Consecuencias

By miguelvasquez54

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Consecuencias es el primer libro de la trilogía aftermath, en la cual se nos revela lo que paso después del r... More

Star Wars
Linea Temporal
Prologo
PRELUDIO
Primera parte
Capitulo 2
Capitulo 3
INTERLUDIO
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Segunda Parte
Capitulo 13
INTERLUDIO
Capitulo 14
INTERLUDIO
capitulo 15
INTERLUDIO
INTERLUDIO
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
TERCERA PARTE
Capitulo 23
Caputulo 24
INTERLUDIO
INTERLUDIO
Capitulo 25
INTERLUDIO

Capitulo 11

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By miguelvasquez54

Contempla el negro infinito del espacio a través de la ventana. Por delante le pasa un droide reparador, que lleva trozos de chatarra y un soldador conectado a un largo tubo negro. La Hogar Uno todavía necesita reparaciones, incluso meses después de la Batalla de Endor.

«Suerte que ganamos la batalla», piensa Ackbar.
Era su última oportunidad. Se lo jugaban todo.
Y casi lo perdieron todo. Gracias a las estrellas y a los mares y a todos los dioses y a

todos los héroes... de alguna forma, de alguna forma lo consiguieron.
Se aclara la garganta. Ha llegado el momento. Le toca. Con una de sus manos palmeadas coge una botella de plástico y la aprieta para verter loción hidratante en la palma de la mano. Se la aplica en el cuello, en los hombros descubiertos y a lo largo de

sus brazos rojos.
Toma una respiración profunda.
Le atacan de nuevo. Se mueve con rapidez. Coge el kar-shak, el arma tradicional de

los mon calamari, también conocida como pértiga de red. Se mueve en círculos por la sala acolchada. De repente, aparece un soldado de asalto, con el rifle bláster a punto.

Ackbar suelta un gruñido de rabia, hace girar el kar-shak y le asesta un golpe al soldado de asalto en el casco. En un extremo del arma hay una especie de garfio de pesca. En el otro hay una red. El garfio surca el aire y atraviesa limpiamente el casco blanco imperial.

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Al pasar, el arma interrumpe el holograma durante un momento.
Entonces el soldado de asalto vuelve a aparecer, y se derrumba.
Aparece un segundo soldado de asalto. Y un tercero. Ackbar captura la cabeza de uno

de ellos en la red y lo arroja contra el otro. De nuevo, los hologramas se interrumpen durante un momento, y vuelven a aparecer justo antes de caer derribados.

Aparecen más soldados de asalto desde los proyectores de las esquinas. Uno, dos, tres...

Alguien se aclara la garganta.
Ackbar se detiene.
—Pausa —grita. Los tres atacantes se congelan. Un trío de imágenes relucientes. Junto a la puerta, un joven. Un cadete.
—Señor —dice. Tiene una leve expresión de miedo en los ojos, pero está firme y con

la barbilla levantada. En una mano tiene una pantalla, que lleva pegada al pecho—. Si es un mal momento...

—Deltura, ¿no?
—Alférez Deltura, sí, señor.
—No, ahora es un buen momento —gruñe Ackbar, dejando el arma en el suelo—.

¿Tengo que deducir que se trata de algo importante?
—La deducción es correcta.
—¿Y por qué no viene la Comandante Agate?
—Está ocupada con las reparaciones, señor.
Ackbar carraspea y avanza hacia el cadete. Alarga sus dedos afilados. —Muy bien. Vamos a ver.

Deltura le entrega la pantalla.
El almirante la examina. Sus grandes ojos amarillos se clavan en el Alférez Deltura. —¿Estás seguro de esto?
—Sí, señor. El Capitán Antilles no se ha puesto en contacto. Y no responde al

comunicador. Ni siquiera podemos ubicarlo. —¿Cuál es su última ubicación conocida? —Raydonia.
—Y ahí no encontró nada.

—No, señor.
—Y deduzco que no estamos seguros de adonde se dirigió en su siguiente salto, ¿no? El alférez niega con la cabeza. Claro, Wedge no quiso planificar. Al Capitán Antilles

le pareció inofensivo hacer un poco de exploración. Dijo que serían como unas pequeñas vacaciones. Solo él y el saltador estelar. Él solo con sus pensamientos.

«Se lo advertí», piensa Ackbar.

Seguro que no encontraré nada, había dicho Wedge aquella vez.

Eso no lo sabe. Uno no puede prever ciertas cosas, como caer en un nido de anguilas, le advirtió Ackbar. Pero puede ocurrir.

Solo hago mi trabajo. Será divertido.


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Star Wars: Consecuencias

—Divertido —dice Ackbar carraspeando.
El alférez le informa:
—Los cinco planetas más cercanos a Raydonia nos dan una indicación de adonde

podría haberse dirigido el Capitán Antilles —en la pantalla aparece una lista de cinco planetas. Mustafar. Geonosis. Dermos. Akiva. Tatooine. Cualquiera de ellos tendría sentido. Saben que el Imperio se está reagrupando.

—Mustafar tendría sentido, al igual que Geonosis... —Ackbar se detiene ante la mirada incisiva de Deltura, que quiere decir algo—. ¿Qué ocurre?

—Hay más.
—¿Qué?
—Algo que no está en esa pantalla.
—Suéltelo, Alférez. No tengo tiempo que perder.
—Tenemos información. Del Operador.
Ackbar se acerca a Deltura.
—¿Y cómo es que usted sabe algo acerca del Operador? Eso es información

confidencial, Alférez.
—La Comandante Agate me ha dado autorización.
—Parece que la Comandante Agate confía en usted.
—Eso espero —dice, asintiendo bruscamente con la cabeza.
—Si ella confía en usted, entonces yo también. ¿De qué se trata la información? Cuando Deltura se lo cuenta, Ackbar siente como si toda la humedad se desvaneciera.

En esta nave siempre se mantiene un gran nivel de humedad ambiental. Al fin y al cabo, es una nave mon calamari. No obstante, de repente se nota completamente seco. Deshidratado. Vuelve a sentirse ante un precipicio. Se avecina algo más grande, algo peligroso. Algo invisible escondido en las sombras.

—¿Está seguro?
—No. No tenemos ningún espía en la región.
—Me estoy haciendo viejo —dice Ackbar de repente, mirando al vacío—. Si hago

todo esto... si vengo aquí a practicar mis kotas con el kar-shak, es porque quiero estar en forma. Agudo. Flexible. Por delante de mis enemigos. Sé que un día no lo lograré. Casi fracasamos en la Batalla de Endor. Nos apresuramos. Fuimos negligentes. Casi nos cuesta todo lo que tenemos.

Comparten un momento de silencio. Sus orificios nasales se ensanchan.
—Señor...
—Sí, sí, envíe exploradores a cada uno de esos planetas. Pero envíe dos exploradores

a Akiva. Tenemos que estar seguros antes de tomar una decisión.
Deltura le saluda.
—Sí, señor.
El alférez se retira. Ackbar vuelve a quedarse solo. Y por un momento siente todo el

peso de la galaxia sobre sus espaldas. Evidentemente, es una ilusión. Él no es el

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portaestandartes de la Nueva República. Nada depende de él. Pero no puede evitar sentir esta presión.

La presión va acompañada de una gran preocupación. Hasta ahora, su informante entre las filas del Imperio, el auto-proclamado Operador, siempre les ha dado información correcta. Les ha descrito rutas imperiales vulnerables, ha informado sobre convoys y les ha proporcionado una lista de gobernadores y líderes galácticos susceptibles de traicionar al Imperio. Todo ello les ha ayudado inconmensurablemente.

Entonces, ¿por qué Ackbar no se puede quitar de encima esa sensación de que están a punto de caer en una trampa? Otra vez. 

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