Yo, Erróneo

By nessie_veliz

20.8K 2.3K 1K

[Primer acto de la serie: Ubulili]. Desesperado por su situación económica, por la responsabilidad de cuidar... More

PORTADA.
Presentación.
Epígrafe.
PARTE I: Amor.
Capítulo 1: Jugo De Naranja
Capítulo 2: Cof Cof Cof.
Capítulo 3: Ubulili.
Capítulo 4: Wamukelekile.
Capítulo 5: Antagonista.
Capítulo 6: Tienda De Videojuegos.
Capítulo 7: Tres, Tal Vez Cuatro.
Capítulo 8: Tickets De Colores.
Capítulo 9: Debut.
Capítulo 10: Cajas De Mandarinas.
Capítulo 11: "Rodrigo/Arkells".
Capítulo 12: Ebrio Por Un Polvo.
Capítulo 13: Eugenia No Está.
Capítulo 14: "Tadeo".
Capítulo 15: Rollitos Sin Sudor.
Capítulo 16: Costal De Papas.
PARTE II: Rencor.
Capítulo 17: Todo De Mí Quiere Todo De Ti.
Capítulo 18: "Batto".
Capítulo 20: "Ismael".
Capítulo 21: Ebrus A Una Alcohólica.
Capítulo 22: El Batman De Robin.
Capítulo 23: El Gusto Es Suyo.
Capítulo 24: "Güido".
Capítulo 25: Homoerótico De Fe Y Razón.
EXTRA: Un Niño Está Escuchando.
Capítulo 26: Sexo En La Luna.
Capítulo 27: Manzana Para El Susto.
Capítulo 28: Corbata Gris.
Capítulo 29: Visitando Taitao.
Capítulo 30: Follar Por Decepción.
Capítulo 31: Éramos Tres.
PARTE III: Dolor.
Capítulo 32: La Nieve No Cae Gratis.
Capítulo 33: Flores En La Mesa.
Capítulo 34: Cada Camino Lleva A Su Fin.
Capítulo 35: Cuatro De Julio.
Capítulo 36: Culpable.
Capítulo 37: Centro Penitenciario.
Capítulo 38: Vis A Vis.
Capítulo 39: El Ungido.
Capítulo 40: Homicidio Voluntario.
Capítulo 41: Sentencia de Conformidad.
Capítulo 42: Hasta Vernos Otra Vez.
Capítulo 43: Espectáculo Final.
Capítulo 44: Konke Kimi Konke.
Capítulo 45: Al Lago De Gahona.
Capítulo 46: Que Se Muere, Que Se Muere (Capítulo Final).
Epílogo: "Shibumi".
Personajes.
Soundtrack.
Agradecimientos.

Capítulo 19: Pagar Por Consuelo.

358 47 8
By nessie_veliz

Ismael entró a mi camerino. Nuevamente estaba borracho y con los ojos hinchados. Ya era parte de él estar así, y si un día se presentara contento y sin un trago de alcohol encima, sería un milagro. O no sería él.
     — ¡Hola, Robin! —Saludó.

Sin esperar mi respuesta se tiró a la cama como siempre lo hacía, pegándose en la cabeza con la pared. Esa vez estaba más ebrio que de costumbre. No tenía por qué juzgarlo, pero, parecía que no tenía pantalones para presentarse conmigo sin tener que embriagarse para hacerlo.

Tomé asiento a su lado en la cama, intentando ver de qué categoría era el ticket que había comprado, pero no pude encontrar nada. Quería darle tiempo a que él hiciera las cosas a su antojo, no lo iba a presionar con preguntarle qué servicios quería. Usualmente no había nada de sexo, pero no tenía la certeza de que siempre iba a ser así.

Me miró fijamente a la cara por un rato, sin parpadear. Después cerró los ojos y vi cómo las lágrimas le salían sin cesar. Fue ahí donde intervine porque lo vi muy afectado. No era buen consejero ni nada por el estilo, pero era un amigo y los amigos se apoyan, aunque solo lo fuésemos ahí, en ese camper.
     — ¿Estás bien, Ismael? —Abrió los ojos. Levantó la mano para limpiarse las mejillas y después hablar.
     —No —musitó, despegando su torso de la cama para quedar sentado al igual que yo—. Mi ticket es diamante —dijo, sacándolo de la bolsa de su saco—. Pero no sé si me aceptas no hacer nada y solo platicar, otra vez —pidió, riéndose con pena.

Me pareció extraño porque las veces que había llegado, aunque no siempre cumplía con sus tickets, al menos me pedía besos, caricias y compañía, nunca había querido hablar, tener una conversación y desahogarse. Esa vez estaba bajoneado y no quería nada físico, solo hablar. No me negué porque al final de cuentas el ticket ya estaba pagado y servía para darme un descanso del trabajo.
     — ¡Claro! Yo te escucho todo lo que quieras hablar —contesté—. Solo te pido que nadie se entere de esto, ya sabes —asintió.

Una vez quedando en un acuerdo, ambos nos pudimos sentir más en confianza, él para contar eso que lo llevaba ebrio hasta el Ubulili, y yo para escucharlo abierto sin perjudicar mi empleo.
     —Soy Ismael Carbajal, y mi familia tiene un chingo de dinero —empezó—. Todos los problemas que pasan, los resuelven con dinero y a mí eso me da igual —vi su manzana de Adán bajar y subir mientras se tragaba los nudos que tenía atorados en la garganta.
     — ¿No te importa que resuelvan sus cosas con lana? —Intervine solo para que notase que le estaba prestando atención.
     —No, yo digo que no me importa el dinero —contestó—. Desde que tengo memoria me han llenado de puros lujos, pero no me han dado una mierda de atención.

Era una situación que pasaba muy seguido en un estado como Fang porque las personas de allí no están acostumbradas a convivir con gente "fina" como sucede en Gahona, y apenas tienen dinero, ya se creen los dueños del estado. Todo lo resuelven así, con dinero, justo como los papás de Ismael. Se agrandan, se elevan solos, y encuentran su privilegio como sinónimo de superioridad, algo que pocas personas pueden alcanzar en ese estado, y quizá sea cierto, pero tampoco es como si Fang no tuviese oportunidades para ser un estado más rico. En realidad las personas no siempre morían de hambre, se podía vivir dignamente, excepto si realmente eras de lugares específicos donde los gobernantes se hacían de la vista gorda.

Estuvo llorando y llorando mientras me contaba todo. Que su familia nunca le puso atención cuando él les decía que en el colegio le decían maricón. Que cuando creció y les dijo que le gustaban los hombres, no le dijeron nada, solo lo obligaron a trabajar con ellos. Eso me recordó al Batto. Eran dos historias similares, pero la diferencia estaba en que Ismael desahogaba sus problemas con alcohol y contacto físico. Batto no, él se lo guardaba y nadie sabía que le pasaba, o lo hablaba conmigo, pero no lo volvía a tocar otra vez.
     —Ahora soy empresario y apenas tengo veintidós años. Ni siquiera me preguntaron qué carrera quería seguir, ellos la escogieron y yo solo les di las notas que querían.

Viéndolo desde mi punto de vista, un joven sin dinero que tuvo que coger con desconocidos para ganar plata; ser un graduado como él y trabajar en una empresa prácticamente propia, no era algo tan malo. Tenía un empleo seguro, no como yo.
     — ¿Y por qué no ahorras lo suficiente para un día irte de su casa? Así ya no te pueden molestar —aconsejé como según yo, lo haría—. La verdad, Ismael, ya quisiera ser tú en estos momentos.
     —Ya sé que yo lo tengo todo y que tú haces esto por tener para comer, pero yo me conformaría con tener lo necesario, siempre y cuando me dejen ser lo que quiero ser y hacer lo que quiero hacer.
     — ¿Y qué es eso que quieres ser y hacer?
     —Actor... —susurró—. Y quiero poder salir con chavos sin que me tengan que decir cosas y amenazarme con dejarme en la calle.
     — ¿Has hablado con ellos de lo que tú quieres? —Negó con la cabeza.
     —Yo solo he sido su títere, nunca me van a escuchar —contestó, convencido de que tenía la razón.

Yo más bien creía que él tenía que ser más maduro y enfrentar a sus padres. No podían prohibirle nada siendo ya un hombre hecho y derecho, pero tampoco podían echarlo, así como si nada a la calle. Ismael parecía sentirse intimidado por el poder de su familia, y de cierto modo eso me hacía pensar que él quería libertad, pero no estaba dispuesto a renunciar a la vida que había tenido por tantos años. Así dijera que no le importaba el dinero, él parecía sentir miedo a quedarse sin nada.
     — ¿Y si lo intentas? —Pregunté, dándole una posibilidad—. No pierdes nada intentando hablar con ellos, de repente y no son cómo tú crees que son.
     —No sabes cómo son. Se la pasan trabajando todo el tiempo. No creo que tengan tiempo para hablar de mí.

Estuve alrededor de diez minutos diciéndole que lo intentara, buscando convencerlo de que él podía y que todo estaría bien. No podía asegurar una reacción de ellos. Yo no sabía cómo eran los Carbajal, pero esperaba que pasara lo que mejor que tuviera que pasar, pues como siempre me decía mi padre Steven: ‘las cosas pasan por algo’. Ismael me expresaba ser alguien bueno, pero le faltaba valor para hacer las cosas, eso se evidenciaba solo con llegar ebrio a un prostíbulo.

Después de una hora, que era lo que duraba el servicio del ticket, terminamos de hablar y el muchacho se fue. Se despidió con un apretón de manos y un abrazo. Me prometió que iba a intentar seguir mi consejo y que regresaría a pagar por consuelo para contarme los resultados.

Me ponía contento haber hecho otro amigo. Ismael tenía todo para ser feliz y no lo era, yo quería que lo fuera porque al menos conmigo era una buena persona. Con decir que en esa ocasión me dejó quinientos ebrus de propina solo por escucharlo y aconsejarlo.
     —Te espero con buenas noticias —le dije, antes que cerrase la puerta de la autocaravana.

Al día siguiente, Rodrigo no se presentó al primer ensayo. Me dijo por mensaje que llegaría únicamente al segundo ensayo y yo le comenté que en mi caso sería al revés. Iría al primero, pero no al segundo. Aunque él no me dio razones, yo sí le conté que saldría con el Batto por la tarde. No le conté mayor cosa, pero quería tener una cita más con el chino porque, honestamente, después de cada semana tan cansada, yo necesitaba de la compañía de alguien que me sacara de todo ese ambiente, que llevara mi mente a otro estado; uno de tranquilidad. Batto conseguía hacerme sentir de esa manera.

Terminando el primer ensayo, me fui directo a mi camper para darme un baño antes de salir a mi descanso y comenzar a preparar las cosas para mi cita. No podía irme sucio; bañado en sudor. La ducha después de los ensayos me relajaba un poco. Al salir del camper me di cuenta de que todos los demás ya se habían ido a almorzar. Pensaba despedirme, pero no tuve posibilidad, así que, buscándolos, pasé al lado del escenario y me encontré con Geovanni sentado en una de las butacas, tapándose la cara con las manos. Creí que no había nadie en toda la carpa, pero ahí estaba él y pude ver que se encontraba llorando en soledad.

Me acerqué para preguntarle si estaba bien porque nunca lo había visto así de afectado. La relación entre él y yo no iba muy bien que digamos, pero yo no le tenía aversión en absoluto, así que traté de ser lo más amable posible. Supuse que tal vez le había pasado algo malo o que se lastimó en los ensayos, pero no tenía certeza, y eso era lo que quería averiguar al acercarme.
     — ¿Te pasó algo? —Le pregunté, sentándome en la butaca de al lado.
     —Nel —contestó—. Nomás me fue mal en las funciones que van de la semana.

Según él, esa era la razón, pero nunca lo había visto así cuando no lo nombraban a él como el mejor de la noche. Yo no sabía quién había sido el mejor de la función del día lunes porque el día martes no había estado en el primer ensayo que era donde nombraban al mejor de la noche anterior. No era solo nombrarlo, sino que Ariel le daba un bono de doscientos ebrus al que se hubiese desempeñado mejor, según él y la ovación del público. Ese día miércoles nombraron a Camilo como el mejor del martes.
     —No te agüites —aconsejé, levantándome para irme porque no parecía algo tan grave como para quedarme—. Tal vez mañana te nombren como el mejor de hoy. Además en la otra chamba también hay chance de que te nombre.
     —Para ti es fácil porque eres blanco, guapo y delgado... —dijo con un dejo de resignación.
     —Hay gustos para todos, pero ya vas a ver que te va a ir chingón.
     —Quién sabe, pero gracias... —dijo, limpiándose las mejillas.

Le di un par de palmadas en su hombro y me fui. Salí del Ubulili por la parte trasera como solía hacerlo siempre. Quería pasar a la casa de Rodrigo para que me contase por qué no llegó por la mañana y también para comunicarle lo que acababa de suceder con Geovanni.

Cuando abrió la puerta para dejarme entrar, estaba desnudo. Me seguía poniendo nervioso porque seguía tratando de provocarme, no se cansaba de hacerlo, aun cuando no había conseguido nada en todo ese tiempo, pero yo estaba conociendo al Batto que era un gran muchacho y me decidí a ya no caer en los juegos del barbudo. Tenía suficiente con ocultarle mi trabajo después de las funciones.
     — ¡Ponte algo de ropa! —Ordené, intentando mirar hacia otro lado.
     —No seas imbécil, Robin —espetó—. Ya me has visto todo y ahora te haces el que no quiere ver —agregó, sentándose en el sillón sin hacerme caso.

Me senté a un lado y le dije que le tenía un chisme, pero que, si no se ponía ropa, no le contaría absolutamente nada. Solo así logré que me hiciera caso, metiéndose a su habitación para vestirse. Tenía que buscar la manera de ponerle un alto porque, a pesar de que ya le había comentado sobre mi interés por el chino, él seguía sin respetar mi decisión de separar las cosas. Estando soltero no tenía ningún problema, pero entonces ya no me consideraba de ese modo, y no podía seguir faltándole el respeto a Batto.

Cuando salió de la recámara, ya vestido con la típica pantaloneta de tela y la camisa ligera, tomó asiento en el mismo espacio en el que estaba antes, y entonces sí empecé a contarle lo que había pasado en el ensayo.
     —Hoy nombraron a Camilo como el mejor de ayer —conté—. El Ariel dijo que ibas a ser tú, pero como no llegaste, se lo dieron a él —negó, arrepentido de haber faltado.
     —Lo que pasa es que tuve que ir al puto banco a sacar un varo que tenía guardado. Esos doscientos ebrus ya me vienen bien.
     —Es cierto, siempre hacen falta —contesté, sin entrar en detalles para poder pasar al chisme—. Por cierto, ni sabes qué vi hace un ratito.

Rodrigo se acomodó para verme de frente y poner más atención. Por mi parte comencé a soltarle todo sobre el Geovanni y su berrinche.
     — ¿Y por qué chingados andaba chillando el cabrón?
     —Según él, dijo que le fue mal en las funciones de lo que va de la semana —conté—, pero no me quiso decir nada más y lo dejé allí.
     — ¿En serio? —Puso cara de confusión—. Pero si a él fue que lo nombraron el mejor del lunes, el martes cuando tú no llegaste al primer ensayo.

Y entonces el confundido era yo. Si no era cierto lo que me dijo Geovanni, no entendía por qué me tuvo que mentir. No había problema con que me contara lo que le estaba pasando. Yo no iba a contarle a medio barrio lo que le pasaba. A lo mucho, se lo decía a Rodrigo, pero únicamente por la amistad que estos tenían, ¿a quién más le podía interesar?
     —Entonces, ¿qué será lo que le pasó? —Expresé mi duda esperando que Rodrigo tuviera una idea.
     — ¡Yo qué mierda voy a saber! —Dijo, levantando los hombros.

Creí que Rodrigo lo sabría porque ellos dos eran mejores amigos y los mejores amigos se cuentan todo. Aunque ya no notaba que se vieran mucho, pero imaginaba que por culpa del trabajo siempre tenían que estar separados.
     —¿No se supone que son mejores amigos, pues? Deberías saber qué chingados le pasa.
     —Yo digo que ya nel, cabrón —contestó con un dejo de preocupación. Tal vez se sentía mal de decir eso, pero no lo decía por gusto—. Ya hace rato que no hablamos tanto. Nos alejamos un chingo —continuó.
     — ¿Por qué se alejaron?

Aunque mi pregunta era seria, Rodrigo no la vio de esa manera, por lo que me soltó una mirada de molestia como si yo me supiese perfectamente lo que pasaba entre ellos. No tenía tanto tiempo de conocerlos como para deducir sus broncas. Además, tampoco me tenían mucha confianza, al parecer, como para contarme lo que ambos sentían.
     — ¿No es obvio? —Preguntó, elevando la ceja izquierda—. A huevo que es por ti.

Abrí los ojos de par en par al no entenderlo. Lo que ambos teníamos era puro compañerismo, y la calentura de su parte, pero no tenía nada que ver con su amistad con Dumbo. Con ellos no me metía en problemas, no tendría por qué ser yo la razón por la que ya no fuesen amigos.
     — ¡Puta madre! —Espeté, enojado—. ¿Y yo qué chingados tengo que ver?
     —Cabrón... —susurró—. Se nota a leguas que me gustas un chingo —continuó diciendo con un poco de vergüenza.

No era algo de lo que no me hubiese percatado antes, pues para mí era obvio, pero no veía qué tenía que ver una cosa con la otra. Eran cosas diferentes, ellos eran amigos, nosotros también lo éramos, pero involucrábamos otro tipo de confianza, como si fuésemos amantes, aunque ya no más.
     — ¿Eso qué tiene que ver? —Contesté.
     —Que por eso andamos más cercanos nosotros dos y yo ya no tanto con aquél.

Para mí no era una buena razón, pero lo entendía. A lo mejor Geovanni estaba celoso porque yo pasaba más tiempo con su mejor amigo y de alguna forma era como sentir que se lo estaba quitando. Esos dos ya tenían tiempo de conocerse y además de ser amigos, también se comían de vez en cuando y dejaron de hacerlo cuando Rodrigo y yo nos conocimos porque obviamente ese tipo de relación ya la tenía conmigo. Mi intención nunca fue que se separaran o crear diferencias entre ellos, pero eso fue lo que pasó y quizá me correspondía arreglarlo porque no quería problemas innecesarios.

Después de notarme incómodo por casi responsabilizarme de su pelea con Dumbo, Rodrigo empezó a cambiar el tema para contarme por qué tuvo que ir por la mañana a sacar plata al banco.
     —Y aprovechando que viniste...
     — ¿Qué? —Dije, moviendo la cabeza.
     —Quería pedirte un favor urgente que tiene que ver con lo que fui a hacer al banco —dijo, viéndome con seriedad.

Me di cuenta de que también estaba un poco preocupado, pero pensé que se trataba del tema de Geovanni, pero no era así al parecer. El asunto era otro y parecía ser un poco más importante.
     — ¿Qué favor o qué?
     —Es de vida o muerte —soltó con exageración.

Junté las cejas confundido, pero seguía sin decirme nada de lo que realmente sucedía. Le ponía suspenso al asunto y yo empezaba a asustarme. No quería que me metiera en problemas porque eso no iba conmigo, pero si podía ayudarle con hacerle el favor, lo iba a hacer, sin prometerle nada si el asunto era más grave de lo que parecía...

Continue Reading

You'll Also Like

226K 12.5K 54
_ es una joven de 17 que no cree en el amor, se cambia de país con su madre pero ella no sabe que un chico le cambiaría toda su vida
1.1M 39K 37
T/n Bloodswett es de las brujas que provocan obsesión en hombres como los Riddle, y solo uno podrá quedarse con ella. +18 Contenido sensible. Esta hi...
48.8K 2K 6
Aer siempre quiso actuar con Rodrigo. Rodrigo siempre quiso ser compañero protagonista de Aer. Desde que cruzaron miradas ese día en ese casting, amb...