Tiempo actual...
Antro El Infierno, Estado de México.
—Hoy estuvo a reventar, ¡hubo muchas propinas gracias a ti Any! —dijo Dulce, una de las meseras del lugar y amiga de Anahí.
—Espero que Manuel ahora me pague lo que vale la coreografia, es un abusivo, se hace el loco —dijo Anahí enojada.
—Le hacemos montón, no te preocupes.
—Estas loca —rió—. Por cierto, Dul, ¿No viste a Rodrigo?
—La verdad no sé dónde se haya metido... —pausó cuando alguien toco la puerta de los camerinos—. ¡Pase!
—¡Flaca, estuviste increible! —llegó Christian con ellas— Todos gritaban tu nombre, no les hacian caso a las otras bailarinas y solo querían verte a ti, ¡Eres una Diosa del tubo! —dijo emocionado.
—Y tú, que bueno que ahora eres maquillista y no de los de seguridad, ¡todas las noches me dejas divina pollito! —dijo Anahí feliz y lo abrazó.
— ¡Ustedes dos, que se pongan a trabajar! —entró un asistente de seguridad del lugar sin tocar, Christian y Dulce se levantaron al instante—. Y tú Anahí, que vayas por el pago.
—Bueno, nos vemos chicos —ella se despidió de ambos y se fue a la oficina de Manuel.
El guardia pasó y seguido entró Anahí.
—¿Me mando a llamar señor? —preguntó Anahí.
—¡Toca la puerta antes de entrar! —gritó enojado.
Anahí se dió la media vuelta mientras rodaba los ojos y salió cerrando la puerta. Esta vez tocó como le ordenó.
—Adelante, pasa Anahí —dijo burlandose y ella solo pasó muy enojada por todas sus groserias—. Aquí tienes tu pago —le entregó un sobre y ella lo abrió para checar que viniera la cantidad correcta.
—Pero señor, aqui faltan quinientos pesos —dijo indignada, nuevamente no le iba a pagar lo correspondiente.
—¿Tu crees que me hizo en gracia como trataste al señor Balderrama? ¡Y luego el estúpido de Rodrigo casi le pone una mano encima!
—Pero se queria propasar conmigo ¡Y los de seguridad no hacían nada! —alzó la voz y Manuel golpeo el escritorio de su oficina con enojo para que Anahí se callara.
—¡No me vuelvas a levantar la voz! —dijo imponente, tanto que Anahí se alejó— Y sí, en eso tienes razón. Los incompetentes de seguridad no hicieron nada y por eso ya los despedí... ¿Por quinientos pesos andas llorando? —dijo burlón— Toma tus míseros quinientos pesos y lárgate, ¡no quiero verte aquí hasta el próximo jueves! —le aventó un billete más con la cantidad correspondiente y Anahí lo tomo del suelo. Con rabia pero feliz, así podría completar las medicinas de la semana.
—Compermiso señor —dijo antes de salir de la oficina de Manuel.
...
—Ana Paula, tenme paciencia, es muy dificil salir de vacaciones cuando tengo mucho trabajo acá —dijo Alfonso a su hija que lo había ido a visitar a la oficina.
—Siempre me dices lo mismo, nunca tienes tiempo para tu pobre niña indefensa... —dijo comenzando con su plan de chantaje, aunque su padre sabía que solo dramatizaba, él le seguía el juego y le daba todo lo que pedía.
Rodó los ojos y dió un largo suspiro.
—Dale gracias a Dios que tengo una secretaria muy eficiente. Le diré que me ordene todo para irnos a la playa por tres días, tres días solamente ¿okey? —cedió Alfonso y su hija fue corriendo a abrazarlo.
—¡Te amo papá hermoso! —dijo Ana Paula feliz—. ¿Le hablo a Martha para que venga?
—Sí, y ya ve a la casa para yo poder terminar todo para mañana.
—Bueno papi, ¡adiós! —dijo y salió casi corriendo.
—¡Ana Paula! ¿Y mi beso? —dijo él aprovechando de la situación y ella rapidamente le dio un beso haciéndolo reír. Seguid salió corriendo en busca de su chofer para ir a casa.
Tiempo después alguien toco la puerta de su oficina.
—Adelante —dijo el para que pasara—. Señorita Álvarez ¿cómo le va?
—¿Cómo que señorita Álvarez? —dijo aquella mujer— Alfonso, soy Claudia para ti. Ayer pasamos la noche juntos...
—Perdón, pero ayer fue ayer —dijo en tono frío—. Ahora estamos en el trabajo, Claudia.
—Uy, veo que no estas de humor... ¿No se le antoja uno rápido, señor empresario? —dijo mientras tomaba un mechón de su pelo y lo enrollaba con el bolígrafo que traía.
—Mi hija está por aquí, no puedo señorita Álvarez.
—Ay Alfonso, yo vi que tu hija se acababa de ir con su chofer...
—Pero fueron por comida a la cafetería que esta por aquí cerca, no tardan en volver —mintió. Él no tenia ganas de estar con ella, tenia mucho trabajo por el viaje de su hija.
—Ash, bueno —dijo resignada.
—¿Se te ofrecía algo más? Tengo mucho trabajo que terminar.
—Ay, eres muy amargado... Pero bueno, luego nos vemos —dijo saliendo de su oficina.
—Y tú una empalagosa —se dijo para si mismo y rió.
...
—¡Mami, ya llegué! —dijo Anahí avisando a su madre y la vió muy débil sentada en la sala.
—Que bueno Any —dijo Marichelo escondiendo algo.
—¿Qué traes ahí? —preguntó Anahí y vió que tenía un papel con sangre— ¡¿Otra vez te sangro la nariz?! Vamos directamente al médico, ya fue mucho —tomó la silla de ruedas de su madre dispuesta a llevarla a una clínica.
—¡No Anahí! Ya te dije, con el calor que esta haciendo últimamente me sangra, no hay necesidad de ir al médico, y aparte no me atenderán de urgencias.
—Entonces iremos mañana —se detuvo un segundo por la hora—. Digo, hoy a primera hora del día —dijo seria.
Parecía que su madre empeoraba en cuestión de salud y no mejoraba en su rehabilitación, ya había podido dar unos pasos antes y ahora solo podía –con suerte– pararse de su silla unos cuantos segundos para pasar a otra o volver a sentarse.
Algo malo estaba pasando.
...
—Listo Amor ¿ya está todo lo de la lista en la bolsa? —le preguntó Alfonso a Ana Paula, ya en casa.
—Si papá, está todo. Hasta los veinte litros de bloqueador solar —dijo burlandose.
—Síguete burlando, me preocupo por tu salud —dijo y ésta rió, luego alguien tocó la puerta de su habitación—. Adelante, pase.
—Disculpe patrón, en la sala esta la señorita Álvarez esperándolo —dijo Lupita, una de las empleadas al servicio.
—¿Por qué le dijiste que viniera? —dijo Ana Paula enojada, Alfonso sólo la miró confundido.
—¿Yo qué? Yo no la invité.
—¡Ash! Bueno... —le dió la espalda enojada— Baja y déjame sola.
—No, tú vienes conmigo para ver que le inventamos —dijo Alfonso y Ana Paula sonrió maliciosa.
Bajaron al recibidor con Claudia. Ana Paula sólo le hacía caras, mientras Alfonso la miraba amable.
—Hola Claudia ¿qué haces por aquí? —dijo él. Tampoco iba a ser descortés, pero lo que más quería era que se fuera.
—Pase por aquí y quise venir a saludarlos —dijo Claudia sonriente.
—¿Quieren algo de tomar? —preguntó Lupita.
—Yo no, muchas gracias —dijo Alfonso—. ¿Quieres algo Claudia?
—Eh, jugo, por favor...
—Vamos Lupita, yo te acompaño —dijo Ana Paula quien ya tenía planes para arruinarle la noche a Claudia.
—¿No me darás aunque sea un besito? —preguntó Claudia cuando ellas se fueron, se desabotonó los primeros botones de su camisa para dejar ver un pronunciado escote.
—No con mi hija aquí presente...
—Pero deberias decirle a tu hija que estamos saliendo.
—¿Salir tú y yo? —saltó asustado— Claudia, yo creo que te estas confundiendo.
—¿Y la noche de ayer, y las noches pasadas? ¿Qué no significan nada? —preguntó dolida.
—Solo fueron noches, que obvio disfruté, muchas gracias por eso, pero esas noches que ya pasaron.
—Pero yo estoy enamorada de ti...
—Pero yo no, yo siempre voy a amar a mi mujer —respondió lo mas seguro posible que todas las esperanzas que ella tenía de ser algo más se fueron a la basura.
—Eh, yo me tengo que ir —dijo incomoda y tomó sus cosas.
—Espera Claudia, ¿no te vas a tomar el jugo? —llegó Ana Paula con ellos.
—No, pero muchas gracias, nos vemos...
Justo antes de que se fuera, Ana Paula le iba a dar un beso en la mejilla de despedida, pero al acercarse, se hizo la que tropezó y derramó todo el jugo en la ropa de ésta.
Gritos de enojo resonaban en la casa y Alfonso queria reír pero tuvo que hacerse el padre fuerte frente a Claudia y regañar un poco a Ana Paula.
—Hija, pídele disculpas ahora mismo a Claudia —miró con algo de complicidad a su hija y ella rodó los ojos.
—Ay, disculpame, soy un poco torpe...
—Ya veo —dijo enojada—. Alfonso, nos vemos en la empresa el lunes, tengo que hablar de unos asuntos contigo. Nos vemos —salió lo más rápido de la casa y ya se quedaron solos Ana Paula y Alfonso.
—¿Para qué le derramabas el jugo si de todas formas ya se iba? —preguntó su padre y ella alzó los hombros en forma de confusión.
—No lo sé... —dijo burlona alzando los hombros y Alfonso solo negaba con la cabeza.
...
Anahí y su mamá ya estaban en el consultorio, el doctor le pidió a Marichelo que saliera porque quería hablar a solas con su hija.
—Su madre presenta arterioesclerosis, que es el endurecimiento de las arterias, que puede crear hemorragias internas como externas, ya es el caso de los constantes sangrados de la nariz.
—¿Y qué debemos hacer en estos casos?
—Mire señorita, con lo que su madre me dijo, las constantes fiebres, el dolor en el cuello, justo donde se sitúa una de las arterias mas importantes... ¿Usted la ha visto cansada? ¿Ha mejorado en su rehabilitación?
—Pues la verdad no, ya daba varios pasos pero como que la he visto cansada y ahora a duras penas solo puede levantarse de una silla a otra y así.
—Pues hay algo raro por aquí, por mientras necesitaré que su madre se haga un estudio de sangre y una tomográfia, la tomográfia es bastante cara pero le hacemos descuentos. Por favor hágala lo antes posible porque si es lo que pienso, hay que tratar lo antes posible.
—Ya me preocupó doctor —dijo Anahí con angustia—. Descuide, yo veo como le hago pero de que le hago los análisis, se los hago...
...
—Ahora si Claudia, dime... —dijo Alfonso desinteresado, pensaba que sería cualquier cosa lo que tenía para decirle.
Ya había regresado de su viaje y Claudia estaba desesperada por verlo, pero su actitud la desconsertó, ella estaba enamorada o al menos eso pensaba para tomar la desición que estaba pensando.
Estaban en la oficina de Alfonso hablando.
—Sabes, lo pense todo este fin de semana que te fuiste y ya tengo todo claro.
—¿Qué tienes claro? Por favor, ve al grano.
—Que renuncio, no puedo estar cerca de ti porque en serio estoy enamorada de ti que duele, duele estar cerca de ti.
—A ver, a ver.. ¿Cómo que renuncias? No puedes dejar a la empresa así. ¡Tú haces un excelente trabajo en la administración! Aparte no llevas mucho tiempo en la vicepresidencia, no puedes dejar todo botado por no saber separar tus cosas personales con tu trabajo.
—¿Cosas personales? ¿Eso te parecen mis sentimientos?
—Bueno, no lo quise decir tan así...
—Ya no quiero seguir aquí. Pronto encontrarás a alguien mejor —sonrió—. Aquí está mi carta, sólo falta que tu la firmes —le extendió un papel y él lo tomó malhumorado.
—Estas haciendo todo mal... Terrible diría yo —leyó todo el papel—. ¿De verdad estás segura de renunciar?
—Si tú me amaras como yo a ti, jamás renunciaría.
—No pues entonces estuvo bien que renunciaras —dijo frío y le extendió la mano pero ella no la estrechó—. De todas formas muchas gracias, hiciste un gran trabajo en este tiempo.
Le dió la carta de renuncia y ella salió de la gran oficina dejando más que enojado a Alfonso.
—Martita, ¿puede venir a mi oficina por favor? —dijo en el intercomunicador y agregó— Ah y con unas pastillas para el dolor de cabeza.
Un minuto despues apareció su secretaria Martha con las pastillas y su tablet en mano.
—Digame señor, ¿ya se fue la señorita Álvarez de la empresa?
—¿Cómo? ¿Ya lo sabías? —preguntó indignado y ésta asintió—No puede ser que uno se entera de todo al final.
—Disculpeme por no avisarle pero como estaba de viaje no lo quise molestar.
—Bueno, quiero que des un aviso para contratar a un nuevo vicepresidente.
—Ya lo hice señor y me han llegado varios candidatos ya, aquí seleccioné los mejores curricúlums, como supe que ella se iba me adelanté para que no tuviera más problemas con la mesa ejecutiva.
—Muchas gracias Martita, ¡no sabes cuanto peso me quitas de encima! —se levantó para darle un beso en la sien a la mujer dejándola con las mejillas coloradas— A ver dime los tres mejores...
—Mire, es Enrique Solar Rivapalacios, de 38 años de edad, tiene un curricúlum excelente, aquí tiene —le extendió una hoja con todos sus datos que leyó detalladamente—. El siguiente es, Rocío Monasterios Ayala, de 37 años de edad —le extendió otra hoja—. Y por último, Diana Vázquez Vázquez, de 35 años de edad, con un curriculúm vitae impresionante —le dió otra hoja.
Leyó todos detalladamente pero solo escogió a dos para citarlos y tomarles una entrevista.
—Martha, llama al señor Enrique Solar y a la señorita Diana Vázquez para una entrevista, por favor...
Voten y comenten para seguir ❤ La historia ya va tomando forma ;)
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