"Shit, our first kiss"-"Mierda, nuestro primer beso"
Narras tú
—Jacob, abre la puerta. Por favor—supliqué por quinta vez.
—¿Necesitas la llave?—me preguntó la madre de Jacob.
¿Mi mamá también tenía llave de mi habitación?
—No, gracias. Él va a abrirme la puerta, tiene que hacerlo—dije tocando de nuevo la puerta de su habitación.
—Suerte con eso—dijo su madre yéndose a su habitación.
—Jac, por favor. Tenemos que hablar—insistí poniendo mi frente en la puerta—Te necesito—murmuré.
Entonces la perilla giró y la puerta como por arte de magia se abrió. Jacob amaba el color verde, toda su habitación estaba pintada de verde oscuro, y el cobertor de su cama era verde lima, pero estaba todo desordenado. Jacob estaba mirando por la ventana.
—Hola—murmuré cerrando la puerta detrás de mí.
—¿Dónde está Ashley?—preguntó sin mirarme.
—Está en el centro comercial doblando la esquina—respondí sentándome en su cama.
—¿Con Zach?—preguntó tomando la silla de su escritorio.
—No, sola—dije brevemente, quería ir al grano.
Jacob se sentó en la silla de su escritorio y comenzó a girar levemente.
—Supongo que estás aquí por lo que dije—habló dejando de girar y mirándome con esos misteriosos ojos grises.
—¿Por qué nunca me dijiste nada?—pregunté tímida.
—Iba a hacerlo. Hace dos años, cuando fui al campamento de sorpresa—confesó rodando la silla hacia mí. Mi corazón se detuvo un instante—Ashley fue quien tuvo la idea de decírtelo, ella era la única que lo sabía hasta ahora—contó Jacob.
—Jacob, yo...—me interrumpió.
—Lo sé, fue estúpido—se rió amargamente—Creer que tendría oportunidad contigo después de todo lo que me habías hablado de Daniel por teléfono ¡Qué iluso!—sonrió de lado—Entonces, llegué y estabas tan feliz. Estabas increíblemente hermosa y yo no era nadie para arruinar tu verano—dijo mientras que yo sentía como las lágrimas se formaban en mis ojos—Simplemente me hice a un lado y trate de tener mi amor de verano también. ¿Recuerdas a Tiffany?—preguntó sentándose a mi lado en la cama.
—Sí, viajabas a verla cada fin de semana—respondí con la voz en hilo.
—Ella fue mi Daniel versión femenina—dijo y ambos nos reímos.
Él tenía ese don, hacerme reír cuando estaba apunto de llorar sin vuelta atrás.
—Ella es una chica increíble—comenté limpiando las lágrimas que se escaparon de mis ojos.
—Sí, como Daniel—dijo Jacob—No puedo negar que es la persona indicada para ocupar el lugar que debía ser mío—tomó mi mano—Creo que ahora está más claro todo—dijo besando el dorso de mi mano.
—Sí, mucho más claro—respondí.
—Es que en mis planes de hoy no estaba decirte lo que sentía, ni estaba verte en la cama con un chico y mucho menos estaba besar a Ashley. Ha sido un día de mierda—se quejó Jacob poniendo su cabeza en mi hombro.
—Sí, como el día que nos besamos—murmuré sintiendo mis mejillas arder.
—Mierda, nuestro primer beso ¿Lo recuerdas?—preguntó con los ojos brillando.
Asentí y relamí mis labios.
—Si, fue un día de mierda. Mis padres no fueron por mi al colegio, y te quedaste esperando conmigo hasta que vinieran. Cosa que nunca pasó porque estaba pasando una tormenta por la ciudad y enviaron a Peter por mí—conté y me deje caer en el colchón.
—Nos fuimos caminando, creí que moriría ese día—comentó acostándose a mi lado mirando las estrellas falsas que tenía pegadas en el techo.
—Pero, no morimos—dije mirándolo.
—No, en cambio pasamos por la casa del mocoso más odioso de la escuela. Ya ni recuerdo su nombre, y nos invitó a pasar a su casa—recordó Jacob acariciando mi mejilla.
—Teníamos 14 años y esa casa parecía un antro—dije y ambos nos reímos—Estuvimos a una persona de la marihuana—hablé riendo—Fue la primera vez que jugué a la botella de besos—comenté.
—Fue la primera vez que besé a una chica—susurró Jacob.
—Y fue la primera vez que yo besé a un chico—murmuré recordando como giró esa botella y nos señaló a Jacob y a mí.
—No quiero que cambies conmigo, ___(Tn)—pidió Jacob de pronto—Te amo y lo menos que quisiera es que mis tontos sentimientos lo arruinen todo—añadió mirándome con una leve sonrisa.
—No, jamás voy a cambiar contigo. Te lo prometo, Jacob—susurré sonriéndole—Y también te amo, eres el mejor amigo que alguien podría desear—le dije acostándome sobre su pecho.
Jacob besó mi frente.
—Agh, casi me muero de diabetes de sólo escucharlos—habló Ashley entrando en la habitación.
(...)
—¿Y por qué la pijamada no puede ser aquí en tu casa?—preguntó Ashley comiéndose el último trozo de pizza.
¿Cómo le decía que Daniel iba a venir para hacer una "pijamada" conmigo también? Además necesitaba llevarla a su casa porque allá estaba la sorpresa que Zach le había preparado.
—Porque...—murmuré caminando hacia mi peinadora—Ya sabes...—dije mirándome al espejo.
—No, no sé—habló comenzando a saltar en la cama.
El sonido de la cama me hizo estremecer. Maldita sea. ¿Qué estaba pasando conmigo? Cerré los ojos y respiré hondo, controlándome.
—No podemos hacer la pijamada aquí, porque anoche ya hice una pijamada. Sabes cómo es mamá con eso—mentí sintiendo toda la cara roja.
Ashley seguía saltando en la cama.
—¿Con quien hiciste una pijamada?—preguntó la castaña curiosa.
Con Daniel, respondí mentalmente.
—Con Angelina—respondí en voz alta.
—Oh, que aburrido—comentó saltando fuera de la cama.
—Sip—comenté tomando mi chaqueta de jean.
—No puedo creer que me reemplazarás en unas pocas semanas—se quejó mi mejor amiga siguiéndome fuera de mi habitación.
—No te reemplacé. Sólo que Angelina y Peter no pueden dormir juntos hasta que no estén casados—volví a mentir.
—¿Ah no? ¿Y tú y Daniel si pueden?—preguntó Ashley mientras bajábamos las escaleras.
¡Mierda, casi rodaba por las escaleras!
—¿Qué?—pregunté como idiota.
—Por favor, ___(Tn). No soy estúpida—Ashley abrió la puerta principal.
—Sé que no eres estúpida, aunque a veces los parezcas—bromeé y me pegó en el hombro.
—Maldita—exclamó riéndose mientras bajaba los escalones del pórtico.
—¡ADIÓS, MAMÁ! ¡ADIÓS, PAPÁ! ¡ADIÓS PETER Y ANGI!—grité antes de cerrar la puerta de la casa.
(...)
—¿Ya te pusiste la crema hidratante?—preguntó la madre de Ashley siguiéndonos por las escaleras.
—No, y no la necesito—respondió la castaña de mala gana.
—Estás muy quemada del sol, hija—siguió insistiendo.
—Yo la obligaré, tranquila—le dije a la mamá de Ashley quitándole el frasco de crema hidratante de las manos.
—Bueno—dijo la señora Rachel sonriente.
¿Cómo demonios podía estar tan tranquila sabiendo que cinco chicos estaban en su casa? ¿O acaso no sabía?
—No la aguanto, estuvo persiguiéndome por toda la playa poniéndome bloqueador solar—se quejó Ashley abriendo la puerta de su habitación.
Mi mejor amiga se congeló en la puerta. La tomé de los hombros y la obligué a caminar un poco más para entrar yo también. ¡Santo cielos! La habitación estaba llena, literalmente llena de rosas, blancas y rosadas. Era bellísimo, ni siquiera se veía el piso. Entonces Zach quitó un ramo de rosas de su cara. ¿Podía ser más perfecto?
—Estoy soñando, eso es seguro—murmuró Ashley.
—Lo siento, amiga. La realidad acaba de superar a los sueños—comenté encantada por el olor de todo el lugar.
—¿Hiciste todo esto por mí?—preguntó Ashley con la voz temblorosa.
Zachary asintió con la cabeza y se puso de pie.
—Todo esto es lo que siento por ti—habló Zach dando un paso más cerca de Ashley—Es un amor exagerado y enorme. Pero cabe en esta habitación a la perfección—siguió Zach tomándola de las manos.
Sería mejor que me fuera, era un momento tan lindo. No quería arruinarlo, pero debía tomar una foto.
—Zach, esto es...—Ashley simplemente rompió en llanto y Zach la abrazó—Lo siento—decía Ashley entre sollozos.
—No, yo siento no haberte creído—decía Zach besando su frente—Pero te prometo que no volverá a suceder—prometió Zach.
Di dos pasos hacia atrás, debía salir de aquí.
—¿Prometes confiar en mí como yo confío en ti?—preguntó mi amiga mientras yo giraba la perilla de la puerta para irme.
—Prometo confiar en ti con los ojos cerrados—le dijo antes de besarla en los labios.
¡Dios, estaba tan feliz por ellos! Salí de la habitación, puse el seguro a la puerta y la cerré. ¿Ahora como salía de aquí? La mamá de Ashley no podía verme salir. Oí que alguien venía y corrí al baño, ni siquiera encendí la luz. Tenía que encontrar una forma de salir de aquí. Entonces, una mano tapó mi boca y otra me tomó de la cintura pegándome a la pared junto a la puerta. Por extraño que fuera no me asusté, conocía ese olor perfectamente.
—¿Qué no tocas?—preguntó la voz de Daniel pegando su cuerpo al mío.
—¿Qué no le pones seguro a la puerta?—pregunté después de quitar su mano de mi boca.
—Siempre lo olvido—respondió poniéndole seguro a la puerta al mismo tiempo que se cercaba a besarme.
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