Wings [Hopemin]

By JongZeloLove

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Cuando Jimin tenía toda esperanza perdida de encontrarse con un ser humano puro y bueno de verdad, aparece Ho... More

1. Rendido
2. Despierto para el desayuno
3. El pasado de Hoseok
4. Deseo cumplido
5. Yoongi
6. Conociéndose
7. El perro
8. Un regalo muy especial
9. Un ángel
Epílogo: Wings

10. La lujuria

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By JongZeloLove


Pasaron unos días. Jimin estuvo pensando qué era realmente lo que él quería y aunque lo hablaba con SeoJoon, no lograba decidirse.

Sí, quería conocer todo en la tierra, quería vivir miles de cosas al lado de Hoseok y disfrutar sin normas, quería ser libre a su lado... Pero también quería lo que hasta ahora tenía, sus alas, su hogar al que nunca volvería si lo desterraban, sus padres.

-¿Vas a verle esta tarde entonces? –preguntó el moreno.

-Sí...

-¿Ya te has decidido? Sigo diciéndote que ser un ángel no es para tanto, se vive mejor siendo un ángel caído sin dar explicaciones a nadie y cuidando a algunas personas, a veces me dan encargos, pero soy una persona normal y corriente... Con mis alas negras, pero libre.

-Oye... ¿Realmente decidiste dejar de ser un ángel por tu curiosidad de la vida o... es por ese chico que te visita tanto? ¿Mi pelo se pondrá oscuro?

SeoJoon dejó escapar una sonrisa al pensar en aquel chico del que hablaba y ladeó la cabeza.

-Mh... En parte es por él, eres observador... Pero sí, tomé la decisión por él... Y sí, el pelo, los ojos, la piel, todo se vuelve oscuro, no solo las alas.

-¿Mis ojos? ¿También mis ojos? ¿Y ese chico entonces es tu novio?

-Sí, los ojos también... No es mi novio oficialmente pero llevamos juntos un tiempo, por eso nos vemos tanto...

-¿Mm? ¿Y él sabe todo de ti?

-Lo sabe porque me conoció siendo blanco, rubio y con los ojos azules –comentó SeoJoon riendo divertido.

-¿Se asustó?

-No, se sorprendió, pero me aceptó fuera lo que fuese porque me quería... ¿Sabes si ese chico hará eso también?

-Dijo que lo haría...

Los chicos terminaron su jornada laboral y entonces Jimin se fue de allí para poder estar con su protegida un rato, aunque su mente estaba lejos de allí. Sabía a la hora a la que Hoseok salía del trabajo así que fue a esperarlo a su casa para cuando él llegara, pero se encontraron en la calle llegando al mismo tiempo.

Se miraron, se sonrieron y se acercaron sin apartar la vista de ellos.

-Jimin...

-Me gustaría ir contigo a un lugar. He ido varias veces pero por internet mi amigo Yoongi me mostró unas casas muy lindas y... Me ayudó a conseguir una para que pudiera ir contigo.

-¿Quieres pasar la noche conmigo en un hotel?

-¿Qué? Yo no dije eso... ¡No es un hotel!

-Bueno, bueno... Iré a donde tú quieras. Estás muy guapo... ¿Vienes a mi casa? Tengo que darme una ducha y sacar a pasear a Minnie.

-Yo le paseo mientras te duchas –comentó el rubio algo ruborizado por el piropo recibido.

Hoseok aceptó y entonces eso hicieron. Mientras el castaño se duchaba el ángel llevó de paseo al perrito que se alegró mucho de verle, pues no le veía muy seguido.

Tras diez minutos Jimin regresó a su casa y el otro chico se encontraba con el cabello aún algo húmedo y sin camiseta, pues se había puesto varias pero no se decidía por ninguna. Cuando abrió la puerta y el ángel lo vio, abrió los ojos y luego desvió su mirada avergonzado, aquello le produjo ternura a Hoseok.

-¿No te ha dado tiempo...? –preguntó el ángel.

-No sé qué ponerme... ¿Vamos a una cita no? ¿Qué me pongo? Quiero estar guapo.

-Tú ya eres guapo, ponte algo, tápate –dijo Jimin apoyando las manos en sus hombros para empujarlo hacia dentro y que se moviera, pero había tocado su piel, y aquello le avergonzaba más.

-Bueno, bueno, viendo tu ropa me pondré algo parecido.

El rubio iba vestido con unos jeans, una camiseta blanca de manga larga y una chaqueta roja para no pasar frío. Hoseok se dejó sus jeans aunque eran más oscuros y los acompañó de una camiseta gris y una chaqueta negra.

-¿Tienes coche? –preguntó Jimin cuando lo vio volver.

-Tengo...

-Pues mira, tienes que ir ahí.

Le mostró el GPS de su teléfono que entendía más bien poco. Afortunadamente Yoongi le dejó el enlace para que pudiera llegar sin problema alguno.

Fueron hasta el lugar. Era a las afueras, donde había mucha vegetación y, como ya era de noche, tenían que ir con cuidado de no cruzarse con algún animal. Llegaron a la dirección indicada, había varias cabañas y tras hacer el procedimiento habitual para poder alojarse, Jimin quiso caminar por la naturaleza antes de entrar.

-¿Por qué hemos venido aquí?

-Porque quiero hacer algo contigo... Si no hiciera tanto frío no hubiera querido venir a la cabaña, pero sé que no hace tiempo como para andar de noche sin estar en un sitio cerrado...

-Vaya... Lo dice el chico que dormía en un banco bajo el granizo.

Jimin sonrió un poco.

Se alejaban del lugar aquel hasta no tener a la vista nada de luces, civilización y gente que pudiera pasar, solo les acompañaban la luna y las estrellas en aquel entorno que, aunque era bonito, también muy frío.

El ángel encontró el claro que estaba buscando, la claridad era mayor en aquel lugar y quedaron en el centro hasta que Jimin se puso enfrente de él.

Hoseok estaba algo nervioso, aún esperaba una respuesta y si había reservado una cabaña, no lo iba a dejar solo allí y marcharse, al menos no le abandonaría. Pero salió de sus conjeturas cuando vio que Jimin se quitaba la chaqueta y acto seguido la camiseta.

-Pero... ¡Vas a morir de frío!

-Chtss... Está bien así, quiero hacer muchas cosas contigo desde hoy, pero hay algunas que no podré hacerlas si no las hago ahora.

-¿Eh...?

Jimin extendió sus alas. Había espacio suficiente para poder dejarlas abiertas por completo y Hoseok se dio cuenta de lo grandes que eran realmente, aunque le pilló desprevenido y se asustó en aquel momento, no se quejó, solo se quedó mirando lo precioso que era aquel chico rubio con las alas detrás. Eran tan bello que podría mirarlo por horas sin decir nada, solo fijándose en él.

-¿Quieres volar? –preguntó el ángel.

-¿Qué? ¿Qué vuele? ¿Qué si quiero volar?

-¿No confías en mí? No te voy a dejar caer...

-Claro que confío, sí...

Le resultaba imponente ver cómo Jimin se acercaba aunque fuera tan despacio, pero cada paso le ponía nervioso, nervios que parecían calmarse gracias a aquella sonrisa que aquel angelical rostro mantenía en sus labios.

-Abrázame fuerte, si sientes miedo podemos bajar.

Hoseok hizo caso. Pasó los brazos por su cuello, nunca habían tenido un momento tan unido como aquel y por un momento cerró los ojos. El aroma del ángel era dulce, adictivo para él. Notó cómo el rubio lo abrazaba igual de fuerte por la cintura, pero no se movían y sus pies seguían tocando tierra.

-Ehh... Hoseok...

-¿Mm? ¿Qué? –preguntó él volviendo la vida real saliendo de sus pensamientos debidos a aquel hipnótico olor.

-Sube las piernas, seguramente te agarrarás mejor.

Y le hizo caso. De un saltito se enganchó con las piernas a sus caderas.

Ahora estaban listos. Jimin pegó un salto y aleteó con fuerza y rapidez para coger altura y luego sus alas empezaron a moverse con suavidad. Hoseok estaba realmente alucinado, veía cómo se movían aquellas plumas blancas y cómo se separaban del suelo que cada vez se veía más y más pequeño. La adrenalina se disparó, al igual que los latidos de su corazón. Sentía tantas emociones juntas... Sabía que si se caía podría morir, pero le impresionaba poder estar en el aire abrazado al chico que le gustaba sin un paracaídas, un avión o cualquier otro objeto creado para volar artificialmente. Era como estar en las nubes, rodeados de plumas blancas. Arriba hacía mucho más frío, pero aún no lo había notado, toda su excitación mantenían su cuerpo caliente.

Empezaron a planear y Jimin dio dos giros en el aire hasta quedar él de espaldas al suelo y Hoseok encima de él. Sus alas ya no se movían a penas. El castaño miró hacia abajo, estaban realmente altos, luego desvió su vista a Jimin que sonreía, era la vez que más feliz lo había visto.

-Esto es increíble... No tengo palabras...

-Esto es increíble, tienes razón... No suelo volar de espaldas pero creo que si te quedas abajo igual gritarás asustado.

-Es probable, me da miedo mover un solo músculo para no caerme –dijo el castaño agradecido por la generosidad de volar de espaldas por él.

-Es la primera vez que hago esto con un humano, bueno, con alguien...

Una corriente de aire les movió y Jimin giró abrazando con fuerza al castaño que pensó que moriría en ese mismo momento y aleteó para volver a planear con estabilidad.

-¡Jimin voy a morir! –gritó el otro de espaldas al suelo.

-¿Te dejaría morir?

-No... ¿No? Yo que sé... ¡Me resbalo!

Jimin sonrió, por primera vez parecía que el tierno de los dos era el humano y dio un giro, con vuelta incluida, para quedar en la misma posición que estaban cuando estaban en tierra. Plegó sus alas y empezaron a caer en picado hacia el suelo. Hoseok abrió los ojos asustado y luego los cerró aferrándose con todas las fuerzas al rubio gritando como un loco.

Antes de chocar Jimin desplegó las alas de nuevo y frenaron en el aire cayendo suavemente los tres metros que quedaban hasta llegar al suelo. Cuando llegaron y Hoseok notó que no había viento y todo estaba quieto, abrió los ojos. Estaban en tierra, vivos.

-Estoy vivo... Estoy vivo... Estoy vivo...

-Estás vivo, no te dejaría caer, lo dije antes... ¡No confías en mí! –se quejó el rubio.

-Pero... pero... Caíamos... nos caíamos...

Jimin sonrió y buscó la cara del otro, por lo que el castaño se separó para mirarlo unos segundos antes de que el ángel tomara la iniciativa de rozar su nariz con la de él. Los dos cerraron sus ojos y el corazón de Hoseok dejó de estar al borde del infarto, dejando paso a que otra dolencia se hiciera presente en su cuerpo. Ahora notaba el dolor en su tripa por los nervios de aquella cercanía que, poco a poco, se fue acortando hasta que sus labios se unieron en suave y torpe beso.

Duró unos segundos, pero era el más largo que se habían dado, después dejaron escapar suspiros y se abrazaron de nuevo mientras que el humano bajaba despacio sus piernas, no quería que el otro estuviera cargándolo todo el tiempo.

Hacía frío, y Jimin tembló, así que se separaron enseguida.

-Tu camiseta, abrígate, la chaqueta –dijo Hoseok mirando alrededor para encontrar las prendas.

El ángel fue guardando sus alas hasta que hubieron desaparecido del todo y aceptó la ropa que le entregó el castaño tras encontrarla. Se vistió, pero no quería volver aún a la cabaña aquella, volvieron a besarse.

Cada vez que se separaban apenas daban unos pasos y volvían a unir sus labios, que cuando estaban separados, sonreían y dejaban escapar unas risitas.

Cuando lograron llegar al lugar donde estaban las cabañas, entraron en la suya. Tenía dos pisos. Era acogedora por dentro y tenían la chimenea encendida. Abajo el salón dejaba ver la cocina por el concepto abierto que tenía y unas escaleras que deban al piso de arriba donde se encontraba el dormitorio con una ventana grande en el tejado que dejaba ver el cielo. Abajo también había un baño, ya que la parte de arriba era entera para la habitación aquella con una cama gigante en el medio bajo el ventanal.

-Oh... se está calentito aquí...

-¿Calentito? Esto debe ser el infierno –dijo Hoseok.

La chimenea aquella emitía demasiado calor y en comparación a la baja temperatura que había fuera, le sofocó nada más entrar. Se quitó la chaqueta con rapidez y se remangó la camiseta que llevaba.

-No bromees con el infierno.

-Esto es más caluroso que un verano a cincuenta grados a la sombra.

Jimin se acercó a un termómetro cerca de la puerta y dejó escapar una risita mientras se quitaba la chaqueta.

-Estamos a 33 grados.

Hoseok se acercó a él y lo abrazó por detrás para poder dejar un besito en su nuca, pero no se conformó con uno así que fue besándolo por todo el cuello ya que el otro movió su cabeza hacia un lado disfrutando de ello.

-¿Hasta dónde puedo llegar con mis besos? –preguntó el castaño.

-Hasta la cocina, porque me vas a preparar la cena.

Los dos rieron y se dieron un beso más en los labios antes de preparar la cena, casi todo lo hacía Hoseok que era quien sabía cocinar, el otro ayudaba y aprendía.

Cenaron juntos y llegaron incluso a alimentarse el uno en la boca del otro para tener más excusas para besarse. Ahora el rubio no dejaba de sonreír, decidió comer cada cosa que había hasta que no le apeteciera más, a pesar de haber pasado el límite según las normas, pero le daba igual, quería disfrutar de la comida junto al chico.

-De verdad me estoy asando –se quejó Hoseok, estaba sudando.

-A ver, a ver...

Jimin se acercó para besarlo. Estaban en el sofá y, aunque el castaño pensó que le daba igual el calor que estuviera pasando. Mientras se besaban fue tirando de él para sentarlo encima de sus piernas y el rubio accedió a quedar allí arriba. Entonces pasó las manos bajo su camiseta para levantarla un poco. Se separaron y el castaño lo miró preocupado.

-Jiminnie... ¿Estás seguro de lo que haces...?

-Claro, tienes calor.

El ángel entonces hizo un nudo en su camiseta haciendo que le quedase como un top de una chica y se empezó a reír. Hoseok tardó en procesar que aquel chico hubiera hecho eso y no pudo evitar reírse.

-¡Oye! Esto no es moda para hombres.

-Te queda bien.

-No, y sigo teniendo calor.

-¿Entonces qué puedo hacer? ¿Te soplo? –preguntó el rubio ladeando la cabeza.

Fue Hoseok quien llevó sus manos ahora a la camiseta ajena y no para atarla, se la quitó cuando el otro alzó los brazos. Ahora que no estaba preocupado de que se fuera, estuviera herido o de que quisiera volar, pudo mirar de cerca su cuerpo. Estaba delgado pero tenía una complexión atlética, estaba muy bueno. Sus dedos se posaron en su pecho y empezaron a acariciarlo con mucha suavidad.

-Eres suave... te he visto más veces sin camiseta... Nada más conocerte, el día que discutimos, hace un rato... y no había podido mirarte tan de cerca ni tampoco tocarte así...

Jimin se dejó tocar, la atmósfera cambió, se volvió más íntima y sus ojos se desviaron hasta los labios del chico, aunque los desvió porque no quería ser tan obvio.

El castaño se dio cuenta así que con una de las manos le acarició la mejilla para hacer que lo mirase.

-Jiminnie...

-¿Mm?

-¿Me quitas el nudo de la camiseta?

El rubio se ruborizó asintiendo y se fijó en su cuerpo. Poco a poco le fue quitando el nudo y posteriormente la prenda dejando su torso al aire. Lo había visto, muy brevemente, antes de irse a ese pequeño viaje, y se mordió el labio sin darse cuenta, pero se fijó en su cuerpo.

-¿Estás bien...? –preguntó Hoseok.

-Es que... tu cuerpo... me gusta mucho...

-Jimin... Antes cuando te pregunté hasta dónde podía llegar con mis besos... ¿Sabes a qué me refería?

El ángel sonrió y asintió con su cabeza. Lo abrazó por el cuello y se pegó a él hasta terminar ocultando la cabeza en su hombro. Sus pieles se rozaban, los dos cuerpo estaban calientes aunque con aquella temperatura no era para menos.

-Quiero ir contigo hasta el final...

Hoseok supo a qué se refería, aquello le preocupaba porque sabía las consecuencias, pero era la decisión del menor y si él quería eso, no se lo iba a discutir. En ese momento entendió por qué lo llevó a volar justo antes, por qué estaban a solas, por qué todo estaba siendo tan diferente a lo que habían vivido antes, eran sus últimos momentos como un ángel.

Volvieron a besarse una última vez antes de que el castaño se pusiera en pie con el otro en brazos, era su turno de llevarle. Mientras, Jimin se mantuvo como un koala.

Hoseok llegó hasta la parte de arriba de la cabaña, donde estaba el dormitorio. Cuando llegaron buscó su cara y ellos se miraron unos segundos antes de rozar sus narices y terminar besándose.

Las piernas del rubio estaban a punto de bajar al suelo, pero al notar el movimiento, el castaño lo apretó para que no se moviera de allí. Quería llegar hasta la cama con él y poco a poco se fue inclinando hasta terminar sobre él en ella.

Se dieron un último beso antes de separarse y de mirarse. Jimin se colocó más en el centro de la cama y, por el contrario, el castaño se quedó donde estaba para poder acercarse a besar el abdomen del ángel con mucho mimo, pero el otro tenía leves escalofríos, nadie le había besado así.

-¿Te gusta...? Tienes toda la piel de gallina...

-Me encanta –dijo el rubio dejando escapar una risa por los nervios que sentía.

Hoseok le siguió besando con suavidad, intercalándolo con los roces de su nariz por la misma zona y poco a poco fue subiendo por el torso, haciendo lo mismo, terminando en el pecho y sintiendo como las manos del ángel le acariciaban sus brazos y su cabello.

Se separó un instante, quería verle el rostro al rubio. Felicidad absoluta, eso es lo que aquella sonrisa y esa paz reflejaba su cara.

-Me gustas mucho más cuando sonríes así...

Jimin abrió los ojos encontrándose con la mirada del chico aquel y llevó las manos a sus mejillas.

-Pues ahora no dejaré de hacerlo...

Sus labios se unieron de nuevo. Todo era tranquilo, extremadamente cariñoso. Las pequeñas caricias eran casi tan suaves como las plumas de las alas del ángel. Así estuvieron unos minutos hasta que el castaño se movió de allí para deleitarse con su cuello. Entonces lo escuchó.

Jimin había dejado escapar un ruidito que era lo más similar a un gemido, pero aquello que el humano le hacía realmente le estaba encantando, esos besos en aquella zona jamás pensó que serían tan increíbles.

Hoseok llevó una de sus manos desde uno de los costados hacia su entrepierna para rozarla. Y lo volvió a escuchar, pero más audible y sensual, a pesar de notar cómo el rubio lo abrazaba con más fuerza para esconder su sonrojo y su vergüenza.

-¿Por qué eres tan adorable...?

-No lo sé... déjame –susurró Jimin contra la propia piel del castaño, que dejó escapar una risa.

Poco a poco con sus besos y caricias de los que el ángel aprendía y a su vez iba imitando, terminó por besar su cuello agarrando los glúteos ajenos con las dos manos mientras Hoseok se encargaba de desabrocharle los pantalones, que luego se los quitó dejándolos caer a un lado.

-¿Te vas a atrever a desnudarme...?

-Pues claro –dijo Jimin sonriendo con ternura, seguía tumbado en la cama bajo la atenta mirada del más alto, que repasaba su cuerpo entero.

Sin dejar que le desnudase, se acercó a volver a besarle por el cuerpo, pero esta vez en uno de los muslos mientras retiraba el bóxer. El ángel pasó de ser blanco a ser rojo en cuestión de segundos. Se empezó a reír tapando su rostro con ambas manos para que el otro no lo pillase, pero solo logró llamar su atención. El castaño le agarró de las manos para quitarlas de su cara, forcejeando un poco hasta que el otro retiró un poco sus manos, pero no del todo.

-¿Por qué me vuelves tan loco con esa ternura? De verdad... eres tan adorable que... Ahh... no puedo ni explicar lo que me haces sentir...

Jimin solo le sonreía hasta que correspondió a los múltiples piquitos que el otro dejó sobre sus labios.

Giraron hasta que el rubio quedó encima, por primera vez, y no sabía bien cómo actuar hasta que, por ocultar su vergüenza, escondió el rostro en el cuello de Hoseok y ahí empezó a darle besos, incluso un mordisquito se atrevió a darle, y le sacó un suave gemido que le gustó escuchar.

-¿Te gusta que te muerda...?

-De ti me gusta todo, ángel.

Le faltó ponerse a gritar y correr en círculos de las cosas que le decía aquel humano, pero solo sonrió y siguió dedicándose a besarle por el pecho mientras sus manos se deslizaban hacia el pantalón que fue desatando y, cuanto más bajaban sus besos, más los iba retirando hasta sacarlos por completo con la ayuda del castaño.

Su atrevimiento llegó incluso a tocar con curiosidad el bulto que había bajo la última prenda que le quedaba, y al alzar la mirada para ver si le gustaba, se sonrojó al ver lo sensual que le parecía. Suspiró, debía quitarlo y titubeó jugando con el elástico del bóxer, pero Hoseok lo agarró de las manos y con eso llamó su atención, volvieron a mirarse.

-¿Estás seguro...?

-Lo estoy, lo estoy, de verdad que lo estoy... Es que a parte del mío solo vi los de las estatuas...

El castaño ladeó la cabeza, suponía que jamás había visto porno ni si quiera en fotos pero lo de las estatuas le hizo gracia aunque reprimió la risa por no ofender al rubio.

-Te hace gracia –se quejó Jimin como un niño pequeño y apartó las manos de donde las tenía puestas.

-No... Bueno, sí, pero porque me parece tan lindo y adorable que... Ah en serio Jimin... Eres muy bonito...

-No tiene gracia...

Hoseok se incorporó para quedar sentado y así estar frente a frente y le agarró las mejillas.

-Lo siento... Es que aquí es poco habitual por no decir que es imposible no haber visto nunca eso en otro lado que no sea una estatua... Pero te aseguro que no la tengo como las de las estatuas...

Jimin lo miró y abrió la boca, sorprendido, y luego dejó escapar una risa y le dio un golpecito en el hombro.

-¿Y te crees que yo sí...?

-No, no, me di cuenta de que no es ni parecido a los de las estatuas... Lo tienes... está muy bien, perfecto –dijo Hoseok sonriendo algo perdido de cómo salir de esa situación.

-¡Calla! Que solo me pones rojo.

El castaño se acercó a besar sus mejillas y agarró las manos del ángel para volver a llevarlas a su bóxer, es por donde se habían quedado. Se fue tumbando hacia atrás tirando de él y lo besó en los labios. Entonces fue cuando Jimin empezó a retirar la prenda hasta quedar los dos desnudos por completo.

Lo demás se fue dando solo. Los dos se dejaron invadir por la pasión y la lujuria. Los besos eran más fogosos y el ángel cada vez era menos torpe y vergonzoso, atreviéndose a imitar lo que en ese momento había empezado a hacerle el otro, masturbarle. Los dos se tocaban entre besos y suaves gemidos pero aquello no duró más de lo necesario, un conocimiento previo a lo que venía a continuación.

Hoseok lubricó a Jimin tras chupar sus propios dedos y dejar que luego los chupase el rubio. Le incomodaba, lo sabía, estaba tenso y trataba de ir muy despacito con él hasta que se fuera acostumbrando.

Y llegó el momento.

Mientras entraba en él, sentía cómo Jimin lo abrazaba fuerte, casi tanto como cuando estuvieron volando para que no se cayera. Él no imaginó que aquello pudiera doler así, pero si la lujuria era el pecado más cometido por todos los ángeles que se iban del cielo, debía ser por algo... Y no tardó en entenderlo.

Aquello empezó a gustarle y por ello se movían al ritmo que el castaño marcaba, gimiendo, siendo masturbado al mismo tiempo. Sus cuerpos eran uno y sus gemidos casi que también, de no ser por la diferencia del rango vocal ya que uno era tan agudo y el otro una octava más grave.

Llegaron. Llegó primero Jimin, y entonces conoció lo que era un orgasmo, y poco después Hoseok, que hacía tanto que no tenía uno que parecía como si hubiera sido el primero.

Pero la noche no terminó ahí, el castaño sabía de la curiosidad del ángel por conocer tantas cosas que aún le dejaría experimentar al contrario. Tras descansar entre besos, sonrisas y caricias acompañadas de palabras bonitas y alguna que otra risa, la atmósfera volvió a ser caliente.

-Jiminnie... Aún no hemos terminado de pecar...

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