Los Hijos de Anac - El Jardin...

By KarolChavarriaCarran

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El tiempo a pasado, el mundo esta cambiando y los Clanes deben cambiar rapidamente para poder sobrevivir y en... More

El jardín del Edén
Prologo
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24

Capitulo 1

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By KarolChavarriaCarran



La luz de la luna se filtraba por la pequeña ventana de su calabozo a unos tres metros del suelo, ese era su único contacto con el mundo, solo así podía saber si era de día o de noche. El sol y la luna eran todo lo que podía ver desde su confinamiento y era el único consuelo que podía obtener, aunque en el fondo de su corazón pensaba fervientemente que no merecía ninguno, que morir sería un mejor destino que ser la única sobreviviente de su clan.

Los días pasaban lentamente en su confinamiento, su pena debía ser el castigo por haberle fallado a los suyos, a las únicas personas que la amaron de alma y corazón. Los primeros días grito, azoto las paredes de roca sólida y destrozo sus manos rasguñando la puerta de su mazmorra. Poco después cuando las fuerzas abandonaron su cuerpo y la realidad de su destino se acento en su pecho intento desesperadamente utilizar sus habilidades para encontrar a alguien que la pudiese salvar pero pronto comprendió que este era el castigo que merecía y renuncio a ser salvada.

Su padre, el hombre que amaba con su corazón y todo su pueblo perecieron por su debilidad, por querer librarse de la oscuridad con la que había nacido, por su necesidad de ser lo que su prometido merecía. Su estupidez y su egoísmo provocaron las muertes irremediables del Clan, dejándola a ella como el recuerdo de ese error.

Su mayor pena era saber que la oscuridad en su alma había desaparecido, el método del infame ángel Caído había funcionado perfectamente pero el precio que pago fue muy alto. Perdió su libertad y su Doppelgänger con toda su oscuridad y maldad ocupo su lugar. Sufría cada vez que imaginaba como el corazón de Cedric se rompió, como su vida se extinguió en las manos crueles de aquella impostora y como lo último que vio fue la mirada fría y despiadada de una mujer que no era ella.

¿Lo habría descubierto?

¿Él hubiese sido capaz de saberlo en ese último momento?

Deseaba con todas sus fuerzas poder saberlo, deseaba tener algo que le permitiera arrancarse la vida para conseguir reunirse con él y pedirle perdón de rodillas.

Cedric, su amado guerrero pereciendo en los brazos de un monstruo que después murió a manos del segundo hombre más importante en su vida. Se preguntaba que habría sentido Lugh en aquellos momentos, debió ser difícil ver caer a su mejor amigo como un roble viejo y sin vida en el suelo y después utilizar su espada para arrancarle la vida a una mujer que quiso en secreto en lo más profundo de su corazón.

Quería morir y acabar con tanta pena.

Odio a Azrael cuando le conto cada perverso detalle de aquella lucha, lo odio con todo lo que le quedaba en su cuerpo magullado y débil. Anhelo tener la fuerza para arrancarle la cabeza de tajo pero su cuerpo y sus esfuerzos eran inútiles y no tuvo más opción que soportar su risa malvada y amarga como la hiel.

La puerta de su calabozo se abrió lentamente y una figura masculina se dibujó entre las sombras, sonrió por que no necesitaba verle para saber de quien se trataba. La sombra dio un paso hacia ella y la luz de la luna acaricio su rostro mostrándole cuan perfecta era su belleza y cuan letal su poder.

Sus ojos rojo carmesí la miraron fijamente, su cabello rizado y negro parecía desordenado y su sonrisa definitivamente no combinaba con su letalidad.

_ Te he traído algo._ Extendió hacia ella un libro._ Pensé que al menos esto te ayudaría a dejar de pensar por un rato en todo eso que te martiriza.

Los ojos de Enid estudiaron su rostro buscando una razón para su amabilidad, de todos los W'rêumlr él era el único que se había tomado la molestia de mostrar un poco de amabilidad.

_ ¿Por qué?_ pregunto al tiempo que tomaba el libro y lo refugiaba contra su pecho.

_ No preguntes cuando no quieres escuchar las respuestas._ La sonrisa se borró de sus labios._ Solo acepta el regalo.

Aunque no sonreía Enid podía sentir su cálida energía emanando de su cuerpo lo que era ridículo si te detenías a pensar que él estaba muerto y su alma condenada por la eternidad. Castigado a permanecer en el mundo, errando sin rumbo y sin ninguna motivación para existir.

El misterioso hombre se colocó la capucha de su capa y se giró avanzando lentamente hacia la puerta, Enid lo miraba y se aferraba al único trozo de bondad que podría tener alguna vez. Cuando llego a la puerta se giró hacia ella y un destello de vergüenza atravesó su mirada de sangre.

_ La espera de los W'rêumlr ha terminado, al fin llegaron a un acuerdo con los demonios y pronto los hijos de Adán volverán a ser atacados y lo que queda de tu amada isla también.

El corazón de Enid se presionó con dolor dentro de su pecho.

_ ¿Por qué a ellos, Crixus?

_ Porque son una piedra en nuestro camino.

La puerta se cerró y el cuerpo de Crixus desapareció completamente mientras el corazón de Enid se desplomaba en un ruido sordo pero terriblemente doloroso.

***

Crixus miro la puerta de roble fijamente y por un pequeño momento de debilidad quiso dejarla abierta para que ella consiguiera escapar de aquel encarcelamiento cruel, pero si la dejaba marcharse entonces no la volvería a ver jamás y eso era demasiado para él. Su egoísmo era tanto que jamás le podría dar la oportunidad de ser libre, ella era lo único que lo conectaba a la vida, a la verdadera vida.

El calor de su piel, el flujo de su sangre por sus venas, el latido constante y fuerte de su corazón y el sonido de sus pensamientos eran el único recuerdo de lo que se sentía estar vivo y poseer un cuerpo que envejecería y un alma que continuaría su círculo de vida cuando el último aliento de su cuerpo se extinguiera. Para muchos la muerte era motivo de miedo, muchos querían ser eternos y no tener que pasar por el lamentable momento de la muerte pero para él era una quimera que jamás conseguiría y que anhelaba conseguir para el descanso de su alma.

_ Lo siento Enid._ Murmuro con la mano apoyada sobre la puerta.

No quería lastimarla contándole parte de sus planes pero aunque era muy egoísta y no la quería perder tampoco era un completo déspota así que le dio el único motivo para desear escapar de su confinamiento. Con la semilla plantada en su corazón volvería a intentar con la poca fuerza que le quedaba escapar o al menos contactarse con sus amigos para alertarlos del peligro.

_ Me arriesgo a perderte pero sé que esto no es lo que mereces.

Tampoco era lo que él merecía pero ya había aceptado su destino y lo enfrentaría con valor.

_ Pero este no es tu destino._ Cerro la mano en un puño._ Tu mereces amor de un alma igual de cálida y viva como la tuya.

Crixus se alejó de la puerta y comenzó su ascenso por las escaleras, alejándose de su única debilidad al tiempo que algo muy en el fondo de su pecho se rompía. Alguien ahí afuera la esperaba, alguien la buscaría, alguien que la amaba y que sin duda la arrancaría de su lado para llevarla lejos.

Cuando esa persona apareciera se haría un lado y la dejaría pasar.

Le diría adiós y entonces el único destello de vida en su cuerpo se marchitaría para siempre.

***

La luz de la luna llena se filtraba por la lumbrera iluminando el rostro de lrwögelkh, su piel lucia aún más pálida y sus rizos rojizos se movían bruscamente con el viento. El pacto de armisticio finalmente llegaba a su final, sus padres por fin les daban el permiso de arremeter sin contemplación contra los hijos de Adán.

Para lrwögelkh aquello era toda una contradicción, tenían permiso de arremeter sin piedad contra aquellos que representaban sus vidas, su pasado y sus historias. Incluso él alguna vez tuvo un pasado, cuando en sus venas corría sangre caliente y su corazón era noble y apasionado; ahora, solo sentía un trozo de hielo en el lugar donde debería latir su corazón y una profunda maldad que crecía como un asombra sustituyendo su alma.

Lentamente comenzó a retroceder, alejándose de la radiante luz de la luna, paso a paso se acercó a su trono, aquel que había sido diseñado para ser ocupado por un enviado del cielo o un elegido de los ángeles. Ya no sentía diversión con la idea de atacar a los simples Hijos de Adán, quería más, quería ser el Ancestral con más poder, el más temido.

Tomo su lugar en el trono, su túnica caía hasta el suelo cubriendo sus pies desnudos, así le gustaba, sentir el frío introduciéndose en su cuerpo y él venciéndolo porque su alma era más gélida que la nieve y el hielo. Acaricio su barbilla pensativo sin apartar la vista de la gran puerta de roble, esperaba, es lo que mejor hacía, esperar.

Finalmente la gran puerta se abrió y una hermosa mujer de piel cremosa, rostro perfectamente simétrico, mejillas sonrosadas, ojos oscuros con halos carmesí, labios carnosos y un largo cabello negro que caía hasta su cintura, entro sonriente. Caminaba con decisión hacia él, subió por las gradas que daban a su trono y se sentó en sus piernas saludándole con un profundo y largo beso.

_ Te extrañe, dulce Zohar._ Murmuro lrwögelkh mientras ella se alejaba._ Tanto.

Una sonrisa maliciosa se deslizo por los sensuales labios de Zohar, ella también le había extrañado pero jamás lo confesaría, odiaba engrandecer aún más el ego de aquel ser al cual creía amar. Se inclinó a su oído respirando lentamente._ Ya me tienes aquí._ Toco su oreja con sus labios y de inmediato sintió como el cuerpo de lrwögelkh se relajaba.

Lrwögelkh presiono sus labios contra los de Zohar mientras sus dedos se enredaban en su pelo negro. Sin previo aviso la levanto del trono y la empujo contra una pared, nunca sin dejar de besarla y consumirla con su necesidad. Ella jadeo en el momento en que él le arranco las ropas y las lanzo al piso donde ya no le estorbaran o entorpecieran su recorrido por aquella delicada piel. La levanto y ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura, la sostuvo lo suficientemente alto como para que ella pudiera sentir su dureza rosando por su delicada y sensible piel.

_ Extrañe tanto tu cuerpo._ Susurro al tiempo que se introducía en ella. Zohar inclino la cabeza hacia atrás y dejo escapar un gemido que para lrwögelkh solo significaba la gloria, ella clavo sus uñas en la carne de sus hombros al tiempo que él empujaba dentro de ella. Cada empuje se hizo más rítmico, más rápido, causando un abrumador dolor que les empujaba a ambos al borde del éxtasis._ Mia._ le dijo al oído._ mía, mía, mía.

Con cada golpe los dedos de lrwögelkh se hundían más y más en los muslos de Zohar, guiándola hacia el borde. Cuando estuvo seguro de que ella estaba al límite mordió su labio para impedirle gritar, ella se retorció en sus manos y finalmente se desplomo en sus brazos empujada por el éxtasis.

Lrwögelkh la levanto en sus brazos y la llevo hasta sus aposentos, teniéndola en su lecho la admiro y recorrió nuevamente su piel con la punta de sus dedos. Aquella mujer era lo más cercano a un sentimiento amable y urgía en conservarla, sin ella aquel mundo no tendría mucho sentido y su único deseo seria la sangre y su hambre insaciable por la destrucción.

_ Les he encontrado._ Murmuro ella soñolienta._ ocultos en las profundidades de un bosque hechizado.

Lrwögelkh sonrió, sabía que no se equivocaba al confiarle a ella aquella misión._ Descansa querida, lo has hecho muy bien.

Zohar se levantó apoyándose en sus codos, miro directamente a lrwögelkh, sus noticias no podían esperar. Tenía que ser más rápido si quería ser el Ancestral más poderoso, tenía que ir un paso delante de sus hermanos.

_ Su poder es inimaginable, poseen una magia que se manifiesta en diferentes formas._ Los ojos de Zohar brillaban con solo recordar a los jovencitos, en especial a aquel que los entrenaba. Un joven tan hermoso, con su mirada oscura llena de amabilidad y sus cabellos negros despeinados por culpa del viento y el esfuerzo físico._ Cada uno es único, no tienen idea de cuan letales podrían llegar a ser.

La mirada de lrwögelkh se volvió turbia, ella no podía ocultarle nada. Lo que su boca no decía lo confesaban sus ojos. Él coloco su mano alrededor de su cuello y lo presiono levemente, disfruto al descubrir el terror en ella, pero eso no era lo que él esperaba, necesitaba que ella le deseara tanto que no fuera capaz de admirarse por ningún otro ser. Lentamente se retiró dándole la espalda, podía esperar, después se encargaría de sus nuevos intereses. Volvió al lado de Zohar y ella lo recibió gustosa de tenerlo nuevamente entre sus brazos pero en la mente de lrwögelkh ya se comenzaba a gestar su plan contra el clan de los Zíngaros.

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