Wings [Hopemin]

By JongZeloLove

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Cuando Jimin tenía toda esperanza perdida de encontrarse con un ser humano puro y bueno de verdad, aparece Ho... More

1. Rendido
3. El pasado de Hoseok
4. Deseo cumplido
5. Yoongi
6. Conociéndose
7. El perro
8. Un regalo muy especial
9. Un ángel
10. La lujuria
Epílogo: Wings

2. Despierto para el desayuno

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By JongZeloLove



Había pasado el día entero, y también la noche. Eran las siete menos cuarto de la mañana cuando el chico rubio abrió sus ojos. Se dio cuenta de que estaba en una habitación desconocida. Desnudo pero bien abrigado, el bóxer aún lo llevaba puesto. Se fijó en las fotos de la mesita de noche y entonces reconoció al chico moreno. Salía junto a otro muchacho, bastante guapo y sonriente, pero no sabía quién era. Se fijó en la habitación quedando sentado en la cama hasta que sus ojos terminaron por ver aquella ropa doblada, suponía que era para él así que se puso en pie y se colocó aquellos pantalones grises y aquella sudadera azul. Le quedaban algo grandes debido a lo delgado que estaba.

Con curiosidad fue mirando las fotos que había en el escritorio, alguna en la pared. También salían con un perro. Había fotos de los dos y también individuales. Se fijó en un par de cajas que había en el suelo y otras fotos que había esparcidas por la mesa. Las miró, eran todas del otro chico y en algunas salían ambos. Otras eran solo del perro, se preguntó si acaso ese chico era su novio.

Salió de la habitación, en el pasillo había señales de haber habido cuadros colgados que ahora ya no estaban. Entonces llegó al salón, en él había otras dos cajas. Sus ojos se fijaban en cada cosa que llamaban su atención. La decoración era bonita y estaba todo limpio, aunque no veía ni rastro del perro u objetos para jugar con él.

-¡Estás despierto! –gritó Hoseok que se acercó hasta él enseguida que lo vio allí, quieto y de pie mirando a todos lados.

El chico solo desvió la mirada hacia él y sonrió un poco, agachando la cabeza como agradecimiento, algo avergonzado.

-Estuviste toda la noche, todo el día de ayer y toda esta noche durmiendo sin parar. Ya estaba empezando a preocuparme... ¿Te encuentras bien? Tu cara está mucho mejor ahora... ¿Tienes hambre?

Pero no tuvo la necesidad de responder, su estómago rugió en su lugar y aquello le hizo sentirse aún más avergonzado.

-Creo que sí, tienes hambre. Ven a desayunar. Usualmente desayuno fuera pero hoy haré mi excepción por ti. ¡Ah! Lavé tu ropa, está seca y planchada. ¿Me vas a hablar hoy? –preguntó Hoseok caminando hacia la cocina.

El chico parecía realmente alegre, o al menos era muy sonriente. Así cualquier podría estar animado. Lo siguió hasta la cocina y el chico se giró, pero antes de que pudiera seguir preguntando cosas, el rubio alzó la voz.

-Gracias...

-¿Oh? Así que sabes hablar mi idioma... ¿Cuál es tu nombre? Yo me llamo Hoseok.

-Me llamo Jimin... Gracias.

-No hay de qué. ¿Qué quieres desayunar, Jimin? Es un nombre bonito. Tengo cosas dulces y saladas. Acércate a ver lo que te apetece.

-Fruta.

-Mh... Solo me quedan plátanos, no sé si te gusten. Si quieres cosas dulces tengo zumos de piña y de naranja y algunas galletas. También leche. ¿Por qué no me hablabas la otra noche? ¿Te encuentras bien? ¿Sabes dónde vives? ¿Tienes familia?

Jimin se abrumó con tantas preguntas y tanta información. Se acercó a él esperando a que le diera algo de comer, pues no iba a revisarle los armarios ni la nevera.

-Estaba muy cansado, no era capaz de hablar o de caminar... Mi familia vive muy lejos de aquí.

Hoseok se acercó al frutero que había en una de las estanterías y le ofreció coger los plátanos que quisiera. Jimin solo cogió uno.

-Vas a morir de hambre. ¿Cuántos días llevas sin comer? Coge más.

Avergonzado y con timidez, el rubio cogió otro.

-Te prepararé un café... ¿O prefieres un zumo? ¿O leche?

-Zumo.

-Qué sano... Entre lo poco que comes y que no comes nada que engorda no me extraña que estés tan delgado, deberías alimentarte mucho mejor... ¿Por qué estabas en la calle?

Mientras veía cómo el chico aquel le preparaba el zumo, él empezó a comerse el plátano. Estaba muerto de hambre.

-Porque no... podía ir hasta mi casa, que está lejos... y estaba muy cansado, no tenía a dónde ir.

-Oh... aquí está el zumo. ¿Está tu casa en esta ciudad? ¿En Incheon?

-Lejos, lejos de aquí, mucho –respondió Jimin que bebió el zumo con gusto, de un solo trago.

-¿Y qué haces aquí si no...? –Hoseok miró cómo el zumo desapareció en un instante y dejó su pregunta a medias para dejar escapar una risa. Luego le ofreció la botella para que bebiese cuanto quisiera.

-No, no, no más.

-Bebe, hombre, y come, come hasta que no tengas hambre.

Jimin, indeciso, se sirvió otro vaso de zumo aunque volvió a darle atención al plátano, al que le dio otro mordisco.

-¿Qué haces aquí si no tienes a dónde ir...? –preguntó el moreno.

-Es que... vine a ayudar a alguien... yo tenía que ayudar a un chico pero el chico se fue...

-¿Viniste a ayudar a alguien que se fue? ¿Cómo es eso? Eres tú quien necesita ayuda.

Jimin se terminó el plátano y luego abrió el otro. Vio como Hoseok se sentaba y le ofrecía asiento, por lo que imitó su acción quedando a su lado.

-Tenía que ayudarle, pero... No salió bien...

Era de noche cuando se cruzó con JungKook. Sabía que no le iban para nada las cosas tiernas así que se presentó con una cazadora de cuero y unos jeans. Estuvo esperándole y cuando salió, no tardó en empezar a seguirle, pero el chico no era tonto y se dio cuenta enseguida.

-¿Me estás siguiendo? Si quieres dinero no te voy a dar nada –dijo JungKook al girarse y encontrarse con él.

-¿Eh...? No, no quiero dinero. Te quiero a ti.

-¿Qué? Ni sueñes con ponerme una mano encima, antes de tener que llamar a la policía te aseguro que vas a conocer mis puños. No te acerques a mí. ¿Queda claro? Pervertido...

-¡No! ¿Qué perverti...? No quiero pelearme contigo...

-Claro, ya imagino que tú no quieres pelea, pero es que no te voy a dar mi cuerpo pacíficamente... ¡Que te largues! –le gritó JungKook.

-¡No! ¡No! No quiero hacer nada con tu cuerpo, solo quiero... Es que debo llevarte a un lugar...

-Me estás cabreando.

-¿Eres JungKook?

-¿Cómo sabes mi nombre? ¿Me has estado siguiendo más tiempo?

-Oye solo quiero ayudarte. Sé lo que te pasó con aquel chico, el que te pegaba...

-¿Ahora te envía mi ex? Mira, no quiero saber nada de él.

-¡No! No, no, tú ex se irá al infierno. Yo solamente quiero que confíes en mí, la persona que me envía realmente te quiere, es tu madre.

-¿Mi madre? Mi madre... ¿Por qué? –preguntó JungKook.

-Porque son sus deseos...

Después de aquel encuentro, Jimin logró acercarse más a él. Comenzaron una bonita amistad en la que, todas las cosas que tenía el rubio apuntadas en su lista, las iba cumpliendo: hacer un viaje a Japón para visitar el río Meguro, dieron un paseo por el bosque, fueron en moto, cocinaron juntos, fueron al karaoke... Y el último; llevarle a ver las estrellas.

Se habían hecho amigos, pasaban mucho tiempo juntos y a veces incluso dormían juntos, pero nunca pasó nada más. La noche en que fueron a ver las estrellas era una sorpresa para el menor. Jimin había colocado en una azotea unas telas de colores para decorar, colocó una especie de tienda de campaña y unos cojines sobre unas alfombras donde se podrían tumbar. Cuando estuvieron allí, JungKook ya había descubierto lo más importante del mayor.

-¿Entonces...? ¿Estás contento? ¿Te gusta?

-Sí, pero es muy curioso. Desde que te conozco hemos hecho muchas cosas juntos... Me resultó extraño que no supieras lo que era un teléfono móvil, que no hubieras comido nunca pizza, pasta en general, dulces, galletas, hamburguesas... Solamente comías fruta y verdura, a veces carne... ¿Recuerdas?

-Sí...

-Y a pesar de probar cosas que te gustaron mucho, solo comías un poco, nunca te lo comes todo... ¿Por qué?

-Porque no me gusta comer demasiado –explicó Jimin.

-¿Y por qué te pone nervioso hablar del sexo? –preguntó JungKook.

-No, no hablemos de eso.

-¿Ves? ¿Y por qué duermes tan poco?

-Duermo lo necesario... Ya... ¿Por qué estás tan extraño?

-Hoy he ido a casa de mi madre. Encontré una lista... En ella ponía todas las cosas que hemos hecho, cosas que yo le dije que deseaba hacer... ¿Y sabes lo más sorprendente? Me dijo que no conocía a ningún Jimin. Le enseñé una foto, dijo que no te había visto en la vida.

-JungKook... ¿Por qué estás diciendo todas estas cosas?

-¿Por qué comes sin excederte? ¿Miedo a la gula? ¿Temes a la lujuria? ¿A la pereza? ¿La ira? Los pecados capitales... Y ese rubio natural, nada típico de un coreano, con ojos verdes... No sabías nada del siglo en el que vives, solo escuchabas música clásica... Pero tienes un tatuaje... Alas...

-JungKook...

-Sé lo que eres... ¿Eres un ángel? ¿Enviado a cumplir todos mis deseos...?

Jimin se quedó callado, asustado, era la primera vez que era descubierto y no sabía que decir. Debía ser un secreto.

-¿Jiminnie? ¿Sabes...? Desde que te fui conociendo... Hay algo que siempre he deseado...

JungKook se sentó encima de sus piernas y le acarició las mejillas.

-¿Qué...?

-¿Alguna vez has besado a alguien...? –preguntó el menor.

Jimin negó con la cabeza y el otro sonrió divertido. Se acercó a él, con intenciones de besarle, aunque el ángel se apartó un poco.

-Jimin... deseo besarte... deberías cumplirlo... deseo hacer muchas cosas contigo...

El rubio, indeciso, se dejó besar, correspondiendo torpemente, pero al notar que el mayor comenzaba a recostarlo y pasaba las manos por sus costados, quiso apartarse de nuevo.

-JungKook, no puedo... No puedo sucumbir a la lujuria... Me van a desterrar...

El menor se quedó un rato pensando y luego suspiró, se quitó de encima y lo miró, dejándolo a él en el suelo.

-Jimin, creo que no soy nada bueno para ti. ¿Qué vas a hacer ahora? Cumpliste todos mis deseos y los que tengo ahora no los vas a poder cumplir... No quiero que te echen de tu hogar angelical, creo que lo mejor es que me olvides.

-¡No! ¡JungKook! –gritó Jimin que se puso en pie al ver que el otro se daba media vuelta para irse.

-Es un deseo, déjame ir.

Y entonces se fue, abandonándolo en aquella azotea.

Jimin se había quedado recordando aquello, ensimismado, sin decir nada hasta que el otro volvió a llamarle.

-¿Jimin? ¿Por qué no salió bien?

-¿Mm...? Porque... me abandonó, él quería hacer cosas conmigo que yo no... no podía hacer, no quería... y entonces me abandonó...

-¿Qué cosas?

-Quería besarme y... también intimar. Dijo que se iría y que lo olvidase.

-¿Quería acostarse contigo y como le dijiste que no te dejó abandonado en la calle? Vaya, y a eso le llamas amigo –comentó Hoseok negando con la cabeza.

-Bueno... No era mi amigo... Pero yo tenía que ayudarle.

-¿A qué exactamente?

-Mhh... es igual, la cosa es que se fue y me dejó solo, sin casa. Eso fue hace unas tres semanas.

-¿Llevas tres semanas dando vueltas por la ciudad sin rumbo fijo? ¿Por qué no vuelves a casa?

-No puedo.

-¿Es por dinero?

-No, Hoseok... no es el dinero...

-No entiendo nada...

Se hizo el silencio, uno un tanto tenso.


-¿Y el chico de las fotos? Es que... Cuando desperté vi a un chico... ¿Vive aquí también? –preguntó Jimin.

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