Heridas Profundas

By EberthSolano

923K 53.1K 4.6K

Rebecca tiene una enfermedad que podría matarla. Un día conoce a Allen, un chico triste y solitario al que le... More

✨Heridas profundas✨
✨Prefacio✨
✨Capítulo 1✨
✨Capítulo 2✨
✨Capítulo 3✨
✨Capítulo 4✨
✨Capítulo 5✨
✨Capítulo 6✨
✨Capítulo 7✨
✨Capítulo 8✨
✨Capítulo 9✨
✨Capítulo 10✨
✨Capítulo 11✨
✨Capítulo 12✨
✨Capítulo 13✨
✨Capítulo 14✨
✨Capítulo 15✨
✨Capítulo 16✨
✨Capítulo 17✨
✨Capítulo 18✨
✨Capítulo 19✨
✨Capítulo 20✨
✨Capítulo 21✨
✨Capítulo 22✨
✨Capítulo 23✨
✨Capítulo 24✨
✨Capítulo 25✨
✨Capítulo 26✨
✨Capítulo 27✨
✨Capítulo 28✨
✨Capítulo 30✨
✨Capítulo 31✨
✨Capítulo 32✨
✨Capítulo 33✨
✨Capítulo 34✨
✨Capítulo 35✨
✨Capítulo 36✨
✨Epílogo✨
✨Capítulo extra✨
✨Agradecimientos✨

✨Capítulo 29✨

7.5K 949 47
By EberthSolano


Era sábado, veinte de agosto, su cumpleaños número diecinueve. Rebecca hizo un gesto de dolor cuando Susana cepilló con un poco de fuerza un mechón de su cabello. Ya lo tenía bastante largo, casi le llegaba a la cintura, por lo que era un martirio peinarse. Susana le había hecho un cuidadoso maquillaje con su consentimiento, sin sobrepasarse demasiado, pues sabía los gustos de su amiga.

—¿Ya vas a terminar? —preguntó Becca por tercera vez.

Susana soltó una risa entre dientes. Finalmente le entrelazó un listón blanco y delgado que adornaba parte de la trenza que le había hecho en un mechón de cabello.

Becca se levantó en cuanto su mejor amiga se lo permitió y fue a contemplarse al espejo. No se sobresaltó cuando miró su reflejo, sabía de la magia que podía crear Susana en las personas. No se quejaba demasiado, esta vez su amiga sí había acatado a la perfección sus órdenes. Volvió a mirarse de arriba abajo y alzó las cejas. Llevaba una falda negra acampanada con una blusa plateada de gasa.

—¿En realidad todo esto es necesario? —preguntó mientras se examinaba.

No le gustaban mucho las reuniones, y mucho menos cuando era probable que Allen no asistiera. Ese hecho la decepcionaba un poco.

Susana cruzó los brazos.

—Es tu cumpleaños, Becca. ¿Qué pasa? ¿Algo te preocupa?

La joven esbozó una mueca y se volvió hacia la rubia teñida que llevaba un fantástico vestido azul, apenas por arriba de las rodillas.

—Desearía que Allen viniera —admitió con pesar.

Susana respiró hondo y sacudió la cabeza, tomó el brazo de su amiga y la volvió de nuevo hacia el espejo.

—Nada de tristezas, ¿vale? —ordenó, y le señaló su espectacular reflejo—. Esta tarde debes estar con tu mejor ánimo, solo no pienses de más.

Becca asintió sin ningún ánimo, pero esbozó una sonrisa forzada para su amiga. Susana y Dylan se habían esforzado en organizar una pequeña reunión para que al menos intentara pasarla bien.

• ────── ✾ ────── •

Susana prácticamente lo había arreglado todo. El jardín de su casa estaba todo decorado e incluso había puesto una pequeña barra para que allí fueran todos por sus bebidas. Sabía que su amiga tenía dinero, pero no pensaba que haría algo parecido. Le había dado un abrazo muy fuerte, se lo merecía, aunque era incapaz de disfrutarlo como su amiga quisiera.

Más tarde, su cumpleaños no tardó en volverse un ambiente de música, diversión y risas; poco a poco habían llegado los invitados —los cuales eran compañeros y conocidos de la universidad—, que primero la saludaban y después se concentraban en el barullo de la gente y la música. En realidad, su cumpleaños solo era una excusa para los demás de pasarla bien. Incluso vio llegar a las chicas que siempre miraban descaradamente a su inquilino y Becca ya no sabía cómo eso podía ir peor.

La música tronaba en sus oídos y muchos rostros conocidos le sonreían a lo lejos o se acercaban para darle un abrazo, la mayoría llenos de hipocresía. Ella podría haberse involucrado en el ambiente y disfrutar como todos aquellos jóvenes, que reían o bailaban, pero simplemente no necesitaba aquello en ese instante. Y tampoco podía beber por su condición.

Comprendió que necesitaba a Allen, el calor de sus brazos y la intensidad de su mirada. Estar rodeada de tanta gente con la que no podía divertirse la hacía sentir en una soledad absoluta, casi dolorosa. Un sentimiento de decepción comenzó a recorrerle el pecho cuando decidió alejarse del centro de su cumpleaños que, irónicamente, no se sentía como suyo. Se sentía como una intrusa en toda esa diversión totalmente ajena.

El frío caló hondo en sus huesos cuando se alejó hasta estar casi al borde del portón de la entrada, junto a varios coches allí estacionados al lado de las aceras. Se abrazó con sus propios brazos y miró hacia el firmamento, oscuro y apenas iluminado por las estrellas. En ese instante deseó que Allen estuviera a su lado.

Esa noche había luna nueva, por lo que ni siquiera tenía el consuelo de contemplarla para acompañar su tristeza. Una voz la sacó de sus cavilaciones, de una forma brusca y espontánea. Era Ryan, que estaba frente a ella con una rosa roja en la mano.

—¿Ryan?

—¿Qué haces aquí sola? ¿No estás disfrutando de tu fiesta?

—Solo quiero un poco de aire —contestó.

El rubio no se convenció mucho.

—Becca, siento mucho haber cambiado contigo estos últimos días —dijo en voz baja—, pero tienes que saber la razón. La verdad es que... yo te quiero. Ya no puedo seguir ocultando mis sentimientos por ti. Y no te exijo nada, nuestra amistad no cambiará por esto, pero solo quiero saber si al menos tengo una esperanza...

Becca no se asombró ante sus palabras. No pudo sentir ninguna emoción por su declaración de amor, solo pena por su amistad, pues probablemente no miraría de la misma forma a Ryan de nuevo. Eso odiaba. Cuando alguien se confesaba ante otra persona nada volvía a ser lo mismo. Por más que lo intentara. La relación quedaba fracturada para siempre.

—Ryan, sabes que tú para mí eres solo mi amigo.

El rubio bajó la mirada y apretó los labios.

—Debes dejar de sentir esto por mí. Me gusta nuestra amistad, y no quisiera que nada cambiase por esto. Por favor, compréndeme.

"Aunque lo hará".

Su amigo exhaló un suspiro de resignación y esbozó una sonrisa triste.

—Sí, claro que lo entiendo.

—Perdóname, no quisiera herir tus sentimientos...

Ryan sacudió la cabeza e intentó sonreír.

—No, no pasa nada. Olvida todo esto.

Se fue con la decepción latente en su caminar y con la cabeza gacha. Becca esbozó una mueca y recordó todos aquellos momentos que había vivido con él durante el instituto. Entonces comprendió que algunas amistades no estaban destinadas para durar toda la vida, pues aparecía algo que las cambiaba para siempre.

• ────── ✾ ────── •

Allen sintió el cambio de temperatura repentino cuando salió del edificio con una nueva esperanza en el alma, aunque fuera cruel y despiadada. El agente que llevaba el caso del secuestro de su hermana le había dado otra opción para encontrarla, aunque fuera bastante dolorosa. Se haría una investigación rigurosa en los historiales de defunción de la Ciudad de Nueva Orleans del año en que Rebs había sido raptada, e incluso los dos años siguientes. Era muy poco probable que encontraran algo, pero el agente le había sugerido que a veces se encontraba donde menos se podía imaginar. Le informaron que en cuanto tuvieran las investigaciones con alguna novedad o pista, se la comunicarían.

Allen metió las manos en los bolsillos de su chaqueta roja y tiritó de frío. No sabía por qué: por la temperatura o por la posible muerte de su hermana. Tragó saliva y respiró hondo. Solo quería saber lo que había sucedido, si todavía podía estar viva. Quería una respuesta para que dejara de preguntarse qué estaría sufriendo en ese instante su hermana, qué estaría haciendo, dónde estaría, con quién...

Cuando subió a su motocicleta, recordó la dirección que le había dado Becca. Sintió caliente la cadena que había guardado en su bolsillo derecho del pantalón. Recordó que seguramente en esa fiesta estaría el rubio de su amigo y al imaginar sus propósitos con ella se le secó la boca. No, de ninguna manera la dejaría a su merced.

No sabía qué era Rebecca para él, pero ya era algo suyo. Además, si no quería engañarse, él ya había decidido ir a la celebración, solo para entregarle aquel obsequio, y otro que le tenía preparado y que esperaba le gustase, aunque no fuera lo más convencional. Se montó en la moto y no titubeó al dirigirse al encuentro con ella. Después de todo, ya se sentía en el precipicio, sin fuerzas para volver. Y aunque no lo admitiera abiertamente, sabía que esa joven ya había dibujado un antes y después en su vida al conocerla.

• ────── ✾ ────── •

Becca estaba ensimismada en sus pensamientos cuando escuchó el sonido de un motor acercarse. Alzó la mirada y su cuerpo sufrió un temblor al ver a Allen bajar de su motocicleta. Tenía una expresión de confusión al verla ahí, fuera del círculo de personas, sola y distanciada de toda la alegría del lugar. Ella no parecía estar pasándola bien, y algo en él se calentó al intuir que era a causa de su ausencia. Ojalá así fuera.

La joven sintió una emoción embargante al verlo ahí, frente a ella, por lo que no pudo evitar avanzar hacia él y darle un abrazo desesperado, que fue devuelto con fuerza. Finalmente, su cumpleaños parecía tornarse como un buen día.

Le faltaba él.

—¡Llegaste! —exclamó aún con asombro.

Allen le regaló una sonrisa y le acarició la mejilla con la yema de los dedos. Ahora se sentía culpable de haberse tardado tanto al notar cuán feliz estaba de verlo. ¿Habría pensado que no llegaría?

A pesar del frío cortante que hacía, Becca sintió arder esa pequeña parte de su piel donde él la acarició.

—Tengo algo para ti —anunció, y sacó de su bolsillo una cadena plateada—. Era de mi abuela Sarah, es bastante especial para mí... —Su mirada tomó un brillo especial—. Quiero que tú la lleves, Becca.

La joven tomó en la palma de su mano la cadena plateada que tenía un pequeño dije en forma de sol. Era la que él siempre llevaba oculta debajo de sus camisetas. Lo miró perpleja. Era bellísima y parecía tener un valor muy valioso por la forma en que Allen se la había entregado.

—Es bellísima, Allen... —susurró examinándola—. ¿Estás seguro de regalármela? Es muy especial para ti.

El muchacho asintió sonriente, sin ningún atisbo de duda. Se había quedado con la cadena después de la muerte de Sarah y la había conservado hasta ese día. Y Rebecca era la luz en su oscuridad, era justo que ella lo llevara.

—Gracias... —Le dedicó su mejor sonrisa—. En verdad.

Allen apretó los labios y ladeó la cabeza con misterio.

—Te tengo algo más.

La joven alzó las cejas, sorprendida por los detalles de Allen. No imaginaba que él quisiera obsequiarle algo, por lo que su interior estaba prácticamente en erupción de emociones.

—¿Qué es?

—Tendrás que acompañarme —señaló su motocicleta—. ¿Quieres venir?

¿Acaso lo tenía que preguntar? Sin duda acompañaría a Allen hasta el mismo infierno si era necesario. Becca sonrió y miró sobre su hombro. En realidad, nadie notaría su ausencia, por lo que ni siquiera tendría que decir excusas después. No culpaba a Susana, pues sabía de su problema irremediable con las fiestas y el alcohol.

—Tú ganas —aceptó, y Allen sonrió con satisfacción.

• ────── ✾ ────── •

Él ya tenía todo preparado —en realidad había pensado en ese regalo días antes—, por lo que no tuvo que rebuscar tanto para encontrar los materiales. Becca caminó alrededor de la habitación de Allen.

—¿Y bien? —preguntó.

Allen abrió el cajón de su buró y sacó los materiales que utilizaría. El corazón de Becca dio un brinco al notar lo que él hacía. Recordó los bocetos que en otra ocasión Allen le había enseñado y sintió una indescriptible emoción. ¿En verdad él haría lo que más le hacía recordar a su pasado? Dibujar. Él había dicho que ya no solía hacerlo pues esa práctica le traían recuerdos lastimosos e hirientes. Allen dejó todo sobre la mesa de trabajo y se acercó a Becca, que se había quedado asombrada.

—Creo que más bien será un regalo para mí... —susurró mientras la miraba muy de cerca a los ojos—. ¿Aceptas que te retrate?

Becca parpadeó y asintió con una deslumbrante sonrisa. Lo que quería hacer era más que un regalo, por todo lo que ello significaba para su vida.

—Será un placer —susurró con la voz excitada—. Gracias, Allen.

El muchacho rozó sus labios con la yema de los dedos y así mismo acarició el contorno de su rostro. Ella le parecía bellísima.

—Recárgate con suavidad en el balcón y mira hacia mí —explicó a la joven que con rapidez obedeció—. Sí, quédate así.

El muchacho regresó a la mesa y tomó asiento. Y después de decirle los detalles de cómo tenía que posar, comenzó a dibujar en el papel el rostro ovalado de su Becca. Mientras trazaba, la miraba en intervalos a través de sus pestañas. La joven no sintió ningún tipo de aburrimiento al saberse dibujada por sus manos. Además de que libremente podía disfrutar de mirarlo sin interrupciones. Además, ver a Allen y su arte era tan bello y tan sexy...

Era una faceta de él excepcional y única, que solo ella podía mirar y disfrutar. De vez en cuando, las comisuras de los labios del muchacho temblaban, y era por los nervios, aunque a ella le pareció que disfrutaba de un chiste privado.

Becca soportó por un tiempo el cansancio de estar de pie, aunque Allen a cada rato le repetía que no faltaba demasiado. El muchacho trazó con toda su concentración en el papel sin pensar en nada más, ni siquiera en el tiempo que sufrió tanto. Estaba feliz e increíblemente excitado al dibujarla. Una sensación de libertad y satisfacción que cuando era más joven lo recorrió, la misma de cuando era un niño. Y, contra todo pronóstico, en ningún momento los recuerdos oscuros atacaron su mente.

Cuando terminó, una sonrisa se dibujó en sus labios. Becca finalmente se movió y se acercó a él, que seguía absorto con su creación. Ella estiró su cuerpo y juntó las manos.

—¿Puedo verlo?

Allen escondió el dibujo y negó con la cabeza.

La joven esbozó un puchero ante su expresión.

—Faltan algunos detalles, pero te lo daré pronto. —Sonrió y le despeinó la cabellera con cariño—. Gracias.

—Tú eres el mejor regalo que he recibido hoy —confesó Becca.

Allen la miró embobado y acarició el contorno de sus labios.

—Gracias por permanecer a mi lado, Becca —susurró antes de acercar su rostro al de la joven, que se puso de puntillas y entreabrió los labios temblorosos, ansiosa de besarlo.

Allen ya no sabía de dónde se sujetaría ante el posible vacío de la caída, pero supuso que caer en esos labios era una buena opción para su alma.

—No, a ti, por no alejarme —respondió ella antes de besarlo en un arrebato que no pudo controlar, y que él respondió con fervor y con ansias desmedidas.

Entonces el fuego se propagó en sus cuerpos y ya no pudieron detenerlo. Allen con un gruñido se quitó la camiseta y sujetó el delgado cuerpo de Becca contra la pared mientras le besaba el cuello, los labios y la piel tersa de sus pechos. La joven solo se aferró a su espalda ancha mientras suspiraba de placer. Le encantaba la manera en que Allen la tomaba, se sentía tan necesitada y deseada que sus piernas temblaban.

La joven enredó las piernas en torno a su cadera. Allen no desaprovechó y la sujetó del trasero mientras ella se sacaba las prendas superiores. Quedó semidesnuda y Allen sonrió antes de avanzar con ella en sus brazos hasta la comodidad de la cama. La recostó sobre las sabanas y se perdió entre los besos húmedos esparcidos entre todo su fino cuerpo. Quería que ella gozara, que suspirara y que le pidiera cada segundo más. Él se deshizo de sus prendas inferiores y la joven arqueó sus caderas, impaciente.

Allen acarició las partes sensibles de su cuerpo antes de posicionarse entre sus piernas y hundirse dentro de ella con un frenesí animal. Los sonidos guturales de su garganta envolvieron el silencio y Allen silenció los gemidos de ella mientras besaba su boca.

Esa noche Becca lo supo, Allen ya la reclamaba como suya.


***

Sígueme en instagram @eberthsolano y en twitter @eberth_solano ❤

No te olvides de comentar, votar y compartir la historia 🙏  

Continue Reading

You'll Also Like

1.3K 603 22
La poesía es una expresión de lucha a través de versos cargados de emoción y dolor, cada uno representando un grito de esperanza y un testimonio de l...
961 111 7
Javier y su grupo de amigos se enfrentan a un misterioso asesino que amenaza con llevarlos a todos a la tumba. En medio de esta peligrosa situación...
4.3K 456 70
Recopilación de frases de libros. ¿Buscas frases de tus libros favoritos? Encontraste el libro perfecto. Atrévete a leer.
377K 38.1K 71
Khayla tiene 17 años y como toda chica de esta edad -o al menos casi todas- tiene WhatsApp. Para su mala suerte tiene un inmaduro -recalcando INMADUR...