El chico de arriba #1 | EN FÍ...

By MarieJenn

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Sentir algo por Kem Wood no está en los planes de Ruby Graham, no después de que él le arrojara agua desde su... More

Sinopsis
Personajes
01: El baldazo de agua
02: Ofrenda de paz
03: Apodos en vez de nombres
04: Palabras malentendidas
05: Amenazas vacías
06: Momentos incómodos
07: Pasando mucha vergüenza
08: Competencia en la mesa
09: Sin palabras
10: El alcohol nunca es bueno
11: El pasado vuelve
12: Querer retroceder el tiempo
13: Sensaciones inexplicables
14: Hallazgo en la basura
15: Votación de nombres
16: Sensación extraña
18: Agradeciendo el regalo
19: Fiesta arruinada
20: Abriendo los ojos
21: Juego de preguntas
22: Confrontaciones incómodas
23: Sensación en el pecho
24: Descubriendo la verdad
25: Corazón herido
26: Escapar de los sentimientos
27: Imposible escapar
28: Pequeña travesura
29: Noche de karaoke
30: Tensión en el aire
31: Cayendo en el engaño
32: Declaraciones incómodas
33: Amistades traicioneras
34: Verdaderos sentimientos
35: Búsquedas y encuentros
36: Cambios necesarios
37: Verdaderos sentimientos
38: Tarde agradable
39: Los borrachos dicen la verdad
40: Última noche
41: Plan de viernes
42: Locura total
43: Pequeña función
44: Papelones en la madrugada
45: Fuertes revelaciones
46: Sufrimiento
47: Soltar por amor
48: Aprender a perdonar
49: Noche de fiesta
50: Equivocaciones
51: Nada de chicos
52: Es el destino
Epílogo
Extra #1: Todo en familia
Extra #2: Reecuentro
Extra #3: Revelación
Extra #4: Como la primera vez
📚 EN FÍSICO POR PENGUIN RANDOM HOUSE 📚
• Segunda parte: "La chica de abajo"

17: Esquivando personas

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By MarieJenn

Luego de comer el pastel de chocolate más delicioso de la cafetería Sweetness y haber pasado un buen momento con mis amigos, decidí ir al apartamento de Kem y hablar con él.

Dejé a Kiwi con Amber en el departamento de Dan y le pedí a Kylan que se quedara un momento con ellos porque quería privacidad al momento de hablar con su hermano, lo que Ky aceptó a regañadientes.

Subí las escaleras hasta el quinto piso y toqué la puerta. Ésta se abrió revelando el rostro de la hermana de Kem, quien sonrió al verme.

—Ruby —saludó haciéndose a un lado y dejando la puerta abierta del todo—. Pasa.

Asentí hacia ella.

—¿Está..., uh, está Kem? —No sé por qué buscar a su hermano hizo que me pusiera nerviosa.

Su entusiasmo al momento de asentir con vigor me hizo sonreír.

—¡Sí! Está en su habitación. —Señaló detrás de ella. Sabía a la perfección que la habitación de Kem era la última del pasadizo porque también era la mía en el tercer piso. Todos los apartamentos en este edificio tenían la misma estructura y distribución de ambientes.

—Gracias, Kara.

Sin más caminé hacia la habitación de Kem. Era justo la de encima de la mía, por eso su balcón pequeño y la escalera de emergencias aledaña a la pared daba a mi balcón.

Toqué la puerta un par de veces con delicadeza, escuché un leve «pase» y por eso abrí la puerta con suavidad.

Lo primero que vi fue el cuerpo de Kem recostado contra el respaldar de su gran cama. Estaba desnudo de cintura para arriba con su ordenador sobre las piernas, mirando la pantalla fijamente. Aproveché que no se había percatado de mí aún para mirar su ordenada habitación. Ya se había instalado, toda su habitación gritaba «ordenado». Al parecer él era más organizado que yo. Todo parecía estar en su sitio, no había ropa en el suelo como yo supuse, o cosas sobre su cama, ni libros desordenados sobre su escritorio o cosas en el suelo de su habitación. No. Todo estaba ordenadamente en su lugar.

Lo extraño era que no había ni una sola fotografía decorando sus paredes, no había cuadros o alguna foto personal de él o su familia.

—Ruby... —La voz de Kem me hizo voltear a él. Me miraba sorprendido, parecía confundido con mi presencia, pero feliz de verme ahí. Su sonrisa lo delataba—. Bizcochito.

Hice una mueca sintiéndome repentinamente incómoda a su alrededor. Cerré la puerta detrás de mí pero me di cuenta de mi error. Estábamos solos él y yo en su habitación. Y él estaba sin camiseta. Esto era totalmente incómodo. Intenté no bajar mi mirada hacia sus abdominales, pero me era imposible y solo traté de no babear.

—Vine aquí para... —me callé al ver que se levantaba y se acercaba lentamente, como si yo fuera su presa y él un depredador. Mi respiración se aceleró cuando quedó frente a mí—. Vaya...

Kem rio divertido con mi falta de palabras.

—Te quedaste sin palabras —murmuró antes de bajar su cabeza hacia mí y besarme. Al sentir la calidez de sus labios contra los míos estuve perdida. Ya ni me importó la razón de por qué estaba aquí, solo estaba concentrada en sus labios y la forma en cómo los movía contra los míos.

Me aferré a él tocando su cuerpo. Sentía la dureza de los músculos de sus brazos al pasar mis manos sobre ellos. Bajé mis manos hasta llegar a su abdomen y toqué sus cincelados abdominales con mis dedos. Una ola de calor me golpeó, sentí mi cuerpo en llamas.

La mente se me nubló en un segundo y todo lo que podía pensar mientras Kem me besaba era lo bueno que sabía su boca. A menta y canela, parecía que había masticado un chicle con ese sabor y al instante me encantó.

Me cogió de la cintura y me levantó, rodeé su cuerpo con mis piernas y continué besándolo, disfrutando, como si sus labios fueran una droga para mí.

—¿Realmente viniste para esto? —murmuró contra mi boca, dándome tiempo a recuperarme del beso.

—No —respondí tratando de poner mi mente en orden y dejar la cachondez a un lado, pero me era imposible cuando las fuertes manos de Kem estaban en la curva de mi trasero, sosteniéndome para que no me cayera mientras yo rodeaba sus caderas con mis piernas. Podía sentir cuán emocionado estaba él con esto—. Pero es tu culpa, tú me distrajiste.

Kem se encogió de hombros.

—Me alegra haberlo hecho. —Sonrió seductoramente antes de atacar mis labios hinchados de nuevo. Y no se lo impedí.

De un momento a otro Kem empezó a retroceder conmigo sobre él, no me importó en absoluto porque sus labios aún estaban sobre los míos. Me separé al sentir que caía sobre un colchón. El rostro de Kem se cernía sobre mí con una sonrisa impregnada en ella. Me preguntaba si no le dolía la cara al sonreír de esa manera.

Antes de cualquier otro pensamiento, Kem se subió a la cama y presionó su pecho desnudo contra mi cuerpo. Abrí los ojos alarmada al ver lo lejos que estaba llegando.

—Kem... —susurré mirándolo tocar mis brazos. Sus ojos fijos donde su mano acariciaba. Escalofríos me recorrieron al sentir su piel contra la mía cuando levantó mi blusa y su abdomen chocó contra el mío. La intensidad en ello me hizo cerrar los ojos un momento.

No estaba aquí para esto y debía parar, Pero cuando quise decir algo, Kem bajó su mano a mis piernas desnudas y ahí lo perdí.

Gemí al sentir sus dedos recorrer mis muslos internos mientras su lengua hacía maravillas en mi boca. No quería reconocer lo malditamente bueno que era en esto, porque eso significaba que tenía mucha experiencia y mi mente no quería ir ahí ahora realmente.

—Eres preciosa, Ruby —murmuró él contra mi boca mientras me acariciaba con las manos. Sentí inmediatamente cómo me ruborizaba con la intensidad de su mirada, sus ojos verdes fijos en los míos transmitiéndome tantas cosas. Acerqué mi rostro al suyo, pero la puerta de su habitación se abrió de golpe. Al instante bajé mi blusa para cubrirme al mismo tiempo que Kem se levantaba, volteé mi cabeza y vi a Kylan furioso mirando a su hermano como si quisiera matarlo. Me acomodé el cabello y logré levantarme, sintiéndome incómoda por Kylan al habernos encontrado en esa posición.

Pero lo más importante: ¿por qué había entrado así a la habitación de su hermano? Kylan sabía que yo estaría con Kem, justamente por eso le pedí que se quedara con Kiwi y Amber.

Traté de no hiperventilar. Estaba segurísima que iba a desvanecerme en cualquier momento si no me iba ya mismo de aquí.

—Ruby, quisiera hablar con mi hermano, por favor —dijo Kylan sin siquiera mirarme. Sus ojos estaban fijos en Kem, quien parecía no tener vergüenza. Se había cruzado de brazos como si estuviera desafiando a su hermano menor.

No quería dejarlos solos por miedo a que se mataran, pero sabía que no podía hacer mucho estando aquí, por lo que me fui de ahí con la cabeza en alto. Cuando pasé al lado de Kem me cogió de la mano para impedir que me fuera, pero me solté con rapidez y salí de ahí sin mirar atrás y cerrando la puerta para que ellos no lo hicieran en mi cara.

Kara estaba en la sala viendo una serie en la televisión. Pasé por su lado y murmuré una despedida antes de salir casi corriendo de ahí. Bajé hasta el primer piso para recoger a Kiwi y luego volví a mi apartamento.

* * *

A la mañana siguiente, el día pasó lentamente en el colegio. Era viernes y lo único que yo quería era ir a casa para comer y dormir. Era mi plan para hoy, pero se estaba arruinando ya que las horas pasaban muy lentas y todo lo que hacía era esquivar a Kylan. No quería verlo luego del día anterior cuando nos había descubierto a mí y a su hermano en la cama besándonos. Había sido muy bochornoso verlo el día de hoy en el auto de Amber y haber ido al colegio.

Agradecía que Amber y Dan se la hubieran pasado conversando todo el camino, no hubo momentos incómodos de conversación entre Kylan y yo, ni tampoco miradas incómodas porque yo había llegado primero al auto de Amber y me senté adelante con los audífonos puestos para no tener que saludarlo cuando se subió. Aunque pude sentir su mirada en mi nuca, no sabía cómo era eso posible, pero pude hacerlo. Los escalofríos en mi cuello me alertaron de la mirada de Kylan.

Por lo que al llegar al colegio me despedí vagamente de mis amigos y corrí hacia las puertas de entrada con la patética excusa de que tenía que recoger algunos libros de mi casillero de los cuales no había hecho la tarea. No me importó haber mentido en sus caras y corrí como posesa en el intenso calor de la mañana por todo el estacionamiento.

En el transcurso del día logré esquivar a Kylan y también a mis amigos. Había visto a Henry un par de veces alrededor de Amber pero ya no podía hacer nada. Tuve que ser mala amiga por hoy para librarme de Kylan. Estaba muy avergonzada y por el momento no quería enfrentarlo.

Al término de la última clase del día, fui la primera en correr fuera del salón hacia mi casillero. Con rapidez guardé mis libros y volví a correr al estacionamiento.

Fruncí el ceño al ver el auto de Kem frente a las puertas de salida. Él estaba como siempre, recostado contra un lado de la puerta, con sus lentes de sol puestos y viéndose como un modelo. Todos lo miraban al pasar por ahí. Incluso yo me detuve abruptamente haciendo que un chico que venía detrás tropezara conmigo.

Kem pareció verme porque alzó una mano e hizo una seña para que me acercara. Varias chicas que lo miraban con baba en sus rostros voltearon hacia donde él señalaba. Todas ellas me miraron de pies a cabeza.

Habíamos cruzado unas cuantas palabras hoy antes de que me fuera, cuando él bajó para supervisar a Kiwi mientras yo estaba en el colegio, y no estaba para nada avergonzado de que su hermano nos haya pillado en su cama casi semidesnudos. Ni siquiera habló de ese tema, sino que se comportó normal conmigo, besándome en los labios y deseándome buena suerte en clases. Tampoco había querido hablar sobre lo que su hermano le había dicho. Me dijo que eran cosas de hermanos y que no era tan importante.

—Hola, bizcochito —murmuró Kem con dulzura cuando llegué. Depositó un suave beso en mi frente haciéndome sonreír—. Vine a recogerte porque tengo algo para ti.

Alcé una ceja.

—¿Dónde dejaste a Kiwi? —pregunté reticente.

—Está justo aquí. —Señaló el auto. Miré por la ventana comprobando a Kiwi jugando en el asiento de atrás.

Abrí la puerta y al instante mi pequeño Kiwi se subió a mi regazo y comenzó a sobarse en mí ladrando de alegría, moviendo su pequeña cola de un lado a otro rápidamente. Me reí por su entusiasmo y lo cargué acercándolo a mi cara y hablando como si fuera un bebé, con un tonto chillón que hizo que Kem se riera en su asiento.

Logré ver una caja algo pequeña a su lado pero no dije nada. Seguí prestando atención a mi pequeño, hasta que me lo quitó.

—¡Oye! —exclamé enfurruñada—. ¡Tú lo tuviste toda la mañana! Déjame tener una buena bienvenida.

Kem negó lentamente con la cabeza. El pequeño Kiwi cerró sus ojos cuando él lo acunó en el brazo.

—Tengo algo que darte —dijo señalando la caja que despertó mi curiosidad—. Eso es para ti.

Alcé mis cejas.

No era mi cumpleaños, y no había otro motivo por el regalo, así que me temí que fuera una broma de mal gusto como a él solía gustarle hacer, empezando con el balde de agua que me tiró cuando ni siquiera nos conocíamos.

—Adelante. —Me instó él al ver la duda en mis ojos—. No es nada malo, lo prometo.

Hice una mueca, pero acepté hacerle caso. Con cuidado y tratando de no rozar al pequeño Kiwi que descansaba cómodamente sobre Kem, cogí la caja que estaba situada al lado de sus piernas y la puse sobre mi regazo. Pesaba y, como no quería abrirla aún, me tomé mi tiempo al sacar la tapa.

Era una caja simple, sin papel de regalo cubierta o un algún lazo. Así que cuando abrí la tapa y vi lo que había dentro, no pude detenerme de gritar como desquiciada sin importar la gente alrededor del estacionamiento, o de Kiwi, o Kem.

Porque era la saga entera de Hush Hush. Kem me estaba regalando la saga entera, no solo el libro que había arruinado al tirarme agua, sino ¡la saga entera!

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