Solo pienso en volver a verte

berta_roma द्वारा

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"¿Sabes ese chico o esa chica que con tan solo mirarlo, tocarlo o estar cerca de él o de ella nos volvemos lo... अधिक

Prólogo
PRIMERA PARTE - Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
SEGUNDA PARTE - Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo catorce
TERCERA PARTE - Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo trece

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berta_roma द्वारा

Me despierta la poca luz que entra por la ventana. Me encuentro rodeada por los fuertes brazos de Jeremiah. Él duerme profundamente aún. Salgo de la cama lentamente para no despertar a Jeremiah, me estiro la camiseta hacia abajo y justo después de cerrar la puerta tras de mí, me encuentro con mi madre en el pasillo.

-¿Por qué la puerta de Jeremiah está abierta y él no está dentro? -pregunta medio enfadada.

Justo cuando tomo aire para responder, ella sonríe y me da un golpecito en el brazo derecho.

-Tranquila, chica -empieza a reírse a carcajadas.

-Shhh -digo, poniéndome un dedo en los labios.

Mi madre tira los labios hacia abajo preocupada y pregunta:

-¿Aún duerme?

Asiento con la cabeza.

-Vaya... ¿hasta qué hora os quedasteis despiertos? -pregunta con malicia.

-¿A qué hora fuisteis a dormir vosotros? -contraataco.

Mi madre frunce los labios divertida y dirigiéndose hacia las escaleras, dice:

-Muy buena -asiente varias veces y finalmente se vuelve para bajar.

Niego con la cabeza sonriente y entro en el cuarto de baño.

Me miro en el espejo y, sin tan siguiera pensarlo, sonrío atontada. Me siento en el inodoro sin dejar de mirarme un solo segundo.

De pronto, me percato de qué estoy haciendo y niego con la cabeza.

-¿Qué coño me pasa? -coloco ambas manos en la cabeza.

Niego de nuevo con la cabeza y, apagando la luz, salgo del cuarto de baño.

Al entrar de nuevo en mi habitación, me siento al lado de Jeremiah y miro todas y cada una de las facciones de su precioso rostro. Sus cejas, sus ojos, su nariz, sus mejillas, sus labios; y cerrando los ojos, recuerdo la primera vez que nos besamos. Como él me acariciaba la espalda, como mis labios quedaban impregnados de su saliva, como podíamos penetrar el uno dentro del otro con tan solo el contacto de nuestros labios. <<¿Cómo sería hacer el amor con Jeremiah?>>, me pregunto. Ayer cuando me contó que temía que el padre de Suzanne los pillara haciéndolo, me quedé con la duda. <<Aunque ¿quiere esto decir que ya no es virgen?>>, pienso. Quizás solo eran tocamientos tontos, quizás algún día se fueron un poquito de la ralla, pero eso no significa que se desvirgaron juntos, ¿no? Aún así, no es de mi incumbencia saber si es virgen o no, y aún menos si ellos la perdieron juntos.

De pronto, una mano empieza a acariciar mi muslo. Abro los ojos con rapidez y veo a Jeremiah sonriente.

-Buenos días, princesa.

Sonrío y me tumbo de nuevo a su lado.

-Bueno, ¿nos quedan más secretos por revelarnos? -pregunta él, entrelazando los dedos de nuestras manos.

-Creo que no.

Y, sin quererlo, una risita tonta se escapa de entre mis labios.

Ambos nos miramos y él es el primero en sonreír.

-Eres tan hermosa, Anne.

Sigue mirándome fijamente en los ojos y, repentinamente, noto arder mis mejillas de nuevo.

Jeremiah sonríe al darse cuenta y las acaricia suavemente.

-¿Sabes? Aunque lo de ayer fuera triste y duro, me gustó que nos lo contáramos.

Sonrío también y asiento.

-Sí, la verdad es que fue... estuvo bien, muy bien de hecho. Nunca me había abierto tanto con alguien, me parece que ni con mi psicóloga.

Jeremiah ríe.

-Entonces creo que me he ganado el primer puesto, ¿no es así? -sonríe de oreja a oreja.

Le devuelvo la sonrisa y aprieto nuestros dedos. Me pongo en posición fetal para poder ver mejor a Jeremiah sin tener que girar demasiado el cuello. Subo nuestras manos hasta un poco más arriba de la altura del pecho.

Jeremiah mira nuestras manos y por un momento, fija la mirada en mis pechos. Pocos segundos después la sube inmediatamente con un rojizo en las mejillas.

-Lo siento -se disculpa avergonzado.

Sonrío levemente y contesto:

-Tranquilo.

Tras estar unos escasos segundos mirándonos fijamente en los ojos, sitúo la otra mano en su mejilla y comento:

-Voy a besarte, ¿me das permiso?

Jeremiah sonríe contento y asiente.

-Nunca voy a rechazar un beso tuyo, Anne.

Bajo la mirada con una leve sonrisa en mis labios.

-Me alegro que así sea.

-¡¡BUENOOOOOS DÍAS, FAMILIA!! -grito al llegar al comedor.

Mi madre aparece con una espátula por la ventana de la cocina y grita a su vez:

-¡¡BUENOOOOS DÍAS, CHICO Y CHICA QUE NO HAN DORMIDO JUNTOS!!

Sonríe al ver mis ojos abiertos como platos y sigue en su lugar preferido de la casa.

Mi padre baja rápidamente el periódico de su cara y con posado sorprendido, comenta:

-Oye, Jere, sabía que ibas a conquistar a mi querida hija, pero no tanta rapidez.

Pongo los ojos en blanco. Jeremiah me mira y al percibir su mirada, le respondo. Sus manos, situadas en mi cintura, me dan un leve aprieto y al percibirlo, mi cuerpo se separa inconscientemente del suyo.

Jeremiah sonríe y asiente.

-Así que éste es tu punto débil. Lo tendré en cuenta.

Abro los ojos de nuevo y niego con la cabeza con aire preocupado.

-Ni se te ocurra, Jeremiah Banks.

-¡Oh, claro que sí, Anne Johansson!

Sonrío y, con un rápido movimiento, lo cojo de la nuca y lo acerco hasta mis labios.

-No creas que voy a besarte.

Jeremiah me atrae hacia él y justo antes de que nuestro labios puedan juntarse, un pequeño empujón de mi parte nos separa.

-Te he dicho que no voy a besarte -le repito con malicia.

-Bueno, ¿y ya tenéis pensado qué vais a hacer hoy? -se interesa mi padre, mientras unta en mantequilla una de las muchas tostadas que tiene en el plato.

Miro de reojo a Jeremiah, buscando alguna que otra señal. Pero él ni se percata de mi penetrante y audaz mirada. Se encuentra sumido en sus propios pensa-mientos y su preciada tostada que unta con total cautela, quizás demasiada por algo que dentro de unos pocos segundos va a ser masticado por sus propios dientes.

Decido tomar mi propia escusa. Incluyéndonos a ambos, por supuesto.

-Eeeh... hemos quedado con Lucy y Josh para ir al cine -sonrío, levantando las cejas.

Mi madre con el mismo gesto, sonríe.

-Vaya, ¿otra vez? -pregunta con malicia.

-¿Algún problema? -contraataco de nuevo.

Ella levanta los ojos y niega con la cabeza.

-Ninguno.

-Guay.

Tras desayunar, me siento en la silla roja del escritorio y enciendo el ordenador. Entro en la web del cine del Seattle y intentó memorizar las películas que actualmente hay en cartelera. Unos segundos después aparece Jeremiah,

-¿Qué tal por aquí? -se sitúa a mi lado, mientras que su mano se encuentra en mi hombro. Me gusta.

-Bueno, nada del otro mundo -respondo desilusionada.

Jeremiah estudia las opciones que tenemos y al segundo responde:

-¿Y ésta?

Intercambiamos una rápida mirada. Después me fijo en su dedo índice situado sobre una película.

-¿Ésta? -pregunto asombrada, aunque divertida.

Jeremiah asiente convencido.

-Sí.

-Bien.

La película escogida es Bajo la misma estrella. Cuando aún estudiaba en secundaria leí el libro. Un auténtico dramón, aunque precioso.

Compramos las entradas por Internet, situándonos a la parte de atrás. Apunto la referencia al aparecer el justificante de la compra en la pantalla del ordenador. Alargo el brazo para alcanzar mi teléfono, y llamo a Lucy.

Un señal.

Dos señales.

Tres...

-Hola, forastera.

-¡Hola, Lucy! -saludó con entusiasmo.

-Vaya, ¡cuánto entusiasmo! -ríe.

-Oye -me pongo seria.

-Dime -contesta, con el mismo tono de voz.

-Hoy vamos al cine todos cuatro -le informo.

-¿Todos cuatro? -pregunta extrañada.

-Exactamente.

-¿Quiénes?

-Tú y Josh y yo y... -vacilo- Jeremiah -asiento.

Ambas nos quedamos calladas.

-¿Jeremiah? O sea, ¿Jere? -pregunta divertida.

-Así es -siento como mis mejillas empiezan a arder. Miro hacia Jeremiah. Éste me mira con una media sonrisa en el rostro. Le devuelvo la sonrisa y aparto la mirada lentamente.

-Bien -asiente-. ¿Qué película y a qué hora?

-Bajo la misma estrella y dentro de diez minutos.

-¿Dentro de diez minutos? -se horroriza.

-Así es.

-No puedo, es decir, no podemos -se oye unas risas al fondo.

-¿Por qué? -pregunto extrañada.

-Porque... -empieza-, bueno, no te rías -suelta una risa.

-Vale -frunzo las cejas, junto con una sonrisa.

-Porque Josh y yo estamos tumbados en la cama -explica-, desnudos -prosigue.

Intento reprimir un par de carcajadas, pero inevitablemente unos pequeños sonidos me delatan.

-Vale -asiento, aún reprimiendo las risas-. Entonces vestíos y venid en quince, pero tendremos que ir a cien por hora para llegar puntuales.

-Vale -ríe Lucy.

-Ah, y otra cosa.

-¿Sí?

-No lo hagáis de nuevo. No quiero perderme la película.

Lucy suelta otra risita y asiente.

-De acuerdo -dice coqueta.

Niego con la cabeza y cuelgo el teléfono.

Quince minutos exactamente después, Josh y Lucy llaman a la puerta. Tras un par de besos, entramos al coche de Jeremiah y veinte minutos después nos encontramos al cine. Le enseño la referencia al muchacho que se encuentra en la taquilla y asiente. Nos indica la sala correspondiente y nos dirigimos hacia ella.

Sabía desde el momento en que compramos las entradas que iba a ser un dramón, un drmaón de los buenos. De aquellos que no puedes dejar de llorar en toda la película, que tienes que sorberte los mocos y pedirle al muchacho que tienes al lado que te dé el típico kleenex para sonarte la nariz; pero para nada podía imaginar que lloraría tanto. No soy de ésas que lloran con cualquier cosa. Ni con tan solo el libro lloré. No esperaba llorar con la película. Aunque, una vez más, me sorprendí de lo que era capaz.

Con las palmas de las manos me seco ambos ojos, y al volverme hacia Jeremiah, lo encuentro en el mismo estado que el mío. Me apoyo de nuevo en el respaldo de la silla y dejo reposar mi cabeza en su hombro.

-Creo que deberías llamar a tus padres... -me advierte, con la voz quebrada.

Asiento y, antes de sacar el móvil del bolsillo, lo besó con ternura en la mejilla.

Una señal, dos...

-Hola cielo -contesta entusiasmada.

-Vaya cuanto entusiasmo -río entre lágrimas-, hola mamá..

-Sí, este museo es increíble -se justifica-. Aunque... no parece que haya sido muy entusiasta la película, ¿verdad?

Niego con la cabeza.

-Para nada. Oye -cambio de tema-, ya ha terminado la película. ¿Nos venís a buscar o quedamos en algún punto común?

-Os venimos a buscar -me contesta-. ¿Fuisteis con el coche de...?

-Jeremiah -respondo.

-Oye, ¿por qué no se vienen? -sugiere contenta.

-¿Quiénes? -pregunto.

-Josh y Lucy. También están, ¿no?

-Sí -asiento-. Eeh... vale, ahora se lo pregunto.

-Perfecto -se despide.

-Nos vemos ahora, mamá -y cuelgo.

Me dirijo a Josh y Lucy que se están besando.

-Chicos, mi madre pregunta si queréis veniros con nosotros al Lawrence's Restaurant -les sugiero.

Lucy se gira inmediatamente al oír la propuesta.

-Por mí, vale -dice sonriente.

Se gira y mira a Josh esperando una respuesta.

-Eh... ¡sí, sí, por supuesto! -asiente.

-Chachi, ¿no? -se incorpora Jeremiah, imitándome de nuevo.

Lo miro y sonrío.

-Chachi -repito.

-Vayamos pues -se levanta Josh.

-Vamos -me levanto y le tiendo las manos a Jeremiah. Él las agarra.

Cuando llegamos al restaurante mis padres ya están esperando a la entrada.

-¡Hola, chicos! -nos recibe mi madre.

-¡Hanna! -la saluda Lucy con un abrazo, lo mismo pasa con Josh.

Al separarse, mi madre coloca ambas manos en sus cabezas y comenta:

-¡Madre mía, estáis altísimos! -exclama.

-Bueno... tenemos diecisiete años, supongo que es normal -dice como si fuera obvio, Josh.

Mi madre se da con la palma de la mano en la cabeza.

-Por supuesto -dice, y sonríe-, venga, entremos.

Nos sentamos en una mesa redonda en medio del restaurante.

-¿Qué vas a pedir? -me pregunta Jeremiah mirando la carta.

-Pues no sé... a ver, quizás pollo a la plancha con patatas fritas o...

-Venga ya... ¡estás en Lawrence! -me recuerda.

Lo miro y sonrío.

-Vale, entonces pediré cordero.

-Pobre corderito -muestra una mueca triste.

Me río.

-¿Y tú?, ¿qué vas a pedir? -pregunto.

-Gnoquis, creo -sonríe.

-Gnoquis... -digo saboreando la palabra.

-Ya te dejaré probar alguno... -me guiña un ojo.

Le sonrío.

-Bueno chicos... -empieza mi padre-, ¿qué tal fue la película?

-Muy triste -dice Josh indignado.

-Sí, ambos lloramos -se queja Jeremiah.

Mi mamá empieza a reír.

-¿Sí? -pregunta aún sin creérselo.

Jeremiah y Josh asiente tristes.

Ahora somos Lucy y yo quienes reímos.

-En cambio, ella y yo no lloramos tanto -digo riéndome aún.

-¿Qué dices? -dice mi padre riéndose tanto como nosotras.

Asentims varias veces.

Pasamos el resto de la noche pasándolo tan bien que no encontramos el momento de marcharnos, hasta que un camarero nos avisa que tienen que cerrar el local.

-Oh, ¡por supuesto! Perdonen -ríe por lo bajo, mi padre.

Al salir del local, aún nos reímos.

Dedicado a: Alba68

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