~Manual De Lo Prohibido~ (Min...

lovely_minkey által

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Prologo: Falso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era dueño d... Több

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Capítulo 5.
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Pausado.
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Epílogo.
Minho.

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lovely_minkey által

Estaba más nervioso y asustado de lo que llega a estar la gente cuando enfrenta su peor pesadilla y empezaba a formular en mi mente mi testamento, qué le hubiera dejado a quién. Pero al menos moriría feliz, en los brazos de la persona a la que amaba.

Mis cabellos comenzaron a moverse con velocidad por el viento producido y luego se apaciguaron cuando el carrito empezó a transitar en dirección hacía lo alto. Hasta el momento, no había sido la gran cosa, sólo vueltas tenues y velocidad media, pero ahora sabía que iba empezar lo malo, a lo que más le temía: la adrenalina de caer en picada hacía abajo. El corazón se me comenzó a acelerar y parecía eterno el camino; eso era bueno y era malo, porque aunque no quería que cayéramos ya, sabía que entre más se tardara en llegar hasta arriba, más era la altura.

El pánico me invadió por completo cuando me percaté de que faltaban sólo unos pocos metros para la gran curva de la montaña. La respiración se me aceleraba y el pulso me atronaba en los oídos. Entonces, al borde de caer por la estrafalaria bajada, tuve la necesidad de decirle a Minho que lo amaba. Como si fuera a morirme y jamás le viera de nuevo.

-Minho, tengo que decirte algo-farfullé, con la voz temblorosa.
Me miró, sus ojos me abrazaron también.

-Yo…

Los estruendosos gritos me interrumpieron y el movimiento desagradable de mi estómago provocó que cerrara la boca y los ojos con fuerza. El tiempo se me había acabado.

Até mis brazos al cuerpo perfecto de Minho y escondí mi cabeza en su duro pecho, llenándome de ese perfume tan exquisito que me transportaba al paraíso al que deseaba volver y luego él apretó sus brazos más, protegiéndome.

Oía el paso de las llantas del carro sobre el metal que formaba el riel que a toda velocidad iba cayendo, los gritos combinados entre la euforia y el horror de las personas a mi alrededor y… el corazón palpitante en el pecho de Minho, al que mi oído estaba pegado. Sentía que los cabellos se me movían con la velocidad y que tenía el estómago en los pies.
Una y otra y otra vez.

Cuando abrí los ojos es porque dejé de sentir el movimiento exterior, sin embargo, todo se seguía moviendo dentro de mí, la cabeza me daba vueltas y el estómago estaba apretujado en alguna parte de mi abdomen.

-¿Verdad que fue divertido?-la voz de Minho me devolvió un poco la calma.
Le miré, incrédulo.

-¿Bromeas? Casi muero estando arriba-farfullé.

Él soltó una carcajada y ese sonido hizo de mi caos interno una quietud. Me ayudó a salir del juego sin soltarme la mano por si acaso caía. Debía admitir que estaba un tanto mareado.

-¿Y ahora? te toca a ti-me dijo.

-Claro, elijo esa banca de allá -divisé a unos cuantos metros una pequeña banca negra y la apunté. Necesitaba sentarme o si no muchos allí verían la merienda de la tarde.

El rió y me llevó hasta la banca.

-No fue para tanto- me dijo, sentándose conmigo y entonces soltó mi mano.

-No para ti, pero yo quise morirme allá arriba- llevé ambas manos a mi cabeza, apretándola con las yemas de los dedos.

Volvió a reír y su risa era algo de verdad reconfortante.

-Y, ¿qué ibas a decirme? -preguntó.

-¿Eh?-lo miré al instante, recordando la confesión que estuve a punto de hacerle.

-Sí, antes de que cayéramos en la primera curva de la montaña dijiste que tenías algo que decirme-insistió.

-Oh, bueno…-me estrujé los sesos en busca de alguna excusa- Que no vuelvas a subirme a una cosa de esas en lo que te resta de vida- farfullé mi mentira esperando que él la creyera.

Su entonada risa me hizo darme cuenta de que mi tonta mentirilla había funcionado.

-Está bien, está bien. No volveré a hacerlo- prometió, aun riendo.

-Gracias.

Mientras intentaba aplacar las ganas que tenía de vomitar, miré a Minho, que mostraba su perfil izquierdo, como en el auto, ya que miraba hacía uno de los juegos de su lado.  Me pareció tan bello, cómo su ojo conseguía ese brillo con el reflejo de las luces de colores, cómo su piel suave se volvía de oro y su sonrisa como perlas de mar. Saqué mi cámara y tomé una fotografía de él.
Me miró.

-¿Sigues haciéndolo?-dijo, divertido.

-Ya te dije que no es necesario que poses-reí.

-Ya te ríes-me observó con detenimiento y… encanto-. Tu risa es linda.

No pude evitar ruborizarme, aun en la oscuridad que ya pintaba el cielo, creo que él notó que mis mejillas adquirieron un tono rosado, ya que sonrió, fascinado.

-Gracias -musité, escondiendo el rubor.

-¿Ya estás mejor?-preguntó.

Asentí.

-Genial. Hay muchos juegos que nos están esperando- me sonrió de gran manera.

-¿Estás loco? -casi se me salían los ojos de las órbitas-. Prometiste que no volverías a subirme a otro de esos-dije, casi sin aire.

-Exacto, a otro de esos, lo que yo entiendo como alguna otra montaña rusa. Estos juegos son menores, si te subiste a esa grandísima cosa no creo que los demás te provoquen algún efecto- argumentó-. Diviértete conmigo-casi me rogó con los ojos.

No pude resistirme.

-Está bien-suspiré, resignado. A fin de cuentas, ¿cuál era el daño?

Me llevó de la mano a todos los juegos, en donde cada vez terminaba más despeinado. Él tenía razón, estar a su lado era divertido. Reíamos juntos sin ninguna razón, excepto por el puro placer de reír. Corríamos de un lado a otro, tomados de la mano para hacer fila en los juegos y mientras esperábamos nuestro turno, aprovechaba para sacar fotografías de él, sin que se diera cuenta antes, por supuesto.

Me sentí libre, feliz, especial; me sentí… como jamás me había sentido. Era como olvidarte del mundo exterior y como si sólo haya existido Minho a mi lado, para reír conmigo, mirarme con sus ojos miel y hacerme la persona más feliz en toda la faz de la tierra. Él era único, encantador, todo él podría ser una canción, un poema ó la rosa de un jardín.

Me reía como no lo había hecho desde que mis padres murieron, simplemente el mundo desapareció para mí, me encontraba flotando entre nubes, resbalándome por un arco iris y cayendo en los brazos de Minho. Y cada vez que sonreía y reía, su belleza era tan extrema que resultaba absurda. Su sonrisa era como un tesoro prohibido, de esos que no debes buscar, de esos que no debes encontrar; pero sin embargo, sumamente hermoso y atractivo.

Luego de que subimos a la mayoría de los juegos, decidimos tomar un descanso. Compró un par de algodones de azúcar y nos sentamos en otra de las bancas.

-Es divertido estar contigo- me dijo, mientras comía de su algodón color azul celeste-. No eres como Taemin, ya sabes…-musitó.

¡Taemin! Maldición, ¿por qué sólo me acordaba de él cuando lo mencionaba?

-Él es atrevido con esto de los juegos mecánicos -siguió. Pero la comparación me había dolido en lo profundo de mí ser-. Mientras que contigo, la diversión está cuando me ruegas que no te suba y luego de que te convenzo, bajas farfullando en contra mía- rió-. Qué divertido.

Me vi obligado a reír, su risa no sólo era un bello sonido, sino también era de esas risas que te animan a reír también.

-Se nos hace tarde, tenemos que irnos-dije, con el pesar que no pude ocultar.

-Cierto, el tiempo se pasa rápido, ¿no?-me ayudó a levantarme de la banca y arrastré los pies a su lado, para encaminarnos a su Hybrid y volver a la realidad.

-Tan rápido que no te das cuenta cuándo suceden las cosas- musité, viéndome los pies al caminar; dándole el doble sentido a mi frase.

-Eso es cierto-concordó.

Subimos de nuevo a su vehículo negro que ya empezaba a hablarme de recuerdos, como si al sentarme en el asiento grisáceo, la suavidad de éste, me contara sobre las veces que yo he estado allí, con él.
Le regalé una sonrisa secreta a todos los recuerdos, pero Minho alcanzó a percibir mi mueca de labios.

-¿Por qué sonríes?-me preguntó, encendiendo el motor del vehículo.

El suave ronroneo me hizo salir de mi ensoñación.

-Porque… recordé…-me obligué a rebuscar palabras en mi mente- que hace mucho tiempo que no me divertía tanto-dije, al fin.

Las comisuras de sus labios hermosos se elevaron hasta formar una bonita sonrisa complacida.

-Pues me alegra que te hayas divertido-dijo.

Volví a sonreír, como diciéndole “gracias”; luego me giré a mirar por la ventanilla polarizada, escuchando los latidos de mi corazón al pensar que estaba cerca de él. La piel se me erizó un poco, no sé si por culpa o de preocupación; quizá de ambos.
¿Pero qué estaba haciendo yo de malo? Mi único delito era haberme enamorado de Minho, porque era la persona menos indicada para aprisionar mi corazón. Su nombre debería de estar en algún manual de lo prohibido, en la primera página, con un aviso “Peligro”. Volví a mi pregunta, malo sería querer quedarme con él. Aunque la verdad es que sí lo deseaba, pero aunque no tuviera intensiones de hacerlo, desearlo como yo ya lo hacía, era suficientemente malo. Bastante.

-¿Te molesta si hago una última parada?-me dijo, y su voz llegó hasta mi corazón en aquel silencio que inconscientemente se había producido.

Le miré.

-No, por supuesto que no- musité. A fin de cuentas, si se me permitía estar más tiempo con él, no iba a rehusarme a tal regalo.

-Genial. Quiero saludar a un viejo amigo. Hoy es su cumpleaños. Prometo que no tardaré -estacionó la camioneta en una calle medio vacía y en un instante, él ya se encontraba fuera del auto, abriéndome la puerta para que bajara.

-Acompáñame- me sonrió y me ayudó a bajar. Luego de cerrar la puerta, como hipnotizado le seguí, acatando su orden con el mayor placer.

Caminamos sólo unos pocos metros; ya que, a la mitad de la calle, se situaba un bar-café, a lo que pude entender por los dibujos con luz neón que sobresalían de la pared, a lado de la entrada de madera recién barnizada. Me detuve confundido, cuando Minho paró también su andar.

-Oh, tranquilo. Aquí son muy amables-musitó, como si adivinara mis pensamientos.

-¿Tú… alguna vez has…?

-¡Oh, no!- se rió, como si hubiese sido una buena broma- Si te refieres a que si he tomado, jamás -aclaró.

El alivió corrió por mis venas. Yo odiaba todo tipo de alcohol que dañaba los sentidos de las personas, aquello le había quitado la vida a mis padres, indirectamente.

-Ven- me tomó de la mano y no dudé en seguirlo, aunque adentrarme a ese horrible lugar era casi igual de espantoso que subir a la montaña rusa.

El montón de lucecitas de colores me encandiló los ojos y el sonido de la música electrónica retumbó en mis oídos. Gente bailando de aquí para allá, con movimientos bruscos de brazos y piernas. Me acordé de América, sólo con la diferencia de que aquí, los lugares parecían más decentes. O al menos los que había visitado.

Minho no me soltó la mano, mucho menos para conducirme por entre la gente danzante, hasta que me llevó hacía el otro extremo y se recargó en la barra con una elegancia extraordinaria.

-Gaspare, un amico. Piacere di vederti!- dijo Minho, elevando un poco la voz para que se alcanzara a oír sobre le ruido.

El mozo que limpiaba algunos tarros con un trapo, detrás de la barra, se giró a la voz de Minho.

-¡Minho! Che gioia di vederti qui! -era un sujeto alto, con el cabello color rubio platinado y un tanto despeinado, su rostro era de aspecto viril, sin duda, aunque los labios estaban deliciosamente rosados. Dejó lo que estaba haciendo y se reclinó sobre la barra para darle un abrazo cariñoso a Minho.

-Non poteva mancare il tou compleanno-su abrazo se prolongó por las palabras de Minho.

-Oh, quanti dettagli da parte tua-dijo el joven, sonriendo agradecido.

La bella sonrisa de Minho apareció en su rostro, y entonces el joven por fin prestó su atención en mí. Su mirada curiosa se paseó por mi rostro, haciéndome sentir cohibido.

-Chi è questo bello ragazzo?-pronunció.

La sonrisa de Minho se hizo más ancha. ¡Cómo odiaba no entender italiano!

-E ‘il migliore amico di Taemin, è venuto a vivire con lui per un po'. Ti farò conoceré, ma non parla italiano-dijo Minho y me miró con… ¿ternura? -Gaspar, él es Kibum. Kibum él es Gaspar.

El sujeto me sonrió, estirando sus delgados labios rosados y alzó la mano para saludarme.

-Hola- musitó, bañando al español con un matiz inimitable de italiano.

Sujeté su mano, respondiendo el saludo y le devolví la sonrisa a sabiendas de que la mía parecería turbia.
Como no hablé para nada, Gaspar, volvió a la plática con Minho.

-Neanche parla spagnolo?-le preguntó, confundido.

Minho soltó una carcajada que al instante supo contraer.

-Penso che odia questi luoghi, man no te la prendere personale-le dijo él, con amabilidad-. Beh, è meglio andare-el pesar en el rostro de Minho apareció de repente.

Al menos podía estudiar sus expresiones sino entendía nada de lo que hablaban.

-Ma se siete appena arrivati!-parloteó el sujeto tras la barra.

-Sì, ma fretta-una mueca se dibujó en el rostro de Minho.

-Okay, okay. Saluto Taemin.

-Chiaro- Minho sonrió, fugaz.

-Hasta pronto, Kibum. Me dio mucho gusto conocerte-me dijo con su acento italiano, distorsionando un poco el español.

-Adiós, Gaspar-musité, tímido.

-Arriverdeci-dijo, Minho, despidiéndose con el movimiento de mano también.

-Arriverdeci, Minho -dijo él.

Minho me tomó de la cintura y el tacto cálido de su mano sobre mi cuerpo, llegaba incluso a través de la ropa. La piel se me erizó, como si una lombriz de electricidad me recorriera el cuerpo.

Me sacó de aquel lugar y pude respirar el aire fresco una vez que estaba afuera. Aquel respiro me hizo pensar en Taemin. Me sobresalté.

-¿Qué hora es?-le pregunté a Minho.
Sacó su celular y miró la pantalla del mismo.

-Las ocho con cuatro -contestó, como si nada.

-¡Taemin ya está en casa!

-Conduciré rápido-dijo.

¿Esa era su respuesta? ¿Acaso me sentía más culpable yo que él? ¿Él se sentiría culpable al menos? Las preguntas revolotearon en mi cabeza con voz propia, mientras me esforzaba a mandarlas todas al rincón de mi mente. Callándolas.

Subí a la Hybrid de Minho cuando este me abrió la puerta. El tiempo se me acababa; había pasado un buen rato con él, sin embargo para mí pareció sólo la prolongación de lo que dura un suspiro y ahora iba a ponerle final al día, a mi tarde con él.

Condujo hasta el departamento de Taemin, y en el camino casi no hablamos debido a que mi cabeza se encontraba hundida en pensamientos, buscando alguna manera de explicar la situación. Situación que a Minho parecía no preocuparle.

Cuando llegamos y él estacionó frente al edificio, me congelé en el asiento por que aun no tenía el pretexto ideal para decirle a Taemin. Hoy era una de esas noches en las que la cabeza no me daba para más, más que para sostener el cabello.
El rugido del motor se detuvo y el silencio se produjo la instante.

-Listo, subamos rápido-dijo, Minho, satisfecho del tiempo que había tardado en llegar. ¿Veinte minutos se le hacía poco?

-Espera-le sujeté del brazo antes de que bajara.

Me miró, intrigado.

-¿Qué vamos a decirle?-pregunté.

-¿A quién?-inquirió, confundido.

-A Taemin-dije, obvio.

-¿Por qué?-su ceño levemente fruncido me decía que no estaba fingiendo confusión.

-Por la hora a la que llegamos, por que estamos juntos, querrá explicaciones- intenté explicarle, desesperado, la culpa me estaba comiendo por dentro.

Minho rió por lo bajo.

-Pues le diremos la verdad, ¿no?-dijo- Que salimos a la feria y que pasé a saludar a Gaspar.

-Pero…

-No hicimos nada malo, Kibum-me interrumpió, pero aun en la oscuridad de la noche pude ver el brillo ladino que sus ojos desprendían con persuasión. Y el tono de voz cínico que salía de sus labios carnosos.

Tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural por no aproximarme a ellos, para acallar los ridículos latidos de mi corazón que podrían dejarme en evidencia. Tuve que obligarme a retener a la cordura para no contradecir a lo que él acababa de decir.

La oscuridad sólo me hacía desearlo más. Me hacía querer acercarme de una manera casi incontrolable. Pero la voz en mi cabeza mascullando el nombre de mi mejor amigo impidió todo tipo de incoherencia que mi mente pudo haber producido.

-Kibum -me llamó, haciendo que regresará al momento-. ¿Estás bien?-preguntó.

-Sí, yo… sí-tartamudeé.

-Bien- se bajó del auto y quise quitarle la oportunidad de ser caballeroso, porque todo aquello no ayudaba mucho en el asunto del enamoramiento absurdo en el que ahora estaba metido. Pero la puerta no abrió. Él rápidamente se encontró de mi lado y él mismo la abrió para ayudarme a bajar.

Subimos por las escaleras hasta el tercer piso y llegamos por fin al departamento. Minho parecía relajado mas sin embargo yo seguía sintiéndome culpable.
Abrí la puerta con el corazón palpitante de desazón y visualicé por un momento cómo debía ser el mundo.

Onew se encontraba con Taemin y ambos miraron al instante hacía donde Minho y yo, la expresión de cada uno era distinta, la de Taemin era un rostro inquieto, preocupado, sin duda; la de Onew estaba tranquila, serena. Me pregunté cuál sería la mía.

-¡Oh allí están!-exclamó Taemin y corrió a abrazarnos a Minho y a mí.
Me quedé quieto, confundido.

-Bestia, ¿por qué no te llevaste tu celular?-me dijo- Minho, ¿por qué no respondías el tuyo?-inquirió al interpelado.

Más que un amigo que se sintiera engañado o especulando alguna artimaña parecía madre preocupada como cuando sus hijos no llegan a casa y pasa de la media noche. Me sentí más culpable que antes.

-Lo siento, amor- dijo Minho, y en la última palabra el corazón se me encogió adolorido-. Llevé a Kibum a la feria, ¿recuerdas que me contaste que jamás había ido a una? Bueno, quise hacer algo realmente lindo por él - me miró y me sonrió, pero con una de esas sonrisas que te dan los amigos: expansiva y sin rastro alguno que me hiciera confundir-. Y además, pasé a saludar a Gaspar, recuerda que hoy es su cumpleaños. Por cierto, te mandó saludos -se acercó a Taemin y besó su frente.

Capté la escena desde muy cerca y el corazón aun encogido en alguna parte de mi pecho, se sacudió violenta y dolorosamente. Taemin se tranquilizó.

-Pero debiste al menos avisarme, amor-musitó y se alzó en puntillas para besar a Minho en los labios.

Ya no pude mirar más, bajé la cabeza y me retiré con rapidez hasta llegar a donde Onew estaba quien se encontraba también con la mirada gacha. Esa escena le lastimaba tanto como a mí.

-Pero, ¿te divertiste, Kibum?-me preguntó Taemin, con una sonrisa sincera cuando se hubo desocupado de los labios de su novio.

-Seguro, aunque casi muero arriba de una montaña rusa-dije, aparentando que todo estaba bien.

Taemin estalló en estruendosas risotadas y luego miró a Minho.

-¿Lo hiciste subir a una montaña rusa? ¿Cómo lo lograste? Yo lo he intentado tantas veces y siempre me dice no -dijo, sorprendido y divertido.
Minho se encogió de hombros.

-Supongo que tengo don de convencimiento-bromeó.

No estuve en desacuerdo con Minho, aunque su definición de “don de convencimiento” sería algo así como “retenerme en sus brazos para no dejarme escapar”.

Miré los mimos que Minho y Taemin se hacían y me sentí mal, sin hablar del ya tan lastimado bombeador de sangre bajo mi pecho.

Onew me codeó y me hizo seña de que nos fuéramos de ese lugar. A ambos nos lastimaba. Le tomé de la muñeca y le dirigí hasta mi habitación. Cuando cerré la puerta entonces supe que la atención de ambos estaba en nosotros. Lo último que quería era que Taemin y Minho pensaran mal acerca de mí y de Onew, pero tenía el corazón demasiado adolorido como para detenerme a pensar en otra cosa.

Onew se sentó en mi cama y yo me quedé recargado a la puerta. Ambos nos miramos por un largo instante, como si nos comunicáramos con los ojos. Hasta que él rompió el silencio.

-Me imagino que te divertiste mucho-dijo.

-Como nunca- admití y me retiré de la puerta para sentarme a su lado-. ¿Y qué hay de ti? ¿Por qué estabas con Taemin?

Sonrió.

-Bueno, al no encontrarlos a ustedes aquí, me llamó a mí, y tú sabes que no desaprovecharía alguna oportunidad para estar con él y tampoco iba a dejarlo solo- confesó.

Me tumbé sobre la cama, suspirando.

-¿Te confieso algo?-musité.

Onew se giró sobre su asiento y me miró desde arriba.

-Dime.

-Amo a tu hermano-susurré, como si ellos pudieran oírme.

Onew rió.

-Cuánto lo siento-me palmeó la pierna, cerca de la rodilla.

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Gracias por leer. ❤
Espero les esté gustando mucho. :')
Me dicen qué opinan hasta ahora \^^/

Olvasás folytatása

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