando en lo diferente que era de hace unos minutos, cuando tenía delante a Joey. Mientras la mirada de ella destellaba descontrol, odio, el infierno puro, Bradley brillaba con una tranquilidad que me abrazó. Me sonrió por unos instantes que se volvieron infinitos, pero aún así eran débiles. No podía dejar de llorar.

Su pulgar acarició mi labio inferior antes de inclinarse para posar sus labios sobre los míos sin ningún tipo de miedo. Recordé aquel momento en el que su tacto era solo eso y nada más y temí que siguiera siendo así, pero en cuanto caí en la cuenta de los nervios que me recorrían me sentí tranquilla. Sentí que... era libre de aquello.

Por alguna razón, nadie puede volver del mejor instante algo infinito, que nunca se acabe. Ese es el único motivo por el cual me alejé de Bradley, y ella se alejó de mí. Teníamos que volver a nuestras casas en algún momento, así que nos despedimos y luego cada una fue por su cuenta. Estaba a casi un kilómetro de mi hogar, las nubes cubrían el cielo al mismo tiempo en el que amenazaban con lanzarse sobre mí. Era lo único que me faltaba, que comenzara a llover y llegara empapada a casa. Papás estaban haciendo ciertos chequeos, hasta lo que sabía, así que con ellos no tendría ningún tipo de problema. Por otro lado, me sentaba mal el hecho de que no me sentía culpable por haber falsificado sus firmas, aunque en el fondo, si cuando entré a la casa tenía diecisiete y ahora han pasado dos años... ¿soy mayor de edad?

Es increíblemente interesante cómo la mente puede divagar tanto en diez minutos, que es el tiempo que me tomó llegar hasta casa y confirmar que, en definitiva, no hay nada que nos prepare para lo que la vida planea para nosotros. Justo cuando los vi comenzó a llover, como si de una película se tratara. Al no haber nadie en casa, no había persona que los atendiera, pero por alguna razón ellos seguían insistiendo. Me daban la espalda pero sabía quiénes eran. Maia tocaba la puerta. Zayn la acompañaba. Esther, Aarón y Perrie observaban a la espera de que alguien abriera.

Me estaban buscando.

Estaban ahí por mí porque sabían quién era yo.

¿Cuál era el punto de huir si no tenía a dónde ir? La lluvia ya había comenzado a caer sobre Gunnhild. Sabía en dónde vivía Bradley pero correr hasta allá, calándome hasta los huesos, no me parecía una opción. Mi casa era el único lugar que tenía, lo cual me llevaba a tener que enfrentarlos. Que huyera de la situación no iba a hacer que dejara de existir, ni iba a solucionar nada.

—¿Chicos?—susurré, acercándome a ellos.

La primera en girarse fue Maia. Estaba llorando, aunque puede que me haya parecido eso debido a la lluvia. Quise acercarme a ella, aún más. Quise abrazarla pero no supe cómo hacerlo. No estaba lista para enfrentarme a ello, al hecho de que lo sabían. Me habían recordado. Miré a Esther, pero no lucía como la amiga que conocía. Se había dejado crecer el pelo más que antes. Aarón, por el contrario, se lo había cortado. Recordaba su cabello ondulado y dorado pero no estaba más ahí. Perrie no lucía como la chica que había conocido. Su cabello era castaño, más corto que antes, y había ganado peso. Parecía una más, alguien común y corriente, en lugar de la persona que era. También estaba Zayn, pero seguía igual. No parecía tan cansado y triste como la última vez que lo había visto, pero seguía siendo él.

Y Maia...

¿Cómo hablar de la última persona que quería tener que ver ese día? Seguía siendo quien había sido mi amiga, con su característica mirada aniñada, el cabello rubio hasta por los hombros, pero algo me dijo en cuanto se quedó ahí, sin moverse, que había cambiado. No corrió hacia mí para abrazarme. No se acercó en ningún momento, fui yo la que tuvo que hacerlo, y más que para acercarme a ellos lo hice para resguardarme de la lluvia.

De un momento a otro estábamos frente a frente.

Parecía que todo volvía a chocarse.

Que mis recuerdos, lo que yo sabía que había pasado, no concordaba con lo que ellos creían saber.

No imaginé un momento tan brillante como ese. No llegué a hacerlo.

Notaba que mis ojos picaban de nuevo, esta vez con más impaciencia. Quería llorar frente a ellos pero me sentía incapaz. Me sentía hipócrita por querer ser la débil, la víctima del asunto, cuando era más que evidente que no lo era.

Me producía cierto desasosiego estar con ellos sin decir nada, pero también mi mente estaba en blanco. Los veía y no podía creerlo, no me entraba en la cabeza la idea de que seguían siendo tan reales como yo, de que seguían vivos, de que... lo recordaban.

—¿Por qué no fuiste a buscarme, Heather?—escuché que preguntó Maia.

No era la única que estaba a punto de llorar ahí, pero me sentía sola. Todos estaban observándome. Era el centro de atención. Zayn sostenía la mano de Maia, pero a mí nadie iba a ayudarme si me quebraba de nuevo. El resto del grupo permanecía expectante. Aguardaban mi respuesta.

—No quería que recordaran—intenté explicarme, pero sonaba como si estuviese defendiéndome de algo—. Prefería vivir sin ustedes a vivir sabiendo que sufrirían lo que yo sufro ahora.

Maia soltó la mano de Zayn por un momento y dio el paso que estaba esperando que dé para acercarse a mí.

—¿Entonces decidiste huir?—preguntó mientras tomaba mi mano.

Sé que alguien divino es testigo del dolor que tenía dentro de mí, de lo difícil que me resultaba seguir de pie. ¿Era eso lo que estaba haciendo? ¿Huir de ellos? En mi mente estaba protegiéndolos. Estaba salvándolos de recordar algo que no tenían por qué saber que sucedió, pero sin embargo Joey también se había adelantado a mí en esto, quizás incluso sin saberlo. Como yo era la única que podía hacerlos recordar, si moría me llevaba todo esto conmigo, pero si escapaba—cosa que terminó sucediendo—, tendría que volver a enfrentar el pasado.

00:00 estaba destinado a perseguirme hasta mi muerte.

—Lo siento—intenté decir, pero Maia se adelantó a mis palabras.

Tiró de mi mano para acercarme a ella y, por fin, me abrazó con fuerza. Sólo entonces perdí el control del dolor y las lágrimas comenzaron a caer ante la situación, de manera casi imparable. Me faltó el aire. Quería poder dejar de llorar pero no era capaz. Estaba abrazando de nuevo a mi mejor y única amiga, a la persona más importante que perdí y estaba dispuesta a perder día tras día sólo para mantenerla a salvo.

—No, Heather. Está bien—susurró ella, y quise responder pero no podía hablar—. Está más que bien.

No lo vi, pero súbitamente todos se acercaron. De a poco Zayn se unió, luego Esther, y al final, no sin antes vacilar, Aarón y Perrie también lo hicieron. Dejé de sentir que caería en cualquier momento porque sentí que ellos no me dejarían, pero aún así estaba impaciente. El dolor que yo sentía lo estaban sintiendo ellos. Zayn por fin era consciente de que Daniel no estaba. Perrie tenía que vivir sin su familia, sin su hermano. Esther y Aarón lo recordarían todo, de la misma forma en la que lo haríamos Maia y yo.

No era justo, no era posible, pero estaba sucediendo. Quería verlo como un sueño pero seguía siendo una pesadilla para mí.

Los invité a pasar a casa. Todos se sentaron en la mesa del comedor a esperar mientras yo me cambiaba, y al subir a mi habitación a hacerlo caí en la cuenta de algo que traía conmigo: el líquido que Joey me había dado. Parecía llamarme como si de mi solución se tratase, así que cerré la puerta con pestillo y me senté en la cama para mirarlo con detenimiento.

Tenía que pensarlo bien.

¿Estaba dispuesta a hacerme eso? ¿A soltar 00:00? Porque esa era la única manera que podía ver para calmarme a mí misma, para dejar ir esa mierda a la que me había sometido voluntariamente. Joey me lo había dado porque sabía que sería débil, que querría hacerme eso, y no se había equivocado ni por un solo segundo. Estaba en lo correcto. Ese día dejé el frasco escondido debajo de mi cama con la idea fija en mi cabeza, y bajé para hablar de nuevo con aquellas personas a las que ya consideraba perdidas.

Me sorprendí a mí misma cuando me vi hablando con ellos de todo lo que había sucedido en 00:00 cuando se habían ido. Pensé en contarles lo de Victoria. En hacerles saber que estaba muy enojada por eso, pero no llegué a ese extremo. Seguía sin querer compartir las emociones negativas. Aún intentaba salvarlos, más a Perrie que a alguien más. Así que modifiqué la historia un poco, pero eso no borraba nada demasiado importante. En una tarde de lluvia todos ellos recordaron algo que perdieron en su vida, y además fui capaz de ser escuchada por aquello que guardaba en mi corazón.

Y claro que fue difícil tomar una decisión.

¿Utilizar el líquido o vivir con el dolor de saber que, por mi culpa, todos ellos recordarían 00:00 como yo por el resto de sus vidas?

Me consideraba fuerte, pero una semana fue suficiente como para que el peso de la culpa controlara mi mente. No dormía pensando en que ellos tampoco lo hacían. Perrie vivía con Esther y ambas solían llamarme por el teléfono fijo cada noche antes de dormir para preguntarme cómo me sentía. Maia y Zayn eran un poco más detallistas, ya que me visitaban cada tarde para no dejar que mis palabras mintieran. Querían ver mi cara. Decían que era lo único que reflejaba mi verdadero estado de ánimo.

Tuve suerte de que no reflejara también mis intenciones.

Me llevó alrededor de dos semanas tomar una decisión con respecto a ello. Cada vez, la relación que volvía a tener con ellos influenciaba un poco más en mí. Además, me era difícil pensar en dejar ir a Bradley. La quería de verdad. Sentía en lo más profundo de mí ser que estaba destinada a estar con ella por todo lo que despertaba en mí, pero también era consciente de que borrarle 00:00 de la memoria no iba a matarla. Siempre tenía la opción de hablarle como si no nos conociéramos, de comenzar de nuevo, y sin embargo tenía miedo de que eso no funcionara y terminara cortando la relación desde el inicio. Era, aún así, un riesgo que estaba dispuesta a correr.

Llegó el momento en el que tuve que hacerlo.

Decirme a mí misma si de verdad podría con ello.

Y en cuanto supe que sí, sentí esa tranquilidad en mí que me hizo darme cuenta de que estaba tomando la decisión correcta, por más que muchos terminaran odiándome por eso.

Lo primero que hice fue hacer una lista con las direcciones de todos. Desde Maia, pasando por Esther y Aarón, hasta Bradley y Stephen. Tenía que eliminar por completo 00:00 de todos nosotros, y el frasco con el líquido era suficiente para todos si tan solo utilizaba unas gotas, tal y como Joey me había dicho que funcionaría.

Era un miércoles a la noche. El día perfecto para pasar en casa porque, además, había una gran tormenta sobre Gunnhild. Estaba segura de que ninguno de ellos saldría porque necesitaba que así sea. Aguardé a que sean las once de la noche, ni muy temprano ni muy tarde, y salí de casa sin que mamá ni papá se dieran cuenta. Todo lo que llevaba conmigo era el líquido y el dolor que seguía cargando pero que estaba dispuesta a borrar.

Victoria tenía razón al decir que los sentimientos controlan este mundo pero se equivocaba al pensar que nos vuelven vulnerables. No soy débil por amar demasiado, soy fuerte por tomar el riesgo sin importar qué termine ocurriendo.

Primero fui a la casa de Maia ya que sabía que Esther y Perrie estarían ahí. Me habían invitado a pasar la noche, por lo que accedí sólo para poder hacerlo todo más rápido. En cuanto llegué ya estaban todas a punto de comer. El menú era hamburguesas. Aguardé a que todas estuvieran sentadas en la mesa para decir que yo prepararía las hamburguesas para todas. Ninguna se negó así que fui tomando los panes, la carne, y todo lo que iban pidiéndome, hasta que al final colocaba el líquido.

Ninguna lo vio, ni siquiera llegaron a imaginarlo. Cuando comieron las hamburguesas no tardaron en caer dormidas.

Me costó darme cuenta de que realmente lo estaba haciendo, pero me sentí tan libre que esquivé cualquier mala emoción de mí y las llevé a todas hasta la habitación de Maia, en donde íbamos a dormir. Las acosté de manera tal que luciera como si hubiesen pasado la noche hablando, hasta que caí en la cuenta de que despertarían con una desconocida. 00:00 nos había traído a Perrie, ¿cómo explicaría, entonces, que despierte ahí?

Me cagué en todos los sentidos en el destino hijo de puta que me obligaba a borrar cosas de la memoria de las personas. Tuve que recurrir a una idea estúpida pero era lo único que se me ocurrió. Tomé el móvil de Maia, abrí la cámara y me saqué un par de fotos con Perrie para que luciera que habíamos ido a alguna fiesta o cualquier cosa así y que la habíamos conocido allí.

Esperaba que funcionara.

Mi siguiente parada era la casa de Zayn porque a partir de ahí tenía el camino más cerca al resto de los jugadores. Entrar a su casa no fue difícil ya que, en cuanto llegué, había una pequeña fiesta que Eric llevaba a cabo. Su hermano me dejó entrar porque nos conocíamos de alguna que otra clase de inglés, pero me dijo que Zayn estaba sobre el techo tocando la guitarra como el niño raro que siempre fue. Entonces eso hacía todo mucho más sencillo: busqué algo de bebida, coloqué una gota del líquido en un vaso y subí.

Escuché la música de Zayn mientras llegaba a él. La tormenta aún no se rebelaba pero estaba cerca de hacerlo. Era muy peligroso estar ahí pero él tomaba el riesgo así que yo también lo hice. Me senté a su lado. Al instante Zayn dejó de tocar y volteó a mirarme con evidente sorpresa.

—¿Heather?—preguntó—. ¿Qué haces aquí?

—Iba a visitar a Maia—mentí, pasándole el vaso indicado sin siquiera decirle qué tenía. Lo vi llevárselo a los labios y tomar sin ningún tipo de duda—, pero pasaba por aquí y te vi sobre el techo. ¿No tienes miedo de que te parta la cara un rayo?

Zayn sonrió, lo cual me hizo sentir la persona más egoísta del mundo, pero él ya había bebido del vaso. No había nada que hacer para cambiarlo: mi plan ya había comenzado, y era imposible volver atrás.

—¿Estabas... por visitar... a quién?

Zayn comenzó a cerrar sus ojos de a poco hasta que dejó caer la guitarra y se tumbó, a punto de dormirse. Esperé un minuto sin decirle nada y pensé en que, si este líquido borra sólo 00:00 de nuestras vidas y de forma irreversible, entonces a pesar de todo seguiré siendo amiga de Maia.

Como si nada hubiese pasado.

Como si nunca hubiésemos ido a esa fiesta.

Tomé a Zayn porque no estaba dispuesta a dejarlo ahí si la tormenta se largaba y bajé con él, quién sabe cómo. Me sorprendí de ser más fuerte de lo que pensaba que era. Entré a Zayn en su casa y, como no encontré su habitación, lo dejé dormido en el sofá antes de abandonar el lugar.

Miré la hora antes de hacerlo. Era la una de la mañana.

Me tocaba ir a la casa de Stephen. Ya había pasado antes por ahí para tener una mínima idea de qué haría para entrar así que, al llegar, recordé los apuntes que había tomado mentalmente para poder llegar a su habitación. Su casa era, en realidad, bastante simple. Era de un solo piso y su habitación estaba al final de toda la casa. No había nada que me impidiera ingresar al jardín. Gunnhild siempre fue considerada por algunos una ciudad tranquila. Me dirigí a la última parte de la casa, esa que tenía aún la luz encendida, y observé a Stephen desde la ventana. Estaba acostado en su cama pero no parecía que estaba durmiendo.

Toqué el cristal cuatro veces para atraer su atención.

Se resaltó pero, al verme, no tardó en acercarse a la ventana para abrirla y dejarme pasar. Entré sin vacilar ni por un momento y, una vez que me sentí segura, decidí buscar una estrategia. Le pedí algo para beber mientras le explicaba qué hacía ahí. Mentí diciéndole que tenía que contarle algo sobre Joey porque había hablado con ella pero no lo entendía. A Stephen le pareció raro que recluyera a él pero aún así no se quejó. Alargué mi mentira hasta que por fin me entregó un vaso con algún jugo, y entonces me interrumpí para darle un sorbo.

Tras esto comencé a toser como si la vida me fuera en ello y, disimuladamente, me volteé un poco para que Stephen no me viera volcar el líquido en el vaso. Pensó que me giraba para que no pudiera verme toser, así que cuando me volví hacia él rogué para que mis intentos sean suficiente como para convencerlo. Vi que le parecía extraño, pero aún así no dijo nada.

—Esto tiene algo—le dije—. Mira, pruébalo.

Como primera instancia, él se negó.

Decidí hacerlo más a mí manera.

—Venga, hombre. No tengo ninguna enfermedad como el sida que contagiarte. Solo quiero saber si estoy loca o no porque siento que este jugo tiene algo.

Convencí a Stephen a duras penas, pero terminó bebiendo el jugo. No entendí cómo lo logré hasta que lo vi caerse delante de mis ojos. Esperé que no se enfadara conmigo por hacerle algo como eso, por engañarlo, pero vi sus dibujos. La mayoría eran de Maddie o de una chica llena de sangre sentada sobre una silla en una habitación blanca. Estaba sufriendo sin decirlo en voz alta, y yo no iba a permitir eso.

Lo acosté sobre su cama y me fui.

El siguiente era Aarón, pero este no estaba en su casa sino trabajando en una especie de bar-restaurante que Maia me había dicho que tenía que visitar. Según ella iba a encantarme el estilo del lugar, así que decidí cumplir su deseo y hacerlo. Fui. Aarón estaba trabajando ahí, después de todo.

Al llegar me di cuenta de lo que mi mejor amiga estaba diciendo. El lugar se llamaba Hielo sin hogar y era la representación exacta de cualquier bar de película que una persona como yo amaría. Ingresé y no tardé en localizar a Aarón, por lo que me acerqué a él e hice mi pedido: un té frío para llevar.

Tan simple como novedoso.

Sé que Aarón estuvo a punto de reírse de mí pero, por alguna razón, no lo hizo. En lugar de ello, me cuestionó el pedido.

—¿Un té frío a la una de la mañana de un viernes, Heather?

Le dije que sí, que así era yo, lo cual le hizo reír y a mí me hizo sentirme más tranquila. Estando ahí, en una cafetería, sería más sencillo lograr que Aarón bebiera el líquido. Lo único que tenía que hacer era seguir el mismo método que seguí con Stephen y todo estaría correcto, pero algo falló. Quien me trajo mi café no fue Aarón sino una camarera que no conocía. En cuanto me percaté de ello, la detuve para preguntárselo.

—Disculpa—le dije—, ¿en dónde está Aarón?

Ella frunció el ceño, pero terminó respondiendo.

—Su turno ha acabado, está volviendo a casa.

Oí que la puerta del lugar se abría así que volteé para verlo: Aarón de verdad se estaba yendo. Me apresuré a buscar el frasco con el líquido, coloqué dos gotas en el té y fui tras él lo más rápido que pude. Cuando lo alcancé le pregunté si podía acompañarlo hasta su casa, diciéndole que la mía quedaba cerca y no era tan estúpida como para volverme caminando sola de noche mientras una tormenta amenazaba con desatarse en cualquier momento.

Aarón aceptó, así que seguimos andando en silencio.

Llegó un punto en el que decidí decirle que en realidad había ido hasta ahí con la excusa de poder hablar con él para disculparme. Le expliqué que me sentía culpable porque habían recordado todo, lo cual era verdad, y concluí con la mentira de que en realidad odiaba el té frío.

No tuve que decirle nada. Él me lo pidió en cuanto oyó eso.

Se lo entregué sin decirle nada pero deseé que no lo tomara hasta que llegáramos a su casa, lo cual afortunadamente pasó así. Solo en cuanto estuvimos en la puerta, despidiéndonos, le dio el primer sorbo. No tardó en caer dormido.

Volví a él para registrar sus bolsillos hasta dar con la llave de su casa. En cuanto la encontré, la abrí y lo entré pero, de nuevo, no estaba dispuesta a buscar su habitación así que lo dejé sobre el sofá, tal y como había hecho con Zayn.

Abandoné esa casa dejando la llave debajo del tapete al más puro estilo americano, pero sintiéndome nerviosa porque solo quedaba una persona, a quien estaba dejando para el final porque no estaba dispuesta a comenzar con ella.

Bradley.

Caminé lo más lento que pude para retrasar la situación, hasta que comenzó a llover y no me quedó alternativa. Tenía que apresurarme, acabar con eso de una vez. Como problema extra mi cabeza había comenzado a dolerme, así que pensé que quizás me costaría pensar con la misma claridad que antes. Necesitaba estar segura de lo que estaba haciendo. Estar convencida de que era lo mejor. El dolor no me permitía esto.

Aún así, lo hice.

Estaba muy cerca de terminarlo como para rendirme.

La casa de Bradley en realidad era la casa de su abuela, por lo que cuando llegué todas las luces estaban apagadas y un silencio sepulcral parecía poseer el ambiente incluso desde afuera. Sabía que la habitación de Bradley estaba en el segundo piso y que no sería sencillo para mí llegar hasta ahí porque ya la había visitado con anterioridad. Supuse que tendría que encontrar como sea la forma de subir, y así fue. Para mi suerte aún me quedaba cierta agilidad de hacer lo mismo en casa para escapar de las peleas de mis padres cuando aún Caitlin era un tema para que ellos discutieran.

La ventana estaba abierta como si Bradley estuviera esperando que llegara alguien, pero ella estaba durmiendo en su cama. En cuanto la vi no pude evitar sentirme mal, querer llorar por primera vez. Estaba arriesgándome demasiado al hacer eso, y no estaba segura de si valía la pena, pero no podía dejar a Bradley sobrellevando todo aquello sola.

Me repetí mil veces que lo estaba haciendo por su bien, pero eso no explicaba por qué me costaba tanto.

Acercarme a su cama fue sencillo. Me senté a su lado con mucho cuidado para no despertarla, y no pude dejar de mirarla. Se veía mil veces mejor que antes. No tenía ojeras, su cabello estaba peinado, no lucía asustada. Dormía con tranquilidad, o al menos eso pensé hasta que la vi fruncir el ceño, lo cual me pareció tan adorable que no pude evitar sonreír.

Estaba teniendo una pesadilla.

—Mierda...—susurré—, cómo desearía haberte conocido en otras circunstancias, Bradley.

Todo lo que necesitaba era acabar con 00:00, pero eso significaba borrar tanto lo malo como lo bueno que había dejado. Por primera vez me pregunté ahí, mirando a Bradley, si estaba haciendo lo correcto en serio. Si la paz que sentía no era en realidad un gran caos disfrazado de control.

¿Qué me había llevado a hacer eso? ¿Borrar las memorias de todo para salvarlos? ¿Qué clase de salvación les estaba dando?

Quise acariciar a Bradley pero estaría arriesgándome a despertarla así que me conformé con mirarla hasta que las dudas fueron demasiadas y tuve que parar. Lo hice sin preguntarme de nuevo por qué. Abrí su boca con cuidado, busqué el frasco con el líquido, y dejé que una pequeña gota cayera dentro.

No debería haber hecho eso fue lo primero que pensé, pero ya estaba. Lo confirmé cuando, de repente, ella dejó de fruncir el ceño.

Me fui de su casa con lágrimas en los ojos y sintiendo que acababa de perderlo todo. Mis amigos ya no lo sabían, pero aún quedaba en mí algo. Si quería borrar 00:00 tenía que eliminarlo por completo, incluso de mí. Eso lo tuve claro mientras volvía a casa bajo la lluvia tras haber perdido a la única persona que había estado ahí conmigo a pesar de que yo no hubiese sentido lo mismo... o mejor dicho, nada en absoluto.

Había perdido a Bradley. Yo la había perdido sin su consentimiento.

Por su bien.

Pero en el fondo esperaba poder ser perdonada en algún universo paralelo, en algún cielo, en donde sea que la justicia se hiciera cargo de personas como yo.

Llegué a casa a eso de las tres de la mañana y no podía dejar de llorar. Me dolía mucho la cabeza, estaba cansada, pero estaba hecho. Yo había tomado la decisión y ahora lo único que me quedaba hacer era borrarme a mí también.

Yo era la última persona. Y ese líquido iba a quitarme todas las pesadillas. Iba a devolverme a la vieja Heather que tenía diecisiete años, y por más que esa Heather sea una ingenua, estúpida, era humana. Era más feliz de lo que yo era en ese momento. Antes de irme a mi habitación me dirigí a la de mamá y papá, y también les di el líquido. Ellos tenían que olvidarlo también. No iban a entender por qué de repente lo había superado, así que era lo mejor.

Cuando llegué a mi cama, me tumbé sin poder dejar de sentir que no tenía idea de lo que estaba haciendo.

Tenía el frasco en una mano, la oportunidad de perderlo todo, y en la otra nada, pero ahí estaba la oportunidad de mantener esto conmigo pero actuar como si nada hubiese pasado en absoluto. Una alternativa me dejaba el sufrimiento que la otra me quitaba, pero aún así no era una pregunta para mí. Iba a hacerlo, pero antes tenía que asegurarme de volver a Bradley, así que anoté su nombre junto a su número en un papel que dejé en la mesita a un costado de mi cama, y luego volví a tumbarme.

Iba a hacerlo.

Tenía que.

Salvarme al fin.

Hacer algo por mí.

Algo de lo que estaba segura.

¿Entonces por qué no lo sentía así?

Acerqué el frasco a mi boca y en cuanto sentí la gota tocar mi lengua me arrepentí, como todas las otras veces, y sin embargo era demasiado tarde. Solo tenía que esperar. Pronto dormiría y despertaría siendo... otra persona. Otra Heather.

Pero cuando tan solo dos minutos pasaron, supe que no estaba perdiendo la memoria.

Estaba muriendo.

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