Sonreía sin darse cuenta mientras preparaba algo para picar en lo que sus amigas llegaban. Nuevamente habían quedado para pasar un rato juntas e intentar ponerse al día. Y haciendo memoria desde su última reunión, la cual hacia ya bastante tiempo debido a no poder compaginar bien sus horarios, todo parecía haber dado un giro bastante destacable en los acontecimientos que la rodeaban. Bastante destacable, esperanzador y bonito. Porque su yo de aquel entonces no hubiese imaginado que Clarke se hubiese abierto tanto a ella, porque conociéndola como la conocía, sabía que esa noche encerradas en la galería había marcado un antes y un después, había sido un gran paso camuflado en aquella forma que había tenido de contarle sobre su bloqueo profesional, el tema de la tipa acosadora y sobre todo su "te echo de menos". Porque aquello había sido una confesión y de las buenas. De las que marcan pero sin un punto final, más bien con un punto y seguido. Un punto y seguido que dejaba abierta una nueva ventaba entre ambas.
-Niñas, cuidado –les advirtió desde la barra de la cocina al verlas saltar sobre el sofá –niñas –insistió cuando el timbre la sorprendió, sabiendo perfectamente que sería una de sus amigas.
Y sí, efectivamente. Octavia, la primera en llegar siempre. Como siempre. Ya se estaba imaginado la cara de Raven al verla llegar y encontrarse con que la morena nuevamente se le había adelantado, incluso su comentario acerca de que si era la mujer perfecta o algo así.
-¡Ricky! –Escuchó cómo Octavia elevaba la voz ya dentro del piso, observando cómo el pequeño corría con rapidez hacia donde estaban las pequeñas, uniéndose a su particular juego de saltar sobre el sofá. –Lo siento, no había manera de dejarlo con el padre –se justificó.
-Por favor Octavia, lo adoro –le contestó sonriente y con completa sinceridad –y las pequeñas más –dijo observando cómo al igual que las de ellas, las risas del pequeño comenzaban a resonar por cada resquicio de esas paredes.
-¿Cómo aguantas con las dos? –Le preguntó su amiga tras soltar un ligero suspiro. –Me está quitando años de vida, te lo digo de verdad –afirmó al ver como sonreía.
-No es para tanto –respondió encogiéndose de hombros ligeramente.
-Que no es para tanto –repitió su amiga clavando la mirada en el pequeño, el cual le había dado un golpe a la mesa pequeña del salón en su intento de cambiar de sofá. –Ricky por dios –le regañó de nuevo mientras se llevaba la mano a la frente.
El timbre volvió a sonar y ella directamente optó por dejar la puerta abierta, para no tener que volver a la entrada. La comodidad en persona sí, pero un viaje que se ahorraba. Un viaje que evitaba al saber con certeza que quien estaba por llegar era Raven. La amiga impuntual, eso era lo que decía Octavia, pero a ella en realidad aquel apelativo no la convencía del todo ya que con el paso de los años la castaña había ido puliendo ese punto bastante bien, y sabía que posiblemente lo hacía para fastidiar a Octavia en un intento de llegar alguna vez antes que ella, pero bueno, al menos lo intentaba y tenía un objetivo claro.
-Holi –escuchó la voz claramente de Raven antes de oír cómo la puerta se cerraba –espero que doña perfecta no se me haya adelantado –decía caminando por el corto pasillo –la leche, ¿cómo narices lo haces? –se quejó al ver a la morena sonriente sentada en uno de los taburetes de la barra. –Esto es imposible de verdad, menuda frustración –soltó con el ceño fruncido. –Se llama responsabilidad y ser puntual –dijo poniendo una voz graciosa, intentando imitar la voz de Octavia, quien la miraba con cara de pocos amigos. –Mira, aun falta para las nueve –señaló el reloj de la cocina sin apartar la mirada de la morena, quien la miraba con una pequeña sonrisita en los labios, sabiendo perfectamente lo que podría llegar a molestar eso a Raven.
-Anda, vamos –las animó con una pequeña bandeja en las manos, indicándoles que se dirigieran al salón para sentarse y cortando así rápidamente con la lucha de miradas que sus amigas estaban intercambiando.
-¿Y las cositas más guapas del mundo? –Exclamó Raven corriendo hacia el sofá donde estaban los pequeños, abrazándolos fuertemente contra su cuerpo. –Joder que guapos estáis, vais a ser los protagonistas de la boda –decía sonriente. –Venid aquí conmigo –les animó dando palmaditas sobre el sofá, haciendo que los pequeños obedecieran con rapidez –los tengo dominados eh –se burló mientras ellas dos sonreían. –Me parece perfecto –dijo tras ver como la pequeña Eliza le decía algo en el oído.
-¿Qué tramáis? –Preguntó sin fiarse de ambas.
Porque sí, a Raven se le daba bastante bien cuidar de los pequeños, era un hecho que siempre demostraba cuando se quedaba con ellos, pero lo que también era un hecho es que los consentía demasiado, incapaz de pronunciar la palabra "no" delante de ellos.
-Nada –contestó su amiga con rapidez.
-Raven –le advirtió como a una niña más.
-Nada, que me apetece pizza –respondió observando como la pequeña Eliza se llevaba las manos a la boca, intentando que no la pillara sonriendo.
-Claro –contestó negando con el rostro, fijándose en cómo la pequeña ante tanta presión por llegar a ser descubierta lo único que pudo hacer fue salir de allí y dirigirse hacia alguna habitación del piso. Posiblemente con la idea de traer un nuevo juguete al salón y así distraer al resto. –Es que eres peor que los niños eh –le regañó mientras su amiga ponía gesto de ofendida, llevándose incluso una mano al pecho.
-Bueno, antes de pedir la pizza, resumen –pidió Raven mientras acariciaba los rizos del pelo de Ricky –que luego me cortáis la digestión con vuestros dramas –bromeó guiñándoles un ojo. –Joder que suave, ¿qué le echas en el pelo? –Preguntó bastante interesada a Octavia. –Registraré tu casa para descubrirlo, lo sabes –la amenazó con gesto serio ante la negativa de la morena por contestar. –Dispara anda –dijo dándole un leve empujón a Octavia en la pierna.
-La verdad es que...no hay novedades –resumió la morena. –En el hospital todo bien, mucho trabajo, pero como siempre, lo típico –dijo tras encogerse de hombros. –Y con Lincoln y el pequeño genial –terminó cogiendo su copa de vino para dar un trago.
-Ojos verdes –le animó Raven a que fuese ella la siguiente en resumir.
-Bueno –sonrió intentando ordenar en su cabeza todos los hechos que habían ocurrido en ese tiempo, haciendo que sus amigas le clavasen la mirada, como si una simple sonrisa les hubiese adelantado algo.
-Aquí hay tema Octavia –dijo Raven inclinándose ligeramente más en el sofá tras la huída repentina de Ricky y Alycia por el pasillo, posiblemente hacia donde la pequeña Eliza estaría para unirse con ella.
-Clarke y yo hemos pasado una noche juntas –dijo observando cómo sus dos amigas se sorprendían bastante ante la noticia, modificando incluso más sus posiciones para poder ver mejor su rostro –no es lo que pensáis –cortó sus pensamientos con rapidez. –Fui a la exposición esa en la que estaba ayudando a Oliver –empezó a explicar –y bueno, aunque en un primer momento me arrepentí –dijo recordando en su mente el beso que esa mujer le había dado a la rubia –todo cambió en cuanto nos quedamos encerradas en el sótano.
-La leche –susurró Raven totalmente interesada. –Sigue mujer –le animó rápidamente.
-De verdad que no paso nada de lo que tu sucia mente está pensando –le aclaró de nuevo a Raven, quien parecía estar pensando en otro tipo de acercamiento entre ellas. –Estuvimos hablando con tranquilidad, e incluso estuvimos bromeando –dijo recordando el momento en que Clarke había sugerido un internado para la pequeña Eliza. –No sé, fue diferente –decía moviendo sus manos. –Clarke estaba más dispuesta, incluso me aclaró un par de cosas y acabó confesándome que me echa de menos –dijo sonriente observando cómo sus amigas sonreía completamente sorprendidas.
Y es que era para sorprenderse. Y mucho. Algo que podía confirmar con seguridad al ver también la reacción de sus amigas. Porque el ver la sorpresa reflejada en el rostro de ellas le confirmaba también que su ligero insomnio después de aquella noche estaba más que justificado. Porque desde aquella noche su mente recreaba una y otra vez cada conversación con Clarke, cada sonrisa, cada confesión, cada mirada. Un bucle sentimental que acababa con aquel "te echo de menos".
-¡Ay por favor! Mis sentimientos clexa –dramatizó Raven echándose hacia atrás en el sofá.
-Eso es genial –dijo Octavia dándole un leve apretón en la rodilla –la rubia está dejando de hacerse la durilla –sonrió ante el comentario acertado de su amiga.
Exacto. Eso era lo que ella había estado pensando también desde entonces. Clarke parecía estar derribando ella misma ese muro que había levantando entre ambas. El mismo en el que ella había estado intentando realizar un golpe tras otro con el objetivo de crear alguna fisura, pero siendo la propia Clarke la responsable de tirar el primer ladrillo fuera.
-Voy a por estos –informó con la idea de ir a por los pequeños, señalando el pasillo que daba a las habitaciones –mucho tiempo llevan solos.
Pero no le dio tiempo a llegar a ninguna de las habitaciones. El llanto de una de las niñas la puso en alerta por completo, saliendo disparada hacía la habitación de las pequeñas, reconociendo por el corto camino que era Eliza la que lloraba.
La encontró sentada en el suelo llorando mientras Alycia y Ricky la miraban completamente estáticos y asustados.
-Cariño –dijo tirándose al suelo a su lado, cogiendo su carita con cuidado. –¿Qué te duele? –Le preguntó nerviosa sintiendo la presencia de sus amigas en la habitación segundos después.
-Aquí –dijo la pequeña entre sollozos, extendiendo su mano con cuidado hacia ella.
-¿Mucho? –Preguntó mientras la pequeña suspiraba y contenía las ganas de llorar.
-Sí –contestó clavándole sus ojitos azules completamente llorosos.
-¿Qué ha pasado? –Le preguntó a la pequeña Alycia, quien parecía realmente asustada con la situación.
-Se ha caído –susurró pegándose a las piernas de Raven.
-Se ha caído –repitió sin estar nada convencida con la contestación de la pequeña –vamos cariño –dijo cogiendo a Eliza en brazos con cuidado –me la llevo al hospital –informó a sus amigas, quienes asintieron rápidamente.
-Yo me quedo con Alycia –respondió Octavia –coge mi coche y yo me llevo el tuyo que tiene dos silletas –informó haciendo el intercambio de llaves con rapidez mientras sentía como la pequeña sollozaba en su hombro.
-Tranquila cariño –intentó calmarla dejando un beso sobre su pelo mientras acariciaba su espalda. –Alycia pórtate bien –le dijo a la pequeña acariciándole la cara.
Llegaron al hospital más rápido de lo que pudo imaginar, aunque todo se lo debía a Raven, quien había decidido ir con ella y conducir hasta el edificio. Y la verdad es que se lo agradecía muchísimo porque en su estado de nervios y preocupación no estaba para ello. Definitivamente no.
-Ya he avisado a Clarke –le informó tal y cómo le había pedido mientras ella mecía a le pequeña en brazos.
Y sí, reconocía que debería haberla avisado ella, pero simplemente no podía. Demasiada presión. Demasiada angustia. Se sentía demasiado nerviosa y lo único en lo que quería centrarse era en la pequeña. Lo único que importaba en el momento aunque una imagen de Clarke muy cabreada atravesaba su mente una y otra vez.
-Me va a matar –sonrió con tristeza mientras su amiga la miraba desconcertada –Clarke me va a matar –le aclaró.
-No digas tonterías, no ha sido culpa tuya –respondió Raven.
-No lo entiendes –le contestó segundos antes de que le informaran de que podía pasar con la pequeña a que la viesen.
Y claro que no lo entendía. Por supuesto que no. Porque habían dado un tremendo paso en la extraña relación que tenían, y ahora esto lo único que iba a hacer es que las cosas se tensaran entre ellas de nuevo. Porque algo que Clarke no soportaba es que le pasara algo a las pequeñas. Algo que ella misma había comprobado a lo largo de los años. Porque la rubia podía ser una bromista e incluso más infantil que las pequeñas, pero cuando se trataba de protegerlas y cuidar de ellas el asunto cambiaba por completo. Porque su territorialidad y su sentido de protección afloraba de forma abismal con ellas.