Nunca dejamos de sorprenderno...

By Dramione2400

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Hola esta historia no es mia pero me gusto mucho y por eso se la quiero compartir "...Existe una hermosa unió... More

Capítulo II La maldita carta
Capítulo III La despedida
Capítulo IV La realidad golpea como el peor de los Tsunami
Capítulo V Prefiero que me odie a que muera conmigo
Capítulo VI Imposible es: Convertir en odio un gran amor
Capítulo VII El comienzo de una nueva vida sin él
Capítulo VIII Plan fallido: Encontrada
Capítulo IX El reencuentro tan deseado: Perdóname
Capítulo X La realidad vuelve a golpear
Capítulo XI Dejando a un lado a "El problema"
Capitulo XII La única esperanza
Capítulo XIII Un día para celebrarlo de principio a fin
Capítulo XIV ¡Feliz aniversario!
Capítulo XV Nuestra historia de amor
Capítulo XVI El enemigo: La verdadera realidad
Capítulo XVII Hasta los Mortífagos tienen corazón
Capítulo XVIII La caída del Señor Oscuro
Capítulo XIX Ya nada nos podrá lastimar
Capítulo XX La dulce llegada
Capítulo XXI Más allá del cielo
Capítulo XXII La despedida: Hogwarts
Capitulo XXIII Hogwarts: "El Sombrero Seleccionador"
Capítulo XXIV Juntos para siempre
Epilogo

Capítulo I Un hermoso sueño hecho realidad da paso a la peor de las pesadillas

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By Dramione2400


Con un bostezo repentino abrí lo ojos para darle la bienvenida al nuevo día que comenzaba a colarse como brisa fresca a través de la cortina color caoba y almendra que adornaba la única ventana de la habitación principal. Nuestra habitación. Amaba despertar temprano o al menos, antes que él, para así poder ordenar o en tal caso, reorganizar todo lo necesario para ejercer con satisfacción mi jornada del día y obviamente, para que negarlo, me maravillaba la sola idea de saber que por este día que recién comenzaba a correr podría consentir, mimar y cuidar a los amores de mi vida. Aquellos por los cuales feliz despierto, respiro... ¡Vivo!

Precisamente, uno de esos grandes amores se encuentra aun sumergido en un profundo sueño bajo mi cuerpo. Sonreí. ¡Como me gusta recostar mi cabeza en su pecho! Sentir su respiración... escuchar su corazón me hace tan feliz. Debo reconocer que precisamente eso, es decir, aquellos latidos en particular son una de mis mayores debilidades y como no serlo, después de que su dueño me susurrara al oído infinidades de veces que cada bombeo sanguíneo que producía ese órgano me pertenecía solo a mi.

— Sí, es solo mío… — Susurré con una sonrisa pintada en mis labios.

La dicha que siento es tan grande que puedo decir con propiedad que, SOY LA MUJER MÁS FELIZ DEL MUNDO. Así me siento, pero realmente ¿Quién no se sentiría así estando en mi posición?...

Soy Hermione Jane Malfoy Granger, Profesora de Hogwarts; en este prestigioso Colegio imparto una de mis asignaturas preferidas, Pociones. En muy pocos días cumpliré 4 grandiosos y hermosos meses de embarazo, ¡Sí, estoy embarazada! Por esto mi felicidad se multiplicó meses atrás... conocer esta noticia me hizo llorar de felicidad, ¡Por fin, mi amado Draco y yo formaríamos la familia que desde un principio deseamos! Y para mejorar esa dicha, cómo si aquello fuese creíble, dentro de mi ser crecen dos bebés, frutos del gran amor que existe entre nosotros. Aunque, de esto nos enteramos en la ultima consulta rutinaria, realmente, hace muy poco; ya estábamos mentalizados a ver dentro de unos cuantos meses más a un ser que necesitaría de nuestra ayuda para formarse, pero al saber que son dos mi imagen mental se incrementó y mi corazón también. Draco dejaba que su dicha se viera reflejada hasta en su forma de actuar. Nuestros primeros hijos... saber que son dos me llena de interrogantes como, ¿Serán gemelos, es decir, idénticos? Ciertamente saber esto me pone ansiosa, pero lo único que pido es que vengan al mundo sanos, no importa géneros, color ni características ya que del resto nos encargaremos nosotros, los haremos muy felices, lo sé... puedo sentirlo. Sinceramente, creo que esto es suficiente para sentirme como me siento, pero para incrementar mi alegría dentro de dos días cumpliremos 3 años de feliz matrimonio que para mi son, realmente, 5 años ya que los 2 de noviazgo forman parte importante de esta relación, también. Está demás decir que han sido los mejores y más hermosos 5 años de mi vida. Son muchas la veces que siento que explotaré de felicidad, ¿Será posible?...

FLASH-BACK

En Hogwarts hacía uno de esos días soleados y fantásticos donde todos los estudiantes preferían estar a la afueras del Castillo, tal vez en los jardines o cerca del lago, menos dentro de los salones. Precisamente, nosotros... — Draco, el Slytherin vestido con su indumentaria esmeralda, la cual caracterizaba fácilmente la Casa a la cual pertenecía, y yo, la Gryffindor con vestimentas color escarlatas representando a los Leones de mi Torre. No era un secreto para nadie perteneciente al Mundo Mágico que dichas Casas se odiaban desde tiempos remotos, pero a nosotros, particularmente, aquello ya no nos importaba. Total, eran nuestras vidas... nuestros sentimientos los que estaban en juego — permanecíamos sentados a gusto en las raíces de un árbol alejado que se encontraba a orillas del Lago Negro, precisamente ese frondoso arbusto fue el que vio nuestro gran amor crecer y madurar a la vez día tras día. Ese árbol guardó nuestro secreto y se lo agradecemos, no porque nos diera miedo la opinión de nuestros compañeros o tal vez las posibles quejas y burlas, sino... porque pretendíamos alejar esta información de los oídos de Lucius Malfoy, el padre de Draco, lo más posible; ya que él, justamente, era capaz de hacer TODO lo que fuera necesario para evitar que me le acerque a su hijo, para evitar que seamos felices juntos, y eso lo sabíamos. Pero nos amábamos y era suficiente para nosotros. El hecho de que nuestro amor debíamos mantenerlo bajo las sombras, no nos perturbaba, no aun, aunque sabíamos muy bien que llegaría el día en el que debíamos dar la cara. Por ahora, estábamos perfectamente así.

Se había vuelto una costumbre encontrarnos todas las tardes en aquel lugar. Continuábamos sentados, uno al lado del otro, tomados de la mano, contemplando el Lago que se abría paso ante nuestros ojos, además del radiante día, sin siquiera pronunciar palabra, pero es que no era necesario hacerlo, así de sencillo, con mirarnos o acariciarnos nos comunicábamos interminables sentimientos, hasta podíamos imaginarnos lo que el otro pensaba. Este silencio se quebraba cada cierto lapso de tiempo para darnos la dicha de escuchar los sonidos característicos de las Criaturas Mágicas alrededor de Hogwarts, que siempre nos relajaban y nos transportaban a un mundo donde solo él y yo existíamos. Era un silencio acogedor, el cual sin aviso alguno Draco rompió...

— Sabes, hoy te ves más hermosa que nunca — Expresó mientras acariciaba mi mejilla.

— No sé si creerte — Jugueteé — Puesto que todos los días me dices lo mismo — Me sonrojé al tiempo que una sonrisa hacía brillar mi rostro.

— Lo que pasa, es que siempre estás hermosa. Así te ven mis ojos...

Aquello llegó a mis oídos de forma tan especial, es que justamente el lo susurró de esa manera. No podía dejar de mirar sus ojos, su grisáceos y a la vez cálidos ojos, en los cuales tiempo atrás habitaba una frialdad dañina, pero desde poco antes de comenzar nuestro noviazgo eran distintos, ya que no había indiferencia ni maldad en ellos, había pura ternura. Sus ojos me demostraban tantas cosas, que gritaba a los cielos que los míos también hicieran los mismo. Mirarlos se había vuelto mi pasatiempos preferido... ¡Cuanto amaba esas esferas color mercurio!

— No sé si lo sabes, pero amo tus ojos... — Un murmulló inesperado para ambos salió de mi garganta. No pude evitar pararlo, siquiera quise hacerlo. Logré notar como esbozaba una sonrisa que poco a poco fue creciendo en sus labios — Perdón, me expresé de forma incorrecta — No dejé de mirarlo a la cara y pude notar debido a esto su confusión transformarse en una arruga pronunciada localizada en su porcelana frente, sin embargo, lo anteriormente dicho por mi ni siquiera me había inmutado. Yo seguía igual de sonriente que al principio — Ciertamente amo tus ojos, pero lo que pasa es que... Te amo todo tu. No solo a tus ojos, a tu sonrisa también la amo... — Continué mientras mi mano se posó en su mejilla para comenzar a acariciarlo con cariño — Amo cada palabra que sale de tu boca dirigida a mi, amo tus labios... — De forma inconsciente o no, con mi dedo pulgar acaricié aquella zona antes mencionada. Eran tan cálidos, me besaban con tanto afecto — Amo las caricias que me producen tus manos... — Dirigí mi mano libre hasta la suya y le dí un apretón amistoso mientras entrelazábamos nuestros dedos — También amo tu...

Me sorprendió con un abrazó que cortó mi voz y mi respiración la agitó. Me atraía a su cuerpo con mucha fuerza, pero sin hacerme daño, me sentía tan segura. ¿Podíamos permanecer toda la vida así, juntos? Una afirmación era lo que más quería en ese momento.

— Yo te amo, te amo... — Susurraba al tiempo que con una mano acariciaba mi espalda y la otra la mantenía sobre mi enmarañado cabello. Ese gesto irradiaba pura protección. Se apartó un poco, solo lo necesario como para volver a quedar frente a frente, permitiendo así que nuestras miradas se volvieran a reencontrar — Te juro... — Respiró.

Cuando aquella única palabra salió de sus labios pude sentir la angustia y urgencia con la que lo dijo. El dolor en su voz me desgarró el alma y aun más me afectó ver sus ojos comenzar a humedecerse, cosa que los míos realizaron de forma involuntaria. Tenía la leve sospecha de a qué se debía todo aquello. Yo conocía el porqué de su dolor, ya que ambos los compartíamos y siempre tratábamos de hundirlo en lo más hondo de nuestro ser, pero a él, más que nadie, se le dificultaba. Le era imposible.

— Te juro que siempre, escúchame bien, SIEMPRE estaré a tu lado y te protegeré de los que sea...

No podía hacerme la ignorante, tanto él como yo, sabíamos que ese sea era su padre. A Draco le dolía todo esto porque le quería, pero ahora orgulloso de él no estaba, como tiempo atrás mascullaba estarlo por los pasillos del Colegio. Había abierto los ojos a tiempo, a tiempo para no convertirse en el asqueroso ser que su progenitor quería transformarlo... un Mortifago. Ese, precisamente, era la peor sugerencia que un padre podría darle a su hijo Mago, era lo peor. Aunque a mi amado rubio le dolía más el hecho de que lo sabía capaz de lastimarme hasta lograr su propósito. Podía hasta matarme, ambos lo sabíamos...

— Sabes que eres lo más importante para mi, ¿Lo sabes, verdad? — Fue inevitable para él parar aquella pequeña lágrima que ahora recorría su mejilla. Tal vez era diminuta en tamaño, pero sabía que escondía sentimientos que la hacían grande y dolorosa.

Dicho aquello, tomó mi rostro entre sus manos y lo acarició con suavidad tratando de borrar las lágrimas que de mis ojos también salieron. A los segundos, se acercó mucho más para rozar nuestros labios con timidez, con aquello me demostraba lo importante que era para él, pero... ¿Acaso creía que no lo sabía?

— Tu también eres lo más importante para mi... — Logré susurrar antes de fundirnos en un beso repleto de amor y diversos sentimientos que compartíamos por el otro. Fue un beso tierno, suave... de esos que dicen lo que las palabras no pueden.

Nos amábamos. No podíamos vivir el uno sin el otro, de eso estábamos totalmente seguros...

FIN DEL FLASH-BACK

Sonreí y como no hacerlo después de haber recordado uno de los mejores momentos que habíamos vivido durante nuestros años de noviazgo. ¿Cómo no hacerlo si aquello nos enseñó, nos hizo crecer? Suspiré con un deje de nostalgia ya que aquella memoria que atesoraba dentro de mi ser me recordó cuánto extrañaba el Castillo, pero especialmente a el árbol a orillas del Lago, aunque no cambiaría el sitió en el que estoy en estos momento por ninguno.

Mientras yo recuerdo y sonrío feliz, él sigue allí, bajo de mi, durmiendo plácidamente... Alcé la cabeza con suavidad y pude lograr mirarle como deseaba, su rostro, tranquilo, sereno y blanquecino me hacía verlo como un ángel, como mi ángel. Fue, es y será el único y verdadero amor de mi vida, aunque... — Acaricié mi abultado vientre sin dejar de sonreír — llegaron nuevos amores a mi vida, a nuestras vidas.

Lo más difícil de las mañanas es alejarme de él y justamente es el momento de hacerlo. Me había regodeado lo suficiente por este día, así que tratando de hacer el menor de los ruidos y el más leve movimiento salí de la cama. Estiré mis brazos mientras un bostezo se escapaba de mis labios. De forma inconsciente giré sobre mis propios pies y mis ojos volvieron a posarse sobre él. Sonreí al ver como cambiaba de posición al notar mi ausencia. ¡Somos tan parecidos! Yo no puedo evitar hacer lo mismo cuando es él el que primero sale de nuestro lecho. Me incliné un poco, lo suficiente como para que sienta mi presencia, pero lo necesario para no tocarlo...

— Te amo — Musité con suavidad, deseando que lo dicho resonara en su cabeza como si fuese producto de su imaginación, de un sueño... ya que no quería despertarlo, no aun.

Volví a mirarle y noté como el edredón de rayas color caoba le cubría solo parte de su blanco pecho y una sola de sus piernas. Mirarle así, tan pacífico, radiante y hermoso produjo un cosquilleó que me instó a volver a la cama, pero me negué rotundamente corriendo hacía el cuarto de baño que se encontraba en la puerta contigua dentro de la habitación. Draco producía en mi sentimientos que a veces me hacían actuar de tal forma que me desconocía, pero esa vez, no iba dejar dominarme por el deseo que me embriagaba.

Entré al baño y me miré en el espejo unos segundos. La sonrisa en mi rostro seguía allí y se intensificó al ver mi vientre cubierto por la holgada camiseta que llevaba. Comencé a lavar mi cara, luego tomé el cepillo de dientes para asear mi boca, pero a ultima hora decidí que un baño me vendría mejor, así que dejé mi ropa en el cesto, giré la llave de la ducha y al sentír la calidez del agua con mi mano, entré bajo el agua.

A lo pocos minutos ya estaba fresca y lista para colocarme un pantalón de algodón color blanco y una blusa floreada color azul. Salí del baño vestida y tomé el peine colocado en la peinadora que hacía juego con la decoración del cuarto. Traté de desenredar mi enmarañado cabello, que anteriormente había mojado para facilitar esta acción, pero un par de minutos después me di por vencida, tomé una coleta y lo amarré logrando un moño alto y frondoso, que alisé con mis dedos hasta darle forma.

Antes de dirigirme a la cocina le eché otro vistazo a mi esposo, el cual seguía en la misma posición que había adoptado antes de asearme. Sin perder más tiempo, salí de la habitación cerrando la puerta tras de mí en silencio.

Sin saber aun qué preparar para el desayuno, continué recorriendo mi acogedor hogar hasta situarme frente a la ventana cerca de la cocina, corrí las cortinas y logré notar que el sol no brillaba por completo, aun. Seguramente es muy temprano. Fijé mi mirada en el gran reloj que adornaba la pared principal de la casa, en el cual se podía apreciar bajo el prominente número 12, un llamativo escudo formado por una D color esmeralda y una H escarlata entrelazadas por una Serpiente que no dejaba de deslizarse entre ellas, mientras un León rugía al fondo a cada hora que marcaban las agujas. La creatividad de mi amado esposo es enorme, reí al recordar el momento cuando me propuso hacer nuestro propio Escudo Familiar. Dejando a un lado estas reflexiones confirmé mis sospechas, son apenas las 6:32am.

— En una hora más o menos Draco debe estar despierto — Susurré volviendo a perder mi mirada en el paisaje que se abría paso a través de la ventana.

No sé sí les conté, pero mi amado esposo trabaja en el Ministerio de Magia, ¡Sí, así es! Se preparó para se Auror y es uno de los mejores, no lo digo porque sea mi marido, lo digo porque es la verdad. Quizás a muchos les suene raro conociendo que su padre pertenece al grupo de los Mortifagos y al cual él mismo casi se integra, pero su verdadera vocación es esa, cazar a los Magos tenebrosos, como se hacen llamar los seguidores de aquel que no debe ser nombrado. Y como deben imaginarse, a su padre no le gustó para nada esta decisión, pero ¿Qué le gusta realmente a Lucius Malfoy? Nada... ¡No! la pregunta sería ¿Qué le gusta a Lucius Malfoy de su hijo, desde que está conmigo? Nada, ahora sí estaba bien formulada la interrogante. Pero yo, sin embargo, me siento muy orgullosa de Draco.

Amo todo lo que me rodea, amo a mi esposo, a mis hijos, a mis amigos.

Amo a mi suegra, sí, a Narcissa Malfoy; cuando la conocí me sorprendí de lo diferente que es a Lucius, antes de tratarla me preguntaba cómo Draco podía albergar dentro de su ser frialdad, distancia hasta maldad y luego dejar de lado todo eso para ser caballeroso, amable y tierno con tanta naturalidad; sin duda, la primera personalidad había sido creada detalladamente por Lucius y la segunda fue formándose poco a poco en su corazón gracias al amor que Narcissa le brindaba, las atenciones, los mimos... Narcissa es una gran mujer y la aprecio no solo por aceptarme como nuera sino como hija. Le quiero como a una madre por eso cada vez que puedo trato de visitarla o llamarla gracias al hechizo puesto por Draco, donde no solo unió el teléfono de la Mansión Malfoy con el nuestro, sino el de mis padres, amistades y el de mi Doctor también, para así tener una fácil comunicación; su apoyo en estos momentos en los que no tengo a mis padres cerca es muy importante para mi.

Los kilómetros que separan al mundo Mágico del Muggle son muchos, pero precisamente ese no es el impedimento que evita visitar mi antiguo hogar, sino que... no sabemos donde está el padre de Draco, no conocemos su paradero, es por eso que preferimos no hacer largos viajes, mucho menos en mi estado — Acaricié mi vientre — Además, no permitiría que por mi imprudencia a ellos les pasara algo. Draco no se lo perdonaría, tampoco, ya que los quiere tanto como yo. Es por esto que me he privado de ciertas cosas, como limitarme a escribirles cartas a mis seres amados o llamarles vía telefónica — Suspiré con nostalgia — ¿Por qué las cosas tenían que ser así? ¿Por qué? Los extraño tanto que Draco un día me propuso traerlos a aquí para pasar una temporada con nosotros, pero ellos se negaron, ya que alegaban no querer causar problemas, además ellos tienen una vida agitada en el mundo en el que viven y yo respeto su decisión, por eso dejé de insistir.

Por otra parte, amo también al Castillo que me formó en la Bruja que soy y a Dumbledore le aprecio en demasía; Hogwart, Dumbledore y el frondoso árbol fueron los primeros en conocer lo que existía entre Draco y yo, y el primer apoyo que recibimos fue precisamente el del viejo barbudo. Dumbledore ha sido muy bueno con nosotros, nos ayudó a ambos con nuestra formación, me aceptó sin dudar en el Colegio como Profesora y sé que esto me lo gané también gracias a mis notas. Draguarce con honores en Hogwarts no es cosa fácil y Draco y yo lo habíamos conseguido. A veces, me parece, que mi esposo y Dumbledore se unen para destruirme, de forma literal lo digo, ya que desde que éste ultimo se enteró de mi embarazo, aunque sospecho que lo sabía desde tiempo atrás, no me deja poner un pies en Hogwarts. Él sabe lo mucho que me gusta dar clases, además si hablamos de seguridad... nada más conveniente que el Castillo, por eso sé que mi amado esposo tuvo que ver con esa decisión.

Mi vista siguió un rayo de luz que cruzó el cielo reflejado por la ventana en la cual seguía parada y la alusión de lo vivido aquel día comenzó a invadirme...

FLASH-BACK

Hace aproximadamente unos 4 meses atrás…

— Draco, mi amor, no es necesario que me acompañes, igual debo ir a cumplir con mi labor de todos los días — Le repetí mientras terminaba de alistarme.

Mi platinado esposo seguía sentado en la cama de nuestra habitación con las piernas cruzadas y los brazos también a la misma altura del pecho. Su rostro irradiaba una supuesta seriedad que yo no me creía, ya que sabía que todo aquello era una de las mascaras que usaba para lograr lo que pretendía conmigo, pero yo no iba a ceder.

— Además, sabes que en Hogwarts estoy segura, no sé porque te pones así — Continué con un tono de voz más formal, mientras de manera repentina tome una postura defensiva colocando mis manos en la cintura y frunciendo un poco la frente.

— Amor, no entiendes que mi preocupación creció, ahora no solo a ti te tengo que cuidar, si no a mi hijo y no es que me moleste, en verdad, eso me llena de felicidad — La máscara se le había caído al piso, literalmente. Se acercó hasta donde estaba de forma juguetona mientras dibujaba una sensual sonrisa en sus labios — Por favor...¿Qué te cuesta dejarme ir contigo? O acaso... ¿Te molesta que tu marido te acompañe a tu trabajo? — Al finalizar unió sus labios formando un puchero tan tierno que logró hacerme reír y romper, obviamente, mi rígida expresión.

— Está bien, está bien... acompáñame — Dicho esto unimos nuestros labios en un tierno beso que duró solo segundos ya que debíamos terminar de alistarnos para partir a Hogwarts.

Casi 1 hora después, estábamos parados frente a la gárgola que indicaba que aquel era el despacho del Director del Colegio, Albus Dumbledore.

— ¡Sorbete de limón! — Dijimos al unísono y la entrada se abrió permitiéndonos subir a las escaleras giratorias, que nos llevarían finalmente al lugar al que queríamos ir.

Como me lo esperaba, Dumbledore estaba allí, parado tras su escritorio dispuesto en medio de su acogedora, bonita y espaciosa oficina circular. Una sensación extraña me invadió al ver al barbudo hombre frente a mi, ya que no parecía sorprendido por nuestra llegada y eso que ni siquiera le había avisado que vendríamos, bueno, yo no le avisé. Dejando a un lado aquello, estaba como siempre le recordaba, con aquellos anteojos viejos en forma de media luna y esa sonrisa suya llena de paz que mantenía dibujada en sus labios casi la mayor parte del tiempo.

Con un silencioso gesto nos pidió que tomáramos asiento al frente de su escritorio mientras el hacía lo mismo el la silla predispuesta para el Director. En ese momento fue que logré echarle un vistazo al despacho y como siempre que pisaba ese lugar, me maravillé; es que había tantos objetos bien ordenados que no se llegaban a ver mal, además la cantidad de cuadros parlantes en la habitación era tanta que dudaba el color que tenían las paredes. Esos cuadros, a mi personalmente, me fastidiaban mucho ya que siempre se anticipaban a los hechos, ¡Sabían todo! Al igual que el mismo Albus muchas veces.

Draco tomó mi mano y con eso logró que se esfumaran mis comentarios mentales sobre la decoración llamativa del lugar. Pero nuevamente, la sensación de que Dumbledore sabía el motivo que nos traía allí me estremeció al escuchar un suspiro proveniente de los dichosos retratos que logró sorprenderme tanto que alcé las cejas sin disimulo. Aquí estaba pasando algo, pero preferí ignorar todo aquello, si Albus ya sabía, simplemente, iba a escucharlo de nuevo, ya que era muy importante para mi decírselo personalmente.

— Hacen una hermosa pareja — La voz angelical del hombre me sacó bruscamente de mis reflexiones.

El Director no borraba aquella mueca de felicidad en su rostro y mucho menos dejaba de mirarnos intercaladamente, cosa que avivó aun más mis sospechas. Como respuesta a lo dicho tanto Draco como yo le sonreímos y compartimos una fugaz mirada.

— ¿Cuál será el motivo que los trae hoy acá?

Un mezcla extraña entre nerviosismo, pánico y felicidad comenzaba a recorrer cada centímetro de mi piel. Respiré hondamente tratando de darme valor. No había motivos para sentirme como me sentía, Draco era mi esposo, teníamos ya casi 3 años de feliz matrimonio... no había motivos. Todo iba a terminar bien. Mi nerviosismo era tal que el hombre que sujetaba mi mano lo notó, así que para darme apoyó me regaló un apretón de dedos que le agradecí internamente.

— Profesor... — Respiré — Usted sabe que para nosotros es una de las personas más importantes en nuestra vida. Nunca olvidaremos el apoyo brindado en todo momento, los consejos llenos de sabiduría en los malos y las alegrías compartidas en los mejores...

Recordar aquello logró que el temor que llegué a sentir se desvaneciera y me invadiera más bien una calidez acogedora, era una emoción que hacía que mis ojos brillaran más de lo normal. Draco fijó su mirada en mi, así que aproveché de volverle a mirar y mantenía una sonrisa y una expresión reflexiva que me hizo pensar que estaba recordando todo lo vivido en Hogwarts al igual que yo. Dumbledore, sin embargo, se mantenía sereno, igual de sonriente que al principio, pero muy atento a lo que yo decía. Un extraño y sonoro ruido logró que todos en la habitación desviáramos la vista hacía un retrato que mostraba a una mujer regordeta que con un pañuelo blanco se soplaba la nariz mientras suaves sollozos salían de su boca y lagrimas de sus ojos; otros retratos cerca me guiñaron el ojo, me mostraron sus pulgares y me sonreían como muestra de apoyo. En ese momento comencé a mirar de forma distinta a aquellos personajes, un cuadro de esos sería un gran adorno para nuestra casa. Me dejé de pausas y continué...

— Siempre ha estado ahí para nosotros, lo estuvo cuando le comunicamos nuestra relación a la madre de Draco, a Harry, Ginebra, Luna, Ron, a todos sin excepción. Nos animó y muchas veces nos ayudó a salir del hueco triste en el que caíamos y del cual pensábamos que no podríamos salir jamás. Hasta fue nuestro cómplice todas aquellas veces en las que pensábamos que nuestro secreto había sido descubierto ya que alguien nos encontraba juntos rondando los pasillos en armonía y repentinamente, usted aparecía y salía con una explicación tan formal como aquella vez que dijo que, nos encontrábamos haciendo un trabajo especial a pedido de usted mismo. Pero sabe qué, no se porqué razón creo que todas aquellas veces en las que mandaban a hacer trabajos en parejas y sorteaban a los mismo siempre nuestros nombres aparecían en el mismo pedazo de papel. Pero, más sospechoso fue aquella vez en la que nosotros mismo tuvimos que escoger a nuestro compañero y debido a la disponibilidad de las otras personas quedamos juntos, también. Creo que usted tuvo mucho que ver en todo aquello...

Dumbledore no dejaba de sonreír y yo tampoco dejaba de hacer lo mismo, pero noté como ya para aquel momento mis ojos comenzaban a arder debido a las lagrimas que poco a poco, a cada palabra se iban conglomerando allí. Antes de seguir miré a Draco y este continuaba mirándome igual que al principio solo que sus ojos estaban más brillantes que antes y su sonrisa mucho más risueña. No pude evitar posar mi mano libre en su mejilla y acariciarle con amor, mientras él al sentir mi tacto cerró los ojos por unos momentos. Regresé a mi posición anterior, aclaré un poco mi garganta y continué.

— Por eso querido profesor y por mucho más, Draco y yo hemos decidido anunciarle a usted primero esta noticia. Noticia que debo decirle, nos hace muy felices, tanto que nos sentimos las personas más dichosas del mundo, y la verdad, debo confesar que es extraño decir esto ahora, habiéndolo dicho tiempo atrás también, tiempo en el que creíamos que mas dichosos no podíamos estar y mire, se cumplió aquella frase que un día sin esperarmelo me dijo: "La vida está llena de sorpresas, por esa misma razón nunca dejamos de sorprendernos de la vida"... — Miré a Draco otra vez, pero en esta ocasión pidiéndole con los ojos que continuara. Observó a Dumbledore y las palabras empezaron a salir de su boca...

— Profesor, sinceramente queremos darle las gracias por todo lo que ha hecho por nosotros. Usted mejor que nadie sabe que lo aprecio como a un padre... — La tristeza volvió a tocarlo y todos en el despacho lo notamos en el momento que bajó un poco la mirada. Apreté sus dedos de igual forma que él lo hizo conmigo para darme ánimos. Me miró de reojo, respiró y continuó — El motivo que nos trae hoy a los dos a acá es que queríamos decirle que... Hermione y yo, vamos a ser papás — Sonó tan natural que me pareció que antes ya lo había dicho, pero ¿Cómo? Si Dumbledore era la primera persona en conocerlo después de nosotros, claro.

El mencionado hombre se puso de pie con un brinco cosa que logró que Draco y yo nos recostáramos un poco en nuestros sillones debido a la sorpresa. Se acercó a nosotros y nos abrazó, cuando se aproximó a mi esposo pude observar como el Director le guiñó el ojo y este con normalidad le sonrió enormemente. Todo aquello confirmó mis sospechas, seguramente Draco no pudo resistirse y ya le había dicho todo al viejo barbudo, pero ¿Qué podía hacer yo a estas altura? Le resté importancia a aquello y simplemente me uní al festejo en el que los conversadores retratos no dejaban de aplaudir y el canto de Fawkes, el fénix de Dumbledore, hacía presencia en una melodía armoniosa, que transmitía felicidad, dicha y cariño.

— Estoy muy feliz por ustedes, pero sin duda, esto cambiará el rumbo de las cosas…

Un silencio sepulcral inundó la habitación. Los cuadros estaban tan atentos a lo que seguía en aquella frase que parecían retratos comunes y de Fawkes no había ni rastro. Draco y yo volvimos a tomar asiento, mientras Albus nos imitaba. La tensión en el ambiente me produjo un temor al cual no le encontraba explicación, ya que seguramente, a los cambios que el Director se refería eran a los comunes, es decir, mi vientre se iba a abultar porque en él estaba creciendo el tercer miembro de la familia Malfoy Granger. No entiendo porque aquello meritaba tanta seriedad, al contrario nuestros rostros deberían irradiar felicidad.

— El rumbo de lo planes que tenía contigo, Hermione, cambiarán — Enfatizó mirándome. Ahora, si tenía razones para estar nerviosa, tensa y temerosa — Necesitas cuidados y atenciones especiales y quien mejor que tu esposo y tu propio hogar para aquello.

— ¿Qué quiere decir con eso? — Le pregunté con una expresión que imploraba que el significado que yo le daba a sus palabras sea falso. Que aquello solo fuese producto de mi imaginación. Por favor, que no sea lo que estoy pensando.

— Hermione, eso será lo mejor — Habló como si hubiese leído mi mente — Lo que más deseo en este momento es que te cuides plenamente y obviamente, que disfrutes por completo de esta nueva experiencia que durará 9 meses. Experiencia que sé que te marcará, así que se feliz al lado de tu esposo y amista...

— ¡Profesor! — Apenada, no pude evitar interrumpirle — Usted sabe que impartir mis conocimientos es una de las actividades que más me relajan. Además, amo al Colegio y a quienes laboran en él, y por supuesto a cada uno de mis alumnos. Esto forma parte importante de mi vida... — Coloqué una mano en mi pecho — Por favor, reconsidere lo que le digo.

— Hermione, yo mismo puedo dar fe de que lo que dices es cierto. Sé que te dedicas a la enseñanza de lleno cuando estas aquí y precisamente por la calidad de esa entrega, es que debes pensar, seriamente, en tomarte con calma los siguientes meses.

— Draco... — Susurré mirándole — Hazle cambiar de opinión, pídele que me entienda, por favor... — Sabía que en ese momento mis ojos reflejaban una suplica que salía directamente de mi corazón, pero la expresión cambió a tristeza cuando los ojos de mi amado me pedían en silencio perdón y sus labios unidos en una fina línea me reflejaban una lastima que dolía. Ya había entendido todo... — ¿Por qué? — Mi voz apenas fue audible para los que estaban a mi alrededor, pero es que la opresión que sentía en el pecho me dificultaba hasta el respirar. ¿Por qué Draco me quería alejar de Hogwarts? ¿Para qué le había pedido a Dumbledore aquello?

— Amor, entiéndeme... — Comenzó a hablar mirándome directamente a los ojos — Te necesito a mi lado más en este momento que en cualquier otro. Por favor, permíteme compartir contigo de las cosas nuevas que viviremos durante estos 9 meses. No entiendes que quiero ver cada cambio en ti por más diminuto que sea, quiero saciar cada antojo que mi hijo produzca en ti — Sonrió y un tanto dubitativo colocó su mano libre en mi aun plano viente — Quiero ver como va creciendo dentro de ti, como tu barriga se va a ir abultando para darle el espacio que necesita, quiero ver cuando con amor le hables... por favor, quiero compartir por completo esta experiencia contigo. Es mi primer hijo y lo tendré con la mujer que amo... — Cerró lo ojos y su voz se agotó, mientras una rebelde lágrima asomada en sus parpados unidos amenazaba por salir.

La tristeza que sentí segundos antes, se había desvanecido. Le amaba y quería cumplir cada petición que con cariño me pidió. Lo envolví en mis brazos de forma repentina y al instante sentí como me correspondía. Noté que ocultó su rostro en mi cuello y un frío repentino me hizo pensar que la gotita salada finamente se había liberado.

— Estar a tu lado será lo mejor que le puede pasar a nuestro bebé. Te prometo que te dejaré vivir conmigo todo esto... y como no si eres el padre — Rió suavemente en mi oído mientras depositaba un beso en mi cuello.

Ya para ese momento algunos cuadros se habían unido a los sollozos de la señora regordeta que lloriqueaba desde el mismo momento en el que comencé a hablar con Dumbledore, otros sin embargo, aplaudían emocionados. Sí, aquellos personajes comenzaban a agradarme.

— Te veo dentro de 9 meses — Dijo el Director consiguiendo que me separara de mi esposo para mirarle con una sonrisa — ¡Oh, no! Casi se me olvidaba desde ya tienes tu permiso Pre-Natal y Post-Natal, así que... disfruta de tus merecidas vacaciones — Carcajeó con alegría mientras Draco y los retratos lo imitaban, finamente, hasta yo reí.

FIN DEL FLASH-BACK

Ese día Draco se había salido con la suya y como si aquello no fuese suficiente quería emitir la renuncia en el trabajo si no le daban el permiso que quería. Obviamente, no le permití ni una cosa ni la otra. Sé que gracias a los negocios de su familia podemos mantenernos por muchos años sin mover un dedo en lo referente a asuntos laborales, pero no implica que debemos dejar de hacer lo que nos gusta, a él su profesión de Auror y la mía de Docente. Estoy a favor de que la superación de las personas viene a través de los estudios pero al trabajo hay que otorgarle méritos también. Por otra parte, no quería que seamos los dos los que nos aburriéramos en la casa, sabía que podíamos encontrar cosas que hacer, pero la monotonía me produce terror. Así que, aunque de lunes a sábado me reclame, se tiene que levantar muy temprano para dirigirse a su trabajo; sin embargo, si le hago caso a lo que me pide mi corazón yo misma le redacto la dichosa carta solicitando el permiso para que se quede conmigo todo el Santo día, pero no, no puedo permitir que se salga con la suya dos veces, no otra vez. Cuando los niños nazcan el permiso sí lo podrá pedir porque él tendrá que apoyarme codo a codo en el cuidado de los mismo — Reí por lo bajo — Me sorprende lo insistente que es con ese dichoso tema de las vacaciones.

Con esto, finamente, decido alejarme de la ventana para comenzar a hacer el desayuno preferido de mi esposo: huevos con tocino, unas tostadas de pan con una fina cubierta de mantequilla y juego recién hecho. La boca se me hace agua de solo pensarlo. Cocinar me gusta mucho, ya que pienso que es una de las tantas maneras de manifestar a los que amas cuanto los aprecias y este es mi momento de demostrárselo a Draco. Así que mientras recorro la cocina en busca de los alimentos y los utensilios que necesitaré, comienzo a tararear una canción de cuna para mis bebés, porque soy de esas madres que consideran que aunque sus criaturitas no conozcan el mundo aun o solo tengan pocas semanas de gestación pueden sentir todo, cada palabra, cada uno de mis sentimientos, además, presiento que reconocen cuando yo les hablo o cuando lo hace su padre... no me pregunten cómo, el hecho es que lo sé, es instinto de madre, supongo. Nunca antes me había pasado esto, pero es precisamente como ahora, estoy feliz y sé que lo saben porque los siento moverse dentro de mi, quizás sea pronto para eso también, pero no lo sé, yo los siento, allí están bailando dentro de mi...

— Scorpius, mi rey, con que estás bailando con tu hermanita Daphne... — Susurré hacía mi vientre en el momento que rompí el cascaron de los huevos a la mitad para colocar el interior de los mismos en la sartén — Continúen, que sus movimientos no son problema para mami, al contrario, la hacen sentirse bien... Hoy estamos felices como siempre — Continué canturreando la canción de cuna.

Tomé un plato de la alacena para servir los huevos ya listos y un escandaloso pitido proveniente del despertador ubicado en el cuarto me sobresaltó, ya que no me lo esperaba. Aquel sonido me indicaba que ya eran las 7:30am, justo 1 hora le quedaba a mi esposo antes de partir a su trabajo. Unos minutos después la tranquilidad volvió a reinar. Draco ya estaba despierto.

Coloqué los platos de comida y las tostadas en la mesa, mientras servía el juego en vasos con pequeños cubitos de hielo. Ya todo está listo por aquí. Miré hacía la puerta cerrada de nuestra habitación suponiendo que ya Draco, medio adormecido, se aseaba. Sonreí...

— Les aseguro que en menos de 15 minutos papá estará aquí para darnos los más dulces buenos días — Acaricié mi vientre. Mi mirada fue atraída por un ave que veloz se dirigía hasta la misma ventana en la que un poco más temprano había notado la falta de rayos solares que ya a esta hora eran visibles — Probablemente es una carta... — Mascullé acercándome al cristal.

Seguramente es Narcissa o mis padres, realmente, también podían ser los resultados de los análisis que me hago mensualmente después de enterarme de mi estado. Tanto a mis padres como a mi Doctor Muggle les expliqué lo sencillo que es enviar cartas y paquetes no muy pesados por este medio, si es que por alguna razón lo preferían en vez comunicarse con nosotros vía telefónica. Confío mucho en ellos. Al ultimo le mentí diciéndole que me había mudado a una ciudad donde la tecnología no se veía tan desarrollada como en el resto del mundo, por eso la importancia de las cartas atadas en las patas de flamantes Lechuzas. Tuve que hacerlo, ya que él ha sido el único hombre con un titulo de Doctor que desde pequeña lleva un historial de mi salud, es por eso que aunque Draco insista que no hay mejores Médicos que los Medimagos, yo lo escogí a él para que lleve hasta cabalidad mi embarazo.

Veamos que noticias nos trae aquel volador ser...

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