Era tarde, la hora marcaba las 11:43pm y el sueño no podía llegar a Millie.
En su cabeza había algunos conflictos que aún no sabía como resolver, era todo un caso.
Mirando hacia el techo Millie fruncio el seño y posicionó sus manos en su abdomen;Cosquillas, maldita sea, eso era.
Millie no tendría menos de cinco cuando miro a aquel chico pálido de mejillas rosadas y pecas, jugar con sus naves de Star Wars, tirado en el pasto, haciendo ruidos con la boca para imitar los choques de las naves.
Lento, a paso lento Millie se acercó a él quien la miro sin expresión, ella trató de sonreír pero el seguía mirándola con una cara de pocos amigos, ella se intimidó pues al parecer él no quería simpatizar con ella.
El chico ignoró por completo que ella seguía ahí mirándolo, continuó con su pequeña guerra, Millie lo analizaba, cada facción de su pequeño rostro, la forma en que sus cejas se movían al hacer un ruido diferente, como sus labios se movían, como sus ojos iban de un lado a otro, eso la atrapó.
A la hora de la comida Millie peleó su lugar en la mesa junto a Finn, quería tenerlo cerca y ella nisiquiera sabía porque, pero así lo quería.
Millie recordó cuando se despidió de todos menos de Finn, le tenía miedo, él sólo la miro indiferente desde la puerta mientras ella lo miraba desde el auto, ella comprendió que tal vez a él no le caía bien.
Pasaron ocho largos años desde que Millie no miraba al chico de pecas y cara de indiferencia, ya nada era igual, Finn ya no era el mismo, en cuanto físico nos referimos, ella lo noto rápido.
El chico de mejillas rosadas y pecas hacía que en su estómago hubiera un cosquilleo, cosquilleo que hacía ocho años que no sentía.
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.02/12/2017.