- No pasa nada, Franky.
- Que no pasa nada, dices.
- Estás de mejor ánimo, eso es lo que importa, pequeño, no te enojes.
- Por eso nunca vengo a altas horas de la noche, cabrón eres un animal.
- ¿Pero por qué lo dices? Si ayer no... Ajajajaja.
- No te rías, no es gracioso.
- No, cielo, lo siento mucho, ajajajaja, no... Jajaja, no era mi intención... Frank...
- Me duele hasta el alma.
- No digas eso bebé, no fue tanto, no soy tan agresivo. - Menuda sonrisa de mentiroso.
- Yo me voy de aquí, hasta nunca.
- Pero quedate, anda.
Siempre es lo mismo, por más que intento ya no permitirle convencerme, no lo logro; por más que intento guardarme mis cosas, no puedo evitar pedirle finalmente que me ayude a superar mis problemas, y lo peor de todo es que sigue siendo el mejor remedio para mí. Incluso en estos momentos él se vuelve mi soporte, maldita sea.
Ah, como me molesta. Cada vez que vengo a verle por la noche (me ha llegado a confesar que es cuando más se llega a sentir solo) terminamos en su habitación y no necesariamente por dormir. De ahí una buena ducha, el desayuno, y me tengo que despedir al momento. Hasta el momento me cuesta admitir una cosa, me es muy difícil encontrar la manera de hacerle saber que en el fondo... que en el fondo no quiero irme.
- Traje tu favorito, Frank.
No, no, ¿por qué me haces esto? Así es más difícil despedirse. Así sólo me quedan ganas de pasar el resto del día contigo... De la vida también.
Me dueles, Samuel.
- Escucha, no puedo quedarme, tengo un compromiso, lo siento mucho pero tengo que ir.
Únicamente se me quedó mirando, me estaba poniendo nervioso.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué el silencio?
- Hmm, nada, nada. Pero bueno, si no hay de otra...
- Sabes que si no, me quedaba otra vez, pero...
- ¿Es verdad?
- ¿Qué? - tiene una sorpresa, claramente. Pero no se si será algo bueno o no tanto.
- Si no tuvieras compromiso hoy, te quedabas, ¿no? - uy esa sonrisa.
- Sí, es correcto.
- Hmm, adivina a quién le cancelaron la cita hoy, Franky.
-... ¿Cómo?
- Sí, sí, como lo oyes. Hace como una hora que llamó Abel para avisarme que se pospuso la junta y que los quieren para la próxima semana.
Sonreí.
Una hora después de aquello, estuvimos viendo una película en el sofá con palomitas y refresco. Los protagonistas eran terribles y la trama bastante lamentable, a eso sumándose que habíamos dormido poco, nos tomamos una siesta.
- ¿Has leído mi libro?
- ¿El de Diminutos?
- El segundo.
- Claro que sí, guapo, por favor...
- ¿No lo has leído?
- La verdad es que no, jaja.
- Pues te lo voy a leer.
Así logré pasar una tarde tranquila junto a mi niño, digo niño porque se quedó dormido mientras yo leía, pero lejos de molestarme... me quedé dormido también.
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Hello!!
Me he inspirado, y vuelve mi pareja favorita del maldito universo 💜💙🤗
Mucho amor a quienes dedican un segundo para leer 😊