Supe —tarde, por desgracia— que algo andaba mal en el momento que te vi, con la mirada cargada de sentimientos que nunca me molesté en etiquetar; basta con decir que el estómago se comprimía y mi respiración se entrecortaba. Siempre te he mirado de esa forma, Jeon Jungkook. Siempre, siempre desde que te conozco.
Por eso me supuso un mal augurio cuando fue mi pecho el que se contrajo al buscar tus ojos, recostados a mi lado en aquella cama.
Y no sentí nada.
Como si fueras un desconocido para mí.
¿Y no es ese el problema, Jungkook? Que nos hemos convertido en extraños el uno para el otro.
Pero hey, no quiero que por esta declaración te alejes, no, ven aquí. Entrelaza tus dedos con los míos, hagamos como si estos asfixiantes pensamientos no pasasen por muestra cabeza.
Hagamos como si nada.
Déjame rodear tu cintura con mi brazo y acurrucarte en mi pecho desnudo.
Déjame sentir tu tensa respiración en los acompasados latidos de mi corazón. Ese que ya no se agita cuando estás cerca, ese mismo.
Durmamos juntos, ¿te importa? Como siempre hicimos, como seguimos haciendo. Es por costumbre, ¿verdad? Nadie se siente seguro en los brazos de un hombre del que se desentiende, pero tú y yo sí. Porque en algún momento, antes de que mis ojos dejasen de mirarte con emociones que nunca me molesté en etiquetar, antes de que mi corazón dejase de latir con fuerza al tenerte a mi lado, antes de sentirte como un extraño fuiste todo.
El todo que me daba la vida.
En qué momento nos distanciamos de esta controversial talante, aún me pregunto. ¿Te cuestionarás lo mismo? Quizá haya perdido la oportunidad de saberlo, no hablamos como solíamos hacerlo.
Y aunque no sé el cuándo, se el cómo y el porqué.
Tuvimos la desdicha de ser grandes actores en apariencias, al punto de no poder separarnos de nuestro papel en la realidad.
Sabes de lo que hablo, oh, ambos lo sabemos. No fue culpa tuya, ni mía, ni de nadie. Las cosas pasan, es la única verdad a la que pensadores y filósofos han llegado sin echar por tierra dogmas y principios.
Y lo nuestro no fue ninguna ley perdida del universo, solo éramos dos chicos gays enamorados que vivían bajo la insistencia constante de focos, una presión que ni la gravedad ejerce.
Aún me resulta jocoso cuando nos dicen que lo tenemos todo, cuando la realidad es que nos lo han quitado lo poco que ya teníamos...
¿Y qué tenía yo? ¿Qué tenía Kim Taehyung antes de ser un miembro de BTS? Bueno, tenía sueños. Pero no me malinterpretes, los sigo teniendo.
Pero lejos de mis sueños, te tenía a ti. Tú no eras un sueño, Jungkook. Eras tan real como tus gestos indiscretos. Cariñoso hasta la saciedad, más conmigo que con los otros. Tenías dieciséis años, no estabas jugando.
Yo tampoco.
Tus abrazos después de un día duro de ensayo eran acogedores, me sentía en un hogar. Protegido. Todos empezabais a formar lo que actualmente es mi segunda familia, poco a poco, juntos construimos desde los cimientos un mundo solo para nosotros, en el que la norma básica era querernos y protegernos —por igual, que somos celosos.
Pero contigo era diferente y ambos lo sabíamos. Nunca nos faltaba un momento para estar a solas, no sé cómo nos las apañábamos para que en un apartamento con siete chicos siempre tuviésemos un momento para ti y para mí.
Primero fue para ti y para mí; un qué día más duro hemos tenido y un daremos lo mejor que tenemos. Luego fue para nosotros; me siento seguro en tus brazos y no quiero dormir lejos de ti.
No nos causó pudor admitir que nuestra inclinación se orientaba más hacia un hombre, y entre los demás no fue una gran conmoción, aunque se enteraron mucho más tarde que tú y que yo.
Dejé de ver tu sobreactuada admiración y empecé a ver amor.
Amor, amor, amor.
Te amaba y quería decírtelo.
Pero no podía, me dan vergüenza esas cosas, Jungkookie, y tú lo sabes mejor que nadie. Por eso prefería demostrártelo.
Esos roces inocentes entre nuestras manos me ayudaban a camuflar que bajo mi sereno semblante existía un adolescente con las hormonas revueltas.
Un roce con el pulgar sobre el dorso de tu mano. Amistad.
Un abrazo un segundo más largo que el de los otros. Amistad.
Un beso rápido en la mejilla, y luego hacer como que la cosa no iba conmigo. Amistad.
¿Te di pie? Eso quiero creer, porque aún no me explico la fuerza, pasión, ímpetu o lo que sea que desbordaras cuando me besaste.
En los labios.
Me gustas, TaeTae, me gustas.
Gracias a Dios que eres el más atrevido de los dos, quizá todavía estaría dándote besitos discretos en la mejilla.
Y luego de saborear tus labios una vez pude hacerlo todas las que se me antojaron.
Tres, cuatro, doscientas.
Debí darte más besos, debí darte más besos.
Desde los dieciséis a los diecisiete tuvimos un noviazgo normal, secreto. Pero estábamos preparados para que los chicos lo descubrieran. Quizá queríamos que nos descubrieran, así sería más fácil darte un beso delante de todos o ponerme celoso y tener justificación.
Vamos, no tardaron en darse cuenta. Y eso que al principio pensaban que te tenía más cariño porque eras el único maknae que tenía. Pero no, no era eso.
Qué bien se respiraba, ¿recuerdas? Cuando estábamos los siete y podía tomarte entre mis brazos y todos nos miraban con ternura. Mira a los tórtolos. No nos importaba, qué bien se vive enamorado.
Podía darte un beso por las mañanas cuando nos reuníamos. Y todos se quedaban embobados admirando la comodidad en la que nos desenvolvíamos estando juntos.
Qué bonito.
Qué bonito fue amarte, Jungkook.
Cuando estábamos en una nube, para ti y para mí. No, para nosotros. Un mundo aparte, el cual —ingenuos— creímos inexpugnable.
Un mundo en el que no había micrófonos, entrevistas, fans.
Solo nosotros. Y es que no nos hacía falta más, ¿a que no? Tú me lo repetías constantemente.
Qué bonito.
Qué bonito fue amarte, Jungkook, mientras pude.
Porque lo que vino después fue la absoluta discordia. Cuando se enteraron nuestros representantes, nuestros managers, la compañía.
Lo que antes todos tomaban como un gesto inmaculado en el escenario, como tomarnos de las manos, pasó a ser un fuego que querían apagar.
Una mirada sostenida más de lo conveniente ante las cámaras y ya estaban haciendo un corte para separarnos.
Palabras inocentes trafulcadas en significados ambiguos. Inexpertas interpretaciones de lo que para nosotros no escondía mayor misterio que apoyo incondicional.
Me hicieron verte
como un maldito desconocido.
¿Cuánto hace que, por extrañas casualidades, no nos toca compartir habitación?
¿Soy el único que cada vez siente que nos distancian más en las coreografías?
¿Por qué no puedo abrazarte delante de todos, como antes hacía?
Solo tenéis que fingir.
El día que nos dijeron aquello sentenciaron nuestra relación. Fingir que no somos pareja, fingir que no somos homosexuales, fingir que no nos late el corazón al vernos.
A mí no me latía.
A mí se me desbocaba al verte.
Solo me podía reír cuando nos tratábamos con indiferencia en los Run's, en el escenario, en los fanmeetings.
Y aunque nadie lo crea, eres mejor actor que yo. Y por monotonía y por rutina actuabas incluso cuando no había cámaras.
¿Un beso? Más tarde.
¿No me abrazas? Ahora no.
¿Vienes a dormir? Dormiré en mi habitación.
Qué nos han hecho, Jungkook.
Que ya ni somos capaces de diferenciar lo que es verdad de lo que es mentira.
Que ya no sé si actúas por ansiedad o me quieres por costumbre.
Que ya no sé si te digo que te quiero por decir.
Que ya no sé si te quiero.
Ahora te veo, después de todo el destrozo, de la tormenta que nos ha arrasado, y no sé qué pensar, te lo juro.
Nos dejan tener la misma habitación en el hotel. Y no dudas en desabrocharme la camisa con enojo, mientras atacas mis labios con desasosiego.
Bésame por todas las veces que no has podido hoy.
Y nos sigues desnudando, aunque siento como si me desnudases el alma. El sabor salado entre el chasquido de nuestros labios, tus manos aferradas a mis hombros ejerciendo presión, tus ojos cerrados con fuerza, intentando retener —sin resultados— las lágrimas dentro de ellos. Eso es, hagamos como si no estuviésemos desgarrados por dentro.
Nuestros cuerpos gritan que nos queramos, gritan que vuelva a sentir ardor allá donde me tocas. Que cuando te mire a los ojos tumbado entre las almohadas, con los labios hinchados y el cuello con marcas me haga recordar lo muchísimo que te quise.
Así que abrázame por el cuello como lo estás haciendo justo ahora. Hunde tus dientes en mi piel mientras deslizo la última prenda que te cubre. Busca mi rostro cuando sientas que te preparo, te gusta que nos miremos cuando lo hago.
Suspira, igual que ahora, cuando me muevo en tu interior con la intención de hacerte sentir placer pronto. Quiero volver a ver tus ojos perdidos en deseo de nuestro amor.
Y cuando esté dentro de ti, abre tus labios para dejar salir mi nombre entre jadeos.
Taehyung, Taehyung, ah, Taehyung.
Me da igual que yo te embista o que te sientes en mi regazo mientras alzas la cadera, controlando la situación. ¡Me da igual, joder! ¡Pero hazme sentir como que nos seguimos amando! ¡Que esto no es rutina y que no pueden pisotear nuestro amor!
Y mírame a los ojos cuando nos vengamos. Gruñamos nuestros apellidos al caer rendidos en la cama.
Una falsa ilusión, pues solo queda el recuerdo de nuestra incesante búsqueda de contacto entre cuerpos hambrientos de amor. Un último intento de recuperar lo que, sin darnos cuenta, hemos ido perdiendo, nos han ido quitando.
Entre las caricias de nuestros labios solo estamos nosotros dos ahogados en un mar salado.
Por favor, que termine esto de sentirnos como si fuésemos completos desconocidos.
Y dejemos de decirnos que nos queremos, Jungkook.
Y querámonos.
soy una fiel creyente de que el vkook es real y no un montón de teorías, además quería escribir algo angst y experiencias recientes me han motivado a dar el paso que me faltaba. Así que, yay¡ Un one-shot de estos dos~
BTW! UNA AMIGA AKA Nazakki ME HIZO ESTOS HERMOSÍSIMOS DIBUJOS, ES UN AMOR DE PERSONA
AHHHHHHHHH
Besos,
Luna Love