Vrykolakas: La Venganza.

By AlbenisLS

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En la noche del 23 de junio de 1992, ocurrió un horrendo crimen en una residencia de estudiantes de medicina... More

Sinopsis.
Ignorancia.
Ataque.
Muerte - Parte 1.
Muerte - Parte 2.
Muerte - Parte 3.
Resurrección.
Memoria.
Hambre.
Regreso.
Retroceso.
Negativa.
Plan B.
Detective Samuel Moore.
Madrugada.
Red Moon Club.
Graduación.
Ella es Cat, Cat Brown.
Emboscada.
La Moura Oscura.
Aberración.
Liverpool, 1817.
Asesino.
El Verdadero Enemigo - Parte 1.
El Verdadero Enemigo - Parte 2.
El Verdadero Enemigo - Parte 3.
Defensa.
Revelación
Diáspora.

Vanessa.

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By AlbenisLS

Los gritos de terror eran sofocados por el crepitar constante de las llamas de la enorme chimenea. Allí, sobre la alfombra, yacía el cuerpo de un hombre de unos treinta años, semidesnudo, con mordidas en todo su cuerpo ensangrentado. Los gritos no provenían de él, pues ese hombre llevaba muerto aproximadamente unos cuatro días. La causante de aquellos horribles chillidos era una mujer joven, de unos veintitantos, de aspecto gótico, con varios tatuajes en sus brazos y en sus piernas. También tenía varios piercings en su labio, su nariz y su ceja. Estaba desnuda desde hacía una hora, cuando la chica que había conocido esa misma noche la llevó hasta su casa con el objetivo de acostarse con ella.

Jessica, así se llamaba la chica, había ido al bar gótico más popular en todo Boston, a dónde asistían todas aquellas personas de gustos similares hacia la oscuridad, la música rock y las vestimentas negras. Esa mañana, se había teñido el cabello oscuro con mechones morados y fucsia, y se había abierto una nueva perforación en la oreja.

Una vez que estuvo lista para salir, llamó a su mejor amiga para que la pasara buscando en un taxi, lo cual hizo una hora después, haciendo que Jessica se molestara un poco con ella, por lo que decidió tomar una pequeña venganza. Esa noche, su amiga regresaría sola a casa. Jesica conseguiría a alguien. 

Jessica había sido lesbiana desde que tuvo conciencia. Solía besarse con sus compañeras de colegio como un chiste, aunque solo para ella no era así. Cuando decidió estudiar música, algo en lo que en realidad era buena, tuvo su primera relación seria con una chica llamada Daisy, la cual murió un año después en un accidente de auto. Eso causó que Jessica desarrollara una seria depresión que la convirtió en una chica dark.

Con el tiempo, se fue metiendo en el mundo de las personas góticas, comúnmente muy cerradas entre ellas para protegerse. Pero en Jessica vieron a una buena amiga, por lo que la aceptaron con facilidad. Hizo amistad con muchas personas, hasta que realmente formó parte de un grupo.

Esa noche, al llegar al bar gótico, lo primero en lo que se fijó fue en aquella hermosa y pálida chica que bailaba desenfrenadamente en medio de la pista. Le pareció preciosa en tan solo un segundo, y entonces decidió que sería ella con la que se iría a la cama. La chica que bailaba tenía el cabello corto como un chico excepto por un largo flequillo que le caía sobre la cara. Era alta y delgada, su figura era completamente esbelta. Parecía una super modelo. Llevaba una camisa cuello en 'v' y unos jeans negros, junto a unos zapatos de tacón de icual color. Estaba fumando un cigarrillo mientras bailaba, lo que la hacía lucir aún más cool ante los ojos de Jessica.

La chica se acercó directamente y le pidió un cigarrillo, a lo que la muchacha, que dijo llamarse Vanessa, le ofreció el que tenía encendido, pues era el último que le quedaba. Fue entonces cuando Jessica se percató de los ojos de Vanessa. Eran asombrosamente verdes, como esmeraldas.

No perdió tiempo en halagarlos, y se sorprendió cuando Vanessa le correspondió. Siguió el juego del coqueteo: bebieron, hablaron y se dieron unos cuantos besos discretos antes de que Vanessa la invitara a su casa, a lo que Jessica aceptó sin chistar.

Se despidió de su amiga, quién se sorprendió por lo bien parecida que era la conquista de esa noche de Jessica, a la que consideró suertuda.

Las dos chicas salieron al exterior, donde Jessica tuvo una mejor percepción de Vanessa. Era imposiblemente bella. Cara delgada, nariz fina y recta y pómulos envidiables. Era perfecta, y era de Jessica. 

-¿Vamos a pedir un taxi?- preguntó Jessica, a lo que Vanessa sonrió, negando con la cabeza.

-No, yo tengo auto propio. Está por allá. Vamos.- dijo Vanessa, usando su voz de contralto, magníficamente sensual.

Vanessa tomó a Jessica por la cintura y caminó junto a ella hasta llegar a su auto, un mustang color negro reluciente. Cuando Vanessa le abrió la puerta del auto y dijo un ' las damas primero' en tono gracioso', Jessica entró. Se sentía extrañamente afortunada. Era una chica hermosa, inteligente y aparentemente rica.

-¿Y en qué parte de Boston vives?- preguntó Jessica, tratando de esablecr una conversación casual con Vanessa luego de haber salido del estacionamiento del club quince minutos atrás.

-Por aquí, por allá... La verdad, no soy de Boston. Mi... trabajo me llevó hasta este lugar.- contestó Vanessa, mirando directo hacia la carretera. 

Jessica se fijó en que Vanessa no tenía las luces del auto encendidas, por lo que se preocupó en cierta forma. Era bastante de noche, y habían partes de la carretera que no estaba iluminadas por las altas lámparas.

-¿En serio? ¿Y de dónde eres? ¿En qué trabajas?- Jessica se sentía bastante atraída por la chica que tenía los ojos pintados con un lápiz del mismo color de su oscuro cabello.

-Soy de Liverpool, Inglaterra.- explicó Vanessa. 'Eso tenía sentido.' pensó Jessica 'Su acento no parecía ser de Estados Unidos.' - Y trabajo en... La Organización Mundial de la Salud. Con respecto a transfusiones de sangre y esas cosas.-

A Jessica le pareció que Vanessa estaba bromeando, pues hizo un pequeño sonido al explicar su trabajo, pero luego dejó de prestarle atención. Pronto el auto se detuvo frente a una casa bastante ostentosa, con escalinatas de mármol y una entrada digna de ricachones.

-Vaya... Te va bien en el trabajo.- exclamó una asombrada Jessica una vez que se bajó del auto y comenzó su marcha hasta el interior de la casa.

-Si, me va bien. La sangre es lo mío.- dijo la pálida chica en un tono sombrío.

El recibidor de la casa era espléndido. Dos escaleras se convertían en una y llevaban al siguiente piso, donde seguramente se hallaban las habitaciones. El suelo era de cerámica negra, tan reluciente que Jessica se pudo ver reflejada en ella. Las paredes estaban pintadas de un blanco sorprendente. A la izquierda había una puerta de madera clara,  a la izquierda una abertura en la pared dejaba ver a Jessica la entrada a la cocina.

-Ven, vamos a mi estudio.- dijo Vanessa, de repente colocando sus manos alrededor de la cintura de Jessica, quien se sintió intimidada por la chica, algo que terminó en cuanto Vanessa le dio un suave y sensual beso en los labios. Jessica sintió que la piel de la chica era fría, más bien helada, algo extraño para ser una calurosa noche de verano.

-Estás fría.- dijo Jessica sin despegar sus labios de los de Vanessa.

-Bueno... Los vampiros somos así.- dijo Vanessa, de pronto separándose de Jessica y mostrando una sonrisa sobrenaturalmente blanca. 

-¿De qué estás...- Jessica tragó saliva. Piel pálida y fría, dientes muy blancos. Ella había leído acerca de vampiros antes, pero nunca le había parecido algo que le llamara la atención.

Vanessa tomó a Jessica por su cabello recién teñido, y luego de darle un beso bastante brusco en los labios, le hizo la cabeza hacia un lado, dejando al descubierto la preciosa garganta que Jessica ocultaba detrás de un collar de púas de bastante mala calidad.

-Tu sangre huele bien. Espero que no pruebes drogas.- dijo Vanessa, acercando su cara hasta el cuello de Jessica, quien comenzó a forcejear. Algo imposible, pues la alta  delgada chica parecía tener una fuerza increíble.

De pronto, Jessica sintió una dolorosa punzada en su garganta, cuando los dientes de Vanessa le atravesaron la piel, haciendo brotar un chorro de sangre que hizo gritar a la chica gótica.

Jessica había sido torturada durante una hora por Vanessa la vampiro. La había arrancado la ropa hasta dejarla desnuda frente al cadáver del hombre -que ya olía bastante mal- la había mordido repetidamente en diversos lugares -desde su garganta hasta los tobillos- la había follado a una velocidad casi supersónica e incluso la había quemado con cigarrillos en sus rosados senos.

Estaba aterrada y adolorida. Quería salir corriendo del estudio, pues además el calor del fuego la estaba asfixiando. Pero sabía my bien que no podría salir sin que Vanessa la escuchara. Los vampiros tenían un excelente oído, olfato, vista y tacto. Ella no la dejaría ir así de fácil. Vanessa se había ido unos quince minutos antes para hacerle algo de comer a su 'invitada', pero volvería en cualquier momento. Y eso era lo que más asustaba a Jessica.

La puerta del estudio se abrió y la chica cerró con fuerza los ojos. No quería ver lo que pasaría ahora. Solo mentalizaría que sería otro rato de torturas por parte de aquella loca mujer... Si es que podía llamarse así.

-Vete, me aburriste.- dijo la voz de contralto de Vanessa. Jessica no dio crédito a lo que había escuchado, por lo que se quedó inmóvil. Había creído que era una broma o algún truco de la vampiro.

-¿Acaso no me oíste, Jess? Dije que te fueras. Tengo visitas.- la voz de Vanessa volvió a sonar, repitiendo lo mismo de un instante atrás. Fue entonces cuando una asustada Jessica abrió los ojos,  y vio algo que la asustó incluso más que ver a Vanessa solamente. Junto a ella había otro vampiro, un chico que a primera vista aparentaba dieciséis años, pero al detallarlo, se notaba que era mayor que eso. Era pálido, aunque no tanto como Vanessa. Estaba vestido con un sweater y jeans negros, y en sus blancas manos llevaba dos maletas que parecían pesadas.

-Benjamin, querido, ¿Quieres algo de comer? Si quieres, Jessica puede quedarse como la cena.- dijo Vanessa de modo afectuoso hacia el chico, cuyo nombre Jessica logró escuchar que era Benjamin.

-No. Ya comí camino hasta aquí.- respondió Benjamin en una voz monótona y fría. Jessica se fijó en el rostro del tal Benjamin. Era delgado, de pómulos pronunciados y nariz recta, su cabello negro y algo ondulado estaba desordenado en todas direcciones. Pero lo que más llamaba la atención de la cara de aquel chico eran sus ojos, de un negro increíble y aterrador.

-Entonces estás a salvo hoy, Jessica. Pero antes que te vayas, necesito hacer algo contigo.- dijo Vanessa, quien en menos de un segundo estaba en la cara de la chica, sobresaltada al verla tan cerca. Miró de nuevo a los verdes y bellos ojos de Vanessa, tan atractivos como piedras preciosas.

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