Habían pasado dos días desde que Seung arribó a casa de los Nikiforov, desde entonces la calma reinaba en cuánto a la situación de Yurio y Otabek.
Jean no había dado rastros de atacarlos nuevamente.
Las horas pasaban en casa, sólo se oían las risas y pasitos de los menores que jugaban sin preocupaciones.
-¡Espérame Missha!.- Gritó Lenya mientras intentaba alcanzarlo, pues ahora mismo se preparaban para salir a jugar un rato al parque acompañados de Yuuri.
-¿Seguro que puedes con ambos?.- Preguntó algo preocupado Yurio mientras que el japonés de mismo nombre sonreía dulcemente.
-Seguro, son buenos niños.- Aseguró Yuuri mientras que caminaban a la puerta.- Volveremos rápido, ustedes intenten relajarse.
Yurio asintió y se despidió con la mano de su hijo.
Mientras más pensaba las cosas el rubio, más se hacía preguntas. Había hablado con Viktor hace un día y él le había contado lo que pasó cuándo tenía 16 años a punto de cumplir los 17 años.
Nikolai Plisetsky falleció y ellos tomaron su tutoría.
Por mas que intentará recordar algo no podía, nada llegaba. Había estado llorando todo el día después de enterarse de ello, aunque Otabek se quedó a su lado para que no cometiera alguna idiotez. Se preguntaba... ¿Qué habría dicho mi abuelo antes de irse?.
Mientras tanto Otabek observaba su teléfono móvil, que también había sido entregado a él por Yuuri Katsuki con la intención de ayudarlo a recordar algo. Observaba primero que todo su galería, estaba repleta de fotos en las que estaba con Yura y Lenya, había una en la playa, en una granja, en el estudió de ballet, había demasiadas... Sonrió mientras veía a su familia en las fotografías. Después de ver toda su galería comenzó a ver sus mensajes, había uno en particular que decía haber llegado el día anterior.
«Número desconocido»
¿Preparado para perder, Otabek?, el tiempo con tú esposo e hijo se acaba. El reloj corre...
Preocupado por lo que el mensaje contenía, revisó lo último que contenía su móvil y luego se levantó para ir a la habitación dónde su pequeño rubio mayor dormía.
Llego hasta la habitación en muy poco tiempo y antes de abrir la puerta escuchó un estruendo, preocupado tomo el pomo de está y la abrió. Delante de él estaba su "esposo" mirando arrepentido el suelo mientras intentaba recoger los pedazos de vidrio del cuadro que había roto.
-L-Lo siento...No quería hacerlo.- Tartamudeo casi fuera de si mismo mientras intentaba enmendar lo que había hecho, sus manos sangraban y Otabek reaccionó unos segundos después, acercándose hasta el rubio para alejarlo de los vidrios que levantaba.
-Yura, Yura no hagas eso.- Regaño con dulzura mientras lo tomaba de las muñecas y lo alejaba para sentarlo en el suelo, lo más lejos posible del cuadro que había roto.
-Beka... Beka, ¿Porqué?...¿Porque no puedo recordar nada?- Preguntó con la voz rota mientras su cuerpo temblaba, Otabek sintió que su corazón se contraia con tal fuerza que su pecho dolía. Abrazó al rubio con fuerza mientras besaba su frente, coronilla y cabeza para calmarlo.
-Ninguno de nosotros dos podemos recordar amor...- Susurró en su oído mientras acariciaba su cabellera con cuidado. Aunque de igual manera Yurio seguía llorando, Otabek suspiró y se mantuvo susurrandole cosas lindas mientras su mirada volvía al cuadro roto en el suelo... Eran ellos, sonriendo felices en el juzgado de casamiento Civil, estaban sonriendo a la cámara mientras sus amigos, Yuuri con Viktor festejaban detrás de ellos y... ¿Quién había tomado esa foto?, el recuerdo de una chica golpeó duró en su mente.
-¡Felicidades tortolos!-
Exclamaba una chica de cabellos rojos mientras los abrazaba a ambos... Mila, esa chica rusa que les ayudó a unirse y poder ser pareja y de quién no habían oído en esos momentos, Otabek suspiró y mantuvo a su gatito en un abrazo hasta que el llanto cesará.
Yuuri observaba a los pequeños jugar en el parque llenos de alegría, no podía evitar que una sonrisa se mantuviera entre sus labios. Era un día extrañamente cálido y no había mucho ruido o movimiento ciudadano.
Aunque todo se volvió borroso para el Japonés, cayó de rodillas y con un dolor horrible en la nuca, pudo reaccionar y ver a su atacante, era la chica que el mismo había golpeado al ver que lastimaba a Lenya. Los pequeños gritaron al verse acorralados por dos hombres que usaban capuchas negras, Missha tomó a Lenya y lo mantuvo tras el para que no le tomarán o lastimaran, intentó pelear para que Lenya escapara pero recibió un golpe duro en la mejilla por parte de uno de los hombres y cayó al suelo, el pequeño rubio estaba llorando y sin saber que hacer, los hombres le tomaron y lo arrastraron a un auto aún con sus gritos de desesperación, todo pasó tan rápido que nadie pudo hacer nada, la gente llegó corriendo en ayuda de los pelinegros inconscientes en el parque y llamando a emergencias. De entre todas las personas una chica de cabellos negros largos, piel morena y ojos violetas corrió hasta el cuerpo del adulto y sintió que debía avisarle a su esposo, después de todo ella le conocía.
Mientras tanto Lenya dentro del auto intentaba huir aún si lo hombres le retenian.
-¡Lastimaron a Missha!, ¡Lastimaron a mi abuelita!.- gritaba desesperado el pequeño, la mujer en la parte delantera se harto y gritó a los gorilas.
-¡Droguenlo!, ya me esta hartando ésta mierda de mocoso.- Los hombres asintieron y tomaron del asiento una botella pequeña y un trapo al cuál mojaron con el líquido.
Lenya suplicaba que no lo hicieran pero jalaron su cabello y le obligaron a olerlo hasta que perdió la consciencia. La mujer sonrió y se acomodó mientras miraba de reojo a su conductor totalmente lastimado.
-Es una pena que te pierdas las ventajas de estar con una buena mujer, Emil.- El nombrado se mantuvo en silencio mientras conducía.- También es una pena que tú hijo sea con otro hombre, es algo tan estúpido y sobre todo que ayudarán a ese coreano y al otro "indio" a escapar, además de que no puedes contarle a tú jefe sobre esto o ya sabes que le haré a tú linda familia.
Emil apretó el manubrio y evitó contestar mientras cambiaba la caja de cambios. Tenía tanto asco de esa mujer y ahora no podía escapar, estaba encadenado literalmente por la cintura a ese auto y con un collar de control eléctrico.
Viktor salió enseguida al recibir el llamado de una chica por el estado de su esposo e hijo, notificó a Otabek quien salió en dirección a la comisaría más cercana para denunciar el secuestró de su hijo, dejando a Yurio dormido y sin avisarle para no empeorar su salud.
«¿Porqué tenía que ser a él?, ¡Es sólo un niño pequeño!» Repetía una y otra vez Otabek en su cabeza, sentía que su mundo se desmoronaba a cada segundo que no sabía dónde estaba su hijo, no podía dejar que le hicieran nada pero sin saber dónde estaba no podía ir y salvarle.
Aún si no lo recuerdo, no quiero que ese pequeño pagué por algo que sucedió entre sus padres...No lo merece.
Heloooo~ Volví(?) Medianamente xD
Se que quieren matarme pero aprecien qur escribí esto dejando un rato el estudio ;'( Ojalá les guste y puedan sacar sus propias conclusiones 💕 Realmente se siente bonito volver a escribir para ustedes ❤ Los Hamoo<3
¡Nos vemos en el siguiente capítulo mis lectores!
🐯❤🐻