Perfidia

By Bluecities

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Juegas con las reglas que ya manipulas, pero te lanzas al peligro del que ahora no sabes cómo escapar. ¿Qué p... More

Perfidia
Reparto
INTRODUCCIÓN | Ya estamos muertos
CAPÍTULO 01 | Primer ataque
CAPÍTULO 02 | Segundo ataque
CAPÍTULO 03 | Tercer ataque
CAPÍTULO 04 | ¿Qué es esto?
CAPÍTULO 05 | Ocurrirá
CAPÍTULO 06 | Estoy aquí para salvarlos
CAPÍTULO 07 | Lámpara incandescente
CAPÍTULO 08 | Teléfono fijo
CAPÍTULO 09 | Sonrisa sin vida
CAPÍTULO 10 | Pasaje al infierno
CAPÍTULO 11 | Buen presentimiento
CAPÍTULO 12 | El dibujo del reloj
CAPÍTULO 13 | La habitación del ataúd
CAPÍTULO 14 | Nada más que la verdad
CAPÍTULO 15 | Cuarto ataque
CAPÍTULO 16 | La cámara que sólo ella puede usar
CAPÍTULO 17 | ¿Puede un simple beso forjar algo más grande?
CAPÍTULO 18 | Confía en mí
CAPÍTULO 19 | Los refugios me odian
CAPÍTULO 20 | Adrenalina
CAPÍTULO 21 | Perfidia
CAPÍTULO 22 | La página número 24
CAPÍTULO 23 | Las personas muertas estamos más presentes de lo que crees
CAPÍTULO 24 | Apretar el gatillo
CAPÍTULO 25 | Más viva que nunca
CAPÍTULO 27 | ¿Quieres jugar un juego?
CAPÍTULO 28 | Grita por mí
CAPÍTULO 29 | Es fácil cuando duele
CAPÍTULO 30 | Mueres salvándolo y vives matándolo
CAPÍTULO 31 | Te odiaré cuando muera
CAPÍTULO 32 | Absolutamente todo
CAPÍTULO 33 | Toma lo que siento
CAPÍTULO 34 | Algo tiene que quedar
CAPÍTULO 35 | Un poco más fuerte
CAPÍTULO 36 | Por ti
CAPÍTULO 37 | Una mala razón para ir detrás del pasado
CAPÍTULO 38 | Tan presente
CAPÍTULO 39 | No hagas que me arrepienta
CAPÍTULO 40 | No más preguntas
CAPÍTULO 41 | El fuego se encuentra con la gasolina
CAPÍTULO 42 | Caminar a través del fuego y sobrevivir
CAPÍTULO 43 | Infinitamente complicado
CAPÍTULO 44 | Lo que fue verdad y ahora es mentira
EPÍLOGO | Seguiré cayendo
10 años después
Agradecimientos y algo más
Playlist

CAPÍTULO 26 | Tic, toc

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By Bluecities


HEATHER

—Por favor, no me dejes—ruego.

Maia estaba tomando de nuevo mi mano pero yo no podía verla, aunque algo en mí sabía que era ella. O quizás no. Estuve equivocándome desde que todo esto comenzó, ¿cómo podría estar segura de algo como esto, en un momento como este? Puede que se trate de Daniel. Puede que incluso se trate de Bradley.

—No vine para irme—dice una voz que reconozco—. Eso no tendría sentido.

Siento que todo mi cuerpo entra en tensión porque, por más que conozca la voz, no puedo recordar a la dueña de la misma. ¿O debería decir dueño?

—¿Entonces por qué estás aquí?

Mis ojos están cerrados, pero sé que estoy sentada en algún lugar. Sin embargo, por más que lo intente, soy incapaz de escapar. Y no porque me suceda lo mismo que a Bradley. Una de mis manos está atada a algo, la otra se está aferrando a alguien y apenas siento mis pies, pero creo que no tocan el suelo.

—Acabo de hacerte una pregunta, Heather.

Estaba luchando contra alguien hasta que desperté, y ahora estoy luchando contra mí misma, contra el miedo que no me deja pensar con claridad. Lo único que me queda hacer es... rendirme. Pero no sé cómo hacerlo.

O eso pensaba hasta que alguien me da una cachetada que parece resonar por todas partes, más que nada en mi cabeza. No duele, aunque me toma por sorpresa así que me dejo caer. Supongo que así se siente rendirse.

—No lo sé—le digo a la nada, a la voz que no soy capaz de recordar—. ¿Tú lo sabes?

Un silencio prolongado da lugar a las dudas y a que el dolor en mi cara se expanda, aunque sigue sin ser demasiado.

—Me sorprendes, Heather. Me han hecho muchas preguntas imposibles y yo siempre he contestado que lo sé todo, pero ahora mismo... no puedo darte una respuesta. No la que quieres oír, al menos.

Alzaría la mirada, encararía a quien sea que se encuentra ahí, de poder hacerlo. Pero cada parte de mi cuerpo tira de mí hacia abajo, hacia el suelo, hacia ninguna parte. Y sigo pensando que estoy tomando la mano de Maia cuando sé que no es así, cuando tengo más que claro que eso ya no volverá a suceder. No en esta vida.

—¿Y tú qué sabes de las cosas que quiero oír?

—Tienes razón. No se trata de algo que quieras oír—percibo un suspiro, y súbitamente la voz se aleja—. Se trata de algo que necesitas oír.

De nuevo ese silencio, del tipo que me persiguió durante todo este tiempo que estuve dentro del diabólico juego que creó la vaca andante de Richard Lunz. Sí, recuerdo haberlo llamado así una vez. Aquella en la que todo estaba bien y lo único que me inquietaba era el estúpido reloj en la pared que indicaba que los segundos pasaban y pasaban, y que lo seguirían haciendo hasta el infinito. Nunca se irían, aunque al mismo tiempo eso es lo que estaban haciendo.

—¿Sabes? Dicen por ahí que todos tenemos un límite. Algo que soportamos hasta que ya no podemos más—oigo, y la voz vuelve a estar cerca. Parece que incluso está hablando justo al lado de mi oído derecho, inclinándose sobre mí—. Siempre te admiré por tu capacidad de volver a levantarte. ¿Recuerdas aquella vez en la que tomaste el veneno que te llevó a tu peor pesadilla? Ver a tu hermana, Caitlin, colgando de un árbol.

Los recuerdos vuelven a mí pero de una manera extraña, como si ya no formasen parte de algo que viví realmente.

—Cualquiera diría que fue algo estúpido. Pero piénsalo: el veneno no te mató. Estás aquí ahora mismo.

—¿A qué precio?—digo antes de ser capaz de detenerme. O pensármelo dos veces. Lo que sea—. Vi lo último que quería presenciar en toda mi vida pero seguí a pesar de ello. A pesar de 00:00. ¿Y en qué me convertí?

La mano a la que me aferraba comienza a aflojarse, como si estuviese por soltarme.

—Sobreviviste, Heather.

Sin que yo esté lista para ello, mi cabeza se alza y mis ojos se abren por sí solos. Justo delante de mí, la veo de la misma forma en la que la había visto por última vez: Joey, con su cara completamente cubierta a excepción de sus ojos.

—Y desearía no haberlo hecho—digo.

Y una parte de mí siente que jamás dije algo con tanta sinceridad en toda mi vida. La mirada de Joey cambia, pero no soy capaz de entender en qué sentido lo hace. Como me ocurrió con su voz, siento que ya la he visto a los ojos así de cerca antes, pero no soy capaz de reconocerla. Debe de haber una razón por la cual cubre su cara, después de todo.

—No, Heather. Aún no lo deseas—murmura por detrás de la oscura tela que la cubre—. Pero lo harás, te lo prometo.

Antes de que me suelte, me percato de que en realidad era ella quien me estaba tomando de la mano y no puedo contenerme.

—¿Por qué cubres tu cara?

Joey se aleja un poco de mí antes de que yo deje de hablar, pero aún así sigue estando cerca. Sólo ahora soy capaz de ver en dónde me encuentro. Es la antigua casa de 00:00, y yo estoy sentada justo en el sofá en el que siempre se sentaba Maia.

Creo que de poder verle la cara, sabría que Joey ahora mismo no está sonriendo ni burlándose de mi pregunta, tal y como lo haría Richard.

—¿Sabes quién soy, Heather?—dice en lugar de responder a mi pregunta.

Me desconcierta un poco, lo cual me hace percatar de lo mareada que me siento de volver a estar aquí, en el mismo lugar de antes. Observo la pared que tengo delante, a la que Joey le está dando la espalda, en la que solía encontrarse el reloj. Pero ya no está, y es como si nunca hubiese estado ahí.

Los segundos por fin se fueron, al igual que el tic toc constante.

—La hermana de Richard—respondo sin dudarlo.

—Bien—masculla—. Ahora, ¿cómo sabes eso?

Mi mente se queda en blanco buscando algún recuerdo por cualquier parte con el cual pueda responder, pero no puedo encontrar nada por más que busque. Siento que sólo lo sé, como cuando di por hecho, segundos atrás, que Maia estaba tomando mi mano. Pero de nuevo ya no puedo estar segura, si ni siquiera era Maia sino Joey, ¿entonces cómo puedo dar por hecho algo como esto?

No digo nada, y Joey toma eso como una respuesta.

—Sabes quién soy incluso sin haberme visto o haber oído de mí antes—dice ella recalcando todas y cada una de sus palabras—. Del resto de los jugadores, eres la única por la que uso esto. Sabes quién soy.

Niego con la cabeza al instante, pero eso parece enfurecerla, porque con un fugaz y brusco movimiento vuelve a estar tan cerca de mí como antes, y yo no puedo hacer nada para apartarla.

—Sólo tienes que recordar—susurra con lentitud, y siento que sus palabras paralizan los sentidos que, en cualquier otra situación, me habrían salvado—. Recuérdame.

—Yo... no...

—Oh, no, Heather. No caigas tan bajo como para negar algo—me interrumpe antes de que sea capaz de completar la frase—. Tú más que nadie sabe que en 00:00 lo imposible es posible. Así que créeme: sabes quién soy. Sólo tienes que recordar. Ve más allá de lo que das por hecho.

Nuestras miradas se conectan. Me gustaría decir que en este momento soy capaz de verlo. Que soy capaz de reconocerla, sea como sea, pero no es así. No podría serlo en un momento como este. Estamos en la antigua casa de 00:00, el lugar en el que perdí todo, pero aún así, y por más que lo intente, no puedo hacerlo. Joey tiene razón al decir que en 00:00 lo imposible es posible y sin embargo...

Repentinamente, alguien más llega.

—¿Podemos hablar?

Y esta vez reconozco a la perfección esa voz.

Es Chase.

Está entrando a la casa apresurado, como quien llega a su hogar luego de un día de trabajo, o de lo que sea. Habla con alguien, pero no entiendo con quién hasta que voltea y me deja ver que sostiene su móvil sobre su oreja izquierda. Alza la mirada en mí dirección y me observa, paralizado, pero no dice nada. Cuando quiero mirar hacia Joey, me percato de que ya no está más.

Aguardo a que algo suceda, y entonces Chase frunce el ceño.

—¿Hola?

Mira el móvil, toca algo y luego vuelve a acercarlo a su oreja. Me percato de que algo comienza a pitar justo en mi mano, y al bajar la mirada, recuerdo lo que Joey dijo sobre lo imposible: tengo mi móvil en mi mano. Después de tanto tiempo me toma un tiempo reconocerlo, pero el cristal quebrado y la funda negra que yo misma pinté me hacen querer llorar. Este aparato me recuerda a la vieja Heather, esa que pensaba que lo peor que podía sucederle era que su novio la dejara, o que sus padres se separen, o lo que sea.

Contesto la llamada, y Chase vuelve a repetirlo.

—¿Podemos hablar?

Vuelve a mirarme, pero no lo entiendo. Está justo delante de mí, ¿por qué me está llamando?

—¿Chase?—susurro, viéndome incapaz de decir algo más allá de eso.

Otra vez, como tantas veces antes, una parte de mí se quiebra. Joey también tenía razón en eso: todos podemos soportar algo hasta cierto punto. Y yo siento que ya lo soporté más de lo que podría haberlo soportado.

Las lágrimas comienzan a caer desde mis ojos hasta mis manos, y para mi sorpresa, eso altera a Chase, el hijo de Richard.

—Todo es mi culpa—dice él a través de la línea.

Estoy aquí, de nuevo, pero ya no soy la misma Heather, y sé que ya no volveré a serlo por más que hable con Chase, por más que tenga mi móvil, por más que... me devuelvan todo lo que perdí. Nada traerá a la vieja Heather de nuevo, y Joey, o Richard, o quien sea que esté detrás de todo esto, lo supo al traerme aquí, al alejarme de Joey, del nuevo 00:00, de toda la batalla contra la que estoy luchando ahora mismo. Me trajo al pasado, sabiendo que este es mi límite, lo único contra lo que no puedo luchar y ganar.

—Pero solucionaré esto, Heather. Lo haré por ti. Te lo prometo—escucho que dice Chase.

Y recuerdo algo más. Algo que no sabía que conocía.

—Hace mucho tiempo escucho voces y ni una palabra.

Tiro el móvil que tengo en la mano en dirección a la pared, tan harta de él como de lo que significa, y al parecer lo hago con tarta fuerza que cuando el aparato se estrella produce un ruido tan fuerte como molesto que despierta algo en mí.

Me hace darme cuenta de lo enojada que me siento.

—Ven aquí—le digo a Chase, poniéndome de pie.

Él permanece estático, tan quieto como si estuviese asustado. No pienso en nada, tampoco lo hice al hablarle alzando la voz, así que intento tomar aire, volviendo a bajar la mirada. Los segundos pasan. Lo sé aunque no tenga un tedioso reloj que me lo indique. Cuando vuelvo a estar tranquila, alzo la mirada, pero Chase ya no está en donde antes estaba.

Ahora está justo a mi lado, y quien llora es él.

—¿Cómo lo soluciono?—me está preguntando entre sollozos—. Sólo quiero que ustedes consigan su...

—Libertad—completo por él.

Respirar me dio tiempo para pensar, pero ahora me deja verlo con claridad: todo lo que Chase ha estado diciendo ya lo he escuchado, pero no recuerdo haberlo vivido. Aquella vez con Bradley, en su habitación, cuando escuché los susurros... es exactamente lo mismo que ahora Chase me está diciendo.

Lo miro a los ojos. Él es un poco más alto que yo pero, de todas formas, no lo suficiente como para que tenga que alzar la cabeza. Sus ojos están hinchados aunque no lleva tanto tiempo llorando, pero su labio tiembla y eso realmente lo hace ver nervioso, asustado, como si estuviese aquí, hablando conmigo, contra su voluntad.

—¿Me extrañaste?—susurro.

Y, tal y como lo esperaba, Chase deja de ser Chase. En su lugar, ahora está Victoria.

El hecho de que sea Victoria quien esté en el lugar de Chase me desconcierta porque no es el típico ataque de 00:00. Victoria no es ni fue mi punto débil. Creí que vería a Maia. O a Daniel. O a Esther. Incluso llegué a pensar que volvería a ver a Caitlin. Pero...

No la esperaba a ella.

—¿Victoria?—exclamo.

Ella apenas se mueve. Su expresión es totalmente neutra, pero aún así me observa. Sin embargo, algo cambió en ella: sus ojos ahora son grises, como si hubiesen perdido toda la vida. Y vuelve a verse tan mal como antes, cuando 00:00 comenzaba para mí, cuando ella...

Antes de que pueda seguir pensando, da un paso para acercarse a mí y me abraza con fuerza, tomándome de nuevo por sorpresa. Siento que sus escuálidos brazos se aferran a mi espalda, y hasta puedo sentir cómo ella parece estar a punto de llorar. No recuerdo haberla visto así antes. Así de débil, como si fuese a desplomarse y desaparecer de un segundo a otro. Sin embargo, no digo nada ni reacciono hasta que, finalmente, Victoria se aleja un poco de mí. Entonces toma mi mano.

Cuando la vuelvo a mirar a los ojos, entiendo por qué se ve tan... muerta.

—Ten cuidado con Bradley—farfulla, sin dejarme decir nada.

Y cuando quiero darme cuenta, estoy sola en la casa, escuchando de nuevo el tic tac del reloj aunque este ya no esté en su lugar.

medio siglo después, de nuevo, hola jsjsjsjs.

ya saben que lamento no poder actualizar seguido y que, si por mi fuera, lo haría todos los días, pero algunas veces no tengo tiempo o tampoco me siento bien como para hacerlo, y me gustaría que entiendan eso. es increíble pero incluso el día de mi cumpleaños recibía mensajes como "hola, feliz cumpleaños, actualiza" y eso, en serio, es demasiado para mí.

si quieren ayudarme, comenten, entonces sabré qué opinan de la historia. eso me motiva mucho más que un "actualiza" :)


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