La orquesta seguía tocando unas maravillosas piezas pero por primera vez no reparé en escucharla. Pasar la noche con mis amigos era lo mejor de la vida. Bailé con Mathew y Miller, incluso con Keana e hice pasos raros con Dinah. Miré a mi mejor amiga divertirse y reír a más no poder con las bromas de este loco trio de hermanos y de vez en cuando volvía la mirada a Camila. La vi salir a la pista de baile con su novio y volver para luego permanecer jugando con su servilleta. La vi conversar con una chica y sonreír pero luego su semblante volvía a cambiar.
Ella realmente no la estaba pasando bien.
No podía explicar el absurdo sentimiento de culpabilidad que sentía. Era ridículo, esto no era mi problema.
-Son las 12.- murmuró Mathew mirando su reloj.- Nuestra importante presencia aquí, ha terminado. - nos hizo reír.
Se puso de pie y todos se pusieron de pie listos para salir.
-Yo… debo ir al tocador.- dije de inmediato.
-Siempre nos haces lo mismo, nena.- dijo Miller con dramatismo.
Golpee su hombro y caminé hacia el tocador.
-Te esperamos en el auto.-
-De acuerdo.- respondí. No sabía lo que estaba haciendo. No estaba segura de que esto era lo correcto pero no podía seguir viéndola ahí, jugando con su tenedor mientras su novio hablaba animadamente con sus amigos, olvidándola por completo.
Me aseguré de pasar por delante de su mesa de camino hacia el tocador y como lo esperaba, nuestras miradas conectaron pidiéndole de manera silenciosa que me acompañara.
Me miré en el espejo para retocar mi maquillaje y mientras terminaba con el brillo labial, ella entró.
-¿Te diviertes?- pregunté con cinismo.
-No imaginas cuanto.- respondió forzando una sonrisa mientras se acercaba a mí. Clavó sus ojos en mis labios mirando cómo me colocaba el labial. Pequeñas cosas como esas me hacían estremecer.
Su intensa mirada sobre mis labios.
-Realmente no quiero imaginarlo.- me burlé.
-No vi a tus amigos en la mesa.-
-Lo lamento, la realeza se retira.- hice una reverencia con el borde de mi vestido para empezar a caminar.
-Lauren.- me llamó. Me detuve para girar y mirarla. Su mirada estaba apagada.- ¿Me dejarás aquí?-
Hizo un puchero que me derritió al instante. ¡Mierda! Quería hacer que me ruegue pero no esperaba eso, ni la terrible sensación que causó en mi al verla triste.
-No.- susurré resignada.- No te dejaré aquí, Camila.- de inmediato ella sonrió y supe desde ese momento que quería que eso vuelva a suceder. Quería ser la única que coloque esa sonrisa en su rostro.
-Gracias- corrió a mí y me abrazó. Sus brazos se envolvieron en mi cuello y yo me quedé inmóvil por un momento. No esperaba que ella hiciera eso. Suavemente coloque mis manos en su cintura. Su pequeña y definida cintura. Su dulce olor invadió mis sentidos y yo… ya no estaba bien.
-Vamos, debes ir por tus cosas.- me separé de ella tratando de regresar a la tierra.
-No podré salir sin que ellos lo noten.- tenía razón. Su mesa tenía una vista perfecta a la salida.
-Lo arreglaré.- dije pensativa.- ¿tienes tu móvil ahí?- le pregunté al notar su pequeño bolso de mano.
-Si pero mi abrigo está en el armario.-
-¿Tienes el ticket?- ella lo buscó en su bolsa y me lo dio. -Espera aquí, ¿de acuerdo?-
Salí del tocador, mirando rápidamente a su acompañante que parecía no notar la ausencia de Camila. Mis ganas de sacarla de ahí, se incrementaron. Caminé hasta los armarios y le mi ticket y el de Camila al trabajador para que me entregara los abrigos. Cuando los obtuve volví junto a ella.
-Tengo tu abrigo, debemos irnos.-
- Espera, no puedo irme, Aarón me verá salir.-
-El idiota de tu novio no lo notaría aunque te despidas de él.- dije furiosa. Camila no parecía convencida.- Confía en mi.- extendí mi mano libre en espera de que ella la tomara. Dudó un poco antes de hacerlo.
-Lauren, en serio crees que…-
No dejé que continuara hablando y jale de ella fuera del tocador. Caminamos unos metros junto a la pared e ingresamos por la puerta de la cocina. Los trabajadores empezaban a recoger y limpiar la vajilla y cristalería. Nadie parecía notarnos. Caminamos hasta otra puerta y entramos, llegando a un cuarto de servicio. Los casilleros de los trabajadores se encontraban ahí. Llegamos hasta la siguiente puerta y la abrí para salir a la recepción del hotel. El guardia de seguridad nos vio salir de una puerta restringida para huéspedes.
-¿Qué hacías ahí dentro?- me preguntó con seriedad.
-Nada.- respondí encogiéndome de hombros. Camila apretó ligeramente el agarré en mi mano. Di un paso hacia delante colocándola detrás de mí.
-¿Nunca dejarás de meterte en problemas?-
-¿Nunca dejarás de estar dos pasos delante de mí?- pregunté divertida.
-Eso es imposible.- finalmente su tenso rostro se relajó.- hay cámaras por todo el lugar. Sé cada movimiento que das.-
-Lo sé, por eso eres el favorito de mi padre.- él sonrió con orgullo. Camila aflojó el agarre en mi mano pero no me soltó.- Debo irme, Richard. ¿Se lo dirás a mi padre?-
-No, si prometes que no lo volverás a hacer.-me reprendió como a una nena.
-Sabes que eso no sucederá.- dije caminando a la salida. Él entrecerró los ojos.- Pero buen intento, te quiero Richard.-
-¡Lauren!-
Salimos antes de que él pudiera seguir regañándome.
-¿Por qué te conoce?- preguntó Camila confundida. Solté su mano para ayudarla a colocar su abrigo. Hacía un poco de viento. Aunque para ser sincera esa no era la única razón para hacerlo. Al salir, un grupo de chicos que esperaban su vehículo pusieron su mirada en ella. No lo soporté.
-No lo sé.-
-Espera, sabias que puerta tomar para salir sin ser vistas. Conocías el hotel.-
-No.- respondí caminando hacía en parqueadero. Ella caminó a mi lado y volvió a tomar mi mano. Intenté no sonreír y seguí con la mirada al frente.
-Tu padre es el dueño, ¿no es verdad?- mi padre era un reconocido arquitecto. Tenía varias construcciones a su nombre y este importante hotel solo era una de ellas.
-Tal vez-
-¿Tal vez?- preguntó desconfiada.
-Crecí aquí- me rendí.- Este hotel es como mi segundo hogar.- vi el auto de Miller aun en el parqueadero. Ella siguió mi mirada.
-¿Qué debo decir esta vez? ¿Diremos que el encanto terminó y que te pedí me regreses a casa? O que mi gato enfermo y yo…-
-Diremos que vienes conmigo.- corté de inmediato.- Y te quedaras conmigo.- ella sonrió y yo volví a caer por su sonrisa.
-Gracias por hacer esto, Lauren.-
-Aun no lo agradezcas. La noche es larga ¿en realidad crees soportarlo?-
-Soportaría todo menos seguir ahí dentro.- señaló el hotel con un ligero movimiento de cabeza.
-Ya lo veremos.- hablé llegando junto al auto para abrir la puerta para Camila. Nuevamente cuatro pares de ojos me miraban cuestionantes.
-Te lo dije, Mat. Págame.- me reí.
-¿Por qué sigo siendo su motivo de apuestas?- cuestioné. Esta vez Camila no me lo preguntó, simplemente esperó a que yo me subiera en el auto y se sentó en mi regazo.
-Porque sigues sorprendiéndonos.- respondió Mathew dándole 20 dólares a Keana.
-Es bueno verte de nuevo, Camila.- sonrió encantada.- Lauren es descortés y no nos ha presentado. Soy Dinah y sospecho que me agradarás.-
-Hola.- saludó un poco tímida por primera vez desde que la conozco. Se veía realmente tierna.- Soy Camila pero creo que ya lo sabes.-
-Créeme, Lauren se ha encargado de que así sea.- sonrió con maldad sin importarle mi mirada fulminante.
-Mathew, podrías conducir por favor.- pedí bajo la mirada cuestionante de Camila sobre mí.
Ella me ponía nerviosa.
-En seguida.- respondió saliendo del parqueadero del hotel.
La noche realmente sería larga.