Un día antes de La isla calavera.
—¡James,—gritaste sumamente alterada— ¿cómo no pudiste decírmelo?!
—Lo siento—se disculpó—, quería decírtelo antes.
—¡Claro!, sí tu antes significa un día antes de irte, pues tu concepto es genial.
—Vamos, [T/n]—se levantó, tomó tus manos y te miró a los ojos—, te prometo que volveré.
—Por supuesto que lo harás.
—¿Cómo estás tan segura?
—James, estoy embarazada.
Eso lo dejó petrificado, ¿tú, embarazada? Estaba feliz, demasiado, pero no podía reaccionar por la noticia tan directa. Sonrió a los segundos.
—Oh, eso no me lo esperaba, ¿hace cuanto lo sabes?
—Un mes, quería asegurarme perfectamente y bueno, puede que tengamos un pequeño James por la casa.
—O una pequeña [T/n]
—Prefiero al pequeño—arqueaste una ceja mientras mirabas a la derecha y sonreíste.
Ibas a extrañarlo, demasiado ha decir verdad. Amabas a James y el pensar en perderlo te ponía mal, nerviosa y hasta sensible. Tal vez lo último sería por el bebé.
James notó eso, tomó tu mentón y sonrió, luego te besó con lentitud, asegurándote que volvería con vida para ver a su hijo -ó hija- crecer.
•••
Y lo había hecho, tu esposo volvió luego de una semana, con un ramo de rosas en la mano y una sonrisa en su bello rostro.
Le besaste enredando tus dedos en su cabello rubio y rizado, mientras el tenía sus manos en tu cintura sin llegar a apretar.
—¿Me extrañaste?
—No sabes cuanto—te quedaste "colgando" de sus hombros.
James se arrodilló hasta que quedó a la altura de tu barriga, sonrió inconscientemente.
—Hola bebé, soy tu papi—susurró—. Tengo tanto que contarte sobre Kong, fue una gran aventura.
Sonreíste con ternura mientras veías a James hablar un poco con tu barriga, aun plana, con tanta determinación y pasión que te sorprendía que este hombre haya sido un militar en su época.
Pero así te enamoraste de él, siendo un hombre de mucho honor y tan valiente para terminar casandote contigo para terminar formando una familia.
Simplemente era James Conrad.