Escapando del infierno (+21)

By girl_blue_666

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Adrien nunca había viajado a Estados Unidos, pero cuando tienes una ex psicópata, cualquiera lo hace ¿No? Pu... More

PERSONAJES
Praesagium
⚠️ ADVERTENCIA ⚠️
CAPÍTULO 1 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 2 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 4 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 5 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 6 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 7 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 8 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 9 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 10 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 11 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 12 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 13 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 14 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 15 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 16 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 17 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 18 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 19 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 20 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 21 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 22 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 23 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 24 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 25 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 26 (CORREGIDO)
Capítulo 27 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 28 (CORREGIDO)
Capítulo 29 (CORREGIDO)
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36; Parte 1
Capítulo 36; Parte 2
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 //FINAL//
Epilogo
Praesagium
⚠️ NOTICIA IMPORTANTE ⚠️
EXTRA
EXTRA 2
EXTRA 3
EXTRA 4
EXTRA 5
CONTINUACIÓN
EXTRA 6

CAPÍTULO 3 (CORREGIDO)

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By girl_blue_666

Leer nota al final C:

Hanna Morgan

Paso mis manos por las puntas sensibles de mis pechos y me muerdo el labio sonriendo.

No sé quién era ese hombre, pero me agrado cómo lo hice jugar conmigo. Miro mi cama vacía y agradezco mentalmente el hecho de que tuvo la suficiente fuerza física para irse de aquí antes de que yo despertara.

Me siento en mi cama y bostezo buscando el bendito teléfono. Tomo mi IPhone, abro el bloc de notas y sumó un número más a mi gran suma.

Oh si, pronto tendré un especial por alcanzar otra vez dos ceros.

¿Cómo lo celebraré esta vez? ¿Con una orgía o un trio?

Mmm, quizás les pida a los hermanos Steven otro trío, ellos no hacen tantos problemas.

El sonido del timbre retumba por el penthouse y tomo mi bata de mala gana para ir a abrir. Miro la pantalla junto a la puerta y sonrió ligeramente al ver a Thomas.

Mi único amigo real en el mundo.

— ¿Qué haces aquí trozo de mierda?

Abro la puerta y el pelinegro unos centímetros más bajo que yo, besa mi mejilla abrazando mi cintura.

— ¿Desde cuándo debo tener una razón para venir, zorra de mierda?

Cierra la puerta detrás de él riendo y avanza hacía mi cocina cómo siempre. Voy detrás de él y me siento en la isla de mi espaciosa cocina viendo al chico robar de mi comida.

Está ansioso, lo conozco desde los dieciocho, sé cómo actúa cuando tiene un chisme jugoso. Su mirada verdosa refleja su emoción y sus manos rápidas dentro de mi nevera buscando algo dulce, me demuestran que es algo realmente bueno.

— Suelta la bomba.

Se gira con una sonrisa maliciosa digna de él y sus manos cargan waffles y un pote de nutella. Avanza hacía mi tostadora soltando un chillido, me mira y ríe a carcajadas antes de poner los waffles en las rendijas.

— Oh Hanna, no sabes nada.

— Si me lo dices quizás lo sepa. — Frunzo el ceño, ya me tiene, no sé cómo lo hace, pero siempre logra que me interese por chismes idiotas.

Él chico se sienta frente a mí y mueve sus dedos ansiosos sobre la mesa sin dejar de mirarme. Su rostro es pequeño y es tan delgado que está en los huesos, sin embargo, eso lo hace lucir sexy al muy desgraciado.

No, sexy no, tierno, si, lo hace lucir tierno. Su apariencia delata su sexualidad desde diez mil millas. Aun así, cuando lo conocí quise tirármelo.

Se lame los labios y alzó una ceja. ¿Piensa quedarse callado hasta que coma? Thomas me sonríe con inocencia y la respuesta me llega.

— Un día de estos te matare, Thomas. — Avanzó al baño y él ríe detrás de mí.

— Hazlo, quiero ver como lloras como perra por qué ya no estaré.

Le muestro el dedo medio y entro a mi ducha.

Si, probablemente si muriera ese idiota, yo lloraría como perra, es la única persona que amo con todo mi corazón aparte de a mis hermanos obviamente. Fue el único que estuvo para mí cuando no tenía a nadie más... Si, lloraría como perra.

Luego de darme una ducha rápida y sonreír ante las marcas de la madrugada salvaje, voy a mi cuarto y me pongo unos jeans y un top que resalta mis pechos. Me miro al espejo y sonrió.

— Oh si nena, hoy follas. — Thomas entra a mi cuarto riendo y se sienta sobre mi cama mordiendo su waffle.

Me río con él, recorro mis piernas largas con mi mirada y doy una vuelta viendo mi trasero. Es grande estilo corazón, pero no exagerado como el de una Kardashian, veo mi abdomen de lado y la idea de un piercing en el ombligo me vuelve a la cabeza. Subo hasta mis pechos y sonrió orgullosa ante mi treinta y ocho copa D. El top negro fuerte se ajusta en mis costillas y en mis hombros, y tiene unas mangas cortas muy bonitas estilo puff.

Por Dios, qué sexy soy.

Ni siquiera tenía pensado salir hoy, pero me gusta sentirme sexy cuando ando por casa, miento, me gusta sentirme sexy en todo momento. Tener la autoestima en el nivel que lo tengo yo ha sido difícil, muy difícil.

Hace unos años ver mi reflejo sobre cualquier superficie me causaba un asco gigante, recuerdo que muchas veces vomite del asco. Y el asco aumentaba cuando iba por la calle y la gente me miraba, "¿Cómo no me da vergüenza dejar que me vean?" Era uno de los pensamientos que más corría por mi mente.

Nunca tuve amigas, y una de las razones más grande es que siempre he sido caliente, pero no siempre me considere caliente, y cuando se lo decía a alguien pensaba que mentía para que me dijeran cosas que me subieran el ego...

Fue una época difícil.

Mi belleza era mi maldición, hoy en día he aprendido a valorarme y amarme, vaya qué me amo, me regalo pollas cada vez que puedo.

Si fuera a un psicólogo lo más probable es que me dijera qué tengo serios problemas para enfrentar mis traumas y me recomendaría ir con un psiquiatra para que me medique, ¿Y de qué me serviría? Es pura mierda.

Sonrío mirando mis labios y luego me doy una suave nalgada en el culo.

Si yo viera a una chica como yo por la calle, adiós heterosexualidad y me la tiro hasta quedar seca.

— Thomas amor, todas las noches follo. — Rio mirándole través del espejo y tomo unos calcetines sentándome en el suelo. - ¿Ya vas a contarme el chisme?

— ¿Crees poder soportarlo? — Habla con la boca llena y luego entra a mi gran armario viendo la sección de calzado.

— ¿Qué clase de chisme es esta vez? — Una vez tengo mis calcetines puestos voy tras mi amigo. Mira detenidamente mi atuendo y luego mira todos mis pares de zapatillas, zapatos, tacones altos, tacones bajos y botas.

¿Qué? Me amo y siempre me compro un montón de cosas para consentirme.

— Uno que envuelve al ruso de tus sueños húmedos.

Alzó una ceja y bajo mi mirada hacía él.

— ¿Hay algo de Adrien qué no sepamos ya?

— Muy poco en realidad, tu servidor aquí presente, logra sacarle mucha información. — Thomas mira la última corrida de tenis y toma unos blancos sin plataforma. Niego en su dirección y me siento a su lado viendo los de más abajo.

— ¿Va a follar conmigo?

— No es sobre eso, pero la respuesta a eso es que van a follar pronto, no he conocido ningún hombre heterosexual que se resista a tus encantos.

— Y homosexuales, no olvides que he hecho dudar hasta al más afeminado hombre del mundo. — Sonrío con malicia y tomo unos tacones altos negros de suela roja.

Mis favoritos.

— Menos a mí.

— Menos a ti, por eso eres mi novio.

Le guiño un ojo divertida y me quito los calcetines tirándolos a su cara. Me pongo los tacones altos y luego me miro en el amplio espejo al final de mi armario.

— Te ves bien.

— Siempre me veo bien. — Sonrió divertida y alcanzó a ver a Thomas rodar los ojos.

No todos soportan el amor qué me tengo, algunos me llaman narcisista, quizás si lo sea, no lo sé, pero no me molesta.

— Nunca me dejas hacerte un cumplido, así no puedo ser tu novio. — Hace un puchero y beso su mejilla cuando pasó a su lado. Vamos otra vez a la cocina y siento mi estómago revolotear al ver que él pelinegro me preparo unos waffles también.

— Ya habla, no tengo todo el día.

— Si tienes todo el día, ya follaste, te recargas por el día para volver a atacar en la noche.

Me carcajeo con sus palabras y me siento en el lugar que estaba antes sirviéndome un vaso de jugo de fresa mirando a Thomas sentarse frente a mí. La malicia danza por su rostro y sacudo mi mano en un gesto para que siga hablando.

»— A Adrien le gustan inocentes, ya sabes, que se sonrojen fácil, que sean calladas, luzcan bonitas, frágiles para que pueda cuidarlas y su debilidad es que sea menudas.

— Carajo, el hombre tiene complejo de príncipe... o Daddy Issues de los fuertes. — Sonrió divertida y muerdo mi waffle. — Pero al punto, asique como yo soy una zorra, no soy su tipo.

Thomas asiente.

— No zorra, te llama ninfómana. — Dice con seriedad.

Estoy dándole otro trago a mi vaso y me traspico cuando un ataque de risa me invade. Veo a mi amigo y él igual está riendo a carcajadas. Sujeto mi abdomen con fuerza y siento cómo duele por la intensa carcajada,

— ¿¡Ninfómana!? — Suelto entre risas y me aferro a la isla de la cocina mientras me doblo por la risa.

— Si. — Sigue riendo y se limpia una lagrima que sale a causa de la risa. — Creo que le gusta Tania

— Pero ella no es menuda. — Voy calmándome y pongo mis manos sobre mis pechos en un claro gesto de que Tania igual tiene curvas, y unas realmente sexys, demostrando que las latinas son las mujeres más calientes del mundo.

Pero no más calientes que yo, obvio.

— Tania le gusta por qué es tierna, amable e inocente.

— Ah... — Asiento ya sabiendo por dónde va el tema. Nunca hubo chisme jugoso, esto fue una emboscada. — ¿A ella le gusta?

— Pregúntale tú. — Se alza de hombros y toma un vaso sirviéndose jugo de fresa.

Lo miro de reojo y muerdo mi waffle cubierto de Nutella.

¿Preguntarle a Tania, yo? Trabaja para mí, pero no somos cercanas, Thomas lo sabe, sabe mi problema para tener amigas mujeres y siempre que tiene la oportunidad me empuja hacía la latina para que fluya una "hermosa amistad rosa", la verdad es que ya me canse de intentar tener amigas y solo me conformo con Thomas.

— En realidad no me interesa.

Thomas me mira mal y saca su móvil.

— Creo que sí le gusta, no la trata como a una puta.

Asiento y muerdo otra vez mi waffle.

Tania es la prostituta estrella de San Francisco, una noche con ella cuesta más de cien dólares, sin embargo, serlo trae consigo el rechazo social. Todos cuando ven a Tania ven a una puta exótica.

Thomas me contó que una vez cuando fueron al cine un hombre la escupió en la cara diciéndole que era una vergüenza para su país, y ni hablar de las demás mujeres, por qué si, las mujeres son mucho peor.

La discriminan por su trabajo, nadie quiere tocar a la puta ni mucho menos hablarle, ni siquiera las otras putas de bajo rango, ya saben, las que trabajan en las calles. Yo sé que envidian a Tania por ganar en una noche lo que ellas ganan en tres semanas.

Por eso mi amigo pelinegro quiere que seamos amigas, la puta y la ninfómana, juntas contra los insultos del mundo.

Bueno, la diferencia de Tania y yo, es que mientras a ella le escupen en la cara a mí me entierran él puñal por la espalda, nadie se atreve a insultarme cuando me tienen frente a frente. Y creo que eso es mil veces peor, nunca sabrás quien te trata bien y a tus espaldas habla mierda de ti.

A Tania le dicen la mierda en la cara.

Sueño con el momento en el que la insulten cuando este conmigo, por qué hace meses que deseo romperle la cara a uno de esos idiotas que la molesta.

— Esperemos que no se enamore, sería algo terrible.

— Adrien no es un mal chico. — Frunce el ceño y pone el móvil sobre la mesa. La cámara de su Instagram nos enfoca y elige un filtro para sacarnos una foto.

— No me preocupa Adrien, me preocupa su ex loca, pobre de Tania si la loca se entera que le gusta su hombre. — Rio divertida recordando al ruso contarnos de los celos enfermizos de su exnovia.

¿Explotar un auto? Adrien se metió con la perra más loca de Rusia al parecer.

— Si, no había pensado en eso. — Thomas hace una mueca y luego sonríe a su cámara alzando su jugo. Me inclino sobre la mesa tomando mi waffle y beso la mejilla de mi amigo mientras toma la foto.

— Era un chisme tranquilo, pensé que iba a ser algo picante. — Murmuro viéndolo subir la foto a sus historias y mi móvil suena en mi cuarto.

— ¿Sabes que es picante? La sonrisa de Ryder. — Me mira embobado y no puedo evitar reír. — Estoy seguro qué es bisexual, Hanna. Ya llegará mi momento, ahora cuéntame otra vez sobre lo bien que folla.

Rio negando y le miro divertida dándole otro trago a mi jugo de fresa.

— Escuche por ahí, que te masturbaste en el baño.

Una de las razones por las que amo a Thomas es que follo con el chico que le gusta y no se molesta, al contrario, siempre me pide los detalles para tener algo en que pensar cuando se va a tocar.

Con una mujer nunca podría tener una relación así.

🚬🚬🚬🚬

Mantengo el humo en mi boca, el suave zumbido del otro lado de la puerta me hace sonreír y suelto el humo bajando mi mano al cabello del rubio. Sus manos se aferran a mis caderas y su respiración caliente choca con mi monte de venus.

— Pierdes el toque. — Murmuro abriendo un poco más mis piernas cuando lo exige y vuelvo a llevarme el habano a los labios.

Le doy otra suave calada y mantengo el humo en mi boca tirando la cabeza hacía atrás cuando el chico entre mis piernas invita a sus dedos a la fiesta. Dos de sus dedos se hunden en mi coño y suelto un bajo gemido junto al humo. Dejó el habano morir sobre el cenicero a mi lado y observó al chico que lame mis fluidos como si fueran hidromiel.

Tomo mi vaso de whisky y le doy un largo trago sin dejar de mirarlo. Alza la vista y sus ojos verde claro, me observan con el mismo deseo de la primera vez que lo tuve así. Sonrió de lado y meneo mis caderas indicándole qué me falta poco y quiero llegar con su ayuda.

— Nena...

— Shhh. — Le callo tirando mi cabeza hacía atrás y tomo su cabello acercándole más a mí. — Ryan quiero que me saborees...

Sé cuánto le pone qué le hable así, asique cuando siento sus lamidas aumentar la velocidad no me sorprende. Gemidos suaves salen de mi boca y el hombre entre mis piernas toma mi culo con ambas manos lamiendo con insistencia.

Mi cuerpo comienza a calentarse más, mis pezones duelen contra la tela de mi top de lo endurecidos qué están, mis manos tiran del cabello del rubio y mi estómago pica ante la descarga que se acerca.

— Mierda Hanna, quiero hundirme en tu coño húmedo.

Sonrió escuchando su desesperación y mueve más rápido sus dedos, ya no existe la calma que dejó el habano, mis gemidos son más altos y el sonido obsceno de sus dedos entrando y saliendo de mí, me pone al límite.

— Oh Ryan...

Alzo mis caderas gimiendo alto y escucho sus labios succionar esa parte ansiosa de ahí abajo. Luz me llega por el rabillo del ojo y sonrió extasiada al verlo. Su rostro se contrae en confusión ante la escena digna de una película porno y su mano se aprieta en la manilla de la puerta.

Adrien entró otra vez en un buen momento.

Busco sus ojos y le mantengo la mirada, sus ojos claros se oscurecen y eso es todo lo que necesito para dejarme ir en la boca de mi amigo. Mi abdomen se contrae y mis puños aprietan la tela del sofá.

Esta es la parte favorita de mi día, cada día.

No sé en qué momento cerré los ojos, pero cuando los abrí, la puerta estaba cerrada otra vez y no había rastro del chico nuevo. Esta es la segunda vez que llego al orgasmo mirándolo a los ojos.

Admito que me gusta su autocontrol, todavía no se lanza sobre mí y soy consciente del poder que tengo.

Ryan se levanta lamiéndose los labios y lo tomo del cuello besándole con ansias. Saboreo mis jugos de sus labios y el rubio sonríe, él sabe cuánto me gusta hacer esto.

— Debo irme.

— ¿Te iras así? — Sonrió divertida bajando la mirada a su entrepierna y el chico ríe.

— Te encanta que me vaya así.

— Si, no lo niego. — Rio todavía sintiendo los espasmos recorrer mi cuerpo y me recuesto sobre el sofá mordiéndome el labio. Ryan me mira de pies a cabeza y sube mis bragas con delicadeza, no sin antes dejar un beso en mi monte.

Aww qué tierno.

— ¿Quién entro?

— Adrien, ¿Por?

— No me gusta que me interrumpan mientras como. — Toma mis jeans del suelo y los deja sobre el sofá. Me sonríe de lado y luego vuelve a besarme. — ¿Te he dicho lo hermosa que te ves luego de un orgasmo?

— Creo que unas ochenta veces, siempre después de darme uno con tu maravillosa lengua.

— Para ti siempre lo mejor de mí. — Ríe y no puedo evitar imitarlo sin abrir los ojos. — Nos vemos, Hanna.

— Lo mismo, oficial Steven.

Abro ligeramente mis ojos y veo como el rubio toma su arma junto a su placa antes de salir de la oficina. Me quedo unos minutos recostada sobre el sofá. El olor a tabaco me vuelve a relajar y tomo mi pantalón viendo el habano consumirse.

Mi móvil vibra en el bolsillo y decido ponerme la prenda de una vez por todas. Una vez ya estoy vestida otra vez, tomo mi móvil y trago saliva al ver el mensaje.

Derek: Cumpleaños de Sasha se acerca, debes venir, Nie.

Un cuarto.

Un ascensor.

Sasha haciéndome callar.

Oscuridad.

La puerta abriéndose.

Dejo mi móvil a un lado y suspiró profundamente. No vale la pena arruinar el orgasmo qué recibí con malos recuerdos. Ignoro el mensaje y apago mi móvil antes de salir de la oficina.

El olor a marihuana y cigarrillos me envuelve y avanzó a la barra. Adrien esa sirviendo shots de tequila mientras que mi amigo lo mira mordiéndose el labio. Sonrió sin poder evitarlo y me paro junto a él viendo al ruso.

— Eres tan disimulado.

— ¿Para qué ocultarlo? Está delicioso, me pone, y si fuera gay créeme que sería el ruso de mis sueños húmedos... Bueno, ya lo es, pero sabes a lo que me refiero. — Me mira con malicia y rio negando mientras tomo una cerveza.

— Es el de mis sueños, ¿Bien? Consíguete tu ruso. — Thomas niega y ambos reímos volviendo a mirar al castaño qué desliza los vasos como todo un profesional.

La primera semana era un asco.

— Técnicamente es mi ruso, yo lo vi primero, y no te pongas celosa, dejaré que lo folles unas veces antes de que se case conmigo.

— ¿Te he dicho lo mucho que te amo, Thomas? — Lo miro divertida y él se muerde el labio mientras se tira viento con una mano.

— Oh por Dios, Hanna Morgan me ama. ¿Debería escribirlo en mi diario de vida? — Le pregunta a uno de los chicos que recibe un trago de Adrien y él frunce el ceño asintiendo y va a la pista nuevamente. — Bien, lo pondré apenas llegue a casa.

— ¿Qué pondrás en tu diario? — El castaño se para atrás de Thomas y su diferencia de estatura es notoria.

Recuerdo como si fuera ayer el día que me lo comí con los ojos.

UN MES Y DOS SEMANAS ANTES

Veo a Ryder tirar el condón al papelero y luego gira su rostro hacía mi con su respiración agitada.

— ¿En serio estás cansado? — Rio dejándome caer sobre su hombro con la sensación post-orgasmo recorriéndome de pies a cabeza.

— No estoy cansado.

— Vamos por el tercer round entonces. — Alzo mi rostro y el chico me mira a los ojos lamiéndose los labios.

— Eres insaciable.

Rio y me levanto arreglándome el vestido. Ryder solo me mira sin mover ni un solo músculo, está cansado el pobre, no tiene la misma resistencia que Ryan y me divierte molestarlo con eso.

— Ryan la semana pasada...

— Vuelve a mencionar a Ryan o voy a creer que me follas pensando en él. — Me mira mal arreglándose el pantalón y yo rio peinando mi cabello.

— Vamos, nunca haría eso, sabes que tú eres mi favorito. — Tomo el mentón del chico y le besó con lentitud.

— Solo por qué la tengo más grande. — Sonríe de lado.

— ¿Y no es esa razón suficiente para ser mi favorito? — Antes de que pueda responderme arreglo mi vestido una vez más y salgo de la oficina. Miro hacia todas las direcciones y las luces de colores me llegan desde la pista. — ¿Quién fue el chico que entró?

Miro hacía Thomas buscando respuesta y la encuentro de inmediato al ver un hombre a su lado. Se gira hacia mi frunciendo ligeramente el ceño y no puedo evitar sonreír ampliamente.

Es él.

Su aura imponente me ayudó a acabar por segunda vez, y por supuesto el hecho de que se quedó mirándome cinco minutos.

Es fuego puro lo que estoy viendo, y no temo quemarme las pestañas.

Un metro noventa de altura, lo sé porque mide lo mismo que Derek y padre. Los músculos de sus brazos resaltan a la vista al igual que sus pectorales duros, es como un jodido militar de película de acción.

Bajo mi mirada a sus piernas, no trae un vaquero ajustado y por eso sonrío al ver el bulto en su entrepierna. Eso qué esconde ahí, debe medir como mínimo veintitrés centímetros, con el pasar de los años mis cálculos mejoran.

Subo a su rostro y su mandíbula firme me obliga a apoyar mi peso en una sola pierna mientras trago saliva. Está libre de barba y creo que puede romper nueces con ella, su barbilla está ligeramente partida pero no es exagerada, es elegante.

Y excitante, quiero pasar la lengua por ahí.

Miento, quiero pasar mi lengua por cada centímetro de su cuerpo, este hombre es masculinidad pura y quiero saborearla.

Sus labios son finos y de un tenue rosa. Subo mi mirada por su recta y varonil nariz que parece tallada por el mismísimo Miguel Angel en persona. Sus pómulos son grandes y resaltan en su rostro al igual que el grosor de su mandíbula.

Me salto sus ojos por que son el plato fuerte y el plato fuerte siempre debe ser el ultimo.

Sus cejas son gruesas, ligeramente arqueadas y bien cuidadas lo que me indica que es un hombre que le dedica tiempo a su imagen. Sin embargo mi suposicion se ve contraída por el rebelde cabello ondulado que cae en gruesos mechones sobre su frente.

Veo a Thomas reírse atrás de él y lanzarse aire con su mano en una clara señal de que no lo estoy imaginando, porque el pelinegro igual se calentó con este semental.

»— Tu eres el que entró cuando follaba con Ry. — Se ríe y mi vista va de inmediato a su boca.

Santa mierda, si su risa es así de profunda necesito saber cómo es gruñendo en mi oído mientras me embiste el coño.

— ¡Adrien, viniste!

¿Adrien eh? Miro sus ojos y sonrió con malicia al ver que son de un bonito tono azul oceánico.

Nombre sexy para un hombre sexy.

Este hombre estará en mi cama, mi cuerpo lo reclama.

ACTUALMENTE

Sus ojos azules me miran fijamente y tengo que recordarme mentalmente que acabo de tener un orgasmo y que no puedo follarlo aquí mismo por qué hay muchas personas.

— Va a poner que no sabes tocar puertas, quizás así aprendas.

— Oh mi error, — Ríe Thomas rodeando la cintura de Adrien y el hombre lo mira confundido. — Yo mande a Adri a que fuera a buscarte.

— ¿Adri? — Sonrío divertida dándole un trago a mi cerveza y el ruso se alza de hombros apartándose de mi amigo.

— Tú conoces desde antes a Thomas, sabes lo raro qué es. — Me mira divertido con una ligera sonrisa.

No sonríe mucho y estoy considerando seriamente qué me ponen demasiado sus sonrisas.

¿Qué? A mí me pone todo en un hombre, lamento incomodarlos.

— Y lo sexy que es, ¿Verdad? — Thom sonríe con malicia hacía Adrien esperando que le diga que sí, pero el hombre solo ríe negando y va al otro lado de la barra a atender a las personas que llegan. — Yo sé que lo hago dudar de su heterosexualidad.

— Si mi amor, todos los hombres se ponen duros cuando te ven. — Rio mirándolo y él me muestra el dedo medio cuando reconoce mi sarcasmo. — ¿Qué pasó? ¿Por qué necesitabas perturbar mi follada del día?

— Tania te necesita arriba.

— ¿Para qué? — Frunzo el ceño.

— Solo sube, Hanna. — Rueda los ojos y le sonríe coqueto a un chico cuando se acerca a la barra. — ¿Cómo? ¿Qué quieres? ¿Mi numero junto a una cerveza?

Él chico hace una mueca de incomodidad y yo solo rio yendo a las escaleras. Los guardias me dan un asentimiento de cabeza dejándome pasar y subo al tercer nivel.

ROM; Un trozo del infierno en la tierra.

Estoy tan orgullosa de mi bar. Antes era un café de mi abuela materna, pero lo mío no es el café, sino que el alcohol y el descontrol.

Me he encariñado con este edificio, primero comenzó como una idea estúpida en el apartamento de Thomas y a la semana compramos un letrero neón y comenzamos juntos la aventura.

El tercer nivel es el de la lujuria; Sofás destinados para ser profanados, luces bajas y la música de la pista, pero en volumen bajo. Y la habitación de Tania. No importa cuánto la insulten, todos los empresarios y políticos de la ciudad pagan por una noche con ella.

Algunos incluso más de una noche a la semana.

El segundo nivel es el de la euforia; música, luces y a veces humo, viniendo de todas las direcciones, y obviamente alcohol, el alcohol es un punto clave, por eso antes de llegar a la pista tres hileras de mesas redondas son lo primero que ves al entrar al bar.

Porque si no sabes bailar, bebes con tus amigos hasta que te entran ganas de aprender.

Y el sótano, el primer nivel, es el de la ira; un ring de pelea en el centro, luces rojas sobre él y unos cuantos sofás para admirar el show, todos necesitan desestresarse cómo se debe de vez en cuando.

En primera instancia, no tenía pensado usar el sótano, mucho menos poner un ring para peleas ilegales, pero los hermanos Steven me convencieron y me dijeron que ellos me ayudarían a controlarlo.

Y así fue cómo nació el ROM de San Francisco. Una monada, ¿no?

Veo los sofás repletos de personas manoseándose sobre la ropa y besándose con desesperación. La venta de GHB va de puta madre al parecer.

— Oh carajo, estoy tan drogado que llegue al cielo y comenzaron a aparecer los ángeles... — Una voz a mi derecha me llama la atención y me giró ligeramente. El hombre sonríe de lado y alza su copa en mi dirección viendo detenidamente mi cuerpo. — Bendita seas, Hanna Morgan.

— ¿Hanna Morgan? — Otro sujeto a su lado aparta el rostro de la chica que le come la boca y me mira de la misma manera que yo vería una fuente de fresas con chocolate. — Me alegra poder verte al fin en persona, llevo viendo cinco meses a ROM y nunca había tenido el placer de verte.

— Me da gusto saber que mi presencia les maravilla. — Me lamo los labios y miro los demás sofás donde todos me admiran al igual que una diosa. Sonrió de lado y pongo una mano en mi pecho recibiendo con orgullo cada uno de sus halagos. Uno incluso me dedica su erección. — Pero no se detengan por mí, por favor, entréguense por completo al placer.

Una chica sonríe picara mirándome y toma el rostro de su compañera besándola con desespero. Los demás no se quedan atrás y comienzan a darme un espectáculo tan caliente que me es imposible creer que lo hacen por mí.

¿Tan sexy soy? ¡Claro qué soy así de sexy!

Avanzó con una sonrisa orgullosa hasta la puerta del final con los jadeos de fondo y miro la puerta roja fijamente. Letras negras sobre ella escriben de forma delicada el nombre de la latina.

"Tania"

Dos guardias custodian la puerta, totalmente desinteresados por la escena que se arma detrás de mí, es parte de su trabajo verlos todas las noches, creo que ya están acostumbrados, o son asexuales, una de dos.

El más robusto me abre la puerta y le sonrió ligeramente en agradecimiento y me adentro al cuarto. Una cama con sábanas blancas con una mancha de sangre es lo primero que veo al entrar, estantes con cadenas, esposas y látigos lo segundo, y una mujer morena llorando en el suelo con una chaqueta que conozco, es lo tercero.

Me acerco con cautela a ella y cuando me ve, se lanza sobre mi cuerpo llorando más que antes. Sin saber qué sucede, rodeo su cintura correspondiéndole el abrazo y camino hacía el sofá dorado con ella. Acaricio su espalda desnuda buscando el peligro dentro del cuarto, pero no hay nadie.

— ¿Tania qué sucede?

— Quiso meter el látigo ahí...

Me tenso ante su confesión y busco rastro del hombre, pero no hay nada. La castaña llora con fuerza en mi hombro y siento sus lágrimas empapar mi clavícula.

— ¿Dónde está?

— Ryder vino apenas le avise a los guardias y se lo llevó, no sé dónde.

Asiento y alzo mi mirada hacía la cama. Veo el látigo con un gran mango y luego trago saliva al ver la sangre.

— Suficiente, no trabajarás más en esto. — Habló con firmeza levantándome y voy al armario sacando la ropa de la chica. — Te llevare al hospital.

— No, estoy bien, la sangre no es mía. — Me mira con una ligera sonrisa para relajarme. — Le rompí la nariz cuando vi sus intenciones y luego llamé a los guardias.

— ¿Por qué lloras entonces? — No soy insensible, ¿Bien? Pero si está todo bien, no veo la razón por no estar feliz ya que Ryder le debe estar metiendo una navaja en el culo al hombre que trató de obligar a Tania a hacer algo que no quería.

— Porque, — Toma su ropa y veo cómo sus ojos se llenan de lágrimas otra vez. — Dijo que era mi deber dejar que metiera cosas en mi trasero. Él me estaba pagando y yo debía aceptar todos sus fetiches, lo golpee y comenzó a insultarme muy feo. Nadie nunca me había tratado tan mal, Hanna. Algunos me cogen gritándome que soy una puta, pero él... Él dijo muchas cosas feas...

Ya veo, necesita consuelo, necesita una amiga.

Asiento viendo cómo se viste y enciendo mi móvil.

— Le diré a Ryan que se encargue, ese hijo de puta paga sexo con un humano, no con un muñeco para experimentos. — Tania asiente sin mirarme y suspiró profundamente. Me arrodillo frente a ella y tomo una de sus manos apretándola con fuerza. — Te llevaré a mi apartamento, hablaremos sobre si sigues trabajando así.

Miento, no quiero que pase el camino de la vergüenza después de esto, suficiente tiene con sentirse mal por ser prostituta, no quiero que en el autobús regresó a su apartamento la humillen más de lo que ya está.

Salgo con ella tomando su mano con fuerza y cuando pasamos entre los sofás los hombres nos miran con lujuria mientras que las mujeres comienzan a murmurar mirando asqueadas a Tania. La morena aprieta mi mano con fuerza y me detengo.

— ¿Hanna? — La chica me mira confundida porque nos detenemos y yo miro detenidamente a todos los de ahí. Una mujer mira de pies a cabeza a Tania como si fuera mierda olorosa y luego ríe con su compañera.

— Vuelvan a mirarla así, y les juro que este ángel puede golpear como un demonio. — Miro fijamente a la pelinegra y se tensa en su lugar. Oh sí, todos saben qué yo hablo muy en serio cada vez que abro la boca.

Bajo las escaleras con Tania y sonrió ligeramente cuando al mirarla de reojo, encuentro una sonrisa en su rostro. Llegamos a la barra y hago esperar a Tania con Thomas mientras voy por mi chaqueta.

— ¿Qué dices si vamos al cine uno de estos días? — Miro los mensajes de Derek y alzó la mirada al escuchar a Tania. Está sobre un banquillo frente a la barra y mira al ruso fijamente.

— Quizás más adelante, estoy ordenando mi apartamento todavía y con lo de mi padre, no tengo muchos ánimos de salir. Yo te aviso, ¿Si? — Adrien le sonríe y Tania asiente sonrojándose.

Si, le gusta, está peor que una adolescente.

— Tania, vámonos. — Beso la mejilla de Thomas y luego miro a la chica que se levanta.

— Lo educado es despedirse. — El castaño dice del otro lado de la barra y alzó una ceja hacia él poniendo mis manos en la cintura. — Adiós, Hanna, qué tengas buena noche.

— Una buena noche sería que tuviera sexo con una polla taladrándome el coño, pero voy a estar con Tania y por lo que sé, ella no tiene pene.

— Puede ponerse uno. — Thomas se mete a la conversación riendo con malicia.

— Eres un cerdo, Thom. — Tania niega y se abraza a la chaqueta de Ryder.

— ¿Y bien? ¿No te despedirás? — Vuelvo a mirar al hombre y sonrió lamiéndome los labios.

— ¿Quieres un beso también? — Me inclino hacia él para besar su mejilla, pero antes de hacerlo me aparto y enredo mi brazo con el de Tania. — Qué tengas buena noche, Adrien. Espero disfrutes la poll...

Me mira mal y eso me hace sonreír ampliamente. Sacudo mi mano hacía él y el pelinegro y luego salgo con Tania. Subimos a mi moto y la chica se abraza a mi cintura.

— Gracias Hanna, eres una amiga genial. — Murmura antes de dejar un beso en mi hombro y yo acelero frunciendo el ceño.

¿Me considera su amiga?

🚬🚬🚬🚬

Hale me dijo qué tuviste sexo con él, ¿No qué no te gustaban los críos?

Sonrío con el móvil contra mi oído y sigo comprando vestidos con Tania por mi Macbook.

— ¿Qué dices de ese? Es muy caro... — Murmura Tania viendo uno verde y yo me alzo de hombros apoyando el móvil en mi hombro para que el adolescente no nos escuche.

— Tania, elige todos los que te gusten, no te preocupes por el dinero. — Le guiño un ojo y me levanto yendo a la cocina del penthouse. Vuelvo a poner el móvil en mi oído y me lamo los labios. — Hale ya no es un crío, me demostró que es un hombre.

¡Ni siquiera es hetero!

— ¿Y por qué es gay no puede follar con mujeres? — Miro a Tania en el sofá y me siento sobre la isla. — Yo follo varias veces con mujeres, y soy hetero.

Escucho que maldice y sonrió orgullosa. Fue un golpe directo a su entrepierna.

Sabes a lo que me refiero, y no cambies el tema.

— ¿Por qué? ¿Te la pone dura imaginarme en la cama con una chica? — Tomo el bolígrafo y comienzo a trazar líneas sobre uno de los post-it. — Dime algo, ¿Te pone pensar en mi con una mujer, o en ti, otra mujer y yo? — Sonrió ampliamente haciendo estrellas en el papel. — Por qué a mí me pone pensar en lo segundo...

Corta la llamada y rio a carcajadas. Se va a masturbar, estoy segura y solo por eso lo llamo por video llamada.

Rechaza la llamada y sonrió ampliamente.

Hanna: Si no me contestas voy a quedarme con la duda de lo caliente que te ves tocándote.

Vuelvo a llamar y su rostro ligeramente sonrojado aparece en mi pantalla.

No me estoy tocando. — Tania gira su rostro hacía mí y veo que comienza a sonrojarse.

— Pues hazlo ahora. — Sonrió de lado al pelinegro a través de la pantalla y Tania ríe desde el sofá.

— Eres sucia, Hanna Morgan. — Murmura bajo para que solo yo la escuche. Miro al pelinegro negar mirando fijamente la pantalla de su móvil. Con mi mano le hago una seña a Tania para que se acerque.

No voy a tocarme.

— Tócate para mí, quiero ver cómo te pongo. — Me lamo los labios y alejó un poco el móvil para que se vean mejor mis pechos. Tania se para a mi lado y mira mi móvil.

— Es sexy. — Susurra bajito y yo asiento ligeramente mientras paso mis dedos entre mis pechos mirando al adolescente.

— Muéstrame, si no eres un hombre, por lo menos muéstrame sobre la ropa lo duro que estas.

Si soy un hombre. — Frunce el ceño y sus ojos grises brillan con intensidad.

— Demuéstralo. — Lo reto con la mirada.

La cámara se gira y para mi sorpresa un miembro bastante dotado aparece frente a mí. Rio ligeramente por qué no pensé que fuera a hacerlo.

Así me la pones, Hanna. — Su voz ronca me hace morderme el labio y veo su mano deslizarse por su miembro con lentitud. — ¿Por qué no te dejas de mierdas y vienes a disfrutarla?

— Oh Reed, me halagas. — Junto mis muslos, lo acepto, me calienta este niño. — Pero sigues siendo menor de edad.

Mierda Hanna. — Cierra más su mano y gruñe moviéndola más rápido. — Eres cruel.

— Lo sé, Re. No olvides mandarme una foto de cuando acabes. — Le guiño un ojo y cortó la llamada riendo.

— ¿Qué fue eso? — Tania ríe a mi lado con el rostro rojo a mas no poder y sigue mirando sorprendida mi móvil. — ¿Qué edad tenía ese papasito?

— Es Reed, tiene diecisiete, hablo con él desde hace unos meses, me tiene ganas y yo le tengo ganas.

— Pero no te lo has ya sabes... llevado a la cama. — Entrecierra sus ojos y yo sonrío ampliamente negando. — ¿Por qué?

— Está jodido, tiene esa aura de peligro que me deja saber qué está jodido, si tiramos se obsesionara con eso y no podre quitármelo de encima.

— ¿Y por qué lo provocas entonces?

— Tengo otros planes para él y necesito que me desee más que a nada en el mundo.

Tania frunce el ceño.

— ¿Para usarlo? — Asiento. — Eres mala.

— Lo sé, vengo del infierno, pero es lo que necesito, es joven, fuerte, seguro y sabe trabajar bajo presión.

— ¿Cómo sabes todo eso?

— Hemos hablado unos ocho meses. — Me alzo de hombros. — Me tiré a todos sus amigos para más tensión y quiere saber por qué todavía no lo hago con él. Está perdiendo la cabeza, y pronto lo tendré rogando a mis pies, entonces podré usarlo.

— Eres muy mala. — Ríe negando y yo sonrío orgullosa dibujando mi plan en el post-it.

Reed es lo más cerca que he tenido a un novio, un novio que no follo ni beso obviamente. Pero si hago con él muchas cosas que no hago con los demás, no me gusta, para nada, el chico es sexy y todo, pero me da miedo. Sí, me da miedo, veo sus ojos y quiero salir corriendo, estoy segura que a las adolescentes les pasa lo mismo.

Hay algo alrededor de su persona, algo oscuro de cojones, todavía no descubro qué es, pero mierda qué da miedo. Y el miedo le gana a la calentura.

Por eso es perfecto para mi plan, siembra el miedo por donde pasa, lo van a respetar, por eso lo necesito.

— ¿Elegiste ya los vestidos? — Miro a la morena mientras tomo la hoja y la hago una bolita.

— Si, ¿Me recuerdas por qué me estás regalando vestidos de quinientos dólares?

— Me compraba y quiero regalarte algunos, no es la gran cosa. — Me alzo de hombros. — ¿Thomas viene?

Miento otra vez, en realidad sé que la mayor parte de lo que gana lo envía a su madre y sus hermanos, ella no es prostituta para tener lujos, lo es para ayudar a su familia, no es la mejor opción, pero así me insistió ella cuando abrí ROM.

Esa es la razón porque no se queja mucho cuando la gente la insulta, se calla y se deja humillar, me pregunto cuanto le falta para explotar, para decir "no más", y largarse. Han pasado siete años y sigue con la cabeza en alto recibiendo los insultos.

Es admirable.

Por eso cuando le voy a pagar a fin de mes, pongo mil dólares de más, Thomas me dijo que está juntando dinero para una casa y quiero ayudarla, quizás cuando su familia esté con ella dejara ese trabajo y hará algo que le guste.

¿Quién le da más de lo acordado en un contrato a sus empleados? Nadie, solo yo, ¿Por qué? Porque soy Hanna Morgan, señoritas. Ni una sola como yo en el mundo.

Mi pregunta se responde sola cuando el timbre resuena en el penthouse, Tania va a abrir y vuelvo a ver mi móvil. Tengo unos cuantos mensajes, pero uno me interesa más que el resto.

Chad: ¿Vendrás? Cass dijo que viajara contigo.

¿Viajar con ella? No me ha dicho nada.

No respondo el mensaje y guardo el móvil en el bolsillo de mis jeans cuando veo a Thomas entrar en la cocina.

— ¿Ryder les mando las fotos de cómo dejó al hijo de puta? — Dice emocionado sacando su móvil y le hace señas a Tania para que mire la pantalla. — Dijo que unos chicos lo encontraron, le preguntaron qué pasó y luego le ayudaron a golpearlo, casi lo mataron.

— Quizás solo debí decirle a los guardias que lo echaran. — La culpa corre por el rostro pálido de Tania y suspiró profundamente.

— Tania, si el hijo de puta no ha puesto una denuncia por agresión, es porque sabe que se pasó al intentar meterte la fusta por el culo. — Tomo su mano sobre la mesa y le sonrió ligeramente. — No te sientas culpable, el hombre se merece terminar con una rata metida en el fondo de sus entrañas.

— Qué cruel. — Thomas hace una mueca mirándome y luego le enseña las fotos a Tania.

Mi móvil vuelve a vibrar y suspiró profundamente. Si es uno de mis hermanos otra vez insistiendo en que vaya al cumpleaños, voy a lanzar el móvil por el balcón. Contestó al ver que es numero privado y avanzó a la terraza.

— Habla Hanna.

Hannita. — Me tenso antes de cerrar la puerta por completo y siento cómo el sudor helado corre por mi espalda. — Hace mucho no nos juntamos, estoy de paso por San Francisco y pensé que sería bueno vernos.

Un cuarto.

Un ascensor.

Sasha haciéndome callar.

Oscuridad.

La puerta abriéndose.

Lanzo mi móvil al otro lado de la terraza. Se hace trizas al tocar el suelo, no es suficiente, lo vuelvo a tomar y lo tiro por la baranda del balcón viendo cómo cae a un costado del edificio.

A la velocidad que cae, teniendo en cuenta que son cincuenta malditos pisos, ¿Voy a matar a alguien si le cae en la cabeza? Lo más probable es que sí.

El pánico corre por mi cuerpo, pero mantengo la calma, su voz ronca retumba en mi cabeza y voy directo a mi cuarto. Abro mi armario y cierro la puerta detrás de mí con seguro. Las manos no tiemblan cuando pongo mis huellas en los reconocimientos dactilares. El espejo al final del armario se alza y avanzó hacía el cuarto secreto.

Hace siete años lo más probable es que me hubiese cagado encima con esa llamada, hubiese llorado hasta dormir y todo en lo que pudiera reflejarme estaría hecho trizas.

Sin embargo, durante estos años he aprendido a controlar mis emociones y aceptar el hecho de que era cuestión de tiempo para que los demonios volvieran a reclamarme en el infierno.

El primero ya surgió, faltan cuatro.

Enciendo el panel de corriente y veo cómo las computadoras se ponen en blanco con el logo de la famosa manzana. Obviamente el cuarto de pánico iba a tener esas mierdas.

No me gusta usar los juguetes Morgan, pero en este momento es necesario. Tomo uno de los teléfonos desechables y marcó uno de los números que me sé de memoria desde los seis años. papa me hizo memorizarlo por si intentaban secuestrarme.

¿Qué memorizaron ustedes? Por qué dudo que todos memoricen el número de ayuda de la familia.

Aquí Derryl. — Su voz sigue igual qué siempre, su tono ronco no cambia con los años.

— Derryl. — Suspiró profundamente. — Artemio sabe dónde estoy.

¿Se comunicó contigo por...? — Escucho cómo comienza a teclear.

— Celular personal.

Le diré a Ian.

— No, no quiero que Ian sepa.

Silencio.

Mandaré más hombres a que cuiden tu perímetro.

— Bien. — Me siento en el sofá viendo el suelo de mármol.

¿Hanna?

— ¿Sí?

Tu padre necesita que tomes una decisión.

— Estoy en ello.

Bien, porque si Artemio sabe dónde estás, necesitas aceptar tu puesto en la jerarquía Morgan lo antes posible.

— Todavía tengo veinticuatro años.

Y es por qué tienes veinticuatro que debes tomar una decisión. — Hace una pausa y antes de que abra la boca ya sé que es lo que dirá. Es lo que todos me dicen, lo que yo me digo.

»— Debes hacerte cargo del negocio familiar.

La llamada se corta y suspiró profundamente.

El negocio familiar, apenas puedo con las drogas de ROM, ¿Cómo lo hago para mover las drogas de todo el puto mundo? 


🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬

Holaaaaa, si llegaron a este punto, un millón de gracias pero quiero hacerles una advertencia por si desean seguir leyendo SKFN. Hanna Morgan no es una mujer correcta, hizo, hace y hará muchas cosas que no están bien, no es un modelo a seguir y obviamente sus creencias pueden causar ruido.

Por eso quiero que sepan que al seguir leyendo sabrán mucho mas sobre esta mujer, que aunque no sea un modelo a seguir, es maravillosa en su retorcida manera.

En lo personal estoy enamorada de ella xd.

Sin mas que agregar, disfruten de la historia si desean continuar aun sabiendo que este personaje no es políticamente correcto (Al igual que unos cuantos).

No olviden comentar y votar para saber si les gusta la historia c:

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