Capitulo 1

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La luz de la luna se filtraba por la pequeña ventana de su calabozo a unos tres metros del suelo, ese era su único contacto con el mundo, solo así podía saber si era de día o de noche. El sol y la luna eran todo lo que podía ver desde su confinamiento y era el único consuelo que podía obtener, aunque en el fondo de su corazón pensaba fervientemente que no merecía ninguno, que morir sería un mejor destino que ser la única sobreviviente de su clan.

Los días pasaban lentamente en su confinamiento, su pena debía ser el castigo por haberle fallado a los suyos, a las únicas personas que la amaron de alma y corazón. Los primeros días grito, azoto las paredes de roca sólida y destrozo sus manos rasguñando la puerta de su mazmorra. Poco después cuando las fuerzas abandonaron su cuerpo y la realidad de su destino se acento en su pecho intento desesperadamente utilizar sus habilidades para encontrar a alguien que la pudiese salvar pero pronto comprendió que este era el castigo que merecía y renuncio a ser salvada.

Su padre, el hombre que amaba con su corazón y todo su pueblo perecieron por su debilidad, por querer librarse de la oscuridad con la que había nacido, por su necesidad de ser lo que su prometido merecía. Su estupidez y su egoísmo provocaron las muertes irremediables del Clan, dejándola a ella como el recuerdo de ese error.

Su mayor pena era saber que la oscuridad en su alma había desaparecido, el método del infame ángel Caído había funcionado perfectamente pero el precio que pago fue muy alto. Perdió su libertad y su Doppelgänger con toda su oscuridad y maldad ocupo su lugar. Sufría cada vez que imaginaba como el corazón de Cedric se rompió, como su vida se extinguió en las manos crueles de aquella impostora y como lo último que vio fue la mirada fría y despiadada de una mujer que no era ella.

¿Lo habría descubierto?

¿Él hubiese sido capaz de saberlo en ese último momento?

Deseaba con todas sus fuerzas poder saberlo, deseaba tener algo que le permitiera arrancarse la vida para conseguir reunirse con él y pedirle perdón de rodillas.

Cedric, su amado guerrero pereciendo en los brazos de un monstruo que después murió a manos del segundo hombre más importante en su vida. Se preguntaba que habría sentido Lugh en aquellos momentos, debió ser difícil ver caer a su mejor amigo como un roble viejo y sin vida en el suelo y después utilizar su espada para arrancarle la vida a una mujer que quiso en secreto en lo más profundo de su corazón.

Quería morir y acabar con tanta pena.

Odio a Azrael cuando le conto cada perverso detalle de aquella lucha, lo odio con todo lo que le quedaba en su cuerpo magullado y débil. Anhelo tener la fuerza para arrancarle la cabeza de tajo pero su cuerpo y sus esfuerzos eran inútiles y no tuvo más opción que soportar su risa malvada y amarga como la hiel.

La puerta de su calabozo se abrió lentamente y una figura masculina se dibujó entre las sombras, sonrió por que no necesitaba verle para saber de quien se trataba. La sombra dio un paso hacia ella y la luz de la luna acaricio su rostro mostrándole cuan perfecta era su belleza y cuan letal su poder.

Sus ojos rojo carmesí la miraron fijamente, su cabello rizado y negro parecía desordenado y su sonrisa definitivamente no combinaba con su letalidad.

_ Te he traído algo._ Extendió hacia ella un libro._ Pensé que al menos esto te ayudaría a dejar de pensar por un rato en todo eso que te martiriza.

Los ojos de Enid estudiaron su rostro buscando una razón para su amabilidad, de todos los W'rêumlr él era el único que se había tomado la molestia de mostrar un poco de amabilidad.

Los Hijos de Anac - El Jardin del EdenWhere stories live. Discover now