Bestia

By ariadnasl

1.3M 69.1K 7.4K

-No te acerques demasiado. Esta oscuro haya adentro. Es donde mi demonio se esconde. Apreté los labios. El co... More

Disclaimer
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41-Final
Agradecimientos.

Capítulo 38

22.6K 1.1K 99
By ariadnasl

-¡Ya te dije! –Me gritó desde el otro lado de la línea Clarisa.

Asaiah me miró divertido cuando también escucho el alarido de Clarisa enojada.

-Y yo ya te dije que ya compré mis libros. Además no debiste de haber esperado hasta el último momento.

-Nena, nadie compra los libros antes.

-Yo sí.

-Pero tú eres tú.

-No voy a ir al centro contigo. Habrá mucha gente y no encontrarás los libros que necesitas.

-¡Joder! –Gritó. –Te lo pido de buena manera.

-Que no. Si quieres te puedo prestar mis libros para que les saques fotocopias.

-¿Es más barato que comprarlos, no?

-Sí.

-Bien, entonces paso el fin de semana por ellos.

-Bien.

-Entonces le llamaré a Austin para que vaya a buscarme.

-Si claro. Nos vemos después.

Regresé al sofá y me senté al lado de Asaiah. Todavía se veía divertido por mi pequeña discusión con Clarisa.

-Tú amiga está loca. –Dijo divertido.

-Sí, no tengo idea como demonios la soporto.

-Como yo te soporto a ti.

-¿Perdón?

-Eres mujer y eres muy difícil de descifrar.

-Pero si a veces siento que me lees la mente.

-No tienes idea lo difícil que es para mí imaginarme las mil y un cosas que pueden pasar por tu mete.  

-Por fin, algo en lo que no eres bueno. 

-¿En que soy bueno?

-Por favor, no te voy a inflar más el enorme ego que tienes.

Me guiñó el ojo y se corrió por el sofá hasta chocar conmigo de un costado. Me encarceló con sus brazos, dejándome entre su cuerpo y el sillón. Lo miré a los ojos tratando de pretender que esta cercanía no me afecta. Pero lo hace, me afecta y lo necesito.

Se desliza por sobre mí, eliminando los pocos centímetros de diferencia que nos separaban. Sus suaves labios sobre los míos y un meneo de sus caderas que a veces chocaban con las mías. Subí mi mano por su espalda y enredo mis dedos en su cabello.

De nuevo esa sensación de necesidad. Vuelve a poseerme.

De pronto un grito desgarra el silencio. Ambos nos separamos abruptamente y vemos a mi madre parada delante de nosotros, mirándonos con los ojos desorbitados.

Asaiah y yo permanecimos callados sin saber que decir. Siento vergüenza.

-¿Christina? –Me miró indiferente. –No puedo creerlo.

-Ay, mamá. -¿Qué puedo decir?

-Señora. En serio perdón. –Comenzó a decir Asaiah.

-Tú no hables. –Lo frenó.

-Mamá, lo siento, no teníamos idea de que estabas ahí.

-Obvio no. Dios Christina, yo nunca creí que llegaras a ese punto.

-¿Qué punto mamá? No estamos haciendo nada malo.

-Así es, yo nunca la obligaría a hacer algo que ella no quisiera.

-Hey tú. No hables y lárgate por favor, te queda prohibido pasar por esa puerta de nuevo.

-¡Mamá!

-Y tú señorita, estas castigada.

-Señora, por favor. Christina no es una niña, ya puede cuidarse sola, tiene diecinueve años.

-No me hables así, respétame.

Asaiah alzó las manos en señal de rendición y salió por la puerta con una sonrisa en la cara. ¿Por qué mierda está riendo? No debería de reírse de esto.

-De lo que hablamos hace unos cuantos días y luego te encuentro en el sillón con él. A punto de… eso.

-Ay mamá, por Dios. –Moví las manos al aire. –No pasa nada.

-¿Cómo de que no? Deberías de tener algo de respeto por ti misma.

-¿Qué? ¿Crees que no me doy a respetar? –Me estaba enojando.

-Pues por lo que veo.

-Ay mamá, no digas nada, que si yo no me diera a respetar sería igual que Clarisa.

-¿Qué? –Mierda no debí de haber dicho lo último. -¿Ella que hace?

-Nada mamá, nada.

Me puse de pie y comencé a subir las escaleras. NO quiero enfrentar una discusión con ella, no, no ahora.

-¡Vuelve aquí!

-Mamá, tranquilízate. No pasó nada de malo. –Dije sin mirar atrás.

Salí de mi cuarto cuidando que mi madre no me viera, no quiero volver a discutir con ella. Nunca me ha gustado discutir con mi mamá.

Salí rápidamente para poder ir por la mochila nueva que estaba en el librero de la sala.

Regresé a mi cuarto más que dispuesta a comenzar a guardar mis cosas dentro de la mochila. Es mejor tener las cosas listas antes de que sucedan.

Dejé la mochila ya lista con todas mis cosas escolares sobre la silla de mi escritorio y fui al baño a tomar una ducha.

Saliendo me tumbé en mi cama a esperar que mi cabello húmedo se secara. Mi celular vibró y me deslicé para contestarlo.

Número desconocido. Qué raro. Contesto.

-¿Hola?

-Cure, soy yo.

-Ah, hola. No es el número de siempre.

-Sí, lo que pasa es que lo tuve que cambiar por uno nuevo, uno que no lo pudieran rastrear.

-Oh.

-Deberías cambiar el tuyo también.

-Bueno, es que, bueno yo no sé dónde conseguir un chip que no sea rastreable.  

-Bueno, no te preocupes. Yo te consigo uno.

-Pero, ¿Por qué chips no rastreables?

-Porque así estamos más seguros.

-¿De qué?

-Demonios, Christina, no te lo puedo decir. Solo intento protegerte.

-Pero no entiendo exactamente de qué.

-Es mejor así.

-Eres imposible. No me dirás.

-Recuerda cuanto tarde en decirte mi nombre. Esto, no creo decírtelo nunca.

-Eres un testarudo.

-Sí, al igual que tú.

-Oye, tú eres más necio.

-Sí, el más necio.

-Sí.

-¿Cuándo entras a la escuela? –Siempre cambia el rumbo de las conversaciones de repente.

-En una semana.

-Que mal. Cada vez te voy a ver menos.

-Ya lo sé. Y después la universidad.

-Ni me lo menciones, que no sé qué haría sin ti tanto tiempo. –Suspiré. –Quédate aquí, estudia en la universidad local y quédate conmigo.

-¿Entrarías a la universidad por mí?

-Solo si es por ti. Por ti yo soy capaz de todo.

-No lo sé, creo que tendría que pensarlo muy bien.

-Extrañaré esos días en los que podía estar contigo desde que despertabas hasta que volvías a dormir.

-Igual yo. Extrañaré verte dormido con tu ceño fruncido. Extrañaré despertarme a tu lado.

-Bueno, ya basta. No nos pongamos de cursis.

-No, claro que no. –Reí.

Y duramos varias horas hablando por teléfono. Yo tenía sueño y quería dormir pero era más que claro que él no me dejaría dormir y por mí no había problema, porque yo también quería hablar con él.

Y ya cuando son las altas horas de la madrugada por fin nos despedimos y puedo dormir.

Me despierta el despertador. Ya he puesto la alarma para re acostumbrarme al sonido y a despertarme temprano. La alarma suena a las nueve de la mañana y me levanto aturdida y temblando.

Bajo las escaleras y en la cocina me encuentro a mi madre desayunando. Me sirvo una taza de café y me siento con ella.

Y parece que lo que pasó antes no pasó, simplemente no hablamos de eso.

Al final, alrededor de las diez de la mañana ella se tiene que ir a trabajar y yo me quedo por enésima vez sola en la casa y sin nada que hacer.

Subí de nuevo a mi cuarto y me entra nostalgia.

Ha sido un verano memorable, el mejor de mi vida. Lo que paso este verano fue lo mejor que me pudo haber pasado en la vida y no lo digo porque sea una adolescente cursi.

En menos de una semana entraré de nuevo a la escuela y todas esas cosas se habrán esfumado y solo serán recuerdos.

Mi día pasó de la forma más aburrida posible. Todo ahora se vuele aburrido e insignificante cuando no estoy con Asaiah. Y lamentablemente no lo puedo ver, solo hablar con él por teléfono. Y eso me estresa bastante, lo quiero ver, lo necesito.

Es viernes. VIERNES. Solo unos cuantos días más y ya estaré de nuevo confinada a un salón de clases. No quiero, no quiero que eso se esfume tan pronto.

Oí un golpe en mi ventana, pero lo ignoré. Debieron de ser las ramas del árbol de al lado que chocan contra la casa cuando hace mucho viento. De nuevo ese ligero golpe seco. Miré a la ventana pero sin acercarme y las ramas no se movían. Otra vez el golpe contra mi ventana. Me acerqué dudando de mis pasos y abrí la ventana.

Y ahí estaba Asaiah, sonriéndome e irresistible como siempre. Con la ayuda del árbol subió directamente a mi habitación y entró aun con su hermosa sonrisa. Me abrazó y me dio un beso en los labios.

-Se supone que no puedes estar aquí. –Dije divertida.

-No, tu madre me prohibió entrar por la puerta. Técnicamente estamos siguiendo sus normas. –Me guiñó un ojo.

-Eres el mejor.

-Lo sé.

-¿Por qué viniste sin avisar?

-Porque quería darte una sorpresa tu último viernes.

-Ni me recuerdes que es mi último viernes.

-Bueno hay que desquitarnos.

-¿Qué?

-Sí, todo lo que no vamos a hacer cuando entres, lo haremos hoy.

-¿Debería tomar eso en otro sentido?

-Oh, claro que sí.

Me apretó contra él, fusionando mi boca con la suya. Y me apretaba de tal manera que parecía que quería fundirnos ahí, como dos pedazos de mantequilla. No puedo volver a hacer esto, no con mi madre en el cuarto de al lado.

-Asaiah. Para. Mi madre está en el cuarto de al lado.

-No nos oirá. No somos escandalosos. –Me besó la oreja.

-Pero hoy no. –Dije poniendo mis manos en sus hombros.

-Chris, en serio venía con la idea.

-Oye, creo que solo me quieres para el sexo. –Bromeé. Tomó mi cara entre sus manos.

-Yo te quiero para todo lo que sea físicamente posible y para lo que no también.

-Ven, vamos a dormir entonces. –Me dio un beso en la frente.

-Con una condición.

-¿Cuál?

-Que no ronques.

Le di un codazo en las costillas y lo que hizo fue reír cuando se lo di. Entré en la cama, tapándome con mis sabanas hasta la cintura. Miré a Asaiah, que me miraba expectante. Se sacó su chaqueta, su playera y sus pantalones. Dios mío. Se quedó solo con el bóxer. Me sonrojé y me tape los ojos con la palma de la mano. Asaiah entró a la cama al lado de mí y me envolvió en sus brazos. Colocó sus rodillas en la parte interna de las mías y hundió su nariz en el cabello de mi nuca. Su calor enseguida me envolvió y me sentí en paz. Ese es mi lugar favorito en todo el mundo. Sus brazos.

Mi alarma sonó en punto, a las nueve de la mañana. Di un brinco y sacudí mi cabeza.

-Apaga esa jodida cosa. –Vociferó en mi nuca.

Me estiré para apagar el despertador y giré sobre mi costado para ver a Asaiah. Seguía con los ojos cerrados pero ya está despierto, por la alarma.

-¿Te quedas aquí? Tengo que ir a despedirme de mi mamá.

-Me quedo aquí, quiero dormir un poco más. Jodida alarma que tienes.

Reí un poco y salí del cuarto cuidando de que mi madre no viera con quien estoy. Bajé las escaleras y encontré a mi mamá corriendo de un lado para otro, como si fuera correcaminos, haciendo una cosa y la otra.

-¿Mamá? –La llamé.

-¿Sí? –Me dijo pero no me miró.

-¿Estas bien?

-Sí, solo estaba buscando unos papeles que necesitaba.

-Oh.

-Ay, ya los vi.

Tomó un folder color mantequilla más ancho que su brazo y lo metió a su maletín. Se pasó las manos por la falda tubo eliminando unas arrugas y luego se reacomodo su peinado.

-Ya me tengo que ir, cariño. Tengo una junta.

-Está bien mamá. Que te vaya bien.

Una nube pasó y tenía forma de oso (o eso fue de lo que yo vi forma). El pasto de mi casa siempre ha sido amarillo por una extraña razón.

Me pica en la parte interna de las piernas pero lo ignoro.

Miro hacia el cielo tratando de encontrar formas a las nubes que pasan, mientras Asaiah juega alegremente de un lado a otro con mi perra.

Llega jadeando a mi lado y se deja caer aun riendo alegremente. Acunó su cabeza con sus manos entrelazadas detrás de su nuca.

-Ya me tengo que ir. –Dijo con la vista al cielo.

-¿Vendrás mañana? –Lo miré.

-Te llevaré a algún lugar. Ya verás.

-¿A dónde?

-Sorpresa.

Rodé los ojos.

Continue Reading

You'll Also Like

454K 54.6K 71
Meredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A...
2.1K 286 23
Se acerca uno de los acontecimientos más importantes de la década: el casamiento de la hija mayor de los reyes de Arladia. Entre todos los protocolos...
6.9K 192 10
Una pareja de instituto de New York, que podría salir mal? Quédate a leer y lo sabrás
118K 5.3K 48
Ema una chica de 17 aficionada a las carreras ilegales conoce accidentalmente a Gael un chico de 18. Ema es una chica fría, rebelde, no cree en el am...