~Manual De Lo Prohibido~ (Min...

By lovely_minkey

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Prologo: Falso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era dueño d... More

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Capítulo 5.
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Pausado.
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21.
Epílogo.
Minho.

17.

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By lovely_minkey

-¿Se la escuchaste tocar alguna vez? – ¿Dongwoon creía que no era verdad?

-Mira la pantalla –dije-, el nombre del autor –especifiqué.

Dongwoon lo hizo, justo se estaba terminando la canción.

-¿Choi Minho? –Preguntó, sin entender, luego de un corto silencio, abrió los ojos y me miró- ¡Choi Minho! –soltó, acordándose.

-Quiero irme –dije, dándome la vuelta.

-Claro, entiendo –por eso Dongwoon me caía tan bien, no hacía más preguntas después de que veía que ya no obtendría respuestas-. Llévate mi camioneta –sacó las llaves de su bolsillo y me las ofreció.

-Pero tu…

-Yo mañana paso por ella –me aseguró-. Mañana nos tenemos que reunir para seleccionar las fotos que presentaremos a la revista. Anda, llévatela –insistió.

-Debo de conseguir un auto, ¿no? –suspiré y tome las llaves.

-No estaría mal Kibum, pero ya. Mañana nos vemos.

-Hasta mañana.

Salí de ese lugar apenas pude, trataba de contener las lágrimas después de la charla poco casual que había tenido con mi amigo. Subí a su intimidante camioneta plateada y luego encendí el motor, haciéndolo rugir bajo de mí. Conduje hasta casa, ignorando las ganas de llorar que me embargaban pero era casi imposible.

Se trataba de Minho. Bueno, todo en mi mundo se trataba de Minho, pero esta vez había sido directo, en la realidad, fuera del mundo en mi cabeza. Quise bloquear los pensamientos en ella, que si era para Taemin, que si era para mí; porque todo eso sólo me provocaba un dolor infinito, por que, ¿qué posibilidades habría si fuera mi canción? Minho me extrañaría, pero ya había pasado un mes desde que me fui de Venecia y ya me habría venido a buscar si es que… me amaba. Entonces todas las ideas que giraban entorno a esa, se desbarataron en mi cabeza. No era mi canción. Era para Taemin, pero si se trataba de Taemin, ¿por qué mencionaba la palabra “amante”?
Giré el volante hacía la derecha, haciendo rodar las llantas de la camioneta en esa dirección.

A menos que, la canción la haya escrito pensando en mí, pero no habría venido a América por aquello que le pasó con Taehyung. ¡Por Dios! No era un bebé, tiene veintitrés años, ¿por qué no lo supera y ya? Resoplé, frustrado. Aquellas conjeturaciones no me llevaban a ningún lado, excepto al mismo laberinto de mi mente.
Pero había alguien que sí podía hacerme saber lo que quería.

Estacioné la camioneta de Dongwoon en la acera y bajé de ella rápidamente para subir las escaleras hasta mi casa. Miré el reloj, eran las nueve de la noche, allá sería a lo mejor la una o las dos de la mañana. Tenía que hablar con Ferni, así que esperaría hasta que amaneciera.
No sabía si quería saber, pero necesitaba hacerlo. Estas especulaciones en mi cabeza causaban más dolor que la verdad, fuera cual fuera.

Nueve de la mañana. Era como si contara con un reloj despertador en la cabeza que me anunciaba la hora en la que tenía que tomar la computadora e intentar comunicarme con Ferni.
Me desperecé rápidamente y puse la lap-top sobre mis piernas; la luz que desprendió al prender me encandiló un poco los ojos.
Me conecté a Internet y sentí un gran alivio cuando vi que Ferni también lo estaba. No dudé ni dos segundos en iniciarle conversación.

-¡Hola!-

Tecleé sobre las negras teclas, haciendo aparecer la letra azul sobre la ventana de conversación.

-¡Hey, hola!-

Me contestó al instante.

-¿Cómo está todo allá?-

Deseaba que Ferni entendiera a la primera lo implícito en mi pregunta.

-Bien, supongo. Jonghyun me llevó ayer a un parque, desayunamos juntos y anduvimos por casi toda la ciudad.-

Podía apostar que su rostro dibujaba una sonrisa mientras tecleaba la respuesta.

-Me alegro mucho, de veras.-

-¿Y tú? ¿Qué tal? ¿Cuándo fue la última vez que hablamos, Kibum?-

-No lo sé. El sábado creo. Yo estoy bien… mejor.-

Me quedé con dedos indecisos sobre el teclado y luego suspiré. Tenía que preguntarlo.

-Dime, Ferni. ¿Cómo está Taemin? ¿Cómo está… él? ¿Sabes algo de ellos?-

El segundo que tardó en responder me pareció eterno.

-Kibum... dijiste que no los mencionarías.-

-Por favor, Ferni. Necesito saber algo. Mis especulaciones me hacen más daño. Por favor.-

Esta vez se tardó más en contestar.

-Según Jonghyun, Taemin y Minho ya no están juntos. Taemin entra y sale de su departamento solo y de vez en cuando Onew lo visita.-

-¿Y Minho?-

-Kibum...-

-Dime, por favor.-

Casi un minuto. ¡¿Por qué esta mujer se tarda tanto en responder?!

-Se fue.-

Al momento de leerlo, los ojos se me abrieron como platos. ¿Se había ido? ¿A dónde? ¿Desde cuándo?

-¿Kibum?-

Me pregunté cuánto me tardé en contestar. O reaccionar.

-¿A dónde fue?-

Tecleé despacio, letra por letra.

-No lo sé, nadie sabe.-

-¿Cuándo se fue?-

Volví a insistir.

-Kibum... realmente no lo sé. Cambiemos de tema, por favor.-

Acepté, pero luego de ese momento mi mente se desconectó de aquella conversación y empezó a divagar, buscando posibles lugares a los que Minho se iría.
Él no vendría a California, eso estaba descartado. ¿Algún lugar en América? No precisamente los Estados Unidos, quizá… México, o más para allá… Chile, Paraguay… O a lo mejor no se fue del todo, quizá seguía en Italia; en alguna otra parte del país. ¡Ya sé! quizá se fue a Japón, allí quería irse desde un principio, ¿no?
Un agujero se me expandió en el pecho, acrecentando el dolor… el estaba tan lejos…

-¡¡Kibum!!-

Casi puede oír la voz de Ferni a través de la pantalla de la computadora. Había dejado de escribir y ella esperaba respuesta a la pregunta trivial que me había hecho.

-Perdóname. Llegó un amigo, Dongwoon, ¿recuerdas que te hablé de él? Bueno, tengo que ir a…-
Mis dedos vacilaron.
-… revelar algunas fotos, hablamos después.-

No me gustaba mentirle a nadie, ni siquiera a distancia; pero tenía que ordenar el desorden en mi cabeza y encontrar alguna forma para ignorar el hueco en mi pecho, que se iba haciendo más grande conforme se producían los pensamientos en mi cabeza.

-Oh… bueno, está bien. Extraño verte por aquí y ser yo quien revele tus fotografías. Te extraño mucho.-

El hueco se hizo más grande, casi como si fuera un agujero negro que se tragara todo. Excepto el dolor.

-Yo también te extraño. Te quiero. Hasta pronto.-

Me desconecté enseguida. Ni siquiera las despedidas cibernéticas me gustaban.
Dejé la lap-top a un lado y me puse a reflexionar más a fondo, aunque me doliera pensar en la posibilidad de que él estuviera lejos; más allá del otro lado del mundo.
Japón… irse a Japón para alejarse del problema en que yo lo metí, para alejarse de Taemin… De pronto, otra chispa de reflexión me hizo percatarme de algo que Ferni me había escrito y que me había pasado desapercibido: Taemin y Minho ya no estaban juntos… Taemin y Onew…

Allí había dos cosas por comprender. Por supuesto, si Minho se había ido es porque ya no estaba con Taemin, lógico. Pero, ¿Onew visitando a Taemin? Bueno, era normal que Onew visitara a Taemin; yo sabía que lo amaba y que estaba enamorado de él, pero… ¿ya le habrá dicho? Probablemente no, Onew es prudente y a lo mejor no sería adecuado declarársele a alguien después de una tragedia como la que sucedió, aunque ya haya pasado un mes.

Aquello me hizo pensar de nuevo en Taemin. Lo extrañaba, lo extrañaba demasiado; y cada una de sus risas que se proyectaban en mi mente como un recuerdo, dolían, porque sabía que ahora quizá ya no aparecerían, o ya no serían causadas por mí.
No podía vivir fingiendo que no pasaba nada, ni tampoco podía ignorar el hueco en mi pecho que a cada minuto se hacía más grande. Ya no estaba seguro si todo lo que yo tenía adentro seguía allí ó si aquel hoyo negro ya los había consumido.
El tiempo no cura nada.

Me levanté de la cama y me serví una taza de café con leche. Caminé hasta el librero y saqué de la orilla izquierda el sobre amarillo que abarcaba el último espacio en toda la hilera de libros. Caminé de nuevo hasta la mesa y lo dejé allí, indeciso de mi siguiente acción. Me le quedé mirando un buen rato, ¿qué tanto daño podía causarme mirar su rostro en aquellas fotografías? Sabía que desde que se las mostré a Dongwoon, no las había vuelto a sacar porque cada vez que me acordaba siquiera de Minho, el corazón latía con dolor; pero, pensarlo lejos me hacía tener la necesidad de sentirlo cerca, aunque sea en fotografías.

Rocé con las yemas de mis dedos el borde del sobre y vacilé con el cordón rojo que lo mantenía cerrado. Quería verle… pero el timbre sonó. Alguien llamaba a mi puerta, de seguro era Dongwoon. Tomé el sobre y lo puse encima de una silla y luego agarré una frazada azul y me envolví con ella. Me apenaba un poco que la gente me viera en pijama. Pero entonces me acordé de Minho, aquella vez que había llegado al departamento de Taemin y me había visto en el mismo pijama que ahora traía puesta; ignoré la punzada de dolor en el corazón y corrí escaleras abajo para abrir la puerta.

-Dongwoon, hola –dije al verle.

-Veo que está a salvo, ¿no chocaste anoche, Kibum? –bromeó, mirando su camioneta.

Me reí.

-Pasa –abrí más la puerta y lo dejé entrar.

Fue detrás de mí en las escaleras hasta que llegamos a la segunda planta, donde era mi casa.

-¿Te acabas de despertar? –preguntó.

-Quizá.

Se rió y luego miró el sobre amarillo sobre la silla, en su mirada había un destello enigmático. La misma mirada que había puesto la primera vez que le mostré el contenido de aquel sobre.

-Dongwoon ¿gustas chocolate caliente?

-¿Eh? –me miró- Sí, claro –me sonrió.

-Sírvete, mientras voy a cambiarme –dije, ignorando esas miradas misteriosas de él. Seguro sólo se acordó de lo que había allí, nada más.
Me fui a mi habitación y me vestí casual, a fin de cuentas no importaba mucho la ropa que usáramos, todo iba oculto debajo de algún abrigo que el frío invernal nos obligaba a usar.
Salí y vi a Dongwoon sentado a la mesa, tomando de su taza de chocolate.

-¿Listo, Kibumie? –me preguntó, poniendo la taza a lado del sobre amarillo, sobre la mesa.

-Listo –le sonreí y me dirigí hasta él, tomé el sobre… ¿Qué no lo había dejado sobre una silla? Suspiré, a lo mejor ya me estaba volviendo loco. Coloqué el sobre en su sitio de antes, hasta el final de todos los libros que nunca abría y luego me giré hacía Dongwoon.

-Vámonos –le sonreí, de nuevo.

Fuimos hasta un nuevo laboratorio de fotografías que Dongwoon había descubierto hace un par de días, estaba más cerca de mi casa y por lo tanto no tardamos mucho en llegar. Cuando revelamos todas nuestras fotografías, apartamos las mejores y luego, rumbo a la agencia de publicidad en donde se encontraba aquella persona de la revista, nos dirigimos.

-¿Ya estás mejor? –me preguntó, dejando las bromas infantiles con las que íbamos divirtiéndonos todo el camino.

Suspiré. Él tampoco había olvidado lo sucedido ayer.

-Se fue –musité, bajando la mirada.

-¿Cómo que se fue? –dijo, sin comprender.

-Ya no vive en Venecia, ya no está con Taemin.

-¿Y tú cómo sabes?

-Ferni me contó, o mejor dicho, le supliqué que me contara –levanté la mirada-. Él se fue.

-¿A dónde iría?

-A Japón, quizá –me encogí de hombros, aparentando indiferencia al dolor interno.

-¿Japón? ¿Tan lejos?

-No estoy muy seguro si se fue para allá. Lo que sí sé es que se fue para alejarse de Taemin, de Europa, de… mí.

-Borrón y cuenta nueva –me sonrió-. Tienes que seguir adelante, el pasado es el pasado y no podemos hacerlo parte de nuestro presente. A menos de que nos convenga o nos traiga un beneficio, mientras no, déjalo atrás.

Le regalé una sonrisa. Así era él, un bruto de sentimientos pero con razón. Pero aunque la tuviera, yo no podía deshacerme tan fácil de todos esos recuerdos, ni abandonar el amor que aun sentía por Minho, era imposible ignorar la intensidad de este sentimiento. Y aun cuando quisiera, no podía, no tenía fuerzas para lograrlo.

-Aquí es –dijo, estacionando la camioneta frente a un edificio futurista que abarcaba un enorme espacio en la calle, tuve que estira el cuello para alcanzar a ver su altura a través de la ventanilla de la camioneta.

-Es inmenso –farfullé, asombrado.

Dongwoon bajó y también lo hice yo, mirando aun la fachada de aquel edificio pintado de color salmón. Con fuentes y jardines en el exterior. Me pareció algún estudio de Disney, sólo que más moderno.

-Vamos, no queremos llegar tarde –Dongwoon me arrastró hacía el interior, en donde la suela de mis converse rechinaron sobre el piso recién encerado.
Nos acercamos a la recepcionista, quien con una sonrisa amable nos dio las buenas tardes.

-Hola, tenemos una cita con la señorita González, es para las fotos de la presentación de James Blunt –dijo Dongwoon, con todo ese profesionalismo que usaba en el trabajo.

-Oh, claro –dijo la señorita-. Por ese pasillo, en la tercera puerta –señaló a su derecha.

-Gracias –sonrió Dongwoon y me hizo seguirlo hasta donde nos habían mandado.

Al ver los cuadros en la pared y las placas en las distintas puertas, me percaté de que este no era sólo un lugar en donde se editaba la revista más vendida de la ciudad, sino que, había muchas más personas dedicadas al arte en distintos aspectos.
Paré cuando Dongwoon también lo hizo. La secretaria que se encontraba afuera de la tercera puerta acomodaba unos papeles en un folder.

-Hola, tenemos una cita con la señora González –informó mi amigo y la pelirroja, Roxanne, según decía su gafete de identificación, lo miró.

-¿Son las fotos de James? –preguntó.

-Sí.

-Oh, tomen asiento, en seguida los atiende –nos invitó a acomodarnos en el sillón de cuero negro que se recargaba sobre la pared paralela.

-Gracias –dijo Dongwoon.

Nos fuimos a sentar y oí cómo el cuero rechinó cuando dejamos caer nuestro peso. Él miraba hacía el otro pasillo, que cruzaba perpendicular con el que estábamos nosotros. Miraba tanto que me hizo preguntar.

-¿A quién buscas? –bromeé.

-¿Eh? –me miró- A nadie, espera un segundo, enseguida vuelvo. Si nos llaman, métete sin mí –me dijo y se paró del sofá, tomando entre sus manos una carpeta azul que sacó de su valija y  caminando hasta donde tanto miraba para perderse luego de mi vista.

Dongwoon a veces podría llegar a ser muy extraño.
Suspiré allí, hundido en el cuero negro del sofá, aburrido. Mi mente no dejaba de rondar en torno al país lejano.
Observé a Roxanne musitar algo en el teléfono y luego lo colgó. Me miró.

-Pasa –me sonrió.

¿A dónde había ido Dongwoon? Suspiré de nuevo y tomé las fotografías que estaban a mi lado, luego me encaminé hasta la oficina de la señora González, la editora.
Abrí la puerta con algo de recelo, repentinamente sin Dongwoon no me sentía muy seguro de algo que ya había hecho centenar de veces.

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Gracias por leer. Espero les esté gustando mucho 💕💕💕

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