Minho.

519 61 23
                                    

||•• Capítulo final ••||

#NarraMinho

Contemplé por un rato a la feliz pareja de pie junto al altar y luego mi mirada revoloteó hacía el bello chico que estaba sentado a mi lado. Los recuerdos salieron a florecer en mi cabeza, haciéndome vibrar por la nitidez con la que se proyectaron.

Mientras el ministro hablaba uniendo a la pareja frente a él, recordé las palabras de Taemin el año pasado; me golpeaba el pecho con fuerza y rencor, mientras me miraba con sus grandes ojos cafés y lloraba sin contenerse. Me partía el alma verlo así.

-¡Vete tras en él entonces! –me decía- ¡Alcánzalo porque el amor de tu vida se escapa! –me golpeó por doceava vez el pecho.

-Taemin –musité.

-Debí de haberme dado cuenta antes –gritaba-. ¡Nos hubiéramos ahorrado todo esto! –manoteó, cansado.

-En ningún momento te engañé, Taemin –expuse-. Él me robó un beso, pero estaba ebrio, Tae.

-¡Pero tú no! –exclamó, con voz estrangulada- Además, el que haya estado o no ebrio no quita que se haya enamorado de ti –señaló un papel sobre la mesa, arrugado violentamente-. ¿Y sabes qué es lo peor? –sollozó- Que tú, perfectamente cuerdo, te enamoraste también… de él. De mi mejor amigo –gimió.

-Taemin –quise acercarme, abrigarlo en mis brazos para que de alguna manera cesara su dolor, pero me quedé a distancia, sabiendo que después de mi confesión, no serviría de nada-, nunca quise hacerte daño –expliqué-. Simplemente… no pude controlarlo.

  Recordé entonces el primer día que descubrí que sentía algo por Kibum, o mejor dicho, cuando acepté que sentía algo por él. Aquella vez que Kibum veía una película de terror y que de cierta manera, sin explicarme cómo, quería protegerlo entre mis brazos y luego, jamás dejarlo ir. Con el paso del tiempo me di cuenta de que me gustaba estar a su lado, pasar las horas en su compañía y hacer chistes tontos de cualquier cosa.

-Acepto –musitó el novio, mirando fijamente a su futuro esposo y sonriéndole, haciendo que mi mente volviera al presente.

-Y tú, Lee Taemin, ¿aceptas a Lee Jinki como tu futuro esposo; para amarlo, cuidarlo, en la salud y enfermedad, hasta que la muerte los separe? –preguntó el ministro.

-Acepto –respondió él.

Kibum se levantó de la silla y sacó su cámara fotográfica. Lo miré desde abajo, sentado aun.

El recuerdo continuó en mi mente.
Me acerqué hasta la mesa en donde Taemin había dejado aquel papel arrugado y vuelto a desarrugar y curioso lo tomé entre mis manos. El corazón me volvió a palpitar cuando leí escrito del puño y letra de Kibum las palabras “te juro que lo amo”. Pero ya era demasiado tarde, su vuelo había partido y se lo había llevado lejos.

O tal vez no tan lejos. Corrí a mi casa y empaqué mis cosas, llamé a Onew como cuatro veces, pero no contestó ninguna, así que mejor le escribí un texto, diciéndole que me iba, que me perdonara; casi lo mismo que Kibum en su carta para Taemin, pero más breve; y por último agregué: Sé feliz y hazlo feliz.

Kibum había tomado una buena fotografía del beso entre Taemin y Onew. Sonreí. Los murmullos de la gente a mí alrededor me hicieron perderme de nuevo.

-Un boleto para Egipto, por favor –le dije a la señorita de la aerolínea, convencido totalmente de mi decisión. Recordando la vez que Kibum me había dicho que a ese lugar escaparía y con la esperanza de que estuviera más cerca de mí en vez de haber volado a California, como dijo que lo haría.

~Manual De Lo Prohibido~ (Minkey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora