AMBER SULLIVAN
Mi cabeza descansa sobre el cuero del asiento mientras mis párpados reposan cansados sobre mis ojos. En el momento en que mis ojos se encontraron con el suave matiz café en ellos, quedé sin respiración, sin pulso, sín habla, quedé en blanco.
Su mirada turbia clavandose con suma fijeza sobre mis ojos me dejó helada, estupefacta pero más allá de eso, estaba sorprendida. Era posible que mi mente me estuviese haciendo una mala jugada debido a todas las cosas que había escuchado anteriormente decir por Christina.
Algunas veces vemos lo que queremos creer. Es allí donde se encuentra el problema. No todo lo que queremos creer es real. Al igual que no todo lo real es lo que creemos creer.
Por suerte, Drac no tardó en tomar el lugar de héroe haciéndome sentir miserable al no poder dejar de llorar para contarle lo que se supone que mis ojos habían presenciado. El no me creería. Ni siquiera yo misma puedo creerme.
Por esa misma razón, decido permanecer en silencio. Sellando mis labios con fuego para no emitir ninguna palabra al respecto e intentar olvidarme de dicho suceso.
No es real. Me repito constantemente en mi fuero interior, convenciendome de ello.
El auto se detiene frente a un edificio que creo reconocer. Se trata de aquel antiguo edificio en el cual el tío del hombre a mi lado tenía un refugio además de ser el mismo lugar donde éste mismo perdió la vida.
No podía negarlo. Christina había hecho cosas imperdonables, entre ellas, la muerte de Hugo. Parecía que todo había sido en vano porque al final el maldito de su hermano logró salirse con la suya. ¿Cuándo no se sale Günter con la suya?. Pero a todas estas la pregunta del millón de dólares para mí es ¿por qué? ¿por qué encarceló Günter a su hijo por segunda vez?
Drac apaga el auto, dejando descansar sus fuertes y trabajados brazos sobre el volante. Puedo notar como los músculos de sus tríceps se contraen de una manera sensual. Muerdo mi labio y desvío mi mirada hacia la ventana. No puedo creer que después de tres años esto es lo más cerca que hemos llegado a estar. En un mismo auto, en donde la luna y las estrellas son los únicos testigos de nuestro encuentro. Un silencio sepulcral consume la estancia de manera que me permite escuchar el ruido que produce al respirar. Mi corazón bombea sangre como un desesperado mientras mis ojos se pierden en la oscuridad del ambiente.
Insegura sobre cuestionar cualquier cosa, dejo descansar mis brazos sobre mi pecho a la vez en la que giro mi rostro para mirar su perfil anguloso de naríz recta, la pequeña curva que se forma en su labio inferior, la poblada cantidad de pestañas que se adhieren a sus párpados y la sombra casí invisible de una barba incipiente. El reflejo de la luz destella en sus ojos, adquiriendo así una tonalidad más clara de la que en realidad es.
Entonces su rostro se mueve hacia mí. Haciendo que mis mejillas comiencen a calentarse e adquirir color propio. Aún así, no le puedo dejar de mirar. No quiero dejar de mirarlo.
-Se supone que Derek vendría a recogerte aquí -me explica al notar mi desconcierto sobre porqué estamos en ese lugar que tantos recuerdos hace que viajen a mi mente.
Me encorvo de hombros, deslizando mi mano sobre mí muslo. Mi cerebro salta fuertemente a cada segundo y las palabras de Günter sobre permanecer ausente de presencia martillean mi cabeza. Tardo unos segundos en comprender que estamos solos. Lo que me impulsa a actuar. Mis impulsos por abrir mi boca y contarle la verdad de su vida. Esa verdad que podría cambiar todo, incluso para mí.
-Es agradable estar en Oregón después de tanto tiempo-comienzo a hablar con cuidado de soltar alguna estupidez que pueda arruinar tan esperado momento-. Es agradable volverte a ver, Drac.
Puedo notar como contiene la respiración durante un par de segundos para luego exhalar una bocanada de aire y dejar caer sus hombros sobre el espaldar de su asiento. El aprieta sus labios al igual que baja sus manos en puños hasta su vientre.
-Supongo...
Por más que quiera dejar de mirarle no puedo. Así que de forma insegura me giro hacia él. El no demora en inclinar su cabeza a un costado para poder mirarme también.
-¿Te puedo hacer una pregunta? -interrogo de pronto haciendo que sus frías orbes se claven aún más sobre mí. El asiente con un movimiento que casi no puedo percibir-¿Has sabido algo sobre tu hermana?
Su mandíbula y espalda se tensa notoriamente, al momento que me arrepiento de haber preguntado aquella información personal para el. Pero ya lo había dicho. No podía regresar el tiempo para evitarlo. Entonces por alguna razón el niega duramente con su cabeza negando cualquier posibilidad alguna de que su padre le haya contado la verdad sobre Daniela.
-Es mi turno. ¿Te puedo hacer una pregunta?
Le miro y asiento sin dudarlo. Sin embargo, tengo la impresión que por el tono áspero y severo de su voz de que su pregunta no será fácil de responder.
-¿Por qué?¿por qué testificaste contra mi el día del juicio, Amber?-mi garganta se queda sín sín saliva por lo cual soy incapaz de soltar ni una sola palabra. Ni siquiera una incoherencia de esas que suelo decir en momentos desesperados. Solo me quedo pasmada mirando sus enormes luceros celestes que destellan desprecio y aflicción en sus pupilas-. He estado todo este maldito tiempo tratando de comprenderlo pero...no encuentro una razón.
-Drac, yo...
-¡Chicos! -escuchamos gritar a un Derek muy atareado. Derek avanza hasta el costado del vehículo en el cual mí ventanilla se encuentra abajo de manera que le permite adentrar su cabeza a través de ella.
Los ojos de Derek viajan hasta mi para luego trasladarse a los de Drac y esbozar una fina mueca de ceño y labios fruncidos. Ahogo un suspiro.
-¿Se encuentra todo en orden aquí? -interroga.
-Perfectamente-contesta Drac de manera evasiva para después oprimir el botón que sube el seguro de mi puerta.
Derek chasquea la lengua sin creerle mucho a lo que anteriormente ha escuchado pero en lugar de continuar con su rol de detective, abre mi puerta para ayudarme a bajar del auto. Arremango las mangas de mi suerter mientras me dirijo cabizbaja hasta la camioneta de Derek. Una vieja Bleizer de color verde con más año que la antiguedad. Muerdo mis labios cuando les observo intercambiar un par de palabras con dureza.
Y pensar que si no hubiese sido por Derek hubiera tenido que arreglármelas para responder su pregunta. Esa pregunta capaz de mover cada fibra de mi cuerpo. Esa misma pregunta que yo misma me hice durante estos tres años de ausencia.
¿Por qué testifique en su contra el día del juicio?
-¿Cómo te fue en el psiquiátrico, Amber? -inquiere Derek con su grisácea mirada clavada en la carretera abarrotada de una extensa cantidad de árboles y un cielo teñido de negro sin una sola estrella en él-¿Pudiste ordenar las cosas de tu...Christina?
No puedo evitar sentir un pinchazo en el pecho cada vez que escucho el nombre de Christina. Se que ella no fue la mejor pero más que sorprendida al descubrir que posiblemente ella había sido asesinada, me dolía.
Pero más allá de ello, al recordar que a Christina la imágen de los ojazos café de mi padre merodeaban por mi mente en cada segundo desde que le ví. Dios. Estaba perdiendo la poca cordura que quedaba en mi. Los pensamientos iban más allá de eso. Era insano.
-Derek...necesito que me respondas algo.
El reduce la velocidad, quizás por la manera en la que sonó mi voz al hablar. Pero estaba asustada, más bien, confundida.
-Tu conoces la historia. Esa historia que permitió que Drac y yo nos conociéramos.
-¿Qué quieres saber? -averigua con voz automatizada como si ya supiera lo que estaba a punto de preguntarle.
-El asesinó a mi padre. A Robert-Derek asiente lentamente sin comprender a lo que me refiero-¿Por qué lo hizo?
Derek chasquea la lengua y me mira de soslayo. Puedo notar el astibo de reconocimiento que surca en su mirada como si recordara a la perfección de lo que le estoy hablando. Aún así, se queda sin palabras y permanece en silencio sin dejar de manejar.
-Derek si hay algo que sabes sobre eso, es necesario que me lo hagas saber-insisto con voz impostada.
Derek encoge sus anchos hombros antes de volver a lanzarme una de esas miradas cargada de sentimientos.
-¿Por qué quieres saber eso? -vaticina serio-No deberías seguir persiguiendo a tu pasado, Amber. No es sano para tí, ni para nadie-asevera.
Muerdo mis labios y lanzo una mirada a la ventanilla del auto. Pero solo puedo ver pequeños farolillos a millas de donde nos encontramos. Decido recostarme del asiento que chilla audazmente al hundirse gracias a los años de uso.
Derek sabía cosas. Y yo necesitaba saber sobre qué se trataban esas cosas.
Finalmente después de un par de horas de trayecto, las cegadoras luces de la ciudad nos recibe. Derek estaciona frente al que alguna vez fue mi antiguo apartamento. Desde aquélla aparición de Christina en el hotel Nick prefirió rescatar mi apartamento y más sabiendo que tendría que quedarse un poco más del tiempo acordado, pues la empresa en la que trabaja le corresponde hacer un par de negocios más durante todo el mes.
Me deshago del cinturón y cuando estoy a segundos de bajarme del auto, el habla.
-El pasado es el pasado, Amber. No intentes encontrar respuestas si no estás segura de sus significado.
No puedo evitar enarcar mis cejas con estupefacción y sorpresa. Procedo a bajar del auto y cerrar la puerta a mis espaldas.
-Que pasen linda noche, her...-le escucho inhalar fuerte y botar el aire antes de reponer su oración-Amber.
-Igualmente, Derek.
Sin más preámbulos me apresuro en entrar al edificio. Mis pies duelen por estar de caminando de un lado a otro durante todo el día. Dejo mi bolso sobre la encimera y mi suéter sobre el perchero quedando solo en un pequeño top de gimnasio. Me dejo caer sobre el sofá exhausta. Pero justamente en ese momento el teléfono comienza a sonar. Maldigo para mis adentros antes de obligarme a mi misma a mover mis pies hasta el maldito teléfono que cuelga de la pared. Lo descuelgo y procedo a llevarlo a mi oreja.
-¿Aló?
-Sh...
-Disculpe, ¿quién habla? -es ineludible sentirme como el una película de horror en la cual un desconocido llama a la mitad de la noche para echarte una maldición. Solo puedo escuchar una respiración del otro lado del teléfono.
-Sh...
-¿Aló? -ante la desesperación que se apodera de cada una de mis extremidades decido colgar y correr hasta mi habitación en la cual no demoro en colocar pasador y lentamente quedarme dormida sobre el sofá frente a la puerta.
-¿No dijo quién era? -cuestiona Thomas anotando toda la información que le he dado en una tablilla.
Thomas siempre ha sido encantador e incluso después de estos tres años el seguía siendo el mismo chico carismático e inteligente que siempre. Admito que durante un tiempo estuve alejada de mi círculo social debido a todos los problemas que se presentaron con Christina. Seguía sin poder procesar toda aquella película en mí cabeza en la cual mi supuesta madre terminó siendo la madre biológica de mí supuesto novio que terminó siendo el asesino de mi padre y mi mejor amiga terminó siendo hermana de mí novio y ambos terminaron soando hijos de un temido criminal supuestamente muerto.
Definitivamente, jamás podría entender todo ese enrollo.
-No solamente respiraba sobre el teléfono e inclusive no corté al instante -le explico mientras el prosigue anotando cada dato que suelto-Me recordó a aquella película de la llamada.
-¿Cómo terminó esa película, princesa Amber?
-Ella murió. El desconocido al teléfono la asesinó -comento sintiendo un pinchazo en el estómago al pensar que algo así pudiese pasarme-¿Tienes alguna idea de dónde se encuentra Barbara?
Thomas se encoge de hombros, dejando la tablilla a un lado y cogiendo su taza de café sobre el escritorio.
-Jones se fue de la ciudad hace seis meses, su madre enfermó en Vancouver -señala dando tragos cortos a su café-Desde entonces ella no es la misma.
-¿Jones se fue de la ciudad?
Thomas asiente esbozando una mueca de lástima. El siempre ha sido muy cercano a Barbara y el hecho de verla de esa manera debía afectarle.
Ahora, la pregunta que revoloteaba en mi cabeza era por qué ella no me lo había dicho.
Thomas hace una mueca antes de desplazar sus ojos a través de la pantalla de su computador para continuar haciendo su trabajo. Mientras espero a que el me indique que ha subido mi informe al sistema, mis ojos se pasean sobre los expedientes sobre su escritorio. Entre ellos, el nombre en siglas capitales de Derek capta mi atención.
-Se llama como un amigo, Derek-comento encogiendo mis hombros sin prestarle atención.
Thomas hace una mueca. Deja su ordenador y desliza su silla hasta el expediente, el cual escanea brevemente.
-¿Derek Hale? -musita, centrando su mirada en la mía.
-Si así se llama mi amigo...¿por qué?
Thomas traga saliva antes de deslizar el expediente por encima del escritorio en mi dirección. Abro mis ojos con fuerza y mi boca repite la acción de mis ojos. Tomo la carpeta entre mis temblorosos dedos para echarle un vistazo.
¿Por qué diablos tenía Derek un expediente policial?
-Creo que hay algo que debes saber...y dudo que te agrade-advierte Thomas.
-Habla de una vez, Thomas -le espeto ansiosa.
El inhala una bocanada de aire antes de abrir la boca.
-La soga con la cual se ahorcó Christina fue comprada bajo el recibo a nombre de Derek Hale...