Entre las sábanas | EN FÍSICO

By MarieJenn

5.2M 315K 52.1K

La vida de Madison Hall es un desastre, el panorama mejora cuando consigue un nuevo empleo, todo sería perfec... More

Sinopsis
Personajes
1: Un nuevo comienzo
2: El desconocido del bar
3: Una mala sorpresa
4: Entendimiento tácito
5: Miradas robadas
6: Propuestas decentes
7: Bienvenidas y saludos
8: Provocaciones
9: Sinceridad ante todo
10: Celos innecesarios
11: Juegos previos
12: Las reglas del juego
13: Ceder el mando
14: Constantes interrupciones
15: Unas copas de más
16: Aclaraciones verídicas
17: Secretos del pasado
18: Pequeña venganza
19: Conflictos personales
20: Castigos
21: Más sorpresas
22: Sentimientos
23: Solo fue sexo
24: Hablando de amor
25: Sola en casa
26: La verdad
27: Confesiones
28: Algo bizarro
29: Sospechas
31: Deliciosas despedidas
32: Mucho estrés
33: Compras necesarias
34: No es fácil
35: La verdad duele
36: Distracciones
37: Ex novios
38: Sin culpas
39: La espera terminó
40: Revelaciones
41: Diversión asegurada
42: Están locos
43: Sin poder creerlo
44: Ya era hora
45: Volver al comienzo...
Epílogo
Agradecimientos
Entre las sábanas - EN FÍSICO CON PRH

30: Coqueteos inadvertidos

95.1K 6.2K 536
By MarieJenn

—¿No tienes nada que contarme? —le pregunto a Megan con un tono de voz plausible, como si fuera una madre quien ya sabe todo lo que su hijo ha hecho y aun así le quiere dar la oportunidad de explicarse. Mi hermana frunce el ceño mientras sigue conduciendo, acelerando cuando estamos aledañas a las calles de la editorial. El día de ayer siendo domingo no quiso hablar nada de lo que ocurrió el sábado cuando Baxter y yo encontramos que ella y Susie llegaron juntas al apartamento, alegando que verían una película.

Por supuesto que no le creí, pensé que se explicaría al día siguiente cuando Baxter se fue a su casa. Pero ella estuvo todo el día actuando como si nada pasó.

Hoy lunes, no es la excepción.

Me mira con inocencia, arqueando sus cejas y abriendo ligeramente sus ojazos verdes.

—No, nada —murmura con un retintín en su voz. Me mira un instante casi riéndose—. Por otro lado, tú tienes mucho que contarme. ¿Acaso te estás vengando conmigo? ¡Anteanoche no pude dormir por todos los chillidos de la cama y sus gemidos! Baxter y tú son mucho más rudos. ¡Qué aguante tienen, por Dios! —Le lanzo una mirada dura, pero como ella está manejando no se da cuenta. Da la vuelta en una calle y se mete en el estacionamiento subterráneo de la editorial—. ¿Te das cuenta de que duermo a unos pasos de tu habitación? He tenido que oír sus gemidos en la madrugada. Es tan frustrante oír el repiqueteo contra la pared. Creo que necesitas una nueva cama.

Levanto la mano.

—¡Claro, como si tú no hubieras hecho nada! —grito fuera de mis casillas—. Los dos meses que Baxter y yo estuvimos separados, tú y Johann follaban como conejos en la habitación de al lado y yo jamás me quejé. Tú solo me has oído una noche y ya te quejas. No me jodas, Meg. He tenido que soportar noches enteradas oyéndolos a través de las paredes delgadas.

—Jamás me dijiste nada —murmura con culpabilidad.

—¿De verdad crees que necesitaba decírtelo? Gemías como una actriz porno a la que está matando con una polla enorme.

Megan resopla al mismo tiempo que ríe, lo que ocasiona que haga un extraño ruido.

—Tú anoche gritabas como una mala actriz porno siendo follada durante toda la noche y sin ha...

—¡Te soporté dos meses! ¿Tú no puedes soportarme un día?

La veo reír mientras aparca en una plaza vacía, me doy cuenta lo que ha hecho Megan segundos después; ha desviado toda la conversación hacia mí para que me olvide de ella y Susie. Está loca si cree que lo haré. Ella tiene su privacidad y la respeto, pero somos hermanas y confidentes, y confío en que hablará conmigo cuando lo necesite.

Entre risas burlonas subimos por el ascensor hasta la planta de la editorial. Nos movemos a nuestros puestos, no sin antes echar un vistazo a las oficinas de los jefes. Ambas puertas están cerradas, lo que significa que ya llegaron. Susie se muestra avergonzada conmigo cuando llega, me saluda escuetamente y se escapa a su lugar de trabajo.

La espina en mi interior de que algo está pasando entre ella y Megan no deja de hincarme. Si ambas se muestran así de... culpables, o avergonzadas, es porque algo han hecho y por eso se sienten así.

A la hora del almuerzo Baxter y Johann nos acompañan en la cafetería. Tras estar varias horas sentada en mi silla ha hecho que tenga un leve dolor en la lumbar. Mi cara de molestia debe ser colosal, porque Baxter inmediatamente me pregunta si estoy bien.

—Sí, solo estoy cansada —digo moviendo mis piernas debajo de la mesa. Mis amigos hacen como si la presencia de Baxter no fuera impactante y conversan entre ellos dándonos un poco de privacidad. Nuestros asientos lado a lado hacen que pueda hablar en voz baja para que nadie más escuche, pero aun así adopto un tono de voz neutral, por aquellos ojos curiosos desde las mesas alrededor.

—¿Quieres irte a casa? —pregunta buscando algo mis ojos.

Le sonrío.

—Solo quedan unas pocas horas antes de irme a casa, puedo aguantar.

Se ve escéptico, pero se queda callado y asiente forzadamente.

Termino de comer mi almuerzo saludable al mismo tiempo que Baxter. Los demás hacen todo lo posible para que su conversación sea neutral y puedan incorporarnos en ella, pero todo lo que yo puedo hacer es mirar la mesa sintiéndome ajena a mí misma.

Aún no he tenido la valentía de pensar en mí ni mi futuro como madre. Apenas estoy asimilando que estoy embarazada y que Baxter me ama. Mi mente y corazón no pueden pensar en más.

—¡Baxter! —oigo aquella voz chillona que he aprendido a detestar cada vez más. Heidi se acerca a nuestra mesa con una carpeta de documentos en la mano. Mis amigos se esfuerzan por ignorarla, pero puedo ver que Tracy entrecierra sus ojos al ver a la rubia pavonearse hasta llegar a Baxter. Empuja su cabello rubio detrás de sus hombros en un movimiento aparentemente sutil, pero que yo noto es de coqueteo. Sus pestañas ridículamente espesas revolotean ligeramente cuando sonríe con dulzura. Pone una mano en el hombro de Baxter y se inclina sobre su hombro, colocando los papeles a la altura de sus ojos—. Necesito que firmes estos papeles, ¿puedes acompañarme a mi oficina o prefieres ir a la tuya?

Dios. Esta mujer ni siquiera puede ser sutil.

Me crispa los nervios oír su tono dulzón. Sus labios pintados de rojo sonríen cuando nota que la estoy mirando. Me saluda con leve movimiento de mentón antes de volcar toda su atención en Baxter, quien está mirando los papeles frente a él.

—Déjamelos, yo luego te los hago llegar con Tracy.

—Es que necesito hacerte unas preguntas —murmura.

Mis amigos alrededor están enfrascados en su conversación, pero mi hermana me mira por un breve instante con las cejas alzadas. Aprieto mis manos bajo la mesa. Luego de haberle dicho a Baxter que quiero mantener lo nuestro en privado no tengo derecho a hacerle una escena frente a todo el mundo ahora mismo, pero es todo en lo que puedo pensar mientras noto las claras intensiones de Heidi.

Es tan insoportablemente descarada que tengo ganas de arrancarle las pestañas postizas de un tirón.

—Puedes hacérmelas luego, Heidi, ahora estoy almorzando —responde Baxter. Tanto como Heidi y yo miramos su plato vacío sobre la mesa. Está mintiéndole descaradamente y eso me hace sentir un poquito mejor. Él no quiere hablar con ella y eso me trae mucha satisfacción.

—Pero es urgente —susurra ella con un tono de voz más serio. Su sonrisa altanera se borra y ahora solo queda una mueca que me dedica por un par de segundos como si yo fuera la culpable. Vuelve sus ojos a Baxter, él ni siquiera la mira. Tiene los ojos puestos en los papeles que ahora posee en sus manos. Heidi tiene el descaro de poner su mano sobre los hombros de Baxter y acariciarlo como si estuviera a punto de darle un masaje.

Me levanto tan abruptamente de la silla que esta hace un sonido chirriante al moverse. Baxter también se levanta rápidamente con preocupación en su mirada, antes que pueda decir algo llevo una mano a mi espalda baja.

—Uff, me dio un calambre en la espalda —murmuro entre dientes como si estuviera sufriendo de dolor cuando todo lo que hago es bullir de rabia. Mi hermana sabe que estoy actuando así que sonríe disimuladamente y voltea el rostro, mis amigos se ven preocupados, pero yo ignoro a todos—. Lo siento, creo que iré un rato al baño.

Salgo de allí caminando con decisión hasta mi puesto de trabajo, pero en vez de sentarme sigo mi camino hasta dirigirme al baño. Antes que pueda dar otro paso en esa dirección alguien agarra mi brazo desde atrás y me lleva en la dirección contraria. Baxter avanza rápidamente entre los cubículos vacíos hasta su despacho. No hay casi nadie en la planta ya que todos están en su hora del almuerzo, así que no me preocupo por que alguien pueda vernos.

Entramos a su despacho, pero antes que pueda hablar, Baxter soba mi espalda baja.

—¿Estás bien, ya te pasó?

Lo empujo con delicadeza.

—Sí, ya estoy bien. —Su mirada preocupada se transforma en alivio, al parecer este hombre no reconoció mi mentira. Me causa ternura pensar que estuvo preocupado por mí pero mi rabia es mayor. Sé que él no tiene la culpa de cómo actúa Heidi, pero siento que no hace nada por detenerla cuando ella ataca con su coquetería sin sutilezas, lo cual es demasiado obvio como para que él no se dé cuenta—. ¿Me vas a decir ya por qué Heidi sigue tratándote como si fueran algo?

Su rostro se frunce en una mueca de sorpresa.

—¿Qué? —Parece confundido.

—No te hagas el idiota —murmuro con fiereza. Intenta acercarse a mí pero yo retrocedo—. Es en serio, Baxter. Esa mujer sigue insinuándose frente a ti y tú no haces nada para detener sus avances. Incluso la vez pasada cuando estábamos en el baño, ¿de verdad crees que fue pura casualidad que bajara hasta este piso cuando tiene un baño propio justo al lado de su oficina? No me creo ese cuento de que estaba lleno. Y ahora vino con la excusa de querer que firmes unos documentos insistiendo en que quería hacerte preguntas en su despacho o en el tuyo. ¿De verdad crees que es tan inocente?

Él me mira como si me hubiera ido la olla, lo cual hace que me enfurezca más.

—Creo que estás viendo cosas donde no las hay. Heidi ya no está interesada en mí. —Me río. No puedo con esto. Me río tan fuerte que tengo que sujetarme el estómago.

Cuando paro, Baxter tiene una mirada de susto en el rostro, como estuviera viendo una loca frente a él.

Mi risa muere tan rápido como vino. Me cruzo de brazos.

—Entonces eres más idiota de lo que creí.

—¿Qué mierda, Madison? —Empieza a crisparse—. ¿Qué te pasa?

—Tú, idiota, eso me pasa. —Lo señalo—. Heidi continúa siguiéndote como perrito faldero y tú no haces nada para frenar sus avances.

—Entiende que ya se lo dejé muy claro hace tiempo.

—Pues necesita que se lo digan de nuevo porque parece no entender.

—Deja de ver cosas donde no las hay. Entre Heidi y yo ya no hay nada.

—¡Ya lo sé, joder! —grito exasperada. Luego intento calmarme, pero no puedo—. Sé que entre ustedes ya no hay nada, lo que sí sé es que ella cree que sí lo hay. ¿No has visto cómo te mira o cómo actúa a tu alrededor?

Frunce el ceño.

—Francamente no —responde molesto—. Estoy demasiado pendiente en una castaña embarazada a la que amo que no me doy cuenta de nadie más. Lo siento por no fijarme en nadie más que en ti. Mierda.

Se pasa las manos por el cabello, despeinándose en un gesto de exasperación. Aunque sus palabras deberían tranquilizarme, no lo hacen.

—Bueno pues deberías fijarte también a tu alrededor, porque hay alguien que quieren joder nuestra relación. —Señalo detrás de él, a la puerta—. Es esa mujer, que no tiene sentido común ni entiende un «no» por respuesta. Tienes que volver a hablar con ella para que de una vez por todas lo entienda. Si es que tiene un poco de neuronas, lo hará, aunque lo dudo porque parece que todo lo que se... ¿qué? ¿Por qué me miras así?

Baxter me mira sonriente, como si le pareciera divertido todo esto.

—Por nada. —Se encoge de hombros. Esta vez cuando se acerca yo no retrocedo, pero si levanto la cabeza para mirarlo desde mi altura—. Pero te ves muy graciosa toda celosa y malhumorada.

—Cállate —digo tono mordaz—. Es tu culpa.

—Madison... —murmura con tono cansino, volviendo a adoptar una expresión exasperada.

—No, no digas mi nombre en un tono de voz como si yo estuviera exagerando o fuera una loca. ¿Qué sentirías tú si fuera al revés? —Lo señalo al ver su rostro tenso—. ¿Lo ves? Estarías todo gruñón y celoso, así que no intentes calmarme.

Estira la mano colocándola en mi mejilla.

—Está bien. Hablaré con ella.

Dentro de mí hay algo que no quiere que él lo haga. Porque estoy más que segura que Heidi aprovechará cualquier oportunidad a solas para seducirlo, pero si nunca llega a ponerle los puntos claros esta situación se saldrá de control si no le ponemos un alto.

—Bien. —Asiento. Me alejo de su toque y camino hacia la puerta.

—¿Madison? —me llama, confundido—. ¿Estamos bien?

—Eso ya lo veremos.

Sus ojos pasan del dolor a la furia.

—Demonios, ¿qué más quieres que haga? ¿Por qué estás tan furiosa conmigo, como si fuera mi culpa? ¡Es tu culpa!

Abro la boca, jadeando por sus palabras.

—¿Mi culpa? —Me señalo—. ¿Por qué mi culpa?

—Porque no quieres que nadie se entere de lo nuestro, por lo menos si ella lo supiera no actuaría como dices que lo hace.

—No seas idiota, ni se te ocurra voltear esto. No es mi culpa que ustedes hayan tenido algo hace tiempo y ella siga siendo una loca que te busca a toda costa. No es mi culpa que ella aún quiera algo contigo. A ella no le importa que estés conmigo o con alguien más, a esa mujer no le importa nada.

—¿Y tú como sabes eso? ¿Acaso la conoces?

—¿Estás defendiéndola?

—¡No! —exclama—. Solo intento pensar en cómo sabes si ella seguirá o no detrás de mí cuando se entere de lo nuestro.

—Hasta cualquier idiota se daría cuenta de que sí —digo, sin querer hablar sobre el sexto sentido que tenemos las mujeres o las intensiones que notamos en otras mujeres cuando están interesadas en nuestros hombres. Su mirada mortal me hace estremecer, pero no me amedrento. Avanzo hasta rozar mi pecho con el suyo. Mi respiración empieza a ser trabajosa—. Si de verdad quieres estar conmigo, aleja a tu última conquista. Ella parece creer que aún tiene una oportunidad. Y tal vez sea porque le has dado alguna señal. ¿Es así?

—No digas estupideces.

—El único que dice estupideces eres tú.

Ante mi mordaz tono, la boca de Baxter se endurece, el enojo está más latente que nunca en su mirada.

En unos segundos me encuentro a mí misma siendo empujada violentamente contra el escritorio, mientras Baxter se aferra a la parte de atrás de mis muslos y levanta mis piernas, presionándose entre ellas, mientras levanta el borde de mi falda por encima de mi cintura. Me aferro a él por equilibrio, el frío escritorio contra mi trasero.

Intento empujarlo, pero él solo presiona más profundo, su mano derecha deja mi pierna para desabotonar sus pantalones. Empiezo a jadear.

Toda esta discusión no ha hecho más que excitarme, y a él también, porque noto un bulto en sus pantalones mientras se baja la cremallera. Estamos en su despacho, yo estoy sobre el escritorio y la puerta está cerrada con seguro, así que no lo pienso más cuando ataca mis labios.

Suelto un suspiro cuando su boca choca contra la mía en un beso duro, lleno de rabia por parte de ambos. Los dos estamos enfurecidos con el otro y eso no hace más que aumentar mi ritmo cardiaco.

Sus labios bajan por mi cuello, lamiendo y chupando a su paso. Suelto un tembloroso suspiro al sentir su dureza contra mis bragas. Cierro los ojos ante la intensidad con la que me está besando, como si quisiera poseer cada parte de mí. Mi cuerpo frente al suyo hace que su dureza roce mis muslos con fuerza.

—Lo siento por ser tan idiota —murmura contra mi cuello, repartiendo besos aquí y allá. Cierro mis ojos disfrutando de sus caricias, de sus manos adentrándose en mi blusa y presionando mis senos con delicadeza. Jadeo cuando pellizca mis pezones, arrancándome gimoteos bajos, ansiando más.

—Te perdonaré si me haces disfrutar —susurro abriendo mis ojos. Por su mirada encendida sé que este tiempo valdrá la pena. Más adelante podemos seguir discutiendo el tema, ahora mismo quiero sentirlo dentro de mí. Ya.

Aplasto mi boca contra la suya mientras siento que baja mis bragas por mis piernas de un solo tirón. Su lengua roza la mía al mismo tiempo que su miembro roza mis labios inferiores, justo en mi centro. Abro la boca para dejar que siga disfrutando mi boca, pero suelto un jadeo ante la invasión que siento cuando incrusta furiosamente su polla dentro de mí. Un par de gemidos se escapa de mi boca mientras arqueo mi espalda para levantar mis muslos y rodear sus caderas. Él golpea dentro de mí, rotando sus caderas con fuerza mientras entra y sale de mí, mis gritos de placer llenan la oficina. Sus gruñidos salen amortiguados contra mi cuello.

—Joder, Madison —gruñe enterrándose más profundo dentro de mí.

—Ahhh —jadeo cuando coge mis caderas y me arrastra al borde de la mesa. Sus manos sostienen mi trasero.

—Recuéstate —demanda. Sus ojos están brillando.

Hago lo que me pide, sintiendo bajo mi espalda que los papeles se arrugan, pero a ninguno de los dos nos importa. Desde este ángulo puedo sentirlo deslizarse más profundo, más rápido.

Me retuerzo sobre el escritorio, siento que mi cuerpo está bajo su control. Mi piernas están alrededor de sus caderas y mi interior se aprieta cuando su polla entrar y sale, jadeo con cada estocada. La tortura es exquisita. El orgasmo me atraviesa en tiempo récord. Siento como su miembro crece dentro de mí, alcanzado el clímax, sigue moviéndose y yo siento otro orgasmo construyéndose. Baxter baja su pulgar a mi clítoris y todo lo que tiene que hacer para que explote es acariciarme. Baxter se viene al mismo tiempo que yo, pero trato de mantener mis ojos abiertos para disfrutar de sus expresiones mientras se corre. Echa su cabeza hacia atrás, sus dientes apretándose, los músculos de su cuello estirados mientras sus caderas terminan de empujarse contra mí.

La sensación de él corriéndose en mi interior es demasiado par mí, su rostro mientras lo hace es la cosa más sexi que he visto. Grito cuando mi sexo pulsa alrededor de su polla mientras termino de correrme. Esta vez no puedo hacer nada más que cerrar los ojos y disfrutar de la sensación cuando mi cuerpo da espasmos por los orgasmos.

—Jesús —murmura Baxter con hambre en sus ojos cuando abro mis párpados. Poco a poco mis músculos se relajan, aunque él sigue en mi interior. En unos segundos analiza mi rostro, acaricia mi cabello con delicadeza besando mi frente sudorosa—. ¿Me perdonas por ser tan idiota?

Sonrío, el malhumor ha pasado.

—Acabo de recibir dos orgasmos, creo que estás lo suficientemente perdonado. Aunque si quieres regalarme más, no me opondré.

Él sonríe con picardía hundiendo su miembro semi-erecto en mi interior. Puedo sentir el semen derramarse entre mis piernas. Antes que pueda empujarlo de nuevo para que se mueva, se retira de mi interior. Se sube el pantalón y se aleja a rebuscar algo entre los cajones de su escritorio, cuando vuelve veo que tiene papel higiénico en sus manos.

Me limpio rápidamente, pero cuando intento subirme las bragas, estas están estiradas y no sujetan mi cintura. Hago una mueca, las ha arruinado al intentar quitármelas.

—Ahora tendré que pasearme por la editorial en ropa interior —murmuro con fingida pesadumbre.

—Mierda. —Se ve horrorizado ante tal pensamiento.

—No te preocupes, harás más fácil el acceso cuando nos veamos luego. —Le guiño el ojo. Me acomodo el cabello, la blusa y la falda, asegurándome de que todo esté en su lugar. Ya no llevo maquillaje como solía hacer así que no me preocupo por maquillaje corrido. Solo llevo delineador a prueba de agua y por el reflejo del cristal de la ventana sé que realmente es a prueba de agua, o de una follada. Beso a Baxter en la boca antes de caminar lejos de él—. Gracias por eso, realmente lo necesitaba.

Continue Reading

You'll Also Like

336K 50.9K 35
En el juego de la fama, nunca hay lugar para un desliz, pero en la travesía de la vida es inevitable no tenerlos. Arabella Sinclair se juró que, tra...
37.4K 1.1K 32
Penny Dolton es la definición de "CAOS". No existe nadie, ni nada que pueda corromperla, ni hacerla ver sus erros. La vida le a demostrado un lado d...
767K 39.1K 35
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
4K 552 5
¿Qué tan inconsciente debió haber estado la noche anterior como para acostarse con un desconocido? Y ¿Qué tan mala suerte debe tener como para que el...