DOMINIK© [2]✔

By LuisianaVons

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El problema con las segundas oportunidades es que a veces no sabemos aprovecharlas hasta que las perdemos. ... More

DOMINIK
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo.
NOTA FINAL DEL AUTOR

Capítulo 8

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By LuisianaVons

Dominik.

Reconocí a Joe al instante en que le ví. Joe había hecho de mi vida un infierno durante los tres años que estuve en prisión. El me acusaba constantemente de todo los delitos que alguna vez llegué a cometer, me aislaba durante días, ordenaba a las camareras que no me diesen comida por días, e incluso, llegó a cruzar el límite quitándole la luz a mi celda. No me agradaba la idea de que el fuese el encargado del caso de Christina.

Por otro lado, la muerte de Christina se me resultaba un completo enigma, puede que Sullivan tuviese razón. Christina no parecía ser del tipo de persona que se arranca su propia vida, no después de todas las atrocidades que tuvo que cometer para mejorar su estilo de vida. Sin embargo, pudo haberse tratado de un suicidio tal y como el imbécil de Joe lo describía.

¿Por qué Christina? ¿Por qué precisamente una persona tan vulnerable? ¿Qué sabía Christina que pudiese ser una amenaza para alguien?

La pobre mujer de casualidad recordaba su propio nombre. El día en que la ví me sorprendió mucho ver el estado en el cual se encontraba, su cerebro había envejecido y sus memorias parecían haber sido borradas, pues en cuanto intenté acercarme a ella para hacerle algunas preguntas sobre la manera en la que escapó del psiquiátrico, ni siquiera se esforzó en reconocerme.

Dejo salir un suspiro mientras termino de bajar las escaleras hasta la planta de abajo del psiquiátrico. Para mi desgracia, tanto Joe como su inútil compañero se encuentran haciendo una encuesta a la rubia de la recepción. El día transcurría cada vez más lento, mis energías estaban por los suelos y solamente quería que Sullivan terminara de arreglar las cosas de su madre fallecida para poder dejarla en su maldito hotel de una vez por todas.

Derek me había obligado a recoger a Sullivan al hospital, me opuse tanto tiempo como pude pero después de mil súplicas accedí. No precisamente por ella, ni por el, más bien, me sentía en deuda con Christina, así que decidí llevar a su hijastra al lugar en el cual murió.

Si eso no es amor, no se que lo podría ser. Me impresionaba la manera en la que Sullivan después de todo el daño que recibió a causa de su malvada madrastra sea capaz de venir a este lugar a despedirse.

Sin duda alguna yo jamás haría algo como eso. Quizás no amaba a nadie lo suficientemente como para perdonar todo el daño que pudo haberme causado.

-Es un tremendo placer encontrarte aquí -exclama Joe dejando a su compañero junto a la rubia mientras enfrasca su mirada café en la mía-. ¿No te parece que es un tremendo placer?

Una sonrisa irónica surca mis labios mientras termino de bajar el último peldaño de la escalera.

-Lo dudo.

Joe se echa a reír a todo pulmón sin importarle que la rubia y su colega se encuentren presentes.

-Siempre tan tremendamente carismático, Dom -dice tras colocar una de sus manos sobre mi hombro. Me apresuro en apartarla con un movimiento brusco de torso a la vez en la que muevo mis pies hasta el medio de la recepción.

Por desgracia, Joe copia mis movimientos, caminando detrás de mí.

Apresúrate, Sullivan.

-Fue tremendo tenerte en prisión, sin duda te echaré tremendamente de menos -menciona, avanzando frente a mí.

¿Qué tremendo fetiche tenía este hombre con la palabra "tremendo" y sus derivados?

-¿Qué quieres, Joe? -interrogo, elevando mis cejas con fastidio mientras busco mi teléfono en los bolsillos de mi pantalón. Joe suelta una pequeña risita y vuelve a apretar mi hombro como si fuésemos amigos de toda la vida.

-Solo hago mi trabajo, Dominik -me explica sin borrar esa mueca burlona en su rostro.

-Genial Joe, ahora vé y has tu trabajo lejos de mí.

-Eso hago, estoy haciendo mi trabajo -divaga jugando con una diminuta placa dorada en el lado derecho de su pecho-. Y mi trabajo es encontrar a un culpable.

-¿Estás insinuando que piensas que soy culpable? -cuestiono sin poder creerlo y rogando en mi fuero interior para que Sullivan se de prisa o tendría que irme sin ella.

-Solo hago mi trabajo, ya te lo dije Drac -hace una mueca y vuelve a colocar su maldita mano sobre mi hombro. Mas le valía cuidar de esa mano porque no tardaría en querer arrancarsela o pisarla con un neumático de mi auto-. Me considero una persona de honor, por tanto no tengo muchos amigos, pero cuando los tengo me gusta poder saber que puedo confiar a ojos cerrados en esas personas, Drac. ¿Cómo se que puedo confiar en tí?

-No somos amigos, Joe.

El asiente forzando otra sonrisa pero menos burlona en su rostro. Su mirada destella amenaza, furor, advertencia, no sabía de lo que era capaz de hacer Joe. Pero no iba a permitir que se cruzara en mi vida.

-Esa es la cuestión, no somos amigos -reitera acomodándose el chaleco sobre su pecho-, y si no eres mi amigo, eres mi enemigo, Drac.

Proceso sus palabras con ligereza. Me importaba muy poco sus amenazas o sus insinuaciones, ahora que me encontraba en libertad no le iba a dar la satisfacción de tener influencia sobre mí.

Me encuentro a segundos de pronunciar alguna palabra ofensiva hacia Joe cuando de pronto un ruidoso golpe trepa a través de las huecas paredes del lugar. Por primera vez en años mi corazón se acelera mientras el temor se mezcla con el orgullo en mi torrente sanguíneo. Joe sale disparado escaleras arriba, así que me apresuro en seguirle el paso. En mi cabeza intentaba convencerme de que seguramente se trataba de algún interno golpeando las paredes o tirando lo que encontrase al suelo pero a medida que nos acercabamos al mismo piso en el cual había dejado a Sullivan ordenando una repisa de dibujitos animados, el sonido adquiría fuerza, volumen y desesperación.

Muevo mis pies lo más rápido que mi cuerpo me lo permite. Solo deseaba que nada malo ocurriese con Sullivan. Por alguna razón, no podría perdonarme que algo malo le pasara estando conmigo en un mismo lugar. Al llegar a la habitación de Christina, observo a Joe detenerse frente a la puerta la cual se encuentra cerrada. Un llantin agudo emerge desde adentro de la habitación, puedo escuchar sus sollozos y siento como mis manos comienzan a sudar.

¿Qué narices estaba ocurriendo?

-Está cerrada -me informa Joe intentando abrir la puerta, tirando de la manija con fuerza.

-Hazte a un lado.

Me coloco frente a la puerta mientras intento procesar y comprender cómo demonios se ha cerrado la puerta. Al parecer se encuentra trabada porque la manija no se inmuta ante mis estocadas.

-¡Maldita sea! -suelto comenzando a golpear la puerta con más fuerza mientras continuo sumergido en el llanto que se escucha a través de la puerta. Sullivan llora con desconsuelo, al igual que alguien que está siendo lastimada-Amber, tienes que abrir la puerta, ¿entiendes?

Sin embargo, no recibo respuesta de su parte, solo un desgarrador jadeo que se escapa desde el fondo de su garganta. El sonido de sus sollozos me transporta al recuerdo del día del incendio. Ese día en el me encontraba intentando derribar una puerta para sacar a mi hermana de la habitación. Sus sollozos inundaban la estancia y solo lograban atormentarme, pero tenía que abrir esa maldita puerta así fuese lo último que haga.

-Tengo que llamar al encargado de mantenimiento -señala Joe colocándose de pie para salir corriendo a través de las escaleras.

-Amber, abre la maldita puerta ahora mismo -le exijo con una nota de desesperación en mi voz-Escucha, la puerta está trabada, tienes que abrirla desde adentro.

Entonces, tomando una profunda bocanada de aire y con el corazón latiendo a la velocidad de la luz, pateo la puerta repetidas veces, aumentando la fuerza en cada movimiento hasta que finalmente logro abrirla. Suelto un suspiro buscando con mi mirada a Sullivan. Entonces la encuentro, desparramada sobre el suelo con su perfilado rostro bañado en lágrimas, su frente perlada en sudor, además de la maraña de cabello que se desliza sobre su cabeza. Mi corazón se contrae al igual que mis labios y no demoro en acercarme a ella, estrechando su delgado cuerpo entre mis brazos y colocando su cabeza sobre mi hombro mientras continúa derramando tantas lágrimas como su cuerpo se lo permite.

A pesar de la situación tan inhóspita que acababa de ocurrir, al estar en esa posición con ella en mis brazos no puedo evitar que todos los recuerdos que vivimos juntos llenos de risas, bromas, adrenalina y lujuria se transmitan en mi cabeza a través de una pequeña pantalla como si de una película se trátase. Ella estando entre mis brazos me transmitía una paz inexplicable. Pero al final de la película solo puedo arrugar mi rostro al recordar el final de nuestra historia. Ese final que marcó el fin de lo que alguna vez pude llegar a sentir por ella. Ese final que marcó el fin a mi vida siendo Drac. Resulta que el día en el que decidí que Drac se iría, todo lo que el conoció se iría junto a el, eso incluye a Sullivan y todos los recuerdos vividos junto a ella.

-¿Amber? -intento levantar su cabeza para obligarla a mirarme. Grave error. En el momento en el que sus enormes perlas de color miel se clavan en las mías no puedo evitar mostrarme reacio con ella. Simplemente cada vez que estoy con ella, una parte de mí intenta ser mejor, incluso después de todo lo que ocurrido hasta ahora-. ¿Amber, qué sucedió?

Ella cierra sus ojos con fuerza a la vez que agita su cabeza como si quisiera obligarse a sí misma a borrar el pensamiento.

-Ella tenía razón, Drac.

-¿Quién tenía razón? -cuestiono sin poder comprender a quién se refiere.

-Christina -replica-. Christina tenía razón. No lo asesinaste, el fue quien la asesinó -asegura, colocando sus frías manos sobre mi pecho-. El tuvo que haberlo hecho.
Envuelvo su pecho con mis brazos mientras susurro en voz baja que todo estará bien a la misma vez en la que intento convercerme de lo mismo.

Todo estará bien.

***

Después de un rato en el cual las lágrimas de la chica aún en mis brazos se agotan, decido que es el momento indicado para entender todo lo que no logré comprender debido a sus sollozos y palabras entre lenguas. Joe se encuentra junto al pasillo y si no lo conociera tan bien se que está allí vigilando cada uno de mis movimientos. Me parece una lógica descabellada pensar que yo podría asesinar a una persona como lo era Christina. Mi sangre aunque no lo quisiese. Ella era mi madre biológica y a pesar de que haría cualquier cosa para poder cambiar ese hecho, no existía ni una que cambiara el pasado.

No puedo negar que cuando me enteré de la muerte de Christina en la primera persona que pensé fue en Günter. Si bien, sabía que entre ellos dos había una historia bastante larga y amarga, pero tenía dudas sobre de que así fuera. Günter no la asesinaría y menos estando en un estado mental cual de ella estaba.

Me remuevo sobre el suelo y un calambre se apodera de mi pierna, Sullivan yace sobre mi regazo desde hace una media hora y ya se han dormido varias partes de mi cuerpo, lo noto al sentir ese insoportable hormigueo recorriendo a través de mi cuerpo. Ella se remueve, separándose de mi mientras peina su cabello con sus manos y lleva las yemas de sus dedos por debajo de sus ojos para asegurarse de no estar llorando aún. En el momento en el que se gira para mirarme no puedo evitar sentirme culpable por haberla abandonado en la habitación mientras se empeñaba en ordenar la maldita pila de dibujos, quizás eran importantes para ella.

-¿Amber?

-¿Si? -ella tartamudea, moviéndose inquieta sobre el suelo.

-¿Puedes explicarme lo que me dijiste hace un rato? -le pido en voz suave para no espantarla.

Ella suelta un suspiro ahogado desde el fondo de su garganta. Sus ojos escanean los alrederdores y se detienen justo en la puerta.

-No sucedió nada, olvídalo -me contesta, apoyando sus manos sobre sus rodillas para impulsarse a ponerse de pie. Copio su acción, maldiciendo a mis adentros por la cantidad de calambres que recorren mi cuerpo-. Yo estaba ordenando los dibujos entonces de pronto la puerta se cerró -explica haciendo una mueca para restarle importancia-. Me agité porque me dan miedo los espacios cerrados-se sincera.

Enarco mis cejas en su dirección sin comprender nada de lo que acaba de decir. Primero me dice que Christina tenía razón para luego salirme con que sufre de claustrofobia. No tenía sentido. Pero el tiempo que llevaba conociendo a Amber me hizo comenzar a abrir mis ojos para conocerla completamente. Amber me manipuló. Fingió. Engañó. Utilizó. Traicionó. Y al final me abandonó.

¿Qué podía esperarme de una persona así?

-Como digas.

Joe se acerca al vernos, su ceño se encuentra fruncido y su boca ligeramente abierta. Hago un amago antes de pasar por su lado sin prestarle atención pero el se adelanta el tomar mi codo y detenerme.

-Me gustaría hablar a solas contigo, ¿se podría? -cuestiona Joe intercalando su mirada entre Amber y yo.

Para ser sincero, me hubiese gustado enviarlo al infierno con alguna palabra ofensiva. No confiaba en Joe, y mucho menos caería en sus fríos discursos del policía bueno que solo busca un culpable. Sin embargo, tenía dudas de que fuese a decir algún dato importante para el caso.

Así que tomando una bocana de aire, me alejo junto al imbécil de Joe para escuchar cualquier ridiculez que esté a segundos de decir. Lo observo plantarse frente a mi mientras mira de soslayo a Sullivan, es patético su técnica de simulación, más tomando en cuenta de que se trata de una clase de policía de cuarta.

-¿Qué ocurre, Joe?

-¿No te parece extraño? -inquiere alzando sus cejas con sorpresa pero no logro entender a que se está refiriendo. Su mirada no se aparta de la melana café de Sullivan-. ¿No te parece extraño que la chica haya armado todo ese teatro?

No puedo evitar exhalar un bufido prologando ante mi incredulidad. ¿El estaba insinuando que Amber era sospechosa?

-Si lo que intentas decirme es que ella es sospechosa de la muerte de Christina... -comienzo a decir desviando mi mirada a Amber-. Me parece la idea más ilógica del universo. Esa chica amaba a su madrastra cuando las razones para odiarla eran incontables.

-No confío en ella, Dom y creo que tu tampoco deberías hacerlo -me aconseja antes de mover sus pies hasta la entrada del establecimiento.

***

Durante el camino de regreso a la ciudad, mi cabeza no podía dejar de pensar en las palabras que me había dicho Joe acerca de Sullivan. Me pareció descomunal todo lo sucedido pero prefería pensar que ella estaba diciendo la verdad. Fue entonces cuando ella pareció leer mis pensamientos porque comenzó a hablar.

-Drac, ¿Te puedo hacer una pregunta?

Vacilo antes de asentir pero finalmente lo hago. Ella tarda unos segundos en recuperar la postura antes de hablar.

-¿Tu viste morir a mi padre?

Muerdo mis labios con fuerza pero asiento, recordando como la sangre de Robert cubría mis nudillos.

-¿Pensarías que estoy loca si te digo que lo he visto? -su voz tiembla y puedo notar el miedo recorrer cada fibra de su delgado cuerpo.

-No deberías hacerle caso a Christina, ella no sabía ni su propio nombre -le aconsejo pero ella continúa.

-Creo que se quien asesinó a Christina, la pregunta es...¿porqué?


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