Capítulo 1.

By becky_towers

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Historia Ruth y nick More

Capítulo 1.

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Algo húmedo estaba tocándome la cara, estaba tan a gusto en la cama...dormida...pero ese algo me estaba molestando. Poco a poco abrí uno de mis ojos y vi como Lon, mi perro, estaba lamiéndome la cara.

- - ¡Lon! ¡Estate quieto, quítate de encima de mí! -le grité mientras lo empujaba para sacarlo de la cama y me removía entre las sábanas.

Empezó a ladrar como venganza por haberlo echado de encima de mí.

- Deja de ladrar -me tapé la cabeza con la almohada para amortiguar los molestos ladridos.

Lon era un chucho que encontré en la calle cuando era un cachorrito, ahora ya tenía una estatura media, era de color canela y con el hocico negro. Me daba mucha compañía, sobre todo cuando mi compañera Ana no se encontraba en casa por los continuos viajes que realizaba por trabajo. Ella trabajaba como azafata de vuelo, por lo que al menos de tres a cuatro días los pasaba fuera de Sevilla. Ambas nos conocíamos de la facultad, ambas habíamos estudiado Turismo y por suerte trabajábamos de ello. Ella prefirió tomar vuelo y yo seguir en tierra.

Tras unos minutos, Lon se cansó de ladrar y se marchó de la habitación. Me quité la almohada de encima de la cabeza y me giré para coger mi móvil de encima de la mesita de noche. Era raro, no recordaba que la alarma hubiera sonado y parecía como si llevara dormida una eternidad.

- - ¡Joder! Me he quedado dormida-dije a nadie mientras me levantaba a toda prisa de la cama y dirigiéndome a la ducha. Mientras esperaba a que saliera el agua caliente, me desprendí del pijama. Metí bajo el agua para tomar mi ducha matinal, me sentaba de maravilla hacía que me despertara y empezase el día feliz.

Cuando salí, me coloqué una toalla alrededor del cuerpo, cogida en el pecho, mientras me secaba el pelo con el secador...iba demasiado tarde y no podía arriesgarme a que no estuviera seco antes de llegar al hotel donde trabajaba. Normalmente dejaba que se me secara con el aire, pero hoy no iba a dejarlo a la suerte. Me lo recogí en una cola alta, saque dos mechones por las orejas, coloqué el flequillo. ¡Pelolisto!

Ahora sólo quedaba ponerme el uniforme. Estábamos en primavera, por lo que tan sólo llevaba la falda azul marino, la camisa blanca y la chaqueta también azul marino, terminando el conjunto unos zapatos de tacón en negro y un pañuelo rojo en el cuello. Lo bueno de tener uniforme era que no teníaque pensar qué ponerme por las mañanas, eso me ahorraba muchísimos quebraderos de cabeza.

Una vez lista, me despedí de Lon, acariciándole su cabecita, y salí corriendo de casa.

Normalmente iba dando un paseo hasta el trabajo, pero hoy iba demasiado justa de tiempo y decidí coger el metro.Eran las 7:30 de la mañana, seguro que el metro iría hasta arriba de gente, con lo que odio las aglomeraciones...pero no quedaba otra, era eso o llegar tarde y no podía permitirme lo segundo.

Por suerte, no tardó en llegar. No iba tan lleno como me imaginaba, al menos podía respirar, era un alivio... Eso sí, el aroma que se respiraba dentro del vagón era nauseabundo... ¿la gente no se duchaba o qué? Era mareante...Intenté colocarme en un lugar donde fuera más fácil el respirar oxígeno limpio e inodoro.

Como tenía por delante un pequeño trayecto, decidí sacar mi libro electrónico para leer durante el recorrido. En los últimos meses me había aficionado a la novela erótica, desde que sucumbí a una famosa trilogía de amor, sexo y sado...tras esta vinieron algunas trilogías más, pero al final todas tenían la misma trama chica conoce a chico, éste siempre era rico famoso y guapísimo, el cual era un cabrón con las mujeres hasta que la conoce a ella y cambia, uno de ellos o ambos tenían problemas y traumas del pasado, se les presentan múltiples obstáculos, pero al final en pocos meses se casan y quedan embarazados...todas igual.

Me gustaban por el tipo de relación tan ideal, algo que siempre había buscado para mí pero que ya formaba parte de la Ruth del pasado, de la que tenía 16 años. A los 26 actuales, con lo que había pasado había tenido suficiente con el amor, ahora sólo usaba y tiraba, mi coraza me protegía... Aun así, me ponía en la piel de la protagonista, de esta manera no sufría pues de las letras no pasaba, era todo ficción, no creo que algo parecido pudiera pasar en la vida real. Había aprendido que los cuentos Disney no existían.

Tal y como estaba calculado, en diez minutos llegué a la estación de San Bernardo. Aun habiendo salido del vagón y la estación, seguí leyendo el libro electrónico ¡estaba tan interesante la historia!

Durante el camino hasta llegar al hotel iba esquivando al resto de personas que me fui encontrando por el camino, levantando levemente la mirada, lo justo para comprobar que no iba a chocarme con nadie.

Al llegar a la puerta principal de mi trabajo levanté la mirada para saludar al portero.

- - Buenos días Carlos-le sonreí. Carlos podría tener unos cuarenta y pocos años, era de estatura media. En su pelo castaño ya podían notársele algunas canas propias de su edad, pero aun así se le veía en forma. Su uniforme azul marino, del mismo color que el mío, combinaban muy bien con sus ojos azules. Me encantaban sus ojos y se lo recordaba cada vez que podía. Sí me vuelven loca los ojos azules no puedo remediarlo.

- - Buenos días Ruth, parece que hoy va a hacer calor- me dijo mientras miraba al cielo. Yo seguí su mirada y le afirmé lo que acababa de decir.

- Sí eso parece...el verano ya está cerquita-volví a dirigir mi mirada hacia la Tablet para apurar los últimos minutos que me quedaban de lectura hasta el descanso. Iba tan absorta en la trama que no me fijé por donde iba. De pronto noté como chocaba con algo, del golpe la Tablet saltó de mis manos.

- - ¡Mierda la Tablet!-exclamé mientras estiraba los brazos para intentar cogerla y que no tocase el suelo. Al mismo tiempo, vi una mano que lograba cogerla antes que yo-Menos mal, disculpe no me fijé por donde iba-levanté la mirada para ver a la persona que había conseguido salvar mi Tablet.

Mi cuerpo quedó paralizado ante lo que me encontré. Delante de mí había un hombre alto, de pelo moreno y barba de dos días. Iba vestido con una camisa azul marino metida por los pantalones de vestir de color negro. La camisa dejaba insinuar loquehabía debajo, fuertes brazos y pectorales marcados. ¡Dios esta como un tren! Las gafas de sol Rayban ocultaban su mirada, que seguro estaba fijada en mí y pensando en lo tonta que había sido al chocar con él.

- - ¿Estás bien?-su voz me hizo salir de mis pensamientos. Mi cuerpo se estaba acalorando, nunca había visto a un tío así. O tal vez sí, pero que me dirigiera la palabra a mí y sólo a mí...no, nunca lo había visto.

- - Sí. Sí, disculpe de verdad, lo siento mucho-tartamudeé del nerviosismo que me invadía, el cual se había acumulado al miedo que me entró porque casi se destroza mi Tablet. Esperaba que él no notara mi estado. ¡Qué vergüenza!

- - Al menos se ha salvado-comentó acompañado por lo que creí era una sonrisa, ofreciéndome mi Tablet intacta.

- - Muchas gracias-alargué la mano para cogerla. Nuestros dedos se tocaron y sentí como un escalofrío me recorría todo el cuerpo hasta el punto medio existente entre mis muslos. ¿Qué me ocurría? Hacía tiempo que no sentía algo así. Este hombre me pone a 100 con sólo rozarme y es un completo desconocido.

- - Ha sido un placer-esta vez sí sonrió abiertamente. Era perfecto, era un dios. La mujer que estuviera con él es muy afortunada que envidia me daba de ella. ¿Pero qué hago yo pensando en algo así? Hacía ya tiempo que me prometí a mí misma en no volver a mirar a un hombre de esa manera.

Le devolví la sonrisa como pude y vicómo se apartaba de enfrente de mí para seguir con su camino, aquel que yo había interrumpido. Volví a mirar a Carlos.

- - Por poco me la cargo-levanté la Tablet para enseñársela, riéndome de la situación.

- - Ha tenido suerte, señorita Ruth-me miró de reojo mientras mantenía el cuerpo rígido en la puerta del hotel y contenía una sonrisa.

Giré mi cabeza, observando por encima del hombro como aquel hombre se montaba en un taxi. Justo antes de entrar se deshizo de las gafas de sol y nuestras miradas se encontraron. Me ruboricé y rompí el contacto visual, continuando hacia el interior del hotel.

Al entrar, en la recepción se encontraba Mary atendiendo a unos clientes que acababan de llegar. La saludé con la mano y ella me correspondió con la mirada.

Me dirigí a los vestuarios y allí dejé mi bolso. Me dispuse a guardar la Tablet que aún la llevaba en las manos. Al mirarla me acordé de él. ¿Lo volvería a ver? Si salía del hotel, tal vez estuviera hospedado en él o puede ser que estuviera de visita en alguna de las habitaciones, o para alguna reunión... había tantas posibilidades...

- - ¿Cómo te fue el finde? -preguntó Mary cuando terminó con sus clientes. Mary llevaba trabajando en la recepción tres meses, en este tiempo nos habíamos hecho muy buenas amigas y nos lo contábamos todo lo que se podía contar. De mi verdadero pasado, no me gustaba hablarle a nadie, no quería que me tuvieran lástima o compasión. Quería que conocieran a la Ruth del presente, no del pasado.

- - Pues la verdad, es que no hice nada fuera de lo normal...-me encogí de hombros. En verdad, mi vida era un poco aburrida. Mi única amiga era Ana, aunque también tenía muy buena relación con Mary. Quedábamos fuera del hotel. El fin de semana, Ana lo había pasado fuera trabajando y Mary igual, por lo que no pudimos salir juntas. Si ella estaba en el hotel, yo descansaba y si no viceversa. Estuve todo el fin de semana encerrada en casa, viendo la televisión y sólo saliendo a la calle para sacar a Lon, fue el único contacto que tuve con el exterior.

Las puertas de la entrada se abrieron y entró una pareja que se dirigió directamente hacia los ascensores.

- - Buenos días-dijimos al unísono Mary y yo. Los clientes nos contestaron amablemente. En el momento que volvimos a estar solas Mary me agarró por el brazo.

- - ¡Ostia, tía! Un hombre ha reservado una de las suites y no veas como está, ha salido del hotel justo antes de que tú llegaras ¿no lo has visto?-mis ojos se abrieron como platos.

- - ¿Ese tío tan bueno es cliente?-pregunté decepcionada. Mary asintió con la cabeza y con una sonrisa picarona. Las fantasías que se había agolpado en mi cabeza cuando me crucé, bueno más bien choqué, con él se me esfumaron. Confirmado, era cliente, no se encontraba de paso, por lo que no podía tener ningún contacto con él, más allá que el estrictamente profesional, una pena-Claro que lo he visto, ¡cómo para no verlo!-mi risa se veía nerviosa y forzada, pero Mary no se dio cuenta de ello. No volvimos a mencionar al cliente en toda la mañana.

Afortunadamente, como ya hacia buen tiempo en la ciudad, había mucha afluencia de clientes en el hotel por loque entre check-in y check-out se me pasó la mañana rápida sin tener tiempo para pensar. La tarde sería diferente. Una compañera estaba de vacaciones. Entre los compañeros teníamos que cubrir su puesto. Esto es loque provoca la crisis, si quieres mantener el puesto tienes que aguantarte con lo que los de arriba pidan. Si hay que echar más horas, se echan.

En el almuerzo decidí ir al Vips para comer algo. Eran las cuatro de la tarde. Había picoteado algo en la cocina del hotel por lo que tampoco tenía mucha hambre. Me pedí un sándwich vegetal con una Coca Cola. Me senté en unas de las mesas y volví a sacar mi Tablet para continuar con la historia que tenía entre manos.

De pronto sentí como mi cuerpo volvía a ponerse en tensión, alguien me observaba. Levanté la mirada y allí estaba él, delante de mí.

- - ¿Qué lees?-preguntó asomándose por encima del libro electrónico para intentar ver lo que leía. Mi reacción ante eso, fue colocar la Tablet sobre mis piernas y bajo la mesa. No quería que viera lo que leía. Me daba vergüenza que supiera que leía novela erótica, ¿Qué pensaría de mí? Podría creer que era una obsesa del sexo, una ninfómana... ¿Y eso a un tío le molesta? Aun así, no quería dar una imagen errónea de mí a un cliente. El sexo me gustaba pero no era una ninfómana ni me acostaba con el primero que se cruzaba en mi camino. Yo era la que seleccionaba. Yo elegía al afortunado.

- - Nada, sólo novelas-contesté nerviosa, mientras bloqueaba la tableta, de esta manera se apagaba la pantalla. Volví a sacarla y la guardé en su funda. Sin preguntar, se sentó en la silla que había vacía delante de mí, ¿pero quién le había dado permiso?

- - Por lo que veo, te gusta bastante leer, te metes en las historias ¿no?-llamó a un camarero para que le atendiera, éste se acercó-Tráigame un té negro, por favor-Volvió a dirigir la mirada hacía mí-Eh, dime ¿te gusta?-cruzó los dedos de sus manos y las apoyó sobre la mesa, mientras mantenía la mirada fija en mí.

- - Sí, me gusta bastante leer la verdad, me entretiene el tiempo que estoy sola. Además el adentrarme en estas historias que sabes que son falsas, hace que me olvide de la realidad, de los problemas...-que le importaba a él esto. Bajé la mirada y me fijé en mi sándwich vegetal que seguía intacto en el plato. No le había pegado bocado y no creo que en este momento lo hiciera. Se me había quitado el hambre por completo. Pero sí cogí mi refresco. Se me había secado la boca con la llegada de él. Le di un sorbo mientras le mantenía la mirada. Si él lo hacía, yo también. Me encantaban sus ojos, aún no había tenido la oportunidad de verlos tan de cerca. Eran de un color miel precioso con un brillo especial-De nuevo, tengo que darle las gracias por coger mi libro electrónico, me hubiera dado un infarto si se llega a romper-mi risa nerviosa salió a la luz, mucho estaba tardando. El tenerlo delante me ponía de los nervios. Con sólo mirarlo me ruborizaba. Es que estaba buenísimo y esa camisa oscura estilo Slim fit hacía que se le marcaran todos los músculos. Me lo imaginaba desnudo, recorriendo cada centímetro de su cuerpo, sentirlo dentro de mí...de nuevo me estaba entrando calor, cogí el menú y empecé a abanicarme con él.

- - Veo que tienes calor ¿no?-me preguntó mientras se sonreía de manera pícara. Tan sólo logré sonreírle. Volví a dejar el menú en su sitio. No sabía qué hacer, ni dónde poner las manos, no sabía controlar esta situación y eso me estaba frustrando.

Sentía como con sus ojos me atravesaba la mente, intentado averiguar qué pasaba por ella. Seguro se había dado cuenta de mis pensamientos. Era como un libro abierto, mis gestos siempre me delataban o al menos eso era lo que siempre me decía Ana, aunque yo creía que sabía disimular muy bien. Ingenua de mí.

Aunque seguro que él estaba acostumbrado a que las mujeres suspiraran por él, para nada podía pasar desapercibido. Sería un creído y prepotente que chasqueaba los dedos y las mujeres caerían a sus pies. Se le veía muy relajado y con una gran seguridad en sí mismo, como si el estar sentado con una desconocida fuera lo más normal del mundo.

El camarero trajo el té que había pedido. Observé cada uno de sus movimientos. Primero cogió el sobre de azúcar. Lo abrió y lo echó en la taza.Comenzó a removerlo con la cucharilla.

- - Aún no me he presentado, soy Nicholas White y ¿tú?-dejó la cucharilla apoyada en el plato y cogió la taza para beber. No apartaba la mirada de mí y la siguió manteniendo por encima de la taza.

- - Ruth Cano, encantada señor White-le dije extendiéndole la mano. Parece que estaba empezando a encontrarme cómoda con él delante. Depositó la taza en el plato y sin dejar de mirarme, tomó mi mano y se la llevó a los labios, besándola. Mis ojos se abrieron como platos.

- - Encantado señorita Ruth- ¡madre mía! Además de guapo es todo un caballero, ¡besándome la mano! Me acababa de derretir. Volvió a dejar mi mano encima de la mesa-¿No vas a comerte el sándwich?-lo señaló con la mirada. También lo miré-Deberías comer, que tienes una jornada larga por delante-su comentario me extrañó.Cómo sabía que tenía una jornada larga por delante, era un detective o algo parecido. ¿Y si mi ex había contratado a uno para tenerme vigilada? El miedo comenzó a apoderarse de mí. El pasado que tanto me había costado dejar atrás, regresaba a mi presentePero si había alquilado la suite del hotel...no creo que Rubén se gastara tanto en vigilarme.

Intenté despejar de mi mente esa opción.No tenía que preocuparme sin razón. Si se presentaran más pistas de que pudiera ser, entonces ya lo pensaría. Además los detectives no actuaban así, ¿no? Si Rubén se enterara de su manera de proceder iría a por él...como había ido a por mí... Lo único que sabía con seguridad es que era cliente del hotel.

Miré mi reloj de la muñeca. Había pasado una hora. Debía regresar al trabajo. Me levanté, cogí mi Tablet y la guardé en el bolso. Él también se levantó y me siguió hacía la caja donde debía abonar mi consumición.

- - Ya ha sido abonado señorita-me dijo el dependiente cuando observó que sacaba mi cartera.

- - ¿Cómo que ya está pagado? Yo no he pagado nada-dije extrañada ante la situación y sin dejar de mirar al cajero con expresión de sorpresa.

- - Pues aquí aparece que ya ha sido abonada, lo siento-acepté con resignación la realidad y volví a guardar el monedero en el bolso. Me volví y ahí seguía él con una sonrisa, ¿de qué se reía? ¿Había pagado él mi almuerzo?

De nuevo tuve la oportunidad de observarlo de arriba abajo. Era impresionante. Simplemente perfecto. La ropa le definía perfectamente la figura. Era más alto que yo. De cintura estrecha en comparación con sus hombros y espalda anchos. Su mandíbula cuadrada con labios carnosos. ¡Cómo me gustaría poder besar esos labios!

- - Ruth...-al mencionar mi nombre, salí de mis pensamientos. Me miraba con los ojos entornados.

- - Disculpe señor White...

- - Llámame Nick-me interrumpió.

- - Bu...bueno, Nick, debo regresar a mi trabajo. Gracias por su compañía-volví a extenderle mi mano.

- - De nuevo, ha sido un placer, señorita Ruth-esta vez la estrechó con decisión y la acompañó con una sonrisa seductora. Mi cuerpo volvió a sentir esa ráfaga eléctrica que me había recorrido esta mañana cuando se rozaron nuestros dedos. Me ruboricé. Seguro que mi cuello estaba a parchetones del nerviosismo. Menos mal que entre la camisa y el pañuelo que llevaba al cuello podía disimularlo. Solté mi mano, saliendo a paso rápido del establecimiento, afortunadamente él no me siguió.

Por fin, era hora de salir, al final no se había hecho tan pesada la tarde-noche. Estaba agotada. Había pasado 14 horas en el hotel y 16 fuera de casa. Lo único que me apetecía era llegar al apartamento. Tirarme en la cama y descansar, menos mal que al día siguiente mi horario era de tarde por lo que dispondría de tiempo suficiente para recuperarme del cansancio del día de hoy.

Al salir por la puerta del hotel, observé el cielo. Era una noche bastante cerrada, ni siquiera había luna por lo que tan sólo alumbraban las farolas de la calle. Por la hora que era, y más entre semana, las calles estaban vacías. Tendría que caminar hasta la avenida para coger un taxi. El metro había cerrado y no podía irme andando hasta casa a esta hora.

Antes de disponerme a caminar siquiera, saqué mis zapatos planos para cambiarlos por los zapatos de tacón que había llevado durante todo el día. Los pies me ardían de dolor. Sentí tocar el cielo en cuanto apoyé mis pies en el suelo con las manoletinas puestas. Me despedí del seguridad de la noche y comencé a caminar hacia la avenida principal.

Me coloqué los auriculares del móvil, para escuchar música, al menos me mantenía despierta pues estaba cayéndome de sueño. Los ojos se me estaban empezando a cerrar.

Pasé por una hamburguesería abierta 24 horas. Decidí entrar para llevarme algo de cena a casa. No había comido nada en toda la tarde y el sándwich del medio día ni lo había probado. Se me vino a la mente el porqué no había probado bocado alguno. Él era el culpable...

Al salir de la hamburguesería, me detuve unos instante para revisar que no se hubieran olvidado de nada. Cuando levanté la vista de la bolsa, no podía creérmelo, estaba allí. Nick estaba delante de mí apoyado en un coche.Un Audi A6 color negro, me encantaban ese tipo de coches. Siempre había soñado con tener uno pero mi sueldo no daba para nada más que un Fiat 500 en rojo que compré de segunda mano cuando comencé a trabajar en el hotel. Para la ciudad no estaba mal, cabía en cualquier sitio y además era muy de mi estilo.

Nick tenía las manos en los bolsillos del pantalón. Las piernas cruzadasal altura de los tobillos y su mirada fijada en mí. No llevaba camisa y pantalón de vestir, sino camiseta negra de manga larga y cuello redondo, y unos vaqueros.

- - No irás a irte tú sola ¿verdad?-miré a mi alrededor para ver si había alguien más, pero no, estaba hablándome a mí. Me quité los auriculares de los oídos.

- - En realidad, pensaba coger un taxi hasta casa. No es la primera vez que lo hago-le contesté mientras guardaba el móvil en el bolso. Mi cuerpo se seguí alterando cuando lo veía, pero mi voz cada vez sonaba más segura en su presencia.

Se incorporó y abrió la puerta del copiloto del Audi. Invitándome a entrar dentro.

- - Entra, yo te llevaré-lo miré con incredulidad. De pie, esperando con la puerta del coche abierta.

- - No hace falta de verdad, cojo un taxi. Se lo agradezco-comencé de nuevo a caminar hacia la avenida, dándole la espalda.

- - Entra en el coche-alzó la voz pero sin llegar a gritar. Me detuve en seco y me giré de nuevo a mirarlo-Entra-volvió a repetir señalando el asiento. Lo miré a él y a continuación el asiento del copiloto.

- - Está loco, no le conozco de nada. ¿Cómo voy a montarme con usted en un coche?

Su mirada se endureció y su entrecejo se frunció. Parecía que se estaba empezando a enfadar por no querer hacerle caso. Típico hombre que no acepta un no por respuesta y siempre consigue lo que quiere.

- - Entra en el coche, ahora. No voy a dejar que te vayas sola y te pueda pasar algo-estaba ordenándome a que entrara en el coche un extraño del que sólo conocía su nombre y apellido. Eso sí, estaba como un tren. Dónde había cogido esas confianzas. Miré hacia la avenida y volví a mirar de nuevo al coche y a continuación a Nick. Sin saber por qué, me vi caminando hacía el coche y montándome en él.

- - Dejo que me lleve, sólo porque no tengo ganas de esperar un taxi y me duelen muchísimo los pies-le dije antes de entrar y sentarme en el asiento del copiloto. Su boca esbozó una sonrisa de satisfacción. Cerró la puerta del coche y se dirigió hacia el lado del conductor. Me coloqué el cinturón. En cuanto entró las puertas se cerraron por dentro. Intenté abrir la puerta pero no había manera alguna de hacerlo.

- - ¿Has cerrado las puertas?-lo miré asustada. Mi voz temblaba. Odiaba esta situación. En el pasado me había dado muchos problemas y no quería volver a revivirlos. El nerviosismo se apoderó de mí, ¿dónde me había metido? Y si se trataba de un psicópata.

- - Siempre las cierro, por seguridad. No tienes de que preocuparte, no voy a hacerte nada-me miro sonriéndome. Con esa sonrisa me desarmaba. Me quedé callada. No sabía qué decir. Puso el coche en marcha y salió del estacionamiento. Coloqué la bolsa de la comida en mis piernas y la abrí.

- - ¿Puedo comer en su coche? -le pregunté mirándolo. Sin apartar la mirada de la carretera se encogió de hombros.

- - No es mío, es de alquiler-claro no había caído que él no tendría coche propio en la ciudad. Estaba hospedado en el hotel. Saqué una patata frita con cuidado de no manchar nada y me la lleve a la boca. Lo miré de reojo y vi que estaba sonriendo.

- - ¿Por qué se ríe?-pregunté arqueando una de mis cejas.

- - Es gracioso verte comer-me quede boquiabierta ante su contestación, ¿quétenía de gracioso? Enfurruñe la boca y me giré hacia la ventana para mirar al exterior. No quería mirarlo, mientras seguía comiendo mis patatas fritas y bebiendo de mi vaso de refresco.

El resto del trayecto lo pasamos en silencio. Sin darme cuenta, habíamos llegado al apartamento. No le había dicho donde vivía. ¿Cómo lo sabía? Estaba llegando a la conclusión de que ese hombre era peligroso, parecía conocer demasiadas cosas sobre mí.

Detuvo el coche y yo comencé a recoger mi comida y mi bolso. En pocos segundos, Nick se había bajado del coche y se encontraba en mi lado abriéndome la puerta para que pudiera bajar. Me tendió la mano para ayudarme a salir"todo un caballero".

Yo comencé a andar hacía el portal. Él cerró la puerta del coche y me siguió hasta la entrada del edificio.

Mi cuerpo, de nuevo estaba reaccionando asu presencia. El calor estaba poseyéndome nuevamente. Deseaba a aquel hombre, no podía negarlo. Me atraía bastante. Como los anteriores que había tenido tras Rubén. Tan sólo quería me tomara. Quería su boca por todo mi cuerpo, mis pechos, mi sexo... ¡dios! Creo que ya estaba leyendo demasiada novela erótica. ¡Qué calor hacia! Estaba hecha un flan y a él se le veía tan tranquilo con todo, como si toda esta situación no tuviera repercusión alguna en él. Tal vez actuaba así con todas las mujeres.

Me adelantó y se colocó al lado de la puerta de entrada. Lo miré. Estaba de brazos cruzados y me señaló el portal con un movimiento de cabeza. Entendí que quería que la abriera. ¿Qué pretendía? ¿Qué lo invitase a casa? Por mi encantada, pero no creo que fuera conveniente. Era cliente del hotel. La situación actual no era conveniente, la política del hotel lo prohibía, me estaba jugando el puesto por esto y todo por culpa de su insistencia, aunque tampoco me había forzado en impedírselo.

Le di la espalda, para utilizar la luz que desprendía la farola que tenía delante. Busqué las llaves en el bolso, dónde estaban...esto de tener un bolso saco era un asco, se me perdía todo ahí dentro. Parecía un agujero negro, donde tras varios meses encontraba cosas que ni sabía que estaban ahí. De pronto una luz que casi me deja ciega iluminó el interior del bolso. Me giré y tras de mí estaba Nick con su móvil iluminándome.

- - Así te será más fácil encontrarlas-dijo sin inmutarse. Estaba con un brazo cruzado por el pecho y el codo del otro apoyado sobre el cruzado. Miraba mi bolso por encima de mi hombro. Podía sentir su respiración en mi nuca y eso me ponía nerviosa. Me excitaba.

- - Lo siento, este bolso es demasiado grande-seguí buscando las llaves. Tal y comoél dijo, con la ayuda de la luz era mucho más fácil. Por fin las encontré-Al fin, aquí están-las saqué, me volví y se las coloqué delante de su cara haciendo que tintinearan. Esbozó una sonrisa divertida. Me dirigí hacia la puerta. Introduje las llaves en la cerradura y abrí. Me coloqué frente a él mientras sujetaba la puerta tras de mí-Gracias por traerme.

- - No hay de qué, Ruth-me encantaba como sonaba mi nombre en su boca. Esa boca que deseaba besar con todas mis fuerzas. No pude contener el impulso de mirársela. Estaba ensimismada en ella. Seguro que podía leerme el pensamiento.

Mientras yo estaba sucumbida en mis fantasías y sus labios, sentí su calor cerca de mi cuerpo. Agarró mi brazo y se acercó a mi cara. Mi corazón latía a mil por hora, sentí como las piernas empezaban a flaquear. Acercó sus labios a mi cara y me besó cerca de la comisura de mis labios. La excitación creció. Me quedé sorprendida ante tal atrevimiento, nunca me había pasado nada parecido. En realidad en los últimos años siempre echaba a perder cualquier posibilidad de relación romántica, hacía tiempo que eso no formaba parte de mí, no quería sufrir.

Nick se separó de mí. Nos miramos por un instante, el suficiente para poder observar esos ojos color mielcon el brillo característico que había visto al medio día. Intentaba descubrir en su mirada loque podría estar pasando por su cabeza en este momento, peronunca había sido buena en ver cómo podía ser una persona antes de conocerla más a fondo. Confiaba en todo el mundo. Así me había ido. Me soltó el brazo. Me sonrió y se dirigió al coche. Se montó y se marchó.

Me quedé en el portal hasta que el coche desapareció de mi visión. Al entrar en el apartamento, cerré la puerta, me apoyé en ella y me senté en el suelo. Ese hombre me desconcertaba. Desde que me choqué con él por la mañana no había podido quitármelo de la cabeza, pero no podía permitir que se acercara más a mí. Si un superior lo veía podrían despedirme. No podía permitir eso. Toda mi vida dependía de este trabajo. No tenía ayuda de nadie más, aunque tampoco la quería. Hacía años que había roto toda relación con mi familia, desde que decidí abandonar aRubén, todos me había dado la espalda. No entendía el infierno que vivía. Lo creían a él.

Lon se acercó a mí, feliz y moviéndome el rabo como recibimiento. Lo acaricié en su cabecita y se echó a mi lado apoyando su cabeza en una de mis piernas.

- - ¡Ay Lon! Hacía tiempo que no me sentí así, pero no quiero que me hagan daño-las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, mientras recordaba el sufrimiento que había padecido con tan sólo veinte años y el tiempo que duró.

Mi bolso comenzó a vibrar. Lo abrí y vi como mi móvil estaba iluminado. Lo cogí y en la pantalla estaba la notificación de un SMS. Pulsé en el sobrecito de la pantalla para abrirlo. Era de un número que no tenía registrado en mi agenda de contactos.

"Ha sido un placer llevarte hasta casa. NW"

Era un mensaje de Nick, no podía creérmelo. Cómo había conseguido mi número. Este hombre era todo un enigma. Se confirmaba mi teoría de que era peligroso. Pero no podía negarme a mí misma lo que me atraía. Cada contacto con él hacía que mi cuerpo se estremeciera. Me excitaba con sólo mirarlo y lo deseaba a mi lado.

Aquella noche me dormí deseando que llegara el día siguiente para volver a verlo.

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