Prohibido Comer || RinxLen ||...

By Tnkagamine02Ls

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Rin es una chica con desordenes alimentarios. Len es un doctor con un carácter fuerte. Rin tiene una ultima... More

Versión Extendida (Final)

Prohibido Comer • Capítulo único

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By Tnkagamine02Ls

Anorexia.

7:15 AM. 27/12/17

El único sonido además del de la lluvia es el de los cubiertos chocar contra los trastos de porcelana. Rin hace todo por ignorar el silencio incómodo de sus padres y concentrarse en la cantidad de calorías que está consumiendo con cada pequeño bocado, pero no puede evitar sentirse nerviosa. Creyó haber escuchado a sus padres hablando hace unos días sobre algo que definitivamente no le agradó.

–Ya tomamos una decisión.– El silencio se hizo presente. –Realmente no deseábamos hacer esto, pero vamos a tener que internarte– Rin abrió excesivamente los ojos y negó con la cabeza, dejando caer ruidosamente los cubiertos sobre el plato.

–No pueden hacerme esto. Por favor, sólo... sólo mírenme– Rin Kagamine miró su -inexistente- estomago con una mueca –Estoy tratando de hacer desaparecer esta horrible grasa. ¿Por qué es malo?, ¿por qué es malo tratar de sentirme bien conmigo misma?

La madre de Rin bajo la mirada y entonces se pregunto qué había hecho mal. Ella nunca la miro gorda ni siquiera llena. ¿Habia alguien ahí afuera molestando se de pequeña y no estaba enterada? ¿Qué clase de madre era si ni siquiera podía protegerla de si?

–Hija, escucha.– Su padre se había levantado de la mesa y ya se encontraba junto a ella. Se había agachado y tomado una posición para poder ver mejor a su hija. –Tienes una idea incorrecta de tu cuerpo– Le coloco sus manos en ambos hombros y lo apretó fuerte. Su padre la adoraba como a nadie; y sabe lo difícil que es para él y su esposa el estado de su hija, el separarse de ella le esta haciendo un verdadero reto.

–No importa lo que me sigan diciendo, yo no estoy bien con este cuerpo– Rin rodó los ojos desesperadamente. Estaba cansada de tratar de explicar como se sentía ella, le habían dicho que lo que hacia esta mal pero nadie podía decidir como hacerla sentir bien con ella misma, ella podía, lo haría. Si no le dieran tantas calorías para ingerir lo podría conseguir. Se ha cansado de tratar de hacerles ver que estaba bien. No habría necesidad si la dejaran en paz y la dejaran manejar su vida. Ya tenia 18 años, ese día, su día. El día de su cumpleaños y pasaba eso. solo le restaban 4 para librarse de el lecho de sus padres.

–No es algo que vayamos a discutir, ya llevamos suficiente años tratando de hacerte entender que estas mal, suficientes años tratando de arreglarlo con doctores y psicólogos y no cooperas.
Esta vez tuvimos que tomar medidas drásticas Rin.
Comienza a empacar, mañana iremos a la clínica.

Rin sabía lo que vendría. Doctores que le suministrarían medicamento, enfermeras que estarían al pendiente de ella las 24 horas al día, que le harían comer mucho, demasiado. No podría salir de ahí hasta que alcanzara un peso mayor. No lo soportaría. Se volvería loca.

–No, por favor no.– Rin miro directamente a su madre, sabiendo que es capaz de hacerla ceder si suplicaba. –Prometo ir con un doctor de nuevo. Y prometo hacer lo que me pida, pero no quiero internarme.– Los miro a ambos. –Por favor.

Ambos padres miraban con desconsuelo a su hija, podrían intentarlo, pero temían fracasar de nuevo. Temían que empeorara y que su estado critico se viniera abajo.

–Ve a tu habitación. Hablaremos de esto más tarde.

Rin se levanto de su asiento con una sonrisa en el rostro. Sabia que había conseguido hacerlos cambiar de opinión. Les hizo caso y camino hacia las escaleras par subir a su habitación.

–Tu plato, lleva tu plato.– Hablo su madre antes de que esta empezara a subir. –Iré a recogerlo luego, y espero verlo limpio.

Rin de mala gana cogió su plato y lo llevo consigo.

Al estar en su habitación dejo el plato en su escritorio y lo observo por un momento.
Una mueca de desagrado, no quería comer más, ya había "comido" demasiado ese día.
Tomo el plato y arrojo los restos de comida por la ventana.

Fue directo al baño y se miro en el espejo.
Siempre lo hacia, se observaba para mirar su logro.

El sonido de la puerta siendo tocada la saco de sus pensamientos.

–¡Pase!– Hablo.

Su madre entro a su habitación y ella salio del baño.

–¿Pasa algo mamá?

–Si.– La miró directo, un poco, muy seria. –No iras a la clínica.

Rin sin saberlo ya estaba colgada de el cuello de su madre repartiendo besos por su rostro.

–¡Gracias, gracias, gracias!– la beso de nuevo para después mirarla. –¿Terminaron los doctores?

–No. Tu padre está hablando con Gakupo preguntándole por el ultimo doctor que atendió a Gami.

–Oh.– Rin suspiro y se alejo de su madre. –¿Como esta ella?– pregunto.

–La ultima vez que hable con su madre me dijo que estaba recuperada, así que supongo que se encuentra bien.– A Rin se le dibujo una sonrisa. –¿Eso quiere decir que ya puedo verle?– Su madre negó.

–Nada ha cambiado. Tanto los padres de Gumi como nosotros tememos que tengan una recaída por influencia de la otra.

–Pero si Gumi esta bien y yo-

–Tú no estas bien.

Rin bajo la mirada en negación pero asintió.

–Si te sirve como incentivo para recuperarte, te dejaremos verla cuando estés bien.

Rin rodó los ojos No de nuevo. Pensó. El que se lo repitieran no ayudaba en nada.

–Estoy bien.– Dicto.

–No voy a discutir contigo. Ve y arregla tus cosas, parece que iremos hasta Sidney, así que nos iremos en 1 hora.

Rin solo asintió con la cabeza, y cuando su madre se retiro de su habitación se sentó al borde de la cama. Se levanto y luego se volvió a sentar. Tiene hambre. Resoplo y miro sus cosas, solo le faltaba una maleta con productos de higiene personal. El resto estaba listo.
Se toco el estomago y luego lo comienza a pellizcar, tratando de castigarlo por hacer ese molesto ruido que siempre lo delata.

–No sabes cuento te odio– murmuró mirándose en el espejo con resentimiento.

Procedió a tomar aire y recostarse, esperando que el dormir le quitara las ganas de comer.

–¡Valla, no creí que tuviéramos la oportunidad de hablar de nuevo! – Gumi expreso por la linea telefónica.

–¡Yo tampoco! Es genial que nos hayan dejado hablar un poco. Aunque no tengamos privacidad.– La ojiazul alzo la vista y miro de reojo a sus padres, estos se encontraba  escuchando su conversación telefónica mientras van de camino a Sidney. Ahí se encontrarían con el doctor que los padres de Gumi les habían recomendado.
El viaje era un poco largo, ya que recorrerían de Melbroune -la ciudad en donde vivian- a Sidney.

–No importa, igual es bueno hablar contigo. Oh, casi lo olvido ¡Feliz Cumpleaños! ya tienes 18 wow, y pensar que nos conocimos de 8 años, pero, olvida eso. ¿Cómo estas rubia?

Rin rió, si que había extrañado a esa loca zanahoria.

–Perfectamente. –resoplo. –Y cuentame ¿como es ese doctor?

Oyó una risilla por la linea.

–Bueno, es muy guapo aunque no es mi tipo, yo prefiero a los chicos tiernos. Pero podría ser tu tipo, Rin.

–¡Gumi!– grito con histeria y con un color rojo apoderándose de sus mejillas. Ciertamente, le daría igual y seguiría pidiendo mas detalles, pero justo ahora no podía evitar avergonzarse al escuchar una insinuación de ese tipo frente a sus padres, quienes fingieron no haber escuchado.

–¡Solo bromeaba!– Siguió mofándose. – No te preocupes, es un buen tipo. ¡Solo se fuerte amiga!

Ambas rieron.

–Llegare ahí en unas horas– dijo –Bueno, ahora se que pasare mi cumpleaños en un manicomio.

–Vamos, no es tan malo.– Gumi paro. –Okay, buena suerte. Espero habalarte pronto tengo que irme. Adiós rubia.

Y la llamada se corto.

Eso fue raro. Pensó.

Se incorporo en el asiento y coloco sus audífono, no quería saber nada por el resto del viaje.

Estaba ahí, en una casa. En una casa. Tampoco era para alarmarse, ya había estado con doctores particulares.

Pero sus padres solo la acompañaron a la puerta...

Tocó.

–¡Entra!– una voz lejana exclama desde dentro de la casa, pero Rin cree haber escuchado mal.

Volvió a tocar.

–¡Dije que entres!– Bien, eso fue claro. Rin abrió lentamente la puerta y luego de cerrarla, se quedo de pie frente a ella.

Mira alrededor de el lugar donde se encuentra buscando indicios de vida inteligente y luego de dos minutos un hombre de cabello rubio apareció delante de ella. Era alto, vestía una playera negra y jeans del del mismo color, aunque llevaba una bata blanca puesta. Su tez era blanca, un par de cabellos revueltos. Ojos azules brillante, intensos y aquellos la estudiaban con tanta firmeza que la hacían sentirse incomoda.

Finalmente el joven habla.

–Sigueme, vamos a mi oficina– ordeno y comenzó a caminar. Rin, nerviosa y aún muy posible incomoda por la situación, siguió en silencio.

Ambos entraron a la oficina y a Rin le pareció muy acogedora, además de que el ligero olor a velas aromáticas era agradable.
El joven... ¿Doctor? procede a sentarse detrás de su escritorio, haciendo esto mismo Rin en una ligera silla que esta en frente de este. El chico parece estudiarla, pero entonces sonrió y tomo un bolígrafo, presionando varias veces el botón, causando un sonido molesto para Rin.

–¿Y bien?– La rubia se permite escuchar la voz del hombre. Era algo aguda pero firme, no tan ronca y era lenta, además de tener un lindo acento marcado. Pasa un poco de saliva por nerviosismo.

–B-bueno, mi nombre es-

–No te pregunta tu nombre. Te registre en mi lista de pacientes, ¿sabes?– Rin puso los ojos en blanco.

–Creí que quería estar seguro de que-

–¿De que eres Rin Kagamine? Cariño, no sé si lo notaste pero este no es un hospital con diez pacientes esperando, no es como si fuese a confundirte con alguien más– espeto con obviedad y Rin siente su cuerpo tensarse, aunque no sabe exactamente el motivo.
No sabe si es debido a que dijo su nombre, a que le llamo cariño o a que remarco la estúpida que había sido. –A lo que refería era a que hablarás sobre lo que aparentemente me interesa como médico.– Hablo aburrido. Él si que es interesante medico particular. Pensó ella con ironía.

El siguió hablando.

–¿Vomitas? ¿No comes? ¿Dietas? ¿Ejercicio extremo? ¿Exeso de agua y falta de alimentos?

Rin trago grueso antes de contestar.

–Me alimento per- perfectamente.

–Claro, y yo puedo volar. Veamos... ¿Cuanto pesas? ¿Cuarenta kilos? Deberías saber que aunque eres muy pequeña en estatura deberías estar rondando los sesenta kilogramos.

Rin trago saliva. ¿Tan gorda se veía? ¿Cuarenta kilos? Pero si su ultima meta había sido treinta y cinco, y llevaba un mes tratando de llegar. Tenia un tiempo sin pesarse porque sus padres se habían deshecho de su báscula, pero había echo su mayor esfuerzo por bajar lo más posible. Desafortunadamente (para ella) le era muy complicado porque ellos cada vez prestaban más atención a lo que ingería y hacían todo para que no muriera de habré.

Completamente patético.

–¿Entonces? Habla. No es como si no fuera fácil de deducir pero quiero escucharlo de tus labios.

–Bueno, evito comer. No hago ejercicio y solía hacer dietas. El vómito- yo- no. No.

Rin trato de sujetarse muy bien de su asiento, odiaba esas charlas.

–Claro que vómitas. Pero no tan seguido, o recurrente para llegar a un grado de bullimia porque tus padres no tiene idea. ¿Cada cuándo?

No valía la pena hacerse la tonta y negarlo. Rin no pensaba seguir viéndose así de idiota el mismo hecho de que es una débil que no es capaz de controlar sus impulsos y luego arrepentirse.

–De vez en cuando.

Eso pareció ser suficiente para el doctor, que continua mirándola fijamente.

–¿Desde cuándo estás jodiendo tu cuerpo?– El hombre con una bata blanca, unos jeans y un bolígrafo en mano miraba a la chica sentada frente a él esperando una respuesta.

–Yo no estoy jodiendo mi cuerpo, estoy cuidando mi estado.

El rubio se lanzo en carcajadas,
contrayéndose sobre su asiento.

–Oh, Dios, esa no me la esperaba– murmuraba sin dejar de sonreír y limpiando lágrimas de sus ojos. –Vamos, Barbie, habla. ¿Desde cuando estas jodiendo tu cuerpo?

–¿Quien te crees para llamarme Barbie? Soy una-

–Una chica muy delgada que cree que se ve bien así. Como una Barbie.– Le corto. –Vamos, siempre es la misma historia.

Rin se levanto de un salto ante la mención de joven.

–¿¡Qué clase de doctor eres!?

Len extendió una sonrisa por su rostro.

–Por favor, sientate Barbie, que parece que el viento va a tirarte.

–Deja de ser tan mierda.– miro por un momento al hombre desafiante. –Que te sientes, he dicho. ¿O quieres que llame a tus padres?– Rin se altero de repente, pero no cedió.

–Yo diré que estas siendo muy irrespetuoso– Len rió nuevamente antes de hablar. –¿Y qué? Ellos saben mi forma de trabajar y lo aceptaron. Realmente están desesperados y es que ¡mirate! Si que estas enferma. Y si estas aquí supongo que es tu última alternativa antes de ir a la clínica, ¿no es así?– alzó una ceja y sonrió.

–Sólo no seas tan insoportable– susurro y se sentó frente a él.

El ojiazul se inclino sobre su escritorio hasta estar a una distancia cercano de la rubia.

–Es una lástima que me consideres insoportable teniendo en cuenta que tendrás que soportarle durante todo el día todos los días por un tiempo indefinido.

Termino diciendo como soporte pero Rin termino inclinándose también, hasta encontrarse cara a cara.

–Lo mismo digo.

Ambos terminaron con una sonrisa dibujada en sus rostros.

–Bieeen– alargo su palabra con ironía. –Me han traído a una rebelde.

–Mis padres vendrán por mi, no te acostumbres.

–Uhh. Creo que dejaron a la pequeña en la guardería y no le avisaron– canturreo sin dejar de sonreír. Enlazó sus manos y las puso en la nuca mientras se estiraba. Rin se puso histérica.

Pero se quedo callada.

–Creo que si no me hubieran rogado tanto ni siquiera habría aceptado.

Lo miro indecisa.

–¿Por qué?

–No me gusta este trabajo– espeto simplemente y se levanto.

–¿Por qué?– él se atravesó en su camino y el doctor libero un bufido.

–Porque odio tratar con gente como tú – aclaro mientras esquivaba a ese pequeño cuerpo y se dirigía a la cocina, seguido de ella.

–Porqué son molestos, dramático y tontos– Tomo un racimo de uvas del refrigerador y luego se dirigió a la sala.

–¿Y porqué sigues trabajando si no te gusta?

Rin observo por un tiempo a el chico quien no dejaba de comer las uvas sin prestarle mucha atención. Hasta que él hablo.

–Mi madre– Rin movió la cabeza confundida. –¿Eh?– ella dijo.

–No lo hago muy seguido. Eres mi paciente numero diez en cinco años. Pero mi madre dice que soy muy bueno en esto y que si tengo un "Don" como este es injusto no utilizarlo para ayudar. Además...– sonrió hacia Rin mientras se llevaba una uva a la boca. –Cobro muy bien.

Rin se mofo por aquello pero decidió seguir preguntando.

–¿Y si no te gusta porqué lo hiciste en primer lugar?– Rin se sentó cerca de el sin dejar de mirarlo.

–Fue accidental, pero... como que ayudé a curar a mi hermana mayor, ella era anoréxica– sonaba algo despreocupado y sencillo, se mordió el labio y extendió el plato con uvas a Rin, que sin pensarlo tomo una y la metió a su boca.

–¿Cómo es posible que cures a alguien accidentalmente?– Hablo con dificultad mientras masticaba.

El se encogió de hombros.

–Las palabras pueden resultar mucho, aunque sean negativas.– El chico le guiño el ojo en su dirección. –Luego de "ayudarla" ella le contó a alguna amiga, o alguna mierda así. No lo sé no me interesa.

Rin bufo.

–¿Y cómo puede ser que trates a tus pacientes si no estudiaste para eso?– tomó inconscientemente otra uva.

–Sí que lo estudié. Termine la carrera en psiquiatría, pero ciertamente nunca creí especializarse en trastornos alimenticios.

–Si yo soy tu paciente numero diez en cinco años, ¿de que vives?

–Soy pintor, tengo una galería de pintura niña y- espera. ¿Acaso te interesa, Barbie?– Rin se encogió de hombros y continuo comiendo. El ajuazul sonrió internamente al ver lo fácil que seria.

–No me llames Barbie, por cierto. ¿Cual es tu nombre?

El rubio alzo una ceja.

–¿Es posible que el paciente no sepa el nombre de su doctor?

–Es tan posible como que el paciente no sepa que se va a quedar un tiempo con el doctor.

–Buen punto.– Él le sonrió de oreja a oreja. –Len Kagamine.

–¿Y cuantos años tienes?

–Veinticinco.

–¿Cuanto tiempo me quedaré?

Len se encogió de hombros y coloco el plato -sin un rastro de uvas en el- en la mesita central. Tomó la muñeca de Rin hasta levantarla y llevarla al otro sofá. Ahí la sienta y luego regresa al primer sofá, donde simplemente se deshace de sus zapatos y se acuesta.

–¿Que haces?

–Intento dormir. ¿Te importaría, Barbie?

Rin ignoro el que la allá llamado por ese absurdo apodo otra vez y lo encara.

–¿Y yo?

–¿Tú que?

–¿Que haré?

–¿Deveria saberlo?

–¿Sí? Es decir- sí. Sí. Deberías saberlo

El rubio la mira por unos segundos en silencio.

–Pues no lo sé– se dio la vuelta hasta quedar frente al respaldo del sofá.

La joven se quedo ahí hasta que se dio cuenta que en verdad se había quedado dormido.

–Valla vida la mía.– Resoplo con fastidio.

Y se tiro al sofá.

Rin se había dormido no más de dos horas, ya pasaban de las 22 hrs y Len trataba de despertarla para que fuera a su nueva habitación.

–Hey rubia, despierta.– Removió su hombro. –Venga que ya es tarde.

Rin se removió, despertando de su sueño. Se levanto con pereza y se dejo guiar por Len quien la llevo escaleras arriba hasta un cuarto donde termino echándose nuevamente en la cama.
Este la cubrió con la frazada y camino hasta la entrada de cuarto.

–Buenas noches y... Feliz cumpleaños Barbie.– Susurro más para si mismo. Cerro la puerta de la nueva habitación de Rin antes de dirigirse a su oficina.

Era el cuarto día en el que Rin permanecía en la casa de Len, era el ultimo día del año y este había decidido empezar con el tratamiento de Rin.

–Bien...

Fue hasta su escritorio y coloco sus gafas de lectura antes de comenzar a anotar en sus registros.

El plan era simple.
Vigilar a Rin por un tiempo y así recuperar sus anotaciones. Su estilo de trabajo era algo bizarro pero le funcionaba. Bueno él, como siempre, advirtió a los padres de absolutamente todos sus métodos y entre ellos la esencial cámara de vigilancia en la habitación del paciente. De esta forma, él podía estar pendiente sin perturbar el comportamiento natural del, en este caso, Rin. La cámara no guarda los vídeos, únicamente graba en vivo, y además, no hay audio. Por supuesto él no puede decírselo al paciente, pero por esa razón la habitación no tiene cortinas. Así Rin se varia obligada a vestirse y desvestirse en el baño y no habría problemas de privacidad. Sabe que drástico es llegar a usar cámaras de seguridad pero no piensa arriesgarse a sufrir otro intento de suicidio como con su segundo paciente.

–Vamos a ver...– murmura par si y enciende su ordenador. Entra al programa y observa a Rin quien se encuentra acostada en la cama, pero tiene los ojos abiertos. Nota cómo la chica da varias vueltas durante por lo menos media hora y termina por levantarse, entonces se levanta la pequeña blusa que lleva y comienza a pellizcar su estómago, Len nota que se le están formando moretones pero también rastros de otros que ya tenia.

«Hambre.»
«Autolesiones.»
«Frustración.»

Len aparta la vista al notar que Rin se ha quedado dormida y observa sus primeras anotaciones. Rin posiblemente duerma para olvidar que esta muriendo de hambre. Saca un par de libros sobre la anorexia y mientras repasa, observa la pantalla de vez en cuando. No nota exactamente cuánto tiempo ha pasado, pero observa a su paciente salir de la habitación, por lo que apaga el monitor desinteresadamente y continua con su lectura.

Minutos después luego la joven ya está tocando la puerta de su oficina.

–Adelante, Barbie.– indicó.

Sigue sin dejar de leer, por lo que no nota el ceño fruncido de Rin.

–Deja de llamarme así.

–¿Qué necesitas?– es cuando Len se permite alzar la mirada, y eso no pudo haber sido peor para Rin. Ella definitivamente estaba convencida que su doctor era atractivo.

–¿Que quieres, Barbie? No puedes estar mirándome todo el día. Aunque si lo deseas, puedo regalarte una foto mía.

La joven sacudió la cabeza.

–No, no, yo iba a...

¿Que iba hacer?

Mientras la chica trataba de recordar el doctor bajaba la mirada y anotaba en su libreta.

«Demencia leve (espero).» Muy común en personas con trastornos alimentarios, al igual que la dificultas para aprender.

–¿Por que dejaste la escuela?– pregunto el ojiazul con curiosidad.

–Yo, bueno, tú sabes. A nadie le gusta la escuela.

El de ojos azules alzo una ceja.

–¿Y?

–Me era muy difícil.

–¿Bullying, Barbie? ¿Tenias apodos o algo así?

La chica se apresuro a negar.

–Nunca. Yo solía llevarme bien con las personas... Me gustaba dibujar y eso me traía amistades. Todos querían que los dibujara, mi especialidad eran los retratos –Len sonrió sin cuidado, recordando que en su adolescencia él era igual. De ahí su pasión por los retratos y pinturas.

–¿Entonces..?

–Entonces me rendí por lo difícil que me era aprender, por más que estudiaba, nada se quedaba en mi mente.

–¿Tuviste problema con tus padres por eso?

–Dijeron que preferían gastar dinero en mi salud que en una educación que ni siquiera estaba aprovechando.

–¿A qué edad comenzó tu anorexia?

Rin sintió un escalofrío al escuchar la ultima palabra. Sabe que esta enferma, no va a negarlo. Pero eso no significa que quiera recuperarse.

–No lo sé. Comencé a sentirme gorda alrededor de los once, supongo.

–¿Alguien te lo ha dicho alguna vez?

La de ojos azules bajo la mirada. Le habría gustado que alguien le dijera, y tan vez así hubiera cuidado su peso desde antes.

–No, nunca. Pero bastó para verme en un espejo para darme cuenta de lo mal que estaba. Estoy.

Len asiente.

–¿Entiendo, y cuando fue que dejaste de comer?

–Creo que fue a los catorce. Me gustaba mucho un chico y yo... bueno, ya te imaginarás.

En aquella época Rin, no es que yo tuviera la idea de la "perfección" física. Sino Más bien, era esa toma de control de el adelgazamiento progresivo, que tu cuerpo adelgaza cada día y eres tu el que lo esta consiguiendo. Creía (cree) que el ser delgada lo era todo y se convenció de que la estética de la delgadez lo era todo. Eso le agradaba.

Y ella solo quería sentirse bien.

Len se encontraba haciendo una ensalada de patatas y un pavo relleno. Era fin de año y, aunque ese día no estaría rodeado de familiares y amigos decidió tener un entorno agradable para él. Bueno, y tal vez también para una cierta Barbie caprichosa.

–¿Qué haces?– Rin se había incorporado al comedor, mirando desde su posición a Len.

–Hago la cena de hoy Barbie.– Rin rodó los ojos, por más que insistía sabia que el doctor no la dejaría de llamar así.

–Cena.. si. ¿Vendrá alguien?– Preguntó

–No, no. Esta vez pasare el inicio de año solo.– Paso al lado de la rubia tratando de parecer que la ignoraba completamente hasta que Rin aclaro la garganta y él sonrió.

–Claro, contigo Barbie– Volvió a incorporarse a la cocina para verificar el pavo. Rin sentía una inimaginable tentación y hambre hacia la comida, en estos últimos cuatro días se había pasado mucho de hambre. Nunca había sido tan difícil el bajar de peso, pero eso se debía a que nunca había tenido esa libertad que se veía ahora que contaba con la presencia de Len, quien, hasta ahora no había insistido en que comiera. Él dejaba la comida preparada y parecía no importarle mucho que Rin comiera o no. Este solo terminaba he iba a su oficina a encerrarse o buen rato. Gracias a eso Rin no había consumido demasiado alimento, tomaba a penas una misera ración que cabía en sólo dos de sus dedos.

–¿Quieres ayuda?

–¿Quieres ayudarme Barbie?

–Supongo que puedo ayudar– no dijo más y se puso de pie hasta llegar a la cocina.

La sonrisa de Len no podía ocultarse.

Mareos extremos y mucho frío, dolor de cabeza y visión borrosa.

Rin nunca había tenido tanto inconveniente antes.
Ya era tarde pronto se anunciaría un nuevo año.
Y ella tenia un gran plato de pavo, ensalada de patatas, vegetales y una rica pasta.

Termina negando

Demasiadas calorías

Si no comes algo no llegaras al siguiente año.

Rin no dijo nada y termino por irse a su habitación.

Tenia desesperación, ya había pellizcado suficiente su estomago, hasta que dejo de sentir dolor ahí, se comenzó a rasguñar el rostro por esto.

El hambre no cesaba

Se rasguño el rostro

Se estaba dañando

No paro hasta que pequeñas gotas de sangre cayeron al suelo mezclándose con las lágrimas que brotaban de sí.

Y un chico rubio había intervenido en su habitación.

–¿Qué demonios te pasó, Barbie?

La respiración de Rin estaba completamente acelerada, la adrenalina de lo que acababa de hacer seguía corriendo por sus venas y contestó lo primero que le vino a la mente.

–Me odio.

Una batalla de miradas se desató entre ambos, el azul se intensificaba, y en un momento de debilidad el alto terminó rodeándola entre sus brazos.

–Voy a ayudarte– y lo decía de verdad. En el momento en que vio su foto supo que esa chica no iba a morir de hambre, porque ahora se encargaría de ella.

No supieron cuanto tiempo tomaron abrazados, batidos en el tiempo, encadenados por el cálido susurro de sus cuerpos necesitado del otro. Mientras que Rin seguía corriendo lágrimas sobre su pecho.
Se deshicieron del abrazo cuando oyeron el estruendo de los cientos de fuegos artificiales proyectados en el cielo. Ambos miraron por inercia hacia la ventana de la habitación de Rin, teniendo la vista de algunos de ellos.

–Feliz año, Barbie– Miro hacia Rin y termino sonriendole.

–F-feliz año Len–

Rin había iniciado el año de la peor manera.

Las siguientes tres semanas habían sido horribles.

Len la había llevado a un gimnasio, tenia una rutina que completar por día y eso la dejaba exhausta. Pero eso no era lo peor de todo.

Ahora comía tres veces al día.

Aunque en sí, aun no era mucho. El comer 3 veces al día no era lo más placentero para Rin, aún que reducía sus porciones (que no eran muchas) se sentía cada vez más llena.

Ese día habían se habían ido un poco más temprano al gimnasio que visitaban tres veces por semana, y Len se encontraba saludando a todos.

El rubio estaba abrazando varios segundo a un tipo que llamó Mitch, y Rin noto que el lazo que sostenía la cabellera de Len en una coleta se había desprendido y se dá cuenta de que Len tiene el cabello casi a los hombros, un poco más largo que cuando lo conoció. Es lindo.

–Ella es Rin.– Len la señalo mientras que Rin le sonreía en cortesía.

–Hey– Mitch le sonríe. –¿Eres hermana de Len?

–No, no, soy...

–Mi paciente– completa Len aclarandose su garganta, y a Rin le dan ganas de llorar cuando recibe la mirada de lástima de Mitch.

Odiaba con todas sus fuerzas eso.

Todo se torna incómodo y el rubio termina por despedirse de su amigo y llevarse a Rin al área de bicicletas, eso le tocaría hoy.

Fue evidente la incomodidad que le causó el reciente acontecimiento a Rin, pero ninguno de los dos lo mencionó, así como tampoco mencionaron el abrazo que se dieron en inicios del año.

Luego de terminar en el gimnasio, ambos regresaron exhaustos y después de que ambos tomaran una ducha Len preparo un almuerzo y Rin simplemente se negó a probarlo, teniendo como escusa que tomó un licuado por la mañana.

–No te pregunté que si querías almorzar Barbie. Lo harás.

–Dije que no. – se cruzo de brazos.

–Juro que si no te terminas lo que está en el plato te haré comer el doble.

–¿Y como piensas hacerlo?

Len sonrió.

–Barbie... ¿Has jugado al avión?

Básicamente, el doctor la obligó a comer tapándole la nariz para que no pudiese respirar y obligarla a comer. A rasguños, patada, rabietas y lloriqueos Rin termino su plato.

–Y no está permitido vomitar.– Len objeta. –¿Entendido?

La joven no respondió y tomo paso a su habitación. No era ni mediodía y ya había comido dos veces por su culpa.

A las dos de la tarde, el doctor tocó la puerta de la habitación de Rin, quien con obviedad se rehusó a abrir.

–Barbie, no estoy dispuesto a soportar tu comportamiento de niña todos los días. Madura y sigue con lo que te estoy estableciendo.

Y a pesar de que Len tenia una copia de la llave de la habitación, decide dejar a Rin tranquila. Después de todo ese día había sido duro para ella.

El tiempo pasaba y ciertamente la joven rubia se estaba recuperando un poco, pero no completamente. Len calcula que un kilo y medio arriba de cuando llegó aunque sigue siendo extremadamente difícil hacerla comer, lo logra. El ojiazul esta orgulloso de que Rin ya alcanza media hora de ejercicios asignados sin estar a punto de morir de cansancio. Además, Len añadió a su horario ver televisión junto a ella, así como jugar juegos de mesa o algún videojuego viejo que tenia, sabiendo que ella podría distraerse y por lo tanto no pensar tanto en su peso.

La confianza entre ambos también había cambiado. En realidad, era un cambio drástico.
Podían desde, hacer charlas graciosas hasta dormir juntos.
Los dos habían tenido una familiaridad con las pinturas y Len había llevado varias veces a Rin a la galería en donde trabajaba. Quedó tan fascinada que pidió que la llevase más seguido.
Compartían curiosidades, charlas, lo que pasaba en sus días. Y lo jodido que se sentían estar con el otro. Pero, aún así estaban bien. Los dos se tenían a ellos y ya no sentían una soledad que los invadía.

Pero a veces los amigos tan bien pueden ser un grano en el culo.

–Barbie, dejame dormir– murmura Len mientras la empuja con su pie y la hace rodar hasta el otros extremo de la cama.

El ojiazul había decidido tomar una siesta pero Rin estaba firme con llevar a cabo su "Viernes de Scrabble" y tratar de ganarle a su doctor gruñón, quien había estado teniendo mucho trabajo en la Galería.

–Por favor, por favor, por favor. Sólo un ratito. ¡Es viernes! ¡Mañana no tienes trabajo!– se colocó de rodillas a su lado y comenzó a sacudir el cuerpo del mayo.

–No, pero igual debo levantarme temprano– Len le proporciono un leve manotazo para que le dejara en paz.

–¡Vamos! Faltas mañana al gimnasio y es todo. Levántate, quiero jugar– insistió con paciencia.

A Rin le ha gustado tanto el convivir con alguien que no sean sus padres y hacer algo que no sea dibujar y ver televisión, que no puede evitar querer estar siempre junto a Len tratando de convencerlo para que juegue con ella.

–No, Barbie, hoy no. Mañana tengo lugar donde ir y me levantaré aún más temprano de como si fuera al gimnasio– La rechazo una vez más y al darse medios vuelta, el timbre de la puerta suena.

Ambos juntaron las cejas.

–¿Por qué? ¿A donde vas mañana?

Antes de poder responder, tocan el timbre una vez más y luego golpean la puerta. Y Len sabe lo que eso significa.

–Oh, mierda.– El ojiazul tallo sus ojos.

–¿Que pasa?

–Nada, nada. No hagas ruido, ¿si?– murmura y eso altero más a Rin que siguió en levantarse y cuando esta por ver a través de la ventana, se detiene al escuchar la puerta siendo abierta.

–¿Hay alguien en la casa? ¿Eres un mafioso y han venido a matarte?

–No, es algo peor.

–¡Leeen! ¡Leen!

El aludido suspiro cuando escucho los gritos desde la planta de abajo.

–¡Sabemos que estas aquí, tu auto esta estacionado fuera!

–¡Ven aquí, cobarde!

–Vamos– murmura el doctor a Rin y ambos salen de la habitación.

Al llegar abajo, se encuentran con una chica peliacqua sentada en el sofá junto a un chico alto con cabellos azules. Ambos chicos al notar la presencia de los rubios abren sus ojos en par al ver a Rin con ropa grande rodeando el brazo de Len.

–Len, ¿quien es ella?– cuestiona el la chica, juntando ambas cejas.

–Es mi-

–Cita, soy su cita.– Rin dice con seguridad y da un paso al frente tomando la mano del más alto.

–¿De verdad?– Preguntó el otro chico.

El rubio observo a Rin, quien tiene la mirada baja y aprieta su mano con fuerza. Fue espontáneo, lo único que Rin no quería era ser mirada con lástima como hace tiempo con Mitch. Odiaba eso.

Len suspiro, rindiéndose y aceptando con lentitud.

–¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Te dije que no era gay, Kaito– La peliacqua mira al otro con una sonrisa y se apresura a abrazar a Rin. –¡Es un gusto! Soy Miku y él es Kaito.

–¡Hey!– Len exclama. –¿Que te hacia pensar que era Gay?

Miku se encogió de hombros.

–Nunca te hemos visto con ninguna chica.

Cuando Miku soltó a Rin Kaito estrecho su mano con aplomo.

La menor sonríe.

–Soy Rin.

–¿Que hacen aquí?– cuestiono el dueño de la casa con fastidio.

–Hemos venido a pasar tiempo con nuestro viejo amigo de universidad– explica Miku, y Kaito asiente.

–Sabemos que mañana te iras a casa de tu madre a celebrar su cumpleaños, así que venimos a visitarte como los mejores amigos que somos.

–¿Y no avisaron porque...

–Es una fiesta sorpresa.

Len suspira.

–Bien, prepararé algo de cenar. Barbie, acompáñame.

–Ya pedimos pizza, de cualquier modo no hay nada de comida. Yo no sé de qué vives. Y, ¿en serio? ¿Barbie? Por favor, Len. Puedes decirle "Amor", o "Bebé", o "Pastelito", o...

–Como digas. Igual, acompañame– tomó la mano de Rin y la llevó hasta la cocina.

–Yo...

–¿Que diablos te pasa?– susurra-grita, y la suelta con brusquedad.

–Yo no quería que supieran que era tu paciente.

–¡Dijiste que eras mi maldita cita!

–¡Tu no lo negaste!

–¡No soy tan cruel!

–Lo lamento, ¿sí? No volverá a pasar.

–Por supuesto que no volverá a pasar.

–¡Chicos! ¡No es hora de follar en la cocina!– un grito acompañado de carcajadas los interrumpe.

–¡Callate Miku!– Exclamo Len con enfado. Y llega con Rin hasta la sala.

–Len te tenemos una sorpresa, hombre. Necesitamos que cierres los ojos.

El aludido alza una ceja al escuchar la petición de Kaito. Pero termina suspirando y haciendo caso omiso.

Cuando Len tuvo los ojos cerrados, Miku salio corriendo al auto y regreso con un pastel de chocolate que tiene un gran moño rojo encima.

La peliacqua mira por un momento el poste y decide quitar el moño. Le hace una seña a Rin para que se acerque a ella, y cuando esta obedece, le coloca el moño sobre la cabeza.

–Shh– le murmura Miku a la chica y le entrega el pastel. Mientras, Kaito saca una cámara.

–¡Sorpresa!–Gritan, y cuando abre los ojos, no logra contener una sonrisa al ver a Rin con cada de perrito asustado, un pastel en sus manos y un moño ridículamente grande sobre su cabeza.

–Hicimos un cambio de último momento en la sorpresa– Miku le guiño el ojo a su amigo mientras se dirigía a abrazarlo. –Felices treinta. Cada vez eres más viejo– Se acerco a su oído. –Pero hey, tranquilo. Aún no le ganas a Gakupo.

Kaito, completamente ignorante de lo que los chicos secreteaban, se acerco a Len dándole un abrazo.

–¿Saben que no es mi cumpleaños... cierto?

–Shhhhh, arruinas el momento.– exclamo Miku.

Al final, queda Rin, quien aún tenia el pastel entre sus mano temblorosa. Los amigos de Len la aturdían. No estaba acostumbrada a estar rodeada de tantos desconocido a la vez en un espacio tan pequeño.

–Dame eso– Kaito le quita el pastel y lo empuja hacia Len, aún con la cámara en mano grabando.

–Yo, hum.. ¿cumples años?

Len se encogió de hombros.

–Oh. Bueno...

Miku no pudo evitar rodar los ojos, empezando a parlotear.

–¡Maldición, hagan algo! Bésense, follen, yo qué sé ¡Necesito acción!

–Dios, Miku, ¿quiere dejar de hacer eso?

–¡No! ¡Quiero que se besen!

Rin estaba atónita mientras Kaito reía grabando.

–¡No vamos a besarnos!

–¿¡Por qué no!?

–¡Porque Rin no es- antes de que terminara aquella oración Rin lo hace. Se ha cerca a Len y se pone de puntillas para unir sus labios.

–¡Awwww! ¡Ay, Dios, ¿estas grabando?! ¡Dime que estás grabando Kaito! Dios, qué hermosos. Case se y tengan mil hijos.

Len lucia aturdido pero decide corresponder o notarían lo raro que estaba, y vaya, le agrado el besar a Rin. Lo hacia sentir "cálido".

Al separarse Rin sentía una inmensa vergüenza y frustración. Quería morirse. Bueno, Len la mataría primero.

–¡Abrácense, par de tórtolos!

Inconscientemente obedecen, el incomodarse ahora no servía de nada. Y entonces Len se acerco al oído de su paciente.

–Me las pagarás, Barbie.

Al paso de unos minutos la pizza llego y terminaron por traer cervezas y bocadillos centrándose en el sofá del doctor y terminar poniendo una película.

–Rin, ¿donde te sentaras?– pregunto Kaito.

–En la polla de Len, dhu– Miku espeta con obviedad ganandose un golpe por parte de Kaito y Len.

–Hum, iré a mi habitación, no tengo...

–¿¡Qué!? ¿¡Ya viven juntos!? Maldición, Len, nunca me cuentas nada.

El rubio la ignora.

–Siéntate a comer, Barbie.

–No tengo hambre.

No quiero comer esa deliciosa pizza llena de aceite, harina y grasas.

–Barbie, por favor. Ven.

La chica niega nuevamente pero Miku se levanta y la toma por los hombros. La empuja levemente y termina haciendo que Rin se siente sobre Len. Le da un trozo de pizza y luego se sienta también.

–¿Ven? Ya esta.

La menos vuelve a colocar el trozo de pizza en la caja.

–No me gusta, gracias.

–No mientas, Barbie. Me dijiste que la de jamón es tu favorita– el rubio tomo el trozo y lo acerco a su rostro.

–No quiero– gira su rostro.

–Come.

El rubio muerde su labio en frustración y aprovecha la situación para pellizcar el trasero de Rin.

–Te dije que comas, Barbie.–
Rin gruño y mordió un poco. Después se acomodo mejor sobre Len. Y, en un pensamiento rápido, miro que tal vez ahí podría vengarse. Dejando el hecho el que podría sentirse atraído hacia él. Rin comenzó a moverse levemente hasta que logra acomodarse justo donde quería. Ni Miku ni Kaito pudieron notarlo porque están concertados en la película, pero Len ya está comenzando a sufrir.

–Deja de hacer eso, Barbie– Len murmuro en su oído, y eso hace sonreír a Rin.

–¿Hacer que?– y siguió moviéndose.

Rin siguiente con su juego el resto de la película, y cuando esta va a la mitad, logra desesperar completamente a Len.

–¡Fuera de aquí!– Len la empuja, y a Rin solo le resta reír ante la frustración que acababa de provocar.

–Iré a dormir. Fue un gusto conocerlos– sonríe en dirección a los amigos de Len y termina subiendo las escaleras hacia su habitación.

–¿Qué pasó?– Kaito junta ambas cejas.

–Nada.

–Oh. Por. Dios.

Len maldecio internamente cuando nota que Miku se ha dado cuenta.  

–¡Mira eso!– señala su entrepierna, y Len solo puede cubrirse. –¡La chica te trae loco!

Miku libera un montón de ruidosas carcajadas en toda la habitación y Kaito termina contagiándose a pesar de que no sabe qué está pasando.

–Fuera de aquí.

–Diablos, espero que Rin te ayude con eso– Miku siguió riendo hasta que hizo una señal hacia Kaito para que se fueran.

–Aún no sé de que nos estamos riendo. Pero feliz cumpleaños, amigo.

–¡Qué no es mi cumpleaños!

Miku simplemente continúa riendo y ambos suben al auto del peliazul.

Len cierra la puerta y sube las escaleras cabreado. Definitivamente va a cobrarla.

Al llegar arriba, Rin se encuentra dibujando en la habitación de Len y esta al verlo le sonríe triunfante y burlona. Y Len lo primero que hace es tomarla por la cintura para tenerla de frente.

–¿Querías jugar? Jugaremos, Barbie.

Unió sus labios con los de la menor y esta no pone resistencia, de echo, las risillas burlonas siguen en el beso.
Todo se torna en una atmósfera caliente y pasional cuando las manos de Len bajan hasta la espalda baja de Rin y la pega más a él.

–Len..– murmura, y sabe que debe detenerse.

Sin embargo, sus manos proceden a deshacerse de la camisa del mayor. Con alguna dificultad al retirar los botones.

–¿Haces esto con todos tus pacientes?– Rin susurra entre besos torpes y lentos, flojos y fuertes.

–Nunca ninguno me había hecho fingir que somos pareja, ¿eso responde tu pregunta?

–Depende. ¿Estas fingiendo en este momento?

–Me gustaría estarlo.

Y eso último basto para que ambos se dirigieran a la cama del más grande y comenzar a deshacerse de todas sus prendas. Repartieron besos cálidos por el entorno de sus cuerpos, y traviesas lamidas también.

Len trataba de estimular uno de los pequeños pechos de su paciente y repasaba con sus manos la muy remarcada columna en su espalda, teniendo en cuenta que aquello era resultado de su enfermedad pero no lo quería admitir.

Rin era un desenfreno de gemidos, quejidos y respiración acelerada.

Definitivamente Len estaba encantado con ella.

Decidió empezar a estimular la entrada de Rin, comenzando en adentrar dos de sus dedos. Rin pareció aceptarlos sin tener incomodidad o dificultad así que adentro uno más.

–Mas, por favor...

–Barbie, no puedo meter la mano entera, no seas extrema– Len ríe levemente ante su propio comentario y la chica gruñe por ello.

–Sabes a lo que me... refiero– recita entrecortadamenre.

El rubio queda en silencio por unos segundos.

–El condón.

La menor asiente con frenesí estasiada y fuera de pensamientos por la necesidad mientras que el de ojos azules saca sus dedos para buscar uno.

–¿Qué ha-haces?

–Voy a buscar el maldito condón, no es como si llamándolo viniera solo– murmura con dificultad y termina encontrando una caja nueva en un cajón, pero saca uno y suspira de alivio al ver que no esta caducado.

–Rápido, Len.

Len regresa a la cama y trata de controlar la desesperación de Rin recortándola mientras se coloca el condón.

–Nos arrepentiremos.

Len le da un corto beso en los labios.

–Lo sé.

Len se posiciona en cima de la menor, separa sus piernas para colocarse entre ellas, y así por fin llegar a adentrarse en ella.

–¿Primera vez?– pregunta en un murmullo y alinea la punta de su pene sobre la entrada de está quien la tiene como incentivo retorciéndose de placer y bañándose en sudor poco a poco.

–Algo as-así– responde con dificultada y el otro opta por no pedir más detalles.

Len termina adentrándose completamente en ella y cierra los ojos fuertemente, había estado tanto tiempo sin tener relaciones y ahora mismo se estaba sintiendo tan bien.

–Despacio, N- No vayas rápido aún– Rin pide mientras se abraza a él y entierra las uñas en su espalda.

–Bien.. Oh dios.

–Len...

Logrando amoldarse perfectamente después de unos minutos comienza a acelerar el ritmo y dar embestidas más fuerte, logrando que la menor libere suspiros y un aludeo de gemidos que logran que el más alto se vuelva aún mas ciego a su merced.
Len toma entre sus brazos a la chica mientras esta esta en una burbuja de placer extremo y reparte besos por su cuello y hombros.

–Quiero quererte– susurra en su oído y al par de unos minutos más ambos terminan en llegar.

–Quiero que me quieras– Rin responde y da unos últimos besos flojos por sobre sus labios, barbilla y mejillas. Después cae rendida ante el cansancio y duerme.

Porque eso es lo que ocurre.

Len Kagamine lleva bastantes años sin alguien que verdaderamente le quiera de esta forma. De la forma en que un extraño es capaz de entregarte su corazón entero esperando el tuyo a cambio.

Rin Kagamine es una joven que a pesar de no quererse a sí misma, es capaz de amar a alguien más con todo su ser. Y... Al parecer ya ha encontrado a ese alguien.

Rin despierta alrededor de las tres de la mañana. Observa a el de ojos azules con la boca abierta y con el brazo colgando en la orilla de la cama, por lo que sonríe.

Traga saliva cuando se ve completamente desnuda y teme que Len se odie por haberse acostado con una bola de grasa como ella, se apresura a levantarse.
Cuando está por poner los pies en el suelo, un brazo se enrosca en su cintura y la devuelve a la cama. Len la recuesta y le da un beso corto en la mejilla.

–¿A dónde ibas, Barbie?

–Hum, al baño.

–Entiendo. Lo siento– asiente y la suelta, esta ahora no quiere levantarse desnuda y sabe que si se cubre con la sábana él la va llamar infantil.

No se levanta, y el rubio alza una ceja.

–Ya no quiero ir.

–Bien, como quieras– bosteza– Descansa todo lo que puedas. Nos levantaremos a las cinco.

–¿Por qué?

–Iremos a casa de mi madre. Mañana si es su cumpleaños.

Rin abrió los ojos.

–¿Yo iré contigo? ¿De verdad? ¿Qué vas a decir?

–No sería la primera vez que ella conoce a algún paciente mío. Aunque ciertamente no he llevado a ninguno en una fecha importante. Da igual. Duerme.

Rin asiente y mira a Len darse media vuelta y que siguió durmiendo.
Cuando lo escucha roncar, se levanta despacio de la cama y tomo un pijama del cajón de Len.

Decide tomar una ducha. Se sentía muy... pegajosa.

Unos minutos después ya esta lista para volver a la cama. Pero, por alguna extraña razón, algo aparece en su mente. El pastel de chocolate. Muerde su labio y niega, no puede. Adora el chocolate pero eso es demasiado. Rin estaba por entrar a la habitación pero de detiene, pensándolo mejor, puede comer una rebanada y no comer nada al siguiente día. De todos modos no piensa ir a conocer la mamá de Len si va ir como la enferma que "necesita" de la ayuda de su hijo.

Baja las escaleras ya sin cuidado y al llegar al refrigerador se encuentra con tres cuartos de majestuoso pastel achocolatado. Rin tomo un plato, y con un cuchillo, parte una delgada rebanada.

Su paladar es bendecido luego de tragar el primer bocado, por lo que no duda en comer otro y otro hasta que ha terminado su rebanada. Quiere más. Se sirve otra un poco más grande, y en menos de un minuto ya ha terminado también. Sigue sin llevarse, por lo que también sigue comiendo. Es como si perdiera conciencia, porque en cuando abre los ojos de nuevo, ya se ha terminado la mitad del pastel que había cuando llegó. Rin ve horrorizada sus dedos llenos de chocolate y se aparta de la mesa de un salto.

–No... No, no, no– negó para sí misma y sus ojos empezaron a llenarse de esa agua salada– Chocolate no.

Su respiración se empieza a acelerar y cubre su rostro. Sabe lo qué debe hacer.

Corre hacia el baño de arriba, y llega directo a inclinarse sobre el retrete e introducir su dedo índice en la garganta. Las arcadas no tardaron en llegar y con ellas el vómito, acompañados de lágrimas de desesperación y frustración que terminan por crear el desastre perfecto. Para contemplementar todo, un rubio en solo unos bóxers entre corriendo al lugar y aparta con brusquedad a la chica del retrete.

–¿¡Qué demonios haces!? ¡Te dije que está prohibido vomitar!

–¡No me importa! ¡Comí chocolate en chocolate es malo!– Rin gritaba entre sollozos.

Len abrió el grifo de agua fría y metió a la chica a la regadera, empapándola.

–Jamás vuelvas a hacerlo, ¿quedó claro? Eso solamente acelera tu negación a los alimentos.

La joven se abrazo a sí misma mientras el chorro de agua helada le cae encima y no es capaz de pensar en nada.

Luego de unos minutos, cuando Len cree que fue suficiente, va por la toalla de Rin. Esta por quitarle la camisa mojada pero esta lo evita.

–No me veas– murmura con la mirada baja.

–No seas infantil– replicó aún enfadado y termina desvistiéndola completamente, luego la seco y cuando está por ponerle un pijama limpio, ve que ya solo faltan treinta minutos para la hora destinada, por lo que no vale la pena volver a dormir. Aunque termina pensándolo mejor y se lo colóca– Iré solo a casa de mi madre. Creí que te haría bien salir pero este comportamiento fue muy malo.

El menor asienten sin decir nada y cuando ya está completamente vestida. Y Len la deja sola.

Rin lava sus dientes con fuerza y se asoma a la habitación de Len, donde observa que el chico esta colocando ropa en una mochila.

–¿Que haces?

–Normalmente me quedó allá dos o tres días.– respondió con simpleza.

–No quiere estar sola tanto tiempo– murmuro jugando con sus dedos.
–Bueno, llamare a tus padres para que te recojan por estos días. Ya vete a dormir.

Rin solo se da media vuelta y se recuesta en su cama, la cama en la habitación de los pacientes. Extrañamente, escucha el sonido del timbre y busca a Len para que vaya a abrir, se da cuenta de que está bañándose. Mordió su labio y con cuidado se coloco frente a la puerta y la abrió lentamente, encontrándose con una mujer mayor que entra como si la casa fuese de ella.

–¿Quien es usted?

–Oh, soy Sayuri, querida. ¿Dónde está mi hijo?

La de ojos azules junto las cejas, ¿qué no Len iría a su casa?

–Esta tomando una ducha.

–Lo sabía. Menos mal que alcance llegar antes de que él fuera a casa. Y... ¿Dónde está? ¿Eres tu?

–¿Quien?

–La novia de Len. Miku llamó y me dijo que por fin tiene pareja, que viven juntos. Dios, estoy tan emocionada. ¿Eres tú?

–Yo... Si.

Sayuri abrazo con demasiada fuerza a Rin, tratando de no soltar lágrimas.

–Oh, que feliz soy.– se separa un poco de Rin. –Me alegro que no esta sólo. Gracias. ¿Puedo saber tu nombre?

–Rin.

–¿Barbie? ¿Con quién está- ¿Mamá?

–¡Ven aquí, bebé– el rubio termino por bajar las escaleras que restaban hasta llegar abrazarla con fuerza–

–Estás tan grande hijo.

–Feliz cumpleaños, mamá.– Len puso los ojos en blancos. –¿Qué haces aquí?

–Muku me contó que tenias novia y sabiendo que no lo llevarías a casa, vine a conocerla.

–¿Por qué no llamaste?

–Porque te conozco, hijo. Ahora, ¿cómo fue que ustedes dos se conocieron?

–Eso es algo que no te voy a contar, ¿de acuerdo? Gracias por venir, te amo, y si quieres dormir más porque es de madrugada puedes ir a mi habitación. Yo duermo en el sofá y Rin se queda en la de pacientes.

–Me agrada la idea. Que tengan buenas noches– Sayuri beso la mejilla de ambos y se dirigió a la habitación de su hijo.

–¿Le dijiste a ella también?

–Nop. Pero tampoco lo negué.

–Eres increíble.

Al final de cuentas de visita de Sayuri no fue tan incómoda y dio pié a que tanto Len como Rin dejaran de lado lo que había ocurrido por la madrugada, aunque lo anterior a ello no lo había hablando aún, aunque han pasado ya varios días.

–Barbie. Barbie. Barbieeee– el mayor oculto el marcador permanente en su bolsillo y contuvo una sonrisa.

–¿Qué?

–Despierta. Voy a cobrar mi venganza por hacerle creer a todos que eres mi novia.

–¿Qué?

El mayor le lanzo una billetera en la cara.

–Cómprame una caja de condones.

–¿Por qué yo?– se estiro y lo miro mal.

–Porque usé el último que tenía en ti– mintió y alzo una ceja– Además, ya te dije que es mi venganza.

Rin entrecierra los ojos y toma el billete.

–Bien.

–Te llevaré a la farmacia y te esperaré en el auto. Anda.

Asiente y en media hora Rin ya está entrando a la farmacia, con un gran órgano genital masculino dibujado en su rostro y las mejillas coloradas por lo que está por comprar. Todos en el lugar rieron, y sin embargo, nadie le dice nada, hasta que la cajera señala el espejo que está en las gafas de sol. Rin agradece y al llegar al auto, le lanza la caja de condones en la cara al doctor.

–¡No puedo creerlo! ¡Eres un tonto! ¡Dibujaste un órgano genital masculino en mi rostro y así fui a comprar tus estúpidos condones!

El ojiazul alzo la mirada con una mirada con una sonrisa al ver el molesto rostro de Rin.

–lo sé.

–eres un idiota.

Len se encogió de hombros y regresaron a casa. Rin entro directo a lavarse el rostro y se quito la camisa para secarse, pero luego recordó...

–Ponte una camisa. esas costillas no son agradables a la vista.

Rin abrió los ojos y casi respondió pero termino por quedarse callada.

–No pongas esa cara, Barbie. sabes que está en tus manos arreglar eso.

–Odio que insistas en lo horrible que soy. Ya tengo mucho conmigo misma, ¿sabes?

Len se fue de ahí y Rin se coloco nuevamente otra camisa y va hacia abajo a buscar algo que hacer mientras, Len llegaba muriendo de calor y se deshizo de la camisa que traía puesta.

–Ponte una camisa. La grasa no es agradable a la vista. –murmuro sin apartar la vista del televisión.

El rubio se coloco frente a ella.

–¿Disculpa?

–Ya lo dije.

–¿Estás segura de que no es agradable a la vista, Barbie?– camino hasta ella sin dejar de mirarla. Rin trago grueso.

–Claro que lo estoy. Me das asco.

–Lamento decirte que eso no funciona conmigo. La única asquerosa aquí eres tú. La única que no como y por tanto deforma su cuerpo aquí eres tú.

Len le lanzo la camiseta en la cara a Rin y camino hasta la cocina, desde donde pregunta a Rin si quiere cenar. La rubia acepta.

El tiempo sigue corriendo y el tratamiento de Len funcionaba, Rin estaba recuperando completamente. Su peso era bueno, ha dejado de contar calorías y saltarse comidas, aunque sigue teniendo problemas con el chocolate. Por otra parte, su relación seguía siendo extraña, pero a pesar de ello no era formal, por lo que Len no puede tocarse el corazón cuando tiene que decirle que ha no es su doctor y que podía volver a casa.

–¿De verdad?

–Mhm. Ya estás bien, Barbie– sonrió y la chica envolvió sus brazos al rededor de él.

–Gracias, gracias, gracias. ¿Cuándo puedo irme?

–Llame a tus padres para informales sobre tu avance hace una semana. Deberían llegar en cualquier momento.

–Bueno, creo que será bueno hablar con ellos y explicarles que tenemos algo y que-

–No. ¿De que hablas?

–De nosotros.– Dice Rin con obviedad.

–No, nosotros no tenemos nada. Nuestro "noviazgo" fue prácticamente un juego y solamente tuvimos relaciones una vez. No es para tanto.– él tenía que decir eso.

–Pero, Len.

–Escucha– acaricia su mejilla.– Debes estar confundida. Fue sólo atracción por un tiempo que estuvimos junto. Su sientes algo más en dos meses... Podemos hablarlo.

–Pero...

–Anda a esperar a tus padres.

En realidad Len solo esperaba que estar fuera de esa casa no cambiara la actitud y sentir de Rin mientras permanecía en ella, y el hacer eso y dejar ir era la prueba.

El ojiazul termino su turno en la galería con un suspiro. Subió a su coche tal llegar a casa, una figura en el sofá le sorprendió.

–¿Barbie?– y sus latidos no podían desenfrenarse más.

–Hoy se cumplen los dos meses. Y estoy segura de lo que quiero. Pero, ¿tú lo estás?

–Lo estaba desde antes de que te fueras– murmuro y la rubia corrió de inmediato a abrazarlo.

–Te extrañe mucho.

–Yo también.– susurro y lo apego más a él en su abrazo, notando que esta mucho más delgada que la ultima vez pero decide guardarse su comentario.

La felicidad solamente duró los primeros dos meses. Len se tragaba los comentarios que tenia respecto al peso de Rin y esta continuaba con sus guerras internas para no comer, era complicado pero él sabia que el descuido de ambos estaban llevando a Rin a un estado muy peligroso. No estaba bien.

Pero no querían afrontar la realidad. No querían aceptar que Len moría por dentro cada que veía a Rin dejando de comer, y que esta sentía las malas mirada que su novio le daba.

Como era de esperarse, todo explotó un día. Su aniversario, el cumpleaños de Rin. Comenzó por la mañana, cuando Len no había tenido que asistir a la galería y Rin decidió que quería tener relaciones con él por segunda vez.
Comenzaron con apasionados besos y caricias que los calentaban poco a poco, hasta que Rin se quito la blusa que llevaba puesta y Len sintió un tirón en su interior. A pesar de ello, trato de ignorarlo, trato de sobremanera ignorar la extrema delgadez de la chica y los moretones que habitaban en su estómago. Trato de ignorar que cada día que pasan junta a Rin ella perdía una pizca de vida. Y estaba por acabarse.

Pero al final, no pudo.

–Lo siento. No puedo.– el ojiazul negó con bemensia y se levanto.

–¿Qué? ¿Qué paso?

–No puedo verte así.

Dicho esto, Len tomó sus cosas y se dio una ligera ducha antes de salir de casa sin decir palabra.

Rin estuvo sola toda la tarde, pero sabía, sabía que era su culpa. Estaba cambiando su felicidad por la de Len. Lo peor, era que él aún no lo sabia. Su novio no estaba enterado de que Rin ya no era capaz de comer, y que la era muy difícil pasar los alimentos sin devolverlos después.

Se estaba desmoronando frente a él.

Por la noche, Len volvió.

–¿Qué es eso?– la ojiazul miró con horror el gran pastel de chocolate que Le colocó al centro de la mesa.

–Lo lamento. Pasé a visitar a mamá, ella insistió y no pude negarme, pero no tienes que comerlo. No hay problema.

Rin tomó una bocanada de aire. Podía hacerlo, por única ocasión. Después de todo, era su día especial. Es su primer año de "relación", habían acordado que ese día fuera su día, el día en que comenzó todo. Y el cumpleaños de una Barbie caprichosa.
Ese día era de los dos.

–Tomaré una rebanada.

–Barbie...

–Esto es por nosotros y quiero hacerlo.

El mayor asintió sin remedio y ambos se sentaron en la mesa.

–Te amo, Barbie. Feliz primer año.

–Tambien te amo.

Dicho esto, se sirvieron un trozo de pastel cada quien. Evidentemente, el de Rin era más delgado.
La de ojos azules comenzó a masticar lentamente y en cuanto tragó el último vacado, sintió las arcadas venir. Se levantó corriendo y al llegar al retreta expulso lo que recién había comido.
Creyó que Len estaría detrás de ella gritándole que la único que le había pedido el día en que la aceptó fue que no vomitara, pero luego de lavarse los dientes seguía sola. Llego al comedor y la mesa ha estaba limpia y sin rasgo de Len. ¿Lo peor? Un pastel en el cesto de basura. Regresó al piso de arriba y no logró abrir la habitación del mayor.

–¿Len?

–Dejame sólo, Barbie.

–¿Len, qué pasa?

–Nuestro jodido aniversario. Te dije que si no querías el pastel no comiera, pero lo estropearse. Lo vomitaste. Jodiste lo único que creí que podía ser bueno en esta vida de mierda que tenemos.

–Len, cariño, lo siento. No quería...– y se corto a si misma.

No puedes saberlo.

–¿Qué? ¿Fue involuntario?– fue capaz de notar la angustia en la voz de Len.

–No, no, no, no es eso. No creí que me afectaría tanto el haber comido chocolate.

El mayor ya no respondió, y fue cuando Rin cayó en cuenta de que lo estaba lastimando más de lo que creía. Len siempre parecía fuerte paro era realmente sensible y su propia enfermedad lo estaba afectando.

No era justo para él.

–Lo lamento mucho– susurro cuando las pequeñas gotas saladas empezaron a brotar de sus ojos. –Te amo, Len. No sabes cuanto.

Se disculpó con los ojos llenos de lágrimas y se dirigió con rapidez a la habitación de pacientes, donde tomó todas sus pertenencias y además dejó una nota para Len. Al salir tomó un taxi y regresó a casa de sus padres.

–¿Entonces la nota dice que se fue para tratar de ayudarte, pero no sabes si volverá?– Len asiente. –Valla, y eso que me caía bien.

–¿Qué debo hacer, Miku?

–Bueno... Ten en cuenta que ella apenas está comenzando a vivir. Tú eres siete años mayor que ella, y estás en desventaja.

–Pero yo la amo, y ella me ama.

–Si te amase, no habría vuelto en un principio hacerte sufrir este infierno por tanto tiempo.

Len bajo su mirada. Miku tenia razón. No podía desperdiciar toda su vida en esperarla.

Tres años luego, exactamente en el día de la boda de Len Kagamine y su prometida, Rin volvió.

Un corazón termino roto aquella noche.




Una semana preparando este O.S

1060 palabras

¿Les gusto? Porqué a mi no xd

Tranquilos, habrá parte extendida del final, donde se jodió todo.

Son casi las dos de la mañana y acabo de terminar de editarlo, me estoy muriendo de frío pero todo sea por el décimo aniversario de las cosotas bellas que cambiaron mi vida.

Perdonen los errores de ortografía, tildres y eso.

Hasta la otra ;)

TnKagamine02Ls

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