No encuentras el final, todo es una pesadilla que se repite
una
y otra
vez.
Observas en el espejo y no ves más que una sombra consumida por su propia oscuridad
que simula pintar primaveras al óleo
cuando ha pasado días contando las gotas de lluvia que caían de sus ojos, formando un huracán en su interior.
Confesando a sus recuerdos haber apagado las luces de este lugar, soñando con ser nadie y volando a través de un cielo que jamás vio,
tan concentrado en los errores,
mientras las estrellas se alejaban y los sueños aclamaban ser escuchados.
Escribiendo cartas al pasado, que se esconde en su propia inexistencia.
Le recuerdas que nunca hubo un dibujo en el refrigerador;
que, a veces, no queda nadie;
que el sol ya no ilumina como solía hacerlo.
Si algun día el alma llega a dormitar en la soledad,
ya no leerán historias con finales felices.
La realidad golpea a mentes exhaustas, frustradas, al borde de la caída
mientras el mundo con amargura ríe ante su frialdad, nombres desconocidos.
Y te dices que las cosas serán mejor,
el olvido busca algún lugar mientras la esperanza escucha los llantos de la luna,
que presencia cómo versos vacíos se pierden en el viento,
la vida pasa frente a tus ojos, simplemente quieres cerrar los ojos y despertar cuando aún te pertenecía.