I just want to be strong [STR...

Por TwinScandal

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Megan Waters tuvo un muy mal comienzo de su verano, y cuando conoce a Liam las cosas cambian. Pero un secreto... Más

I just want to be strong [STRONG #1]
Prólogo "Un Maldito Desastre"
Capítulo 1 "Miserable"
Capítulo 3 "Ángel de ojos azules"
Capítulo 4 "Sueños hecho realidad"
Capítulo 5 "Miedo a las alturas"
Capítulo 6 "Salir de la jaula"
Capítulo 7 "Evitable"
Capítulo 8 "Es de buena suerte"
Capítulo 9 "Valiosos y bien usados minutos"
Capítulo 10 "Medir mis golpes"
Capítulo 11 "Tal vez explote en tu rostro"
Capítulo 12 "Indicaciones"
Capítulo 13 "Falso"
Capítulo 14 "La historia de Megan y Caden"
Capítulo 15 "Terrorista"
Capítulo 16 "Payasito"
Capítulo 17 "Decir NO"
Capítulo 18 "Señor"
Capítulo 19 "La fiesta, parte 1: Si me pierdo esta noche, estaré a tu lado."
Capítulo 20 "La fiesta, parte 2: ¿Puedo simplemente quedarme aquí?"
Capítulo 21 "Nadie va a amarte"
Capítulo 22 "Avalancha en mi puerta"
Capítulo 23 "No tan peor"
Capítulo 24 "Punto Muerto"
Capítulo 25 "Mi primera cita"
Capítulo 26 "Estar solo"
Capítulo 27 "Más que atracción, menos que amor"
Capítulo 28 "Me rindo"
Capítulo 29 "Riesgos innecesarios"
Capítulo 30 "Castaña, pelirroja y rubia"
Capítulo 31 "¿Correctamente incorrecto, o incorrectamente correcto?"
Capítulo 32 "Sé fuerte"
Capítulo 33 "Santo" PARTE I
Capítulo 33 "Santo" PARTE II
Capítulo 34 "Sangre Azul"
Capítulo 35 "La falta de vida amorosa"
Capítulo 36 "Grieta en la armadura de la mentira"
Capítulo 37 "Siempre puedes volver a casa"
Capítulo 37 "Siempre puedes volver a casa" PARTE II
Capítulo 38 "El globo"
Capítulo 38 "El globo" PARTE II
AVISO
Capítulo 39 "No puedo quedarme"

Capítulo 2 "¿En qué puedo ayudarles?

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Por TwinScandal

Creo que podría quedarme a vivir aquí. Las playas de Santa Bárbara son lugares extraordinarios, pero luego de desempacar nuestras cosas en la habitación, en una casa que Damon alquiló mientras dormía en el asiento del pasajero, me percaté de la tranquilidad del lugar, y de cuan cómoda me siento con mi hermano, tal como lo hacía con Josh. Ahora que lo pienso, a él le hubiera encantado este lugar. Irónicamente, en la última conversación normal que tuvimos, mi hermano quería hacer un viaje aquí, conmigo. Desearía que estuviera con nosotros, regañándonos porque dejamos nuestras mierdas por todos lados, o disfrutando de la playa. Con Damon y conmigo. 

Hablando de…

— ¿Terminaste? —Mi hermano entró a la habitación, y se apoyó en el marco de la puerta.

—Sip. —Asentí.

—Quiero ir a nadar. —Anunció.

—Um, pues ve, ¿Qué te detiene? —Repliqué.

—Oh, no. Tú vienes conmigo. —Empezó a caminar por la habitación, probablemente para llevarme a la fuerza en caso de que me resista, pero lo detuve. 

—Damon, estoy cansada. Además ya es tarde. —Gemí irritada.

—No me importa. Vamos.

—No quiero ir ahora. —Suspiré.

—Tampoco me importa. —Su tono de suficiencia tenía esa cosa mágica de sacarme de mis cabales. Y lo está usando justo ahora.

—No voy a ir, no tengo traje de baño. —Cambié de tema. —De todas formas, ¿Por cuánto tiempo alquilaste este lugar? ¿Conoces a alguien de por aquí? 

—Podemos quedarnos el tiempo que tú quieras. —Su respuesta fue totalmente cortante y bastante fría en comparación a su tono anterior. Él comenzó a retroceder hacía la puerta. —Buenas noches. —Cerró la puerta, y el golpe sordo hizo eco en la habitación. A continuación, oí los pasos sonando en las escaleras.

Me quedé parada con las manos en mis caderas frunciendo el ceño, perdida en mis pensamientos. No pasó desapercibido como en un momento quería nadar desesperadamente, y luego se fue de la habitación, con una simple pregunta.

Analicé su respuesta en mi mente. Tal vez había dicho algo para molestarlo. Pero nada me pareció fuera de lo normal. 

***

Luego de tomarme un baño, coloqué el dinero en una media que tenía un solo par, y la guardé en el cajón de mi ropa interior. Luego, tomé el último objeto de la maleta, que no había querido sacar en un principio, pero luego me convencí de que era mejor así. Lo miré detenidamente. 

La foto con mi hermano aún se sentía como una patada al estómago y a mi corazón. No importaba cuanto tiempo pasase, esa noche me perseguía, y me llevaba a mi propio dolor y culpa. ¿Por qué no podía ser como Damon? Él no parecía estar llorando por cada rincón de la casa, en cambio yo… bueno, yo en estos momentos parecía un vampiro en abstinencia. Era una tonta comparación, pero la falta de color en mis mejillas y las ojeras bajo mis ojos me daban la razón. Y en The Vampire Diaries, así se veía un vampiro en abstinencia.

Me dije a mí misma, que tenía que salir adelante, por todos a mi alrededor. Josh siempre había querido lo mejor para mí, lo sabía mostrado hasta en el último momento. En un lugar como éste, tal vez podría hacerlo. Y no estaba sola, tenía a Damon conmigo, y eso era más de lo que podía pedir. Estaba egoístamente agradecida de que él no me diera la espalda, pero tenía que salir de la burbuja de dolor en la que me había metido hace cuatro meses, aprendiendo a vivir con los hechos y recuerdos que me persiguen día a día. No podría olvidarlos  jamás, eso estaba definitivamente fuera de discusión, pero esperaba poder salir adelante.

Dejé la foto en la mesita de noche, pero no pude mirarla más de lo que lo había hecho. Mi corazón ardía por la herida reciente que habían dejado los acontecimientos.

Cuanto me acosté en mi cama, miré al techo. Por favor, no más pesadillas,supliqué. Quería dormir profundamente, por esas noches en que el dolor y la angustia me consumían, pero también por el día que iba a venir, donde necesitaría mucha fuerza para comenzar a salir adelante. Además, probablemente a Damon no le apetecía escuchar mis gritos nocturnos. Con papa era diferente, él entendía el poco tiempo que había pasado desde aquella noche. Pero por alguna razón, me sentía tímida con mi hermano, y quería que la impresión que él tenga de mí, sea la chica antes era: fuerte.

Y Lo hice. Dormí sin interrupciones. 

***

Cuando me desperté a la mañana siguiente, tenía muchísimo calor, y mi cabeza palpitaba por eso. Pero estaba feliz. La noche anterior había sido un logro. Y quería aprovecharme, y averiguar si era capaz de conseguir más logros a lo largo del día. Así que no podía esperar a empezar.

Bajé las escaleras, con el pelo revuelto y mi pijama, que consistía en unos shorts sueltos negros, y una camiseta blanca. Mi cabello era otra historia, y cuando vi a mi hermano sentado en la barra, el suyo estaba igual que el mío: parecía que había ido a la guerra. O haberse cruzado con la batidora en el camino. Como yo.

—Hey. —Saludé con normalidad. —Buenos días.

—Hola Meg—Damon tenía la voz ronca, que revelaba no haberse despertado hace mucho—, ¿Dormiste bien?

—Sí, lo hice. —Me senté, y preparé mi cereal, bueno, su cereal, pero no iba a levantarme de la silla a buscar otra cosa diferente para desayunar.

El asintió, y comimos en silencio. Terminé antes que él, y eso era porque comía demasiado rápido. Yo tenía un metabolismo de un pajarito, así que no engordaba nada, lo que era un alivio, considerando las cantidades industriales de chocolate que ingería al día. Sería una vaca obesa si el caso fuera diferente. 

—Entonces…—Comencé. —Necesito ir a comprarme un traje de baño, porque quiero ir a nadar hoy mismo. 

— ¿Tengo que acompañarte?—Su voz suplicaba que no sea el caso, pero yo tenía otros planes.

—Sí. —Asentí.

El suspiró audiblemente, y se levantó de su asiento mientras asentía de vuelta, pero con menos ganas que las que yo había puesto.

—De todas maneras tengo que comprar unas cosas también. Solo prométeme que…— Sus cejas se fruncieron como si estuviera sufriendo, y yo me contuve de rodar mis ojos por ser tan dramático. —… no vamos a estar fuera por mucho tiempo.

Miré la hora. 10:45 de la mañana. 

— ¿Qué tal un almuerzo fuera?—Pregunté y el gimió de descontento.

***

— ¡Oh, vamos Damon! No te creía debilucho. —Mi humor había mejorado a medida que veía a mi hermano llevar cada vez más bolsas de los locales. 

—Cállate. —Dirigió una furiosa mirada hacía mí mientras me pasaba a grandes zancadas y siguió caminando hacía el auto, aunque estropeaba un poco su enojo porque estaba sonriendo.

Había gastado mucho dinero, debía decir eso. Al principio solo quise comprar cosas esenciales, pero luego como que me emocioné. Y aquí estoy. 

Me había vestido con unos simples shorts de jean, unas vans negras, y una remera corta color negra que muestra mi ombligo. Mi pelo negro está recogido en una coleta alta, y mi sonrisa es real. Y muy a su pesar, Damon también está sonriendo. 

Luego de poner las bolsas en el auto, decidimos caminar para buscar algún lugar donde podamos ingerir alimentos. Con mama y papa hubiéramos ido a restaurantes caros, pero como ellos no estaban aquí, decidimos buscar un McDonald’s. 

Pasamos locales con nombres como Fuzion o cafeterías llamadas Petts, y cuando estábamos a punto de rendirnos, encontramos uno. No era un McDonald’s normal, del tipo exhibicionista. Apenas tenía el logo de la empresa junto a la puerta. 

Cuando entramos hicimos fila, rodeando el cartel que indicaban que habían estado limpiando. Eso jamás cambiaba, no importa en qué ciudad o estado te encuentres. 

Damon y yo estábamos rodeados. Junto a nosotros, en la fila continua, había una mujer regañando a un hombre.

— ¡Robert! Se supone que estabas a dieta. —Su tono desaprobador hacía encoger al hombre. La mujer había pedido ensalada. En serio, ¿Quién venía a un lugar como este a pedir ensaladas? Mire a Damon con incredulidad, haciendo señas a la pareja, y mi hermano apretaba sus labios para no reírse.

Delante de nosotros, dos adolescentes discutían.

—Jules, él no está aquí. Te mintió ¿no lo ves? —El chico, que podía fácilmente pasarla por una cabeza y media a la pobre Jules, aparentemente estaba tirando sus esperanzas abajo porque un tal Noah, el mentiroso en cuestión, le había dado datos equivocados una noche de besuqueo.

—Noah dijo que estaría aquí. —Ella seguía insistiendo, pero era obvio por su tono de voz que concedía a su amigo la razón. Él también lo notó porque solo sacudió su cabeza, y la abrazó, consolándola.

Damon y yo nos miramos horrorizados cuando detrás de nosotros, una mujer con mellizos quiso amamantarlos en público. Al mismo tiempo. En el medio de la fila.

Hey, yo no estaba en contra de todo eso de alimentar de tu propio cuerpo a tus hijos, ni tampoco creía que era ilegal de las puertas de tu hogar para afuera, pero mierda, no era uno, sino dos. Y esto era más público de lo que moralmente se permitiría a sí misma una persona normal.

Sin embargo, los mellizos seguían llorando, sin hacerle caso a su madre. A la mujer parecía que iba a darle una crisis nerviosa justo aquí, en el McDonald’s de Santa Bárbara. Como dije, hay cosas que no cambian nunca.

La mujer, antes de que nosotros fuéramos atendidos se fue, al parecer exhausta, maldiciendo entre dientes de no poder comer hamburguesas en paz. 

A continuación, las piernas de mi hermano cedieron cuando un viejo en silla de ruedas golpeó la parte trasera de su rodilla, y casi cae al suelo, pero llegó a sostenerse de mi hombro.

Yo ahogué una risa, y miré hacia adelante.

Damon fulminó con la miraba al pobre anciano, aunque estoy casi segura de que tenía miopía avanzada, y ni siquiera distinguió el movimiento de sus parpados. Una señora mayor que al parecer sostenía la silla, y miró con disculpa a Damon. Bueno, por lo menos parecía más cuerdo que el anciano.

—No seas tan rencoroso, no lo hizo a propósito.

—Dudo que lo haya hecho sin intención. —Damon era dramático, siempre lo había sido. Cuando éramos pequeños y quería que nos castiguen a Josh o a mí, el simplemente se tiraba al suelo, y las encendía lágrimas. Literalmente, él lo hacía. Parecían tan reales que al principio yo misma me encontraba pensando si lo había golpeado o no. Damon jugaba con tu mente todo el tiempo.

Le puse los ojos, y miramos hacia adelante cuando fue nuestro turno.

— ¿En qué puedo ayudarles? —La cara malhumorada que había tenido la mujer cambió radicalmente cuando recorrió los rasgos de la cara de mi hermano. Tal vez tenía cuarenta y largos, y no tenía ningún reparo en mirar abiertamente a un chico que era, obviamente, mucho menor que ella.

Yo quería un cuarto de libra con queso, y mi hermano, indeciso, pidió dos. Pagamos el combo con las papas y refrescos más grandes que había, y esperamos mientras Maggie, según se leía en una camisa ajustada que mágicamente tenía abiertos más botones que cuando nos había comenzado a atender, gritaba el pedido a los pobres cocineros. Todo en su persona gritaba dura, pero incluso su voz me hizo estremecer. 

Observé con absoluta incredulidad como ella miraba fijamente a mi hermano, y quiero decir fijamente, como si estuviera en un horrible trance o algo. Damon comenzó a hablarme de un partido que había oído en la radio en el viaje, pero simplemente no lo estaba escuchando. Esto en Seattle nunca había vivido algo así con Josh, o incluso con ninguno de mis amigos. La gente era un poco más disimulada allá. Juro que en  un momento pensé que se pararía en el mostrador y le haría una propuesta indecente a mi hermano. Dios, esperaba no estar cerca si alguna vez eso pasaba. 

Le di una mirada significativa, y cuando se percató de ella, se volvió a la mujer, y pasó su brazo por los hombros de la anciana de atrás, atrayéndola hacía su lado. La anciana parecía estar en el paraíso, lo que hizo que me estremeciera. Damon habló seriamente, incluso yo hubiera creído que estaba loco y era retorcido, si no hubiera visto su mirada divertida antes de volverse a Maggie.

—Mira, lo siento, pero tu mirada fija en mí molesta a mi novia. —Los ojos de Maggie y los míos se abrieron con sorpresa, pero mi hermano continuó. —Te agradecería que mires hacía otro lado.

Intenté no reírme, porque si tono de voz parecía severo y la cara de la empleada era para una foto; pero al parecer no hice un buen trabajo, porque ella lo notó. Oh querida, lo notó. La mujer en cuestión tomó mi mirada como algo condescendiente o algo así, porque me fulminó con la mirada con odio y vergüenza, abriendo la boca para responder lo que seguramente sería un insulto hacia mi persona, pero gracias a los Dioses de la comida y ruidos de estómago, las hamburguesas llegaron y tuvo que callarse.

Damon tomó la bandeja, y buscamos una mesa cercana. Cuando nos sentamos, nos miramos fijamente y nos echamos a reír.

—Mierda, la cara de esa mujer fue graciosa. —Imitó como abrió sus ojos, aunque más exagerado, y me reí más. — ¿En qué puedo ayudarte? —Movía sus cejas e imitaba su voz y yo me reía a carcajadas, luego él se unió, mientras citábamos frases de la empleada cachonda.

Llegamos a un punto donde nuestras risas estaban en modo mute y lo único que hacíamos era golpear la mesa, pareciendo algo estúpidos, y definitivamente causando una escena, pero nunca fuimos de los tímidos que se encogían a las miradas de otros. Era un poco molesto y egocéntrico, según decían muchas personas, pero no estaban aquí, ¿verdad?

Era fascinante como hace dos semanas reír y hablar era otra vida, y ahora todo parecía normal. Cierto, la culpa y el dolor estaban ahí, pero ahora que estaba alejada de toda la mierda, y sentí como si mi cara pudiera volver a tener su bronceado natural otra vez, y la ojeras y los malos sueños pudieran irse. Me permití por un momento, mezclar la esperanza entre en dolor de mi corazón. 

Me pregunté cómo sería volver a ser Megan Waters, la chica segura, otra vez. Aún estaba lejos de ser ella, pero mientras que antes pensaba que no lo sería jamás, ahora tenía dudas, y con ellas, esperanza. 

Lejos de Seattle, parecía como si los pensamientos negativos, familias rotas y hermanos muertos no existiesen. Solo éramos Damon y yo. Tuve una oleada de agradecimiento por él. Por ser capaz de perdonar el daño irreparable que había causado cuatro meses atrás, y querer ayudarme a salir adelante. 

¿Podría ir a la universidad? Nunca había pensado que quería hacer. Realmente, con el dinero que circulaba en la familia en general, no era necesario. Hace cuatro meses mi mayor preocupación era la fiesta que ocurría semana a semana, y me dije que no volvería a ser esa chica. Tal vez en una realidad que había sido la mía en ese tiempo, pero ya no.

Si, quería ser la chica fuerte otra vez, pero tenía que usar mis errores y culpa como experiencias y enseñanzas, por muy cliché que eso suene.

—Oye, dame tu celular. —Damon me arrancó de mis pensamientos, volviendo a la realidad. Recordé el agradecimiento, y le sonreí sinceramente. Era consciente que parecía loca mirándolo fijamente, definitivamente no con la mirada hambrienta que lo había hecho Maggie, pero solo sonreí sin contestar.

—No lo tengo. —Le dije cuando su mirada me avisaba que se estaba asustando de mi sonrisa feliz que rozaba preocupantemente el borde psicópata.

Damon me miró fijamente, como si esperara que le dijera que era una broma. Pero luego de cerciorarse de que no estaba jugando, comenzó a regañarme— ¿Y no dijiste nada? Te das cuenta que vas a tener que conseguir otro teléfono, ¿verdad?

Suspiré. —No tengo nadie con quien hablar.

Me miró como si fuera idiota. —Excepto a la policía si algún loco quiere asaltarte, o violarte, o robarte, o golpearte, o… 

Alcé las manos para hacer más claro mi punto cuando lo interrumpí. —Bien, entendí— Dios, este chico era jodidamente molesto. —Voy a conseguir uno nuevo.

—Si lo harás—Él asintió—, en el momento que salgamos de aquí.

—Bien. —No discutí, porque él era tan imposible y terco como yo lo era, y alguien tenía que ceder, porque estaríamos hasta el amanecer discutiendo, en el caso contrario.

—De todas formas, tu no…—Él cambio su mirada que estaba en mí, para algo o alguien que estaba detrás de mí. Su cuerpo se tensó, y el Damon bromista, o incluso el hermano gruñón que había estado hace un momento, desapareció. 

No distinguí que había en sus ojos. De los tres, Damon siempre había sido el más difícil de descifrar. Desde las emociones que podrías ver en sus ojos, hasta su postura, era indescifrable. Pero la espalda tensa había sido imposible de ocultar, y eso, en su lenguaje corporal, avisaba que era algo verdaderamente grave.

Junté mis cejas en confusión, y me volteé a ver lo que lo había puesto tan inquieto.

Mi mirada azul, se conectó automáticamente con los ojos castaños más bellos y perturbadores que había visto en mi vida. Incluso de los metros que nos separaban, sabía a ciencia cierta que sus ojos eran brillantes. No ese marrón que pasa desapercibido, sino el castaño demasiado claro, más parecido al color whisky, que llamaba la atención en cualquier parte. 

La postura de ese chico parecía intimidante, y había mirado detrás de mí —a Damon supuse— pero cuando el finalmente se había cruzado con mi mirada, sus hombros se habían relajado, y sus cejas se juntaron mientras me miraba fijamente, como si tuviera un problema de matemáticas dentro de mis ojos. 

Me sentí terriblemente expuesta, como si el mismo diario que me había regalado mi papa estuviese escrito en toda mi cara. Con todos mis secretos a la luz, pero solo él podía verlos.

Él parecía estar en la misma situación que yo, sin poder apartar la mirada uno del otro. 

Antes de que siquiera tuviéramos oportunidad de resistirnos a la mirada intensa que nos dábamos, una mano me arrancó del asiento y mi ensoñación. 

Damon tiraba de mí de vuelta a la fila, y ni siquiera se molestó en disculparse con las personas que se encontraban esperando. Simplemente se acercó a Maggie al oído, para susurrarle algo. Ella asintió y se agachó, dando dos bolsas de comida para llevar. Su actitud fue más profesional de lo que había sido hace un rato.

Sin embargo, eso es todo lo que pude captar, porque mientras mi hermano no miraba, me volteé nuevamente, y vi a la miraba ámbar otra vez, como sí ahora que sabía que se encontraba en el local, me llamara y estuviera obligada a responderle. Esperé la misma mirada, las mismas emociones, y que sus efectos hagan lo que no sentí nunca en mí, que era lo más fantástico de toda la cosa de las miradas. Solo que esta vez, tenía la mandíbula cuadrada tensa y sus ojos eran fríos y calculadores, enojados y aterradores. Y no estaban dirigidos a mí, sino a Damon. 

Miré a mi hermano, que estaba volviendo a la mesa, y juntando toda la comida y colocarla dentro de las bolsas. No conectaba la mirada con nadie, y su postura era tensa, mientras sentía la mirada de aquel extraño en él. Sin embargo, me di cuenta que este chico conocía a mi hermano. ¿De dónde? No tengo idea. Jamás habíamos venido a estos lugares, ni siquiera remotamente cerca.

— ¡Megan!—El gritó entre todo el ruido del local, y me di cuenta que seguía parada a un costado de la fila. 

La mirada del extraño se desplazó hacia mi otra vez, y me miró con asombro, dolor, ira y algo más. ¿Era malditamente posible expresar todos esos sentimientos tormentosos en una sola mirada? Si la respuesta era un no bueno, debo decirles que este chico tiene malditos dones, porque el sí podía.

¿Qué diablos pasaba aquí? 

Lo miré fijamente, porque tal vez lo conocía. Pero no creía olvidar una mirada como esa. Nunca. 

Me moví por el local, y mi hermano me dio una bolsa en silencio.

—Vámonos de aquí. —Estuve tentada en preguntarle qué estaba pasando, pero su postura tensa me decía que algo no estaba bien. Y eso era decir mucho. Damon jamás fue de mostrar signos cuando algo estaba mal, pero su cuerpo rígido en el idioma mundial no era solo algo que no estaba bien, era algo que estaba horriblemente mal. Así que solo seguí el camino que marcaban sus pasos con la mirada baja. 

Cuando estábamos por llegar a la puerta, me golpeé con la espalda de mi hermano, y alcé la mirada, para ver que lo había detenido. Y me tensé cuando lo vi mirando intimidante al chico misterioso, que ahora tenía a dos mastodontes a sus costados. Sus tres pares de ojos estaban fijos en Damon, y los tres tenían las mismas emociones, y por la postura de mi hermano, él los miraba exactamente de la misma manera. Nos estaban cortando el camino, como si fuéramos cucarachas en proceso de exterminación. 

Enojo. Posturas rígidas. Mandíbulas tensas. 

Esto no era bueno. No. 

— ¿Qué demonios haces aquí? —Incluso con la voz teñida de ira, podía darme cuenta de lo hermosa y suave que era El chico se acercó más a nosotros. Yo retrocedí, pero mi hermano no. Como dije, él no mostraba cuando algo era verdaderamente problemático. Solo fingía que todo estaba bien. Bravo Damon.

—Mira, Liam…—Liam. Ese era su nombre. Mi hermano había hablado con calma, pero no lo dejaron terminar, porque el chico de mi derecha habló, sin moverse de su lugar.

— ¿Es ella, cierto? —Preguntó, aunque parecía tener solo curiosidad. Ninguno me miraba, pero sabía que estaba hablando de mí, y parecía como si estuvieran hablando de una puta de la calle. Damon se quedó en silencio, pero nadie asumió que era una afirmativa. Al parecer querían escucharlo salir de su propia boca. 

Pero no contestaba. Nadie lo hacía.

Y con mi naturaleza entrometida y gruñona, rodeé a mi hermano, y me puse delante suyo, haciéndolo retroceder. Malditamente iba a ignorar su hermosura y rudeza si iba a hablar con ese tono despectivo de mí.

— ¿Qué quieren decir? —Mi tono de voz era cauteloso, e hizo que los tres me miraban. Bueno, cuatro, porque sentía prácticamente rayos láseres en mi espalda por parte de Damon. Sin embargo, lo que me dijeron a continuación me hizo pensar dos veces en haberme metido.

—Nadie ha hablado contigo. —El chico que aún no había hablado, rompió el silencio, y me fulminó con la mirada, y casi tuve ganas de esconderme detrás de mi hermano como una niña pequeña.

Pero yo no era de las que retrocedían. Nunca había sido de esas. Este era mi momento para demostrarme cuán segura y fuerte podía ser. 

Bravo Megan, perfecto momento para ponerte en prueba a ti misma, pensé. 

—Pero están, obviamente, entrometiéndose en nuestro paso y hablando con mi hermano. —Sus ojos se clavaron en Damon con asombro e incredulidad. 

— ¿Hermano? ¿Qué diablos? —Liam tenía los ojos abiertos y los puños más apretados aún. Nos dirigía miradas como si estuviera mirando una pelota de ping pong que se movía de una cancha a otra con rapidez. —Pero en el teléfono, él… ella…

— ¿Pensaste que él había mentido? —La voz de mi hermano fue contenida, y me dio la sensación de que quería darle un puñetazo.

—No es exactamente conocido por decir la verdad. —El chico que me había hablado antes murmuró entre dientes con disgusto.

—Cierra la boca, Gabe. —Mi hermano le dijo. Conocía a este tal Gabe, también. ¿En qué diablos se había metido este chico cuando mama y papa no estaban mirando? Porque no creo que mama y papa sepan esto.

—Oblígame. —Replicó. Los cuatro “machos” aquí presentes eran, al parecer, buscadores de peleas en cualquier parte, porque parecían estar trazando los golpes en sus mentes con las miradas.

—Con gusto los dejaría seguir con esta discusión que no entiendo una mierda, pero tenemos que irnos. —Por mucho que quería perderme en los ojos de Liam un poco más, no quería una pelea, porque claramente mi hermano estaba en desventaja. Tomé su mano, y comencé a tirar, pero había trabado su mirada con Liam. Tiré suavemente de su brazo cuando conseguí su atención y puse mi expresión de súplica. —Quiero irme Damon, por favor. Solo déjalo. 

Sabía por la expresión de su cara, que la súplica de su hermana menor no solo había funcionado, lo había hecho papilla. Mama me había enseñado algunos trucos que eran necesarios en un hogar con tres hombres tercos y decididos. Esa mirada había hecho sopa a tu papa cuando nos conocimos, decía ella. Y he aquí, un momento en que me sirvió para algo realmente importante.

Él suspiró y comenzó a volverse hacía la puerta, y sentí que estaba logrando algo, ya que los tres  se habían quedado en el lugar. Pero luego, el conocido como Liam, cuya mirada me podría haber dejado realmente sin sentido ni cordura si lo hubiera mirando un poco más, preguntó algo que hizo congelarme en mi lugar.

— ¿Ella no sabe nada? —Su tono se oía a regaño, para no decir enojo. Supe que estaban hablando nuevamente de mí. 

—Liam, cállate. —Damon parecía que iba a clavarle una papa en el ojo y retorcerla. No escondía ningún sentimiento en sus ojos verdes, que ahora se estaban levemente oscureciendo de furia.

—Por Dios, no tenía ni idea que ella era su…—Él chico que aún no conocía su nombre, fue interrumpido. 

— ¡Cierren la boca! —Mi hermano gritó, y el local hizo un breve silencio, pero nadie nos notaba realmente, por lo que poco a poco regresaron a sus respectivas conversaciones. A Liam se le formó una sonrisa maliciosa en sus labios, claramente disfrutando es espectáculo que mi hermano estaba haciendo en público, y parecía que iba a abrir la boca otra vez.

Mierda. Mi curiosidad debía esperar. Tiré fuertemente de él, y nos saqué fuera del local. No miré hacia atrás mientras caminábamos por la acera, pero tenía mi mano fuertemente rodeando su muñeca. Sus pasos eran rectos, y en este momento nos encontrábamos en un silencio que ni siquiera podría describirse como incomodo, era más como escalofriante. 

¿Qué había sido eso? Quería saberlo. Merecía tener una explicación, porque tenía que ver conmigo. O eso creía.

Y un fuerte presentimiento me dijo que tenía que ver con mi familia. 

¿Con Josh tal vez? ¿Con papa? ¿Con mama? 

Todas las probabilidades me parecieron remotas y ridículas.

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