Escapando del infierno (+21)

By girl_blue_666

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Adrien nunca había viajado a Estados Unidos, pero cuando tienes una ex psicópata, cualquiera lo hace ¿No? Pu... More

PERSONAJES
Praesagium
⚠️ ADVERTENCIA ⚠️
CAPÍTULO 1 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 2 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 3 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 4 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 6 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 7 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 8 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 9 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 10 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 11 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 12 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 13 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 14 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 15 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 16 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 17 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 18 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 19 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 20 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 21 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 22 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 23 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 24 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 25 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 26 (CORREGIDO)
Capítulo 27 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 28 (CORREGIDO)
Capítulo 29 (CORREGIDO)
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36; Parte 1
Capítulo 36; Parte 2
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 //FINAL//
Epilogo
Praesagium
⚠️ NOTICIA IMPORTANTE ⚠️
EXTRA
EXTRA 2
EXTRA 3
EXTRA 4
EXTRA 5
CONTINUACIÓN
EXTRA 6

CAPÍTULO 5 (CORREGIDO)

962 65 14
By girl_blue_666


Adrien Volkov

— Mírame.

Giro mi rostro divertido y una sonrisa juguetona ilumina sus labios.

»— Voy a hacerlo.

— No.

— Si.

— ¿Y tú moral?

— Mi moral dice que puedo hacerlo.

— No puedes, está casado.

— Debes entender algo, ruso. En el mundo nadie es fiel cuando se trata de Hanna la ninfómana. Todos caen directo al infierno. — El pelinegro sonrió a mi lado de la misma forma que la chica al otro lado de la barra.

— Es solo ver cómo mira a su mujer, no va a caer con los encantos de Hanna. — Señalo con la cabeza al hombre que sonríe embobado a su mujer, y muerdo mi trozo de pizza.

— Adrien, hasta su esposa va a caer en los encantos de Hanna. — Tania ríe ligeramente y le da un trago a su soda.

La rubia ríe con malicia, su voz ligeramente enronquecida me obliga a volver a mirarla. Sorbe de su batido de fresa y se levanta desplegando su personalidad por el restaurante de comida rápida. No sé si soy el único que se da cuenta de eso, es su personalidad, pero los demás alzan la mirada hacía ella como si fueran alas.

Avanza entre las mesas y llega a la del hombre de unos cuarenta y tanto, que, según Thomas, está para chuparse los dedos. Se sienta en el lugar donde antes estaba su esposa y el hombre la mira sorprendido.

— Me niego a creer que va a conseguir su número.

— Negación. — Dice Thomas negando con su cabeza como si hubiera dicho "Vivan los nazis". — Todos los que conocemos a Hanna pensábamos que va haber algo imposible para ella, ya sabes, un hombre que no la encontrara atractiva y la rechazara, vivíamos con la esperanza de ver a Hanna sorprendida por qué le dijeron que no.

— Pero nunca pasó ni pasará. — Termina Tania sonriendo con diversión.

— O así era hasta que tú te negaste. — Ríe Thomas a carcajadas. — Pero todos sabemos qué es cuestión de tiempo para que acabes en su cama. ¿No es así, Tania?

Frunzo el ceño ofendido y miro a la castaña. Ella ríe un poco mientras sus mejillas se sonrojan y mira otra vez hacía Hanna.

— Hanna nunca se queda con las ganas.

— ¿Y si me voy a Rusia antes de que termine en su cama? — Meto el borde de la pizza a mi boca y me limpio las manos con una servilleta mirando atento a los chicos en la mesa.

— Adrien, eso no pasara, y tú en el fondo lo sabes. — Thomas sonríe divertido mirando a la rubia que ahora acaricia la pierna del hombre por debajo de la mesa con su pie. — Y si te vas a Rusia antes de que pase, ella te encontrara y te follara.

— Eso sonó como una historia de terror. — El rubio ríe, se había mantenido callado. — Si no te lavas los dientes, Hanna vendrá y te follará. — Alza sus manos como si fueran garras y pone una sobre el rostro de Thomas gruñendo de manera divertida.

— Ya quisieras tú que así funcionara. — Thomas ríe divertido y aparta su mano arreglándose el cabello. — ¿Cómo está mi novio?

Ryan ríe y le da otro trago a su soda sin dejar de mirar a Thomas.

— Ryder no es bi, Thom. Deja de fantasear con eso.

— ¿Nunca lo viste apartar la mirada cuando había un beso gay en una película? Eso es símbolo de qué es un gay reprimido. — Sentencia el pelinegro inclinándose hacía Ryan, él sólo ríe de manera baja.

En este tiempo he visto muchos hombres incomodarse con Thomas, suelta comentarios obscenos y a veces se acerca mucho, acepto que yo igual a veces me incomodo, sobre todo cuando se abraza a mi como si fuéramos viejos amigos. Sin embargo, Ryan es el único que no se inmuta, creo que es porque se conocen desde mucho antes que con todos los demás, y él rubio ya está acostumbrado a que él pelinegro invada su espacio personal.

Claro, invade el espacio personal de cada persona en la tierra, excepto el de Ryder, ¿Ryder se dará cuenta de que Thomas está loco por él?

— Tampoco es un gay reprimido, pero si veo alguna señal te aviso. — Le sonríe divertido al chico y luego alza su mirada cuando la rubia se acerca con una gran sonrisa qué nos deja en claro una sola cosa.

Consiguió su número.

»— ¿Cómo te fue destruyendo otra familia?

— Bien, me dio su número personal y el de su oficina. — Alza una tarjeta bastante formal y se sienta a mi lado riendo. — ¿Ya me compraras mi batido?

— Pero si ya bebiste tres. — Señaló su vaso que todavía tiene batido de fresa.

Los demás en la mesa murmuran un "Oh oh" y le doy un trago a mi soda girando a la rubia. No había comida pizza cómo nosotros, ella solo había pedido batidos.

— ¿Y?

— ¿No es suficiente? — La miro confundido y su rostro cambia completamente mientras me da esa mirada fría que suele traer la mayoría del tiempo cuando no está con Thomas.

— Obviamente no es suficiente, es fresa. Ahora cumple tu parte y cómprame un batido de fresa.

— Tienes una obsesión extraña con los batidos de fresa. — Murmuro divertido levantándome y sus ojos se iluminan como si le hubiesen regalado lo que quería para navidad. — ¿Extra grande?

— Claro. — Se levanta y enreda su brazo con el mío antes de comenzar a arrastrarme hasta el mostrador. — Y es por todo lo de fresa.

— ¿Por qué? — La miro de reojo mientras hacemos la fila y la gente nos mira murmurando cosas.

— ¿Porque son deliciosas? — Me mira como si me hubiese salido un tercer ojo. — Me gustan desde pequeña y ya, no tiene una explicación asombrosa.

Llegamos frente a la caja y pido un batido de fresa extra grande. El chico me miro entrecerrando los ojos y luego miro a Hanna cruzándose de brazos.

— ¿Sales con él? ¿Por eso no tenemos sexo?

¿Qué?

— No salgo con nadie, y te agradecería que no dijeras esas idioteces frente a él. — La mirada fría vuelve al rostro de la chica y no la aparta del pelinegro al otro lado.

— ¿Por qué? ¿Qué tiene...?

— Reed basta. — El adolescente se calla de golpe, Hanna acomoda su agarre en mi brazo bajo la mirada atenta del chico y suspira. — Hablaremos después, ahora dame mi batido.

Él nos mira de hito en hito y de mala gana me cobra el batido. Sin dejar de mirarnos en ningún segundo, sirve el batido de fresa.

— ¿Los niños igual caen? — Murmuro a Hanna mirándola de reojo.

— Todos caen.

Volvemos a la mesa y escuchamos atento la historia de Thomas sobre cómo casi lo muerde un chiguagua. Éramos solo nosotros cinco, todavía faltaba para ir a ROM y nos habíamos juntado por qué Thomas nos llamó. ¿El motivo? Quería presumir al mundo qué tiene amigos sexys.

Luego de un rato la radio de Ryan sonó indicándonos qué debía volver a su trabajo. Se despidió y dejó cinco dólares por lo de la pizza.

No sé cuánto tiempo más estuvimos ahí, pero se nos acercó un hombre diciéndonos qué si ya habíamos comido teníamos que desocupar la mesa, después Hanna le pidió otro batido y no volvieron a molestarnos.

Mi teoría de qué le tienen miedo solo se confirmó con eso, pero ¿Por qué le tienen miedo?

Bostezo y estiro mis brazos una vez salimos del restaurante. Faltaban dos horas para abrir ROM así que Hanna como buena jefa nos dijo que fuéramos a ducharnos para no arruinar el ambiente de ROM.

— ¿En qué te iras? — Hanna le pregunta a Tania mientras se sube a su moto.

— En metro, no me queda muy lejos. — Le sonríe ligeramente la morena.

— E iras en metro por qué no te queda lejos. — Hanna alza una ceja y me cruzo de brazos viendo la escena. Hanna enciende su moto y quita la pata haciendo que la gran bestia se ladee.

Hanna iba a seguir hablando, pero una gran camioneta roja estaciona a su lado. Un Jeep Grand lo suficientemente lujoso cómo para que te preguntes qué hace frente a un Papa John's. Thomas dice algo, pero no le prestó atención, mi atención está sobre la rubia que estoy seguro sabe de quién es el lujoso vehículo.

Su rostro se contrae y sus ojos se oscurecen teniendo esa mirada fría de hace un rato, solo que mucho peor. Sus manos sujetan con fuerza su manubrio y su mentón se alza en un gesto de control.

Los vidrios están polarizados asique no tengo idea alguna de quien puede ser, hasta que baja una mujer. Va con un traje oscuro completo y una gabardina, su cabello va firmemente atado en una coleta que le llega a la cintura y trae la misma mirada de Hanna. Mira fijamente a la rubia y abre la puerta trasera.

¿Qué está pasado? ¿Cómo es que Thomas y Tania siguen hablando como si nada cuando Hanna luce como si fuera a pelear con la mujer?

Un hombre canoso baja, va de traje blanco y sonríe ampliamente al darse cuenta que tiene la atención de la rubia.

— Es difícil encontrarte, Hannita. Pasamos a tu penthouse, pero nos dijeron que no has parado en él desde hace unos días. — Tiene un acento italiano muy marcado. Avanza hasta nosotros, me mira de pies a cabeza y luego mira a Hanna. — ¿Ahora los guar...?

— Un amigo. — Le corta Hanna sin moverse de la moto. — Mis amigos. — Señala con el mentón a Thomas y Tania.

El hombre asiente lentamente y vuelve a sonreír.

No me agrada, y a Hanna tampoco ya que está a la defensiva.

— Mentirosa, yo soy tu hermano de otra madre. — Thomas deja de conversar con Tania y se para junto a mi mirando curioso al hombre. — ¿Quién eres, viejote?

— ¿Cómo lo llamaste? — La mujer de la coleta mira furiosa a Thomas mientras camina hacia él y doy un paso al frente protegiendo al chico bajo. La pelinegra me mira de pies a cabeza, va a decirme algo, pero el anciano carraspea y ella se tranquiliza volviendo a su lado, sin dejar de mirarme.

— Es un amigo de la familia. — Responde Hanna mirando a Thomas. Está mintiendo. — ¿Vas a dejar tú a Tania? — Thomas asiente con una sonrisa. Hanna no la devuelve. — Nos vemos en ROM entonces.

Siento el beso chillón de Thomas en mi mejilla, avanza donde Hanna y hace lo mismo pero la chica no le presta atención y mira fijamente al anciano. Tania sacude su mano hacía mí y se despide de la rubia desde lejos. Suben al auto del pelinegro y unos minutos después solo quedamos nosotros.

»— Vete tú también, Adrien.

No quiero dejarla sola, estas personas no son de fiar y estoy seguro que no quieren hablar de cosas agradables con Hanna, mucho menos hacerle cosas agradables.

Niego y me acerco a ella bajo su mirada suplicante.

— Tenemos que ir a follar, ¿Recuerdas?

Me mira sorprendida al igual que las otras dos personas. Y para mi sorpresa, el hombre comenzó a reír a carcajadas, la mujer ni se inmuto.

— Al parecer sigues en las tuyas, zorra de mierda. — La mujer la mira asqueada. Hanna sigue mirándome, pero no soy capaz de percibir lo que quiere decirme, el hombre deja de reír y se gira hacía la mujer, y sin preocuparse por el qué dirán los que pasan, le cruza el rostro con una fuerte cachetada.

Nadie hace nada.

— Los Morgan se respetan, Andrea. — La seriedad con la que habla me intriga. Se gira otra vez hacía nosotros y arregla las mangas de su traje blanco. — Nos juntaremos otro día, entonces. No te quito más tiempo.

— No creo que sea posible, tengo muchas cosas por hacer.

— Ya veremos. — El hombre toma la mano de Hanna, pero ella la aparta de golpe. Eso lo molesta, frunce el ceño y retrocede. — Hannita. — Asiente hacia ella en modo de despedida.

— Artemio.

El hombre me mira curioso extendiéndome su mano y simplemente le mantengo la mirada sin estrechársela. Retroceden y vuelven a subir a la camioneta, en menos de dos minutos desaparecen de nuestra vista.

— Eres un completo imbécil. — El desagrado con el que me habla me sorprende, apaga su moto y se baja encarándome. — ¡Si te digo que te vayas, es por qué tienes que irte!

Me empuja, pero ni siquiera me mueve de mi lugar.

No está enojada conmigo, está enojada con la situación asique tomo sus manos y la ira en sus ojos danza cómo llamas del infierno.

»— No sabes ni una mierda, y ahora tu complejo de príncipe azul te acaba de ganar un lugar tres metros bajo tierra. — Se suelta de mí y pasa las manos por su cabello apartándolo de su rostro.

»— ¡MIERDA ADRIEN! — Espeta molesta y la gente que sale del restaurante la miran preocupados.

— Hanna.

— Cierra la puta boca. — Me señala con su dedo mirándome fijamente. Ahora veo a la Hanna que todos temen.

Es está, la rabiosa Hanna, luce poderosa cómo todo el tiempo, pero peligrosa, demasiado, ¿Qué tanto conozco a esta chica?

No lo hago, solo veo lo que ella me muestra, la chica confiada que siempre tiene todo bajo control y ahora no lo tiene, y no sé qué hacer ahora mismo.

Sé qué hacer cuando una mujer llora, cuando está celosa y chillona, cuando está sensible por su periodo, o incluso cuando tiene ataques de ansiedad, pero nunca he tratado con una mujer enojada, no con una cómo Hanna en este momento.

La veo dar vueltas por el estacionamiento y aprieta con fuerza sus puños en una clara señal de desesperación, voy a tener que improvisar, por qué no pienso dejarla sola. Voy al restaurante y pido un batido extra grande a la chica, el adolescente molesto con Hanna se fue hace rato.

Salgo con el batido de fresa al estacionamiento y frunzo el ceño al no ver a la chica gruñona, miro hacía su moto y sigue ahí. Escucho murmuros desde el costado del local y encuentro a la rubia sentada en la orilla de la vereda con su móvil en la mano.

—... Sí, con Andrea. Te espero. — Alcanzó a escuchar cuando me acerco y luego guarda su móvil mirando curiosa lo que traigo en mi mano. Me siento a su lado y se lo entrego.

»— Gracias, pero sigue habiendo un espacio en el cementerio con tu nombre. — Dice más calmada y le da un largo sorbo relajando sus hombros.

Estiro mis piernas en la calle y veo cómo la gente llega en sus autos y se va. Estamos un buen rato en silencio y lo único que escucho es como Hanna sorbe de la pajilla. Realmente le gustan los batidos, y eso me hace sonreír ligeramente.

La mujer más temida y deseada del mundo, tiene una rara obsesión con las fresas.

— Ejercitar.

— ¿Qué? — Se gira hacia mi confundida y no aparta su boca de la pajilla.

— Ejercitar es mi obsesión.

Mira mi torso alzando una ceja y luego mira mis ojos con una chispa de diversión.

— Si no lo dices no lo noto. — Rio negando bajo su mirada atenta.

— Desde pequeño siempre he sido muy activo, la sensación de mis pulmones ardiendo por el cansancio es adictiva, salgo a trotar todas las mañanas, bueno ahora a mediodía, pero es ley qué al despertarme debo correr diez millas.

»— Y qué antes de acostarme debo hacer mi rutina de ejercicio.

— ¿Cómo lo haces con el horario nocturno?

— Las primeras semanas fue difícil pero ya me acostumbré. — Me alzo de hombros y ella asiente lentamente.

— Yo voy tres veces a la semana al gimnasio, y créeme que odio la sensación de mis pulmones rogar por aire. — Sonríe divertida.

— ¿No te gusta sentir que estás viva?

— Oh claro que sí. — Ríe con malicia. — Pero para sentirme viva mi rutina consta de una polla cada noche, a veces dos.

Niego divertido y ella sigue riendo, abrazando sus piernas.

»— Te lo preguntas, ¿Verdad?

— ¿Qué me pregunto según tú?

— Como no se me ha caído el coño. — Le da otro trago a su batido.

— No me preguntó el estado de tu coño, Hanna. — Niego. — En realidad me pregunto cómo todavía no eres mamá.

Ella sonríe ligeramente y luego desvió la mirada apoyando su mentón sobre sus rodillas.

— Soy estéril.

— ¿Cómo sabes? — Frunzo el ceño.

— A los diecinueve iba a ponerme el implanon, ya sabes, protección ante todo, pero cuando fui a mi ginecólogo me miro y negó. — Niega como si lo imitara.

»— "Hanna, tu coño es una mierda, nunca podrás ser madre, y si quedas embarazada tu cuerpo lo abortara antes de que llegues a los tres meses, estás jodida"

— No creo que lo dijera así.

— No, obviamente. — Ríe. — Pero era eso lo que quería decirme si quitamos las palabras rebuscadas y educadas.

— ¿Te dijo por qué?

— Si, fueron muchas cosas juntas. — Se alza de hombros. — Yo estoy segura que es mi maldición por ser tan sexy, ya sabes, cuando me vaya el mundo se pondrá triste por qué nunca más tendrán una muestra de mi belleza.

— ¿Y cómo te sientes respecto a eso?

— ¿Ahora tienes complejo de psicólogo? — Ríe a carcajadas y le da un ruidoso sorbo a su batido dejándome saber que ya lo acabo. — Me gusta, así solo me preocupo por los condones.

— ¿Nunca has querido formar una familia? — La miro detenidamente y ella solo se lame los labios.

— Adrien. — Sé gira hacia mí con una sonrisa ladeada. — Nunca he querido tener siquiera un novio, ¿Por qué iba a querer una familia?

— No lo sé, yo desde pequeño siempre he sabido qué quiero una familia, dos hijos y una hija.

— Ya, pues yo desde pequeña he sabido qué quiero otras cosas. — Se levanta sacudiéndose el trasero y la imito.

— ¿Qué cosas? — Hanna me mira fijamente y luego mira de reojo atrás de mí. Un auto entro al estacionamiento.

— No puedo decirte o no van a cumplirse. — Avanza hacía un basurero y tira su vaso al mismo tiempo que un Mercedes Clase S de color negro estaciona frente a nosotros.

Un hombre que rodea los cuarenta baja a abrir la puerta trasera y luego Hanna le arroja las llaves de su moto.

»— Nos vemos en ROM, Adrien. — Hanna me mira sujetando la puerta.

— ¿No me dirás porque tengo un espacio ganado en el cementerio?

Duda un momento entre entrar o no y luego se gira hacia mí con una sonrisa.

— Nos vemos en ROM, Adrien. Tenemos que follar ¿Recuerdas?

Me guiña un ojo y entra mientras el hombre le cierra la puerta. El auto da la vuelta en el estacionamiento y desaparece. Mientras que el hombre que bajó avanza a la moto de Hanna y desaparece en ella.

Las palabras del anciano qué hizo qué la ira floreciera en la rubia vuelven a mí; "Los Morgan se respetan".

Los autos lujosos hacen ruido en mi cabeza y luego los hombres que se llevaron a Hanna.

¿Quién es Hanna Morgan?

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