1| Predictions (Elijah Mikael...

By Bucky_Barnes89

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Samantha Mitchell es una chica común que lucha por ser lo más invisible posible. Si no fuera por su ruidosa y... More

Prólogo
Playlist
1- The Originals Arrival
2- The Oracle
3- Tangled Up Blue
4- Girl in New Orleans
5- Sinners and Saints
6- Dealings With Magic
7- Vision and Mission
8- The River In Reverse
9- It'll Cost You More than You Think
Sam muere al final
10- Price of Blood
11- In Honor of The Fallen
12- Powerful Enemies
SE CANCELA
13- Difficult Decisions
15- Games and Tricks
16- It's Hard to Say Goodbye
¿Klamantha o Samlijah?
Plegarias Escuchadas y Preguntas Respondidas
17- Moon Over Bourbon Street
18- Every Pact Has a Weak Point
19- One Day, Many Losses and Several Gains
20- Even in Your Dreams
21- The Battle of New Orleans
22- From a Cradle to a Grave
Profecy: Anuncios y Agradecimientos

14- Long Way Back from Hell

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By Bucky_Barnes89

Narrador Externo

Samantha contemplaba temblorosa la gran marca en forma de grieta en su abdomen, la misma estaba de un intenso color negro y latía debido al inmenso dolor que le causaba al oráculo. Ella intentaba aguantar el dolor que las costillas rotas le otorgaban a su cuerpo, pero le era imposible. Su respiración al igual que los latidos de su corazón iban más a prisa y una pequeña capa de sudor comenzó a cubrir su cuerpo. El dolor causado por la magia negra le estaba afectando de sobre manera, al igual que nublaba su juicio a la hora de intentar usar su magia, cada vez que intentaba purificar aquella grieta el dolor en su abdomen aumentaba y una gran punzada de dolor invadía su cabeza.

- Ve por el amuleto- dijo ella con dificultad a un original angustiado, quien se levantó y a paso rápido fue hasta la habitación de Hayley.

- ¿Sucede algo?- preguntó la licántropo en cuanto lo vio en la entrada de su habitación.

- Necesito el collar que Samantha te dio- se apresuró a decir el trajeado- ¿Aún lo tienes?

- S-si, lo tengo ¿por...- pero antes de terminar la pregunta fue interrumpida por un alarido, proveniente del oráculo, seguido de un estruendo. Inmediatamente ambos corrieron hasta la habitación de la castaña y la encontraron arrodillada en el suelo, sus manos tanteaban a su alrededor mientras susurraba cosas. Lucía verdaderamente confundida. Elijah se acercó preocupado hasta estar frente a ella, y fue cuando pudo notar su estado.

- ¿Sam?

- Arena...- susurró ella con dificultad. Sus ojos estaban completamente blancos y su frente estaba perlada en sudor, sus manos buscaban con desesperación el objeto que sus labios susurraban- Arena...

La mirada del original se paseó por toda la habitación hasta llegar a un estante, a la izquierda de la habitación y tomó un frasco grande de cristal que contenía arena blanca, la misma arena que ella usaba para hacer círculos en el suelo. Elijah se acercó a Sam, con el frasco en mano, hasta ponerse a su altura. El oráculo lo tomó con desesperación y con la arena comenzó a hacer un círculo a su alrededor, mientras era observada no solo por Hayley y Elijah, sino también por Marcel y Jonathan, que habían escuchado los gritos desde el piso inferior. Samantha hacía muecas de dolor mientras murmuraba cosas que parecían no tener sentido.

"Niklaus" 

"Dolor" 

"Arena" 

"Sangre" 

Una vez que Elijah vio como la daga de Sam volaba de la cómoda hasta su mano entendió todo. 

- ¡Sam no!- exclamó, pero fue demasiado tarde. La daga ya había cortado su palma al mismo tiempo que la arena se tornaba de color negro. Elijah intentó entrar al círculo para sacarla pero se encontró con una barrera- Sam...- llamó él pero ella parecía no escucharlo, en cambio ella cortó la otra palma de su mano, la sangre goteaba hasta llegar al suelo y mientras el oráculo alzaba su blanca mirada- ¡Sam!- él intentó entrar nuevamente pero esta vez sus manos ardieron en cuanto las puso contra la barrera de magia que le impedía llegar a ella.

Se alejó con rapidez y observó las quemaduras en sus manos, mismas que comenzaron a sanar.

- Elijah ¿qué está sucediendo?- preguntó Hayley con temor, viendo como Samantha comenzaba a elevarse poco a poco en el aire. La expresión del original se llenó de pánico.

- Creo que intenta ayudar a Niklaus- explicó brevemente lo poco que entendió. Su corazón latía con fuerza y sentía que todo su mundo estaba al borde de la destrucción. No sabía exactamente qué le sucedía a Samantha o cómo podría ayudarla, solo sabía que aquella marca en su abdomen era maligna y que le hacía daño, y el que estuviera dentro de ese círculo negro solo traía un mal presagio para el destino de la castaña. 

Por otro lado, Sam se encontraba en el submundo. El dolor había nublado completamente su vista y los mareos empezaron a adueñarse de su cuerpo al igual que la ansiedad. De no ser por que Elijah le había dado el frasco de arena estaría con una costilla perforando su pulmón y ya tenía tres rotas, no quería aumentar el número. Sentía una gran pesadez en su cuerpo al estar en el submundo, y la razón por la que había ido hasta allí era para pedir ayuda a los antiguos, necesitaba con urgencia ayudar a Niklaus. Había podido ver, como breves flashes, a Klaus retorciéndose de dolor en medio de una gran oscuridad, y temía en lo más profundo de ella que el híbrido no pudiera sobrevivir a tanto dolor. Caminó a trompicones por el submundo hasta caer en el suelo de rodillas, cosa que la hizo soltar un quejido de dolor. Se sentía extremadamente débil y sentía como el dolor se extendía por todo su cuerpo. Cerró sus ojos y las imágenes empezaron a correr por su mente.

De pronto se vio en medio de un lugar completamente vacío, parecía un hospital y por las condiciones que el mismo presentaba era más que obvio que estaba abandonado. Sam caminó por los pasillos vacíos y sucios del lugar, buscando algún indicio de lo que sucedía o de lo que se supone, pasaría en el futuro. 

"Tienes que saber"

Aquel susurro hizo que se volteara de golpe, su mirada recorrió el extenso pasillo en busca de la dueña de aquella voz, pero no lograba ver nada. 

"Tienes que ver"

Nuevamente aquel susurro a su oído. Volvió su mirada y para su sorpresa se encontró con un muy agotado y demacrado Niklaus, solo que sus ojos estaban cubiertos por dos manos delicadas.

"Tienes que verlo por ti mismo"

Nuevamente esa voz se escuchó suave y lejana, como si el viento le silbara. Las manos se apartaron con parsimonia del rostro de Klaus, haciendo que su mirada se posara en ella. Bajo sus ojos había un par de ojeras, imaginaba que era producto de la constante tortura que la daga le hacía sufrir, no solo a él, sino que también a ella, y eso le hizo preguntarse si sería capaz de resistir semejante dolor o si a caso él sería capaz.

- Niklaus...- pronunció en un murmullo, y solo eso hizo basta para que aquellos ojos azules la miraran con odio. Su corazón se detuvo ante esa mirada y un escalofrío recorrió su espalda. ¿A caso el motivo de su ira sería ella? Aquella posibilidad le aterraba de sobremanera, consideraba a Klaus como su mejor amigo ya que le había brindado su apoyo en sus momentos más difíciles y sabía que si las brujas lograban ponerlo en su contra no lo soportaría. Perder a alguien más. Ya había perdido a su familia, su única amiga y su vida normal, no quería perder a Klaus.

- No Nik, no es como crees...- esa voz hizo que se volteara. Rebekah miraba a su hermano mayor con verdadero pavor en su mirada. 

"Tenías que saber"

Aquella voz susurró nuevamente a sus espaldas, y fue justo en ese momento que Klaus comenzó a avanzar a paso decidido hasta llegar a una temblorosa Rebekah y tomarla por el cuello, pero solo hizo falta un parpadeo para que todo su entorno cambiara.

Se encontraba en una habitación totalmente sucia y arruinada, supuso que estaba en el mismo hospital, solo que una habitación diferente, además de que no había luz del sol entrando por las ventanas del lugar, podría suponer que sería de noche. En esta ocasión se encontraba empuñando la daga de hueso de Papa Tunde, mientras sujetaba a una temblorosa Rebekah del cuello. En su pecho sentía una ira inconmensurable, que nublaba su juicio, todo lo que quería hacer era enterrar esa daga en el pecho de la rubia, pero justo cuando estuvo por hacerlo una mano rodeó la suya y enterró la daga directamente a su pecho. Soltó un alarido debido al inmenso dolor que sentía, mientras volteaba su rostro para ver a culpable. Sus ojos no daban crédito a lo que estaba viendo. De pronto todo se nubló.

Cuando su vista volvió a la normalidad pudo ver a su alrededor que ya no se encontraba en aquel hospital abandonado, ahora era el barrio francés. Estaba a un extremo de la calle y a lo lejos pudo distinguir al hombre que le había robado en corazón y que al recordar lo que había visto anteriormente hizo que la sangre se le congelara. Él lucía elegante como era su costumbre, solo que su expresión era completamente diferente. A medida que fue aproximándose hasta quedar frente a ella, Sam pudo notar la tensión en la anatomía del original, y se preguntó qué lo tendría de esa manera. 

"Asesínala Elijah" 

La voz de Celeste sonó en su cabeza como un leve murmullo. Un escalofrío recorrió su espina dorsal y su corazón comenzó a latir con mayor rapidez. ¿Iba a matarla? ¿Por qué? 

Fue entonces que reparó en la mirada angustiada y llena de miedo del trajeado. Su rostro no mostraba emoción alguna, su mandíbula y sus hombros eran la prueba de la tensión en su anatomía, pero sus ojos. Aquellos orbes cafés demostraban angustia, súplica y un miedo profundo.

- Lo lamento Sam- dijo el original sin emoción alguna antes de rodear su cuello con sus manos.



Mientras tanto, Elijah desde el mundo real podía ver como Sam comenzaba a quedarse sin aire, además que varias marcas comenzaban a hacerse presentes en su cuello. Sus ojos continuaban en blanco y de sus manos aún goteaba la sangre, pero sus pulmones luchaban por conseguir aire y su cuerpo comenzó a sacudirse en forma de forcejeo. Tenía que hacer algo rápido o podría perderla.

- Hayley, ve por el amuleto- ordenó el original con la angustia y la desesperación dominando su corazón- ¡Ahora!

La licántropo corrió fuera de la habitación, como si fuese visto al mismo diablo, en busca del collar que le había proporcionado Sam hacía un par de días. Elijah mantenía su mirada fija y llena de angustia en el cuerpo levitante de Samantha, justo cuando escuchó una especie de crujido, proveniente de su abdomen. Inmediatamente su mirada recayó en el abdomen descubierto del oráculo para ver con horror como la grieta negra aumentaba de tamaño paulatinamente. Aquello le hizo sentir un miedo sumamente profundo, se sentía al borde del abismo con la certeza de que moriría si llegaba a caer. 

- ¡HAYLEY!- llamó con brusquedad a la licántropo, quien llegó corriendo mientras sujetaba en su mano el colgante. 

Un alarido retumbó por toda la habitación, seguido de un crujido y el intenso olor a sangre. El original su puso en alerta y volteó para ver aquello que lo dejaría completamente sin respiración. El rostro del oráculo contenía una expresión de dolor mientras su pecho crujía y de allí salían borbotones de sangre.

Elijah tomó el collar entre sus manos con desesperación y se apresuró a entrar al círculo, solo que la barrera no se lo permitía. Elijah tomó aire y comenzó a empujar hacia adentro con toda su fuerza, de su garganta salieron gritos de dolor al sentir como sus manos comenzaban a aparecer marcas de quemaduras, pero aún así no se rindió, no iba a perderla. Siguió empujando la barrera bajo las miradas de Marcel, Hayley y Jonathan, quienes no podían creer que un vampiro original estuviera arriesgando su vida por alguien que no era de su familia, un simple oráculo. De repente el dije del colgante emitió un pequeño destello, seguido de eso las heridas de Elijah comenzaron a sanar y él finalmente pudo poner un pie dentro del círculo.

El trajeado quedó sorprendido por el poder del amuleto, gracias a eso había logrado pasar. No dejó pasar más tiempo y se acercó a Sam, colocó el collar en el cuello de la castaña e inmediatamente la escuchó tomar una bocanada de aire, su cuerpo poco a poco comenzó a descender hasta quedar de rodillas en el suelo, su torso estaba completamente recostado del suelo y sus manos se aferraban al suelo. Su cabellera castaña se encontraba esparcida en el suelo y cubriendo su rostro, respiraba agitadamente intentando recuperar fuerzas mientras los anillos de su mano junto al colgante en su cuello emitían un brillo intenso que poco a poco fue menguando. El olor a sangre no desaparecía.

Elijah se colocó a su altura, sentía el corazón en la garganta, y apartó con delicadeza el cabello del rostro de Sam, aún tenía sus ojos completamente blancos, su frente se hallaba perlada de sudor y creyó escuchar un susurro muy tenue y algo tembloroso, que de no ser por su oído de vampiro no hubiese escuchado.

"Tua voluntas mea sit passio, est contubernalis mei, et adsumens parabolam, absorbere dolor tuus neglegens consequatur"

No estaba seguro de qué idioma hablaba, no entendía mucho, pero una vez Samantha comenzó a retorcerse de dolor en el suelo supo que algo andaba mal. En un acto de consuelo y de llamar su atención tomó su mano, y con ese mínimo contacto pudo entrar a su mente. Fueron cortos flashes que solo mostraban una escena tan escalofriante para él, que tan solo de ver lo que Sam había visto en sus visiones comenzó a temblar. 

Era él. Estaba tomando a Samantha de la cintura mientras una de sus manos se adentraba al pecho de la castaña en un intento por sacar su corazón.

El miedo le llevó a apartar la mano de la de Samantha como si su tacto le quemara. No sabía que pensar sobre eso, había visto lo que parecía una pesadilla en la mente de Samantha y no estaba muy seguro de si se trataba de una visión real o una alucinación de parte del oráculo, que en ese momento estaba siendo víctima de la magia negra, o eso era lo que entendía. Tampoco sabía exactamente que hacer, ella no le había dado muchas instrucciones sobre qué debía hacer en un caso como este, y aquello lograba alterarlo de sobre manera. Sentía ira hacia Celeste y las brujas que estaban haciendo esto, sentía impotencia y desesperación por no saber que hacer, y sobre todo sentía dolor en su pecho ante la idea de perder a Samantha justo entre sus brazos.

- Elijah...- la voz de Hayley logró sacarlo de su trance. 

- Denme unos minutos con ella a solas- pidió el trajeado sin apartar la mirada de Sam, quien se retorcía en el suelo de dolor pero sin emitir sonido alguno, solo había muecas.

- Nosotros seguiremos buscando a Klaus- dijo el moreno antes de hacerle una seña a Jonathan y junto a él abandonar la habitación. Jonathan no quería irse pero no tenía opción, si no tomaba en cuenta la amenaza que Elijah le había hecho tan solo minutos atrás, podría terminar sin cabeza.

- Elijah...- volvió a llamar la licántropo.

- Hayley, por favor...- le pidió el trajeado dándole una mirada llena de súplica- Me necesita- Hayley solo asintió, tomó aire intentando contener el dolor en su corazón al verlos juntos y salió de allí. Le producía celos el ver a Elijah ta preocupado por Sam, pero era cierto, ella lo necesitaba en ese momento. El trajeado volvió a fijar su atención en Samantha y reunió valor antes de acercar su mano nuevamente a la de ella. Tenía una idea y solo esperaba que funcionara. Cerró sus ojos y se adentró a su mente.

De un momento a otro ya no estaba en la habitación de Sam, sin que estaba en otro lugar. Parecía Nueva Orleans, salvo que estaba completamente vacía, no había música en lo absoluto y los colores del lugar eran de un tono muy lúgubre. Pero no tenía tiempo de admirar el lugar, debía encontrar a Samantha. Recorrió cada calle, de lo que suponía era el submundo, pero no había señales de ella, incluso fue hasta la iglesia pero no estaba allí. Comenzaba a desesperarse, y justo cuando creyó que no la encontraría a su cabeza llegó la descabellada idea de que podría estar en la plantación. Sin dudarlo fue hasta aquel lugar, corrió como un humano puesto que en aquel lugar no podía usar su velocidad como vampiro, no sabía el por qué de esta anomalía pero supuso que al ser un lugar rodeado de magia y perteneciente a oráculos de miles de años de edad, debía haber una especie de equilibrio, ya luego le preguntaría a Sam con más calma, por ahora lo importante era encontrarla. 

Al llegar a la plantación pudo vislumbrarla en frente de la plantación, rodeada por un círculo de fuego mientras con sus manos trazaba figuras con desespero. Su respiración era completamente agitada y su cuerpo evidenciaba grandes ojeras y algunas magulladuras en su rostro, como si hubiera salido de alguna pelea. Su camisa portaba una mancha de sangre seca y sus manos estaban llenas de rasguños y sangre. Elijah corrió hasta llegar a ella.

- ¡Sam!- gritó intentando llamar su atención. Sus ojos recorrieron el gran círculo de fuego alrededor del oráculo y tomó aire antes de saltar dentro, a paso decidido se acercó a la castaña arrodillada en el suelo, pero cuando estuvo a tan solo unos pasos las manos de ella se alzaron contra él y lo tumbaron al suelo con su magia.

- ¡No te acerques!- dijo ella con la voz temblorosa- Debo salvarlo- él se puso de pie y dio un par de pasos al frente.

- Sam escúchame- dijo alzando sus manos en una forma pacífica- Estamos haciendo lo mejor que podemos para encontrar a Niklaus.

- No es suficiente- masculló ella con furia- Él aún está sufriendo con esa daga y yo...

- Entiendo que quieres ayudarlo Sam- interrumpió él dando un paso más cerca- Pero tienes una marca de magia negra que te debilita a cada segundo- a medida que hablaba daba un paso adelante- ¿Haz logrado localizarlo?- aquella pregunta hace que Sam baje la mirada con tristeza.

- No...- murmulla con la voz quebrada- Yo... n-no puedo- el trajeado se colocó de rodillas frente a ella y tomó su rostro entre sus manos.

- Estás esforzándote demasiado Samy la marca en tu abdomen solo te debilita más y más- dijo suavemente al oráculo, quien tenía sus ojos llenos de lágrimas- ¿Recuerdas que me dijiste las consecuencias de ser herida por magia negra?- sus ojos castaños miraron profundamente los de ella, ambos estaban asustados- Podrías morir.

- Es mi vinculado Elijah- se excusó Sam con la voz quebradiza- También es mi mejor amigo, no puedo dejarlo solo... no después de...- ella tragó entre lágrimas.

- No lo estás abandonando- se apresuró a decir Elijah mientras acariciaba su mejilla- Te doy mi palabra de que haré todo lo que esté en mi poder para traerlo de vuelta y sacarle la daga del pecho- las manos del oráculo estaban aferradas a los brazos del original- Pero debes detenerte y descansar.

- Elijah...

- Así no llegarás a ningún lado Sam, solo conseguirás acelerar el proceso de la magia negra en tu cuerpo.

- Elijah, no...

- Hazlo por Niklaus- dijo con la esperanza de hacerla entrar en razón- Hazlo por mi Sam- con delicadeza acarició la mejilla del oráculo y juntó su frente con la de ella- No quiero perderte- sus ojos estaban cerrados y su corazón latía con fuerza dentro de su pecho.

Quizá esa era la segunda vez que lo veía en una fachada tan débil, recordaba vagamente su desesperación cuando absorbió el veneno de su cuerpo hace unas horas atrás, pero esta era la segunda vez que lo veía tan vulnerable. Samantha cerró los ojos y respiró profundamente mientras a su alrededor el círculo de fuego poco a poco se extinguía, poco a poco sintió el cansancio apoderarse de ella y se dejó llevar por el sueño que se apoderaba de ella.

Elijah salió de su mente y observó a Samantha, quien se hallaba completamente dormida en el suelo. La tomó en sus brazos y la recortó en la cama con suavidad. Se sentó al borde de la cama y acarició su rostro con delicadeza, su frente seguía perlada en sudor y podía ver que bajo sus ojos se hallaban dos grandes ojeras, y a juzgar por su abdomen, podía notar que las costillas rotas habían sanado, supuso que era obra de la magia que su cuerpo contenía. El olor a sangre llamó su atención y dirigió su mirada a las manos de la castaña, ambas aún conservaban los cortes profundos que se había hecho con anterioridad, y notó la mancha de sangre húmeda en la camisa de la castaña. Tenía que hacer algo para detener el sangrado, por lo que se levantó de la cama y recorrió la habitación en busca de un botiquín de primeros auxilios. 

En aquella casa no había necesidad de uno ya que todos eran vampiros allí, sin embargo sabía que Samantha debía tener uno por ahí guardado en algún lugar debido a su condición de mortal. Mientras buscaba pensó en aquella visión que había visto al entrar en la mente de Sam por accidente. ¿Sería una visión real o una simple alucinación? ¿Si era una visión, se cumpliría? Tan solo de pensarlo sentía su corazón hacerse añicos, jamás asesinaría a Sam de una manera tan cruel, no era un desalmado como aveces solía ser su hermano. Encontró el botiquín en uno de los cajones de la cómoda y al tenerlo en mano se aproximó hasta Sam, quien dormía plácidamente. Se escucharon unos toquidos en la puerta mientras él desinfectaba las heridas del oráculo. Masculló un pequeño "adelante" y la puerta se abrió, mostrando a Marcel.

- ¿Lo encontraron?- preguntó Elijah con cierta esperanza, misma que desapareció en cuanto el moreno negó- ¿Entonces qué sucede?

- Encontraron a Monique Deveraux en el cementerio- el trajeado procedió a envolver una de las manos de Sam con una venda.

- ¿Y eso debería importarme porque....

- Ella podría tener respuestas Elijah- declaró Marcel llamando la atención del original- Algunos de mis hombres la vieron junto a Sabine y otra bruja caminando la otra noche por el barrio.

- ¿Qué hora es?- preguntó con el ceño fruncido.

- Las siete de la mañana.

Él parpadeó perplejo, al parecer se había tardado demasiado estando en el submundo buscando a Sam. Había perdido la noción del tiempo y tampoco había caído en cuenta de la hora, siquiera de que había amanecido. Asintió con la cabeza antes de continuar envolviendo la mano de Sam en una venda.

- Terminaré con Sam en un par de minutos, luego iré al cementerio- declaró mientras pasaba a envolver la otra mano. Marcel asintió y salió de la habitación para dejarle a Elijah su espacio. 

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Monique Deveraux se encontraba sujetando una vela mientras observaba como el encargado sellaba la tumba de su familia, donde ahora se encontraba el cadáver de su tía Sophie. No sentía dolor alguno, después de todo ella no era una creyente de la cosecha, y todo aquel que no creyera sería eliminado, muy pronto podrían purificar la ciudad de los vampiros y licántropos, solo necesitaban el poder del oráculo de Nueva Orleans y así podrían pasar a una purificación masiva. Según le había explicado Celeste. Por ahora solo contemplaba como su tía era sellada en la tumba familiar. 

De pronto uno de los hombres a su lado salió volando por los aires. Todos voltearon a ver sorprendidos, cuando de repente se escuchó el crujir de dos cuellos y el golpe de ambos cuerpos al caer. Elijah había hecho acto de presencia en el entierro de su tía, los demás retrocedían mientras ella simplemente permanecía en su lugar. Celeste le había advertido que una vez la muerte de su tía llegara a oídos del original, él vendría hasta ella por respuestas.

- Mis hermanos desaparecieron, ¿en donde están?- preguntó Elijah con algo de severidad.

- Estás interrumpiendo la consagración de mi tía Sophie- dijo Monique con dureza. Elijah frunció el ceño y se acercó a la tumba lleno de asombro. ¿Había muerto?

- ¿Qué rayos pasó?- preguntó a la bruja.

- La tía Sophie fue víctima de la guerra- declaró la pequeña morena sin demostrar expresión alguna.

- Monique, te recomiendo que me des todo lo que quiero, a menos que quieras que derribe este lugar y todo lo que hay en él- amenazó el trajeado con dureza y determinación. 

- Eso no será necesario- la actitud despreocupada de la chiquilla y aquellos ojos que reflejaban un brillo de maldad pura lograba erizar los vellos de cualquiera, menos los de Elijah- Tengo un mensaje para ti, de Celeste.

Escuchar el nombre no fue nada gratificante, al igual que tampoco lo fue el que la bruja alzara su mano y lo hechizara. Sintió como el área de su pecho, cerca de su clavícula ardía, con una mueca de molestia desabrochó los botones de su camisa y observó aquella área, para su sorpresa había un nombre.

"Theresa"

Sintió nuevamente ese ardor seguido de varios nombres que comenzaron a aparecer, esta vez se descubrió el antebrazo y allí descubrió el nombre de Sabine Laurent. Sus ojos recayeron en la pequeña Monique, quien lo miraba con sorna y diversión.

- Para encontrar lo que estás buscando sigue el camino que ella dejó- dijo Monique al original que comenzaba a mirarla con enojo- También quiere que sepas que muy pronto tendrá al oráculo en sus manos, al parecer ya encontró la manera- dijo encogiéndose de hombros. En ese momento él se tensó.

- Sobre mi cadáver- masculló entre dientes a la bruja, quien tragó duro ante la mirada furibunda y amenazante de Elijah. Tal parecía que lo que Celeste le había dicho era cierto. El original se dio la vuelta y salió de aquel lugar, ahora debía volver a la casa, Sam quizá tendría respuestas sobre qué diablos eran esos nombres que comenzaban a aparecer en su cuerpo.

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Podía escuchar una dulce voz tararear una melodía desconocida para ella. Habría pensado que quien estuviera cantando sonaba verdaderamente hermoso, pero al reconocer la voz sus pensamientos cambiaron. Su respiración era muy agitada y se sentía realmente débil. Había sido atacada por una manada de licántropos hacia algunas horas y el veneno corría por sus venas, no se preocupaba tanto pues al ser una original no podía morir, pero eso no menguaba el dolor y la fiebre que sentía en ese momento. Su mano se dirigió hasta su abdomen para sentir la estaca de madera sobresalir de su estómago. Genevieve la había clavado allí cuando había salido de aquel lugar espantoso.

Ahora solo estaba recostada en una antigua camilla de hospital, en un lugar apestoso y horrendo. Solo rogaba internamente que Sam y Elijah la encontraran de prisa. Volvió su cabeza hasta la figura pelirroja que tarareaba y movía sus manos.

- ¿Qu-qu-é demonios estás haciendo maldita p-perra?- preguntó Rebekah con la voz temblorosa.

- Pobre Rebekah- dijo la bruja volviéndose hacia ella con un cuenco de cerámica en sus manos- Debes descansar- poco a poco se acercó a ella- Te ves un poco enferma- los ojos azules de Genevieve se posaron en la estaca de su estómago y con su manos la sacó de golpe, arrancando un grito de parte de la rubia- Claro que esto era de esperarse, es por la cantidad de veneno de licántropo que hay en tu cuerpo- la estaca goteaba sangre y la bruja no desaprovechó la oportunidad, sostuvo el cuenco debajo de la estaca sangrante mientras volvía a la pequeña mesilla de hierro donde estaban varias de sus cosas- ¿Te gustó mucho ese licántropo cierto?- preguntó ella con cierto cinismo en su voz- Creí que era tu tipo, dispuesto y vulgar.

- Si no estuviera tan enferma te arrancaría la cabeza- dijo con agotamiento.

- Pero estás enferma- dijo Genevieve mientras humedecía un pañuelo blanco en agua fría- Y cuidar a los enfermos siempre ha sido uno de mis talentos- Rebekah soltó un gemido de dolor, sentía el malestar de la fiebre en todo su cuerpo- Yo cuido a mis amigos- añadió la bruja acercándose a la rubia- Fuimos amigas ¿lo recuerdas?- preguntó a una temblorosa Rebekah- Claro que si.

Colocó el pañuelo en su frente al mismo tiempo que se adentraba a su mente, tan solo para hacerle recordar el momento en que ellas se conocieron. 

Era el año 1919 y ambas trabajaban en el mismo hospital, una horrible enfermedad azotaba a Nueva Orleans haciendo que muchos cayeran enfermos o incluso muertos. Habían muchas voluntarias que se habían ofrecido para atender a los enfermos mientras se encontraba una cura. Rebekah vestía de enfermera ese día mientras atendía a un hombre que llevaba la enfermedad muy avanzada, la rubia dio un par de golpecitos al hombre que tosía con gran dificultad en un intento por reconfortarlo, mientras revisaba la carpeta en la cómoda a su lado.

- Hombre enfermo sin ident...- pero fue interrumpida debido al mismo hombre, había escupido sangre en su delantal blanco- Ugh, eso no es bueno- dijo con una mueca de asco mientras el hombre seguía tosiendo, la rubia buscó con su mirada a alguien que la ayudase- ¡Tú, pelirroja!

Genevieve volteó en su dirección, usando el mismo uniforme de enfermera que ella. Rebekah le hizo una seña hacia el hombre agonizante a su lado, quien no paraba de quejarse del dolor. Inmediatamente la bruja caminó con rapidez hacia él con un vaso en la mano.

- Tenga, dele un trago a esto- indicó con suavidad al sujeto, que parecía aferrarse al vaso como si su vida dependiera de ello. 

- Eso es magia- dijo la rubia mientras contemplaba las acciones de la pelirroja con una sonrisa, parecía ser una buena persona y aquel comportamiento había enternecido su corazón- ¿Pero qué se puede esperar de una bruja practicante?- dijo lo último en un murmullo audible solo para ellas dos. Inmediatamente Genevieve miró a los lados nerviosa de que la gente hubiera escuchado sus palabras. 

- Es un remedio de hierbas- se excusó en un murmullo hacia la rubia- No detendrá lo inevitable pero, creo que aliviará sus pulmones... un poco, ojalá- añadió ella con una pequeña sonrisa.

- Señorita, usted es muy buena- dijo Rebekah correspondiendo su gesto- ¿Cuál es su nombre?

- Amm...Genevieve- respondió con algo de timidez.

- Que hermoso- elogió Rebekah- ¿Puede darme algunos consejos?

- Creo que si, aunque sea algo extraño- dijo la pelirroja con el ceño levemente fruncido, miró a su alrededor y se acercó un poco a la rubia para murmurar- Un vampiro trabajando como enfermera.

- Por favor querida, soy un vampiro original- dijo la rubia con petulancia- Si mi ciudad está en peligro por esta fea influenza es mi deber ayudar- Genevieve la observó con una sonrisa- Además, si todos ellos mueren no habría alimento- murmuró lo último en su oído, haciendo que la sonrisa de la pelirroja se ampliara.

- Estás loca- dijo ella en tono de broma.

- ¿Sabes? Creo que tu y yo vamos a ser grandes amigas- aquella frase retumbaba hasta en lo más profundo de su cabeza, recordándole el gran error que había cometido años atrás- ¿Qué te parece si me acompañas a un pequeño lugar de jazz que descubrí en la calle Basin, esta noche?- propuso la rubia con algo de entusiasmo- Brindaremos por Nueva Orleans- los ojos azules de Genevieve brillaron llenos de entusiasmo ante la invitación, pero de pronto los mismos se volvieron hacia la chica castaña que doblaba un par de sábanas y le daba una mirada llena de advertencia, en ese momento la sonrisa de Genevieve se borró.

- No lo creo- respondió, pero por suerte para ambas, la rubia se había fijado en ese gesto y se volteó para ver a la chica a sus espaldas.

- Oye tú- dijo llamando la atención de la enfermera- ¿Qué tal si vienes?- preguntó dejando a la chica perpleja- Después de ser ángeles todo el día merecemos algo de diversión. 

De repente Rebekah despertó de aquel recuerdo, el mismo que creyó había sepultado hace años atrás. Con dificultad se levantó de la camilla, estaba dispuesta a salir huyendo de allí aunque le costara una eternidad.

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Elijah entró al matadero a paso rápido, a lo largo del camino habían aparecido más nombres en su cuerpo, además de que Marcel le había llamado para notificarle que el oráculo había despertado, se encontraba algo débil pero estaría bien.

- ¿Algo?- le preguntó al moreno, quien había estado hablando con los vampiros.

- Revisan toda la ciudad, los diurnos cuestionan a los contactos, policías, trabajadores del puerto en el barrio, lo saben- el trajeado se detuvo frente a él- Quien quiera ganar un favor mío se ganará una vida entera si los encuentra.

- Bien, necesito papel y lápiz- declaró Elijah mientras caminaba rumbo al estudio- ¿Dónde está Sam?

- En su habitación- dijo mientras lo seguía- ¿Ahora recibo órdenes tuyas o estamos juntos en esto?- preguntó mientras veía como Elijah desabrochaba los botones de las mangas de su camisa. 

- Papel y lápiz Marcellus, ahora- dijo deshaciéndose de la chaqueta.

- Quiero recuperarla tanto como tú ¿sabes?- espetó Marcel con algo de enojo- A ambos- el moreno se dispuso a buscar lo que el original le pedía, mientras éste se deshacía de su corbata y poco a poco de su camisa.

- ¡Sam!- llamó al oráculo, quien para su fortuna pasaba cerca de los pasillos con un tazón de cereal en la mano, solo tuvo que adentrarse al estudio.

- Dime que encontraste alg...- se detuvo abruptamente al notar que el original se encontraba desnudo de la cintura para arriba. 

De no ser por que Marcel estaba presente ella se hubiese arrojado a él, con la intensión de eliminar el resto de la ropa. Tragó en seco y aferró sus manos al tazón en sus manos mientras su mirada recorría el definido cuerpo del original. Debería ser ilegal que se presente de esa forma ante mi, pensó el oráculo. Por otro lado Elijah la recorría con la mirada, aunque se hubiese cambiado de ropa las heridas aún permanecían en su cuerpo, pudo notarlo gracias a las vendas en sus manos. Además de que bajo sus ojos eran adornados por dos oscuras ojeras, producto del cansancio, y su cabello lucía un poco alborotado, aunque eso último no importaba ya que le daba un aspecto más sexy a Samantha. 

- ¿Sucede algo?- preguntó con la voz un poco ronca.

- Necesito que hagas una lista con estos nombres- pidió Elijah mientras sostenía la camisa entre sus manos, ignorando la punzada de placer que sintió en su vientre bajo- ¿Podrías hacer eso, por favor?

- Amm... si si- afirmó con algo de nerviosismo mientras dejaba su tazón en una pequeña mesa a un lado. Caminó con algo de timidez hasta donde esta él y observó más de cerca aquel cuerpo generador de malos pensamientos en su cabeza. Carraspeó a la vez que sacudía un poco su cabeza, necesitaba concentrarse y aquella vista no ayudaba mucho. Poco a poco sus ojos fueron leyendo uno a uno los nombres marcados en el cuerpo del original a la vez que caminaba a su alrededor. La respiración de Sam comenzó a alterarse un poco mientras leía al igual que su corazón ante aquella cercanía, el ambiente entre ellos se volvió un poco más pesado, tanto que incluso Marcel pudo notarlo.

- ¡Elijah! Volviste- dijo Hayley entrando al estudio. Creyó haber escuchado la voz del original y se había dirigido al estudio para verlo, ahora se arrepentía de ello. Sam estaba muy cerca de un Elijah sin camisa- ¿Qué hacen?

- Aún no lo sé- respondió Marcel intentando no mirar al oráculo y al vampiro en la habitación. 

- ¿Qué es esto?- preguntó Samantha tomando el antebrazo del original para vislumbrar el nombre de Sabine Laurent, con solo verlo supo de quien se trataba. No tenía tiempo para atender a Hayley, encontrar a Klaus era más importante.

- Esto representa los nombres de las mujeres que Celeste habitó durante los últimos dos siglos- dijo Elijah un poco tenso ante el tacto del oráculo.

- Se llama Divinet, es de la vieja escuela- intervino Marcel extendiéndole una libreta y un lápiz a Samantha, quien lo tomó y comenzó a anotar los nombres desde el más reciente al más antiguo- Así enseñaban las brujas a sus hijos, resuelvelo y desaparece.

- ¿Por qué? ¿Cuál es el punto?- pregunta Hayley con el ceño fruncido.

- Celeste nos obligó a elegir entre tú y mis hermanos y ahora quiere burlarse de esta situación, insultándome con un juego de niños- dijo con algo de enojo ante el reto que se le presentaba- Entre más dure el juego más sufrirán- su mirada recayó en su pecho y en el montón de nombres que lograba ver- Para encontrar a Niklaus y a Rebekah hay que resolver este acertijo.

- En ese caso los ayudaré- aportó Samantha a un lado de Elijah, quien suspiró aire lleno de frustración.

- No.

- Nik es mi vinculado y mi deber es proteger a tu familia- respondió ella mientras se cruzaba de brazos.

- Sam...

- Además, entre más personas ayuden será más corta la búsqueda, y déjame recordarte que tengo una grieta negra en mi abdomen que me provoca un dolor algo aguantable- añadió señalando su propio abdomen con una ceja alzada- Digas lo que digas voy ayudarles- al ver la determinación irradiar del cuerpo de Samantha supo que no podría hacer nada para detenerla, suspiró resignado y se encogió de hombros levemente para luego fijar su vista en su antebrazo.

- La respuesta yace en alguno de estos nombres.

- El nombre al lado de Sabine, Annie Lafleur...- interviene Marcel, señalando el antebrazo del original, inmediatamente todos vuelven su vista hacia ese lugar- Fue la bruja que expulsaron de su aquelarre hace un año, no supe por qué pero lo averiguaré.

- Bien, Sam anotará los nombres de la lista- anunció el original mientras el oráculo terminaba si tazón de cereal con rapidez- Avísame si encuentras algo- el moreno asintió y salió del estudio. Solo quedaban Elijah, Samantha y Hayley en la habitación, la última comenzó a sentir que sobraba, por lo que tomó aire y solo le pidió a ambos que en cuanto supieran algo le avisaran, al terminar de decir aquello simplemente salió del estudio siendo capaz de aguantar la tensión entre el oráculo y el original.

- Muy bien, voy a empezar- anunció el oráculo dejando el tazón vacío en la mesita, cosa que hizo sonreír a Elijah. Sam se acercó a él y con la libreta en la mano comenzó a escribir los nombres que partían del antebrazo derecho, sumida en silencio, intentaba concentrarse o de otra forma terminaría cumpliendo aquellos pensamientos, para nada inocentes, en todos los lugares del estudio.

- Veo que no has tomado sangre de vampiro- mencionó él al ver las vendas en las manos de la castaña.

- No me apetecía beber sangre antes de desayunar- dijo mientras anotaba los nombres del brazo, sumida en completo silencio, aunque el mismo era un poco incómodo debido a la tensión del ambiente.

- Me alegra saber que estás comiendo- dijo Elijah intentando romper aquel silencio.

- Bueno, me desperté con hambre y un gran dolor de cabeza- dijo la castaña mientras anotaba- Además que Jonathan me obligó a tomar un par de tostadas esta mañana y eso abrió mi apetito- Sam por un momento creyó escuchar mal, puesto que le pareció escuchar un gruñido de parte de Elijah, en ese momento paró de anotar, iba por la parte del hombro- ¿Dijiste algo?

- Nada- dijo con sequedad, cosa que le pareció rara en él. Lo que no sabía era que Elijah estaba siendo invadido por los celos, tan solo imaginar al tal Jonathan con SU oráculo hacía que la sangre le hirviera. De un momento a otro tenía a Sam frente a él, lo miraba de manera inquisidora e intensa, por un momento temió que pudiera ver en lo más profundo de su ser con tan solo una mirada.

- Te molesta Jonathan- dijo Sam apuntándolo con el lápiz.

- ¿Qué?

- Te molesta que esté conmigo- reafirmó el oráculo aun Elijah muy tenso, cosa que hizo que una sonrisa se dibujara en su rostro- ¡Estás celoso!

- ¡¿Qué?! No- negó Elijah escondiendo su nerviosismo de ella, aunque sus ojos lo delataran.

- Oh vamos, eres muy obvio- Sam sonreía ampliamente, se sentía satisfecha y feliz, tal parecía que él comenzaba a sentir algo por ella- Aunque no me di cuenta hasta el momento en que lo mencioné- el original rodó los ojos con fastidio- ¡Lo sabía! Estás celoso.

- Sam, que ruede los ojos no significa nada.

- ¡Claro que si!- exclamó ella apuntándolo con el lápiz- Admite que estás celoso de Jonathan.

- No tengo nada que admitir- dijo cruzándose de brazos. Esa era la señal para dejar de insistir, Sam se encogió de hombros.

- Está bien, no lo admitas- ella se encaminó de regreso a la espalda del original- Tarde o temprano lo harás- susurró en el oído de Elijah, cosa que hizo que contuviera la respiración y le diera una nueva punzada de placer en su bajo vientre. Samantha seguía anotando mientras la tensión se hacía cada vez más y más grande, y no se debía a los pensamientos de ambos. Claro que no. Se debía a que "accidentalmente" Sam acariciaba la espalda del original, justo donde se encontraban los nombres. Aquello solo aumentaba la excitación de ambos, sus ansias por tocarse y por volver a experimentar aquella sensación de tener sus labios danzando tan eróticamente  a la vista de un niño. 

Poco a poco los nombres fueron acabando y a medida que avanzaba, Sam dejaba una caricia en la piel de Elijah, quien estaba a solo un paso de tirar aquel autocontrol directo a la basura. Su tacto le era suave y sumamente erótico, tan gratificante y a la vez tan ardiente que lo dejaba con ganas de más. Justo en ese momento Samantha se colocó frente a él para notar los nombres de su pecho, por un segundo no tuvo la valentía de hacerlo pero el no tocarlo le era dolorosamente imposible. Tal parecía que la noche anterior, al besar a Elijah sin querer había roto la pequeña barrera que los separaba.

Ahora estaban nuevamente frente a frente a una distancia mínima, y con las mismas ansias que habían desarrollado a lo largo de conocerse. Sam alzó su mano con nerviosismo y se atrevió a acariciar el pecho de Elijah. 

Él cerró los ojos y soltó un jadeo al sentir su tacto, una nueva punzada de placer invadió su cuerpo mientras mantenía la mirada fija en ella, quien no quería subir la mirada, sabía que si lo hacía probablemente no podría contenerse y cedería ante sus deseos. Apartó su mano y con rapidez garabateó lo más rápido que pudo todos los nombres que había en el pecho del original.

- Sam...- la voz ronca de Elijah logró captar su atención, sin embargo no paró de garabatear.

- Dame un segundo- respondió ella con la mirada fija en la libreta a la vez que garabateaba con rapidez los nombres restantes.  De un momento a otro la libreta y el lápiz desaparecieron de sus manos para ser arrojados a un lado de la habitación. Lo único que supo fue que después de ver como aquellos instrumentos se estrellaban contra la pared, un par de manos la tomaban por la cintura y la acercaban hasta él, para finalmente sentir los labios de Elijah estrellarse con ansia y hambre contra los suyos. 

No le costó nada corresponder aquel beso, había estado deseándolo desde el momento en que entró al estudio. Sus manos acariciaron en pecho de Elijah hasta deslizarse a sus hombros y rodearlo con sus brazos, haciendo que el beso se tornara más profundo. Elijah no sabía qué era aquello que lo dominaba, le costaba pensar con claridad puesto que la excitación dominaba sus sentidos. Esto no le había pasado en más de mil años, ni cuando era un novicio. 

Sus manos recorrieron la cintura del oráculo y poco a poco fueron bajando hasta posarse en aquel trasero suave y apetitoso para la vista de cualquier hombre, la acercó aún más hacia él haciendo que notara su creciente erección y en reacción ella gimió en medio del beso. Sintió las manos de Sam recorrer su cuello hasta hundirse en su cabello, en respuesta profundizó el beso aún más. Ambos estaban agobiados debido a tantas emociones, y el deseo carnal creciente en sus cuerpos que no pensaban en que alguien podría escucharlos o si quiera que podría interrumpirlos. Simplemente no les importaba.

- Sam...- jadeó el original al separarse brevemente de aquel delicioso momento. La castaña pareció comprender la petición con tan solo compartir una mirada, dio un pequeño salto para luego rodear la cadera de Elijah con sus piernas y aferrarse a los hombros del vampiro con sus brazos. Soltó un jadeo al sentir la viva erección del vampiro y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba contra la pared.

Sus bocas volvieron a unirse en un ferviente beso que duró muy poco, puesto que Elijah decidió esparcir besos en el cuello de Sam, quien en respuesta soltó un gemido mientras las manos del original recubrían su cuerpo con caricias, hasta llegar a su centro ardiente por debajo de su pantalón, pero sin cruzar la línea de la ropa interior. En ese momento ella pegó una de sus manos a la pared del estudio y una onda de luz recorrió las paredes, señal de que un hechizo insonoro había sido colocado en la habitación, esta vez ninguno estaba dispuesto a poner un alto, además que nadie podía escucharlos y la puerta estaba cerrada. Samantha tomó al original y volvió a unir sus labios nuevamente para ahogar un gemido lleno de placer. Necesitaba más de él, ambos lo hacían.

Se habían olvidado de lo sucedido hace tan solo horas, ya no había peligro, solo estaban ellos y nadie más. 

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Klaus yacía sobre una camilla vieja, sus manos estaban atadas con cinturones a la camilla y se hallaba sin camisa sobre aquella superficie fría. Sus ojos estaban cerrados, pero se movían debajo de los parpados, los cuales eran rodeados por ojeras oscuras, producto de la tortura que la daga de Papa Tunde le proporcionaba. En su abdomen yacía una grieta de color rojo, muy parecida a la de Samantha, que se extendía a lo largo de su abdomen sin pasar del ombligo o de su pecho.

Genevieve entró a la habitación y lo observó por un momento para luego verificar que las ataduras de sus manos no estuvieran sueltas, en ese momento Klaus abrió los ojos, su frente estaba perlada de sudor y se sentía agotado al igual que adolorido, pero por alguna extraña razón recordaba cosas del momento en el que estuvo inconsciente. Recordaba ver a Samantha en brazos de su hermano, retorciéndose de dolor. Tenía que salir de allí pero con esa daga enterrada en su cuerpo no podía. La mano de la bruja acarició con delicadeza aquella marca.

- Pobre Klaus...- dijo con falsa lástima, no lo sentía pues él era parte de su plan de vengarse de Rebekah, no importaba si le gustaba mucho. Genevieve se apartó de su lado y fue hasta una mesita cercana, donde tomó un bisturí y se lo mostró una vez estuvo junto a él- Tranquilo, te voy a ayudar.

Seguido a eso, con el bisturí, abrió la marca del híbrido, quien soltó un quejido al sentir la hojilla abrir su piel. La pelirroja se acomodó la manga de su suéter hacia atrás y seguido a eso introdujo su mano en el pecho del híbrido, haciendo que soltara un alarido y tirara del amarre de sus manos.




Samantha se separa de golpe de Elijah y cae de rodillas en el suelo, para soltar un alarido ante el dolor inmenso que siente en su abdomen. 

- ¿Sam?- pregunta un Elijah agitado acercándose a ella y colocándose a su altura. Los ojos de la castaña se llenan de lágrimas ante el dolor mientras sus manos se dirigen hacia su abdomen. Sentía como si le estuvieran revolviendo las entrañas y éstas estuvieran en llamas. De pronto siente como algo es arrancado de su pecho y suelta un grito al cielo justo antes de desplomarse- ¡Sam!- exclama el original atajándola, mientras ella jadea y suelta leves quejidos debido al cansancio y sus manos se aferraban a los brazos de él.




Klaus suelta un fuerte alarido al sentir el escozor en su pecho una vez que la daga fue retirada por la bruja Genevieve, quien sonreía con la mano llena de sangre, la cual sujetaba la daga de Papa Tunde. El híbrido bufaba y jadeaba ante aquel molesto dolor en su pecho, con algo de tiempo sanaría por lo que solo debía esperar. Luego le arrancaría la cabeza a la pelirroja, sacaría a su hermana de ese espantoso lugar y finalmente iría a ver si Samantha estaba bien.




El oráculo era sujetada por Elijah, quien la cargaba hasta recostarla en un sofá. Ella se encontraba débil, demasiado, por lo que prosiguió a morder su propia mano y ofrecerle sangre de vampiro a Samantha para que sanara mucho más rápido y obtuviera las fuerzas necesarias para continuar. 

- Bebe- ordenó él con suavidad. Sam pareció pensárselo pero finalmente bebió la sangre de vampiro y en un dos por tres todas sus heridas sanaron y sus fuerzas se renovaron. Poco a poco las ojeras desaparecieron de su rostro al igual que sentía como la marca de su abdomen se esfumaba.

- Gracias...- dijo ella luego de recuperarse. Elijah sonrió y con su pulgar limpió un pequeño rastro de sangre que sobresalía de sus labios. Finalmente besó su frente en un gesto de afecto y protección antes de besar sus labios con brevedad.

- Siempre voy a estar ahí para protegerte, Sam- sus ojos miraban fijamente a los de ella con un pequeño brillo en ellos. De pronto la puerta se abrió, haciendo que ambos se sobresaltaran y se alejaran con suma rapidez.

- La encontré- dijo Marcel entrando al estudio, pero solo se encontró con que Sam terminaba de anotar los nombres del cuerpo de Elijah.

- Perfecto- dijo Samantha cerrando la pequeña libreta- Ya terminé- dijo con una sonrisa inocente, que solo logró excitar aún más al original, quien contemplaba el coqueto caminar del oráculo al salir- Los veré en la entrada- gritó desde afuera.

Marcel observó a Elijah con curiosidad, aquella expresión no era muy común y habían sido realmente pocas las veces que había visto esa reacción en él. Sus ojos se volvieron a la dirección por donde había salido el oráculo y por donde la mirada del trajeado se había guindado hasta el momento en que se dispuso a buscar su camisa.

- ¿Sucedió algo entre ustedes?

- Creo que la búsqueda de Niklaus empieza a afectarte- preguntó el original con normalidad, como si hace tan solo unos minutos no hubiese experimentado uno de los momentos más candentes de su inmortalidad o como si no tuviera una erección oculta en sus pantalones- Iré a vestirme.

Y con eso se marchó, no solo a vestirse sino también a saciar aquella sed de placer palpitante en sus pantalones. Solo que ella no le ayudaría.

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- ¿Se suicidó?- preguntó Hayley desde el otro lado de la línea llena de impresión. Marcel, Samantha y él habían ido hasta el extremo de la ciudad, donde lograron localizar al esposo de Annie Lafleur, quien vivía en una casa apartada de los suburbios de la ruidosa ciudad. Le había dado las respuestas que buscaban y ahora, Marcel se encontraba buscando alguna otra persona que hubiera tenido contacto con alguna de las mujeres fallecidas de la lista.

- Si, se ahogó en el Mississipi para ser precisos- confirmó el trajeado mientras caminaba por las calles de la ciudad, hablando por teléfono con la licántropo- Celeste se cansó y tomó el cuerpo de Sabine.

- ¿Cómo lo sabes?

- Por que volvió en el mismo sitio que nos besamos por primera vez- dice el trajeado con algo de dificultad ante los recuerdos. Si era cierto que había tomado la decisión de dejarla ir, pero aún le dolía un poco aquella traición de parte de su antiguo amor, aunque eso no implicaba que tuviera sentimientos hacia ella.

- Poético, creo- ironizó Hayley- En una forma escalofriante y vengativa.

Elijah consideraba que comunicarle a Hayley de lo que estaba pasando era importante. Al estar informada evitaba que ella cometiera actos imprudentes que la pusieran a ella y al bebé en peligro.

- Los nombres, estas vidas robadas para que Celeste tome venganza, creo que no nos queda más opción que ver hasta dónde nos lleva- de pronto se detuvo al ver a Samantha salir de una cafetería con dos vasos de café en la mano mientras lo buscaba con la mirada- Hayley tengo que colgar, te llamo luego.

- Elijah...- ella lo llamó antes de que perdiera la llamada.

- ¿Qué pasa?

- Hay que preguntarle a Marcel si sabe algo de un nombre de la lista, Brynne Deveraux- propuso la licántropo con determinación y seguridad- Sophie dijo que fue su familia quien puso la maldición sobre los licántropos crecientes y Celeste dijo que podría romperla- no hacía falta ser tan sabia para unir las piezas del rompecabezas, además que su encierro le había dado mucho en que pensar y tenía una teoría- Si Brynne Deveraux era de hecho Celeste cuando lanzó el hechizo, creo que... tal vez Celeste pueda romperlo.

- Veré lo que sabe- respondió el trajeado en cambio, mientras veía a Sam acercarse a él.

- Elijah...- intervino Hayley con un nudo en el estómago debido a los nervios- Siento mucho que estés pasando por eso, si hubiese sabido que Celeste te hizo elegir a quien ayudar...

- Ibas a morir en ese incendio Hayley, junto con el hijo de mi hermano- se excusó él de pronto, dejándola algo perpleja y con una punzada de dolor en su corazón- No había opción.

Y con eso colgó la llamada y se acercó al oráculo que esperaba a una distancia prudencial, respetando su privacidad al hablar por teléfono. El trajeado guardó su celular mientras se colocaba al lado del oráculo.

- ¿Hablaste con Hayley?- preguntó la castaña a su lado ofreciéndole uno de los vasos en sus manos. Elijah asintió- ¿Que te dijo?

- Quería que averiguara sobre Brynne Deveraux- respondió él dándole un sorbo a su café- Parece que ella maldijo a los licántropos de su familia.

- Si busca una manera de romper la maldición yo podría hacerlo gratis- se ofreció ella mientras emprendían una caminata por la ciudad.

- Te dije que hasta que no encontremos a Niklaus no harás magia.

- ¡Elijah!- se quejó.

- Dije que no Sam- reafirmó el original con severidad- Celeste y las brujas tienen a mis hermanos en su poder, podrían aprovecharse del vínculo entre tú y mi hermano para hacerte daño- le explicó por tercera vez en el día, a lo que ella bufó en respuesta. Sam insistía en usar su magia para localizar a Klaus pero él se había negado rotundamente a que ella lo hiciera a no ser que fuera un asunto de vida o muerte. Luego de que ella se recuperara del "ataque de magia negra" se sentía un poco débil, por ende cargaba con el amuleto  en el cuello, pero era solo cuestión de tiempo para que su cuerpo estuviera totalmente purificado y sus fortalezas volvieran a la normalidad.

Mientras tanto debía darle la razón a Elijah, por lo que caminó a su lado mientras esperaban respuestas de Marcel.

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Luego de haber curado la herida de Klaus y haberla vendado, estaba finalmente lista para dar inicio a su venganza. Klaus lucía verdaderamente agotado y débil sentado en esa silla de ruedas maniatado, pero eso no impedía que mirara a la pelirroja frente a él con algo de desdén, aunque debía agradecerle por sacar aquella daga del infierno de su cuerpo.

- Mi herida no está sanando- dijo con la voz ronca.

- En esa daga hay tanta magia, que tardará algo- respondió Genevieve terminando de arreglar la camisa que le había puesto al híbrido.

- ¿Eres una de ellas verdad?- preguntó Klaus en tono lúgubre- De las brujas que volvieron de la muerte buscado venganza- la pelirroja se mantuvo en silencio, dándole una respuesta al híbrido- ¿Por qué mostrarme bondad?

Aquella era la duda que había estado rondando por su cabeza desde que la había visto entrar en la habitación, si era parte del séquito de la bruja vengativa Celeste Dubois, ¿por qué ser gentil con el peor de los Mikaelson? ¿Por qué sacar la daga teniendo no solo la oportunidad de hacerlo sufrir a él, sino también a Samantha?. Justo en ese momento pudo ver como el gesto de Genevieve se suavizó y de pronto su mano le otorgó una caricia a su rostro con gentileza.

- Tú nunca me hiciste nada- dijo ella con gentileza mientras acariciaba la mejilla del híbrido original- Lo cierto es que al verte así, solo me das lástima- sus rostros estaban a una distancia corta, cosa que no le incomodaba, la verdad es que le parecía muy hermosa aquella pelirroja.

- Ah, pues traiciona a las otras y ponte de mi lado- murmuró con la mirada perdida en aquellos ojos celestes- Te recompensaré, de formas que no podrás imaginar- aquel tono sugerente develaba tantas posibilidades para ella. Ambos sonrieron. Por mucho tiempo lo había visto desde lejos y siempre estuvo enamorada de él, solo que Rebekah le arrebató su vida antes de que pudiera acercarse a Klaus, por eso debía vengarse.

- ¿Klaus Mikaelson le ofrece un trato a alguien como yo?- dice ella con fingida incredulidad, estando tan cerca de él- Me hace sentir alagada- murmura con algo de coquetería mientras se va acercando cada vez más a él- Pero primero, tenemos que charlar sobre tu hermana- finalmente ella se aleja de él.

- Rebekah no es de tu interés- sale en defensa de su hermana- Si pretendes hacerle daño...

- Vaya, el hermano protector- interrumpe la pelirroja soltando un suspiro- Que lástima que la lealtad no sea recíproca, por eso no me extraña la traición de Rebekah- dice mientras va hasta la mesa para luego tomar el cuenco de cerámica entre sus manos, el cual contenía un hechizo en una mezcla de color poco atractivo- Tú y yo tenemos eso en común- ella se dio la vuelta y se acercó a Klaus para ofrecerle el tazón- Ten, bebe- el híbrido le dio una mirada llena de desconfianza- Quiero ayudarte un poco, curarte para que veas la verdad que ha estado frente a ti durante casi un siglo- dice acercando el cuenco a la boca de Klaus.

¿De qué verdad estaba hablando? ¿Era cierto lo que esta bruja decía sobre su hermana? ¿Realmente ella lo había traicionado? Claro que ya lo había hecho varias veces, pero ¿qué tan grave sería esta traición que la llevaría a ocultarlo? 

Quería saberlo.

Por lo que sin dudarlo un segundo más bebió todo el contenido del tazón de cerámica que Genevieve ponía frente a él. Todo estuvo bien hasta que sintió un dolor en su estómago, pero cuando estuvo dispuesto a gritar ella cubrió su boca.

- Tu hermana tuvo un mal encuentro con unos licántropos anoche, imagino que estás probando el veneno de su sangre- se apresuró a decir la pelirroja, para luego destapar su boca una vez dejó de sacudirse por el dolor- Solo así puedo mostrarte lo que necesitas ver- la garganta de Klaus ardía debido al veneno, claro que no moriría ya que era un original, pero eso no impedía el dolor y el ardor en su garganta- Estando en ese estado seré capaz de guiarla por los recuerdos, esa será mi venganza, mostrándote cómo te traicionó.

Genevieve posó su mano en la frente del híbrido y lo transportó de pronto a la mente de su hermana. Estaba en un largo pasillo de aquel abandonado lugar y frente a él se encontraba Rebekah, lucía jadeante y agitada.

- ¡Niklaus!- exclamó ella al verlo. De pronto se sintió a salvo y no dudó en correr hacia él, claro que no era mucha la velocidad debido a que se sentía débil en extremo por el veneno de licántropo que corría en sus venas. A medida que avanzaba podía ver en las habitaciones, algunos niños de aspecto verdaderamente escalofriantes. Uno de ellos estaba agonizante, sentado sobre una mesa mientras sostenía un pañuelo blanco manchado de sangre.

En la siguiente habitación vislumbró a una niña en una bañera, bañada de sangre. Aquello solo conseguía aterrarla, por lo que comenzó a acelerar el paso. Por último pudo ver a un señor mayor tosiendo sangre y estirando su mano hacia ella, rogando por ayuda. Rebekah corrió hasta cruzar una puerta, misma que la llevó a hundirse en sus recuerdos.

De pronto se vio vestida con aquel traje de enfermera que solía usar en 1919 mientras ayudaba en el hospital a los enfermos que se contagiaban de influenza. Estaba en el área de cadáveres, mejor conocida como la morgue, allí se llevaban a los que habían fallecidos y eran canonizados junto a sus sábanas. Pero justo en aquel lugar se encontraba el amor de su vida: Marcel Gerard, esperando por ella. 

Rebekah sonrió y rodeó la cintura del moreno para luego unir sus labios en un dulce beso, él puso su mano con delicadeza en la nuca de la rubia para profundizar el beso mientras la pegaba a una columna de concreto cercana a ellos, y como todo un adolescente, dejaba que sus manos recorrieran el cuerpo de su novia y apegaran aquel hermosos cuerpo al suyo.

- Marcel- exclamó ella con una sonrisa llena de picardía- Ten más respeto.

- No, no creo que a ellos les importe- dijo con una sonrisa mirando a su alrededor. Volvieron a unir sus labios nuevamente y siguieron compartiendo caricias hasta que el moreno se separó de ella- Rebekah ¿le pediste a Genevieve que hiciera el hechizo?

- Lo haré- dijo intercambiando la dirección de su mirada de los labios del moreno a sus ojos- Cuando se pueda- intentó acercarse pero él se alejó, evitando el beso.

- Rebekah, has estado saliendo con esa bruja esperando el momento correcto- le recordó Marcel para sonreírle de forma coqueta- ¿No se supone que la harías tu amiga?- ambos se besaron con brevedad- Un pequeño hechizo y por fin podremos estar juntos- dijo separándose de ella, para ver aquellos ojos que brillaban ante su presencia- ¿Qué esperas?

- Es una linda chica, es todo- se excusó la rubia- Y debes saber que me siento mal en utilizarla.

- Entonces busca a otra bruja con quien no finjas una amistad- propuso el moreno, pero tan solo terminó aquella oración Rebekah endureció el gesto- ¿O ya cambiaste de opinión?

- Quiero estar en nuestra casa y contigo ahí despertar, en una cama para los dos- confesó la rubia con amor brotando de cada una de sus palabras- Caminar por la calle contigo a mi lado para que todo mundo sepa que tú eres mío y yo soy tuya- expresó liberando cada uno de sus deseos- No quiero tener miedo de lo que mi hermano pueda hacerme por amarte, y si es la única forma de conseguirlo, no he cambiado de parecer.

Aquellas palabras lograron derretir el corazón del moreno, quien unió sus labios una vez más en un tórrido beso a la vez que la cargaba en brazos y unía más sus cuerpos. Justo en ese momento, una pelirroja vestida de enfermera entró a la morgue con un cargamento de sábanas manchadas de sangre, contaminadas con el virus que azotaba la ciudad. Ella alzó la mirada para ver a la pareja apasionada, se habían sorprendido de verla y se había separado levemente.

- Oh.. p-perdón- dijo una nerviosa Genevieve- No sabía que estaban aquí, lo siento enserio- ella simplemente salió de la habitación verdaderamente apenada. Rebekah miró a Marcel, luego a la puerta y luego de vuelta a Marcel antes de salir corriendo para alcanzar a la bruja.

- ¡Genevieve!- dijo mientras tomaba la puerta y salía, no solo de la habitación, sino también del recuerdo.

- ¡Genevieve! ¡Oye!- gritó una agitada Rebekah, que al salir de la habitación se dio cuenta de que aquello no era real, había sido un simple recuerdo- Lo lamento...- murmuró como disculpa a tanto sufrimiento causado, a tanto daño que le había hecho a una chica inocente.



-¿Esta es tu traición tan brillante?- preguntó Klaus con ironía a la bruja que caminaba a su alrededor- Mi hermana y Marcel se han estado escondiendo de mi por más de dos siglos.

- Si, contra todas tus advertencias- afirmó Genevieve posándose detrás de él- ¿Los castigaste por eso antes no?- murmuró a su oído de forma seductora- Qué enérgico, lo entiendo.

- Tenía mis razones.

- Oh, no tienes que convencerme- negó la pelirroja para luego apartarse de su oído- Por lo que a mi respecta solo necesitabas una buena razón, Klaus- el híbrido la miraba con curiosidad brillando en sus ojos cansados- ¿Nunca leíste el antiguo testamento Nik?- ella se puso frente a él- Escucha...- la mano de Genevieve se posó en su muslo derecho para luego ir subiendo con lentitud- Dios no era poderoso por que tenía razón, tenía razón por que era poderoso- una sonrisa coqueta se adueñó de la expresión de la bruja. 

- No sé cual es tu maldito juego- respondió Klaus con una sonrisa llena de ironía ante el obvio deseo de la bruja hacia él- Pero si el resultado de tu plan era ponerme en contra de mi hermana con esta revelación, todo ese esfuerzo fue en vano.

- Pobre Klaus- dijo ella con falsa lástima- Después de mil años la falsedad de tu familia se ha vuelto normal- Genevieve caminó hasta quedar un poco alejada de él- Me gustaría que fuera la conclusión de tus traiciones, desafortunadamente no lo es.

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Los nocturnos gozaban del ambiente que les propinaba el oscuro club, para ellos esa era su morada, ya que al ser vulnerables ante la luz solar (por la falta de anillos solares) permanecían en ese lugar socializando entre ellos y compartiendo buenos momentos, hasta que cayera la noche y fuera hora de cenar. Todo iba bien hasta que un hombre fue arrojado dentro del club, haciendo que la puerta se abriera dando paso a la luz solar. Marcel entró seguido de Elijah y tomó una silla, donde colocaron a aquel hombre para poder interrogarlo. Samantha aguardaba afuera puesto que había comenzado a experimentar breves flashes de recuerdos que parecían ser de Rebekah, según les había explicado momentos atrás tenía que ver con Klaus, por lo que esa vez estaban solos.

- ¿Qué pasa? ¿qué quieres de mi?- preguntó el hombre temblando de miedo. Marcel se hizo a un lado, dejando que Elijah se hiciera cargo de la situación.

- Bueno... Supongo que te es familiar esta pocilga, mejor conocida como "el hoyo"- dijo Elijah acercándose al hombre sentado en la silla, mientras los vampiros a su alrededor contemplaban la escena con curiosidad y sobre todo hambre- Y por extraño que esto suene, hace unas semanas un grupo de personas como tú, asesinaron a muchos compañeros de los vampiros que ves congregados ante ti aquí- añadió el trajeado con diplomacia y elegancia mientras se dirigía hacia la entrada.

- Te encargas de los registros del ayuntamiento- apuntó Marcel detrás de él- Nos dijeron que tenían un registro detallado de la comunidad sobrenatural, una lista de brujas, licántropos y vampiros, osea el registro de los fallecimientos- los vampiros a su alrededor se mostraron más interesados en el hombre de la silla.

- N-no se dónde está- respondió tembloroso.

- Creo que todos sabemos que eso es mentira- dijo el original con la mano sujetando la puerta- ¿Alguien tiene hambre?- preguntó en voz alta mientras cerraba un poco la puerta, haciendo que los vampiros se acercaran un poco, logrando que el hombre entrara en pánico.

- ¡De acuerdo!- la puerta se detuvo- De acuerdo, escucha- el trajeado volvió su mirada al sujeto sudoroso y tembloroso de la silla- M-movieron los registros después de que murió el alcalde, están en la sacristía de la iglesia de Santa Ana.

- ¿Ves?- Elijah se acercó al hombre y ajustó su corbata, estaba satisfecho con la información obtenida- No fue tan difícil ¿verdad?

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Rebekah corría lo más rápido que podía, aunque no era mucho, considerando que había una gran cantidad de veneno de licántropo corriendo por su sistema. Su respiración era agitada y todo su cuerpo sudaba debido a la fiebre. El pasillo era largo y de paredes grises, todo el lugar olía a polvo y a moho debido a la antigüedad del lugar, la poca pintura que había estaba muy desgastada y habían tablas y escombros por todos lados. De pronto ella se detuvo a mitad de camino. 

Podía ver a dos pequeños, ambos gemelos, de pie frente a ella. Ambos con trajes de época, y la miraban fijamente, sin expresión alguna. Rebekah contuvo el aliento ante aquella visión y tuvo que repetirse nuevamente que aquello no era real, que muy pronto ella encontraría a Klaus y saldrían de ahí, o que Sam y Elijah vendrían a su rescate. La rubia ladeó la cabeza, mientras era envuelta por el fuerte sonido de su corazón palpitante. 

La boca de ambos niños se abre y de ella sale un chillido que resuena en todo el lugar, en sus oídos, y que le causa un susto de muerte. Rebekah suelta un grito de miedo y siente como sus piernas flaquean, como sus pies tropiezan entre sí y cómo su cuerpo choca contra un muro. Sus manos se aferran a los lados, intentando no caer al suelo. Su vista se nubla y el miedo hace que la adrenalina corra mucho más rápido por su cuerpo. Rogaba internamente por que Samantha pudiera usar sus poderes para encontrarlos y sacarlos de aquel lugar, no soportaría mucho tiempo con Genevieve junto a su hermano, y más sabiendo lo que eso representaba. Corría peligro si ambos estaban juntos, no solo ella sino también Marcel.

A lo lejos puede distinguir una figura que poco a poco toma la forma de la bruja que la mantenía cautiva. Genevieve.

- ¿Día difícil?- pregunta la pelirroja con falsa lástima, mientras la rubia intenta recuperarse- Ay Bekah, que terribles mordidas- nuevamente la ironía se hacía presente en su voz. 

- ¿Por qué me haces revivir el pasado?- preguntó Rebekah agotada, aunque eso no le impidió caminar hasta quedar frente a ella- Sabemos como fue.

Desde el momento en que empezaron sus alucinaciones con ésa época en específico supo que algo tramaba, pero justo cuando vio a Niklaus en el pasillo supo que algo estaba mal.

- Tú y yo lo sabemos, pero sé que tu hermano querrá escucharlo- dice la pelirroja con satisfacción en su rostro- Conecté su mente con la tuya- una sonrisa llena de malicia se asoma por su rostro, al mismo tiempo que Rebekah contiene el aliento- Le enseñarás como fue todo.

- ¡No!- exclama Rebekah con horror y entrando en un estado de pánico- No, por favor no me hagas esto ¡haré lo que sea!- ruega la rubia. Si Klaus se enteraba de lo que había hecho, se habría ganado su sepultura.

- Ya es tarde, amiga- espeta la pelirroja con severidad.

- ¡No!- en un intento por rogarle a la bruja  se acerca, pero Genevieve alza su mano en su contra y, con su magia, le causa un dolor en la cabeza, un martilleo en el cráneo de la original que hace que suelte un alarido de dolor y sus manos sujeten su cabeza. Poco a poco sus rodillas ceden y cae al suelo sujetando su cabeza y quejándose de dolor, mientras Genevieve se alejaba de ella. Continuaría con su plan hasta ver a Rebekah destruida por su propia familia.

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Por otro lado, Elijah, Marcel y Samantha se encontraban en la iglesia de Santa Ana revisando cada uno de los papeles, libros y carpetas que se encontraban allí. El trajeado se había deshecho de su chaqueta y se había arremangado las mangas de su camisa de lino azul para mayor comodidad, sin saber que aquello hacía que Samantha no parara de mirarlo cada cinco minutos. Lucía demasiado guapo, y mientras lo veía caminar por la habitación solo podía pensar en la escena subida de tono de aquella mañana. Sabía que poco a poco su relación con Elijah iba progresando, pero aquel beso del día anterior parecía haber marcado una gran diferencia entre ellos, al igual que parecía que una barrera había caído. Solo esperaba que las cosas no se arruinaran.

- Marcel, aquí hay otro nombre de la lista, amm... Brynne Deveraux- aquel nombre hizo que Samantha despegara la vista del documento que estaba leyendo y le prestara atención a la escena que se desarrollaba frente a ella- Dice que se ahogó hace 20 años ¿conoces el nombre?

Vaya, Sam debía admitir que el trajeado tenía talento para sacar información de los demás, tomó nota mental de tener cuidado y analizar bien las oraciones de Elijah antes de soltar información que quizá no debía saber, como por ejemplo la visión que tuvo de él arrancando su corazón de su pecho. Si supiera eso, podría alejarse de ella y es lo que menos necesitaba en ese momento. El moreno inclinó la cabeza y frunció el ceño.

- ¿Brynne? Si, si, solíamos salir, hablábamos poco- respondió Marcel. Sophie debe estar retorciéndose en su tumba, pensó Samantha para sí misma.

- Ahórrate los detalles por favor- pidió el original apartando la mirada del moreno.

- Solía hacer buenos hechizos, tenía poder- repuso Marcel con una sonrisa llena de nostalgia- Maldijo una manada de licántropos por que me molestaban- poco a poco se acercó a Elijah para leer más de cerca ese libro- hablando de eso ¿qué crees que haga Klaus cuando sepa que lo dejaste sufrir y salvaste a Hayley y a su amigo?

- Evitemos discutir asuntos que no son tuyos, ¿quieres Marcellus?- dijo Elijah con algo de irritación ante la curiosidad del moreno.

- Por favor Elijah, tengo gente en toda la ciudad- repuso Marcel, quería saberlo de la boca del original- ¿Enserio pensaste que no sabría sobre la pequeña reunión de los licántropos crecientes en la plantación anoche?- preguntó con ironía- Gracias por dejar que se quemara la casa, un alivio, pero mi pregunta es ¿qué hacía Hayley con esas personas?

- Marcel, conozco tu historia con los licántropos de la ciudad y asumo que entiendes que si le pones un dedo encima a Hayley, será lo último que hagas en la tierra- amenazó el trajeado con voz clara y una sonrisa llena de sorna. Aquello causó que el oráculo sonriera con diversión mientras contemplaba la escena.

- Entiendo, es delicado- respondió el moreno con sarcasmo, mientras Elijah volvía a leer el libro- Justo cuando empezábamos a llevarnos bien.

- Es verdad, cada nombre en mi piel es de una bruja que murió en sus manos- de pronto alzó el libro ante la mirada del moreno, señalando un nombre en particular- Todas menos una.

- Clara Summerlin- pronunció Marcel en un murmullo- ¿Te es familia?

- No- respondió inmediatamente el original cerrando el registro.

- Entonces ¿cómo murió si no se quitó la vida?

- Influenza, en 1919- respondió Elijah, para que seguido de dar aquella respuesta los nombres comenzaran a desaparecer. Él alzó los brazos ante ambos en señal de triunfo- Y supongo que tenemos la respuesta, solo que no sé que significa.

- Bien...- Samantha se puso de pie soltando un suspiro y dejando los libros a un lado- Ahora que tenemos un nombre, creo que sé donde buscar.

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Sabía de sobra que al estar su mente conectada con la de su hermano, el que supiera de su traición en 1919 era inminente, sabía que estaba perdida y que una vez que él supiera la verdad se vería obligada a huir. Conocía a su hermano y sabía que su furia no tendría límites, se iría contra ella y la cazaría como a un animal hasta darle muerte. También tenía en mente que al Samantha compartir un vínculo con Niklaus, ella sabría absolutamente todo, por lo que era más que obvio que no contaría con su ayuda para escapar. Desde el momento en que Sam entró a sus vidas se había puesto del lado de su hermano Niklaus, incluso se había enfrentado a todo un ejército de nocturnos por su hermano.

Temía que al descubrir la verdad ella también quisiera darle muerte.

Samantha y Klaus eran una mezcla muy peligrosa y sabía que al tenerlos a ambos en su contra no tendría escapatoria alguna, ni ella ni Marcel. Finalmente Genevieve habría logrado su propósito.

Una tonada de jazz comenzó a sonar en todo el lugar, e inmediatamente comenzó a sentirse mareada. Una alucinación vendría y aquella tonada solo le recordaba viejos tiempos. Su corazón se aceleró y el miedo la invadió.

- No...

La imagen de personas vestidas de época empezaron a invadir su mente, al igual que varios músicos que tocaban la misma pieza en vivo y en directo, supo lo que se avecinaba.

- ¡No, por favor!- Rebekah se puso en pie y corrió por los pasillos nuevamente, esperando encontrarse a Genevieve o a su hermano.

Mientras tanto, desde otra habitación Klaus estaba atado a una especie de tabla de operaciones. A lo lejos podía escuchar la música junto a los pasos de la bruja, los cuales se acercaban con parsimonia hasta llegar a donde él estaba. Quería saber que tan malo era ese secreto que su hermana menor guardaba, quizá eso explicaría por qué no había insistido en establecer un vínculo con Samantha. El tener a un oráculo como aliado significaba poder, y era un poco extraño que su hermanita de gustos ostentosos y amante del poder, no hubiera insistido en establecer un vínculo con el oráculo de la familia.

- La cita de tu hermana con Marcel es solo el comienzo- explicó la pelirroja entrando a la habitación- Escucha, la fuerte carga de tu condena se convirtió en algo grande, tu mayor miedo se convirtió en realidad- ella se fue acercando hasta quedar a un lado del híbrido- Que el amor entre ellos menguara el amor por ti Klaus, cambiándolo por odio- Klaus observaba a la bruja frente a él con ojos llenos de duda, pero a la vez llenos de incertidumbre- Nik, conspiraron para deshacerse de ti para siempre- reveló finalmente, sembrando en él la semilla de la duda.

No podía creerlo, no viniendo de otra persona, tenía que verlo por su propia cuenta.



Mientras tanto, Rebekah corría por los pasillos de aquel hospital sin tomar el cuenta el aullido de dolor que su cuerpo le transmitía debido al veneno. Debía impedir que Klaus se enterara. La música sonaba fuerte y resonaba en todo el lugar, incluyendo sus oídos, eso la guió hasta el objeto que producía aquella conocida música. Al ver el tocadiscos no dudó el destruir el disco y acabar con aquella tortura, pero sus planes se vieron frustrados al ver frente a sus ojos como las imágenes corrían. Imágenes de su pasado. Sujetó su cabeza ante el dolor que la misma presentó, cerró los ojos y se sacudió intentando reprimir sus recuerdos, pero era imposible. Era como intentan hundir un salvavidas, por más que lo intentabas nunca llegaría al fondo.

De pronto se vio vestida como en aquella alegre época, llena de tantos buenos recuerdos. Estaba junto a Clara Summerlin y Genevieve, las tres llevaban copas en sus manos y paseaban por el club de jazz que Rebekah había descubierto en la calle Basin.

- La siguiente ronda va por mi- había declarado aquella alegre bruja de nombre Clara. 

- Clara Summerlin, ¡no!- reclamó la pelirroja con algo de burla en su voz- Tendrías que cuidarte.

- Hazlo mientras puedas, es la última ginebra en la ciudad- soltó una legre y despreocupada Rebekah mientras se abría paso entre el montón de personas que ocupaban el club de jazz. Habían parejas bailando, disfrutando de la música alegre, también habían muchas personas alegres que compartían un trago o una conversación amena. Aquel lugar se veía lleno de vida y eso a Rebekah no podía encantarle más, había venido varias veces a ese club y era su favorito. Mientras Clara iba a buscar la siguiente ronda, Rebekah y Genevieve fueron a buscar una mesa.

- No eres como pensé que eras cuando te conocí- dijo la pelirroja una vez estuvieron sentadas- Me hicieron creer que eras alguien... bueno...

- ¿Una abominación de la naturaleza?- ante aquella pregunta tan irónica, Genevieve no pudo evitar reír con algo de vergüenza.

- Eres la mejor- dijo la pelirroja con gran alegría- No solo tú, toda tu familia es tan...- su mirada azulada se desvió a la entrada, donde podía ver a ambos hermanos Mikaelson con sonrisas amables mientras entraban al club para pasar un buen rato- Elegante...- soltó Genevieve con una sonrisa coqueta al verlos entrar. Todas las mujeres de Nueva Orleans suspiraban por sus hermanos mayores. Era algo común de ver, y no solo ahora, sino desde siglos atrás.

- Si, te entiendo, Elijah es bastante elegante- respondió la rubia con una sonrisa cómplice. Después de todo, su hermano mayor, Elijah, se robaba la mayoría de los suspiros debido a su elegancia y su amabilidad con las personas.

- No sé, me refiero a que es lindo pero...- la pelirroja pareció dudar, después de todo era la menor de los Mikaelson, su hermana para ser precisos- Si tuviera que elegir a uno de los Mikaelson...

- ¿Klaus?- preguntó Rebekah con incredulidad, captando la referencia. La bruja asintió con algo de vergüenza mientras la rubia soltaba una risita llena de asombro- Genevieve ¿quién iba a pensar que una brujita como tú elegiría a uno de los chicos malos?- la mencionada solo la miró llena de diversión mientras daba un sorbo a su copa- Sabía que el destino nos haría amigas- completó con una sonrisa- Aunque, hay muchos Mikaelson, si te gustan los chicos malos te gustará mi hermano Kol.

No solo Rebekah era la que miraba la escena, no solo era ella quien la revivía, también podían verlo dos personas. Klaus estaba a unos pasos de la mesa de su hermana y la bruja que había conectado sus mentes, pero al otro lado, estaba Samantha observando no solo a Rebekah y a la bruja pelirroja, sino también a un cansado Niklaus. Pensó en ir y hablar con él, su vínculo se lo permitía, pero la escena que se desarrollaba frente a ella no se detendría, y debía admitir que sentía curiosidad.

- ¿Y dónde está ese misterioso hermano tuyo?- preguntó la pelirroja con una sonrisa y llena de curiosidad.

- Es... complicado- inició Rebekah con cierta lástima fingida- Igual que todos los hermanos tenemos altas y bajas, ya sabes, peleas familiares- Genevieve la escuchaba y la observaba atentamente, estaba dispuesta a ayudar a su amiga- Estuve pensando en contactar a alguien que no hemos visto en mucho tiempo- la rubia tragó en seco y mantuvo los nervios al mínimo- Esperaba que tal vez, pudieras ayudarme a contactarlo, pero tiene que ser sorpresa- dijo ella con determinación en su voz, ya no habría marcha atrás- Esto es un secreto.

-No...- murmuró Sam al entender la dirección en la que iban las palabras de la rubia- Nik...- su mirada pasó del par de amigas hasta un incrédulo y muy herido Klaus. Podía ver como sus ojos reflejaban como su corazón se partía en miles de pedazos.

En respuesta, Genevieve sonrió con complicidad.

- Claro que si- accedió la bruja- ¿Quieres que encuentre a Kol?- preguntó con amabilidad.

- De hecho, quiero que encuentres a Mikael- dijo la original inclinándose hacia Genevieve- Nuestro padre.

Repentinamente se había visto fuera de aquel recuerdo. Una lágrima rodaba por su mejilla y todo lo que deseaba en su interior era que todo lo que había visto no fuera cierto. No podía confiar en una bruja, no cuando le mostraba una verdad tan cruda y dolorosa para él.

- ¡Deja ya de mentir!- exigió el híbrido intentando liberarse de sus ataduras.

- No mates al mensajero, parte de ti debió saberlo... o sospechado- intervino Genevieve frente a él con severidad- Tu padre llegó a Nueva Orleans en 1919 para asesinarte, y mientras todo ardía casi tuvo éxito- el híbrido no le quitaba la mirada de encima mientras se incorporaba, estaba dispuesto a enfrentarla.

- Mi familia y yo nos hemos hecho cosas terribles a lo largo de los años- dijo entre dientes y lleno de dolor en su corazón- Pero Rebekah no... no invocó a mi padre- espetó con impotencia creciente en su ser- Sin importar lo molesta que estuviera.

- Qué dulce eres al pensar eso- expresó la bruja con ternura- Creer en ella...- una sonrisa nostálgica se adueñó de su rostro, junto a esa mirada llena de melancolía. Esa fachada duró solo unos segundos. Sus ojos se tornaron fríos y llenos de rencor al recordar cómo fue utilizada en el pasado- Pero cuando hayamos terminado sabrás lo equivocado que estás.

Klaus solo pudo observar como la bruja se iba de la habitación. Una vez estuvo solo cerró los ojos e intentó mantenerse fuerte, no creería en una bruja, confiaba en que Rebekah no le haría algo como eso, ella era la persona que más había amado en el mundo y por la que daría su vida. Amaba a su hermana y la protegería ante todo peligro existente, por eso tanta sobre protección durante tantos años. Pero eso no menguaba el miedo que sentía dentro de sí mismo, el cual estaba muy seguro que solo una persona sería capaz de verlo. 

Solo rogaba por que aquella bruja no estuviera en lo cierto. 

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Realmente le alegraba que Sam le hubiera enviado un mensaje en petición de ayuda. El oráculo no le agradaba pero si le gustaba ayudar, se sentía útil de cierta forma, por ende estaba buscando en internet el nombre de aquella bruja que había sido la respuesta de aquel acertijo en el cuerpo de Elijah. Al llegar los tres había escuchado al trajeado hablar con el oráculo antes de que ella se encerrara en su habitación. Según ella tenía mareos y necesitaba un momento para reposar, pero sospechaba que se trataba de otra cosa.

Escuchó los pasos del original acercarse hasta llegar al escritorio donde ella se encontraba.

- Oye encontré algo que...- pero la mano del trajeado le hizo callar de repente. Su mirada subió y vio como Elijah le pedía que guardara silencio.

- Tenías razón sobre la bruja Deveraux- susurró él con rapidez a la licántropo. Solo le tomó un segundo para asimilar aquella oración. Eso significaba que Celeste sí podía romper la maldición de su familia.

- ¿En contraste algo sobre Clara, la bruja misteriosa?- preguntó Marcel a Hayley entrando al estudio.

- No mucho, era una enfermera en el sanatorio La Flor de Liz- respondió la licántropo mientras mostraba una foto. El moreno retrocedió un poco ante la mención de aquel nombre- ¿La reconocen?- preguntó a ambos vampiros- La de arriba, la segunda a la derecha- dijo señalando la fotografía de la pantalla, se notaba que era de hace años.

- No... no creo...- respondió Elijah dudoso, la verdad es que recordaba vagamente si la había visto, alzó la mirada hacia el moreno- ¿Marcel?- llamó el trajeado con curiosidad. Fue en ese momento que notó lo lejos que estaba de ellos, y la actitud extraña que presentaba- Marcel, debo recordarte que Niklaus y Rebekah están sufriendo horriblemente, si sabes algo dilo- pidió el original con severidad, acercándose al moreno, quien no podía sostenerle la mirada.

- El sanatorio- declaró el moreno esquivando la mirada del trajeado- Ahí los encontrarás.

- ¿Estás seguro?- preguntó la licántropo con extrañeza- ¿Cómo lo sabes?

- Solo lo sé- respondió Marcel a secas.

- ¿Cómo lo sabes?- cuestionó el original. El moreno suspiró.

- Si tengo razón, tienes que saber con exactitud a qué te enfrentarás- dijo Marcel con angustia y miedo notables en su mirada y en su tensa postura- Hicimos algo, Rebekah y yo...- Elijah parpadeó con asombro mientras cruzaba sus brazos en señal de espera por aquella respuesta- Ah... creo que las brujas intentan usarlo en su contra- tenía sus dudas en si debía decirle, pero ya no tenía opción, era eso o perder a Rebekah- Es algo que no te agradará.

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- ¿Estás listo para ver más pruebas?- preguntó una Genevieve con los ojos brillantes de emoción ante la posibilidad de revelar la verdad y que su venganza se cumpliera.

Él estaba sentado en aquel lugar, atado de manos y pies por las correas de la silla. Su aspecto era un verdadero asco. Su cabello lucía despeinado, había ojeras alrededor de sus ojos y sus pómulos estaban hinchados debido al llanto y al cansancio, su abdomen aún no sanaba, su camisa tenía manchas de sangre y su piel estaba pálida. Pero a pesar del agotamiento que su cuerpo presentaba, estaba decidido a acabar con esto de una vez por todas. Cerró los ojos y aguardó por que Genevieve le mostrara más del pasado, más de la traición de su propia hermana, quien estaba muy seguro, lo pagaría muy caro. La bruja cerró los ojos.

Su mente se había trasladado a los recuerdos de su hermana nuevamente, era el mismo año, la diferencia era que estaba en el cementerio. Los únicos allí presentes eran Genevieve, Marcel y su hermana, quienes lucían nerviosos a diferencia de la bruja crédula que estaba dispuesta a realizar el hechizo, creyendo que le haría un bien a la familia Mikaelson. La pelirroja estaba de rodillas en un pequeño altar en una de las tumbas, mientras era observada por la feliz pareja. Tomó un recorte de un diario, donde salían claramente los rostros de Klaus y Marcel como encabezado, arrugó aquel recorte en una bola de papel y la dejó en la palma de su mano izquierda, mientras que con su mano derecha tomaba una daga y quemaba la punta con la llama de una vela.

- ¿Qué es lo que ves?- preguntó Genevieve a Klaus.

- La daga de mi padre, desapareció cuando era un niño- respondió el híbrido con amargura- Él me golpeó hasta sangrar, seguro de que yo la había robado. Rebekah fue muy amable conmigo semanas después de la golpiza- admitió con ironía- Debí saber que ella era la culpable. Ella nunca entendió que las armas no eran juguetes para niñas.

Mientras Genevieve recitaba el hechizo una y otra vez, Marcel y Rebekah se tomaron de las manos, en ellos habitaba la esperanza de que el plan diera resultado, de que Klaus hullera y que nunca más volviera, así ella y Marcel tendría una vida juntos. La bola de papel se consumió junto con el fuego que la envolvió, ambos desaparecieron. El hechizo estaba hecho, habían invocado a Mikael.

Fueron segundos, quizá minutos que le tomó a Klaus procesar la información, la traición de su hermana preferida. El ver como su hermana lo traicionaba y llamaba a su padre para que él viniera a asesinarlo, como el amor de la persona que había protegido de idiotas, de su propio padre, de tantos peligros, ahora lo vendía al monstruo que solo lo perseguía para acabar con su vida. Esa era la razón por la que habían huido de la ciudad, por eso fue que se vio obligado a dejar atrás todo lo que había construido junto a su hermano. Todo por un capricho.

- Mi hermana...Rebekah...- dijo con perplejidad en un susurro, las lágrimas se aglomeraban en sus ojos y su pecho dolía como si nuevamente la daga de Tunde estuviese en su pecho- ¡Rebekah!- gritó lleno de furia.

Estaba herido, y no descansaría hasta darle muerte a la persona que se atrevió a romper su corazón.

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- Durante la mayor parte del siglo me pregunté cómo nos encontró mi padre, qué error tonto habíamos cometido para destruir nuestro momento en el único lugar al que llamamos hogar- espetó Elijah con enojo creciente, Marcel mantenía la mirada baja como si de un niño pequeño se tratase y retrocedía cada vez que el trajeado daba un paso al frente- ¿Sabes que incluso me culpé durante un tiempo Marcellus?- preguntó con ironía el original a un moreno lleno de culpa. A velocidad vampírica, Elijah tomó a Marcel del cuello y lo pegó a la pared con fuerza- Niklaus te trató como a un hijo- espetó entre dientes, mientras Hayley se levantaba de golpe y se acercaba a ellos, dispuesta a mantener a Elijah calmado, aunque sabía que la única capaz de hacerlo entrar en razón sería Samantha- Y Rebekah...

- La amaba, aún la amo- dijo el moreno con voz ahogada debido a la presión que ejercía el trajeado con su mano sobre su cuello- Lo único que queríamos era estar juntos pero mientras Klaus estuviera cerca nunca pasaría, pero supongo que no sabías nada de esto- dijo lo último con un toque de ironía.

Sabía de la larga lista de amantes muertos que tenía Rebekah, cortesía de su hermano Niklaus, sabía que lo que decía Marcel era cierto y que el motivo de sus actos fuera el amor que se tenían el uno al otro le era una razón justificable para perdonarlos a ambos, después de todo lograba ponerse en el lugar de su hermana. Haría lo mismo si se tratara de quien amaba. Soltó al moreno y lo dejó caer en el suelo mientras lo miraba de forma amenazante.

- Cuando Niklaus sepa la verdad no podrá con su ira- dijo el original con el enojo y la impotencia corriendo por su sistema- Y yo NO dejaré que mi hermana sufra esa ira- Marcel se alejó del trajeado y antes de llegar a la puerta se volteó para decir.

- Entonces tenemos que encontrarlos, antes de que sepa la verdad.

- Ya es tarde- se escuchó desde el umbral de la puerta del estudio. De pronto fue arrojado hasta una pared, Hayley y Elijah se volvieron a ver de quien se trataba y pudieron ver a una Samantha llena de ira, que sostenía a Marcel contra la pared con su magia.

- Dime una razón por la cual no deba matarte- dijo el oráculo de forma amenazante mientras se acercaba al vampiro que poco a poco se quedaba sin aire.

- Yo... Intentábamos hacer que Klaus huyera de la ciudad- explicó el moreno con dificultad- Rebekah y yo...

- ¡MIENTES!- gritó la castaña lanzando a Marcel contra el suelo con su magia. Con un movimiento de su mano logró que se colocara de rodillas y que su espalda se arqueara. Llena de furia se acercó al vampiro y tomó su cuello con fuera. Elijah intentó acercarse pero Sam, haciendo uso de su magia, hizo que retrocediera- Deseabas la cuidad, pestilente rata inmunda. ¿Lo niegas?

- Sam... no...- intentó hablar el moreno con dificultad.

- No te atrevas a mentir- espetó ella entre dientes mientras clavaba sus uñas en el cuello del vampiro frente a ella, haciendo que pequeños hilos de sangre comenzaran a resbalar por su cuello.

- Solo quería... una vida junto a ella... lo juro- habló Marcel ahogado. Los ojos de Samantha poco a poco se tornaron negros, hasta que de pronto sintió el toque suave de la mano de Elijah. Ella se volteó con brusquedad para notar la tensión en los hombros del trajeado. Si había algo que él esperaba poder controlar era la ira del oráculo, quien parecía en ése momento, decidida a defender a su hermano hasta la muerte.

- Dice la verdad- dijo el trajeado con suavidad. Poco a poco los ojos de Sam vuelven a la normalidad.

- ¿Cómo se yo que eso es cierto?- pregunta la castaña llena de furia, clavando sus ojos nuevamente en el moreno y apretando aún más el agarre. Elijah se acercó aún más a ella- Lo único que ha hecho es darle falsas esperanzas a Rebekah, no me extrañaría que halla sido un truco para adueñarse de la ciudad- despotricó en contra del vampiro.

- Sam, confía en mi- pidió Elijah sujetando el brazo del oráculo con suavidad- Piensa, en Niklaus y en Rebekah.

Samantha y Elijah se sostuvieron la mirada durante largo rato. Parecían estar debatiendo por medio de telepatía, o eso pensaba Hayley al ver como se miraban mutuamente, pero en realidad Sam pensaba severamente en la visión que había tenido esa misma mañana. Sabía que Klaus amaba a su hermana menor, que la tenía técnicamente en un pedestal, cosa que no demostraba a los ojos de los demás, solo los listos podían verlo. Sabía que Klaus ya era consciente de la traición de Rebekah, es decir, ella misma lo había visto también. Tal parecía que el conjuro que la bruja había hecho enlazando la mente de ambos hermanos también había enlazado de alguna manera la suya propia y había sido capaz de ver en primera fila la traición de ambos amantes.

Si Klaus castigaba a Rebekah ella se alejaría más de él, cosa que lo lastimaría mucho más, y Sam estaba decidida a que Klaus encontrara la paz, no que se mantuviera lleno de odio y rencor o que viviera lleno de preocupaciones el resto de la eternidad.

El oráculo soltó el cuello de Marcel y se alejó de él.

- Confío en ti Elijah, no en él- culmina la castaña antes de suspirar y darle un vistazo al moreno de rodillas frente a ella con el cuello sangrante- Vamos por Rebekah, neutralizaremos a Niklaus y les daremos tiempo de huir. Elijah y yo resolveremos esto.

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Mientras Genevieve atendía a un pobre hombre que tosía sangre sin cesar, aquella influenza se propagaba cada vez más en la población de Nueva Orleans. Clara Summerlin inmediatamente fue a ayudar a su amiga, pero justo en ese momento una rubia angustiada se acercó.

- ¿Genevieve?- llamó la atención de la bruja- Tenemos que hablar, en privado- la tensión en el cuerpo de la rubia no pronosticaba algo bueno, pero su deber como enfermera iba primero, por lo que le dio una mirada a Clara.

- Estaré bien, adelante- dice la enfermera despreocupando a su amiga- Debes lavarte de todos modos- la pelirroja asintió y fue detrás de la rubia- Oye, incinera eso tan pronto como puedas- le advirtió con la mirada fija en el pañuelo infectado con la sangre del hombre enfermo. Genevieve asintió y fue tras Rebekah. Llegaron finalmente a la morgue y luego de un breve silencio Rebekah le expresó su inquietud a la bruja.

- ¿Cancelarlo? ¿Estás demente?- preguntó Genevieve incrédula ante las palabras de su "amiga".

- No lo pensé- dijo Rebekah agitada por la desesperación- Fui estúpida e impulsiva, esto nos arruinará Genevieve- las lágrimas comenzaban a aglomerarse en los ojos de la rubia- No solo a Klaus, sino a Elijah también- poco a poco la bruja comenzaba a entrar en pánico- Me arriesgué a destrozar mi familia por mi propia y egoísta felicidad, te lo ruego- dijo Rebekah acercándose un par de pasos a Genevieve, sus manos juntas y las lágrimas rebosando sus ojos azules- Por favor, no traigas a Mikael aquí... si Klaus se entera de lo que hicimos... ¡de lo que hiciste!

- Klaus me asesinará...- sentía que le faltaba el aliento. Su corazón latía con rapidez ante el miedo- Y a toda mi familia.

- ¡Por eso necesito que lo deshagas!

- No funciona así, no se puede deshacer, Mikael está en camino- repuso la pelirroja ante las súplicas de Rebekah- La única esperanza es... decirle todo a Klaus, confesar qué hicimos.

- ¡Esa no es una opción! Me clavará una daga en el corazón y me dejará encerrada en un ataúd por siglos- dijo la rubia con furia. No quería estar en un ataúd- No dirás nada.

Luego de unos segundos, en los que Genevieve se mantuvo pensando en todos los acontecimientos y en una posible solución dedujo...

- Me usaste...- dijo la pelirroja con perplejidad- Todo este tiempo, nuestra amistad- el silencio de la original solo lo confirmaba- ¿Querías un favor y ahora quieres desaparecerlo? Claro que no- aquella expresión asustadiza se tornó en una llena de rencor- Y no sufriré por haber confiado tanto en ti- intentó irse pero ella la retuvo.

- ¡Fue un maldito error!- dijo la rubia con desesperación- Ahora lo sé, pero ese maldito error nos arruinará.

En modo de defensa, la bruja recita un hechizo, que hace que Rebekah suelte un alarido y se sujete la cabeza debido al dolor punzante que la azota de pronto.

- Tú te lo buscaste- respondió Genevieve con frialdad- No me destruirán junto contigo.

De un momento a otro estaba recargada en la pared debido a la gran fuerza de la original, la misma sostenía el pañuelo contaminado en su boca. 

- Lo lamento Genevieve- dijo la rubia con enojo- Pero si le dices a Niklaus que llamaste a Mikael estás muerta enserio.

La puerta de pronto se abrió y por ella entró Clara Summerlin, preocupada por su amiga, tan solo para encontrarse con la escena tétrica de Genevieve con una mancha de sangre contaminada en su barbilla. Soltó de sus manos un frasco de vidrio y aquel sonido lo transportó hacia otro recuerdo.

Días después, podía verse a ambas brujas recostadas en camas en una misma habitación. Estaban en cuarentena hasta que finalmente murieron. Sus pieles eran pálidas en su totalidad y lo único que coloreaba su cuerpo eran las manchas de sangre en la ropa, en sus bocas y en la cama.

Klaus le dio una mirada a la bruja, comprendía que por culpa de su hermana menor ella había muerto y compartía su sed de vengarse de ella. Se lo merecía después de lo que le había hecho.

- Lo siento- dijo la pelirroja con algo de lástima- Sé lo mucho que duele ver lo que ella hizo, ver quien en ella en realidad- Genevieve se acercó al híbrido- Pero tenías que verlo- expresa con suavidad, como excusa a un original que se sentía con un gran vacío en el pecho- Klaus, era necesario. Y ahora que lo sabes puedes tener tu venganza... nuestra venganza- la bruja se recogió la manga de su camisa y le acercó su muñeca a la altura de la boca- Por favor, hazlo Klaus- dijo con suavidad al híbrido de ojos fríos y llenos de ira contenida- Necesitas fuerza para lo que viene.

Las venas de sus ojos hicieron acto de presencia, y en un dos por tres ya estaba bebiendo de la muñeca de Genevieve, hasta que sació su hambre voraz. Al despegar sus colmillos de aquella cálida piel recuperó su anterior postura, mirada fría y totalmente inexpresivo, con un brillo en sus ojos que destilaba enojo. La pelirroja fue desatando las correas que sujetaban sus pies y sus manos para finalmente tenderle la daga de Tunde. Klaus le dio una mirada totalmente llena de enojo contenido y con velocidad vampírica tomó la daga y la apuntó a su cuello, sin embargo ella no retrocedió, sabía que él podría matarla y aún así no titubeó, solo tragó en seco y mantuvo la mirada fija en la del híbrido.

Con parsimonia, Klaus bajó la daga. No la mataría, no luego de que le ayudó a ver la gran verdad que había estado escondida frente a él durante tanto tiempo. Por último se encaminó a buscar a su hermana con la daga en mano, dispuesto a hacerle pagar por su traición.

- ¡Rebekah!- gritó lleno de furia, haciendo eco por los pasillos- ¡Rebekah!

Una sonrisa llena de satisfacción se adueñó de la expresión de Genevieve, su venganza estaba por llevarse a cabo.

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El manto nocturno había caído sobre la ciudad, las ruedas del auto iban de prisa por la grava hasta detenerse de golpe en el sanatorio La Flor de Liz. Elijah, Marcel y Sam bajaron del auto con rapidez, después del pequeño enfrentamiento habían unido fuerzas con un mismo fin. Evitar que Klaus cometa un acto de idiotez cegado de tanta ira y evitar que Rebekah sufra a consecuencia de sus actos pasados. Hayley había insistido en venir y luego de una larga charla de parte del oráculo de por qué no debía ir, Elijah había dicho que estaba bien pero que debía permanecer en el auto, por lo que ahora cargaba con el amuleto de Samantha en el cuello. Debía admitir que aquello le había causado una punzada de celos, no más con ver la sonrisa triunfante de Hayley se había enojado aún más. 

"Solo no hagas algo estúpido y no te quites esto"

Esa había sido su amenaza justo antes de partir.

- Dividamos el edificio, tú de un lado, yo del otro y Sam irá por el medio- indicó Elijah con rapidez.

- ¿Puedo usar mi magia?- preguntó Samantha con irritación mientras subía las escaleras de la entrada.

- No mientras no tengas el amuleto- respondió el original con severidad. Desde que se había enterado de la traición de Marcel y Rebekah había estado en constante tensión, Sam no se había atrevido a hablar con él pues primero debían poner a salvo a Rebekah y luego neutralizar a Klaus. Habría tiempo de sobra para hablar luego.



Una agitada Rebekah corría por los pasillos del sanatorio, no se rendía en su objetivo de huir de aquel lugar. Aunque no tenía caso, ya su muerte estaba asegurada y estaba completamente segura de que Samantha no la sacaría de este aprieto ni por que se pusiera de rodillas y le alabara como si fuera una diosa. De pronto salió de una de las habitaciones, Klaus sostenía en sus manos la daga y lucía vacío y sin expresión alguna. Rebekah se detuvo de forma abrupta al ver a su hermano frente a ella.

- Nik...- dijo ella con la voz quebrada- Nik, no es verdad- sabía que no le creería, por su mirada vacía sabía que él jamás le creería y no podía negar que aquello le dolía un poco.

- Me cuesta trabajo creer en ti- aquella declaración solo sirvió para que su corazón latiera con rapidez y un miedo profundo la inundara- Pero tu cara me cuenta una historia diferente- esa misma oración disparó la adrenalina por todo su cuerpo e hizo que saliera corriendo, huyendo de su hermano- ¡No te esconderás de mi Rebekah!- gritó un iracundo Mikaelson que seguía a la traidora con parsimonia por el pasillo, como si fuera una presa- No puedes correr, éste es el fin- dijo con una sonrisa llena de cinismo.



Celeste salía del sanatorio con una sonrisa triunfal en su rostro. Su plan estaba saliendo a la perfección, y con la familia Mikaelson dividida solo le quedaba ocuparse del oráculo, obtener sus poderes y abandonar ese cuerpo, así no sería rastreada por Elijah. Por que estaba muy segura de que el original querrá tomar venganza una vez que encuentre el cuerpo de la zorra de Samantha Mitchell en su puerta. Debía admitir que ver como su amor perdido se fijaba en otra chica no le agradaba en lo absoluto, pero veía aquello como una motivación más para continuar con su plan. De pronto sintió un fuerte golpe en la cabeza y todo se volvió oscuro.

Hayley sostenía una pala en sus manos mientras observaba el cuerpo de Celeste inconsciente en el suelo con ira.

- ¿Qué tal maldita bruja?- preguntó entre dientes- Creo que hay algo que charlar.



- ¡Rebekah!

Nuevamente el grito iracundo de su hermano invadía el lugar, llamando la atención, no solo de Rebekah sino también del oráculo. Estaba cerca, muy cerca de dar con Niklaus. De pronto se cruzó cara a cara con una rubia demacrada y llena de mordidas de licántropo, sudaba a borbotones y jadeaba debido a que había estado huyendo de Klaus desde hace algún tiempo. La rubia se detuvo abruptamente ante ella y la miró con verdadero terror.

- Sam, por favor...- rogó la rubia en un murmullo. El oráculo miró a los lados antes de tomar a la rubia del brazo y arrastrarla consigo por el pasillo.

- Lo sé todo- dijo en un murmullo lo suficientemente bajo para que escuchara- Sé por qué lo hiciste y te voy a ayudar.

Debía de ser navidad o algo así, por que jamás pensó recibir la ayuda de Samantha Mitchell, aún cuando ella sabía lo que había hecho.

- Ve al piso de abajo, intentaré desviarlo mientras Marcel y Elijah llegan hasta él, pero no te detengas- dijo dejándola en frente de una puerta que daba hacia los pisos inferiores. Rebekah antes de bajar la detuvo.

- ¿Por qué?- preguntó con el ceño fruncido por la confusión.

- Entiendo tus razones- explica ella con una sonrisa llena de comprensión- Además, no puedo permitir que Klaus asesine a su hermanita, eso lo mataría- dijo antes de desaparecer por un largo corredor.

-¡Rebekah!

El grito de su hermano le hizo estar en alerta nuevamente y bajó las escaleras con rapidez hasta llegar al sótano, tropezó con una camilla y abrió una puerta esperando encontrar una salida, pero no había más que corredores que parecían no tener final. Estaba agotada, su vista comenzaba a nublarse y la fiebre la mantenía en un estado de semiconsciencia continuo, eso fue lo que la llevó a hacer justo lo que Sam le había dicho que no hiciera. Detenerse. Y no lo hacía por que no tuviera escapatoria, el lugar era inmenso y podía jugar al sádico juego de Niklaus por el resto de la noche, solo que estaba harta de correr y de esconderse de lo inevitable. Ese tipo de acciones le habían llevado a cometer una gran estupidez que le costó la ciudad y su futuro con el hombre que amaba. Era suficiente.

Los pasos de Klaus resonaron por lo bajo hasta que llegó al pie de la escalera.

- ¿Cansada de correr?- preguntó su hermano.

- Se cuanto te gusta la caza- respondió Rebekahcon agotamiento, pero aún así estaba decidida a enfrentarlo- Creo que te ahorraré el placer.

- Entonces buscaré mi placer en otros lugares-contestó con simpleza mientras se acercaba a ella- Ya no más cajas y dagas para ti, créeme que desearás lo que la daga te ofrecía- alzó la daga mientras la observaba con un brillo de diversión en sus ojos- Esto, será mucho menos misericordioso. ¿Cómo describir con exactitud lo que ésta daga hace? Y eso sin mencionar que yo obtuve ayuda, Samantha absorbió la mayoría del dolor que ésta daga me proporcionaba.

- No tienes que hacer esto Nik.

- Después de clavar esto en tu corazón, estarás inmovilizada, atrapada en un estado de terror y angustia incesante- explica el híbrido con severidad y una gota de rencor todo lo que pasó mientras tuvo esa daga en su pecho- El tiempo pierde su significado, no es diferente de un infierno en la tierra, lo que encuentro adecuado para tu traición- espeta entre dientes y con la ira creciente en su pecho.

- Entonces hazlo, si es lo que tanto quieres- suelta ella con agitación en su voz. En respuesta, Klaus extiende sus brazos con un poco de desconcierto.

- Nos saltamos la parte donde ruegas por misericordia- dice el híbrido mientras se acerca a su hermana con parsimonia- Que te perdone... ya esperaba ese momento, enserio- los ojos azules de la rubia se enfocan en él, impotencia, valentía, un rayo de esperanza era lo que lograba ver el híbrido en su hermana.

- Yo pasaré- dice Rebekah con determinación- Te conozco bien como para que sea mejor- Klaus retrocede un paso.

- ¿Esto es todo?- pregunta con cinismo- Lo reconoces- escupe con furia antes de voltearse y alejarse un par de pasos más- Igual que un animal para el degüello. ¿Qué pensaría tu padre de ti ahora?- pregunta Klaus apuntándola con la daga. Rebekah, llena de ira acumulada de tantos comentarios llenos de odio, se lanza en contra de su hermano, pero éste la toma del cuello y la lanza con fuerza contra una puerta. Soltó un quejido al sentir como su espalda chocaba contra un gran montón de ladrillos y comenzó a respirar con algo de dificultad. Movió su mano, buscando qué podría usar para defenderse de Klaus y justamente se topó con un tubo oxidado. Se aferró a él y se levantó para luego irse contra su hermano una vez más. Golpeó el rostro de Niklaus con el tubo, haciendo que retrocediera y siguió golpeándolo hasta que cayó de rodillas, dándole la espalda. De pronto su mano chocó contra el antebrazo de Nik, soltó el tubo y el híbrido solo tubo que tomarla del brazo y lanzarla al aire para finalmente estrellarla contra el suelo, haciendo que la rubia soltara un quejido.

De un momento a otro llegó Marcel intentando salvar a Rebekah, pero solo consiguió ser lanzado a una pared por el mismo Klaus.

- Que bueno que decidiste estar aquí- suelta el híbrido con ironía y fingida alegría, aunque debía admitir que se estaba divirtiendo- El castigo de Rebekah no estará completo hasta que ella te vea morir.

- ¡Nik!- llamó la rubia con dificultad- Fue mi idea llamar a Mikael- confiesa con dificultad- Si vas a lastimar a alguien que sea a mi.

- Cuanta lealtad a tu amado, Rebekah- dice el híbrido con rencor ante las palabras de su hermana, Genevieve tenía razón. Detestaba que ella solo sintiera odio hacia él y que le diera todo su amor y lealtad a Marcel. Con parsimonia se acercó a ella, se arrodilló con la daga en su mano- ¿Sabes? Si tan solo me hubieras ofrecido una parte de lo mismo no tendría que hacer esto- dijo con honestidad pues era todo lo que deseaba de su hermana menor. Tomó la daga en su mano mientras la rubia cerraba los ojos, esperando por que la daga se clavara en su pecho. 

Klaus alzó la daga cuando de pronto una mano tomó la suya y la clavó en su pecho. Soltó un alarido al sentir nuevamente como aquel artefacto oscuro se enterraba nuevamente en su pecho, mientras que desde arriba de las escaleras se escuchaba el fuerte alarido de Samantha, en sincronía con el de su vinculado. 

Rebekah y Marcel contemplaban boquiabiertos como Elijah sujetaba a su hermano y enterraba la daga en el pecho de Klaus, tan solo para salvar a su hermana del castigo tan trágico y tétrico. Niklaus volvió su cabeza tan solo para contemplar con incredulidad como su hermano volvía a apuñalarlo por la espalda. Volvía a suceder otra vez, otra traición. Y lo peor es que parecía no haber remordimiento esta vez.

- Fuera- dijo el trajeado mientras sostenía a Klaus en sus brazos. Marcel se levantó con rapidez y ayudó a Rebekah a ponerse en pie- Los dos corran tan rápido como puedan, ¡Ahora!- gritó. Finalmente Klaus cayó al suelo, preso del poder de la daga, y viéndose libre de su hermano se puso en pie para rápidamente buscar al oráculo.

Sabía lo que había hecho, sabía que estaba mal, pero sobre todo, sabía que ella no lo perdonaría.

La encontró a unos metros de las escaleras hacia el sótano, estaba arrodillada y temblaba sin cesar. Sus manos rozaban el suelo y lucía demacrada. Sus anillos brillaban de manera tenue.

- ¡Sam!- gritó al encontrarla, corrió hasta llegar a ella y colocarse a su altura. Su rostro lucía agotado, sus ojos miraban vacíosa un punto en el espacio y su frente estaba perlada de sudor- Sam, mírame- dijo tomando su rostro con suavidad, intentando hacerla reaccionar.

- ¿Cómo pudiste Elijah?- pregunta el oráculo con voz seca y una mueca de dolor. Sus ojos se llenan de lágrimas justo antes de tornarse completamente blancos y cerrarse. Finalmente su cuerpo cae inconsciente en los brazos del original.

- ¡Sam!- la llama con algo de angustia al verla en ese estado, sus manos buscan el borde de la camisa y lo suben hasta que logra vislumbrar aquella marca negra en su abdomen. Cierra los ojos con arrepentimiento antes de tomar su delicado rostro entre sus manos y brindarle una caricia a su mejilla- Sam, perdóname.

Holaaaa

LAMENTO HABER TARDADO

Es que estuve full ocupada con la universidad y me quedaba poco tiempo para escribir, de verdad lo lamento. Pero éste capítulo es super prometedor y es la cave para los dos que vendrán.

¿Qué les pareció?

¿Cuál fue su parte favorita?

La mía las partes candentes 7u7. Realmente espero que esa les haya gustado (comenten si es así y qué esperan en los siguientes 8 capítulos sobrantes)

SE ACERCA LA RONDA DE PREGUNTAS, así que prepárense.

Prometo actualizar rápido, es solo que tengo dos libros y tarea que hacer. Sorry de verdad.

Estuve pensando en hacer un libro aparte, ya saben uno de curiosidades sobre la historia, sobre los oráculos y eso. Si piensan que es una buena idea ps no estaría mal que me lo dijeran C:

Bueno, espero les haya gustado.

Gracias por leer

-Male

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