Capítulo 1.

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Algo húmedo estaba tocándome la cara, estaba tan a gusto en la cama...dormida...pero ese algo me estaba molestando. Poco a poco abrí uno de mis ojos y vi como Lon, mi perro, estaba lamiéndome la cara.

- - ¡Lon! ¡Estate quieto, quítate de encima de mí! -le grité mientras lo empujaba para sacarlo de la cama y me removía entre las sábanas.

Empezó a ladrar como venganza por haberlo echado de encima de mí.

- Deja de ladrar -me tapé la cabeza con la almohada para amortiguar los molestos ladridos.

Lon era un chucho que encontré en la calle cuando era un cachorrito, ahora ya tenía una estatura media, era de color canela y con el hocico negro. Me daba mucha compañía, sobre todo cuando mi compañera Ana no se encontraba en casa por los continuos viajes que realizaba por trabajo. Ella trabajaba como azafata de vuelo, por lo que al menos de tres a cuatro días los pasaba fuera de Sevilla. Ambas nos conocíamos de la facultad, ambas habíamos estudiado Turismo y por suerte trabajábamos de ello. Ella prefirió tomar vuelo y yo seguir en tierra.

Tras unos minutos, Lon se cansó de ladrar y se marchó de la habitación. Me quité la almohada de encima de la cabeza y me giré para coger mi móvil de encima de la mesita de noche. Era raro, no recordaba que la alarma hubiera sonado y parecía como si llevara dormida una eternidad.

- - ¡Joder! Me he quedado dormida-dije a nadie mientras me levantaba a toda prisa de la cama y dirigiéndome a la ducha. Mientras esperaba a que saliera el agua caliente, me desprendí del pijama. Metí bajo el agua para tomar mi ducha matinal, me sentaba de maravilla hacía que me despertara y empezase el día feliz.

Cuando salí, me coloqué una toalla alrededor del cuerpo, cogida en el pecho, mientras me secaba el pelo con el secador...iba demasiado tarde y no podía arriesgarme a que no estuviera seco antes de llegar al hotel donde trabajaba. Normalmente dejaba que se me secara con el aire, pero hoy no iba a dejarlo a la suerte. Me lo recogí en una cola alta, saque dos mechones por las orejas, coloqué el flequillo. ¡Pelolisto!

Ahora sólo quedaba ponerme el uniforme. Estábamos en primavera, por lo que tan sólo llevaba la falda azul marino, la camisa blanca y la chaqueta también azul marino, terminando el conjunto unos zapatos de tacón en negro y un pañuelo rojo en el cuello. Lo bueno de tener uniforme era que no teníaque pensar qué ponerme por las mañanas, eso me ahorraba muchísimos quebraderos de cabeza.

Una vez lista, me despedí de Lon, acariciándole su cabecita, y salí corriendo de casa.

Normalmente iba dando un paseo hasta el trabajo, pero hoy iba demasiado justa de tiempo y decidí coger el metro.Eran las 7:30 de la mañana, seguro que el metro iría hasta arriba de gente, con lo que odio las aglomeraciones...pero no quedaba otra, era eso o llegar tarde y no podía permitirme lo segundo.

Por suerte, no tardó en llegar. No iba tan lleno como me imaginaba, al menos podía respirar, era un alivio... Eso sí, el aroma que se respiraba dentro del vagón era nauseabundo... ¿la gente no se duchaba o qué? Era mareante...Intenté colocarme en un lugar donde fuera más fácil el respirar oxígeno limpio e inodoro.

Como tenía por delante un pequeño trayecto, decidí sacar mi libro electrónico para leer durante el recorrido. En los últimos meses me había aficionado a la novela erótica, desde que sucumbí a una famosa trilogía de amor, sexo y sado...tras esta vinieron algunas trilogías más, pero al final todas tenían la misma trama chica conoce a chico, éste siempre era rico famoso y guapísimo, el cual era un cabrón con las mujeres hasta que la conoce a ella y cambia, uno de ellos o ambos tenían problemas y traumas del pasado, se les presentan múltiples obstáculos, pero al final en pocos meses se casan y quedan embarazados...todas igual.

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⏰ Última actualización: May 06, 2020 ⏰

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