Alma de pluma ••Andy Biersac...

Autorstwa n0cturnas

8.9K 787 682

¿Crees en el destino? Dicen que en esta vida todos tenemos un papel que desempeñar y que son nuestras propias... Więcej

Nota de n0cturnas
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capitulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Epílogo

Capítulo 44

152 11 9
Autorstwa n0cturnas

Dedicado a LauraGarciaPelaez, para nosotras lo eres todo.

Avril.

Nací y me crié en un pequeño pueblo de Texas llamado Wacco, en una comuna con unas veinte familias más aparte de la mía. La Finca, así llamaban a las mil hectáreas de pradera y bosque donde viví encarcelada la mayor parte de mi adolescencia. Una sociedad aparte, que se regía por sus propias normas...incomunicados, apartados de todo y de todos. Nadie excepto unos pocos tenían permiso para rebasar sus muros y si lo hacías eras castigado de manera cruel. Allí viví durante años junto con mi abuela y padres.

¿Padres?... Ojalá hubieran ejercido como tal. Jamás me entendí con ellos, estaban demasiado ocupados con sus responsabilidades para con su gente que apenas tenían tiempo para mí, con ellos todo eran órdenes y obligaciones, nunca un gesto, una caricia... Nada. Si no fuera por mi abuela que me acunaba todas las noches para leerme un cuento ni siquiera sabría lo que es sentirse arropado por una madre.

Una vida sin sentido, vacía, el sentimiento de no encajar en ningún sitio. Esa ha sido mi vida, rodeada de gente y a la vez sola, la única persona que conseguía cambiar eso era él ...Aidan.

" Mientras unos aniñados ojos me miraban al otro lado de la hoguera yo me restregaba la cara con los puñitos haciendo pucheros intentando inútilmente que no se me cayeran las lágrimas.

— Si te ven llorar te castigarán.

— No quiero ponerme esa cosa, Aidan.

— Tienes que hacerlo por nuestra familia. Cuando tengas diez años como yo te acostumbrarás a llevarla.

— ¡No lo haré!

- Entonces te aislarán de todos y no podremos vernos, ¿quieres eso?

-¡No no quiero que me alejen de ti.

Agarró la túnica morada y me la puso por la cabeza para después agacharse a mi altura.

No me gustaba esa ropa, me daba miedo cuando mis hermanos se la ponían, pero lo haría solo por estar a su lado.

- ¿Ves? Ahora nada puede separarnos- dijo cogiendo mi mano.

Me protegía, me hacía sentir segura, incluso cuando nos castigaban siempre conseguía llegar a mí de algún modo. Éramos inseparables hasta el punto de que ya no me importaba tanto llevar aquellas pesadas ropas incluso en verano o no poder salir de la Finca con tal de tenerle cerca. Odiaba a mis padres, no tenía amigos, pero todo eso carecía de importancia porque le tenía a él. Yo era suya y el era mío, eso me decía Aidan, pero con el paso del tiempo todo cambió.

Su cuerpo desgarbado estaba tenso sentado a mi lado, fruncía el ceño y fijaba la vista en la nada. Creo que en ese mismo sitio empezó nuestra historia, en ese mismo lago que ahora se reflejaba en sus ojos haciéndolos brillar. Pero no brillaban por nada en especial, no estaba a punto de llorar al recién enterarse de que iba a perderme ni tampoco lo hacían por todo lo que sentía por mí. Solo brillaban por el reflejo de la luna en el agua, solo eso. Ojalá lo hubiera sabido entonces.

— Ya nunca me miras, sé que me estás evitando. Aidan... Si he hecho algo mal...

Se rio de manera resignada y hundió la cabeza entre sus rodillas.

— No entiendes nada.

_ Entonces explícamelo- dije arrodillándome delante de él y cogiendo su cara entre mis manos. Dos enormes lágrimas nublaban mi vista y amenazaban con desbordarse- Dime por qué ya no te siento conmigo.

Su piel resbaló entre mis dedos con un movimiento brusco y siguió mirando hacia la nada mientras forzaba la mandíbula.

- No se te ocurra llorar- Dijo con demasiada frialdad.

Pero ¿cómo no hacerlo si él era toda mi vida? Chasqueó la lengua cuando vio mis mejillas mojadas y me atrajo hacia sí dejando que sollozara en su cuello como por inercia, ilusionándome una vez más pensando que tal vez, solo tal vez, él era distinto a la gente que nos rodeaba y se hacía llamar nuestra familia. Aun puedo recordar con exactitud su olor, y después de tantos años mi mente perturbada no puede evitar seguir sintiendo que solamente él es mi hogar.

- Por favor Aidan te lo suplico...

- No hay nada que puedas hacer para evitarlo.

- No me hagas esto...

- Nadie te quiere, ni siquiera yo. Deberías irte o yo que se...

-¡Cobarde!, ¡mentiroso!- grité desconsolada golpeando su pecho.

¿De verdad era real? El mismo chico apático que me miraba desde las sombras y protegía por encima de todo me daba la espalda. El mismo que me robó mi primer beso en ese lago mientras me cubría con su túnica oscura me echaba de su vida sin darme siquiera un jodido motivo. Nunca me había confesado su amor, pero no por ello me dolió menos su rechazo. Me quede sola y destrozada mirando el lugar por donde se marchó.

Hice mil intentos de acercamiento, le buscaba a todas horas y aunque aún era una niña le provocaba intencionadamente, intentaba darle celos de formas absurdas con los demás chicos de la casa, pero lo único que conseguía era que sus ojos se posaran en mí de forma airada y con molestia. Aidan me dejó sola. Con el paso de los días mi carácter extrovertido se fue apagando y mi esperanza también, prácticamente no comía ni hablaba, no me relacionaba y lo único en lo que podía pensar es en qué podría haber hecho mal. Él cada vez se parecía más a ellos, participaba en todos los rituales y aunque a mis ojos seguía siendo un chico se convirtió en una persona escuchada e intimidante, muchas veces lo único que transmitía su expresión era odio y me costaba ver un atisbo del que fue el amor de mi vida, mi mejor amigo, mi familia... hasta que un día volvió.

Yo deambulaba por uno de los bosques de la finca, siempre acostumbraba a hacerlo. Me gustaba perderme entre los árboles y pensar que estaba en cualquier otro lugar, que me había escapado y por fin era libre. Aunque nunca tuve nada a lo que compararlo yo sabía que nuestra forma de vida no era normal, nuestro dogma no era del que hablaban en los pocos libros que había leído y la religión que se me inculcaba parecía sacada de una película. Pero ¿qué iba a saber de eso una niña que es lo único que conoce? Podía sospechar, era muy curiosa y preguntaba mucho, pero cuando comprendí que eso no traería nada bueno dejé de hacerlo, el día que Aidan me dijo que dejara de indagar o nos matarían a los dos, para ser mas precisos. Y yo como no quería que le pasara nada no volví a mencionar lo extraño que era que viviésemos tantísimas personas en una casa o qué es lo que hacían prácticamente todas las noches. No volví a hablar de los gritos ni de los cánticos que no me dejaban dormir ni tampoco de por qué desaparecían día tras día y sin dejar rastro los animales con los que me encariñaba. No iba al colegio ni había salido jamás de las dependencias de la Finca exceptuando cuando mi abuela me llevó al parque de atracciones, aunque tampoco recordaba por dónde habíamos salido ni en que punto terminaba el terreno. De todas formas escaparme no lo veía factible, siempre había un par de ojos vigilándome y cuando no, Aidan me venía a la mente y se me hacía imposible dejarle atrás. Él no quería irse como yo.

Pero ese día era distinto, me sentía sobrepasada. Esa mañana me había levantado con un presentimiento que no hizo más que aumentar a medida que veía como todo el mundo estaba ansioso esperando algo. Y no estaba equivocada, porque yo era la razón. Dejé atrás el viejo árbol en el que siempre me paraba concienciándome de que tenía que dar media vuelta y me armé de valor. Debía seguir adelante, algo dentro de mí lo gritaba. Un rato después los últimos árboles me dejaban entrever lo que parecía ser una carretera ya casi lo había logrado, solo unos pasos más y sería libre. Estaba siendo tan fácil que incluso me pareció ridículo. Pero ¿de verdad quería hacerlo? ¿de verdad podría vivir sin verle nunca más? ¿sin que eso me destrozara el alma en pedazos?

Un cuerpo masculino y envuelto en tela negra me cortó el paso.

Ni la oscuridad del atardecer ni la capucha que le ocultaba el rostro consiguieron despistarme; sabía que debajo había un ojo verde y otro de color miel, igual que sabía exactamente la mueca seria de su boca y lo que me haría sentir si me tocaba.

- Prefiero irme antes que ver como te conviertes en uno de ellos sin poder impedirlo- dije sin fuerzas mientras sorteaba la silueta oscura de Aidan.

Tiró de mi brazo y me pegó a su cuerpo, cogiendo mi cara entre sus manos posó su frente en la mía. Su aliento me rozó los labios recordándome las veces que deseé quedarme a vivir en la humedad de su boca. Lo había extrañado tanto... Su mirada siempre pendiente mí, acariciándome allí donde se posaban sus ojos, tantas veces oscuros y atormentados. Sus besos, torpes al principio y atrevidos e incomparables a nada después, su sonrisa que yo adoraba y que siempre acompañaba con su ceño fruncido. Quería más que nada ponerme de rodillas y rogarle que me quisiera como yo le quería a él, pero en cambio no lo hice porque en esos últimos meses había aprendido algo, solo que no lo suficiente.

- Siempre fui uno de ellos. Formo parte de esto, al igual que tú- me dijo lentamente, intentando hacerme entender como muchas veces antes.

¿Eso es lo único que tenía que decir después de meses de silencio? ¿Acaso no veía que me estaba consumiendo las ganas de vivir? Yo no necesitaba que me convenciera, necesitaba que me dijera si no eres feliz aquí, solo vete. Porque eso es lo que hubiera hecho yo de estar en su lugar.

- No. Yo decido mi destino y no esta aquí. Mucho menos con esta gente, y por lo visto tampoco contigo.

Rompí el contacto cuando me separé de él y le bajé la capucha para verle los ojos. Quise grabarlos en mi memoria para siempre. Quien me iba a decir a mí que diez años después haría todo lo posible por olvidarlos hasta tener un vago recuerdo de que tenía uno de cada color.

- Lo siento mi vida, pero no puedo dejarte marchar- susurró.

Y cuando sus cálidos labios se posaron en los míos, me sentí volver a la vida. Le quería con desesperación, demasiada como para estudiar el significado de esa frase. Tomé el camino fácil. Aidan no quiere que me vaya. Aidan me quiere, pensé.

Hijo de puta mil veces.

Su cuerpo se amoldó al mío y hundió su cabeza en la curva de mi cuello, lentamente inhaló mi aroma. Sus labios se posaron con delicadeza sobre mi piel y por primera vez un sonido involuntario salió de mi garganta. Se apretó contra mí mientras sus ojos brillaban de una forma distinta esa noche y pude notar como me oprimía con su joven e inexperto cuerpo en el hueco entre mis piernas.

- Perdóname Avril, sé que esta mal pero es que necesito que seas mía, al menos una vez.

No sabía a qué se refería, para mi no había obviedad mas grande de que yo era suya y el era mío, siempre había sido así y no podría ser de otra forma. Le miré confusa y el me sonrió con adoración.

Nos besamos de tal forma que parecíamos dos amantes que no fueran a verse más. Lamía y succionaba mis labios despacio, indagando con su lengua cada recoveco de mi boca. Habíamos hecho esto antes, si, pero hoy era diferente. Hoy nuestras respiraciones estaban más alteradas de lo normal y nuestros ojos empañados en deseo ya no intentaban ocultar sus intenciones. Sus manos se deslizaron por mi cintura hasta mis caderas y me junto aun más a él, inclinando su pelvis hacia delante para restregarse contra mí. Él siguió dejando besos y suaves mordiscos a lo largo de mi mandíbula y cuello mientras yo me deshacía de su túnica. Dejé que callera a nuestros pies con las mismas ganas de verle desnudo como de verle de una maldita vez sin ella. Me miró con miles de emociones en su cara, como si estuviera desprotegido y vulnerable, como si se hubiera despertado de un sueño y fuera consciente por primera vez de la realidad. Me miró como si estuviera roto por dentro. Era lo más increíble que había visto nunca, pero también me pareció lo más triste. Aidan estaba frente a mí con su pálido torso desnudo y unos pantalones oscuros que caían sutilmente de su cadera dejando ver la goma del bóxer. Hizo el intento de coger la ropa del suelo mientras me miraba con reproche. No me sorprendió, siempre fue muy reservado, todo lo que yo no era. Me tumbé en ella antes de que pudiera hacerlo y le miré sosteniéndome con los codos.

Supongo que hoy en día no diría que fuera timidez sino cobardía. Nadie nos enseña a desnudarnos en cuerpo y alma delante de alguien a quien conscientemente le vas a destrozar la vida.

Me desnudé despacio, yo sí quería que él me viera, quería que viera incluso a través de mí. Sus ojos estaban fijos en los míos, no fue hasta que acabé que me recorrió el cuerpo con ellos. Después los cerró fuertemente y tragó saliva despacio, como si yo le doliera. Como si le doliera lo que iba a hacerme.

Como si por un momento se hubiera planteado si destrozarme o no la vida.

Se inclinó sobre mí y me entregué a él.

Él solo quería entregarme a ellos.

- Te quiero, lo haré cada día de mi vida- le dije entre sus brazos cuando todo había acabado.

- Espero que me quieras incluso después de la muerte.

***

Mi abuela sonreía débilmente mientras me trenzaba mi abundante melena oscura frente al espejo, me encantaba que me peinara. Ese era uno de los pocos contactos que estaban permitidos entre la que era mi gente, nada de muestras de cariño, aunque cuando se trataba de sexo otro gallo cantaba.

Era mi décimo-cuarto cumpleaños y después de acicalarme sólo por el echo de pasar tiempo conmigo(más tarde sabría que aprovechaba cada uno de los momentos que pudiera pasar junto a su nieta) hizo algo que me llenó de alegría; mi primero y único regalo de cumpleaños.

Desde que tenía uso de razón me apasionaban las plumas de mi abuela. Las tenía colgadas de sus orejas, de su cabello, de su cuello, incluso en su cuarto rodeado de decenas de atrapasueños. Solía decirme que las plumas eran la reencarnación de las personas más puras y que en ellas residía su alma. Estaba completamente segura de que su madre era una de ellas porque en el mismo momento en que falleció una preciosa pluma roja y naranja apareció de la nada cayendo sobre su cuerpo y se llevó toda la tristeza. Me regaló su pluma más preciada, la primera de su colección de almas...

Miré a mi abuela y vi que se mordía fuertemente el labio, sus ojos estaban cristalizados y sus manos temblaban mientras intentaba colocarme el pendiente de la pluma. Me preocupó tanto verla así teníamos una conexión tan fuerte que pude sentir en mi propia piel todo el miedo y el dolor que estaba sintiendo. Solo podía pensar en que quería cambiarme por ella y llevarme su sufrimiento conmigo sin pensarlo, fuera cual fuera.

-¿Qué sucede abu?

- Solo estoy emocionada, pequeña...

No, de ninguna manera. Sabía que algo horrible la atormentaba.

- No me mientas tu también. Te siento aquí dentro- dije llevando mi mano a la parte izquierda del pecho.

Ella asintió con la cabeza mientras una lágrima finalmente rodó por su mejilla y entonces la sonreí insuflándole fuerzas. Porque sin saber como de un momento para otro junté todas las piezas y comprendí que ella lloraba por mí. No te culpes, abu, tú no eres como ellos, te quiero mucho.

- Terminaré de prepararla yo, Denali. Puedes irte- dijo mi joven madre entrando por la puerta. Sus ropajes oscuros hacían honor a la situación y ocultaban la bonita silueta que tanto hacía disfrutar a muchos de los hombres y parte de las mujeres de la secta.

- Me quedaré con ella. Hasta el último segundo- aseguró mi abuela con rabia.

Mi madre suspiró y su mano se acerco lentamente a mí hasta quedar a centímetros de mi cara. Contuve el aliento antes de sentir su caricia, nunca lo había hecho y quise que lo hiciera, quería por una vez saber lo que se sentía, pero cuando sus dedos rozaron mi piel me sorprendí al no notar mas que rechazo. Ya era tarde para eso. Dejé que me tocara mientras la miraba con odio, nunca antes se me habría ocurrido hacerlo. Pero claro, antes no sabia lo que sabía en ese momento. Su cara de muñeca estaba muy cerca de la mia y observaba mi rostro casi con adoración. Estaba orgullosa de lo que iba a hacer.

- Solo yo fui capaz de traer al mundo a alguien suficientemente bueno para algo tan importante ¿Te das cuenta, mi niña? ¿Te das cuenta de lo especial y afortunada que eres?- se mordió el labio sonriendo con anticipación y me apretó los hombros- Llevo tanto tiempo esperando esto...Deja que te vea.

Volteó mi cuerpo haciendo que me mirara en el espejo y después me desnudó para cubrirme únicamente con encaje negro y una delicada túnica roja, a juego con el color de mis labios y la pluma de mi oreja. Por un momento temí que se diera cuenta de lo que había sucedido hacía tan solo unas horas, que lo que había hecho con Aidan estuviera escrito en mi piel.

- Estas perfecta para ser...

- La amante de una bestia- dije mientras dejaba que una lágrima se deslizara por mi cara.

No fueron pocas las veces en las que el padre de Aidan nos había contado esa misma historia alrededor del fuego de la hoguera, con las llamas brillando en sus pupilas y en un tono de voz que no podías hacer otra cosa más que prestarle toda la atención. Su comportamiento siempre distante rozando lo elitista y sus gestos elegantes acompañados por su manera de expresarse siempre conseguían muy a mi pesar cautivarme. No había duda de que era alguien muy importante en la secta y que Aidan seguiría sus pasos, y a mi no me habría importado con tal de estar junto a él.

-Rendidme culto,- rugió Belial hace más de ochenta años cuando se hizo patente delante de nuestros antepasados- Rendidme culto y yo os brindo mi poder. Engendraréis belleza, vuestros descendientes gozarán de una inteligencia superior. Os abasteceré de todo cuanto deseéis y no temáis por los bienes materiales pues tendréis más de lo que vuestras frágiles manos puedan abarcar.

La voz del príncipe de las tinieblas se hizo escuchar de forma clara e imponente en el mismo lugar donde ahora mismo nos reunimos. Su silueta formada por las brasas de la hoguera se irguió ante ellos como si de un regalo se tratase, sus cuernos se alzaban más arriba de lo que la vista pudiese alcanzar y sus garras extendidas a ambos lados de su cuerpo enfatizaban sus célebres palabras.

Nashgar, en ese entonces nuestro joven fundador, se acercó tanto como el fuego le tenía permitido y haciendo acopio del valor que le caracterizaba se inclino ante él sin dejar traslucir el mínimo atisbo de temor.

- Pagaremos tu generosidad, príncipe oscuro- alegó.

- De eso podéis estar seguros. Llegará en siete décadas, junto con una tragedia. Sus ojos serán de ónice, casi formados por estrellas. Y en su decimo-cuarto cumpleaños me entregaréis a mi hembra. Solo entonces habréis saldado la deuda.

Se decía que la amante de Belial pasaría a ser la Reina del Inframundo, que gozaría de todo tipo de lujos y riquezas, sería respetada y venerada, a cambio solo debería ofrecer su cuerpo y alma a un demonio. No había mujer en La Finca que no deseara haber sido ella la elegida. Siempre me había parecido una historia llamativa pero absurda, aunque jamás lo hubiese admitido en voz alta.

Mi madre besó mis labios y cubrió mi cabeza lentamente con la capucha de mi túnica carmesí.

Cuatro hombres vinieron a buscarme en ese preciso momento para cumplir su promesa.

Las piedras me dañaban los pies descalzos de camino al altar de sacrificio.

Comprendí que real o no, ellos creían a ciegas en esa profecía y estaban dispuestos a hacer lo que hiciera falta para que se cumpliese.

Mi corazón terminó de romperse porque uno de esos hombres era Aidan.

No tenemos perdón por haceros esperar tanto... lo sabemos. Y mas cuando es el capitulo final. Mañana subiremos un pequeño epílogo que esperamos que os deje con ganas de saber como continuará esta historia... Nos vemos en la segunda parte de Alma de pluma... Os queremos y mil gracias por llegar tan lejos.🖤

Czytaj Dalej

To Też Polubisz

49K 3.6K 12
Yo te observaba. Yo escribía tu historia. Pero no te fijabas. Dominik.
8.8M 706K 46
¿La típica historia de amor en donde el chico choca con la chica accidentalmente, se miran fijamente a los ojos y es amor a primera vista? Primer...
3.9M 264K 50
Broma; f. Burla, dicho o hecho que se hace a alguien para reírse de él sin intención de molestarle. La única diferencia es que mi intención es molest...
1.1K 81 25
Hombre frío, calculador, lleno de odio, que solo le importa su propio bienestar. es un poco de la descripción de Mibsan, mejor conocido como la besti...