La Revelación (Almas Perdidas...

By Ariana_Godoy

14.2M 1.6M 1.1M

[COMPLETADA] Ella es un vampiro convertido. Él es un vampiro purasangre. Ella aún se aferra a su humanidad, é... More

Prefacio
2. Bitten
3. Caught
4. Bled
5. Fought
6. Bound
7. Unbent
8. Dreamt
9. Fed
10. Dug
11. Found
12. Frozen
13. Felt
14. Shaken
15. Burst
16. Hurt
17. Known
18. Born
19. Brought
20. Revealed.
21. Kissed
22. Wanted
23. Awaken
24. Confronted
25. Reunited
26. Controlled.
27. Loved
28. Marked
29. Unbound
30. Challenged.
31. Spoken
32. Frozen
33. Struck
34. Purified
35. La Revelación (Capítulo Final)
Almas perdidas en papel + Tour Latam

1. Taken

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By Ariana_Godoy

La fuerza del vampiro reside en que nadie cree en

 él.

-Richard Matheson.

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-

I

Cazar o ser cazado.

Es simple, pero así es como funcionan las cosas en mi mundo. El aire nocturno me acaricia la piel, los enormes árboles a los lados permanecen en silencio mientras camino a través de ellos. Mi pelo largo y oscuro cae hasta el final de mi espalda y baila en el aire al ritmo del viento a mi alrededor. Sangre mancha y gotea de mis ropas, y me consuelo al pensar que por lo menos no es la mía. Estoy descalza, siguiendo un camino solitario; el reloj marca casi la medianoche. Una gloriosa luna llena ilumina el sendero; aunque hermosa e imponente, es la culpable de mi precario estado.

Había tenido que luchar contra un cruentus: una bestia que me dobla en altura cuya dieta incluye sangre caliente y carne. Por lo general, son criaturas calmadas y se alimentan de animales; sin embargo, cuando hay luna llena, se vuelven incontrolables y matan a quien se atraviese en su camino. Por desgracia para mí, encontré uno hace una hora cuando regresaba a mi escondite. Y aunque he sobrevivido, apesto, mi cuerpo está completamente cubierto de sus fluidos asquerosos.

Quiero limpiar la sangre de esa bestia maloliente; el olor es similar al que emite un cadáver putrefacto. A veces mi sentido avanzado del olfato puede ser una maldición.

Soy una vampiresa, una neófita. Estoy cerca de la edad de madurez, aunque necesito un par de años para desarrollar mis capacidades completas. Tengo gran resistencia, fuerza y velocidad; si bien aún no tengo ningún poder mental. Como vampiro, pronto seré capaz de controlar un elemento de los cuatro: agua, fuego, viento o tierra. Los vampiros Purasangres, en cambio, pueden controlar los cuatro elementos. Pero yo soy una convertida.

Los vampiros convertidos solo podemos controlar un elemento; somos débiles frente a los Purasangres. Nunca me he enfrentado a uno en toda mi vida, a pesar de que los convertidos, estamos en una lucha constante con ellos, ya que se alimentan de nosotros y son conocidos por su frialdad y crueldad. Suspiro; es peligroso andar sola en la noche sin energía. Podría correr rápido y llegar a mi escondite en minutos, no obstante, estoy demasiado cansada.

El camino es largo, pero debo seguirlo. Media hora más tarde, llego a mi refugio, donde vive mi clan. Nos llamamos Almas Silenciosas porque somos expertos en entrar y salir de lugares, acechando desde las sombras. Es un grupo pequeño formado por alrededor de doce vampiros. Sin embargo, la mayoría de ellos siempre está de caza y viajes, algunos nunca regresan. Los miembros constantes son menos de diez. Llego a la entrada de la guarida: un agujero, similar a los orificios de drenaje que los humanos colocan en las calles. La mayoría de nuestros escondites siempre han estado bajo tierra. Hemos hecho de los bosques oscuros del territorio sobrenatural nuestro hogar por muchas décadas. Me dejo caer en el agujero. Aterrizo dentro; hay un gran pasillo con paredes de tierra a los lados. Troto a mi habitación tratando de pasar desapercibida.

—¿Morgan? —llama alguien detrás de mí. Por supuesto, no puedo ser invisible en un escondite de vampiros con sentidos avanzados.

—Ian —saludo.

En un segundo, está frente a mí, revisándome. Es alto, de cabello castaño y ojos grandes color chocolate, atractivo, como suelen ser los vampiros; la naturaleza nos ha hecho así con el fin de atraer a nuestras víctimas humanas.

—¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien? —Su expresión se oscurece. Ian es como mi hermano; hemos estado juntos desde que me convertí, aunque él es mayor que yo. Por nuestros cuerpos, se podría decir que somos adultos jóvenes, pero en realidad tengo ochenta y cinco años. Los vampiros convertidos alcanzan la madurez en su cumpleaños número cien. Ian ya es un vampiro maduro; él domina el elemento fuego.

—Estoy bien. Solo un cruentus en el camino —digo empezando a caminar de nuevo a mi habitación.

—¿Un cruentus? ¿Cómo es que estás viva? Un cruentus en luna llena es una muerte segura para un vampiro joven como tú. —Percibo el enojo en su voz—. No deberías salir cuando hay luna llena, es demasiado peligroso y lo sabes.

—Estoy bien, no voy a dejar que un par de bestias estúpidas decidan mi agenda. —Entro en mi habitación y cierro la puerta. Para mi gran molestia, una puerta no es un obstáculo para Ian, o para cualquier vampiro. Él aparece frente a mí otra vez.

—Eres tan terca..., vas a conseguir que te maten —suspira con cansancio—. Así me gruñas, te estaré cuidando —afirma antes de salir de la habitación.

Me doy un baño para eliminar toda la sangre de ese monstruo apestoso. Cuando me siento lo suficientemente limpia, me envuelvo en una toalla. Veo mi reflejo en el espejo. Mi piel pálida y mis ojos de jade me reciben. Mis rasguños ya están sanando. Me pongo una falda negra y una camiseta oscura. La ropa negra es útil para camuflarse en la oscuridad.

Salto fuera de la entrada del escondite y tomo una respiración profunda, el aire rozándome la piel una vez más. Me encanta el exterior. En nuestro mundo, los bosques oscuros son considerados peligrosos y terroríficos, pero han sido mi hogar, así que le he tomado cariño. Me gusta el olor de la naturaleza; hay algo en ella que me relaja y me llena. Tomo una respiración profunda y, cuando la dejo salir, veo a nuestro líder —mi creador— llegar.

Una punzada de nerviosismo me cruza. No sé por qué siempre me he sentido atraída hacia él; tal vez porque su sangre corre por mis venas. El hecho de que es jodidamente hermoso tampoco ayuda; con su cara ruda aunque perfecta y ese cabello negro con reflejos azules que hacen juego con el color de sus ojos.

—Buenas noches, Morgan —saluda fríamente, y me pasa por un lado. Nunca me mira; tal vez no existo para él. Solo me habla cuando es absolutamente necesario o por cortesía.

—Buenas noches, señor. —Como mi creador, debo dirigirme así a él, incluso cuando sé que su nombre es Aidan. Si me ordena algo, tengo que hacerlo; de alguna forma tiene mucho poder sobre mí. Pero ni siquiera me habla. Todo lo que he obtenido de él a lo largo de los años han sido saludos fríos. Es como si estuviera en un nivel superior, inalcanzable.

«Tengo que sacarlo de mi cabeza. Yo solo soy una miembro más en el clan para él», pienso. Solo me convirtió porque estaba muriendo cuando me encontró, eso fue todo.

Disfrutar de una buena carrera rápida a través de los árboles me ayuda a dejar de pensar estupideces. Corro tan rápido como puedo, sintiendo el aire contra mi piel; solo me detengo cuando me doy cuenta de que estoy muy lejos de nuestro escondite, y no me gustaría encontrarme otro monstruo en el camino.

Algo se mueve a mi izquierda, mis sentidos se ponen alerta. No puedo tener tanta suerte, no puede ser otro cruentus. Olfateo el aire, buscando la esencia que podría revelarme de qué se trata. Sin embargo, una esencia desconocida me golpea la nariz, huele como un vampiro, pero no del todo. Y proviene de atrás. Me doy la vuelta bruscamente para ver un vampiro alto a unos metros de mí. El poder que emana sale en ondas invisibles de él, haciéndome dar un paso atrás; nunca he sentido algo así. Va todo de negro y tiene una especie de máscara negra sobre el rostro que solo me permite ver sus ojos negros y su boca. En silencio, nos evaluamos mutuamente. Noto un tatuaje oscuro en su pálido cuello. Ese símbolo significa Purasangre.

«¡Mierda!».

Su extraño atuendo y tatuajes cobran sentido. Tiene una espada en la espalda y las manos a los lados del cuerpo. Él ladea la cabeza, observándome.

«Piensa, Morgan, piensa».

—Este es territorio de Almas Silenciosas. —Trato de no sonar afectada por su poder, pero estoy profundamente asustada. Es el primer Purasangre al que me he enfrentado, y el poder que irradia es aterrador. No dice nada, no se mueve. Sé qué esperar de los de su raza, así que me pongo en una posición defensiva. Él sonríe, mostrando un par de colmillos afilados.

—¿Crees que tienes una oportunidad al luchar conmigo, pequeña? —Su voz es puro terciopelo, si bien eso no le quita ni un poco el tono de amenaza que usa.

Solo asiento, sé que no tengo ninguna posibilidad contra él, sin embargo, no tengo otra opción: mantendré la cabeza en alto y protegeré mi orgullo hasta mi último aliento. De repente, él desaparece. Lo busco con la mirada a lo largo de los árboles, concentrada para detectar el mínimo movimiento; aun así, no percibo nada.

—Eres valiente —lo oigo decir sin verlo.

Me giro hacia todos lados; no hay señales de él. Lo siento aparecer detrás de mí y, antes de que pueda girarme, me empuja bruscamente al suelo. El simple toque de su mano tiene una fuerza impresionante. Aterrizo sobre mis manos y rodillas, y me levanto tan rápido como puedo, lista para defenderme. Sin embargo, él me agarra del cuello con una facilidad insultante, y lo aprieta firmemente, levantándome, mis pies danzando en el aire.

Involuntariamente, grito de dolor; si continua así, mi cuello se romperá. Lucho, pateo, araño sus muñecas; pero él no se inmuta, es como si mis golpes no le hicieran nada. Sus ojos oscuros encuentran los míos, una sonrisa perversa en sus labios. Me libera y caigo al suelo, tosiendo descontroladamente.

—Estoy sediento —dice para sí mismo.

Mi cuerpo se congela, los Purasangre no se alimentan de seres humanos; se alimentan de vampiros convertidos como yo. Trato de levantarme, no obstante, mi mente y cuerpo se vuelven pesados. Él debe tener algún poder mental que me debilita. Me agarra del brazo y me obliga a ponerme de pie.

—¡No me toques! —grito en su cara al ver sus colmillos—. ¡No te atrevas!

Trato de liberarme de su agarre, pero mi cuerpo se siente tambaleante y sin energía. ¿Qué tipo de poder es este? Su cara estaba cada vez más cerca de mi cuello.

—¡No! ¡Detente! —pido, porque es lo único que puedo hacer.

Toma un puñado de mi pelo, dejando mi cuello expuesto a él. Siento su aliento en la piel y con su mano libre me cubre la boca. Su lengua traza círculos en mi cuello. Negaciones tratan de salir de mi boca, si bien se ahogan en su mano. Sus colmillos me rozan la piel.

«¡Por favor no!».

Odio ser débil, sentirme tan expuesta y vulnerable. Soy un vampiro; debería ser capaz de defenderme. Su agarre en mi boca se aprieta, sé lo que eso significa: va a morderme. Y lo hace. Entierra los afilados colmillos en mí, hundiéndome en un mar de dolor por unos segundos. Lucho en sus brazos, sintiéndolo alimentarse de mí. No hay mayor humillación para un vampiro que tomen su sangre a la fuerza, es una muestra de debilidad. Él lo está disfrutando; asqueada, lo oigo gemir.

Finalmente, me libera y caigo al suelo más débil que nunca. Con la espalda contra el suelo, solo puedo mirar al cielo; la luna llena sigue allí, yo ni siquiera tengo la fuerza suficiente para ponerme de pie. Siento al Purasangre subirse encima de mí. Su rostro bloquea mi vista del cielo nocturno, una de sus manos me acaricia el hombro. La diversión en sus ojos es clara; he escuchado que los Purasangres disfrutan de jugar con sus víctimas, dejando marcas de mordidas sobre sus cuerpos como muestra de poder y sumisión.

—No... Por favor... —Pongo mi orgullo a un lado y ruego. No tengo ninguna manera de detenerlo o luchar contra él.

—Simplemente estoy jugando, pequeña —susurra, riendo.

—Por favor... No me muerdas otra vez.

Desliza su mano fría debajo de mi camiseta mientras clava los colmillos en mi hombro. Me estremezco de dolor; él se despega ligeramente, su boca llena de sangre.

—Puedo sentir tu miedo, la lucha en ti. Me entretiene —murmura y se lame los labios.

Cierro los ojos mientras ese cruel Purasangre deja marcas por todas las partes descubiertas de mi cuerpo. El dolor es insoportable. Cuando termina, se quita de encima.

—Nos veremos de nuevo, pequeña.

No me toma mucho tiempo caer en la oscuridad, deseando que esto sea una pesadilla. 

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