Le dije a Andrew que si quería venía a mí casa, acepto pero al principio dudo y puso algunas excusas, de todas maneras lo convencí y luego me despedí de todos, les di las gracias a los hombres de mi padre, me despedí de logan y de Jude, diciéndoles que mañana los vendría a ver.
Salimos afuera y las calles estaban solitarias, se escuchaban los ladridos de los perros y hacía un frío inmenso.
Andrew caminaba a mi lado con las manos en los bolsillos mientras miraba hacía el frente, avanzamos hasta su auto. su rostro era perfecto, su nariz recta, su cara delgada pero bien formada y sus ojos, esos increíbles ojos que me hacían perderme en ellos.
— ¿Por qué me miras tanto? —pregunto con la vista fija al frente.
Con las mejillas sonrojadas solté una leve risita.
—No te estaba mirando. —mentí.
—Sí, claro. —contestó sarcástico. — ¿Tienes frio? ¿Te duele la pierna?
—No. —mentí. —estoy bien.
Se acercó más a mí y se sacó las manos de los bolsillos, me rodeó con sus brazos y me apretó más a él. Roja cómo un tomate reí y miré el suelo.
—Ann... —me llamó.
— ¿Mh? —respondí con la mirada fija en el suelo.
— ¿No volverás?
Sabía a qué se refería, me encogí de hombros y luego nos subimos al auto.
—Andrew... ¿Podemos pasar por la tienda? Quiero comprar helado.
—Es tarde no creo que estén abiertos a estas horas. —dijo divertido.
—Logan me dijo que hasta tarde estaban abiertas las tiendas aquí. Además el otro día pasamos por afuera de una tienda y era tarde. —Lo miré un instante y frunció el ceño.
— ¿Ah sí?... ¿Logan acaso es tú novio? —contestó con un tono celoso el cual me sorprendió.
—No... Apenas lo conozco es un chico agradable, guapo, ama...
No me dejo terminar, se acerco y me dio un largo e intenso beso.
— ¿Porque...?
—Sabes que me gustas, no soportaría verte con otro hombre, suena egoísta pero así es, me gustas mucho, no quiero que te enamores de otro. —note cierta angustia en su voz.
—Andrew... —susurré —por favor no digas eso...
Comenzamos a recorrer las calles hasta que dimos con una tienda abierta.
Una vez dentro saqué un bote de helado de chocolate y una bebida grande. Pagué y salí, Andrew con las manos en los bolsillos me miraba atentamente, le hice ademán con la mano y se acercó a mí.
— ¿No te duele? —pregunte.
—No. —dijo con cierta frialdad, lo miré de reojo y él estaba mirando el suelo.
*
llegamos a la casa. Prendí las luces, la televisión, fui por cuchara y saqué el helado. Puse la película "Cenicienta" una película de Disney y me senté en el sofá. No me había percatado de que Andrew estaba parado en la puerta principal mirando hacia la nada.
— ¿Quieres? —le ofrecí helado.
Negó con la cabeza y siguió mirando el suelo, me dio pena verlo así, se me formó un nudo en la garganta y lo disimulé, me paré y le agarré la mano arrastrándolo, lo deje en el sillón sentado, en la mesa habían unas mantas las agarré y envolví a Andrew en ella, La película empezó y él no hablaba.
—Come. —exigí.
—Bien —bufo.
Pasó media hora y ya llevábamos la mitad del gigantesco bote de helado comido. Mirábamos con atención la película y de repente me reía, nunca me imaginé a Andrew viendo películas de princesas.
— ¿Y aquí que pasa? —preguntó mientras se echaba una cucharada a la boca.
—La madrastra la manda a limpiar. Prácticamente las hermanastras le tienen envidia, ósea, mírala es preciosa. —tomé un sorbo de bebida.
—Qué lindo el vestido que lleva. —dijo él. —se lo pondría a mi hija en versión miniatura, solo si es que llego a tener.
— ¿Cómo le pondrías a tu hija o hijo si es que tienes? —pregunté curiosa.
—No lose... quizás Adelina o si es niño Ryan.
—tú hijo saldría realmente guapo, o guapa si es que es niña, eres lindo y obviamente tendrás una esposa preciosa. —contesté nostálgica y con vergüenza.
—Ya me imagino a mis hijos, Tengo la viva imagen de como saldrán ellos pues tengo a la mujer aquí a m...
Se calló al ver mis ojos abiertos de par en par, rio levemente y miro la película.
— ¿Q-que tratas de decir? —tartamudee sonrojada.
Se encogió de hombros y rio mucho más.
—Andrew...—dije entrecerrando los ojos.
— ¿Qué?—se hizo el inocente
Negué con la cabeza y seguí viendo la película.
—Me dio sueño —bostecé. —iré a dormir. —me levante y subí. —
¡Puedes dormir en la habitación de mamá! —grité desde arriba.
Llegue a mi cama y cerré los ojos para poder dormir.
***
Sentí un cuerpo a mí lado, abrí los ojos y frente a mí estaba Andrew con los labios entre abiertos, su respiración calmada, sus ojos cerrados, se veía tan adorable y tranquilo.
Me sentí nerviosa por un instante, tenerlo cerca de mí causaba miles de mariposas en mi estómago. Le toqué el rostro despacio, le toqué la mejilla con mis dedos, sus ojos y su boca.
—Sé que soy guap... —no lo deje terminar, le golpee el hombro juguetonamente y me ruboricé.
Me di la vuelta dándole la espalda, la ventana estaba abierta junto a la cortina, la luz de la luna iluminaba toda la habitación.
—Ann, mírame. —pidió.
Negué con la cabeza y cerré los ojos, su mano se puso en mi cadera, fue descendiendo hasta llegar a mi cintura, se apegó más a mí y lo oí suspirar.
— ¿Me quieres? —Pregunto de repente.
—S-si... —dije torpemente.
—Entonces, bésame.
Mis ojos se abrieron y miré la ventana, decidiéndome si besarlo o no, quería besarlo, lo deseaba, lo necesitaba...
—Bésame... —dijo una vez más.
Me di la vuelta lentamente, la luna iluminaba una parte de su rostro, sus ojos brillaban y su boca estaba cerrada. Me acerqué a él lentamente, ahora, solo unos centímetros separaban nuestros rostros, puse mi mano en su mejilla y coloqué mis labios encima de los suyos, abrió su boca mientras su lengua se introducía despacio pidiendo permiso para entrar, abrí la boca y nos comenzamos a besar.
Nosé cuánto tiempo pasó, pero me separé de golpe, recordando una cosa, me miro confundido y me di la vuelta tapándome con el cobertor hasta la nariz.
— ¿Qué pasa Ann? —le oí decir preocupado.
—Nada... —susurre.
—Dime.
—Es solo que...tú eres mi profesor, una alumna y un profesor no es bien visto por la gente.
Bufó y me dio la vuelta, se levantó un poco quedando con el codo apoyado en la cama, me miro de arriba.
—Pero ya no estás en el instituto Ann, no éstas en él, te fuiste de la ciudad, nadie sabe que yo soy tú profesor. Y no creo que lo sepan, soy bastante joven cómo para que piensen que soy un profesor. —sonrió de medio lado.
Lo miré a los ojos, eran preciosos, me levanté un poco y le bese la mejilla, luego, me di la vuelta y apoyé la cabeza en la almohada, dispuesta a dormir.
—Descansa. —dijo él mientras me besaba suavemente la mejilla.
Se movió el colchón y supe que se había levantado, luego de unos segundos oí la puerta cerrarse, suspiré y cerré mis ojos tratando de dormir de nuevo, solo que ahora, me encontraba feliz.